Patricia Brandauer, Rita Cirnigliaro, Cecilia Sabbatini, Daniela Saporito y Miriam Udi.
Ponencia dentro del 4to Congreso Nacional y 2do Internacional de Investigación Educativa
Universidad Nacional de Comahue, Río Negro, Argentina.
18 al 20 de abril 2007.
CULTURA NAZCA, presentación en aula para compartir
La formación docente frente al desafío de la diversidad
1. La Formación Docente frente al desafío de la Diversidad
El desafío educativo del siglo XXI, consiste en brindar respuestas que
garanticen la atención a la diversidad y, a su vez, dichas respuestas, se
basan en el respeto del:
• PRINCIPIO DE IGUALDAD por el cual se deben ofrecer las mismas
oportunidades a todos.
• PRINCIPIO DE EQUIDAD que reconoce que cada persona tiene sus
necesidades y el derecho a que se respeten sus características personales.
Podemos afirmar que el concepto de diversidad se sustenta en la aceptación y
el respeto de las diferencias individuales como condición inherente a la
naturaleza humana, y en la posibilidad de brindar una respuesta educativa a la
necesidad de cada persona. Asumir la diversidad en la escuela no resulta
sencillo, de la misma manera que no lo es aceptarlo en nuestro propio medio.
Todo aquello que escapa de lo “normal” genera fantasmas, pero a la vez
constituye un gran desafío para los que nos cuestionamos y oponemos a un
modelo hegemónico.
La historia de nuestra educación se ha basado durante un gran período de
tiempo en sostener y conservar la homogeneidad. La propuesta educativa era
representada por un único modelo al que debían adaptarse todos los alumnos,
el que no podía quedaba excluido o apartado del sistema educativo, poco
realista o con intereses en sí mismo.
Actualmente se ha avanzado en cuanto a la concepción de los derechos
humanos y a la idea de integración e inclusión de las personas, no sólo en la
educación sino en todos los ámbitos de la sociedad; pero a pesar de la
proliferación de los discursos sobre la aceptación de la diversidad sostenidos
por los nuevos paradigmas de las distintas políticas sociales y educativas, aún
prevalece la normalización, homogeneidad y simultaneidad como premisas
ineludibles de las prácticas educativas cotidianas.
Cada niño que ingresa a la escuela presenta características bio-psico-sociales
diferentes, originadas en diferencias familiares, económicas, culturales y
sociogeográficas. Allí encuentra un sistema de enseñanza bastante uniforme, a
cargo de maestros que han sido formados para estar al frente de un grupo de
niños con determinadas características estándares. Este contraste entre la
realidad de los alumnos y la práctica docente provoca desajustes, problemas
que complejizan el escenario de la acción educativa. En tal sentido, nos parece
pertinente reflexionar y conceptualizar algunos de estos planteamientos,
tomando como base la posibilidad de conocer y reconocer la heterogeneidad
de los grupos de alumnos, reconceptualizando de esta manera las prácticas
docentes.
Una mirada hacia la diversidad
2. La atención a la diversidad implica:
• La aceptación de la existencia de historias y contextos de vida particulares.
• El reconocimiento de diferentes motivaciones, intereses, actitudes y
expectativas frente al objeto de conocimiento.
• La toma de conciencia de diversos puntos de partida en la construcción de los
aprendizajes debido a actitudes, conocimientos y saberes previos de cada
alumno.
• La admisión de la presencia de distintos estilos, ritmos, competencias
curriculares y contextos de aprendizaje dentro de una misma aula.
Comenzar a explayarse en el tema de integración nos remite indefectiblemente
a un modelo, aún no desterrado, de dos sistemas paralelos como son la
escuela especial y la escuela común. Transformar el sistema educativo vigente
es centrarnos en la idea de un modelo unificado cuyo fundamento pedagógico
se base en la “individualización personalista”. En la actualidad nos
encontramos con diversas posturas y procesos frente al cambio: Hay escuelas
muy consolidadas que sostienen la integración desde un concepto amplio en su
proyecto educativo, actuando como un único equipo de profesionales en el cual
interactúan maestros especiales y comunes.
Paradójicamente, al mismo tiempo encontramos escuelas que sostienen la
integración limitándose a niños con necesidades educativas especiales (NEE)
claramente definidas, agudizando sus dificultades para atender la complejidad
de las situaciones referidas a los trastornos de aprendizaje que frecuentemente
se presentan en los distintos grupos escolares. También encontramos otras
escuelas que rechazan la propuesta, por ignorancia o falta de preparación,
situación que produce desconcierto y temor frente a lo desconocido.
Ante esta realidad consideramos pertinente reflexionar sobre el concepto de
integración desde una visión amplia y abarcativa, no como un fin en sí misma,
sino como un proceso de transformación que trasciende el ámbito escolar y
que hace de la diversidad su paradigma. Integrar es coordinar, es trabajar con
la diversidad y las diferencias, es pensar y concebir la posibilidad de que
convivan personas con distintas capacidades e intereses, con diferentes formas
de pensar y actuar, donde se resignifiquen y respeten las diferencias.
Las buenas intenciones no bastan, la intuición tampoco, el maestro además de
mostrar una actitud humanitaria debe poseer conocimientos sólidos para poder
abordar una criteriosa integración escolar, donde la mirada esté más dirigida a
las necesidades individuales de cada niño y su posibilidad de desarrollo que a
las debilidades del mismo.
Repensando el rol docente
Todo rol se va redefiniendo en un proceso continuo, es un constante desafío
que sólo puede superar un profesional reflexivo, autónomo y transformador.
Docente que ha de definir su rol en un compromiso con la realidad de su
tiempo, con sus alumnos, con su comunidad; en la capacidad de realizar
3. reflexiones críticas, de tomar decisiones y de gestar cambios en sí mismo y en
sus prácticas. Si deseamos abordar la diversidad como elemento prioritario del
lineamiento educativo debemos plantearnos desde cada institución con su
Proyecto Educativo, un equipo docente capaz de actuar integradamente en
propuestas compartidas. Las prácticas educativas individualistas han perdido
vigencia frente a la escuela de hoy, como así también la estructura verticalista
de las instituciones escolares tradicionales.
Una escuela abierta a la diversidad requiere de docentes capaces de reconocer
la heterogeneidad como premisa ineludible, haciendo propia la consigna de que
“todos los niños pueden aprender”, adaptando las enseñanzas a las
necesidades y ritmos del aprendizaje individual. No se trata solamente de
acompañar el proceso evolutivo de cada educando, a esto hay que sumarle la
intencionalidad pedagógica. Para ello deberá repensar estratégicamente
modos de enriquecer con creatividad diferentes situaciones de aprendizaje
desde una visión constructivista.
Sin duda, dichas propuestas estarán fundamentadas en las concepciones de
aquellos teóricos del aprendizaje relevantes en la práctica educativa. Entre las
cuales no podemos dejar de mencionar la importancia de:
• El aprendizaje significativo (David Ausubel)
• El conflicto como promotor de desequilibrio y detonador del desarrollo
intelectual (Jean Piaget)
• La relación con la zona de desarrollo próximo (Lew Vygotsky)
• El andamiaje (Jerome Bruner), entre otros.
Factores obstaculizadores del ejercicio del rol
La política educativa actual legaliza la atención a la diversidad y a la integración
pero no acompaña la preparación de los docentes en ejercicio responsables de
llevar a la práctica las reglamentaciones vigentes. Para poder trabajar
concientemente en un proyecto de inclusión es indispensable la capacitación
de los docentes en servicio para lo que sería prioritario realizar un adecuado
estudio de la situación y así poder actuar en consecuencia.
A partir de los marcos legales vigentes se responsabiliza a la sociedad en
general y a las instituciones educativas en particular a llevar adelante prácticas
que atiendan los derechos de igualdad e inclusión. Surge una dicotomía entre
lo sancionado en carácter de ley y su implementación. Aunque coincidimos en
desacreditar la masividad del alumnado, cabe preguntarse cómo es posible que
se practique lo que por otro lado se critica. Tal vez sea el producto de la
ausencia de una verdadera formación de los docentes, los cuales se aferran a
ciertas prácticas pedagógicas que fueron las de sus maestros, o sea a sus
matrices de aprendizaje.
En conclusión, “resulta imposible enseñar lo que no se ha aprendido”. Otro
obstáculo se refiere al factor económico en relación a los recursos humanos
disponibles. La demanda de los casos individuales que se presentan
frecuentemente en una institución abierta a la diversidad y a la integración
4. supera los cargos de maestros integradores otorgados por el estado. Esto
dificulta una apertura total por parte de las instituciones debido a que no se
llega a lograr un verdadero trabajo en equipo con personal idóneo.
Consideramos que un trabajo conjunto entre la escuela integradora y las
escuelas especiales es imprescindible para acompañar no sólo a los alumnos
sino también a directivos y docentes de grado encargados de llevar adelante
proyectos integrados de verdadera calidad educativa.
A manera de conclusión
Cada institución tiene la autonomía para elaborar su propio proyecto y desde
ahí plantearse una educación con un fuerte contenido ético y social,
proporcionando a todo el alumnado igualdad de oportunidades para acceder al
conocimiento. La atención a las necesidades individuales ha de partir del
reconocimiento de todos y cada uno de nosotros, en un verdadero compromiso
desde todos los sectores de la comunidad educativa. Sabemos que somos los
docentes quienes podemos producir verdaderos cambios y transformaciones
en las escuelas. La tarea que se nos presenta no es fácil pero no debemos
sobrevalorar su grado de dificultad sino abordarla como un verdadero desafío
que enriquece creativamente nuestra profesión, siendo conscientes de que
deberemos atravesar momentos de incertidumbre, pero por sobre toda premisa
pesimista debemos fortalecernos desde un proyecto de escuela abierto a
la diversidad donde las propuestas de aprendizaje constituyan verdaderos
desafíos de nuestras prácticas educativas impregnadas de una visión
humanística como eje fundamental de un proyecto de vida que modifique la
educación desde sus cimientos. Surge así el objetivo principal de nuestro
trabajo: contribuir a la formación de un docente capaz de llevar adelante
proyectos educativos institucionales promotores de una escuela inclusiva
abierta a la integración escolar.
Autoras:
Patricia Brandauer, Rita Cirnigliaro, Cecilia Sabbatini, Daniela Saporito y Miriam
Udi.
Ponencia dentro del 4to Congreso Nacional y 2do Internacional de
Investigación Educativa
Universidad Nacional de Comahue, Río Negro, Argentina.
18 al 20 de abril 2007.
Publicado con la autorización de sus autoras.