2. Porque Dios conoce nuestra condición: se acuerda que somos polvo;
que como a barro nos dio forma, y que como la hierba y la flor del
campo que pronto se marchita y se seca, todos nos volvemos polvo y
ceniza; y el espíritu vuelve a Dios que lo dio.
3. Desde los albores de la
humanidad, sabemos que la
única diferencia entre un
cadáver íntegro, con iguales
huesos, músculos, nervios, y
piel, y nosotros, es que en
nosotros hay vida y en el
cadáver, no.
También sabemos que si
nuestro cuerpo se deshidrata,
ya sea en siglos en el sepulcro,
o en minutos al incinerarse,
igual se transforma en un
puñado de polvo o cenizas.
4. Todas las culturas antiguas sabían, aceptaban y dejaron por escrito,
que sólo Dios pudo transformar el polvo y el agua inertes, en un molde
de barro, y en un ser vivo.
5. Fue hasta el oscurantismo de la Edad Media (siglos V al XV d.C.) que
por ignorancia, se empezó a creer en la generación espontánea de la
vida: Que de la fruta o carne podrida se originaban hongos, gusanos, y
moscas; que trapos sucios podían originar ratones; que del bambú se
originaban pulgones; y que del fango de los ríos, se originaban peces,
sapos, y víboras (Aristóteles 384 d.C. y Jean Baptiste Van Helmont 1577
d.C.).
6. Gracias al Renacimiento, las ciencias progresaron, y Francisco Redi
(1626-1697), y más tarde Lázaro Spallanzani (1729 a 1799), probaron
que en frascos cerrados y hervidos, la carne en putrefacción, no
engendraba gusanos ni moscas.
7. Pero fue el famoso químico y biólogo francés Louis Pasteur
(1822-1895), quien con sus experimentos, descartó definitivamente la
teoría de la generación espontánea de microbios u organismos, y
estableció la Ley de la Biogénesis: “Que toda vida procede de otra
vida.”
8. En forma
contemporánea,
el médico
alemán, Rudolf
Virchow (1821 a
1902), padre de
la Histopatología,
complementó
esta ley con su
principio que
dice: “Toda
célula procede
de otra célula.”
9. Ignorando tales principios, varios
científicos fueron influenciados por los
escritos de Charles Darwin (1809-1882),
y las ideas de Federico Engels
(1820-1895) sobre la evolución de lo
inorgánico a lo orgánico, y de lo orgánico
a lo biológico.
10. Así, el investigador ruso
Alexander I. Oparin
(1894-1984), junto con
John B. Haldane
(1892-1964), publicaron
su teoría: “Un modelo
naturalista que apoya la
generación espontánea
de la vida, por un
proceso de evolución
química y abiogénesis
(vida que NO surge de
otra vida).
11. Ellos propusieron que la vida
se originó espontáneamente, a
partir de materia inerte, en un
‘caldo prebiótico’ de agua de
mar, en una atmósfera libre de
oxígeno y rica en metano,
hidrógeno, y amoniaco, y
gracias a la energía recibida de
fuentes naturales (un rayo),
que dio como resultado al
primer ser vivo unicelular,
microscópico, marino, y muy
parecido a una bacteria.
12. A pesar de ser una clara
regresión al oscurantismo, y
por más ridícula y
acientífica que parezca,
esta teoría sigue vigente
hasta hoy como la teoría
oficial de los evolucionistas,
sobre el origen de la vida.
13. Pero los descubrimientos hechos en
los últimos 50 años por la biología
molecular, la genética, y la
genómica, sobre la extraordinaria
complejidad de las proteínas,
principalmente del ADN (ácido
desoxirribonucleico), han vuelto a
descartar toda posibilidad de que la
vida sea producto de la generación
espontánea o la casualidad.
14. Ninguna de las reacciones bioquímicas y funciones necesarias para
mantener viva una célula, o para que se reproduzca, se puede llevar a
cabo en ausencia de oxígeno, o fuera de una célula viva; y menos en
un caldo prebiótico inerte.
15. Georges Wald (1906-1997), investigador de Harvard, y premio Nobel de
medicina y fisiología (1967), declaró: “En cuanto al origen de la vida en esta
tierra, sólo hay dos posibilidades: Creación o generación espontánea. No
hay una tercera alternativa…
16. … La generación
espontánea fue
refutada hace 100
años, lo que nos lleva
únicamente a una
conclusión: La
creación sobrenatural.
Como esta no
podemos aceptarla por
razones filosóficas y
personales, hemos
escogido creer lo
imposible: Que la vida
surgió
espontáneamente, y
por causalidad.”
17. Ante las evidencias, cada vez más científicos, hemos escogido
creer que el Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él
hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, a todos da vida y
aliento, y todas las cosas. Porque como el Padre levanta a los
muertos, y les da vida; así también Jesucristo a los que quiere da
vida.
(Hechos 17:24-25 y Juan 5:21).