2. Psicodiagnóstico y evaluación psicológica
Introducción
Ser persona es quizás el primer requisito para poder ejercer la profesión de psicología, una vez que se cumple este
requisito poder evaluar y peritar de forma adecuada, es cuestión de estudio y de oficio. Por esto mismo el evaluador
es lógico que tenga una serie de incertidumbres que se han bautizado como ansiedades del evaluador o del perito.
Estas ansiedades deben ser menores que los objetivos que quiere alcanzar el evaluador o perito, siendo
fundamental el conocimiento de estas dinámicas propias de las personas, para no ser devorado por ellas. Olvidar
que la relación con los pacientes o sujetos a quien se perita comienza mucho antes del momento en el que el
consultante acude a la consulta, es no tener mucha idea de este oficio.
El sujeto sabe del profesional, algunos muchísimo, otros no conocen nada, pero comienzan a realizar sus fantasías
sobre el propio proceso y quien lo va a realizar, de tal manera que antes de estar frente a él, el sujeto ya ha estado
con el profesional y viceversa.
En Psicoterapia de Tiempo Limitado se sabe la importancia que tiene la sentencia “solo podemos realizar aquello que
hemos imaginado haber realizado”, y esto es lo que le ocurre en algún nivel de su conciencia al sujeto que consulta
3. Necesidades
Pero tal como se ha adelantado, se señalarán las ansiedades y los miedos del psicólogo durante
la intervención, y por ello se colocarán también las esperanzas y necesidades más habituales.
Una primera necesidad del evaluador es ser útil en el proceso. Por esto la sensación de
inutilidad es una ansiedad habitual en el proceso de intervención. Los sanitarios suelen ser una
población que necesita, para sentirse bien con su profesor, haber sido útiles.
El perito que no actúa como clínico necesita de igual forma esta utilidad en el proceso, sabe que
para el sujeto es muy importante su trabajo, y en el proceso hay muchas personas e
instituciones que dependen del buen o mal trabajo para realizar acciones casi siempre
trascendentales para la vida de las personas. Si se pregunta al colectivo de estudiantes que han
terminado el bachillerato y quieren hacer psicología, qué les motiva para escoger esta carrera,
uno de los primeros puestos lo acoge la idea de ser útil a la población.
4. Esperanzas
En la clínica las esperanzas cambian respecto al peritaje, aunque algunas se
mantienen. Cuando la evaluación es para un psicodiagnóstico previo a un
tratamiento psicológico, habitualmente tienen la esperanza de que se les libere de
su dolencia, síntoma, malestar o problema. Y si no es posible, vienen con la
esperanza que se les ayude a soportar la carga que representa lo que le hace
sufrir. Algunos vienen explícitamente a desahogarse, a sacar de sus adentro lo
que no han dicho antes, o a repetir lo que dicen continuamente, a poder opinar y
decir lo que tienen dentro sin que se les juzgue o nadie les interpreten. No es
poco habitual los pacientes que acuden a que se les de cariño, a que se les
quiera, se les trate bien, se les dé un lugar donde se sientan considerados, vienen
a que se les reconozcan o a que el psicólogo se haga cargo de su vida, siendo
esto muy peligroso.
5. Ansiedades
La ansiedad del evaluado tiene también componentes particulares y singulares que se pueden
diferenciar. La ansiedad puede indicar unos momentos de desconfianza del paciente o del
evaluado de suspicacia, de recelo que dirige hacia algún aspecto de su vida, o incluso hacia la
propia situación con el evaluador; este tipo de ansiedad se denomina ansiedad paranoide.
Otro tipo de ansiedad es la confusional, donde se observa evitación, ambigüedad y en ciertos
sujetos entrega, pero llena de ambivalencia, siendo habitual un “me pongo en sus manos”, “que
va a hacer conmigo”. Y una tercera manera tiene que ver con una angustia de llanto, de
inhibición, melancólica, de sumisión y dependencia, es la que se llama ansiedad depresiva. En
la evaluación como peritos los pacientes suelen traer ansiedades, miedos del propio diagnóstico;
puesto que temen que se les encuentre algo incurable, maligno, siendo verdaderos sujetos
hipocondriacos, dando una interpretación realmente exagerada a palabras como neurosis,
depresión, trastorno, patología.
6. Diferencias e interacciones
Es importante diferenciar, para hablar de los objetivos del psicodiagnóstico, cuando se realiza en un contexto clínico
o pericial jurídico. A partir de ahora se hablará de diferencia entre evaluación (peritaje) e intervención (clínico). Las
diferencias y las semejanzas, en cuanto al encuadre es un elemento clave, al igual que sus reciprocidades. Las
diferencias fundamentales son: la relación con el sujeto, el marco y sobre todo el fin por el que se realiza la
intervención.
Diferencias: 1. En cuanto al marco o encuadre en que se desarrollan, son distintos: • El tiempo. • Los roles de los
implicados. • Los límites existentes. 2. En cuanto a los fines u objetivos prioritarios que se pretenden lograr, también
aparecen diferencias: • Descripción y planificación en el caso del diagnóstico. • Cambio en el caso de la intervención.
Interacciones • El diagnóstico, sea cual sea el contexto, tiene valor terapéutico, también la intervención está siempre
acompañada de un componente de evaluación y de descubrimiento. • Hay evidencias, que el simple hecho de
evaluar ya puede producir un cambio terapéutico en el sujeto. • El propio proceso de interacción ya produce efectos
terapéuticos medibles, siendo en numerosas ocasiones una experiencia emocional correctora. Sin duda se puede
entender la evaluación psicológica como un primer escalón de la intervención
7. Estructura del procedimiento
Averiguar la línea base desde la que parte el sujeto, es decir, describir la situación desde
la que parte el sujeto, para, de esta forma, poder determinar la intervención ajustándose
a la situación real en la que se encuentra. En el modelo esta fase se le denomina fase
de encuentro y marca. • Desde esa línea base, se aplica el programa de intervención,
que en el modelo es la fase de desencuadre y desplazamiento.
En todo momento, tanto en la fase de encuentro y marca como en la de desencuadre y
desplazamiento, se está evaluando e interviniendo; pero si queda muy fijado que en la
primera es más imperante la evaluación y en la segunda la intervención.
En la tercera fase denominada de reestructuración y resolución, aparece una especie de
nueva evaluación que compara de donde se parte y que lo realiza, en este caso, el
sujeto hacia sí mismo.
8. Encuadre del proceso diagnóstico
La evaluación sí que varía en cuanto a encuadre cuando se realiza en un marco
clínico o pericial. En el encuadre clínico es muy habitual que sea el sujeto o la
familia del sujeto, los que piden apoyo o ayuda psicológica. Mientras que en el
pericial no es tanto el sujeto el que viene a que se le evalúe, sino que es por
mediación de una entidad que se lo pide, o directamente porque está en una
circunstancia vital donde un perito tiene que intervenir, por lo tanto, el factor
motivador de la llegada a la evaluación es distinta. En el territorio pedagógico,
incluso, se realiza la evaluación como una ayuda para el profesorado, y por ello ni
la familia, ni el sujeto lo piden, sino que es un tercero con el consentimiento de los
padres, por supuesto, si el sujeto es menor.
9. Objetivos principales
Hay unos objetivos indudables y universales en todo proceso de evaluación
psicológica, tienen que ver con su utilidad, por lo que la evaluación principalmente
tiene dos objetivos: • Comprender el caso y lo que ha sucedido. • Planificar una
intervención si se está en el campo clínico o una valoración mediante un informe
si es un medio pericial. El denominador común de ambos objetivos es el
conocimiento, es decir, conocer y hacer conocer a quien realmente le incumbe lo
que le ocurre al sujeto y lo que ha ocurrido en su realidad
10. Objetivos secundarios
Son secundarios no tanto por ser inferiores en importancia que los principales,
son secundarios porque no siempre se pueden lograr o porque en algunos casos
no se pueden medir o saber si se han logrado. Su definición también es menos
sólida por tener elementos abstractos difíciles de medir, los objetivos secundarios
principales son: • Conseguir un vínculo singular. • Incentivar los recursos
potenciales del sujeto. • Recoger información válida para el proceso.
11. Bibliografía
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4. Aguado, R. (2014) Es emocionante saber emocionarse. EOS. Madrid.
5. Aguado, R. (2015) La emoción decide y la razón justifica EOS. Madrid.
6. Albarrán, J. (1998). El informe pericial psicológico en los procesos civiles y laborales. Aspecto teórico de la intervención del
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Universidad-Empresa, 13-49.
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