200 mil mujeres jóvenes pasaron a la inactividad laboral
1. 20 de Setiembre de 2015 – Número 618
200 MIL MUJERES JÓVENES PASARON
A LA INACTIVIDAD LABORAL
El deterioro laboral no se explicita a través de aumentos del desempleo sino de
incrementos en la inactividad. El fenómeno afecta con más intensidad a las
mujeres, especialmente a las jóvenes con bajos niveles de formación. Persistir con
instituciones laborales arcaicas y planes asistenciales de pobre diseño y gestión
impone costos sociales importantes y genera discriminación de género.
Ante el reclamo de una diputada para que el INDEC retome la publicación de las mediciones
de pobreza, el Ministro de Economía le sugirió que se ponga “plumas” si pretende adquirir
notoriedad mediática. Más que un exabrupto aislado, es un testimonio del desprecio por el
diálogo político y de la visión que prevalece en muchos dirigentes sobre el rol de la
mujer en la sociedad. Es cierto que innumerables discursos, programas y leyes declaman
la igualdad de género. Pero los hechos concretos, al menos en lo referido al mercado de
trabajo, están alineados con las opiniones del Ministro.
El INDEC informó que en el 2° trimestre del año 2015 la tasa de desempleo fue del 6,6% de
la población económicamente activa (PEA). Este nivel moderado de desocupación no se
sostiene gracias a la generación de empleos sino a caídas en la tasa de actividad o
participación laboral. Entre los años 2011 y 2015, la PEA pasó del 46,6% de la población a
apenas el 44,5%. Esto señala que el ajuste del mercado de trabajo no pasa tanto por
aumentos en el desempleo sino por gente que decide dejar de buscar un empleo.
La caída en la actividad laboral no afecta a los varones entre 30 y 64 años de edad cuya
tasa de participación se mantiene en el 93%. En el resto de los grupos es donde la situación
difiere. Así, según los datos oficiales del INDEC, entre el 2011 y el 2015 se observa que:
• Las mujeres entre 30 y 64 años de edad disminuyeron su tasa de participación
laboral de 64% a 63% de la población en esa edad.
• Los varones entre 15 y 29 años de edad sufrieron una caída del 60% a 54%.
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2. • Las mujeres entre 15 y 29 años de edad tuvieron una reducción en su tasa de
participación laboral de 42% a 36% de la población en esa edad.
Estos datos muestran que el crecimiento de la inactividad laboral está fuertemente
concentrado en los jóvenes y las mujeres, en especial las mujeres jóvenes. La caída en la
tasa de actividad de las mujeres menores de 29 años entre los años 2011 y 2015 equivale a
casi 200 mil jóvenes menos participando del mercado de trabajo. Se llega al extremo de
que apenas 1 de cada 3 mujeres jóvenes participa del mercado de trabajo.
El deterioro del mercado laboral está asociado a la obsolescencia de las instituciones
laborales. Altos impuestos al trabajo, burocracia, litigiosidad y reglas que deterioran la
productividad explican que las empresas sean remisas a crear nuevos empleos. La
consecuencia es que no se generan puestos de trabajo suficientes para toda la población en
edad de trabajar. Ante la falta de oportunidades laborales, los segmentos más vulnerables –
las mujeres, porque se les impone las responsabilidades domésticas, y los jóvenes, porque
padecen la falta de formación y experiencia laboral– son los que más sufren las dificultades.
De allí que su participación laboral sea baja y decreciente.
Previo a que el ajuste se tradujera en mayor inactividad laboral, el mercado de trabajo
tampoco tuvo bases sustentables. Entre los años 2003 y 2008 hubo un importante
aumento del empleo formal, pero sostenido por la licuación de costos laborales gracias a la
mega-devaluación del año 2002 y el aumento de los precios de las exportaciones. Cuando
los salarios reales recuperaron niveles anteriores y los términos de intercambio
dejaron de crecer, el empleo se aletargó. La insuficiencia no se tradujo en mayor
desempleo sino en aumento de la inactividad laboral ayudado por el primitivo diseño de los
programas asistenciales que inducen a las mujeres a retirarse del mercado de trabajo.
Negar oportunidades laborales a una creciente porción de mujeres es socialmente muy
costoso. Implica potenciar la dependencia del adulto varón en el hogar y/o del
asistencialismo social. De esta forma, se cercenan las posibilidades de progreso de los
hogares y aumentan los riesgos de disrupción familiar, violencia de género y clientelismo
electoral. Es claro que el problema no se resuelve con una devaluación sino a través de la
modernización de las instituciones laborales, el rediseño de planes asistenciales y el
combate a pautas culturales que menosprecian las capacidades de las mujeres.
Tasa de participación laboral
2° trimestre de cada año
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Las fuentes y los
datos en formato
Excel utilizados en
este informe pueden
ser solicitados a
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Fuente: IDESA
en base EPH del
INDEC