1. 1. Educación conservadora de de latinoamericana.
La educación es hablar de todo, ver diferentes posturas y maneras de entender el
mundo. La educación en las escuelas supone transmitir información sobre lo que
pasa en la sociedad y no introducir valores discriminatorios.
Durante los últimos años, con los gobiernos que hemos tenido, se ha desarrollado
una educación conservadora -algunos dirían moderada-, que ha dejado a la
escuela y al profesorado muy dañados. Con la deriva de votos hacia políticas
ultraconservadoras y reaccionarias, predominantemente en algunas autonomías,
estamos viendo que las políticas conservadoras se radicalizan y empieza una
peligrosa regresión en la educación.
Soy consciente de que las denominaciones progresista y conservadora pueden ser
ambiguas, confusas y, sus fronteras, difuminadas y no únicamente se identifican
con partidos políticos. Pero hay una diferencia clara: cómo piensan el futuro de la
sociedad. Por eso las propuestas sobre la educación son fundamentales. Las
diferencias entre políticas educativas progresistas y conservadoras son evidentes,
a pesar de algunos partidos que dicen ser progresistas pero en cuyo trasfondo hay
una ideología conservadora.
En general, las políticas progresistas se caracterizan, desde hace más de un siglo,
por la lucha por una nueva escuela. Confían más en el profesorado, en el desarrollo
y la menor intervención del currículum, en una escuela pública y laica donde la
participación es fundamental y con una defensa de la igualdad, la libertad, la
democracia y la justicia, buscando el progreso y bienestar social mayoritario.
Palabra fundamentales son el cambio constante y los derechos colectivos. Y en
algunas tendencias, más allá del progresismo más cauto, aparece la emancipación
de los seres humanos.
Las políticas conservadoras y, ahora, las ultraconservadoras, no confían en el
profesorado. Un ejemplo lo encontramos, desde hace años, en la eliminación de
los centros de profesorado o similares. Para ellas, son centros de adoctrinamiento
mediante la formación (“adoctrinamiento”, palabra mágica de estas políticas).
Además, les horroriza la descentralización; el centralismo es una de sus defensas.
También tienen un gran rechazo al cambio y luchan por la aplicación de la moral
religiosa, los valores tradicionales y familiares sin intromisión del Estado (se
entiende así el mal denominado “pin parental”) amparándose en una determinada
concepción de la libertad personal. Y, por supuesto, el orden y el control son
elementos fundamentales en su forma de pensar la realidad social.
Al actual ultra conservadurismo educativo le desagrada que se enseñen aspectos
de la vida cotidiana con el argumento de las libertades individuales que, para ellos,
nunca han estar vinculadas con la cuestión social. No quieren que se traten temas
como el aborto, la diversidad sexual, la droga, las pedagogías liberadoras (no es
extraño, aunque sí vergonzoso, que Freire sea injuriado ahora por las políticas del
actual gobierno ultraconservador brasileño) y, ven las desigualdades sociales y la
segregación escolar como algo inevitable de la condición humana, puesto que
algunos alumnos están predestinados y no se puede hacer nada (hay elegidos y
hay débiles).
2. John Dewey decía que si enseñamos como se enseñaba antes robamos el futuro
de los niños y adolescentes y que esto no tendríamos que permitirlo. Esto lo decía
en los años 50 del siglo XX y ahora tenemos que recuperarlo con fuerza. No
podemos permitirnos ir hacia atrás como los cangrejos. Ha costado mucho llegar
hasta aquí para que ahora unas corrosivas políticas ultraconservadoras nos
devuelvan al pasado. La educación progresista tiene que reaccionar defendiendo
los valores de una educación democrática que nos lleve hacia la eliminación de las
diferencias sociales y educativas, para formar ciudadanos libres, responsables de
sus propias vidas y que participen, directa o indirectamente, en la toma de
decisiones que les afectan.
2. Educación neoliberal de latinoamericana.
Las reformas educativas neoliberales para América Latina fueron planteadas
desde las instancias de poder internacional y nacional como respuesta a los
problemas de calidad de los sistemas educativos de la región. El diagnóstico y
las propuestas para la modernización educativa de Latinoamérica se realizaron
con la participación de los más diversos actores sociales de los Estados
latinoamericanos, comandados por políticos, intelectuales, académicos y
organismos no gubernamentales de Estados Unidos. Identificaron que la falta
de eficiencia, eficacia y productividad educativa radicaba en el acelerado
crecimiento de los sistemas educativos nacionales, debido a la masificación de
la matrícula y los ineficientes esquemas de operación administrativos altamente
centralizados. El problema de la calidad educativa en Latinoamérica quedó
reducido a un problema de gestión.
3. educación progresista en Latinoamérica
La educación progresista apuesta por la creatividad e intereses del niño para
fortalecer tanto las habilidades que éstos poseen como el aprendizaje
significativo. En ella, el maestro es un tutor que alienta a los estudiantes a
aprender nuevas cosas cada día. Esta propuesta pedagógica surge a finales
del siglo XIX como una respuesta ante la educación tradicional.
4. Educación socialista de latinoamericana.
La educación socialista se trata de un sistema educativo que está estructurado
y fundamentado en las doctrinas socialistas, las cuales plantean que tanto la
organización social como los medios de producción de una nación deben ser
de dominio público y controlados por un órgano central con el objetivo de
alcanzar el bienestar colectivo de una sociedad.
Por consiguiente, los sistemas socialistas defienden la propiedad social o
colectiva de los medios productivos y rechazan cualquier forma de propiedad
privada. En otras palabras, el socialismo es la antítesis del capitalismo, que es
un sistema basado en el libre mercado y en la privatización de los recursos.