2. Dios dijo: ¿Quién es ése
que oscurece el consejo
con palabras sin
sabiduría? Yo te
preguntaré, y
respóndeme tú: ¿Cazarás
tú la presa para el león y
saciarás el hambre de los
leoncillos? ¿Quién
prepara al cuervo su
alimento, cuando sus
polluelos claman a Dios?
¿Se remonta el águila por
tu mandamiento, y pone
en alto su nido? (Job
38:1-3, 39; y 39:27).
3. Los instintos tienen como fin preservar la integridad del individuo y
de su especie, y son conductas no aprendidas, ni modificables,
comunes a todos los miembros de una especie; automáticas,
innatas y heredadas por los genes; y que se expresan en
comportamientos precisos, específicos, muy complejos, y de los
cuales generalmente, no se tiene conciencia.
4. Así, aunque un animal, como la tortuga y la araña, quede aislado de
sus progenitores desde su fase de huevo o larva, sabrá qué hacer,
qué ruta tomar, cómo procurarse el alimento, y cómo reproducirse,
desde el momento de su nacimiento.
5. Además, la araña construirá su red de diseño característico; los
gusanos, capullos distintivos; y los pájaros nidos únicos.
6. Además, muchos mamíferos, aves, peces, e insectos, seguirán, sin
instrucción o experiencias previas, a través de miles de kilómetros,
por cielo, mar, ríos, o tierra, las mismas rutas de migración
seguidas por todos sus antepasados, en búsqueda de alimento y
climas propicios para sobrevivir y reproducirse, logrando a tiempo,
llegar siempre al mismo sitio.
7. Desde el nacimiento, pero sólo en circunstancias y tiempos
propicios, ciertos estímulos específicos ingresados por los órganos
de los sentidos, son integrados y coordinados por el cerebro, quien
por el sistema nervioso y con la ayuda de hormonas y otras
sustancias, desencadena las complicadísimas conductas instintivas
características en cada especie.
8. Algunos clasifican los instintos en vitales o de conservación,
incluyendo aquí, los que permiten al animal alimentarse gracias a
asombrosas destrezas; a aparearse después de complicados
cortejos y peligrosas luchas por el derecho a la pareja; y a
defenderse frente a sus depredadores, con sofisticados
mecanismos que permiten la preservación de la especie.
9. En los animales frecuentemente se ejerce la ley del más fuerte
como mecanismo instintivo para preservar lo mejor de la especie;
pero jamás este mecanismo ha sido usado para modificar, cambiar,
o transformar una especie en otra, por evolución o por selección
natural; y nunca una conducta adquirida, se integra al ADN, para
heredarse como instinto.
10. Se clasifican como instintos de placer, aquellos que aparte de
satisfacer necesidades vitales, proporcionan una satisfacción
agregada; como cuando se selecciona un alimento sobre otro igual
de nutritivo (néctar, fruta, animal, etc.); ó un tipo de guarida, en vez
de otra; una pareja en vez de otra, y una actividad y sitio para la
recreación, en vez de otro.
11. Se llaman instintos sociales, los que permiten a los animales
sociales forzosos, como las hormigas, abejas, y manadas de
mamíferos, organizarse jerárquicamente, y repartirse las labores,
en forma eficiente y prácticamente perfecta. Cuviller observa: “las
abejas actuales construyen sus panales exactamente como las
abejas descritas por Virgilio hace 2000 años.”
12. Pero a diferencia de los reflejos condicionados que son
adquiridos, perfeccionados, y modificados por aprendizaje, los
instintos reflejan una extraordinaria inteligencia no cerebral, que
ahora se sabe está programada en el ADN, junto con todas las
características singulares y no modificables de una especie, y que
se transmiten genéticamente de padres a hijos.
13. La inteligencia es proporcional a la cantidad de masa cerebral, y
aunque su capacidad de aprendizaje es extraordinaria, también lo
es su capacidad de vacilar y errar. En cambio, el instinto es casi
infalible. Hay insectos que clavan su aguijón con exactitud
milimétrica, para sólo aletargar a su víctima, pues tanto él como sus
crías, sólo la comerán si está viva.
14. Hay instintos para los que no hay alternativas, como los de
insectos y aves que no pueden escapar volando hacia arriba en
contenedores destapados; y hay animales que de acuerdo con la
inteligencia disponible, logran completar felizmente una conducta
instintiva, después de superar varios obstáculos, gracias a que
son capaces de encontrar soluciones alternas.
15. También es sabido que hay aves que no construirán su nido, ni
empollarán sus huevos, si las circunstancias no son propicias; y
que muchos animales se multiplican de acuerdo al alimento
disponible. Son asombrosas las veces en que una hembra es capaz
de suprimir su instinto de conservación personal, para favorecer la
conservación de sus crías.
16. Algunas conductas instintivas, como el canto de los pájaros, la
procuración de alimento, y la conducta ante los humanos y otros
animales, se logra modificar artificialmente, en los animales
domesticados o en cautiverio; pero se ha demostrado que los
instintos reaparecen íntegros, cuando los animales logran
sobrevivir, al reintegrarlos a su hábitat natural.
17. Pero la mayoría de los instintos, como la forma de desplazarse,
volar, cazar, alimentarse, migrar, defenderse, reproducirse y más,
en los miembros de una especie, criados hasta la madurez
psicomotora, aislados de los demás, se expresan en el momento de
integrarlos, con la misma destreza que muestran los que nacieron y
se criaron naturalmente.
18. Por ser extremadamente
compleja, enorme, y
específica, la
información
correspondiente a los
instintos, sólo se explica
razonablemente,
aceptando que fue
codificada, programada,
e incluida en el ADN, por
un ser inmensamente
inteligente y sabio al que
la Biblia llama Dios.
Creer sin bases, que
apareció por casualidad,
evolución, o selección
natural, es ridículo.
19. Dado que los insectos, aves,
peces, y demás animales no
tienen conciencia de sus instintos,
cuya complejidad es siempre mayor
a la que correspondería a su
capacidad intelectual.
20. Solo al humano adulto
se le considera
responsable de su
conducta, porque todo
instinto es juzgado
por la razón, y puede
voluntariamente, ser
modificado, reprimido,
o anulado.
21. Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé
sabio; la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni
señor, prepara en el verano su comida y recoge en el
tiempo de la siega su mantenimiento (Proverbios 6:6-8)