1. LA RESTAURACIÓN EL REINADO DE ALFONSO XIII (1902-1931) Presentación de Sebastián Merino Muriana
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4. Antonio Maura y Montaner Político español, ministro y presidente del gobierno en varias ocasiones (Palma de Mallorca, 1853-Torrelodones, 1925). De familia acomodada, cursó estudios de leyes en Madrid durante el Sexenio Revolucionario (1868-1874). Ejerció la abogacía en el despacho de Germán Gamazo, del que se convirtió en uno de los principales colaboradores. Comienza su carrera política en el Partido Liberal y ocupó varias carteras ministeriales. Fue uno de los más destacados representantes del regeneracionismo posterior a la crisis de 1898. Tras la salida del Partido Liberal de Gamazo, se integró en el Partido Conservador de Francisco Silvela. En el año 1902 fue ministro de Gobernación y se convirtió en el jefe de los conservadores. En 1903, Alfonso XIII le encargó la presidencia del gobierno. En 1904, su enfrentamiento con el rey le hizo salir del gobierno. Regresó al poder en 1907 y desarrolló una amplia labor legislativa: la ley electoral, ley de huelgas, la modernización de la Marina de guerra y el proyecto de reforma de la administración local. Promovió el acercamiento a Francia y Gran Bretaña. Durante su gobierno se ocasionaron graves problemas de orden público como la Semana Trágica de Barcelona (1909). El fusilamiento de Ferrer i Guàrdia, provocó una durísima campaña contra Maura que provocó en octubre su caída. En 1913 abandonó la jefatura del partido. Continuó siendo una figura de referencia dentro de la política española. Sus seguidores terminaron por escindirse del Partido Conservador, y en 1914 formaron un grupo propio (maurista). En 1918 formó un gobierno que reunió a los líderes de las principales fuerzas políticas. En 1919, fracasó al no contar con apoyo parlamentario. Su último paso por el gobierno fue en 1921. Ingresó en la Real Academia Española en 1903, y llegó a dirigir la institución. Extraído de buscabiografias.com
5. José Canalejas y Méndez (El Ferrol, 1854 - Madrid, 1912) Político español. Este abogado madrileño se dedicó a la política tras fracasar en las oposiciones a catedrático de universidad. Procedente del Partido Demócrata Progresista, al producirse la Restauración borbónica se incorporó al Partido Liberal de Sagasta. Fue ocupando cargos políticos de importancia creciente. A raíz de la Guerra de Cuba (1895-98), que puso fin al dominio colonial español en las Antillas, Canalejas empezó sus ataques contra el líder y fundador del partido, destacándose como cabeza de una corriente izquierdista que defendía ideas democráticas y anticlericales. En 1910 consiguió unificar transitoriamente las diversas corrientes que pugnaban en el interior del liberalismo, aupándose a la Presidencia del Consejo de Ministros; durante más de dos años y medio impulsó desde el gobierno un programa de reformas: abolió la Contribución de Consumos, estableció el servicio militar obligatorio y limitó la instalación de órdenes religiosas («Ley del candado»). Tuvo fricciones con Francia por cuestiones relacionadas con el protectorado conjunto en Marruecos. En materia de orden público, hubo de emplear la fuerza para reprimir el intento de sublevación republicana de 1911 y la huelga ferroviaria de 1912. Pero no realizó las esperadas reformas políticas que habían de transformar el régimen liberal en una verdadera democracia, acabando con el caciquismo y el fraude electoral. Fue asesinado por un anarquista cuando miraba el escaparate de una librería en la Puerta del Sol, abriéndose desde entonces una larga pugna por el liderazgo del Partido Liberal. Extraído de biografiasyvidas.com
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16. Miguel Primo de Rivera y Orbaneja (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1870 - París, 1930) Militar y dictador español. Procedía de una familia de militares ilustres, Miguel ingresó en el ejército a los 14 años y desarrolló la mayor parte de su carrera en destinos coloniales: Marruecos, Cuba y Filipinas fueron los escenarios que le permitieron ascender rápidamente por méritos de guerra, de manera que en 1912 ya era general. Desde 1919 pasó a destinos en la Península, que le pusieron en contacto con los agudos problemas sociales y políticos de la época: fue capitán general de Valencia, de Madrid y de Barcelona. Desde este último puesto, que ocupó en 1922, se vio confrontado a los problemas de orden público de la ciudad en la época del terrorismo anarquista, del pistolerismo patronal, del auge del catalanismo, de la inestabilidad ministerial y de la descomposición del sistema de partidos. Como reacción, Primo de Rivera dio un golpe de Estado en 1923, que puso en suspenso la Constitución, disolvió el Parlamento e implantó una dictadura. Con la connivencia del rey Alfonso XIII y la aquiescencia de buena parte de la patronal, del clero, del ejército y de las fuerzas conservadoras, Primo de Rivera encabezó un Directorio Militar que concentró todos los poderes del Estado excluyendo a los políticos profesionales. Inicialmente encontró poca resistencia, en la medida en que venía a sustituir a un régimen desprestigiado y en que prometía una dictadura meramente transitoria inspirada en los ideales expresados por los regeneracionistas de comienzos de siglo (como Joaquín Costa), para restaurar el orden y desarraigar la influencia caciquil de la vida política (incluso los socialistas le prestaron una benévola neutralidad). Durante los años del Directorio Militar (1923-25) se limitó a perseguir a los anarquistas (la CNT fue declarada ilegal), a liquidar la Mancomunidad de Cataluña (primer experimento de autogobierno regional), a desterrar de la vida política a los partidos y las instituciones representativas (sustituidos por tecnócratas conservadores, agrupados a partir de 1924 en la Unión Patriótica), a reforzar el proteccionismo estatal en favor de la industria nacional y a fomentar la construcción de grandes obras públicas. Uno de sus mayores éxitos consistió en consolidar la presencia española en Marruecos mediante una victoria militar que puso fin a años de permanentes guerras y dificultades: el desembarco de Alhucemas (1925) que fue un éxito tan significativo que animó a Primo de Rivera a institucionalizar su dictadura de forma duradera. El Directorio Militar dio paso a un Directorio Civil (1925-30) y se reunió una Asamblea Nacional (1927) que elaboró un anteproyecto de Constitución (1929). Aquel simulacro de Parlamento no democrático, sin embargo, mostró la diversidad de posiciones políticas que había entre los seguidores de la dictadura, esto y el enrarecimiento de las relaciones del dictador con el rey, no fueron capaces de afrontar el auge de la oposición, crecientemente unida y movilizada ante la amenaza de ver perpetuarse el régimen. Finalmente, desautorizado por los altos mandos militares y por el rey, Primo de Rivera presentó su dimisión en 1930 y se exilió en París, no sin antes recomendar a Alfonso XIII algunos nombres de militares que podrían sucederle (entre ellos el general Berenguer, que asumió la presidencia). En París moría dos meses más tarde, en medio de una gran amargura y decepción por las ingratitudes recibidas. Su hijo mayor, José Antonio Primo de Rivera entraría en la política poco después para reivindicar la memoria de su padre, según dijo. Biografías y Vidas, 2004.
17. Manifiesto de Miguel Primo de Rivera «Españoles: ha llegado para nosotros el momento, más temido que esperado, (...) de recoger las ansias, de atender el clamoroso requerimiento de cuantos, amando a la patria, no ven para ella otra salvación que libertarla de los profesionales de la política, de los que, por una u otra razón, nos ofrecen el cuadro de desdichas e inmoralidades que empezaron el año 98 y amenazan a España con un próximo fin trágico y deshonroso. La tupida red de la política de concupiscencia ha cogido en sus mallas, secuestrándola, hasta la voluntad real. Con frecuencia parecen pedir que gobiernen los que ellos dicen que no dejan gobernar, aludiendo a los que han sido su único, aunque débil, freno, y llevaron a las leyes y costumbres, la poca ética sana, el tenue tinte de moral y equidad que aún tienen; pero en la realidad se avienen fáciles y contentos al turno y al reparto, y entre ellos mismos designan la sucesión. Pues bien, ahora vamos a recabar todas las responsabilidades y a gobernar nosotros u hombres civiles que representen nuestra moral y doctrina (...) Este movimiento es de hombres: el que no sienta la masculinidad completamente caracterizada, que espere en un rincón, sin perturbar los días buenos que para la patria esperamos. ¡Españoles! ¡Viva España y viva el Rey!
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20. Primo de Rivera con los miembros del Directorio Militar 17 de septiembre de 1923