1. La pobreza del sistema educativo en Colombia. ¿Enseñar a pensar o enseñar a
reproducir?
Jonatan Pabón A.1
En el presente ensayo analizaremos la importancia de la educación con respecto al desarrollo
socioeconómico de un país. Colombia es un país que universalmente se señala como
miembro del círculo del subdesarrollo de Latinoamérica. Esto es medido a través de
diferentes estudios estadísticos y cualitativos, que permiten tomar una muestra de dicho
territorio para compararla con otras que se califican como desarrolladas a través de tasas
como la del analfabetismo, la del PIB per cápita y el muestreo de esperanza de vida. Las
condiciones culturales, sociales, religiosas, políticas y económicas en las que un individuo se
relaciona durante sus etapas de desarrollo, son distintas a la de otro, y son distintas inclusive
dentro del mismo país o territorio. Un individuo se desarrolla a lo largo de su vida de acuerdo
a las exigencias del desarrollo del Estado, pues es éste la macroestructura de poder que
dirigirá al individuo durante las primeras etapas de vida. De ahí que, la educación es uno de
los factores más importantes tanto para el desarrollo del individuo como para el del Estado.
Pero aquí no vamos a hablar mucho de los beneficios de la educación en Colombia, sino de
la pobreza del sistema educativo que termina siendo pionero de la esclavitud socioeconómica
del Estado colombiano.
Teniendo en cuenta lo anterior, la educación y su estructura pedagógica dentro de un país es
el principal componente para el desarrollo socioeconómico y cultural del mismo. A través de
la historia culturalizada y tradicional, podemos notar que Colombia ha tenido una serie de
transformaciones metodológicas en las instituciones educativas debido a la metamorfosis
sociopolítica desde el grito de independencia. Es por esto que los criterios metodológicos de
estas instituciones son politizados y sujetados bajo la supremacía del Estado, como lo indica
la relatoría de la Corte Constitucional al establecimiento educativo en la sentencia T-853/04
“Debe reconocer y promover la defensa de la Constitución”. En otras palabras, la forma de
educar está estrictamente ligada al servicio económico de la política del Estado. Con esto,
retomaremos la pregunta problema que desarrollaremos a lo largo de este texto ¿Enseñar a
pensar o enseñar a reproducir?
Quizá algunos se preguntarán la importancia de esta “politización de la educación” si al fin
y al cabo, todos terminamos trabajando asociadamente con el Estado para su preservación
pero también para satisfacer el anhelo de la comodidad y el placer que él mismo nos vende.
Pues veamos, si le damos el poder a un gobierno para que trabaje por las dolencias que nos
asedian colectivamente a través del sistema del Estado, ¿Por qué creer que los ciudadanos
colombianos somos insignificantes ante nuestros dirigentes? ¿Por qué creer que es inútil o
indiferente la participación del estudiante ante la metodología que le atribuye la estructura de
la educación, si de todos modos somos nosotros los que permitimos esa pasividad que termina
arrojándonos a la docilidad y a la sumisión? ¿Por qué creer que esta estructura de la educación
regida por el Estado, no puede ser transformada si a fin de cuentas es una construcción nutrida
por nosotros mismos a través de la historia y no emergida de una deidad tipificada? ¿Nos
enseñan a obedecer o nos enseñan a dudar?
1 Estudiante del programa de psicología dela Universidad Lumen Gentium de la ciudad deCali
2. Cabe destacar que a través de la violencia social desatada desde 1810 hasta nuestra
generación, se ha podido desideologizar un conservadurismo que limitaba enormemente la
forma de educar. Hay que reconocer que como país subdesarrollado hemos heredado el
sistema pedagógico de las principales potencias mundiales a través del tiempo,
especialmente, la de Estados Unidos (Guerrero, 2008). La mayoría de países
latinoamericanos incluyendo Colombia, hemos tratado de reproducir esta metodología
absoluta en nuestro contexto sociocultural al pie de nuestro vecino norteamericano,
actualizándonos a los requerimientos globales pero limitando los locales. Partiendo de esto,
la pedagogía de la educación en Colombia en el siglo XIX, contemplaba al estudiante como
un objeto desorientado dentro de la cultura al que se le debía llenar de información para ser
fácilmente maleable y así evitar conductas inapropiadas. Olga Zuluaga en su proyecto de
filosofía denominado Colombia: dos modelos de su práctica pedagógica durante el siglo XIX
de la Universidad de Antioquia, afirma en el capítulo Vigilar, repetir y aprender “Enseñar y
aprender, estaban sujetos en sus procedimientos a un régimen de disciplina que moralizaban
el cuerpo y la mente, es decir, sometían. Con este procedimiento de formar cuerpos y
voluntades dóciles se pretendía dar cultura y evitar el vicio” (17).
El siglo XX con la interpretación de modelos educativos revolucionarios dados a través de
las transformaciones sociales en Europa y Estados Unidos, se pudo revelar y considerar que
el estudiante no era netamente un objeto científico experimental, sino que también era un
sujeto que también tenía derechos y era el encargado de darle rumbo al futuro colectivo
(Herrera, 2013). La conformación de instituciones públicas comenzó a ser prioridad para el
Estado y se amplió el acceso de la educación formal a otra parte de la población ignorada
anteriormente. Colombia, en su apogeo revolucionario y políticamente bipartidista, hereda
nuevamente esta cobertura pedagógica para revelar nuevos modelos educativos dentro de su
territorio reconociendo el apoyo norteamericano pero ya bajo su propia jurisdicción
(Guerrero, 2008). No pretendemos afirmar que ahora en el XXI, tengamos una autonomía
propia porque de alguna u otra manera giramos en torno a un sistema educativo globalizado
dependiente del sistema económico mundial, pero sí la transformación de la pedagogía es
notoria y afortunadamente lo seguirá siendo por los cambios sociales que vendrán. La revista
UnNorte de la Universidad del Norte en Barranquilla, publicó en octubre de 2013 una
columna denominada Educar para transformar en el siglo XXI en la que podemos destacar
lo siguiente, “en la era de la tecnología, la globalización y el mundo interconectado, pretender
cumplir con esta misión sin una auténtica modernización en la pedagogía y sin la necesaria
contextualización del aprendizaje, sería solo una ilusión” (2), ‘misión’ refiriéndose a la
transformación de las personas para que sean agentes de cambio en su entorno social que
permita una sociedad más equilibrada y justa.
Ahora bien, luego de elogiar la transformación pedagógica del sistema educativo a través de
la historia, procederemos a analizar el modelo general gracias a esta historia y ubicarnos en
el siglo actual. Para analizar este fenómeno psicosocial, plantearemos 4 factores para formar
nuestra tesis que nos permita analizar la circulación de nuestros profesionales con una
educación institucional pobre y aún con raíces rígidamente tradicionales.
1. La moral: hablaremos de las desventajas del sistema moral, de una moral represiva
que controla las pulsiones del ser humano. Es vital la importancia que genera este
concepto en la conducta de un individuo dentro de una sociedad, pues es la que
fomenta el orden social a través de un marco psicológico y panóptico que vigila y
3. regula los impulsos del individuo sin estar la autoridad institucional allí presente
(Foucault, 1975). Según Nietzsche, no hay fenómenos morales sino que esto, es solo
una interpretación moral de dichos fenómenos. Con esto, podemos visualizar que la
moral dirigida por el poder, crea verdad, y es ésta la que asume el individuo, y para
conservar el orden social no le puede dudar. Teniendo en cuenta lo anterior, las
instituciones educativas heredan esa moral y esa verdad y proceden a establecer una
“moral hija” dentro de sus límites como institución, y es así como un estudiante debe
acatar unos requisitos morales específicos dentro de la institución, pero a su vez debe
obedecer a una moral global dirigida por el Poder.
2. El poder: habiendo determinado la moral anteriormente como factor inhibidor del
aprendizaje, podemos exponer el concepto de poder como precursor de esta moral.
Basados en el concepto de “cuerpos dóciles” en Foucault (1975), podemos inferir que
el devenir de la historia le ha dado el poder al Estado dentro de un marco educativo
para controlar la conducta de una multitud y de sobreponerse ante ella, pues es ésta
quien asume que este poder es también merecedor de predicar la verdad y la
legitimidad, por lo que para un estudiante es un deber obedecer a un derecho de
verdad controlado por el sistema educativo a través de los educadores. Éste poder
establece en la mente del estudiante lo que culturalmente se conoce como verdad y le
limita dudar. De ahí que el estudio psicológico del poder en las instituciones
educativas, se halle también dentro de un ámbito político.
3. Mimetismo histórico: luego de comprender la relación entre moral y poder dentro del
sistema educativo, procederemos a analizar cómo la historia subjetiva del estudiante
interviene en su aprendizaje pasando también desapercibida ante la normatividad de
la institución. Las circunstancias y las condiciones socioculturales por las que se
desarrolla un individuo durante sus etapas de vida, son distintas a la de otro. Debido
a esto, las huellas históricas y únicas en un individuo marcan la adaptación conductual
en el presente e influye en su aprendizaje como proceso psicológico. En cuanto a la
institución le concierne es la creación de un perfil profesional ideal para producirle al
sistema socioeconómico y no está para dedicar tiempo en la búsqueda de un perfil
individual. Le interesa es el aprendizaje en masa y no individualmente.
4. Desgana: éste es el último factor y lo consideramos el más significativo, pues es el
componente que definirá la dirección del aprendizaje en el estudiante. Éste es un
sujeto pasivo durante las primeras etapas de su desarrollo, pero el deber consigo
mismo es convertirse en un sujeto activo, quien en su estado de consciencia y
dependiente de su cultura, empezará a tomar decisiones un poco más autónomas que
le permitan tener voluntad en su elección. De hecho, el estudiante debe percatarse que
él es el único que tiene el poder sobre sí mismo, que él es el arquitecto de su proyecto
de vida y que solo él podrá construir su propio destino contando con las adversidades
que se le presenten. Sin embargo, la desgana en el estudiante sobre un determinado
tema también depende de la metodología con la que el educador la promueve, porque
es éste también otro sujeto activo cuyo deber es enseñar a investigar, como lo afirma
4. el escritor uruguayo Eduardo Galeano “libres son quienes crean, no copian, y libres
son quienes piensan, no obedecen. Enseñar, es enseñar a dudar”.
Ya habiendo definido estos componentes para la comprensión interpretativa de este
fenómeno psicosocial, podemos relacionar los conceptos entre sí para posibilitar los roles
que deben cumplir el educador y el estudiante trabajando mutuamente, cuyo fin es contribuir
a la transformación de la sociedad en una más equitativa y comprensiva. Resumamos lo
planteado, quien tenga el poder se encarga de crear la verdad a través de la moral, y es ésta
la que reprime a un sujeto junto al desprecio de su individualismo histórico y cultural por
parte del poder, lo que permite que este sujeto se arroje desmotivado a cumplir con su labor
profesional teniendo como único interés la remuneración salarial por su trabajo. El poder
global lo tiene el sistema socioeconómico colombiano, pero el poder local lo tiene la
institución educativa para cumplirle a ese sistema, así funciona y no nos quejamos de ello, el
inconveniente institucional es la maleabilidad de su pedagogía lo que contribuye a que el
estudiante sepa, pero no interprete. El filósofo español y ensayista Fernando Savater afirma
“El maestro no es un tirano sino una autoridad. El tirano quiere conservar a todo el mundo
convertido en niño, mientras que la autoridad ayuda a crecer e implica un acompañamiento.
El maestro puede contribuir a formar personas más inclinadas hacia la justicia, la curiosidad
y la laboriosidad” en una entrevista hecha por el periódico Altablero nombrada El sentido de
educar en abril de 2005. Por otro lado, tenemos también el inconveniente psicológico en el
estudiante, pues éste al ser también un sujeto activo luego de las primeras etapas de
desarrollo, es también su deber analizar y dudar toda esa información valiosa que le ofreció
la institución educativa. Y le debe dudar para creer en su proyecto de vida y tener éxito no
solo profesional, sino personal.
En definitiva y retomando el mensaje para nuestra tesis, buscamos promover el valor de la
crítica en cada individuo, ese atributo que el desarrollo de la cultura le arrebata al hombre y
que sin embargo le permite sobrevivir en ella, es esa característica limitada incluso por las
instituciones educativas formales, pues son éstas las fuentes de disciplina más potentes que
intervienen en las etapas de desarrollo humano. El sistema educativo al establecer una moral
institucional y un contenido programático secuencial, emite también un razonamiento
panóptico que no promueve el estudio disciplinario en todo individuo sino que limita su
capacidad de fomentar un pensamiento crítico. Foucault afirma “Lo propio del saber no es
ver ni demostrar, sino de interpretar”.
Un pensamiento crítico es el mínimo esfuerzo que convierte temporalmente un sujeto en un
ser libre de otros. Y es libre porque piensa.
5. Fuentes consultadas
AlTablero: El periódico de un país que educa y que se educa (2005). El sentido de educar.
No. 34. Abril-Mayo 2005. Consultado el 16 de noviembre de 2016.
http://www.mineducacion.gov.co/1621/article-87611.html.
Foucault M. (2002). Vigilar y castigar, nacimiento de la prisión. Argentina. Siglo veintiuno
editores Argentina.
Guerrero L. G. (2008). La imposición de los modelos pedagógicos en Colombia-siglo XX.
Consultado el día 16 de noviembre de 2016 en http://ceilat.udenar.edu.co/wp-
content/uploads/2011/02/La-Imposicion-de-Modelos-pedagogicos.pdf
Herrera Beltrán C. X. (2013). Castigos corporales y escuela en la Colombia de los siglos
XIX y XX. Revista Iberoamericana de educación N° 62 de 2013, pp 69-87. Universidad
Pedagógica Nacional. Bogotá (Colombia).
Informativo UnNorte (2013). La educación que necesita el siglo XXI: Educar para
transformar en el siglo XXI. Pág. 2. Universidad del norte, Barranquilla (Colombia). Año 11
No. 83 octubre de 2013.
Nietzche F. (2010). Genealogía de la moral, un escrito polémico. Buenos Aires (Argentina).
Biblioteca virtual universal.
Scherer C. (2014). Cuarta sesión en conferencia magistral de Diplomado "Género y
Gobernanza": El Poder en Foucault. Consultado en noviembre de 2016 en
https://www.youtube.com/watch?v=ulwv9xhxMRU.
Zuluaga O. (1979). Colombia: dos modelos de su práctica pedagógica durante el siglo XIX.
Centro de Investigaciones educativas Universidad de Antioquia. Impreso en el centro de
duplicación para fines docentes.