2. La idea de que genéticamente somos 98 % similares a los chimpancés,
97% a los gorilas y 96% a los orangutanes, ha sido muy difundida; pero a
partir de que se descifró el genoma humano (2003), y el del chimpancé
(2005), recientes hallazgos de genómica, ciencia que estudia los genes, y
de biología molecular, descartan que haya parentesco entre ellos.
3. No teniendo acceso a los conocimientos científicos actuales, Carlos Darwin
en 1859, miope e ignorantemente, supuso que por el sólo hecho de que
todos ellos tienen cabeza, tronco, extremidades, 5 dedos, y órganos y
sistemas parecidos, necesariamente implicaba que los simios y los
humanos, eran parientes y descendientes lejanos de un ancestro común.
4. El confiaba que en un futuro cercano, se encontraría el “eslabón perdido”
que probaría su teoría; pero la realidad fue que, al igual que en todas las
demás especies, después de buscarlas exhaustivamente por más de 150
años, nunca se encontró ni una de las miles de formas transicionales
fosilizadas, que eran necesarias para probar la teoría de la evolución.
5. Estudios sumamente sofisticados de genética, han demostrado que el
número cromosómico es característico para cada especie:
El hombre tiene 23 pares de cromosomas
La mosca de la fruta 4 El maíz 10
El chimpancé 24
… y aunque pueden identificarse
más de mil variedades de erizos, y
más de 200 razas de perros, nunca
por ello, cambian de especie.
6. También es miopía científica
decir que el ADN de los
simios es 98% similar al de
los humanos, simplemente
porque como en todas las
otras millones de especies
conocidas, está siempre
formado por infinidad de
variantes en la secuencia de
sus únicos cuatro
nucleótidos, comunes a
todos los seres vivos:
Adenina (A), Guanina (G),
Timina (T), y Citosina (C).
7. Esto, lejos de ser evidencia de evolución, es evidencia de un Diseñador
común, que sabía que la similitud bioquímica era indispensable para
que todos los seres vivos se pudieran alimentar unos de otros, y usar
las biomoléculas comunes (azúcares, grasas, proteínas) a todos, para
formar sus propias estructuras, y reproducir sus propios descendientes.
8. De acuerdo con algunos expertos la similitud real entre simios y
humanos es 86%; y que sea posible la hibridación o unión de una
pequeña porción codificadora de una cadena de ADN humano
(exon) con la del chimpancé, no prueba su parentesco, porque hay
mucha más información reguladora (intrones) en los genes, que es
0%
similar entre ellos.
9. Paradójicamente, el genoma del chimpancé
es 12% mayor al del humano, que puede
hablar, leer y escribir, y tiene mucha más y
más complicada información en sus más o
menos 30,000 genes formados por 3 mil
millones de nucleótidos. Esta sola y
monumental diferencia entre los simios y
humanos, descarta cualquier argumento de
parentesco.
10. Así las mayores diferencias programadas en el ADN humano, y que de
acuerdo con los evolucionistas no hubo suficiente tiempo para que por
evolución aparecieran, radican en las singulares funciones cerebrales y
mentales del humano, como la conciencia, la destreza, el lenguaje, el
pensamiento abstracto, la espiritualidad,
y la creatividad.
11. Decir que en la evolución
del chimpancé hacia el
humano, se redujo el
número de cromosomas
de 48 a 46, a base de la
fusión del cromosoma 2,
aunque en teoría pudiera
parecer razonable,
investigadores calificados,
aseguran que el análisis a
nivel molecular del
supuesto punto de fusión,
proporciona “más
información ambigua que
evidencia sólida.”
12. El biólogo evolutivo Richard
Sternberg escribe: “Apoyarse en
la secuencia telomérica
intersticial 2q13 y presentarla
como típica de lo que se observa
en los genomas del chimpancé y
del humano, es una deliberada
selección de datos.
Es la omisión de considerar
objetivamente todos los datos lo
que conduce al darwinismo a
tantas y peligrosas trampas.”
13. Específicamente, en el cromosoma ‘Y’ se encontró 30% menos
información en el ADN del chimpancé al compararlo con el del
humano. La explicación de que ‘la evolución, en forma
extremadamente rápida, la desapareció’ no solo no tiene fundamento
científico, sino es contrario al principio de la evolución, en donde
siempre se gana (y no pierde) información.
14. Más que en la secuencia
de bases y genes, hay
enormes diferencias
porque aunque genes
similares, producen
proteínas similares, éstas
suelen funcionar diferente
en cada especie;
Además, los mecanismos
reguladores que
controlan (activan o
inactivan), y coordinan la
función de los miles de
genes que cooperan
formando tejidos y
estructuras, son muy
diferentes.
15. Además, ahora se sabe que
no el 5%, sino el 93% del
genoma humano, es
funcional y activo en la
producción de proteínas, y que
no es ADN ‘basura,’
como se creía en 2003. Esta
información estructural y
funcional incrementa las
diferencias enormemente, y
sin duda apoya el concepto de
que simios y humanos fueron
creados como especies
distintas.
16. Aún una similitud del 96% al 98%,
supone una diferencia de 120
millones de pares de bases entre
ellos; y una diferencia en la
información en el ADN,
equivalente a 12 millones de
palabras congruentes, escritas en
mil libros de 500 hojas cada uno.
Por ley de probabilidades, ni
en billones de años de
evolución, se lograría esto
por mutaciones ‘benéficas’ al
azar.
17. W. J. ReMine comenta: tomaría alrededor de 7X1011 (70 seguido de 11
ceros) años cambiar por mutaciones espontáneas, esos 120 millones
de pares de nucleótidos. Así, en 10 millones de años (el doble del
tiempo en que se supone que existió el ancestro común del humano y
chimpancé), idealmente, sólo se habrían hecho el 0.001% de las
sustituciones.
18. Más importante que la
secuencia, es la información
almacenada en los grupos
de bases que forman genes.
Se sabe que aunque hay
genes equivalentes, no hay
genes intercambiables;
y que la evolución se hace
aún más improbable porque
hay genes que controlan
más de una función
(pleiotropía), y funciones y
estructuras que requieren
más de un gen (poligenía).
19. Pero además de lograr
mutaciones benéficas en
los genes que mandan
órdenes, se necesitarían
cambiar los mecanismos
de captación, transmisión,
interpretación y
activación de la
información, necesarios
para que éstas se
traduzcan en acciones.
Esto se complica más
cuando consideramos la
interacción de miles de
genes para formar un
órgano como el ojo.
20. El gen PAX6,
asociado con el
desarrollo del ojo,
se ha identificado
en las medusas, la
mosca de la fruta,
los peces, el ratón
de laboratorio, el
chimpancé, y los
humanos.
Pero el de una especie, no es
intercambiable con el de otra, como
una pieza de rompecabezas, no es
intercambiable con la de otro, aunque
a nivel de sus bases los dos fueran
99% similares.
21. Dios hizo a los animales de la tierra según su género y especie; y al
humano a su imagen; varón y mujer los creó”
(Génesis 1:20-27).