2. ● “Nuestro sistema económico actual es una máquina
universal para arrasar el medio ambiente y para
producir millones de perdedores con los que nadie tiene
la más mínima idea de qué hacer. El crecimiento
económico tiene límites y el neoliberalismo no puede
acoger a los 7.000 millones de personas que se
esperan en el año 2020. (...) Todos pedaleamos en una
bicicleta que va muy deprisa, que necesita ir cada vez
más rápido y que no podemos parar aunque veamos
que sería lo mejor para nuestros hijos. Éste es el
drama: vamos muy deprisa a estrellarnos contra un
muro”. (Susan George)
19. Una ciudad a lomos de una polilla
Érase una vez una ciudad a lomos de una polilla. La polilla parece perseguir una fuente de luz
que ya nadie recuerda cuando apareció en el horizonte. Muy pocos se preguntan por qué se
dirige la polilla hacia ese puntito de luz. “Es su naturaleza”, declaran algunos entendidos
entomólogos, que en esta ciudad son los auténticos expertos científicos en cuestiones de
historia del mundo. A nadie, en su día a día, le importa realmente si se dirige o no hacia ese
puntito de luz y por qué lo hace, así parece ser y no parece poder ser de otro modo. No había
tiempo para preocuparse. "Aprieta los puños y rema", como dicen las viejas. Hay mucho por
hacer. La larga marcha de la polilla supone un incesante desgaste para esta, y no son pocos
los pequeños desgarros que, aquí y allá, aparecen a diario en su polvorientas alas.
20. Con el paso del tiempo aparecieron algunos que
se plantean ¿por qué sobre una polilla y no
sobre cualquier otra cosa? Surgen teorías e
hipótesis peregrinas sobre ciudades que
cabalgan a lomos de tortugas, conejos,
alacranes, e incluso historias sobre ciudades
levantadas sobre tierra firme que estimulan la
imaginación de los habitantes de la polilla. Y
mientras los habitantes de la ciudad se
entretienen imaginando o soñando con otras
ciudades, la polilla sigue inexorable su vuelo.
21. Andando el tiempo, algunos en la ciudad
comienzan a advertir que la temperatura sobre
la polilla ha aumentado. ¿La razón? La polilla
se está acercando a la gran hoguera que ya se
distingue en el horizonte. De hecho, la ciudad
comienza a cruzarse con otras “ciudades polilla”
(algunas la adelanta, otras son adelantadas por
nuestra ciudad) y los vigías pueden observar
cómo algunas ciudades polilla se han lanzado
ya contra las llamas y han desaparecido con un
rápido fogonazo…
22. Los ciudadanos se reúnen en asamblea con el
siguiente orden del día: "¿Hacia dónde va la
polilla y qué hacer al respecto?"
23. Para algunos, los más catastrofistas, la cosa está clara:
algunos entomólogos llevaban tiempo advirtiéndonoslo.
Las polillas tienden a lanzarse a las llamas. Nunca fue
una gran idea construir la ciudad sobre una polilla. No
podemos echar el freno; esto no hay quien lo detenga.
La única solución es aprovechar que la polilla va volando
cada día más a ras de suelo para saltar y que, los que
sobrevivan, construyan una nueva ciudad sobre nuevos
cimientos. Pero claro, esto dejaría a muchos ciudadanos
absolutamente indefensos: para pocos saltar de la polilla
es una opción real de supervivencia.
24. Otros ofrecen soluciones menos radicales. Es
posible que podamos cambiar el rumbo de la
polilla. Si sabemos que su naturaleza consiste
en perseguir las fuentes de luz, ¿no podemos
utilizar ese conocimiento para que cambie su
rumbo y poder así dirigirla? Este grupo propone
que se inviertan todos los recursos y todo el
tiempo de la ciudad para construir un dispositivo
[una especie de faro móvil conectado a un
servobrazo dirigido desde la ciudad] que sirva,
como la zanahoria para los burros, para dirigir el
vuelo de la polilla.
25. Un tercer grupo está compuesto por los escépticos. Se están
exagerando las cosas. En primer lugar nadie ha demostrado
que las polillas realmente tiendan a lanzarse a las llamas. Es
sólo una teoría que no convence a todos los entomólogos.
Además no todas las polillas que hemos visto estos días llegar
hasta la hoguera se han lanzado dentro de ella. Algunas han
pasado de largo. Y algunas lo han hecho a cientos de metros
por encima de la hoguera. ¿Por qué la nuestra habría de ser
del grupo de las suicidas? ¡Un poco de optimismo por el amor
de La Polilla! Por otro lado, si efectivamente la ciudad va hacia
las llamas, ¿para qué preocuparnos? Es tarde para evitarlo.
¡Carpe Diem!
26. Pero claro, la opción de los escépticos, cruzarse de brazos y
esperar a que todo pase no convence del todo a nadie. Un
cuarto grupo de ciudadanos sugiere otra clase de solución.
Vemos que unas polillas se lanzan a las llamas y otras no.
Luego no parece que sea, sin más, la naturaleza de la polilla la
que condene a las ciudades que arden en el fuego. Debe haber
algo más. Sugieren que lo que hace que unas polillas acaben
en el fuego y otras no es el peso de las ciudadaes, el peso que
las polillas tienen que cargar sobre sus espaldas. Las polillas
que arden en la hoguera no se están lanzando hacia ella, están
cayendo en ella. Si se libera un poco de peso, la polilla
remontará el vuelo y evitará caer a las llamas.
27. Pero claro, ¿cuánto peso es capaz de soportar la ciudad? ¿Cuánto peso se necesita lanzar al vacío para que la
polilla remonte el vuelo? Los físicos de la ciudad hacen un cálculo: teniendo en cuenta lo cerca que estamos de la
hoguera y la fuerza explosiva que la polilla necesitaría para, en muy poco tiempo, elevarse lo suficiente como
para sobrevolar las llamas, habría que lanzar al vacío a una tercera parte de la población de la ciudad. Muchos en
la ciudad se escandalizan ante esta cuarta propuesta pero otros están de acuerdo. Al menos es menos dramática
que la opción de saltar (dos terceras partes de la población de la ciudad son, y de lejos, muchos más
supervivientes que los que podrían esperarse de un salto masivo al vacío). La segunda opción tiene sus muchos
adeptos. Pero para otros es una opción demasiado ingenua y confiada. ¿Y si después de tanto esfuerzo el faro
móvil no sirve para desviar a la polilla? Puede que si se hubiese puesto en marcha hace tiempo, pero ¿ahora? La
luz del faro palidecería ante el tremendo fulgor de la hoguera. La polilla no se dejaría distraer ni por un segundo. El
grupo de los escépticos, por su parte, ha abandonado a estas alturas la asamblea para ocuparse de sus
quehaceres cotidianos.
28. El cuarto grupo, ha abierto su propio debate interno. De
acuerdo, la solución pasa por lanzar al vacío a una
tercera parte de la población. Pero, ¿en qué nos
basamos para hacer esto? ¿Por qué unos habrían de
quedarse y otros no? Unos proponen la idea del sorteo.
Es la opción más imparcial. Pero para otros la idea de
la imparcialidad no les parece en absoluto justa. Los
que sobrevivan deben ser aquellos que más se lo
merezcan. Pero, en seguida la discusión se recrudece:
¿qué se debería entender aquí por mérito? ¿Los más
ricos? ¿Los más guapos? ¿Los más fuertes? ¿Los que
más han aportado a la comunidad en un sentido o en
otro?
29. Mientras tanto la polilla bufa y bate sus alas
haciendo temblar a todos en la ciudad.