1. Santo Tomás de Aquino
0. Contexto histórico: Introducción
Históricamente la Edad Media comprende el período que transcurre
desde la caída del Imperio Romano de Occidente en el 476 d. C. hasta la
caída de Constantinopla en el 1453.
En Filosofía se considera el comienzo de la filosofía medieval el año
529 d. C., fecha de la apertura del monasterio benedictino de Montecassino y
de la clausura de la Academia platónica. Pero los orígenes del pensamiento
medieval se encuentran ya en el siglo II d. C., cuando filosofía y cristianismo
convergen en el mundo romano y la temática filosófica deriva hacia temas
religiosos (en la Patrística).
La filosofía medieval que vamos a abordar se ciñe a los límites
espaciales de la Europa occidental feudal, heredera de la que había sido la
parte occidental del Imperio Romano, asentamiento de los pueblos germánicos
y posteriormente del Imperio Carolingio. Conviene tener presente que ésta no
fue la única continuación de la filosofía antigua, que siguió en otro curso en el
Imperio Bizantino y luego en el mundo árabe y judío. Haremos también
referencia a estos otros desenvolvimientos, en la medida en que resultaron
decisivos para la evolución del pensamiento occidental.
Las señas de identidad de este período vienen marcadas por la religión
cristiana que cimentará toda esta etapa y proporcionará la visión del mundo
presente en el feudalismo, la vida de los monasterios, y el surgimiento de las
ciudades y las universidades.
El feudalismo es la estructura económica y política que rige la Europa
de los siglos IX-XIII. La palabra feudo significa «posesión territorial de un
señor». Es pues un sistema basado en la propiedad de amplias extensiones de
tierras (latifundios) poseídas por una minoría de señores feudales que viven en
sus castillos formando núcleos independientes política y económicamente, y
trabajadas por la mayoría de campesinos sometidos a éstos.
La sociedad feudal es una sociedad estamental, dividida en dos grandes
grupos:
a) Los privilegiados (nobleza y clero)
b) Los no privilegiados (campesinos).
a) Los primeros eran los dueños de la tierra y se dedicaban a la guerra y a
la oración; no tenían que pagar impuestos, impartían justicia, daban permiso
para casar o para marchar de las tierras, y sólo tenían la obligación de recoger
a los campesinos en el castillo en tiempos de guerra.
b) Por el contrario los campesinos trabajaban la tierra y mantenían a
guerreros y clérigos, debían pagar una parte de la cosecha al señor, trabajaban
gratis sus tierras determinados días del año, tenían que pagar por usar el
molino, por cruzar el puente, por llevar a pastar el ganado,... La Iglesia les
cobraba la décima parte de la cosecha (el diezmo).
Se pertenecía a un estamento por nacimiento, con lo cual no se podía
saltar de uno a lo largo de la vida. La relación entre estamentos era el vasallaje.
Una persona que necesitaba ayuda para defenderse se hacía vasallo de otra y
le juraba fidelidad hasta la muerte.
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2. Se creó así una pirámide feudal: en la cumbre se situaba el Papa y el
Emperador; por debajo los reyes; cada uno de ellos podía tener nobles señores
sometidos, que a su vez dominaban otros más pequeños; y todos, en la base
de la pirámide, tenían como vasallos a los campesinos de sus feudos. Entre
éstos, estaban los campesinos libres (villanos) que poseían ciertas tierras (los
mansos) por las que pagaban al señor, y los siervos de la gleba, que
trabajaban las propiedades directas del señor feudal y eran casi esclavos.
La Iglesia tenía la misma estructura feudal y los monasterios eran
también feudos. Constaban de una iglesia con otras dependencias fortificadas
y tenían tierras, pastos y bosques trabajados por siervos y villanos. Tuvieron
mucha importancia económica y sobre todo cultural, pues fue en sus
bibliotecas donde residió y se cultivó todo el saber de la época.
A partir del siglo XI comienzan a reaparecer las ciudades y se produce
un intercambio comercial entre el mundo rural y urbano: el campo produce
materias primas y alimentos y la ciudad proporciona productos
manufacturados. El sistema feudal se mantuvo y las ciudades en esta época
fueron sólo un elemento secundario dentro del sistema social, acogiendo la
mano de obra excedente del campo.
Se mantuvo la sociedad estamental pero surgió un nuevo grupo social
dentro de los no privilegiados que fue la burguesía. La burguesía fue el grupo
social dominante en el mundo urbano. Eran hombres libres, independientes del
señor feudal, que basaban su status en la riqueza. Pronto existió una alta
burguesía, formada por los ricos banqueros y comerciantes, y una pequeña
burguesía de artesanos. La alta burguesía ocupó los puestos más importantes
en los núcleos urbanos y ayudó a los monarcas a aumentar su poder frente a la
nobleza feudal. En las ciudades el trabajo se organizó por oficios, apareciendo
los gremios, asociaciones de artesanos que tenían como objetivo facilitar las
materias primas, fijar los precios de venta,...
Los siglos XI-XIII fueron tiempos de florecimiento económico, y Europa
amplió sus relaciones comerciales gracias a la ruta marítima del Mediterráneo
(que permitió los contactos con el Próximo Oriente) y la establecida entre el
mar del Norte y el mar Báltico (que llevó a un contacto con los pueblos
eslavos), además de las rutas terrestres que cruzaron el continente.
La Iglesia continuó dominando la sociedad medieval adaptándose a las
ciudades. Aparecieron nuevas órdenes religiosas mendicantes como los
franciscanos y los dominicos, que crearon conventos urbanos y se dedicaron
a la evangelización y al estudio de la teología.
Tomás de Aquino vive en el siglo XIII, en la Baja Edad Media, el período
áureo de la teología y la filosofía gracias a la creación de las universidades (los
nuevos centros de enseñanza e investigación), a la fundación de las órdenes
mendicantes (franciscanos y dominicos proporcionarán gran cantidad de
maestros muy cualificados, y el propio aquinate es dominico), y al contacto de
los medios culturales occidentales con obras filosóficas desconocidas hasta
entonces (los escritos metafísicos y físicos de Aristóteles, por ejemplo).
1. La noción de Escolástica y el nacimiento de la Universidad
Durante la Edad Media tiene lugar el nacimiento de la filosofía
escolástica.
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3. El término escolástica procede del latín scholasticus que significa
«quien enseña en una escuela», refiriéndose al maestro que enseñaba en las
escuelas monacales las artes liberales: el Trivium (que constaba de gramática,
retórica y dialéctica) y el Quadrivium (que comprendía los estudios de música,
aritmética, geometría y astronomía). Pasó por extensión a significar además la
materia enseñada y el método empleado para la enseñanza.
Se conoce también la escolástica como la filosofía elaborada dentro del
dogma católico, lo que la lleva más allá de las fronteras de la Edad Media. La
filosofía medieval fue más que escolástica, pero puede afirmarse que fue el
elemento más importante dentro del pensamiento del medievo.
El método escolástico comprendía dos momentos: se comenzaba con
la lección (lectio) que consistía en la lectura de un texto de la Biblia o de una
autoridad por parte del maestro. A medida en que el lector fue haciendo
anotaciones a los textos que leía aparecieron en la literatura escolástica los
comentarios, que recogían el texto original más las glosas y anotaciones de
los lectores. A continuación se procedía a la disputa (disputatio), donde
maestro y alumnos defendían e impugnaban la tesis de la lectio siguiendo un
rígido esquema argumentativo que acababa con la síntesis y conclusión del
maestro. Como consecuencia aparecieron las cuestiones (quaestio), que
reflejaban las interpretaciones contrapuestas sobre un tema. Un
desenvolvimiento más sistematizado de las quaestio fueron las sumas
(summas), compendios sistemáticos del saber.
La escolástica no pretendía encontrar una verdad que ya sabía de
antemano por la Revelación, ni su método tenía este objetivo, sino que era un
modo de fundamentarla e interpretarla mediante el pensamiento racional con el
fin de conseguir un amplio conocimiento de las verdades de fe. Para la
justificación y legitimación de las ideas era constante la apelación a la
autoridad (San Agustín dice...; la Biblia demuestra...).
Pueden distinguirse cuatro grandes etapas en el desenvolvimiento de la
escolástica:
1. Formación (del s. IX hasta comienzos del XI): destaca Alcuino o Escoto
Eriúgena.
2. Desenvolvimiento (del s. XI hasta mediados del s. XII): Anselmo de
Canterbury y Pedro Abelardo.
3. Florecimiento (segunda mitad del s. XII hasta finales del s. XIII): Tomás
de Aquino representa el culmen de la Escolástica.
4. Crisis (s. XIV): surge el nominalismo que cuestiona el propio método
escolástico.
Las universidades responden al nuevo sistema de vida que trae
consigo la aparición de las ciudades. Su origen lo encontramos en las escuelas
medievales del siglo XIII, a las que acudían estudiantes y profesores de toda
Europa (las más importantes eran las de París, Chartres y San Víctor). Poco a
poco, debido a sus complejas estructuras de funcionamiento, con motivo de
una demanda cada vez mayor, y con un afán de liberarse de los rígidos e
intransigentes criterios de los obispos que dominaban las escuelas, se van a ir
transformando en asociaciones de maestros, o maestros con alumnos que van
a elaborar estatutos propios.
Bajo el papado de Inocencio III en el siglo XIII fueron protegidas con el
fin de mantenerlas bajo la ortodoxia cristiana. Surgen así las universidades: en
1158 nace la Universidad de Bolonia, en 1180 la de París, en 1214 la de
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4. Oxford, con un reconocimiento legal de su función académica, sus estatutos y
sus privilegios, obteniendo el derecho a otorgar el grado correspondiente a los
estudios seguidos.
La Universidad de París, protegida por el papado, será la más
importante de esta época. Por ella pasan los filósofos y teólogos más
importantes, como S. Buenaventura, San Alberto Magno, Santo Tomás de
Aquino, Siger de Brabante, Raimundo Llull, Duns Escoto y otros.
Las universidades constaban de cuatro facultades: la de Derecho (en la
que se especializó la Universidad de Bolonia), la de Medicina (donde
sobresalen las universidades de Montpellier y Salerno), la de Artes y Letras y la
de Teología (en estas dos destaca la Universidad de París), que era la más
importante. Las facultades estaban dirigidas por un decano, y habitualmente el
decano de Artes y Letras era nombrado rector. El idioma universitario era el
latín. Franciscanos y dominicos rechazarán las cátedras más importantes, lo
que originará disputas entre las distintas universidades.
2. La recepción de Aristóteles. Averroes y el averroísmo latino
Estamos delimitando nuestro objeto de estudio en la filosofía medieval
europea, tal y como se desenvolvió a partir de la caída del Imperio Romano de
Occidente. Pero este no fue el único rumbo tomado, ni la única derivación de la
filosofía grecorromana. El Imperio Romano de Oriente devino en el Imperio
Bizantino.
En Arabia, Mahoma funda la religión islámica en el siglo VII y a partir de
ahí comienza la expansión del Islam. Desde la península Arábiga los
musulmanes se expanden hacia el norte y conquistan en un primer momento el
sur del Imperio Bizantino, o sea Siria, Egipto y Palestina. Allí,
fundamentalmente en Siria, permanecían muchas obras de la Grecia clásica,
en especial las de Aristóteles, que eran desconocidas para los filósofos
occidentales. Los árabes entran en contacto con ellas, y comienzan a
traducirlas del griego al árabe, del griego a siríaco, y de este al árabe. De este
modo el mundo islámico se hizo portador del saber griego que elaboró e
interpretó confrontándolo con la verdad del Corán.
Los árabes continúan su expansión por todo el norte de África y en el
711 conquistan la península Ibérica, haciendo de la ciudad de Córdoba el
centro cultural del occidente musulmán. Además de introducir su cultura y
conocimientos, acercan a Europa el legado griego que su filosofía estaba
comentando y trabajando. Es así como el mundo occidental recupera
nuevamente la totalidad de la filosofía griega.
La cultura árabe influye en los judíos que vivían dispersos por el territorio
musulmán y que, aunque mantuvieron sus tradiciones se impregnaron también
de la cultura islámica. Durante mucho tiempo trabajaron conjuntamente en la
península Ibérica estudiosos árabes, judíos y musulmanes.
Con el fin de lograr una difusión sistemática del saber greco-judío-
islámico, el arzobispo Raimundo de Sauvetat organizó en Toledo, en el siglo
XII, una Escuela de Traductores en la que se tradujeron tratados médicos de
Galeno e Hipócrates, de la astronomía de Ptolomeo, de la matemática de
Euclides (es en esta época cuando se introduce la notación numérica arábiga,
lo que facilitó el cálculo), el Corán, obras árabes y judías y las obras de
Aristóteles, junto con los comentarios que le había hecho a éstas los autores
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5. musulmanes. Y así, en el primer tercio del siglo XIII el occidente cristiano
descubre un mundo culturalmente nuevo y desconocido hasta aquel momento.
Las obras de Aristóteles causan una gran conmoción en el pensamiento
europeo, dominado hasta el momento por la interpretación platónica del mundo
y el ser humano. En 1215 fueron prohibidas en la Universidad de París las
obras aristotélicas que versaban sobre metafísica o filosofía natural. Se
apreciaba el valor de la lógica aristotélica, pero, por lo demás, el Estagirita era
considerado un filósofo pagano donde sus doctrinas chocaban abiertamente
con la revelación. Ej., su defensa de la eternidad del mundo, y la mortalidad del
alma.
Entre los filósofos musulmanes conviene nombrar entre otros a Al-Kindi,
el primer gran pensador de la filosofía islámica; Al-farabí, el introductor del
aristotelismo en la cultura árabe o Avicena, el primer comentador de
Aristóteles, con fuerte influencia neoplatónica. Centrémonos en una gran
influencia para Santo Tomás: el filósofo musulmán Averroes.
Averroes (Ibn Rush, en árabe) fue un importante médico, jurista y
filósofo, nacido en Córdoba en el 1126 y que muere en Marruecos en el 1198.
Es el gran comentador de Aristóteles, de quien hace paráfrasis libres de los
textos (Comentarios medios), compendios sin relación estricta con el texto y
Grandes Comentarios, donde reproduce los textos del estagirita analizados
párrafo a párrafo. Para él, «la doctrina de Aristóteles coincide con la verdad
suprema». Confía totalmente en la razón, lo que le llevará a la confrontación
con la dogmática islámica. Por citar tres ejemplos, no acepta la idea de la
creación a partir de la nada que defiende la religión, pues es contraria a la
razón. Del mismo modo afirma la inmortalidad del espíritu suprapersonal, pero
no defiende la inmortalidad del alma individual. En el ámbito moral aboga por la
necesidad de hacer el bien por sí mismo y no por la consecución de premios en
la otra vida. Conviene destacar su concepción sobre la relación fe-razón, pues
también en la filosofía árabe se suscita el problema al intentar conciliar las
verdades de la razón con la verdad del Corán. Averroes defiende que la misma
verdad se transmite por la filosofía y por la teología. La filosofía enuncia la
verdad en estado puro y, por lo tanto, sólo es accesible a algunos individuos. El
Corán intenta acercar la verdad de un modo más sencillo, para llegar a más
gente, a toda aquella que no puede llegar a las profundidades de la filosofía. En
el caso de conflicto «es preciso ponerse del lado de los filósofos», y buscar un
sentido interno al libro sagrado (pues el sentido externo está elaborado para los
individuos menos preparados).
Con el redescubrimiento de la obra aristotélica íntegra y los comentarios
que hace Averroes de la misma, se crea un movimiento filosófico conocido
como Averroísmo Latino, que mantenía dos tesis basadas en la cosmología y
antropología aristotélicas, contrarias a la doctrina cristiana:
1. La eternidad del mundo, preconizada por el pensamiento de Aristóteles,
atenta contra la creencia cristiana de que el mundo fue creado por Dios.
Para Aristóteles, Dios no es más que el motor inmóvil que mueve
eternamente un mundo eternamente existente, pero este Dios no creó el
mundo ni tiene ninguna relación con él.
2. El alma de cada ser humano no es inmortal, sino que muere y se
corrompe, siendo el entendimiento el único inmortal. El entendimiento al
que se refería Aristóteles está presente en cada ser humano, pero es único
para toda la humanidad y se identifica con Dios.
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6. 3. Tomás de Aquino (1225-1274). Vida y obra
Nace en Rocca Secca (Italia) en 1225, cerca de Aquino. Hijo del conde
de Aquino, pariente de Federico Barbarossa (en lucha con el papado). A los
cinco años cursa estudia en la abadía benedictina de Montecassino. Estudios
en la Universidad de Nápoles; allí ingresa en la Orden de los Predicadores
(Dominicos) Secuestrado por deseo de su madre, que se oponía a la decisión
de Tomás, queda retenido en el castillo de Rocaseca. Al huir es enviado a la
Universidad de París, donde se convierte en alumno de Alberto Magno.
Maestro en diversas Universidades y en distintos grados (Colonia, París,
Nápoles). En 1323 fue canonizado por el papa Juan XXII.
El catálogo de las obras de Tomás de Aquino sobrepasa los ciento
treinta títulos, con una diversidad bastante amplia, tanto en lo referente a la
temática, como al género expositivo o a la extensión.
Se supo servir, por ejemplo, de una metodología tan tradicional en la
Escolástica como es la disputatio (“disputación”). En la disputatio aparecen
diversos tipos de objeciones, conclusiones y respuestas en torno a un
determinado tema. El espíritu didáctico del aquinate encuentra en ella un
instrumento de gran valor para plasmar por escrito el resultado de diversos
estudios e investigaciones. Entre las obras del Santo figuran una docena de
Quodlibetales (disputaciones de carácter general) y 14 series de Cuestiones
disputadas (de carácter monográfico en torno a un tema determinado. Otra
muestra la encontramos en el Escrito sobre las Sentencias del Maestro Pedro
Lombardo.
También utiliza modelos expositivos escolásticos mezclados. Redacta,
así, los comentarios a diversas obras de Aristóteles en forma de lectiones, o
dota de una estructuración en capítulos muchas de sus obras, como la Suma
contra los gentiles (de singular importancia apologética), el opúsculo Sobre el
ser y la esencia, etc. Pero todo ello no supone óbice para que se reconozca el
valor dialéctico y pedagógico de la técnica disputativa.
Existía, además, cierta costumbre, entre los maestros medievales, de
elaborar compendios más o menos sistemáticos, sobre determinadas materias,
bajo el título de “Sumas”, atendiendo, en líneas generales, al esquema típico de
la “disputación”. Tomás también redacta Sumas pero, fiel a su espíritu
innovador en la metodología, adopta otra metodología, tanto en la Suma contra
los gentiles, como en la Suma de Teología.
La Suma de Teología es una obra maestra, el culmen en su género.
Tomás se propone con ella elaborar una especie de enciclopedia teológica
dirigida a la enseñanza y retoma la forma expositiva de la disputación. La Suma
de Teología es un gran compendio de teología –con importantísimas
aportaciones filosóficas- que consta de tres partes. Cada parte está dividida en
cuestiones y éstas, en artículos.
4. Influencias en Tomás de Aquino
El Santo de Aquino, amén de buen pedagogo, fue un destacado ejemplo de
espíritu abierto y progresista. No dudó en mostrar franca simpatía por el
sistema filosófico de Aristóteles, en una época en que un número nada
reducido de autoridades eclesiásticas y teólogos le eran francamente hostiles.
El teólogo dominico lo estudió a fondo, redactó extensos comentarios a sus
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7. obras fundamentales asumió muchas de sus tesis básicas como entramado
perfectamente válido para desarrollar explicaciones filosóficas y teológicas.
Cuando él lo cita lo nombra como “el Filósofo”.
Además asume comentarios de Averroes, denominado Comentator –”el
Comentador”-, algo chocante pues era un filósofo musulmán, lo que, en el
mundo cristiano medieval viene a ser sinónimo de “gentil”, o si se prefiere
“infiel”. Como lo era Avicena, al que también cita con cierta frecuencia.
Recordemos que en el siglo XIII continuaban las Cruzadas y las luchas de la
Reconquista en España. Maimónides, el filósofo hebreo, también le influye en
alguna de las pruebas para demostrar la existencia de Dios.
5. El problema de la razón y fe
El problema fe-razón alude al conflicto en las relaciones entre religión y
filosofía, o sea, de un saber comprometido en la comprensión de la revelación y
un saber basado en la argumentación por la razón. El origen del problema lo
encontramos en el siglo II, en los primeros contactos entre ambos tipos de
conocimiento, y va a convertirse en uno de los temas centrales de la reflexión
medieval. Podemos señalar cuatro respuestas básicas al problema:
1. Oposición entre fe y razón: se defiende la incompatibilidad entre los dos
tipos de saberes. La fe es autosuficiente y no necesita para nada de la filosofía,
ni para justificarse ni para comprenderse. Es la posición defendida por
Tertuliano cuando afirma «creo porque es absurdo». Esto le llevó a sostener
la teoría del latrocinio, que dice que si hay algo de verdad en la filosofía
antigua es por un plagio del Antiguo Testamento.
2. Conciliación de fe y razón: la verdad única, en sentido estricto, es la
verdad de la revelación y, tanto la fe como la razón, la persiguen. La razón
ayuda a hacer comprensible la verdad cristiana. La fe, por su parte, ilumina y
orienta el conocimiento racional, y permite alcanzar conocimientos no
accesibles de otro modo. Es la postura que defenderán San Agustín, Boecio,
Anselmo, Pedro Abelardo, etc.
3. Separación de fe y razón: razón y fe son autónomas, independientes e
igualmente verdaderas. El averroísmo latino defiende la teoría de la doble
verdad: existe una verdad filosófica y otra religiosa que pueden ser
contradictorias pero ninguna es superior. Esta postura no fue aceptada por la
ortodoxia eclesiástica y sus defensores fueron considerados herejes.
4. La posición de Tomás de Aquino: intersección fe y razón. Tomás de
Aquino entiende que la razón y la fe representan dos hechos distintos, pero no
divergentes, de conocimiento:
a) Afirma que son distintos porque la fe se basa en la revelación sobrenatural,
mientras que la razón es una facultad que corresponde a las personas sobre la
base de su propia naturaleza.
b) Sostiene que no son divergentes porque entre ellas no puede darse
contradicción, dado que tienen un origen común: la fuente de la verdad (Dios).
Rechaza, por lo tanto, la tesis de algunos averroístas, la teoría de la doble
verdad de los averroístas latinos, acerca de la existencia de dos verdades de
signo contrario: la de la fe y la de la razón.
Tomás de Aquino describe un triple ámbito de verdades:
a) Verdades a las que se puede acceder sólo con la razón natural y que no
inciden en el ámbito de la salvación. Por ejemplo: las verdades de las
matemáticas o las de la ciencia natural.
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8. b) Verdades que están contenidas en los «artículos de la fe» y que exceden
las posibilidades naturales de la razón humana. Para éstas resulta
imprescindible la fe. Por ejemplo, los misterios de la Trinidad o de la
Encarnación.
c) Verdades que el ser humano podría alcanzar con su razón, pero que son
importantes para la salvación de la especie humana y que por tanto requieren
también la intervención de la fe. Éstas no son «artículos de fe», sino
«preámbulos de fe». Por ejemplo: la inmortalidad del alma, la demostración
racional de la existencia de Dios.
Desde estas tres perspectivas es preciso entender las relaciones
entre la razón y la fe, o entre la filosofía, como saber racional, y la teología,
como saber fundado en la revelación, sobrenatural. Son relaciones de
autonomía y de mutua colaboración. Por lo tanto, razón y fe se armonizan y
complementan. Por eso resulta legítimo el uso de la razón para aquellas
verdades que el conocimiento humano puede alcanzar y al mismo tiempo la fe
prolonga la capacidad de conocimiento humano más allá de los límites de
nuestra razón. En este contexto, la filosofía comienza a dejar de ser la «criada»
de la teología (ancilla theologiae), es decir, la consideración de que la razón
está al servicio de la fe; pues la razón tiene su propio ámbito de aplicación,
autónomo, dentro de esa verdad única, al igual que ocurre con la fe.
6. Ontología: la estructura de la realidad
6.1 Esencia y existencia: la estructura de la realidad
Los conceptos de esencia y existencia son nuevos y nuestro autor los
recibe en herencia especialmente del pensador árabe iraniano Avicena. Tomás
de Aquino distingue cuidadosamente entre lo que las cosas son (esencia) y el
hecho de que existan o no (existencia).
La esencia es un conjunto de características que hacen que una cosa
sea lo que es, su singularidad, que la hace distinguirse de otras. Por ejemplo: la
esencia del ser humano es ser «animal racional». Existencia es el acto de ser,
recibido en la esencia por la intervención de «causas segundas» (padres) o de
la «causa primera» (Dios), que es acto puro.
En Dios, esencia y existencia se identifican, no hay distinción. Dios es
un ser necesario: existe y no deja de existir. Su esencia consiste en el acto de
existir.
Por el contrario, los seres creados, que están compuestos de esencia y
existencia son contingentes, es decir, existen, pero pueden dejar de existir
(por ejemplo, con la muerte) por lo que su existencia no pertenece
necesariamente a su existencia.
6.2 La demostración de la existencia de Dios
Tomás de Aquino era fundamentalmente un teólogo: tanto en la Suma
de Teología como en la Suma contra los Gentiles trata de afianzar el saber
humano sobre Dios. El conocimiento humano tiene su punto de partida en la
experiencia sensible, puesto que no es posible un conocimiento intuitivo de
Dios (excepto visión beatífica). Mas la inteligencia humana puede llegar al
conocimiento de la existencia de Dios a partir de los datos empíricos. Se vale
para ello de 5 VÍAS.
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9. Antes de exponerlas es necesario refutar los dos modos de pensar a
Dios en su época: el ONTOLOGISMO y el TRADICIONALISMO.
El ONTOLOGISMO considera que el primer ser tiene que constituir el
objeto primero del conocimiento y por eso, atribuía a la mente humana la
capacidad de conocer la existencia del Ser supremo de forma evidente e
inmediata.
Para el de Aquino, sin embargo, el conocimiento humano es
PRECARIO, pues no puede alcanzar de modo satisfactorio la esencia divina
durante su existencia terrenal. El representante más significativo del
ontologismo es S. ANSELMO DE CANTERBURY (S. XI) que proponía un
“ARGUMENTO ONTOLÓGICO” para demostrar la existencia de Dios. S.
Anselmo creyó encontrar un testigo irrefutable de la existencia de Dios en el
hecho de que todo el mundo lo concibe como “lo más perfecto que se puede
pensar”. La suposición de que tal ser no exista sería una contradicción
manifiesta, dado que ese ser no sería perfecto.
Santo Tomás replica a S. Anselmo que existe en su argumento un
tránsito indebido del orden lógico al de la realidad, pues de la idea de un
ser, por perfecto que sea, sólo se puede concluir la correspondiente idea de
existencia, nunca la existencia real, a no ser que ya se suponga realmente
existente dicha perfección.
El TRADICIONALISMO se muestra tan desconfiado de las posibilidades
de la inteligencia humana, que le niega la aptitud para demostrar la existencia
de un ser supremo: sólo se llega por el camino de la fe. El “Doctor Angélico”
refuta esta teoría distinguiendo entre demostración a priori (aquella que
concluye en los efectos a partir de las causas, también denominada propter
quid) y a posteriori (que, tomando como principio de la argumentación ciertos
efectos, llega a la existencia de una causa, también denominada quia). Para el
aquinate es imposible argumentar a priori la existencia de Dios, puesto que
esto implicaría que el ser incausado es efecto de una causa superior, lo cal es
imposible.
Tomás de Aquino aboga por una demostración a posteriori de la
existencia de Dios mediante 5 vías. Las cinco vías son cinco argumentos que
permiten a la mente humana acceder al conocimiento de la existencia de un
Ser Supremo a partir de la experiencia sensible. Todas las vías recurren al
PRINCIPIO DE CAUSALIDAD: proporciona la trabazón metafísica para enlazar
hechos empíricos con una realidad suprema que transciende toda empiria. Si
no se acepta éste, se desmorona la argumentación.
Los 5 argumentos mantienen el mismo esquema:
Un punto de partida: parte de un dato de la experiencia, algo
perfectamente observable.
1º grado de la vía: a aplicación del principio de causalidad o razón
suficiente a dicho punto de partida (los efectos empíricos postulan la existencia
de las cosas).
2º grado de la vía: es imposible que se pueda dar una serie infinita de
causas subordinadas unas a otras: ES NECESARIO SUPONER UNA CAUSA
PRIMERA.
Término final: tal causa primera es Dios.
La primera de las vías parte de la constatación empírica del
movimiento. La existencia de realidades cambiantes en el mundo es
innegable. Ahora bien, «todo lo que se mueve es movido por otro», porque lo
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10. que se mueve está en potencia respecto de aquello hacia lo que se mueve, y
nada puede pasar de la potencia al acto si no es en virtud de algo que ya se
encuentra en acto. La explicación del movimiento, por consiguiente, hace
pensar en una serie de motores móviles que se van accionando unos a otros.
Y, dado que este proceso no puede ser infinito, es necesario admitir la
existencia de un primer motor inmóvil: Dios.
El segundo argumento está tomado de la causalidad eficiente. En el
mundo podemos observar series de efectos y causas que, a su vez, son
producidas por otras, pues nada pode ser causa de sí mismo. Como tales
series no pueden prolongarse de manera infinita, todo hace pensar, en la
existencia de una causa primera incausada, que es Dios.
La tercera vía toma su punto de arranque de la contingencia de los
seres mundanos. Los seres contingentes, como ya se vio, no tienen en sí
mismos la razón de su existencia. Ésta sólo puede devenirles de algún ser
necesario. Si este, a su vez, depende de otro y este de otro, y así
sucesivamente, nos encontramos de nuevo abocados a una cadena infinita
imposible a todas luces. Por ello ha de inferirse la existencia de un ser
absolutamente necesario, al que todos llaman Dios.
Los diversos grados de perfección en las cosas constituye el punto
inicial de la cuarta vía. La verdad, la bondad, la nobleza y otras perfecciones
no se encuentran repartidas por igual en los distintos seres del mundo, sino
que admiten diversidad de grados. Pero la gradación en las perfecciones
implica relación a la perfección absoluta. Luego existe el ser absolutamente
perfecto: Dios.
La quinta y última vía se basa en el orden que se aprecia en el universo.
Todo agente obra por un fin. Los agentes dotados de conocimiento pueden
perseguir sus fines conscientemente, así como también conducir otras cosas
hacia sus objetivos. Pero el orden admirable que reina entre el resto de los
agentes mundanos postula la existencia de una inteligencia suprema, a la
que llamamos Dios.
VÍA Influencias Punto de partida Principio de Imposibilidad Término final
causalidad de retrocesión
al infinito
1º MOVIMIENTO Aristóteles Todo se mueve Cadena de Motor inmóvil DIOS
movimientos
2ª CAUSA Aristóteles Existen causas Unas causas están Causa incausada DIOS
EFICIENTE eficientes subordinadas a otras
3ª Maimónides, Existen seres Cadena de causas Ser necesario DIOS
CONTINGENCIA Avicena contingentes de seres
contingentes
4ª Grados de Platón, Agustín y Existen grados de Graduación de seres Ser perfecto DIOS
perfección Anselmo perfección en los y de causas de estos
seres seres
5ª Finalidad Platón, Agustín Todo tiende a un fin Necesidad de un Ser Inteligencia DIOS
que dirija y entienda Suprema
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11. 6.3 La demostración de la esencia de Dios
Una vez demostrada la existencia de un Ser Supremo, conviene
investigar lo que considera accesible a la razón humana de la naturaleza
divina, es decir, la esencia de Dios. Mas el conocimiento humano es precario y
“la sustancia divina sobrepasa por su inmensidad todas las formas de nuestro
entendimiento”. Acude a la “analogía del ser”, aunque admitiendo que existe
una gran diferencia entre las criaturas y Dios, por lo que nuestro conocimiento
de su esencia queda oscurecido.
Existen tres vías por las que la razón humana intenta aprehender la
esencia divina:
1) LA VÍA AFIRMATIVA
2) LA VÍA DE EMINENCIA
3) LA VÍA NEGATIVA O DE REMOCIÓN
1) VÍA AFIRMATIVA O DE CAUSALIDAD: afirmamos de Dios todo lo que
nuestro entendimiento es capaz de concebir. En las criaturas se dan
perfecciones que, en cuanto tales, no denotan imperfección alguna: la
deficiencia que podemos observar en ellas se debe a la limitación de la propia
criatura. Tal es el caso de las llamadas “perfecciones puras” como la bondad o
la sabiduría. Luego Dios es inteligencia, sabiduría, vida, bondad: si se dan
en las criaturas tales perfecciones, no puede el Creador carecer de ellas. Es
impensable que la causa esté desprovista de las perfecciones encontradas en
los efectos.
2) VÍA DE EMINENCIA: atribuimos a Dios todo lo que entendemos de Él en
grado sumo. La distancia entre las criaturas y Dios es infinita; para hablar de él
recurrimos a la vía de la eminencia, predicando de Dios las perfecciones en
grado supremo. Así, Dios es un ser omnipotente, omnisciente, suprema
bondad, suprema perfección.
3) VÍA NEGATIVA O DE REMOCIÓN: excluye de Dios las imperfecciones
observadas en los seres creados para acceder a lo poco que podemos conocer
de los atributos divinos. No podemos saber lo que es, sólo lo que no es. El
aquinate muestra una clara preferencia por esta vía, siguiendo de este modo
una tradición existente desde la Patrística. Dios es simple, perfecto, acto
puro, infinito, inmutable, eterno y uno.
Con todo hay un atributo fundamental: Dios es el mismo ser
subsistente en él: esencia y existencia se identifican, son la misma realidad.
Esta perfección atañe a la divinidad de forma exclusiva.
7. Moral y política: Ley divina, ley natural y ley positiva en Tomás
La ética tomista, como la aristotélica, es teleológica y eudemonista. La
naturaleza humana persigue un fin: toda acción humana tiende a un fin; y el fin
es el bien de una acción. Hay un fin último hacia el que tienden las acciones
humanas: la felicidad. La felicidad no puede consistir en la posesión de bienes
materiales, sino que tiene que identificarse con la posesión del conocimiento de
los objetos más elevados (teoría o contemplación). En su denodado intento por
aproximar aristotelismo y cristianismo, identifica la felicidad con la
contemplación beatífica de Dios. Luego para el aquinate la felicidad no es
terrenal: la bienaventuranza perfecta sólo puede lograrla con la visión de la
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12. esencia divina, y la visión beatífica no es asequible al ser humano en este
mundo.
Distingue tres clases de virtudes:
1) Corporales (perfección del cuerpo: la salud).
2) Morales (moderación en los deseos: templanza, fortaleza y justicia).
3) Intelectuales (perfección en el entendimiento: sabiduría y prudencia).
Por virtud entiende también un hábito selectivo de la razón que se forma
mediante la repetición de actos buenos.
A la razón le corresponde dirigir al hombre hacia su propio fin, y el fin del
hombre ha de ser acorde con la naturaleza, por lo que la actividad propiamente
moral recae sobre la deliberación. Concede, por lo tanto, primacía al
entendimiento sobre la voluntad. Uno de los primeros principios que descubre
la razón es que ha de hacer el bien y evitar el mal. De él se siguen todas las
exigencias básicas del comportamiento moral, emanadas directamente de las
inclinaciones o tendencias naturales del ser humano: la defensa de la vida, la
conservación de la especie a través de la procreación y crianza de los hijos, la
búsqueda de la verdad relacionada con el fin último y la convivencia social.
Si la humanidad tiene una naturaleza idéntica y un mismo fin se sigue
que los actos humanos tendientes a ese fin tienen que estar regulados por una
normativa común: la LEY NATURAL.
La LEY NATURAL es “la participación de la ley eterna en la criatura
racional”.
Por LEY ETERNA se refiere al ordenamiento que la sabiduría hace,
desde la eternidad, de cada cosa hacia su respectivo fin. Los seres racionales
tienen la ventaja de participar de ella de una forma especial, acorde a su
racionalidad, y esta participación es la ley natural.
La ley natural se basa en tres tendencias:
En cuanto sustancia, el ser humano tiende a conservar su propia
existencia, de aquí el deber moral de procurar y conservar su existencia.
En cuanto animal, el ser humano tiende a procrear. De eso viene el
deber moral de cuidar a los hijos.
En cuanto ser racional, el ser humano tiende a conocer la verdad y vivir
en sociedad. De aquí la obligación moral de buscar la verdad y respectar las
exigencias de la justicia,
La ley natural tiene tres características:
1) Es evidente (normas fácilmente conocidas por los seres humanos).
2) Es universal (común a todos los seres humanos).
3) Es inmutable (permanece siempre igual a pesar de los cambios en las
sociedades).
La LEY POSITIVA o HUMANA es la ley escrita promulgada por los
gobiernos.
Esta ley es una exigencia de la ley natural, que impone la vida en
sociedad, vida que sólo es posible si existen normas legales que regulen la
convivencia. Por otro lado, la ley positiva constituye la prolongación de la ley
natural, por lo que debe de concretar las normas morales naturales, que son
generales.
La convivencia social es una de las exigencias de la LEY NATURAL. El
ser humano para el aquinate, como para el estagirita, es un ser social por
naturaleza. La convivencia en sociedad requiere dirección y gobierno.
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13. Una autoridad que dirige los Estados hacia el bien común es necesaria.
Dado que la sociedad es una exigencia de la naturaleza y ésta tiene su origen
en Dios también la autoridad es de origen divina. Se afirma el origen divino de
la autoridad y que los gobernantes sean responsables ante Dios (la tiranía
debe ser evitada). Los gobernantes deben promulgar leyes justas que se
encaminen hacia el Bien común.
La LEY POSITIVA para ser justa debe mantener la concordancia con la
LEY NATURAL. Sino es así, es injusta y los súbditos pueden desobedecerla
(justifica la desobediencia civil). Así, existen tres tipos de gobiernos buenos o
justos: democrático, aristocrático y monárquico. Y tres son los tipos de gobierno
que representan la injusticia o son malos: demagógico, oligárquico y tirano.
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