El documento describe la conquista española de los guaraníes en América del Sur y la relación entre los jesuitas y los guaraníes. Los jesuitas establecieron misiones y enseñaron a los guaraníes agricultura, artesanía, música y gobierno. Las misiones jesuitas florecieron, con hasta 150,000 guaraníes viviendo en 30 reducciones. Sin embargo, los jesuitas y guaraníes finalmente fueron expulsados por el rey español en 1767.
Persistencia de pueblos y culturas Indígenas Chilena.
Analisis
1. Alejandro Lovato G-3
Análisis sobre la conquista española y sus influencias
Los jesuítas tienen una linda pero trágica historia en común con el pueblo guaraní. La
conquista del lado suratlántico de América, de la región del Río de la Plata, fue una
empresa lenta que se enfrentó a indígenas medianamente belicosos pero que se intentó
innumerables veces más por una falta de organización en las empresas (demasiado
individuales y fantasiosas) que por una resistencia poderosa de los pueblos indios; de
hecho no se tuvo que enfrentar a ninguna civilización organizada sino a relativamente
pacíficos guaraníes diseminados en todo el norte de la Argentina, el sur de Brasil,
incluyendo al Paraguay y al Uruguay; los guaraníes eran la población más numerosa
de toda América del Sur a la llegada de los españoles (eran más numerosos que el
pueblo inca), pero estaba tan poco civilizada y preparada para las guerras que los
españoles una vez organizados la colonizaron muy rápidamente
Los guaraníes no tenían entre ellos ni costumbres, ni tradiciones, ni religión comunes,
pero sí en cambio, el fuerte nexo del lenguaje y del tipo racial: más bien bajo, bien
proporcionado, de ojos achinados y piel “morena pálida”. Poseían una agricultura
rudimentaria, viviendo sobretodo de la caza y la pesca, en chozas, aunque muy amantes
de los desplazamientos. El padre tenía derecho de vida y de muerte sobre la mujer y los
hijos, al igual que el cacique de cada tribu, con poderes absolutos, hasta que algún otro
lo desplazara. Tenían una religión sin altares, ni culto, ni ofrendas: la clase sacerdotal no
existía, tampoco tenían guías espirituales ni médicos. La única curación conocida era la
de chupar la herida simuladamente. Los guaraníes eran bastante pacíficos: sólo en caso
de necesidad extrema tomaban las armas contra los vecinos, no eran antropófagos
bélicos, pero si comían (de vez en cuando) carne cruda. Dos características más: tienen
una lengua armoniosa, y adoraban a las aves. Por todo esto se los calificó tiempo atrás
como los "buenos salvajes" de Sudamérica
Los jesuitas fueron llegando al atravesar la cordillera, instalándose primero en Salta y
luego en el Río de la Plata, pero sobretodo en el Paraguay, donde se hallaba reunida la
mayor concentración de guaraníes y con quienes mantuvieron una larga y muy bella
amistad, quizás por alguna afinidad común. Establecieron misiones, construyeron
escuelas e iglesias, primero para los hijos de los colonos y luego para los indígenas, que
asistían con inusitado entusiasmo. Con el pasar de los años los jesuitas se convirtieron
en sus defensores, reclamando públicamente el término de la esclavitud sobre los indios
y su libertad.
Los Jesuitas partieron de la nada material “con sólo sus cruces y sus Biblias”
Pero en el Brasil tuvieron que enfrentarse a los belicosos Paulistas, también llamados
mamelucos, que muy industriosos, necesitaban de mano de obra para sus minas y sus
plantaciones de caña de azúcar; los mamelucos llegaron a esclavizar según algunas
fuentes, mediante el robo de indios como si fuese ganado, a más de dos millones de
guaraníes. Esto echó atrás evidentemente a los jesuitas, que volvieron sobre sus pasos
en grandes éxodos (cincuenta mil personas) hacia tierras paraguayas, y decidieron
después de tales problemas, tratar de obtener el derecho de armarse. No podía existir
2. república guaraní sin ejército. Increíblemente, consiguieron armas, pólvora y permiso
para armarse por parte del rey Felipe IV. Y formaron ejércitos (muchos padres jesuitas
eran ex combatientes de las guerras de conquista o de guerras europeas), sin una
jerarquía visible, sin estrellas en las sotanas, para decirlo de alguna manera.
A mediados del s. XVII, la confederación de pueblos guaraníes ocupa un territorio del
tamaño de Francia y cuenta con unos 150000 habitantes, agregados en treinta
reducciones. Los guaraníes fueron educados en todos los ámbitos menos el comercial:
tuvieron instrucción armada (mediante un servicio militar y un permanente
adiestramiento sostenido por los juegos y las competencias), aprendieron de textiles,
construcción, artesanía, minería, e incluso artes: música, escultura, pintura, eran muy
hábiles con las manos y esto los jesuitas lo comprendieron bien y supieron aprovecharlo
para el beneficio de todos. Los indígenas en general quedaban maravillados con la
música: hay una historia muy interesante de un misionero que llegaba hasta los indios
de la selva con tan sólo un violín melodiosamente usado.
Los guaraníes se determinaban a sí mismos, mediante elección de alcaldes y concejales,
pero siempre bajo la mirada vigilante de los jesuitas (que por lo demás tenían derecho
absoluto sobre las listas de candidatos). Es decir, les enseñaron también a gobernarse.
Cada reducción tenía independencia suficiente pero tenía que obedecer a ciertas leyes
generales de la confederación (en materia de defensa nacional, justicia, legislación y
comercio exterior). También les enseñaron y hasta los obligaron a trabajar, porque al
parecer eran, como todos los primitivos, bastante perezosos: seis horas de trabajo diario
para la comunidad eran obligatorios, con descansos jueves y domingo, con lo cual
obtenían todo: hogar, alimento, educación, salud y despreocupación por la vejez.
La monogamia les fue impuesta, los guaraníes solían tener muchos hijos y la vida del
hogar les bastaba para ser felices. En las reducciones no existía la propiedad privada,
todo era de todos y se almacenaba en bodegas. Pronto empezaron a tener excedentes de
producción y por lo tanto a exportar sus productos: telas, alfarería, pieles, tabaco y
sobretodo hierba mate. Los beneficios económicos del tal comercio se empleaban en
adquirir maquinaria, libros, instrumentos, etc... traídos del extranjero y mantenidos
como propiedad común: en tales condiciones florecieron también las artes musicales y
plásticas.
Las finanzas también eran fiscalizadas por integrantes guaraníes; y sin embargo no
corría la moneda entre los guaraníes, el concepto de ahorro en moneda ni en bienes no
existía, ningún particular era dueño de su casa ni de la tierra (eso les habría parecido
vergonzoso); la única propiedad eran las aves, sobretodo las gallinas. La vida en las
reducciones jesuitas era disciplinada: hombres y mujeres no debían mezclarse jamás,
habían vigilantes para velar por el cumplimiento y la eficacia del trabajo, las campanas
de las iglesias imponían las horas de levantarse y acostarse, y sobretodo: el alcohol se
había reemplazado por el mate!
A los infractores (generalmente por incontinencia y embriaguez) se los azotaba a
latigazos en la plaza pública después de haberlos conducido a la iglesia con tenida de
penitente. No habían ni hombres ni familias independientes; los únicos mimados eran
los neófitos, especie de buen alumno elegido entre los que se habían portado muy bien y
se habían ganado la confianza de los curas... obteniendo así algún puesto de celador
3. (vigilante) o algún buen empleo. Los jesuitas fomentaban la predilección, y escogían
rápidamente neófitos al fundar reducciones.
El “tratado de límites” firmado entre españoles y portugueses trató de obligar a jesuitas
y guaraníes de ceder siete reducciones en la frontera norte. Pese a que las órdenes
estaban confirmadas por el papa y el jefe máximo en Roma de los propios jesuitas,
guaraníes y jesuitas primero pidieron una extensión del plazo y luego rechazaron la
orden. Se produjo una guerra que duró tres años y finalmente terminó con la
capitulación de los guaraníes que habían luchado con gallardía poniendo en práctica los
ejercicios de guerra aprendidos con los jesuitas; entre éstos últimos hubo algunos que
lucharon junto a ellos y otros que decidieron retirarse de todas las reducciones, sin
apoyar por eso las órdenes de Roma.
El colapso final del sistema socialista jesuita guaraní, que tenía maravillados a muchos
pensadores europeos, llegó con la expulsión de los jesuitas de España y de todas sus
colonias en 1767 por Carlos III. En cuatro meses todos los jesuitas de América del Sur
habían sido expulsados, salvo los de la república guaraní! En Buenos Aires prefirieron,
con respeto ante sus fuerzas, tratar de conversar con los dirigentes indígenas; los
invitaron, los agasajaron y les prometieron liberarlos de la “esclavitud” de los jesuitas y
ser ciudadanos españoles. Volvieron a sus tierras convencidos. Los propios jesuitas no
protestaron y se marcharon sin pelear.
A lo que podemos referirnos que los guaranís y en si los demás pueblos y comunidades
indígenas con la llegada de los españoles aprendieron muchas cosas y mejoraron
muchas técnicas que ellos ya sabían como por ejemplo una mejor agricultura, con los
españoles llego también la educación y la religión, pero una cosa en contra que llego
con la invasión española fue la perdida de identidad ya que ellos les impusieron muchas
otras fiestas que no tienen nada que ver con lo que representa su raíces y su historia
como pueblo indígena