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ESPECIALIZACION EN PEDAGOGIA Y DOCENCIA
TALLER: DESARROLLO DE UNA CULTURA DE PARTICIPACIÓN
ALBERTO CARDONA MARTÍNEZ
CÓDIGO 20191005310w
BOGOTÁ
MAYO DE 2019
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TALLER: DESARROLLO DE UNA CULTURA DE PARTICIPACIÓN
¿Cómo podemos crear una cultura de la participación para potenciar el diálogo,
la investigación y la generación de contenidos por parte de nuestros estudiantes
inmersos en ecosistemas digitales?
La era contemporánea nos ha sumido en un escenario cuya expresión social colectiva
se ofrece a través de las nuevas tecnologías informáticas, expresión que aborda la
educación, su cuerpo curricular y las prácticas didácticas, de forma que hace del ser y
del saber hacer una expresión pedagógica que incorpora la realidad social del niño, su
entorno y su cotidianidad en un un proceso permanente de transformación individual
cognitiva, de adqusición de compromisos ciudadanos y de apropiación de herramietas
como científico en ciernes y como explorador constante de la realidad que le rodea.
Para Valente… (2014), las Tecnologías Digitales de la Información y de la
Comunicación (TDICs) posibilitan un aula que podrá dejar de ser un lugar donde todos
se sientan en hileras mirando hacia la pizarra. A partir de las TDICs está permitido que
los alumnos interaccionen y que la clase sea más dinámica; que los alumnos puedan
traer sus experiencias y que el profesor utilice otras herramientas, además de la pizarra
y de los libros, haciendo que los estudiantes se sientan más libres para interactuar y
aprender no sólo con el profesor, sino también con sus compañeros y a través de
investigaciones e interacciones entre lo real y lo virtual. Surge entonces un nuevo
espacio geográfico, con la influencia de la metodología y de la visión que tiene el
profesor del proceso en esa nueva dinámica…”
El mundo digital de nuestro tiempo está demandando un cambio sustancial en las
prácticas educativas, lo que fuerza a cambiar el modelo mismo del sistema educativo.
Como reiteradamente se ha dicho, continuamos con prácticas del siglo XX que se han
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agotado en el tiempo y cuyas evidencias son incontrastables: nuestros estudiantes sólo
saben cosas inciertas, confusas y vagas-si pueden entenderse estos términos-pero no
establecen una relación causal, afectiva, cercana y significativa con lo que aprenden en
unas aulas pasivas, generadoras de incertidumbre y confusión.
En otras palabras, nuestros estudiantes “saben” muchas cosas, pero no entienden qué
son esas cosas, y mucho menos para qué sirven en su cotidianidad y por qué pueden
convertirse en motores poderosos de la transformación social y de la fortaleza que
demanda una individualidad y una ética responsible.
Pocos países en el undo, o al menos eso es lo que evidencian los estudios más serios,
cuentan con un cuerpo pedagógico tan grueso como colombia. Lineamientos
Curriculares, Estandares Básicos de Competencias, organiación curricular flexible,
mallas de aprendizaje, además de la incorporación de modelos pedagógicos flexible,
de acuerdo con la Ley 115 de 1.994. Pero, ¿el niño sí aprende?
En este sentido, la respuesta a la pregunta que encabeza este breve escrito aborda
problemas esenciales del currículo y de las prácticas pedagógicas. Los acelerados
cambios que se dan en los escenarios de Sillicon Valley han transformado el mundo y
han transformado los modelos de aprendizaje, afectando la enseñanza de los criterios
básicos que debe soportar un estudiante, bien de educación básica primaria,
secundaria, media y la misma e intocable educación superior.
Si por cultura entendemos una colectiva y cambiante estructura de crecimiento social,
expresada en conocimientos, descubrimientos, tradiciones, creencias políticas y
religiosas, expresiones politicas de convivencia y ciudadanía, debemos entender
entonces que la cultura digital apunta, a formar ciudadanos conectados mediante una
red como internet, que comparten sus emociones y sus conocimientos, sus
percepciones y sentimientos de manera instantánea, con complejos algoritmos que, no
obstante esta misma naturaleza, hacen cada vez más facil y más confortable la vida en
sociedad.
Sin embargo, es claro que la cultura no se desarrolla en espacio ni en tiempos cortos.
Su fortaleza se evidencia en cuanto más perdure un modelo y más fuerza asuma en
los cambios estructurales de una sociedad. Esto es mpas notorio en la medida en que
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se promueve una resistencia al cambio por parte del maestro, el mimso que dirige,
coordina, dicta y maneja el aula desde la perspectiva de un autoritarismo anquilosado y
evidentemente ineficaz. Los cambios producen resistencias. No puede negarse. Pero
esto no impide un acercamiento progresivo hacia modelos pedagógicos que sean
naturales y cercanos al niño. Por eso los denominamos nativos, como quiera que su
crecimiento y progresivo desarrollo personal y cognitivo va ligado, de una u otra forma,
con las herramientas digitales que la cultura del ciberespacio ha promovido y hace
crecer de manera exponencial. Estos entornos digitales, en consecuencia, deben ser
programas de largo alcance político, una política de Estado y un propósito de las
instituciones educativas con el fin de hacer competentes a los niños en el mundo
informático del siglo XXI.
Programas educativoa enriquecidos con contenidos e información actualizada, recursos
innovadores multimedia, planes continuos de evaluación y valoración , intehrados con
las tecnologías educativas de vanguardia, promoviendo objetivos fundamentales que
faciliten la educación, ayudadndo en un proceso de crecimiento y formación integral.