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ETIMOLOGÍA POPULAR Y CAMBIO SEMÁNTICO*
LAURA DEL BARRIO ESTÉVEZ
Seminario de Filología e Informática-Departamento de Filología Española
Universidad Autánoma de Barcelona
INTRODUCCIÓN
En la mayoría de los signos ling-ŭísticos, la relación entre la forma fónica
y el significado es arbitraria. Ante esta arbitrariedad, los hablantes sienten
a menudo la necesidad de atribuir una motivación a las palabras, aunque
dicha motivación sea históricamente falsa'. Una palabra opaca o extraria
tiende a ser reinterpretada y modificada semántica y/o formalmente en
función de otra(s) más conocida(s), de manera que adquiera para el ha-
blante una motivación semántica, morfológica o fonética que dote a la voz
de una mayor capacidad descriptiva del sentido o de los formantes que éste
cree reconocer en ella. Esta voluntad del hablante de hacer cada unidad
léxica lo más transparente y expresiva posible es una de las principales
causas de los fenómenos que se engloban bajo el término de etimología
popular. La reinterpretación y modificación del contenido y/o la forma de
las palabras acostumbra a actuar cuando dos voces son parónimas, es decir,
cuando mantienen entre sí una sernejanza formal que el hablante es capaz
de reconocer como tal. La relación de paronimia es una condición nece-
saria2 para hablar de etimología popular pero no siempre es la ŭnica que
caracteriza a las palabras relacionadas en un proceso de esta naturaleza.
* La investigación necesaria para desarrollar este trabajo ha sido parcialmente financiada
con una beca FI/95-2130 concedida por la CIRIT de la Generalitai de Catalunya y ha contado
también con el apoyo del Comissionat per Universitats i Recerca (n.° de referencia GRQ95-00544)
y de la DGICYT (n.° de referencia PB95-0656).
' Cf. Ullmann [1962] (1980: 116); Baldinger (1965: 102) y Baldinger (1973: 241ss.); Zam-
boni [1976] (1988: 159-161).
2 Exi.sten casos en los que la similitud fonética es la ŭnica condición que impulsa un
cambio formal, como en las expresiones antietimológicas de su puño y letra —por a
voz de pronto —por bote-- o listo para sentencia —por visto. Estos ejemplos se han extraido de
Ortega (1985: 545); cf. también Ullmann [1962] (1980: 198 y ss.), Ortega (1985: 544) y
Marsá (1987: 1743).
24 LAURA DEL BARRIO ESTÉVEZ
Junto a ella puede concurrir la similitud semántica3, como sucede, por
ejemplo, en el antiguo berrojo, que probablemente se modificó en cerrojo
porque su función era la de cerrar4, o en anteuzano, que sufrió un trueque
en altozano por encontrarse normalmente en un lugar alto.
Los procesos de etimología popular puederi incidir, por tanto, en di-
ferentes niveles del lenguaje, esencialmente en tres: el fonético, el morfo-
lógico y el semántico. Este hecho podría explicar por qué en nuestras gra-
máticas históricas la explicación de la etimología popular aparece
disgregada en diferentes secciones. Por ejemplo, R. Menéndez Pidal
( [1904] 1989: § 70) en su Manual de gramática histórica española la incluye
«junto con la ultracorrección y la equivalencia ac ŭstica» como una de las
causas de los llamados cambios fonéticos irregulares 5. García de Diego en
la Gramática histórica del español trata algunos de los ejemplos clásicos que
se aducen al explicar la etimología popular dentro del apartado dedicado
a la analogía morfológica formal (cf. García de Diego, 1970: 189-191). En
cambio, una gramática histórica del castellano más reciente como la de
Penny [1991] (1993) considera la etimología popular dentro del apartado
dedicado al cambio semántico.
En la presente comunicación analizaremos en primer lugar cuál ha sido
el tratamiento que ha recibido la etimología popular en la bibliografía es-
pecializada, incidiendo especialmente en el aspecto semántico, para exa-
minar después los que a nuestro entender son los puntos clave que definen
y explican específicamente la relación entre etimología popular y cambio
semántico. Discutiremos si la etimología popular implica necesariamente o
no la existencia de un cambio semántico, y si se trata de un tipo de cambio
en sentido estricto o de una de las causas o condicionamientos que lo propi-
cian. Asimismo, analizaremos qué repercusiones tiene ete hecho en la con-
sideración de la etimología popular dentro de los estudios sobre el cambio
semántico e intentaremos demostrar que bajo la denominación de etimo-
logía popular se documentan procesos semánticos y formales de naturaleza
diversa.
ALGUNAS APROXIMACIONES A LA ETIMOLOGÍA POPULAR
La etimología popular es un fenómeno que no atarie exclusivamente al
ámbito diacrónico, sino que ha interesado e interesa a la fingriística general
3 Cuando además de la mencionadá semejanza fonética existe cierta relación conceptual
entre las palabras asociadas, la atracción entre ambas y la posible modificación conceptual
y/o formal será más factible. Cf. Ullmann [1962] (1980: 198 y ss.), Ortega (1985: 544) y
Marsá (1987: 1743).
4 En casos como el de cerrojo, en los que junto a la similitud fonética se da una similitud
conceptual pero en los que no hay cambio de significado reférencial, Veny (1990: 145) habla
de homonimització semantica. Cf. Menéndez Pidal [1904] (1989: § 70.1) y Penny [1991] (1993:
284).
5 Menéndez Pidal no hizo referencia en ningŭn momento a las posibles repercusiones
semánticas de la etimología popular, aunque matizó a pie de página que sólo trataba la
etimología popular «cuando altera la forma de las palabras y no cuando altera sólo su sig-
nificado, como a veces ocurre» § 70 n.1).
ETIMOLOGÍA POPULAR Y CAMBIO SEMÁNTICO 25
porque se inscribe dentro del marco de fenómenos más generales que
—como la asimilación y la analogía— ayudan a comprender los mecanis-
mos de funcionamiento del lenguaje natura16. Probablemente, uno de los
problemas más debatidos de la etimología popular tanto en los estudios
sincrónicos como diacrónicos es el de la relación que se establece entre
etimología popular y contenido semántico. La mayoría de las monografías
que desde los arios sesenta abordan esta cuestión atienden considerable-
mente a la importancia del aspecto semántico en la etimología popular y
analizan, con mayor o menor profusión, cuáles son —si las hay— las re-
percusiones que la etimología popular tiene en el sentido de la palabra.
Los investigadores coinciden en resaltar la importancia decisiva de la b ŭs-
queda de motivación en el origen de este tipo de procesos analógicos. Wart-
burg [19511 (1991) en su libro sobre Problemas y métodos de la lingiiística o
más recientemente Baldinger (1973) o Marsá (1987), por ejemplo, defien-
den que la bŭsqueda de motivación implica necesariamenteuna modificación
en la naturaleza semántica de la palabra puesto que altera las ideas que
ésta evoca en el hablante; es decir, se produce un cambio en la intensión
(cf. Baldinger, 1973; Ullmann [19621 1980 o Zamboni [1976] 1988)7.
LA ETIMOLOGÍA POPULAR DENTRO DE LOS ESTUDIOS SOBRE CAMBIO SEMÁNTICO
Dentro de los estudios sobre cambio semántico específicamente, la eti-
mología popular ha recibido un tratamiento poco homogéneo. Los pri-
meros estudios semánticos que aparecieron de carácter eminentemente his-
tórico, como los clásicos de Paul, Bréal o Darmesteter, no incluían todavía
la etimología popular en sus clasificaciones lógico-retóricas del cambio se-
mántico. Será a partir del desarrollo de la semiología y de la distinción
entre significante y significados cuando la etimología popular empiece a
Lehmann (1969) y (1973) y Hock (1986) en sendos libros introductorios a la lingŭística
histórica incluyen la explicación de la etimología popular dentro de los cambios por analogía
que responden a procesos no sistemáticos mediante los que se produce un «remodelamiento
de aquellos esquemas de la lengua menos favorecidos y fecuentes de acuerdo con los más
favorecidos» (Lehmann, 1969: 238).
7 Asimismo, la mayoría de tipologías elaboradas (cf. Saussure [19161 1986: 199-201; Ull-
mann [1962] 1980: 115-119; Zamboni [1976] 1988: 160; Ortega 1985: 545-546 y Veny 1990:
139-148) considera la existencia o no de carnbio semán ŭco junto con la alteración o no de
la forma de la palabra como los dos criterios básicos que permiten diferenciar los distintos
tipos de fenómenos englobados bajo el nombre genérico de etimología popular. De ser esto
así, la etimología popular no podría considerarse un tipo de cambio semántico en sí misma,
sino un elemento que puede, pero no tiene por qué, estar implicado en procesos de cambio
semántico.
8 La distinción entre forma y sentido, aunque no formulada en los términos saussureanos,
ya existía desde la Grecia clásica; sin embargo, esta distinción no se sistematiza hasta el
establecimiento de la semiología como disciplina lingŭística. Explica Guiraud [1955] (1979:
41) que «no fue sino al principio de siglo, con Wundt, Schuchardt y sobre todo Saussure,
cuando se encontró una teoría de los cambios de sentido basada en criterios semiológicos»
que acentuaba la oposición enu-e forma fónica y sentido y que basaba su clasificación del
cambio precisamente en esta disŭnción básica.
26 LAURA DEL BARRIO ESTÉVEZ
considerarse de forma sistemática dentro de las tipologías que intentan
clasificar el cambio semántico°.
Sin embargo, no todos los especialistas coinciden en determinar si la
etimología popular es una causa o un tipo de cambio en sí mismo, y tam-
poco hay acuerdo sobre cuál es la naturaleza del cambio semántico que se
ha producido. Ullmann [1962] (1980: 249-250) —que ofrece una elegante
e influyente clasificación de los posibles cambios semánticos seg ŭn exista
similitud o contigŭidad en el sentido o en el nombre— aunque previa-
mente ha especificado que los procesos de falsa etimología no siempre
provocan un cambio semántico (cf. Ullmann [1962] 1980: 115-119), con-
sidera la etimología popular como uno de los cuatro tipos de cambio se-
mántico básicos junto con la metáfora, la metonimia y la elipsis; y especifica
que cuando efectivamente la similitud fonética entre voces semejantes oca-
siona cambios semánticos, éstos son diferentes en función de si están o no
'medianamente cercanos entre sí. Luego es posible que en algunos de los
casos de cambio semántico por etimología popular no exista la cercanía o
conexión que se esperaría encontrar entre el sentido antiguo y el nuevo.
Anttila [1972] (1989) y Geeraerts (1983) también incluyen la etimología
popular dentro de sus tipologías del cambio semántico y la caracterizan
como un tipo de cambio por semejanza entre los nombres'°, aunque ambos
disting-uen —como ya hiciera Baldinger (1973)— dos posibles tipos de cam-
bio semántico: los cambios sólo en la connotación y no en el referente
(cambios intensionales) y los cambios tanto en la connotación como en el
referente (cambios extensionales). También Zamboni [1976] (1988), al cla-
sificar los distintos tipos de etimología popular, establece que las modifi-
caciones en el contenido provocadas por etimología popular pueden ser
de diversa índole, y inenciona dos posibilidades: la creación de un nuevo
sentido y la restricción del significado de la palabra".
A diferencia de los autores mencionados, Guiraud [1955] (1979) al tra-
tar los diversos fenómenos de etimología popular, remite siempre al capí-
tulo dedicado a las causas del cambio semántico'2, donde incluye la eti-
mología popular dentro de las causas de los desplazamientos de sentido
junto con la contaminación, los conflictos de homónimos y la elipsis.
9 Nunca en plano de igualdad con los otros ŭpos básicos de cambio de sentido extraídos
de los principales tropos de la retórica clásica —metáfora, metonimia y sinécdoque-- o de los
cambios basados en criterios lógicos como la extensión y restricción de significado.
'° Anttila [19721 (1989) habla en estos casos de iconicidad y enmarca el cambio dentro
de la tendencia general del hablante a eliminar las variantes innecesarias, siempre que sea
posible, para tender hacia una situación ideal en la que a cada forma le corresponda un
senŭdo. Por eso Anttila trata el cambio semántico y, por tanto, también la etimología popular
como procesos muy cercanos a la analogía.
" Sin embargo, en las páginas dedicadas al cambio semántico Zamboni [1976] (1988)
no tiene en cuenta sus propias palabras sobre la etimología popular del capítulo 4 del mismo
libro, y se limita a reproducir esencialmente el esquema sobre cambio semántico de Anttila
[1972] (1989).
12 Aunque hay que puntualizar que en el espacio dedicado a las tipologías del cambio
semántico, Guiraud reproduce las teorías de Stern (1931) y Ullmann (1962) e incluye, por
tanto, la etimología popular dentro de los tipos de cambio semántico.
ETIMOLOGÍA POPULAR Y CAMBIO SEMÁNTICO 27
En breve, la mayoría de autores citados parece coincidir en que el factor
semántico es decisivo en todo proceso de etimología popular; en cambio,
no existe unanimidad por lo que i-especta a algunos aspectos decisivos para
la determinación y comprensión de la relación y vinculación entre etimo-
logía popular y cambio semántico. No hay acuerdo sobre si la etimología
popular implica siempre un cambio semántico (de la indole que sea), ni
sobre si la etimología popular debe considerarse como causa del cambio o
como un tipo de cambio en sí; tampoco se acaba de dirimir sobre la natu-
raleza y tipología de cambios semánticos posibles vinculados a estos pro-
cesos de falsa etimología.
ETIMOLOGíA POPULAR Y CAMBIO SEMÁNTICO
De lo que parece que no cabe duda, es de que la similitud fonética y a
menudo conceptual entre dos o más palabras no emparentadas genética-
mente puede ser la causa o el condicionamiento que propicie un cambio
semántico y/o formal en el léxico. Los cambios de este tipo acostumbran a
ser complejos porque —como ya se ha mencionado— afectan a más de un
nivel, pero pueden reducirse idealmente a tres grandes grupos seg ŭn se
produzca (a) una alteración en la forma de la palabra y un cambio semán-
tico sólo en la intensión (e.g. aguileña, aguzanieves) 13; (b) una alteración en
la forma de la palabra y una modificación tanto en la intensión como en
la extensión (e.g. altozano, rastrojo)' 4 o (c) un cambio en la iniensión y
extensión de la voz, sin que se modifique en absoluto la forma fonética de
la misma (e.g. abra, chamarilero)'5. Aportamos, a continuación, algunos
ejemplos de cada uno de estos fenómenos:
(a) Aguileña y aguzanieves son dos voces que ilustran aquellos procesos
de etimología popular en los que, como consecuencia de una falsa asocia-
ción establecida en la mente del hablante, se produce un cambio en la
forma fonética de una palabra y también en su intensión. El castellano
aguileria, ' cierta planta ranunculácea', parece ser corrupción de aquilegia
por influjo del adjetivo aguileño. Aquilegia (compuesto de aqua agua' y legere
'recoger') era la forma del bajo latin para designar a esta planta porque
sus pétalos recogen el agua de la lluvia. Debido a la asociación con águila,
el hablante deja de reconocer en esta voz su motivación originaria, y al
reanalizarla en función de la nueva asociación, la voz se modifica en su
forma fonética y en su intensión o connotación, ya que el hablante relacio-
13 Otros ejemplos son nigromancia (cf. Menéndez Pidal [1904] 1989: § 70.1); pulgar (cf.
Penny [1991] 1993: 284); tinieblas (cf. C.astro, 1914: 182, que lo considera un leonesismo, y
Penny [1991] 1993: 284).
14 Segŭn García de Diego (1970: 190), senderuela y mixtificar también podrían ilustrar este
caso.
13 Aterrar (García de Diego, 1970: 190; Veny, 1990: 147) y akamonías son ejemplos se-
mejantes.
28 LAURA DEL BARRIO ESTÉVEZ
nará el nombre de la planta con el del ave 16, pero no con la motivación
que explicaba su nombre; esto es: la de ser una planta cuyos pétalos reco-
gen el agua de lluvia. La extensión o conjunto de entidades del mundo a
las que se puede aplicar este nombre permanece, no obstante, intacta. Agu-
zanieves, por su parte, resulta de una alteración de auzed7 de nieves 'pájaro
de nieves', así llamado por su costumbre de andar por la nieve. Segŭn el
Diccionario Crítico Etimolágico Castellano e Hispánico de Corominas y Pascual
(1980-1991) (DCECH), la forma moderna es debida en parte a la influencia
del verbo aguzar por etimología popular' 8 De nuevo, no hay ningŭn cambio
en el referente de la palabra, pero sí en la intensión porque el nombre de
este pájaro deja de relacionarse con auze ' ave y pasa a vincularse al verbo
aguzar.
(b) Un segundo grupo de fenómenos englobados bajo el nombre de
etimología popular serían los casos en los que además de una alteración
en la forma de la palabra y una modificación en la intensión, la etimología
popular causa un cambio semántico en la extensión, el conjunto de indi-
viduos del universo designados por el término. Un ejemplo de ello lo ten-
dríamos en altozano. Altozano (del antiguo anteuzano, derivado de uzo'puer-
ta' con el prefijo ante-) originariamente significó 'plazuela ante la puerta
de un edificio, especialmente atrio de una iglesia', pero como sólo tenían
ant(e)uzano las iglesias, castillos y casas grandes, que por lo general se cons-
truían en lugares dominantes, y la disimilación tendía a convertir n > 1,
pronto se identificó la palabra con el concepto de 'lugar alto', 'en Io alto
de' (cf. DCECH s.v. y Veny, 1990: 147-148) y se dejó de asociar esta voz con
la idea de 'delante de'; como consecuencia, «se dejó de llamar altozano a
las plazuelas que no estaban en lo alto» (Menéndez Pidal [1904] 1989:
§70.1) y aparecieron nuevas acepciones como 'lugar elevado donde solían
edificarse las iglesias' y finalmente 'elevación de poca altura en un terreno'
que se convertiría en el sentido dominante. Así pues, la interferencia causó
o propició un cambio fonético y un cambio que afectaba desde luego a la
intensión, pero además fue la responsable de un cambio semántico exten-
sional, ya que primero se restringió el sentido de la palabra y se pasó de
'plazuela ante la puerta de un edificio...' a 'plazuela ante la puerta de un
edificio que estaba en lo alto...' y, como consecuencia de ello y de la pree-
minencia cada vez mayor de la idea de alto en esta voz, altozano pasó a
designar por una relación de contigŭidad 'el lugar elevado en el que se
edificaba...' y por ŭltimo la elevación misma, que es hoy la ŭnica acepción
que conserva la palabra en espariol peninsular. Por tanto, como resultado
16 Gili Gaya (1919: 182) cree que este influjo del adjetivo aguileño se ve además favorecido
«por la forma de las flores, que tienen los pétalos prolongados en un espolón largo y tubu-
loso». El Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico (DCECH) apunta la posibilidad de
que otros nombres, como palomilla, palominera, pelicanos, pajarillas pueden haber sido suge-
ridos por la falsa relación de aguileña con águila.
17 Auze era sínónimo antiguo de 'ave' (DCECH, s.v.).
18 Aunque la g pudo también desarrollarse espontáneamente, como en el antiguo agu-
tarda que procede de autarda (DCECH, s.v aguzanieves). Para García de Diego (1970: 181)
se trata de una g antihiática.
ETIMOLOGíA POPULAR Y CAMBIO SEMÁNTICO 29
de un proceso de etimología popular, la palabra ha experimentado una
modificación y restricción de su c- ontenido. Un caso algo distinto es el de
rastrojo, alteración del antiguo restrojo que significaba 'lo dejado en el cam-
po después de la siega y del que por una asimilación vocálica pronto apa-
reció la variante rastrojoi9. Es posible que a la alteración contribuyera la
influencia de rastro, puesto que éste era el nombre que recibían los 'resi-
duos de los tallos de cereales' 20. Precisamente por este prejuicio pseudo-
etimológico —explica el DCECH, s.v.— se limitaron Covarrubias y el Diccio-
nario de Autoridades a definir rastrojo como 'el residuo de la mies que queda
en la tierra después de segada' sin mencionar la acepción 'el campo des-
pués de segada la mies y antes de recibir la nueva labor', que es frecuente
tanto en autores clásicos como medievales.
(c) El ŭltimo grupo al que quisiéramos hacer referencia es el que in-
cluye aquellos procesos de etimología popular que no provocan ninguna
alteración formal de la palabra pero que, en cambio, son causa de una
modificación en la intensión y extensión de la misma. Abra ' ensenada' (del
francés haure 'puerto de mar', 'puerto que queda en seco en la bajamar')
tomó en Arnérica el sentido de 'abertura entre dos montarias'21 , por lo
general un valle ancho y despejado o un collado abierto y accesible y, con-
cretamente en Colombia, el de 'hoja o batiente de una puerta o ventana'22;
en espariol peninsular se documentan los sentidos de 'grieta sísmica' y 'dis-
tancia entre los palos de un buqŭe'23 (DCECH, s.v.). Estas nuevas acepciones
sólo pueden explicarse en función de que el vocablo una vez entrado en
castellano fuese sentido popularmente como derivado del verbo abrir, y que,
por tanto, la evolución semántica de este nombre viniese determinada por
la creciente atracción semántica del verbo. Otro ejemplo sería el de cha-
marilero, 'persona que se dedica a comprar y vender trastos viejos', derivado
del antiguo cham(b)ariles 'instrumentos de zapatero'. Posiblemente la evo-
lución semántica desde chamarilero 'vendedor de enseres zapateriles' hacia
'vendedor y cambiador de trastos viejos' fuese determinada por el influjo
de cham(b)ar que significaba 'trocar' (cf. Baldinger, 1965: 103). Abra y cha-
marilero nos permiten ilustrar cómo el hablante asoció equivocadamente
estas voces con otras con las que no estaban históricamente relacionadas,
19 Rastrojo está documentado por primera vez en J. Ruiz y en A. Palencia, pero se gene-
raliza literariamente desde el Siglo de Oro (DCECH, s.v.).
" En este caso, segŭn afirma Veny (1990: 145), el contenido de los parónimos provocó
la interferencia formal al potenciar uno de los elementos conceptuales ya contenidos en la
palabra.
21 Se manifiesta aquí la tendencia del habla criolla a aplicar el v.ocabulario marítimo a la
topografía continental (DCECH, s.v.).
" Por lo que respecta a la acepción colombiana que documenta el DCECH s.v. abra, el
Dŭcianario Histárico de la Lengua Española (DHLE) del año 1933 no la cita y el DHLE actual la
considera bajo la entrada abra2, lo cual parece más plausible ya que la evolución a par ŭr de
las acepciones anteriores es muy forzada.
23 Esta acepción del DCECH se corresponde con la 4 del DHLE del año 1933-36 que en
la ŭltima edición del DHLE se incluye bajo la serie II y tienen una ŭnica documentación (la
misma que en el DHLE de 1933-36), por lo que podría ponerse en duda la relevancia y
entidad de esta supuesta acepción.
30 LAURA DEL BARRIO ESTÉVEZ
y cómo, aunque esto no tuviese ninguna repercusión en el plano fonético,
la falsa vinculación fue la causa de la aparición de nuevas acepciones.
La etimología popular, por tanto, no implica necesariamente una alte-
ración formal de la palabra, pero, en cambio, comporta —como defienden
Baldinger, Anttila o Geeraerts— un cambio en las ideas o asociaciones vin-
culadas a ella; esto es: supone siempre una modificación en la intensión o
connotación. Es posible, además, que exista un cambio semántico extensio-
nal, en la denotación del contenido (e.g. los casos citados en by c). En este
segundo supuesto, el cambio semántico se caracteriza específicamente por-
que no es necesario —es posible pero no necesario— que exista ninguna
vinculación lógica entre el sentido antiguo y el nuevo. Se trata por tanto,
en caso de haberlos, de cambios semánticos discontinuos y abruptos, puesto
que responden a una causa puntual: la asociación formal y sólo a veces
también semántica entre dos palabras que no tienen porqué guardar nin-
guna relación previa. La conexión entre los dos sentidos puede por tanto
deberse a factores puramente for-males y la dirección del cambio y el con-
tenido de las nuevas acepciones es totalmente imprevisible. Dado un cam-
bio en la extensión de esta naturaleza, las posibles consecuencia,s pueden
suponer tanto la creación de un sentido completamente nuevo como la
pérdida de acepciones o la modificación de alguno de los sentidos que la
palabra ya poseía.
CONCLUSIONES
El examen de la compleja naturaleza de los cambios semánticos pro-
vocados por etimología popular nos conduce a una refiexión sobre si la
etimología popular es un tipo de cambio semántico o una causa que pro-
picia el cambio. La existencia de una causa comŭn (la paronimia) y la no
necesidad de proximidad o conexión lógica entre los sentidos nuevos y los
antiguos hacen que los cambios producidos por etimología popular no pue-
dan identificarse con ninguno de los tipos incluidos en las clasificaciones
de cambio semántico más conocidas24. En este sentido, y sólo en éste, po-
dríamos sostener que el grupo de cambios semánticos causados por simi-
litud formal y opcionalmente semántica entre palabras no emparentadas
genéticamente, es, en efecto, un tipo de cambio semántico genérico, que
—al igual que sucede con la metáfora o la metonimia— incluye diferentes
subtipos.
Por tanto, si se denomina etimología popular al fenómeno de la se-
mejanza entre parónimos que provoca el establecimiento de una asociación
entre voces no emparentadas genéticamente que puede causar cambios
tanto formales como semánticos, la etimología popular será ŭnicamente
24 Por ejemplo, los cambios por metáfora o metonimia se caracterizan porque entre el
sentido viejo y el nuevo ha de existir necesariamente un tipo de relación, que será la que
determine la adscripción del cambio a un tipo determinado.
ETIMOLOGÍA POPULAR Y CAMBIO SEMÁNTICO 31
una posible causa del cambio semántico. En cambio, si el término etimo-
logía popular se aplica a todo el proceso —existencia de dos voces que
fonéticamente se parecen y el hablante relaciona en su mente más el po-
sible cambio semántico (en la intensión o extensión) y a veces formal como
consecuencia de dicha asociación—, entonces la etimología popular puede
considerarse un tipo de cambio semántico. Pero deberá especificarse siem-
pre que no cualquier proceso que pueda englobarse bajo el tipo genérico
etimología popular provoca un mismo tipo de cambio semántico. Este pue-
de ser sólo intensional o bien intensional y extensional, y en este ŭltimo
supuesto, además, es posible documentar indistintamente extensiones, res-
tricciones y/o transferencias de sentido.
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  • 1. ETIMOLOGÍA POPULAR Y CAMBIO SEMÁNTICO* LAURA DEL BARRIO ESTÉVEZ Seminario de Filología e Informática-Departamento de Filología Española Universidad Autánoma de Barcelona INTRODUCCIÓN En la mayoría de los signos ling-ŭísticos, la relación entre la forma fónica y el significado es arbitraria. Ante esta arbitrariedad, los hablantes sienten a menudo la necesidad de atribuir una motivación a las palabras, aunque dicha motivación sea históricamente falsa'. Una palabra opaca o extraria tiende a ser reinterpretada y modificada semántica y/o formalmente en función de otra(s) más conocida(s), de manera que adquiera para el ha- blante una motivación semántica, morfológica o fonética que dote a la voz de una mayor capacidad descriptiva del sentido o de los formantes que éste cree reconocer en ella. Esta voluntad del hablante de hacer cada unidad léxica lo más transparente y expresiva posible es una de las principales causas de los fenómenos que se engloban bajo el término de etimología popular. La reinterpretación y modificación del contenido y/o la forma de las palabras acostumbra a actuar cuando dos voces son parónimas, es decir, cuando mantienen entre sí una sernejanza formal que el hablante es capaz de reconocer como tal. La relación de paronimia es una condición nece- saria2 para hablar de etimología popular pero no siempre es la ŭnica que caracteriza a las palabras relacionadas en un proceso de esta naturaleza. * La investigación necesaria para desarrollar este trabajo ha sido parcialmente financiada con una beca FI/95-2130 concedida por la CIRIT de la Generalitai de Catalunya y ha contado también con el apoyo del Comissionat per Universitats i Recerca (n.° de referencia GRQ95-00544) y de la DGICYT (n.° de referencia PB95-0656). ' Cf. Ullmann [1962] (1980: 116); Baldinger (1965: 102) y Baldinger (1973: 241ss.); Zam- boni [1976] (1988: 159-161). 2 Exi.sten casos en los que la similitud fonética es la ŭnica condición que impulsa un cambio formal, como en las expresiones antietimológicas de su puño y letra —por a voz de pronto —por bote-- o listo para sentencia —por visto. Estos ejemplos se han extraido de Ortega (1985: 545); cf. también Ullmann [1962] (1980: 198 y ss.), Ortega (1985: 544) y Marsá (1987: 1743).
  • 2. 24 LAURA DEL BARRIO ESTÉVEZ Junto a ella puede concurrir la similitud semántica3, como sucede, por ejemplo, en el antiguo berrojo, que probablemente se modificó en cerrojo porque su función era la de cerrar4, o en anteuzano, que sufrió un trueque en altozano por encontrarse normalmente en un lugar alto. Los procesos de etimología popular puederi incidir, por tanto, en di- ferentes niveles del lenguaje, esencialmente en tres: el fonético, el morfo- lógico y el semántico. Este hecho podría explicar por qué en nuestras gra- máticas históricas la explicación de la etimología popular aparece disgregada en diferentes secciones. Por ejemplo, R. Menéndez Pidal ( [1904] 1989: § 70) en su Manual de gramática histórica española la incluye «junto con la ultracorrección y la equivalencia ac ŭstica» como una de las causas de los llamados cambios fonéticos irregulares 5. García de Diego en la Gramática histórica del español trata algunos de los ejemplos clásicos que se aducen al explicar la etimología popular dentro del apartado dedicado a la analogía morfológica formal (cf. García de Diego, 1970: 189-191). En cambio, una gramática histórica del castellano más reciente como la de Penny [1991] (1993) considera la etimología popular dentro del apartado dedicado al cambio semántico. En la presente comunicación analizaremos en primer lugar cuál ha sido el tratamiento que ha recibido la etimología popular en la bibliografía es- pecializada, incidiendo especialmente en el aspecto semántico, para exa- minar después los que a nuestro entender son los puntos clave que definen y explican específicamente la relación entre etimología popular y cambio semántico. Discutiremos si la etimología popular implica necesariamente o no la existencia de un cambio semántico, y si se trata de un tipo de cambio en sentido estricto o de una de las causas o condicionamientos que lo propi- cian. Asimismo, analizaremos qué repercusiones tiene ete hecho en la con- sideración de la etimología popular dentro de los estudios sobre el cambio semántico e intentaremos demostrar que bajo la denominación de etimo- logía popular se documentan procesos semánticos y formales de naturaleza diversa. ALGUNAS APROXIMACIONES A LA ETIMOLOGÍA POPULAR La etimología popular es un fenómeno que no atarie exclusivamente al ámbito diacrónico, sino que ha interesado e interesa a la fingriística general 3 Cuando además de la mencionadá semejanza fonética existe cierta relación conceptual entre las palabras asociadas, la atracción entre ambas y la posible modificación conceptual y/o formal será más factible. Cf. Ullmann [1962] (1980: 198 y ss.), Ortega (1985: 544) y Marsá (1987: 1743). 4 En casos como el de cerrojo, en los que junto a la similitud fonética se da una similitud conceptual pero en los que no hay cambio de significado reférencial, Veny (1990: 145) habla de homonimització semantica. Cf. Menéndez Pidal [1904] (1989: § 70.1) y Penny [1991] (1993: 284). 5 Menéndez Pidal no hizo referencia en ningŭn momento a las posibles repercusiones semánticas de la etimología popular, aunque matizó a pie de página que sólo trataba la etimología popular «cuando altera la forma de las palabras y no cuando altera sólo su sig- nificado, como a veces ocurre» § 70 n.1).
  • 3. ETIMOLOGÍA POPULAR Y CAMBIO SEMÁNTICO 25 porque se inscribe dentro del marco de fenómenos más generales que —como la asimilación y la analogía— ayudan a comprender los mecanis- mos de funcionamiento del lenguaje natura16. Probablemente, uno de los problemas más debatidos de la etimología popular tanto en los estudios sincrónicos como diacrónicos es el de la relación que se establece entre etimología popular y contenido semántico. La mayoría de las monografías que desde los arios sesenta abordan esta cuestión atienden considerable- mente a la importancia del aspecto semántico en la etimología popular y analizan, con mayor o menor profusión, cuáles son —si las hay— las re- percusiones que la etimología popular tiene en el sentido de la palabra. Los investigadores coinciden en resaltar la importancia decisiva de la b ŭs- queda de motivación en el origen de este tipo de procesos analógicos. Wart- burg [19511 (1991) en su libro sobre Problemas y métodos de la lingiiística o más recientemente Baldinger (1973) o Marsá (1987), por ejemplo, defien- den que la bŭsqueda de motivación implica necesariamenteuna modificación en la naturaleza semántica de la palabra puesto que altera las ideas que ésta evoca en el hablante; es decir, se produce un cambio en la intensión (cf. Baldinger, 1973; Ullmann [19621 1980 o Zamboni [1976] 1988)7. LA ETIMOLOGÍA POPULAR DENTRO DE LOS ESTUDIOS SOBRE CAMBIO SEMÁNTICO Dentro de los estudios sobre cambio semántico específicamente, la eti- mología popular ha recibido un tratamiento poco homogéneo. Los pri- meros estudios semánticos que aparecieron de carácter eminentemente his- tórico, como los clásicos de Paul, Bréal o Darmesteter, no incluían todavía la etimología popular en sus clasificaciones lógico-retóricas del cambio se- mántico. Será a partir del desarrollo de la semiología y de la distinción entre significante y significados cuando la etimología popular empiece a Lehmann (1969) y (1973) y Hock (1986) en sendos libros introductorios a la lingŭística histórica incluyen la explicación de la etimología popular dentro de los cambios por analogía que responden a procesos no sistemáticos mediante los que se produce un «remodelamiento de aquellos esquemas de la lengua menos favorecidos y fecuentes de acuerdo con los más favorecidos» (Lehmann, 1969: 238). 7 Asimismo, la mayoría de tipologías elaboradas (cf. Saussure [19161 1986: 199-201; Ull- mann [1962] 1980: 115-119; Zamboni [1976] 1988: 160; Ortega 1985: 545-546 y Veny 1990: 139-148) considera la existencia o no de carnbio semán ŭco junto con la alteración o no de la forma de la palabra como los dos criterios básicos que permiten diferenciar los distintos tipos de fenómenos englobados bajo el nombre genérico de etimología popular. De ser esto así, la etimología popular no podría considerarse un tipo de cambio semántico en sí misma, sino un elemento que puede, pero no tiene por qué, estar implicado en procesos de cambio semántico. 8 La distinción entre forma y sentido, aunque no formulada en los términos saussureanos, ya existía desde la Grecia clásica; sin embargo, esta distinción no se sistematiza hasta el establecimiento de la semiología como disciplina lingŭística. Explica Guiraud [1955] (1979: 41) que «no fue sino al principio de siglo, con Wundt, Schuchardt y sobre todo Saussure, cuando se encontró una teoría de los cambios de sentido basada en criterios semiológicos» que acentuaba la oposición enu-e forma fónica y sentido y que basaba su clasificación del cambio precisamente en esta disŭnción básica.
  • 4. 26 LAURA DEL BARRIO ESTÉVEZ considerarse de forma sistemática dentro de las tipologías que intentan clasificar el cambio semántico°. Sin embargo, no todos los especialistas coinciden en determinar si la etimología popular es una causa o un tipo de cambio en sí mismo, y tam- poco hay acuerdo sobre cuál es la naturaleza del cambio semántico que se ha producido. Ullmann [1962] (1980: 249-250) —que ofrece una elegante e influyente clasificación de los posibles cambios semánticos seg ŭn exista similitud o contigŭidad en el sentido o en el nombre— aunque previa- mente ha especificado que los procesos de falsa etimología no siempre provocan un cambio semántico (cf. Ullmann [1962] 1980: 115-119), con- sidera la etimología popular como uno de los cuatro tipos de cambio se- mántico básicos junto con la metáfora, la metonimia y la elipsis; y especifica que cuando efectivamente la similitud fonética entre voces semejantes oca- siona cambios semánticos, éstos son diferentes en función de si están o no 'medianamente cercanos entre sí. Luego es posible que en algunos de los casos de cambio semántico por etimología popular no exista la cercanía o conexión que se esperaría encontrar entre el sentido antiguo y el nuevo. Anttila [1972] (1989) y Geeraerts (1983) también incluyen la etimología popular dentro de sus tipologías del cambio semántico y la caracterizan como un tipo de cambio por semejanza entre los nombres'°, aunque ambos disting-uen —como ya hiciera Baldinger (1973)— dos posibles tipos de cam- bio semántico: los cambios sólo en la connotación y no en el referente (cambios intensionales) y los cambios tanto en la connotación como en el referente (cambios extensionales). También Zamboni [1976] (1988), al cla- sificar los distintos tipos de etimología popular, establece que las modifi- caciones en el contenido provocadas por etimología popular pueden ser de diversa índole, y inenciona dos posibilidades: la creación de un nuevo sentido y la restricción del significado de la palabra". A diferencia de los autores mencionados, Guiraud [1955] (1979) al tra- tar los diversos fenómenos de etimología popular, remite siempre al capí- tulo dedicado a las causas del cambio semántico'2, donde incluye la eti- mología popular dentro de las causas de los desplazamientos de sentido junto con la contaminación, los conflictos de homónimos y la elipsis. 9 Nunca en plano de igualdad con los otros ŭpos básicos de cambio de sentido extraídos de los principales tropos de la retórica clásica —metáfora, metonimia y sinécdoque-- o de los cambios basados en criterios lógicos como la extensión y restricción de significado. '° Anttila [19721 (1989) habla en estos casos de iconicidad y enmarca el cambio dentro de la tendencia general del hablante a eliminar las variantes innecesarias, siempre que sea posible, para tender hacia una situación ideal en la que a cada forma le corresponda un senŭdo. Por eso Anttila trata el cambio semántico y, por tanto, también la etimología popular como procesos muy cercanos a la analogía. " Sin embargo, en las páginas dedicadas al cambio semántico Zamboni [1976] (1988) no tiene en cuenta sus propias palabras sobre la etimología popular del capítulo 4 del mismo libro, y se limita a reproducir esencialmente el esquema sobre cambio semántico de Anttila [1972] (1989). 12 Aunque hay que puntualizar que en el espacio dedicado a las tipologías del cambio semántico, Guiraud reproduce las teorías de Stern (1931) y Ullmann (1962) e incluye, por tanto, la etimología popular dentro de los tipos de cambio semántico.
  • 5. ETIMOLOGÍA POPULAR Y CAMBIO SEMÁNTICO 27 En breve, la mayoría de autores citados parece coincidir en que el factor semántico es decisivo en todo proceso de etimología popular; en cambio, no existe unanimidad por lo que i-especta a algunos aspectos decisivos para la determinación y comprensión de la relación y vinculación entre etimo- logía popular y cambio semántico. No hay acuerdo sobre si la etimología popular implica siempre un cambio semántico (de la indole que sea), ni sobre si la etimología popular debe considerarse como causa del cambio o como un tipo de cambio en sí; tampoco se acaba de dirimir sobre la natu- raleza y tipología de cambios semánticos posibles vinculados a estos pro- cesos de falsa etimología. ETIMOLOGíA POPULAR Y CAMBIO SEMÁNTICO De lo que parece que no cabe duda, es de que la similitud fonética y a menudo conceptual entre dos o más palabras no emparentadas genética- mente puede ser la causa o el condicionamiento que propicie un cambio semántico y/o formal en el léxico. Los cambios de este tipo acostumbran a ser complejos porque —como ya se ha mencionado— afectan a más de un nivel, pero pueden reducirse idealmente a tres grandes grupos seg ŭn se produzca (a) una alteración en la forma de la palabra y un cambio semán- tico sólo en la intensión (e.g. aguileña, aguzanieves) 13; (b) una alteración en la forma de la palabra y una modificación tanto en la intensión como en la extensión (e.g. altozano, rastrojo)' 4 o (c) un cambio en la iniensión y extensión de la voz, sin que se modifique en absoluto la forma fonética de la misma (e.g. abra, chamarilero)'5. Aportamos, a continuación, algunos ejemplos de cada uno de estos fenómenos: (a) Aguileña y aguzanieves son dos voces que ilustran aquellos procesos de etimología popular en los que, como consecuencia de una falsa asocia- ción establecida en la mente del hablante, se produce un cambio en la forma fonética de una palabra y también en su intensión. El castellano aguileria, ' cierta planta ranunculácea', parece ser corrupción de aquilegia por influjo del adjetivo aguileño. Aquilegia (compuesto de aqua agua' y legere 'recoger') era la forma del bajo latin para designar a esta planta porque sus pétalos recogen el agua de la lluvia. Debido a la asociación con águila, el hablante deja de reconocer en esta voz su motivación originaria, y al reanalizarla en función de la nueva asociación, la voz se modifica en su forma fonética y en su intensión o connotación, ya que el hablante relacio- 13 Otros ejemplos son nigromancia (cf. Menéndez Pidal [1904] 1989: § 70.1); pulgar (cf. Penny [1991] 1993: 284); tinieblas (cf. C.astro, 1914: 182, que lo considera un leonesismo, y Penny [1991] 1993: 284). 14 Segŭn García de Diego (1970: 190), senderuela y mixtificar también podrían ilustrar este caso. 13 Aterrar (García de Diego, 1970: 190; Veny, 1990: 147) y akamonías son ejemplos se- mejantes.
  • 6. 28 LAURA DEL BARRIO ESTÉVEZ nará el nombre de la planta con el del ave 16, pero no con la motivación que explicaba su nombre; esto es: la de ser una planta cuyos pétalos reco- gen el agua de lluvia. La extensión o conjunto de entidades del mundo a las que se puede aplicar este nombre permanece, no obstante, intacta. Agu- zanieves, por su parte, resulta de una alteración de auzed7 de nieves 'pájaro de nieves', así llamado por su costumbre de andar por la nieve. Segŭn el Diccionario Crítico Etimolágico Castellano e Hispánico de Corominas y Pascual (1980-1991) (DCECH), la forma moderna es debida en parte a la influencia del verbo aguzar por etimología popular' 8 De nuevo, no hay ningŭn cambio en el referente de la palabra, pero sí en la intensión porque el nombre de este pájaro deja de relacionarse con auze ' ave y pasa a vincularse al verbo aguzar. (b) Un segundo grupo de fenómenos englobados bajo el nombre de etimología popular serían los casos en los que además de una alteración en la forma de la palabra y una modificación en la intensión, la etimología popular causa un cambio semántico en la extensión, el conjunto de indi- viduos del universo designados por el término. Un ejemplo de ello lo ten- dríamos en altozano. Altozano (del antiguo anteuzano, derivado de uzo'puer- ta' con el prefijo ante-) originariamente significó 'plazuela ante la puerta de un edificio, especialmente atrio de una iglesia', pero como sólo tenían ant(e)uzano las iglesias, castillos y casas grandes, que por lo general se cons- truían en lugares dominantes, y la disimilación tendía a convertir n > 1, pronto se identificó la palabra con el concepto de 'lugar alto', 'en Io alto de' (cf. DCECH s.v. y Veny, 1990: 147-148) y se dejó de asociar esta voz con la idea de 'delante de'; como consecuencia, «se dejó de llamar altozano a las plazuelas que no estaban en lo alto» (Menéndez Pidal [1904] 1989: §70.1) y aparecieron nuevas acepciones como 'lugar elevado donde solían edificarse las iglesias' y finalmente 'elevación de poca altura en un terreno' que se convertiría en el sentido dominante. Así pues, la interferencia causó o propició un cambio fonético y un cambio que afectaba desde luego a la intensión, pero además fue la responsable de un cambio semántico exten- sional, ya que primero se restringió el sentido de la palabra y se pasó de 'plazuela ante la puerta de un edificio...' a 'plazuela ante la puerta de un edificio que estaba en lo alto...' y, como consecuencia de ello y de la pree- minencia cada vez mayor de la idea de alto en esta voz, altozano pasó a designar por una relación de contigŭidad 'el lugar elevado en el que se edificaba...' y por ŭltimo la elevación misma, que es hoy la ŭnica acepción que conserva la palabra en espariol peninsular. Por tanto, como resultado 16 Gili Gaya (1919: 182) cree que este influjo del adjetivo aguileño se ve además favorecido «por la forma de las flores, que tienen los pétalos prolongados en un espolón largo y tubu- loso». El Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico (DCECH) apunta la posibilidad de que otros nombres, como palomilla, palominera, pelicanos, pajarillas pueden haber sido suge- ridos por la falsa relación de aguileña con águila. 17 Auze era sínónimo antiguo de 'ave' (DCECH, s.v.). 18 Aunque la g pudo también desarrollarse espontáneamente, como en el antiguo agu- tarda que procede de autarda (DCECH, s.v aguzanieves). Para García de Diego (1970: 181) se trata de una g antihiática.
  • 7. ETIMOLOGíA POPULAR Y CAMBIO SEMÁNTICO 29 de un proceso de etimología popular, la palabra ha experimentado una modificación y restricción de su c- ontenido. Un caso algo distinto es el de rastrojo, alteración del antiguo restrojo que significaba 'lo dejado en el cam- po después de la siega y del que por una asimilación vocálica pronto apa- reció la variante rastrojoi9. Es posible que a la alteración contribuyera la influencia de rastro, puesto que éste era el nombre que recibían los 'resi- duos de los tallos de cereales' 20. Precisamente por este prejuicio pseudo- etimológico —explica el DCECH, s.v.— se limitaron Covarrubias y el Diccio- nario de Autoridades a definir rastrojo como 'el residuo de la mies que queda en la tierra después de segada' sin mencionar la acepción 'el campo des- pués de segada la mies y antes de recibir la nueva labor', que es frecuente tanto en autores clásicos como medievales. (c) El ŭltimo grupo al que quisiéramos hacer referencia es el que in- cluye aquellos procesos de etimología popular que no provocan ninguna alteración formal de la palabra pero que, en cambio, son causa de una modificación en la intensión y extensión de la misma. Abra ' ensenada' (del francés haure 'puerto de mar', 'puerto que queda en seco en la bajamar') tomó en Arnérica el sentido de 'abertura entre dos montarias'21 , por lo general un valle ancho y despejado o un collado abierto y accesible y, con- cretamente en Colombia, el de 'hoja o batiente de una puerta o ventana'22; en espariol peninsular se documentan los sentidos de 'grieta sísmica' y 'dis- tancia entre los palos de un buqŭe'23 (DCECH, s.v.). Estas nuevas acepciones sólo pueden explicarse en función de que el vocablo una vez entrado en castellano fuese sentido popularmente como derivado del verbo abrir, y que, por tanto, la evolución semántica de este nombre viniese determinada por la creciente atracción semántica del verbo. Otro ejemplo sería el de cha- marilero, 'persona que se dedica a comprar y vender trastos viejos', derivado del antiguo cham(b)ariles 'instrumentos de zapatero'. Posiblemente la evo- lución semántica desde chamarilero 'vendedor de enseres zapateriles' hacia 'vendedor y cambiador de trastos viejos' fuese determinada por el influjo de cham(b)ar que significaba 'trocar' (cf. Baldinger, 1965: 103). Abra y cha- marilero nos permiten ilustrar cómo el hablante asoció equivocadamente estas voces con otras con las que no estaban históricamente relacionadas, 19 Rastrojo está documentado por primera vez en J. Ruiz y en A. Palencia, pero se gene- raliza literariamente desde el Siglo de Oro (DCECH, s.v.). " En este caso, segŭn afirma Veny (1990: 145), el contenido de los parónimos provocó la interferencia formal al potenciar uno de los elementos conceptuales ya contenidos en la palabra. 21 Se manifiesta aquí la tendencia del habla criolla a aplicar el v.ocabulario marítimo a la topografía continental (DCECH, s.v.). " Por lo que respecta a la acepción colombiana que documenta el DCECH s.v. abra, el Dŭcianario Histárico de la Lengua Española (DHLE) del año 1933 no la cita y el DHLE actual la considera bajo la entrada abra2, lo cual parece más plausible ya que la evolución a par ŭr de las acepciones anteriores es muy forzada. 23 Esta acepción del DCECH se corresponde con la 4 del DHLE del año 1933-36 que en la ŭltima edición del DHLE se incluye bajo la serie II y tienen una ŭnica documentación (la misma que en el DHLE de 1933-36), por lo que podría ponerse en duda la relevancia y entidad de esta supuesta acepción.
  • 8. 30 LAURA DEL BARRIO ESTÉVEZ y cómo, aunque esto no tuviese ninguna repercusión en el plano fonético, la falsa vinculación fue la causa de la aparición de nuevas acepciones. La etimología popular, por tanto, no implica necesariamente una alte- ración formal de la palabra, pero, en cambio, comporta —como defienden Baldinger, Anttila o Geeraerts— un cambio en las ideas o asociaciones vin- culadas a ella; esto es: supone siempre una modificación en la intensión o connotación. Es posible, además, que exista un cambio semántico extensio- nal, en la denotación del contenido (e.g. los casos citados en by c). En este segundo supuesto, el cambio semántico se caracteriza específicamente por- que no es necesario —es posible pero no necesario— que exista ninguna vinculación lógica entre el sentido antiguo y el nuevo. Se trata por tanto, en caso de haberlos, de cambios semánticos discontinuos y abruptos, puesto que responden a una causa puntual: la asociación formal y sólo a veces también semántica entre dos palabras que no tienen porqué guardar nin- guna relación previa. La conexión entre los dos sentidos puede por tanto deberse a factores puramente for-males y la dirección del cambio y el con- tenido de las nuevas acepciones es totalmente imprevisible. Dado un cam- bio en la extensión de esta naturaleza, las posibles consecuencia,s pueden suponer tanto la creación de un sentido completamente nuevo como la pérdida de acepciones o la modificación de alguno de los sentidos que la palabra ya poseía. CONCLUSIONES El examen de la compleja naturaleza de los cambios semánticos pro- vocados por etimología popular nos conduce a una refiexión sobre si la etimología popular es un tipo de cambio semántico o una causa que pro- picia el cambio. La existencia de una causa comŭn (la paronimia) y la no necesidad de proximidad o conexión lógica entre los sentidos nuevos y los antiguos hacen que los cambios producidos por etimología popular no pue- dan identificarse con ninguno de los tipos incluidos en las clasificaciones de cambio semántico más conocidas24. En este sentido, y sólo en éste, po- dríamos sostener que el grupo de cambios semánticos causados por simi- litud formal y opcionalmente semántica entre palabras no emparentadas genéticamente, es, en efecto, un tipo de cambio semántico genérico, que —al igual que sucede con la metáfora o la metonimia— incluye diferentes subtipos. Por tanto, si se denomina etimología popular al fenómeno de la se- mejanza entre parónimos que provoca el establecimiento de una asociación entre voces no emparentadas genéticamente que puede causar cambios tanto formales como semánticos, la etimología popular será ŭnicamente 24 Por ejemplo, los cambios por metáfora o metonimia se caracterizan porque entre el sentido viejo y el nuevo ha de existir necesariamente un tipo de relación, que será la que determine la adscripción del cambio a un tipo determinado.
  • 9. ETIMOLOGÍA POPULAR Y CAMBIO SEMÁNTICO 31 una posible causa del cambio semántico. En cambio, si el término etimo- logía popular se aplica a todo el proceso —existencia de dos voces que fonéticamente se parecen y el hablante relaciona en su mente más el po- sible cambio semántico (en la intensión o extensión) y a veces formal como consecuencia de dicha asociación—, entonces la etimología popular puede considerarse un tipo de cambio semántico. Pero deberá especificarse siem- pre que no cualquier proceso que pueda englobarse bajo el tipo genérico etimología popular provoca un mismo tipo de cambio semántico. Este pue- de ser sólo intensional o bien intensional y extensional, y en este ŭltimo supuesto, además, es posible documentar indistintamente extensiones, res- tricciones y/o transferencias de sentido. BiBLIOGRAFÍA ANTTILA, R. [1972] (1989) «Semantic Change», Historical and Comparative Linguisitcs, Current Issues in Linguistic Theory, 6, New York, Benjamins Publishing Company, pp. 133-153. BALDINGER, K. (1965) «La pesadilla de los etimólogos», RFE, XLVIII, pp. 95-104. —, (1973) «Á propos de l'influence de la langue sur la pensée. Étymologie populaire et changement sémantique paralléle», Revue de Linguistique Romane, XXXVII, 147-8, pp. 241-273. CASTRO, A. (1914) «Reserias. Hanssen», Gramática histórica de la lengua castellana 1913, RFE I, p. 182. COROMINAS, J. y J. A. PASCUAL (1980-1991) Diccionario Crítico Etimológico Castellano e His- pánico (DCECH), 6 vols. Madrid, Gredos. GARCLA DE DIEGO, V. (1970) Gramática Histórica Española, Madrid, Gredos, 3.' ed. corre- gida. GEERAERTS, D. (1983) «Reclasifying Semantic Change», Quaderni di Semantica, 4, pp. 217-240. GILI GAYA, S. (1919) «Casos de etimología popular en nombres de planta», Revista de Filología Española, VI, pp. 181-184. GUIRAUD, P. (19794) La semántica, México-Madrid-Buenos Aires, FCE, Breviarios 153, pp. 39-69 (versión original: La sémantique, Paris, 1955). HOCK, H. H. (1986) Principles of Historical Linguistics, Trends in Linguistics, Studies and Monographs 34, Berlin-New York-Amsterdam, Mouton de Gruyter, pp. 202-203. LEHMANN, W. P. (1973) Historical Linguistics. An Introduction, USA, Holt, Rinehart and Winston, pp. 192-213. —, (1969) Introducción a la lingüística histárica, versión espariola de P. Gómez Bedate, Madrid, Gredos, BRH, § 11.6, esp. pp. 235-239. MALKIEL, Y. (1996) Etimología, Madrid, Cátedra (versión original: Etymology, Cambridge University Press, 1993). MARSÁ, F. (1987) «Testimonios sigilográficos de etimología popular», Actas del I Gmgreso Internacional de Historia de la Lengua Española (Cáceres, 1987), pp. 1743-1753. MENÉNDEZ PIDAL., R. [1904] (1989) 2° Manual de gramática histárica española, Madrid, Es- pasa-Calpe, § 70, pp. 190-193. NELSON, R. J. (1990) «Sp. ademán 'gesture and 'acttitude': Folk etymology as a con- comitant to language change», Ramance Notes, 31, pp. 59-63.
  • 10. 32 LAURA DEL BARRIO ESTÉVEZ ORTEGA, G. (1985) «La etimología popular: un estudio filológico», Serta Gratulatoria in honoremj Régulo. Filología, Universidad de la Laguna, vol. I, pp. 543-550. PENNY, R. (1993) Gramática histórica d,e1 español, Barcelona, Ariel Lingŭística, § 5.2.3, pp. 283-284 (versión original: A History of Spanish Language, Cambridge, Cambridge Uni- . versity Press, 1991). REAL ACADEMIA ESPAÑOLA DE LA LENGUA (1933-1936) Diccionario Histórico de la Lengua Española, 3 vols., A-CE, Madrid, vol. I, 1933; vol. II, 1936 —, (1960-) Diccionario Histórico de la Lengua Española (DHLE), vol. I: A-ALA y fascículos 11.°-21.° del vol. II: ALABA-AONIO. SAUSSURE, F. (1986) Curso de lingtiística general, traducción, prólogo y notas de A. Alonso, Buenos Aires, Editorial Losada, pp. 199-201 (versión original: Cours de linguistique générale, Paris - Laussane, Payot, 1916) ULLMANN, S. (1980) Semántica. Introducción a la ciencia del significado, Madrid, Aguilar, pp. 115-119, 185, 249-251 (versión original: Semantics: An Introduction to the Science of Meaning, Oxford, Balckwell, 1962). VENY, J. (1990) «Cap a una tipologia de l'etimologia popular», PrefessorF. Marsá. Jornades de Filologia, Publicacions de la Universitat de Barcelona, pp. 137-152. WARTBURG, W. V. [1951] (1991) Problemas y nzétodos de la lingiiística, trad. de D. Alonso y E. Lorenzo y notas de D. Alonso, 2. ed., Madrid, CSIC, pp. 173-227. ZAMBONI, A. (1988) La Etimología, Madrid, Gredos, cap. 3, pp. 88-109 y cap. 4, pp. 146- 161 (versión original: L'Etimologia, Bologna, N. Zanichelli, 1976).