José María Ortiz, decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, escribe mensualmente en Sector Ejecutivo sobre cómo encontrar "la mejor versión de nosotros mismos".
1. PAÍS:
España
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66
2785 €
l’u mejor versi6n
Cuesta darse
Contemplado el coraz6n humano desde
una perspectiva originaria (cuil es el
don que hemos recibido) esta conside-raci6n
no deja de tener un caricter her-menetltico,
pues ridS remite a un ori-gen,
a un principio, a una rafz, a partir
del cual se despliega cada historia hu-maria.
Cada persona es inseparable-mente
don y tarea, ra/z y despliegue.
La propia historia, pot su pane, tiene
un contexto, un ethos que remite al ori-gen;
no de un modo nostilgico sino co-mo
el lugar al que volver para apren-der,
y del que volver a salir (exitus et
reditus). Nuestra biografia tiene algo
de reconstrucci6n fatigosa dilatada en
el tiempo. Yes que para que llamada y
respuesta se encuentren hace falta
tiempo.
Cambiar las costumbres lleva tiempo:
es imprescindible dar (y darse) tiempo.
Alas personas las conocemos cuando
las queremos, porque les damos tiem-po.
Los hibitos estin hechos de tiem-po:
son facultades informadas por un
fin, un telos, que esti al final. La belle-za
de cualquier vocaci6n consiste en
dar tiempo para crecer, para madurar y
acercarse al modoc ompleto de darse la
madurez humana, pues las personas
humanas necesitamos tiempo para
mostrar siquiera una de las dimensio-nes
de ese don recibido.
Cada persona es algo diferente y dife-renciado,
yen esta consideraci6n entra
plenamente su materialidad: hablar de
la intimidad personal necesariamente
incluye alma y cuerpo. Los antiguos 1o
tenfan tan claro que cuando hablaban
de "conocer" a alguien 1o hacfan en un
sentido estrechamente unido a "amar",
a estar unido, a unirse corporalmente.
En la inocencia originaria se encuentra
plenamente el cuerpo: el don del pro-pio
cuerpo es imagen material (sacra-mento)
del dar. Nos ensefia que el et-hos
FRECUENCIA:
O.J.D.:
E.G.M.:
perfecto del don consiste en no ser
objeto uno para el otro. Siguiendo esas
huellas del coraz6n descubrimos que el
intercambio del cuerpo es don de la
persona cuando el otro no se reduce a
un objeto, sino que es querido por s/
mismo. Como querer a alguien pot sf
mismo es quererle honestamente, y no
como un bien dtil, la honestidad resulta
imprescindible para mantener la objeti-vidad,
para mirar la verdad y el bien
por lo que son en sf, manteniendola li-bertad
interior para la propia misi6n.
Cuando sentimos la fatiga de recons-truir
el significado del rec/proco don
desinteresado estamos experimentando
el temor a perder ese bien tan preciado,
Porque la libertad interior, la verdadera
pobreza de espfritu, no teme al cuerpo
sino a los malos espfritus. El miedo a
perder un bien, a defraudar, es propio
de quien se siente mils administrador
que duefio del bien recibido.
E1 amor en el tiempo es apasionado.
Dos personas y un solo cuerpo; capaces
Mensual
de sentir 1o que el otro siente, de vivir
juntos los mismos proyectos. Una vida
lograda no es una vida que somete a las
pasiones, sino un amor recto hacia el
bien. Hablar de amor apasionado es ca-si
una redundancia porque el amor es
tambi6n una pasi6n, 1o cual no significa
que sea algo fugaz. E1 amor deja huella
(llevar en el coraz6n), permanece(d ura)
y transforma, por 1o que el amor recto
es cored un hibito. Dicho de otro rod-do,
no todd amor es una virtud, pero to-da
virtud es en su raiz un amor recto.
Todas las emociones o pasiones afectan
tanto al cuerpo como a la mente.
que acompafiantes molestos de la liber-tad
humana son facilitadores de las
elecciones libres. Y 1o propio de la vir-tud
no es eliminarlas ni reprimirlas, si-no
"gobemarlas pol/ticamente": esto es,
ordenarlas influyendo en elias. Cierta-mente
las pasiones pueden desordenar
el punto de mira, el modod e ver la rea-lidad,
pues segdn es cada uno as/le pa-rece
el bien; pero el amor verdadero es
un querer con obras, con actos exterio-res,
y por eso es mis perfecto moverse
al bien no s61o con la voluntad sino
acompafiado de las emociones.
bQu6 significa un amor con obras? Es
un amor que da vida a otros. Tres son
los bienes que cuanto mis se dan
se tiene: el conocimiento, el amor, y la
vida: la vida que es relaci6n. Quien
comparte (da) sus relaciones no las
pierde, sino que gana mis. Y la rela-ci6n
se dice de tres modos principales:
habitus, proportio y respectus. E1 cora-z6n
comprende un determinado (pro-porcionado)
don recibido; tambi6n dice
orden a un fin, con el que aspira a con-cordar
porque es su verdad; yes un
bito el modo de conservar, de guardar,
las consecuencias de sus elecciones, de
los actos libres. E1 origen, el final, y el
tiempo conforman estas tres dimensio-nes
de la intimidad, esos tres hibitos
del coraz6n ¯
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ÁREA:
TRIBUNA
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1 Noviembre, 2014