1. TEMA 7 - LA HIDROGRAFÍA Y LA PROBLEMÁTICA DE LOS RECURSOS HÍDRICOS EN
ESPAÑA. EL AGUA EN CASTILLA Y LEÓN
El agua, recurso natural escaso, indispensable para la vida y para el ejercicio de la mayoría
de las actividades económicas, tiene un valor económico, social y ambiental. En España su
distribución temporal y espacial es desequilibrada, por lo que existe una gran dependencia de las
infraestructuras hidráulicas. El tema de la hidrografía de la Península se trata en cuatro partes
sucesivas: los factores que configuran los rasgos hidrográficos peninsulares, la caracterización de
la hidrografía peninsular, el balance hídrico en España al comparar los recursos hídricos con las
necesidades humanas en este campo, y, finalmente, esta misma cuestión referida a Castilla y León.
1- FACTORES FÍSICOS DETERMINANTES DE LA HIDROGRAFÍA PENINSULAR
La hidrografía fluvial peninsular debe sus caracteres naturales fundamentales a los factores
climáticos, desde el punto de vista de la alimentación (caudal...), y a los factores morfológicos, desde
el punto de vista del recipiente (cauce, cuenca...) que recibe el agua.
1.1 – El relieve
El relieve y la topografía influyen decisivamente en la organización de las cuencas
hidrográficas, en el perfil de los ríos, en su capacidad erosiva y en la formación de lagos y acuíferos.
La disposición del relieve peninsular (en las islas no existen propiamente ríos, dada la
escasa longitud de los mismos) determina las características de la organización de la red
hidrográfica española, caracterizada por la disimetría entre las vertientes. El basculamiento del
Macizo Central Ibérico hacia el Oeste –teniendo como principales divisorias de aguas al Sistema
Ibérico y a las Béticas– contribuye a que la vertiente atlántica sea claramente la predominante (los
ríos que desembocan en el Atlántico drenan más de 2/3 del total peninsular -69% del territorio-),
mientras que la vertiente mediterránea ocupa una extensión mucho más reducida (31% restante).
La existencia, por otro lado, de relieves montañosos cercanos a la costa se traduce en la
aparición de ríos cortos o, a lo sumo, medianos, de fuerte desnivel y perfil abrupto en la España
Atlántica y en los litorales levantino y andaluz. Por el contrario, el espacio peninsular restante, la
España Interior, se presta para la existencia de ríos largos, de escaso desnivel en el conjunto y, en
consecuencia, de perfil tendido, que se complementan con una multitud de afluentes y subafluentes
de tipo medio; todo lo cual otorga a esta red hidrográfica interior un carácter complejo.
La disposición del relieve determina también la escasa importancia de las áreas endorreicas
en España, excepto en depresión del Ebro, La Mancha...
1.2 – El clima
Tiene gran influencia, las precipitaciones son la principal fuente de alimentación de los ríos
y de los acuíferos, y las temperaturas colaboran a la mayor o menor evaporación del agua. Por eso,
el clima determina el caudal y la regularidad de los ríos. El caudal expresa la cantidad de agua que
lleva un río, medida en las estaciones de aforo. El caudal de un río varía a lo largo de su recorrido y
a lo largo del año. Se distingue entre:
• caudal absoluto: cantidad total de agua de un río en un punto determinado (estación de
aforo). Se expresa en m3/s. Si se tiene en cuenta que el caudal absoluto de un río depende de la
extensión de la cuenca y de las condiciones climáticas, es fácil deducir que los ríos españoles no
pueden tener caudales voluminosos. La mayoría de los ríos, excepto los cantábricos y parte de la
cuenca de los atlánticos, recorren territorios con escasas precipitaciones y aridez estival más o
menos acusada, por lo que su caudal absoluto no será grande. Los mayores caudales absolutos
corresponden a las grandes cuencas fluviales (Duero, Ebro, Tajo...).
1
2. • caudal relativo: relación entre el caudal absoluto del río y la superficie de su cuenca. Se
mide en litros/segundo/km2. Depende de las precipitaciones. Es elevado en los ríos cantábricos
(Bidasoa, 40 l/s/km2) y reducido en el resto, sobre todo en los mediterráneos (Segura, 1,4 l/s/km2).
La regularidad indica el comportamiento del caudal de un río a lo largo del año o de distintos
años (irregularidad interanual), y está directamente ligada a las precipitaciones.
Las variaciones estacionales del caudal de un río se expresan a través de coeficientes de
caudal, que expresan la relación entre el caudal medio de los distintos meses y el módulo o caudal
medio anual. Estos datos se representan en un hidrograma.
La mayor parte de los ríos españoles tienen características mediterráneas, es decir, son
bastante irregulares con un acusado estiaje durante los meses de verano. Un caso extremo de esta
irregularidad lo ofrecen las “crecidas” y “estiajes”.
La evolución del caudal de los ríos a lo largo del año determina su régimen fluvial, cuyos
tipos indican las características y procedencia de la alimentación de ese río. Pueden distinguirse:
• Régimen nival: estos ríos reciben sus aportaciones de agua del deshielo de la nieve. Su
máximo caudal se da de mayo a julio (fusión de las nieves), y el mínimo en invierno, cuando el agua
está retenida en forma de hielo y nieve. Los ríos españoles de régimen nival son muy escasos:
cabeceras de los ríos del Pirineo (por encima de 2.500 m de altitud).
• Regímenes pluviales: su caudal proviene sólo de la lluvia. Reflejan los máximos y mínimos
pluviométricos de cada zona climática. Pueden diferenciarse por su distinto comportamiento: pluvial
oceánico, de mayor caudal en otoño-invierno, y un mínimo en verano, característico de los ríos del
norte de España; pluvial mediterráneo, con un estiaje en verano muy acentuado y máximos en los
equinoccios (otoño y primavera), característico de los ríos del litoral mediterráneo; y pluvial
subtropical, que afecta al sur e interior peninsular, con un máximo en invierno-primavera, precedido
de un descenso anterior, presentan un fuerte estiaje.
• Regímenes mixtos: pluvionival y nivopluvial. Corresponden a ríos con alimentación
mixta de lluvia y nieve. En los primeros predomina la alimentación pluvial y llevan las “aguas altas” a
comienzos de la primavera; se dan en menores altitudes (1500-2000 m). Los nivopluviales se dan en
altitudes mayores (2000-2500 m) y llevan su caudal máximo a finales de la primavera (deshielo); son
característicos de los ríos pirenaicos y del curso alto de los ríos cantábricos.
Como resultado de la combinación de los factores morfológicos (que originan dos
modalidades: el dominio interior y el dominio costero), de los factores climáticos (que dan lugar a
tres ámbitos: España Atlántica, Mediterránea Interior y Mediterránea Costera), y de la integración de
ambos factores en la alta montaña, podemos señalar cuatro grandes dominios hidrográficos:
- La España Atlántica, con ríos cortos y bien alimentados.
- La España Mediterránea Interior, ríos largos y complejos en su trazado y alimentación.
- El de la España Mediterránea Costera, de ríos cortos y mal alimentados.
- La España de Alta Montaña, con un régimen hidrográfico preferentemente nival.
1.3 – La litología
La naturaleza de las rocas puede favorecer la escorrentía superficial (si el trazado del río
discurre por rocas impermeables, como las arcillas) o facilitar la infiltración del agua y la formación
de acuíferos (calizas).
2
3. 1.4 - La vegetación
La vegetación influye en la disponibilidad hídrica, ya que actúa como pantalla protectora
frente a la radiación solar y aminora la evaporación. Además dificulta la erosión, protege el suelo y,
con sus raíces, colabora en la infiltración.
2 -CARACTERES DE LOS RÍOS PENINSULARES.
En función del factor climático se pueden distinguir tres tipos de ríos en cuanto a su caudal
y régimen, originando tres tipos de dominios hidrográficos: el de la España Atlántica, el de la España
Mediterránea Interior y el de la España Mediterránea Costera. Las características derivadas de estos
tres dominios hidrográficos en función del clima se suman a las originadas por la morfología.
2.1 - Características generales de los ríos de la vertiente cantábrica.
a.- Unos ríos predominantemente cortos: El nacimiento de estos ríos en las Montañas
Galaico-leonesas, Macizo Asturiano, Cordillera Cantábrica y Montes Vascos, y su cercanía al mar,
dan lugar a que estos cursos de agua presenten unos rasgos muy definidos morfológicamente.
Se trata de ríos fundamentalmente cortos, de menos de 50 km de longitud en su mayoría.
Poseen fuertes desniveles, pues pasan en muy pocos km desde altitudes de 1000/2000 m hasta la
del nivel del mar. En consecuencia, son ríos caracterizados por sus perfiles abruptos, que ejercen
una fuerte acción erosiva de tipo lineal, dando lugar a fuertes tajos, como las llamadas hoces del
Deva (Guipúzcoa), del Besaya (Cantabria), o del Sella (Asturias), entre otras.
Sólo destaca uno, de categoría media, el Miño, con más de 300 km de largo, el cual tiene, en
consecuencia, una cuenca de tamaño apreciable, en torno a los 15000 kms2
, que contrasta con la
cuenca de los ríos restantes, inferior a los 5000 Km2
.
La cuenca hidrográfica más importante es la formada por el complejo Narcea–Nalón
(Asturias). Otros ríos importantes son el Bidasoa, el Nervión, el Nansa, el Navia y el Eo.
b.- Unos ríos bien alimentados: Las características climáticas de este dominio, con
aguas abundantes y bastante regulares anual y mensualmente, permite que los ríos de la España
Atlántica estén bien alimentados, a pesar de un descenso apreciable en el semestre estival, el cual
se acentúa en parte por el carácter calizo o permeable del cauce de muchos de ellos. De todos
modos, dada la escasa extensión de su cuenca, su caudal absoluto, en la desembocadura, se
suele situar entre los 50-100 ms3
/s, salvo el del Miño (250 ms3
/s). Su caudal relativo se coloca a la
cabeza de todos los dominios españoles, con cuantías superiores a los 10 l/s y km2
.
Su regularidad anual se expresa a través de su coeficiente de caudal anual, que se sitúa
por debajo de 4, índice medio de los ríos europeos. Por otra parte, su regularidad estacional, al
tratarse de ríos con una alimentación fundamentalmente constituida por precipitaciones en forma de
lluvia, se distribuye en dos períodos, uno máximo (semestre invernal) y otro mínimo (verano). Desde
el punto de vista del régimen de su alimentación, se deja notar algo el componente nival, ya que el
máximo se alcanza precisamente en el mes de abril, cuando las nieves se funden en las montañas
de tipo medio, mientras que las precipitaciones suelen alcanzar su máximo en el corazón del
semestre invernal. Su régimen, pues, sería pluvial o, a lo sumo, pluvionival.
2.2 - Los grandes ríos de la vertiente atlántica. El ejemplo del Duero.
a.- Una red fluvial compleja: Al margen de algunos sectores endorreicos, el resto se articula
en una red fluvial compleja, en la que se localizan los ríos más largos de la Península -Duero, Tajo,
3
4. Guadiana, Guadalquivir, - con una longitud en torno a los 1000 km. Pero los ríos peninsulares llevan
adosados a su derecha y a su izquierda una tupida red de afluentes y subafluentes de tipo medio
que otorgan a estas redes fluviales un trazado dendrítico, es decir, en forma de árbol.
Como consecuencia, el perfil longitudinal de su cauce es tendido, de forma que abundan
los tramos caracterizados por un lento discurrir de sus aguas. Sin embargo, en determinados
sectores el perfil se puede tornar más abrupto, como es el caso del Duero a la salida de la
Cordillera Ibérica o a la salida de España en la frontera con Portugal, en los Arribes del Duero. Por
ello, igualmente, sus cuencas son ya muy notables. Con una extensión entre 60.000 y 100.000 km2
,
son las mayores cuencas hidrográficas de la Península Ibérica.
b.- Una alimentación igualmente compleja: A pesar de la escasez de precipitaciones en la
zona interior, la gran extensión de las cuencas de estos ríos contribuye a aumentar su caudal
absoluto, hasta ser los más elevados de la península (con cifras superiores a los 100 m3/s). Su
caudal relativo (entre 10-5 l/s/km2) presenta unos valores intermedios entre la España Atlántica y la
España Mediterránea Costera.
El régimen fluvial de estos ríos es irregular, con crecidas a finales del invierno y comienzos
de la primavera y mínimos estivales, aunque las aportaciones de sus afluentes (mejor alimentados
por su nacimiento en la montaña) dulcifican la irregularidad. Por otro lado, el carácter mediterráneo
de su régimen se muestra en la irregularidad interanual sólo superada por la de los ríos
mediterráneos costeros.
Los ríos más importantes de este dominio son: el Duero (Pisuerga, Esla, Eresma, Tormes),
el Tajo (Jarama, Tiétar), el Guadiana, o el Guadalquivir (Genil).
c.- El ejemplo del Duero (985 km): nace en los Picos de Urbión (Sistema Ibérico, Soria) y
desemboca formando un estuario en Oporto. Su cuenca drena la Submeseta Norte y es la más
grande de toda la Península, con 97000 km2, de los cuales 79000 pertenecen a España. Su caudal
medio en la frontera con Portugal es de 360 m3/s, pero aumenta a más de 660 en la
desembocadura. Tanto él como sus grandes afluentes tienen un régimen hídrico que varía desde el
pluvionival en las cabeceras al pluvial de la mayor parte de su recorrido.
Los afluentes de la derecha son los que aportan la mayor parte de su caudal. Presentan una
red jerarquizada en torno a los ríos Arlanza (Arlanzón), Pisuerga, Valderaduey y Esla (Órbigo). En
cambio los de la izquierda, mucho más modestos, discurren paralelos hasta el mismo Duero. El más
caudaloso es el Tormes, que nace en la Sierra de Gredos, y con mucho menor caudal están el
Eresma, el Adaja y el Águeda.
Su curso es tranquilo excepto en los Arribes, en la frontera con Portugal, donde se encaja en
las rocas formando el mayor desfiladero de toda la Península. Este tramo ha sido aprovechado para
la construcción de grandes embalses (Saucelle, Aldeadávila y Almendra ya en el Tormes).
2.3 - Rasgos generales de los ríos de la vertiente mediterránea y la excepción del Ebro.
a.- Unos ríos cortos: a lo largo del litoral levantino, catalán, y del litoral andaluz dominan los
ríos cortos, con varias decenas de km nada más, y de reducida cuenca; sólo hay algunos de
longitud media, como el Segura, el Júcar, y el Turia. Su desnivel entre el nacimiento y la
desembocadura es igualmente fuerte y, por tanto, el perfil es abrupto, lo que crea imponentes tajos,
como el famoso de Ronda (Málaga).
b.- Unos ríos de carácter espasmódico: Representan solo el 30% de los de la península.
Su caudal, tanto absoluto como relativo, marca los mínimos españoles: el absoluto desciende
siempre por debajo de 50 m3
/s; el relativo se sitúa en menos de 5. Pero la gravedad de la escasez
4
5. de este caudal medio se aprecia mejor si se tiene en cuenta que es fruto de oscilaciones muy fuertes
en su régimen anual, pues su coeficiente de caudal anual, supera siempre la cifra de 30 y puede
llegar al infinito. Es decir, abundan los ríos habitualmente secos cuyo cauce sólo se llena de agua
ocasionalmente: son las ramblas o rieras, aprovechadas para cultivo, como vías de comunicación o
como suelo edificable, lo que provoca con una cierta frecuencia grandes catástrofes.
A esta irregularidad anual de los ríos mediterráneos se suma otra estacional. Poseen un
régimen de dos máximos y dos mínimos, derivados directamente del régimen de precipitaciones: es
el régimen fluvial equinoccial, caracterizado por la existencia de crecidas en otoño -las más
fuertes-, pero también en primavera -máximo secundario-. Ello se traduce -dadas la escasez de la
cubierta vegetal y del tipo de precipitaciones en forma de aguaceros- en un arrastre muy voluminoso
de aluviones por estos ríos costeros, que contribuyen a una sedimentación litoral muy importante,
hasta dar origen a deltas y otras formas de acumulación costera.
Las cuencas hidrográficas más importantes de la vertiente mediterránea son las
siguientes: en el Pirineo Oriental el Ter y el Llobregat, los ríos de Levante que nacen en el Sistema
Ibérico (Mijares, el Turia y el Júcar), los ríos de la España árida, con los caudales relativos más
bajos (Segura), y las cuencas meridionales andaluzas, con estiaje prolongado (Guadalhorce, el
Andarax y el Almanzora).
c.- La excepción del Ebro: El rio Ebro presenta un carácter diferenciado respecto al resto de
los ríos mediterráneos. Nace en Cantabria y desemboca en Tortosa formando un delta. Su régimen
fluvial es más complejo. Este largo río, de unos 910 Km y con una cuenca de 86.000 km2 recoge las
aguas de sus afluentes pirenaicos y esa es la razón por la que es el más caudaloso. Su régimen
varía desde el pluvionival de la cabecera hasta el pluvial mediterráneo en el tramo medio. Sus
afluentes más caudalosos proceden de los Pirineos, como el Aragón, el Gállego, y el sistema Cinca-
Noguera-Ribagorzana, Noguera-Pallaresa y el Segre. Desde el Sistema Ibérico el más caudaloso es
el Jalón y su afluente el Jiloca.
2.4 – La red fluvial insular, Ceuta y Melilla
Los archipiélagos carecen de ríos propiamente dichos. Tienen arroyos o corrientes de agua
de escaso caudal, alimentados por manantiales.
En Canarias la sobreexplotación de acuíferos supone actualmente que apenas existan
arroyos permanentes. En Baleares existen torrentes y acuíferos, favorecidos por la litología caliza.
Ceuta y Melilla reducen sus recursos hídricos a una red de arroyos de escasa longitud y de
acusado carácter estacional y torrencial.
3- LA PROBLEMÁTICA DE LOS RECURSOS HÍDRICOS EN ESPAÑA.
Los grupos humanos siempre han prestado una gran importancia a los recursos hídricos. El
uso de los recursos hídricos ha marcado, a lo largo del tiempo, sucesivas etapas de construcción de
los paisajes del agua (acueductos romanos, regadíos árabes, canales del XVIII...) y ha dado lugar a
complejos conflictos sociales. Recientemente, y en paralelo al desarrollo socioeconómico, el uso del
agua se ha incrementado en España y la satisfacción de esta demanda ha traído consigo la
realización de importantes obras hidráulicas.
3.1 - Necesidad y disponibilidad de agua: los usos del agua en España.
La demanda ha crecido enormemente en España por el aumento del nivel de vida, la
expansión urbana, el aumento del regadío, el turismo, la propagación de segundas residencias, el
consumo en parques y jardines, las piscinas, la refrigeración de centrales térmicas y la acuicultura.
Todo esto provoca que hoy el agua sea un bien escaso.
5
6. a) Usos agrarios: 3.500.000 hectáreas, el 15% de la superficie, se dedica casi el 80% del
consumo del agua. Debido a la sequedad del clima mediterráneo, es necesario el regadío en
muchas zonas. El problema es que muchas veces se extrae el agua debajo de vertidos urbanos e
industriales. El uso agrario requiere fuertes inversiones en presas, acequias, pozos, bombas,
aspersores... Sería necesario invertir en técnicas agrícolas que ahorren agua: riego por goteo,
cultivos hidropónicos, etc.
b) Abastecimientos urbanos e industriales: consumimos 300 litros por habitante y día, un
14% del total del consumo del agua. La industria consume un 6%. A veces son necesarias
estaciones de bombeo, por lo que se encarece el proceso.
c) Usos energéticos: desde finales del siglo XIX se construían centrales hidráulicas
cercanas a los lugares de consumo. Hoy España tiene uno de los parques hidroeléctricos más
grandes del mundo, equiparable a países mucho más grandes o con inmensos recursos. La energía
hidroeléctrica representa alrededor del 30% de la potencia instalada y el 20% de la producción los
años buenos. También se usa como refrigerante en las centrales térmicas convencionales y
nucleares, por lo que supone un calentamiento aguas abajo.
d) Uso ambiental y recreativo: hoy es de gran importancia, pero debido al abuso puede
tener consecuencias nefastas. Así, es incompatible por ejemplo la práctica deportiva en embalses de
agua potable. No obstante, se han hecho buenas acciones de recuperación en graveras
abandonadas cercanas a los ríos.
3.2 - La desigual distribución de los recursos y sus causas.
La problemática hídrica española no es tanto de cantidad como de calidad: los recursos
están muy desigualmente repartidos. El potencial hídrico presenta problemas tanto en su
irregularidad a lo largo del tiempo como en su desigual distribución en el espacio. El consumo de
agua se puede evaluar según su localización, distribución a lo largo del año y parámetros de calidad.
Aunque el volumen disponible es mayor que las necesidades, está mal repartido. Así hay:
Superávit: en las cuencas hidrográficas del N., Duero, Tajo, y Ebro; equilibrio: en las del Guadiana,
Júcar y Pirineo Oriental; y déficit: en las del Guadalquivir, el sur, el Segura, Baleares y Canarias.
Por eso son imprescindibles los embalses, los trasvases y las desalinizadoras. En el futuro, si
no se establece una política adecuada, sobre todo de ahorro, los problemas de sobreexplotación,
déficit hídrico y mala calidad empeorarán.
El mal uso del agua provoca la contaminación de los ríos. Varios embalses han muerto al ser
invadidos por algas que han consumido el oxígeno (se ha eutrofizado). También se han
contaminado algunos acuíferos por el uso abusivo de fertilizantes.
La mala planificación humana provoca que las consecuencias de desastres naturales,
inundaciones y sequías sean mayores que si se hiciera un buen uso de cauces y cuencas. La
construcción de edificios en zonas anegables es una barbaridad y puede ocasionar enormes
pérdidas humanas y materiales (como la riada en el camping de Biescas (Huesca) en 1996, donde
murieron 87 personas y casi 200 resultaron heridas).
3.3 - La política hidráulica como vía de solución.
Por su clima, en España a lo largo de la historia se han realizado numerosas obras
hidráulicas: los romanos construyeron acueductos (Segovia), embalses (el de Proserpina, Mérida) y
pusieron en regadío zonas de Levante; los árabes realizaron numerosas obras hidráulicas y
aportaron innovaciones como la noria. En la Edad Moderna se realizaron grandes obras como el
Canal de Castilla y el Canal Imperial de Aragón. En el siglo XX la superficie de regadío se multiplicó
6
7. por 3, pasando de 1 a 3 millones de hectáreas. Ya en el siglo XIX se declararon las aguas
superficiales como de propiedad pública. La ley vigente es de 1985, pero los desequilibrios
territoriales siguen exigiendo una política de aguas adecuada.
Para conseguir el equilibrio hidráulico y una buena gestión ambiental son necesarias obras
públicas e infraestructuras para la mejora de la calidad del agua:
a) Obras públicas: presas y trasvases. Sirven para regular los recursos. La primera iniciativa
seria, data de la II República que sólo se realizó en parte. En la actualidad, las aguas se regulan
mediante el Plan Hidrológico Nacional, que prevé aumentar las zonas de regadío, los trasvases
entre cuencas y el endurecimiento de la legislación ambiental. España es el país con más superficie
inundada de Europa por embalses. Hay más de 1000 presas que pueden embalsar 50000 hm3. Hay
embalses para regular y para el regadío que son de propiedad pública, y otros para producir
electricidad que son privados.
Los trasvases se hacen necesarios por la desigualdad en las cuencas. Los más importantes
son: el Júcar- Turia para abastecer a Valencia; el del Ebro- Tarragona; el del Tajo- Segura, que se
comenzó en 1966 y tiene 300 Km, contando con varios túneles y acueductos, y que beneficia a las
cuencas del Guadiana, Júcar y Segura.
En los últimos años, la gestión del agua ha generado en España un importante debate
político y social, de difícil solución, acerca de la distribución del agua. La polémica en torno a la
aprobación y posterior derogación (2005) del Plan Hidrológico Nacional, que pretendía –
fundamentalmente– el trasvase de aguas desde el Ebro hacia el Levante y SE español, ha dado
lugar al enfrentamiento entre CCAA por la gestión de este recurso.
b) Infraestructuras para la mejora de la calidad del agua: depuradoras y potabilizadoras:
-Potabilizadoras: la potabilización del agua para el consumo humano es muy cara y no
siempre se obtienen buenos resultados; un alto porcentaje de la población española no tiene agua
potable de calidad en sus hogares.
-Depuradoras de aguas residuales urbanas e industriales (EDAR). El proceso de depuración
del agua es caro y complejo.
La legislación europea hace obligatoria la existencia de potabilizadoras y depuradoras en
núcleos con más de 2000 habitantes, pero en España hay más de 100 localidades con más de
10000 habitantes que no tienen estaciones depuradoras.
Hoy, la política hidrológica en España persigue una gestión integral de los recursos
hídricos en lugar de centrarse sólo en las políticas hidráulicas (orientadas a la obtención de agua),
prestando atención al ahorro y al consumo racional del agua (gran parte del regadío se caracteriza
por la utilización de sistemas de riego ineficaces), a la recuperación de ríos y acuíferos
contaminados, y al impacto ambiental y social que pueden producir las obras proyectadas (embalses
y canalizaciones). La política acerca del agua ha sido reorientada mediante el programa A.G.U.A.
(Actuaciones para la Gestión y Utilización del Agua), que –siguiendo la normativa comunitaria
(Directiva Marco Europea del Agua)– se propone mejorar la gestión y ahorro de los recursos hídricos
y garantizar el agua necesaria para cada territorio español. Para esto último, en este programa se
apuesta por las plantas desaladoras y la reutilización de las aguas residuales depuradas como
principales abastecedoras de agua hacia las regiones deficitarias.
4- USOS Y PROBLEMÁTICA DEL AGUA EN CASTILLA Y LEÓN
La calidad del agua es bastante aceptable en toda la comunidad. No obstante existen
problemas de contaminación causados por los vertidos de aguas insuficientemente depuradas
7
8. procedentes de las industrias y de las ciudades (sobre todo Valladolid y Burgos), o de la actividad
agraria. Este problema se agrava en verano por el escaso caudal de los ríos, provocando el
retroceso de hábitats de peces y la eutrofización de los embalses. Los ríos más afectados son el
Pisuerga, Duero medio, Tormes y Sil.
Frente a este problema el Plan Regional de Saneamiento se propone depurar las aguas
residuales para las poblaciones de más de 2000 habitantes, reducir la contaminación agraria,
asegurar un caudal suficiente a los ríos mediante aportes de acuíferos y embalses, y recuperar las
riberas y los tramos de los ríos más contaminados. Además la calidad del agua destinada a
consumo humano debe mejorarse en varios núcleos de la región.
El abastecimiento de agua está garantizado en el 95% de la población de la comunidad.
Pero todavía hay muchas localidades de Salamanca y Zamora que padecen escasez a finales del
verano. Se ha previsto dotarlas de las infraestructuras necesarias en un breve plazo.
Las aguas subterráneas padecen problemas de sobreexplotación en algunas áreas de
Valladolid, Segovia y Ávila por las extracciones agrarias. Para evitarlo se van a emprender acciones
para proteger los acuíferos y humedales limitando las extracciones. La calidad del agua en general
es buena, salvo algunos problemas puntuales de contaminación por nitratos agrícolas y por
productos ganaderos.
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CONCEPTOS. Ría, delta, estuario, cauce fluvial, cuenca fluvial, vertiente hidrográfica, acuífero,
caudal, régimen fluvial, balance hídrico, estiaje, trasvase, laguna.
RÍA: Tramo final de un valle fluvial ocupado por el agua del mar como consecuencia de un
hundimiento tectónico costero o de una elevación del nivel del mar.
DELTA: Se denomina así a la acumulación de aluviones que deposita de forma permanente un río
en su desembocadura. El nombre proviene de la forma triangular que suele adoptar el depósito, al
multiplicarse los brazos del río en este tramo final. El mejor ejemplo español es el del Delta del Ebro.
ESTUARIO: Desembocadura ensanchada o abierta y libre de aluviones que caracteriza a algunos
ríos como consecuencia de los movimientos marinos sobre la desembocadura fluvial. Las
interacciones entre el río y el mar son notables. Las del mar mediante el mecanismo de las mareas,
y las del río por una importante aportación de agua dulce.
CAUCE FLUVIAL: Terreno por donde discurre el agua de un río. El cauce, o lecho, puede ser menor
y mayor. El menor es más reducido y tiene carácter permanente. El mayor es más amplio y
ocasional.
CUENCA FLUVIAL: También llamada cuenca hidrográfica o hidrológica, es el territorio que
comprende un río y sus afluentes y el terreno por donde escurren las aguas que los alimentan. Está
delimitada por divisorias de aguas, que pueden ser sierras y otras barreras topográficas. Las hay de
tipo arreico, endorreico y exorreico.
VERTIENTE HIDROGRÁFICA: Conjunto de un territorio, o de cuencas hidrográficas, que tienen en
común que vierten sus aguas a un mismo mar u océano. Es un concepto útil para agrupar los ríos de
características similares.
ACUÍFERO: Capa subterránea de roca permeable, colocada encima de otra de roca impermeable,
capaz de almacenar las aguas de precipitación que se infiltran desde la superficie terrestre. El uso
intensivo de estos recursos hídricos provoca la sobreexplotación, que en el ámbito costero puede
provocar la salinización por intrusión marina.
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9. CAUDAL: Cantidad de agua que pasa por un punto dado de un río durante un momento
determinado. El caudal absoluto se expresa en m3 por segundo y está afectado por las condiciones
climáticas y ambientales que tiene la cuenca.
RÉGIMEN FLUVIAL: Evolución del caudal de un río a lo largo del tiempo (por meses o por años),
expresado en valores absolutos o, preferentemente, en coeficiente mensual de caudal. El régimen
fluvial depende del tipo de alimentación del río: nival, pluvial o mixta, que se manifiesta en la
oscilación estacional del caudal, de tal manera que el nival, por ejemplo, ocasiona unas crecidas
estivales, mientras que los pluviales se subordinan al ritmo estacional de las precipitaciones de cada
dominio o región climática. Fijándonos sólo en el régimen mensual se suele distinguir el régimen
regular del irregular, que se caracteriza por la contraposición entre crecidas y estiajes.
BALANCE HÍDRICO: Es la diferencia existente entre los recursos hídricos disponibles y la cantidad
de agua consumida a lo largo de un año. Si la diferencia es positiva, existe un superávit o balance
excedentario; en caso contrario, se da un déficit o balance deficitario.
ESTIAJE: Momento a lo largo del año en el que el caudal de un río tiene su nivel más bajo. Según el
régimen del río, puede coincidir o diferir, en mayor o menor medida, con el mínimo anual de
precipitaciones. Los ríos mediterráneos suelen presentar su época de estiaje durante el verano
coincidiendo con la sequía estival del clima mediterráneo.
TRASVASE: Conducción o paso artificial de las aguas de un río a otro, para compensar el estiaje de
éste. En España se trasvasan algunos ríos, como el Tajo-Segura, o el más conflictivo en los últimos
tiempos, el trasvase del Ebro.
LAGUNA: es un depósito natural de agua, generalmente dulce y de menores dimensiones que el
lago. La poca profundidad de la laguna es lo que mejor la diferencia del lago.
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10. CAUDAL: Cantidad de agua que pasa por un punto dado de un río durante un momento
determinado. El caudal absoluto se expresa en m3 por segundo y está afectado por las condiciones
climáticas y ambientales que tiene la cuenca.
RÉGIMEN FLUVIAL: Evolución del caudal de un río a lo largo del tiempo (por meses o por años),
expresado en valores absolutos o, preferentemente, en coeficiente mensual de caudal. El régimen
fluvial depende del tipo de alimentación del río: nival, pluvial o mixta, que se manifiesta en la
oscilación estacional del caudal, de tal manera que el nival, por ejemplo, ocasiona unas crecidas
estivales, mientras que los pluviales se subordinan al ritmo estacional de las precipitaciones de cada
dominio o región climática. Fijándonos sólo en el régimen mensual se suele distinguir el régimen
regular del irregular, que se caracteriza por la contraposición entre crecidas y estiajes.
BALANCE HÍDRICO: Es la diferencia existente entre los recursos hídricos disponibles y la cantidad
de agua consumida a lo largo de un año. Si la diferencia es positiva, existe un superávit o balance
excedentario; en caso contrario, se da un déficit o balance deficitario.
ESTIAJE: Momento a lo largo del año en el que el caudal de un río tiene su nivel más bajo. Según el
régimen del río, puede coincidir o diferir, en mayor o menor medida, con el mínimo anual de
precipitaciones. Los ríos mediterráneos suelen presentar su época de estiaje durante el verano
coincidiendo con la sequía estival del clima mediterráneo.
TRASVASE: Conducción o paso artificial de las aguas de un río a otro, para compensar el estiaje de
éste. En España se trasvasan algunos ríos, como el Tajo-Segura, o el más conflictivo en los últimos
tiempos, el trasvase del Ebro.
LAGUNA: es un depósito natural de agua, generalmente dulce y de menores dimensiones que el
lago. La poca profundidad de la laguna es lo que mejor la diferencia del lago.
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