1. UNIVERSIDAD INTERCULTURAL DE LAS NACIONALES
Y PUEBLOS INDIGENAS
Carrera: Lengua y Cultura
Asignatura: Español Académico
Tema: Ensayo
Paralelo: “A”
Alumna: Elza Guadalupe Chuima Hueca
Tutor: Lic. Denisse Anangono
SEGUNDO CICLO
24, NOVIEMBRE, 2023
2. EL SOL Y LA LUNA (ETSA TURA NANTU)
INTRODUCCIÓN
Los Shuar creen que la Tierra es una inmensa isla en la cual viven los hombres en
continuas dificultades y guerras, molestados por antepasados maléficos, llamados
íwianchi, que buscan toda clase de placer terrenal ya que no pueden ir al cielo.
La tierra limita con el abismo y está rodeada por el cielo que separa las aguas infinitas
de la atmósfera, vital para los animales
El cielo es una extensión inmensa de planicies fertilísimas, habitada por los dioses y los
hombres que gozan de todo bien. Antiguamente todos los hombres podían disfrutar de la
felicidad del cielo, porque podían subirse por un bejuco, que, desde las plantas del cielo, colgaba
hasta la tierra.
Bajo las aguas vive el pueblo de Tsunki, Dios poderoso que puede destruir el Universo
con las tempestades y las inundaciones, y señor de cuanto hay en las aguas. Produce las lluvias
abriendo los broquetes del cielo para que bajen las aguas de arriba.
Debajo de la Tierra vive el pueblo de Nunkui, creadora de las plantas del cielo y de la
tierra.
En el cielo de arriba vive el pueblo de las Atsut, mujeres misteriosas, el pueblo de los Ya
(Estrellas), hombres bienaventurados que subieron al cielo sin morir. Los pueblos de los Arutam,
antepasados justificados y dioses protectores de la familia, descansan en el cielo de abajo y se
comunican con los vivientes que los suplican, por medio de una puerta que hay debajo de las
cascadas de los ríos. Sólo Ayumpúm el primer Arutam, vive en el cielo de arriba observando a
los hombres e impidiendo las guerras con sus rayos.
Etsa (el sol) y Nantu (la luna) observan el mundo de arriba y de abajo recorriendo todos
los días sus caminos. Nadie puede acercarse al sol porque se quema.
El sol es el Dios fuerte y austero que maldice a los hombres si no cumplen con sus
mandatos.
Por las faltas de los hombres, entró en el mundo la guerra, la muerte, la fatiga y todo
mal. Muchas de las plantas y de los animales eran seres humanos. Fueron castigados por sus
3. faltas. Antiguamente estos seres dialogaban con los hombres, pero los uwishin (brujos) con sus
maleficios, quitaron toda comunicación con el mundo misterioso.
Esto nos ha permitido abrir nuevas fronteras para incorporar, en el mundo de la ciencia
universal, las epistemologías de las nacionalidades, éstas como constructores esenciales en el
desarrollo de la racionalidad del mundo indígena.
DESARROLLO
Apareció sobre la Tierra un pueblo de gigantes horribles, llamados Iwia, que destruían
cuanto Nunkui había creado, cazaban toda clase de animales y se devoraban a los mismos
hombres. Comían todo sin saciarse nunca.
Regresaban de sus correrías cargando al hombro una shinkra (bolsa) llena de animales y
de seres humanos. Sembraban la desolación por doquier.
Uno de ellos respetó la vida de una joven esposa, llamada Wanupá, después de haberse
comido a todos los familiares, porque se comprometió a entregarle cada día una gran cantidad
de peces.
Por ser mujer amada de Tsunki, recibía de élla la cantidad suficiente de pescado para
aplacar el hambre de Iwia y salvar así la vida de muchos shuar.
Pero al descubrir Iwia las relaciones de esa mujer con Tsunki, la mató abriendo el vientre
con su hacha de piedra.
Del vientre de la víctima salieron dos huevecitos de los cuales nacieron Etsa (el sol) y
Nantu (la luna).
Apareció así sobre la tierra el salvador de los hombres, pues Etsa, auténtico hombre,
pero que llevaba en su ser el poder del dios de las aguas, debía librar a la humanidad del malvado
Iwia y traerle ventura sin cuento.
Etsa y Nantu crecieron fuertes, valientes y llenos de vigor. Porque se alimentaron desde
la niñez con los ajíes que cogían en las huertas de Iwia.
Al hacerse adultos se casaron con una sola mujer, llamada Auju. La mujer amaba más a
Nantu que pasaba continuamente con ella, mientras Etsa casi no podía usar de sus derechos.
Los muchos celos enfriaron el cariño entre los dos hermanos que comenzaron a odiarse.
Un día se entabló una lucha a muerte entre los dos.
4. Nantu tuvo la peor parte y, muy maltrecho y avergonzado, abandonó el hogar y se subió
al cielo por un bejuco colgante. Por haber perdido parte de su vigor en esa pelea, calienta ahora
mucho menos que el sol.
Así aprendieron los hombres a detestar la poliandria, pero, gracias a esa pelea, la tierra
es habitable; pues, si la luna calentara como el Sol, el calor nos asfixiaría.
Etsa fue atrapado por Iwia mientras estaba robándole los ajíes y se puso a su servicio
como cazador. Inventó la cerbatana y sus flechas eran siempre certeras. Los shuar
experimentaron durante este período cierta tranquilidad porque Iwia tenía suficiente comida
con lo que cazaba Etsa. Pero los animales de la selva desaparecían a ojos vista. Los cazadores
regresaban a casa amargados, sin carne para sus hijos.
Vivían entonces en la tierra dos grandes tribus, igualmente poderosas: la de los Shushuí
(armadillos) y la de los Tuyá. Se entrevistaron los dos jefes y decidieron declararse una guerra
implacable para que disminuyera la población terrestre y hubiera así alimento suficiente.
Los Shushuí se armaron con dos lanzas: una más larga que empuñaban con la mano
derecha y otra más corta colgaba de la cintura.
Los Tuyá llevaban una lanza en la mano derecha y en la izquierda un escudo que
recortaron de las anchas raíces de los árboles gigantescos de la selva.
La lucha fue muy sangrienta. Los Shushuí arremetiendo violentamente con su lanza
contra los escudos, derribaban a los enemigos y los apuñalaban con la lanza corta. Los Tuyá se
acercaban atrevidamente defendiéndose con los escudos y clavaban sus lanzas en el pecho de
los adversarios.
Perecieron así todos los guerreros y los dos jefes se midieron por largas horas sin
desmayar. Reconociendo que eran invencibles, acordaron que los Shushuí ocuparían la zona
montañosa y que los Tuyá vivirían en los llanos.
Con el correr de los años, Etsa terminó con cuantos animales había en la tierra, para
calmar el hambre del insaciable Iwia.
Los hombres no tenían ya con que sustentarse y los crueles antropófagos habrían
acabado también con ellos, si una palomita misteriosa no hubiera cambiado el corazón de Etsa.
Un día andaba éste por la selva mirando angustiado, escudriñando los rincones más
inaccesibles, pues no hallaba ni una avecilla, ni un bicho para su goloso amo. Se le presentó
entonces una palomita yapánkam y sembró en su corazón el fuego de la venganza, informándole
5. que ese mismo Iwia, a quien él servía tan fielmente, había comido a sus familiares y matado a
su madre poco antes que él naciera.
Fue tanto el dolor de Etsa, que lleno de indignación, juró que no se aplacaría su ira
mientras hubiera un solo Iwia con vida. Luego se apenó profundamente al contemplar la
naturaleza desolada: todo había desaparecido en las fauces de su peor enemigo.
Lo consoló la paloma, y siguiendo sus indicaciones, puso las plumas de sus adornos en
la cerbatana y, soplando, resucitaron todas las especies que había destruido. Luego labró la lanza
vengadora, mató a la esposa de Iwia y, transformándola en venado, la sirvió a Iwia como comida.
Mató luego al mismo Iwia aprisionándolo y fue libertado por el Paují Mashu. Intentó matar a
Etsa que se transformó en un pajarito. Viendo que era invencible, buscó su amistad, pero Etsa
lo amarró entre unos peñascos a orillas de un gran río. Los peces, tan apetecidos por él, se
morían a su alrededor sin que él pudiera cogerlos.
Debatiéndose desesperadamente para soltarse, sacude la tierra produciendo
terremotos y, gimiendo de rabia porque no logra coger ni los pececillos que pasan junto a sus
mismos labios, produce esos ruidos subterráneos que de vez en cuando escuchamos.
Así comenzó una era nueva para la humanidad. Etsa con sus poderes divinos, debía
destruir el mal valiéndose de los mismos hombres y renovar el mundo.
Etsa quiere elevar la humanidad concediéndole poderes superiores a su naturaleza. Si
los moribundos se hubieran hecho atender por Kaya, los brujos maléficos Titikriáts habrían
perdido sus poderes y los hombres hubieran sido inmortales. Pero no sucedió así por culpa de
Sesénk y Tinkishápi corrió a así por culpa de Sesénk y Tikishapi.
Estando un shuar gravemente enfermo, Sesenk se ofreció a llamar a Kaya, jactándose
de que nadie le ganaba en velocidad. Pero resultó que apenas podía andar y, para que el
enfermo no muriera, Tinkishápi corrió a llamar a los Titikriáts.
Por eso Etsa maldijo a la humanidad, permitiendo que los hombres muriesen en las
guerras o atravesados por las flechas invisibles de un Uwishin enemigo.
Transformó a Sesenk en un coleóptero negro para que todos detestaran la jactancia y la
mentira. Transformó a Tinkishápi en un grillo para que se detestara la desobediencia, transformó
a los Titikriáts en langostas para que todos conocieran el origen de la muerte y Kaya en piedra
para que la humanidad recordara que era voluntad de Etsa que todos los hombres tuvieran una
vida larga como las piedras más duras.
6. Así, la muerte entró en el mundo por la mentira y la desobediencia.
Etsa habría concedido la resurrección de los muertos, si los familiares hubiesen velado
a los difuntos hasta que se levantaran de nuevo. Pero sucedió que los familiares de un difunto
se descuidaran y se fueron a tomar chicha cuando el muerto apenas comenzaba a respirar.
Durante esa breve ausencia llegó un hombre sádico, llamado Amarta, que le clavó su
daga en el corazón cuando comenzaba a latir de nuevo.
Maldijo entonces Etsa a los hombres por su descuido, estableciendo que los muertos
resucitarían sólo al fin del mundo. A Amarta le transformó en una avispa para que todos
detestaran su crueldad.
Para que las mujeres no sufrieran en los trabajos agrícolas, Etsa concedió a las
herramientas de trabajo el poder de trabajar solas. Así, sin ninguna preocupación, se iba
labrando la tierra y el mundo se transformaba en un paraíso fecundo en toda clase de frutos.
Había desaparecido por completo el hambre de este mundo. Pero dos mujeres vanidosas
menospreciaron la ayuda de Etsa y comenzaron a labrar la tierra, creyendo que podían
prescindir de él.
Cuando salió el sol. Comenzaron a sudar y a sentir cansancio. Quisieron terminar la
siembra de maíz, pero la huerta se agrandaba más y más. Buscaron una sombra para descansar,
pero las sombras huían de ellas. Quisieron refrescarse en el río, pero el agua se alejaba también.
'Se percataron de que iban a morirse, y, en efecto, una se transformó en rana yantáushi y la otra
en el ave panka.
Por la presunción de estas dos mujeres, Etsa quitó el poder que había dado a las
herramientas y estableció que las mujeres se ganaran el sustento para sí y para los hijos con el
propio esfuerzo.
Etsa enseñó a los shuar a elaborar la cerbatana y señaló cinco clases de palmeras, de
cuyo tronco podrían hacer las flechas. Etsa dio también a las flechas la rara virtud de dar siempre
en el blanco. De manera que un cazador al disparar desde la puerta de su casa, mataba la presa
que más apetecía. Así los hombres tenían abundancia de carnes sin ningún esfuerzo.
Pero Etsa sometió a los cazadores a una prueba, prohibiéndoles que comieran el fruto
del chamburo numpi. A pesar de vivir entre tanta abundancia, Kujancham desobedeció y, apenas
hubo comido el fruto prohibido, sus flechas comenzaron a fallar.
7. Por la desobediencia de un solo hombre las (flechas perdieron su poder extraordinario.
Los cazadores debían buscar los animales con mucha dificultad y la mayor parte de las flechas
que disparaban, se perdían.
Etsa rogó a su esposa Auju que le cocinara unos zapallos maduros y se los sirviera a su
regreso de la caza, Auju vio que los zapallos eran muy sabrosos y se los comió. Luego se cosió la
boca para que el marido no sospechara de ella. Se indignó Etsa por la gula y la mentira de su
esposa. Le rompió los labios y se fue de casa. Luego comenzó a subir al cielo por un bejuco
colgante. La mujer quiso seguirlo. Entonces Etsa ordenó a Kunamp que cortara el bejuco para
que ninguno de los hombres subiera a perturbar la paz de los bienaventurados. Auju, cayendo
al suelo se transformó en un ave nocturna que canta a la luna, (su esposo preferido): áishrua,
áishrua (esposo mío, esposo mío).
Así, por la gula y la mentira de una mujer, se cortó el camino que conduce al cielo.
La tierra era árida y la humanidad no tenía de que alimentarse. Nunkui se apiadó de los
hombres y tomando la forma de una niña moró entre ellos.
Su palabra era todopoderosa: lo que ella nombraba se creaba inmediatamente. Creó los
frutales, las hortalizas y dio la fecundidad a las mujeres y a los animales.
El mundo se transformó en un paraíso terrenal; pero unos niños maltrataron a Nunkui y
le tiraron ceniza en los ojos. Ella comenzó a llorar y, subiéndose al techo de la casa, ordenó a las
guadúas que la llevaran. Por el hueco de las guadúas volvió a su casa debajo de la tierra.
Desde allá da vigor a la vegetación y remueve la Tierra por medio de los gusanos. Ella
misma toma la forma de una larva. Los shuar dan señales de alegría cuando la encuentran.
Hacia el atardecer, cuando las huertas están solitarias, revisa los cultivos paseándose en
forma de mujer. Se enoja y maldice si la huerta no está bien arreglada.
Durante el trabajo las mujeres la ruegan con sus cantos, poniéndose en comunicación
con ella por medio de unas piedrecitas, llamadas nantar, que cuidan celosamente entre los
cultivos y que nadie debe tocar.
Por el mal trato dispensado a Nunkui, las plantas comenzaron a producir frutos de ínfima
calidad, se originaron las plantas malas e inútiles y la humanidad no pudo tener descendencia ni
poderes divinos.
8. A una hermosa jovencita le tocó en suerte el más valiente de los cazadores. Esto produjo
la envidia de las demás mujeres que, para vengarse, rehusaron enseñarle los quehaceres
domésticos, el arte culinario y, sobre todo, las técnicas de alfarería.
La pobre sufría lo indecible: vivía sola y debía preparar las ricas presas que su esposo le
traía en abundancia, en tiestos viejos e inservibles tirados por sus vecinas.
Humillada y despreciada, buscaba todos los días nuevas clases de barro, pero sus ollas
siempre se resquebrajaban.
Nunkui tuvo compasión de ella y se le apareció sentada en medio de la arcilla. Consoló
a la jovencita y, después de indicarle las mejores clases de barro, las técnicas a usarse en alfarería
y los modelos más finos de ollas, le escupió en las manos comunicándole el arte del alfarero.
Luego se despidió maldiciendo a las mujeres envidiosas que, al instante se tornaron
completamente ineptas y estériles. Ellas mismas tuvieron que humillarse rogándola que les
comunicara sus conocimientos.
Hasta el día de hoy las mujeres shuar hacen las ollas según las técnicas y los modelos
indicados por Nunkui.
Arutam significa antiguo, antepasado. Es creencia común entre los shuar que las almas
de los antepasados vengados (justificadas), van a descansar debajo de las aguas, en el mundo
de los bienaventurados.
Si antes de ser vengadas eran íwianchi maléficos, después de la venganza se hacen
Arutam protectores del hogar. Por esta razón nadie se casa, ni va a la guerra, sin haber recibido
la protección de los Arutam.
Puesto que los Arutam viven debajo de las aguas y entran a la tierra por una puerta que
hay debajo de las cascadas de los ríos, el lugar sagrado para invocarlos son las chorreras.
Los padres obligan a los hijos a irse a la chorrera cuando son insubordinados o cobardes,
para que los Arutam les concedan corregirse.
Los jóvenes van para adquirir los derechos de los adultos: el matrimonio, el tomar parte
en la guerra, en la caza, en los actos sociales.
Los adultos van a una cascada para adquirir luz y fuerza.
A la cascada se va en comitiva encabezada por un anciano que es considerado un pri-
vilegiado de los Arutam ya que no cayó en las manos de los enemigos durante tantos años.
9. Todos deben someterse escrupulosamente al anciano y cumplir severos ayunos durante
las largas jornadas de marcha. Por la noche se mastica o se fuma tabaco para disponer el
organismo al encuentro con los antepasados.
El anciano canta para que los Arutam se apiaden de sus hijos y concedan lo que buscan.
En la cascada se bañan y toman jugo de tabaco según un ritual especial. Descansan debajo de
una enramada llamada ayámtai (descansadero) y toman sumo de floripondio o del bejuco natem
que los hace soñar.
Ven a los Arutam acercárseles entre viento huracanado con semblantes horripilantes,
como de manos gigantescas que los quieren triturar, o de cabeza fulgurante, o de un canasto de
luz misteriosa que se abre y se. Cierra, o de un bastón de viajero que los quiere azotar, o de mil
otras maneras. Si los peregrinos huyen aterrados, tendrán vida corta y las maldiciones de los
Arutam. Si se enfrentan con valentía a estos antepasados, serán sus dioses protectores y
comunicarán sus mensajes de vida y de triunfo.
Al despertarse cuentan en secreto al anciano lo visto y, según la interpretación que éste
da al sueño-visión, orientan toda su vida.
Se narra que antiguamente las mujeres no podían dar a luz. Los maridos tenían que
extraer a los hijos practicando la cesárea, y debían amamantarlos porque las mujeres morían
casi todas.
Fue una ratona la que enseñó la técnica del parto en cambio de unas huertas de yuca y
de maní.
Cuando las mujeres aprendieron a dar a luz, los hombres les entregaron los pechos para
que se dedicaran también a la crianza de los niños.
De esta manera las jóvenes aprenden cómo comportarse en el parto, los cuidados que
deben tener de los hijos y la previsión que deben tener en las siembras para que haya alimento
abundante a pesar de las plagas y de los ratones que con derecho comen parte de los cultivos.
Los shuar se preocupan para que los hogares sean fecundos y felices.
Una experiencia milenaria les ha enseñado que para que el matrimonio sea feliz se
necesita afinidad de cultura y de educación entre el marido y la mujer; y, para que una familia
goce de abundancia de hijos, la mujer debe conocer todo lo referente al parto y a la crianza de
los niños. Todas estas nociones se inculcan en los mitos.
CONCLUSIÓN
10. El pueblo Shuar de la Amazonia ecuatoriana nunca dejara esta tradición de
realizar la narración oral y escrita de generación a generación, ya que recuerdan a sus
ancestros, por la tradición y costumbre, realizan rituales, danzas, cuentos, mitos Todo
este proceso se realiza en las comunidades de los centros Shuar sin embargo aún no está
insertado dentro de la malla curricular como proceso de enseñanza-aprendizaje por
falta de apoyo de las autoridades que actúen en el desarrollo cultural-educativo de la
región.
El ministerio de Educación intercultural bilingüe, los diferentes gobiernos locales
y el pueblo Shuar tiene esa directa relación con sus cuentos, mitos a la vida real. El
pueblo Shuar califica como algo educativo, pero en la actualidad no es valorada social y
culturalmente como un evento que puede generar conocimientos científicos para la
supervivencia de las futuras generaciones, ya que falta promocional local, nacional o
internacional.
También los shuar tenemos una civilización milenaria adaptada a su medio ambiente.
También son muy lógicos dentro de su cultura. No es fácil para ellos comprendernos, ni para
nosotros comprenderlos porque procedemos de medios distintos y fundamos nuestra lógica
sobre premisas distintas.
Debemos amarlos y respetar su personalidad. Si queremos comprenderlos, debemos
estudiar a fondo su cultura y darle una interpretación científica.
Referencias Bibliográficas
Narrador de conocimientos ancestrales (Lic. Domingo Chumpi. Docente de educación
Intercultural Bilingüe)
Conocimientos propios adquiridos de nuestros antepasados.