El documento describe la experiencia de los cordones industriales y comandos comunales en Chile durante el gobierno de Salvador Allende, como expresiones de poder popular y autoorganización de la clase trabajadora. Ante el paro patronal de 1972 que buscaba desestabilizar al gobierno, los trabajadores tomaron control de las fábricas manteniendo la producción. Esto permitió mitigar los efectos de la crisis y disputar el poder real al Estado y patrones, mostrando la capacidad de organización popular para enfrentar tiempos de crisis desde abajo.
Pronunciamiento de Mujeres en defensa de la Ley 348
La organización de clase frente a la crisis: Cordones industriales y comandos comunales en Chile
1. Y ahora, ¿quién podrá defenderme?
En la serie de humor
ochentera es la pregunta que re-
suelve todos los problemas en los
cuales solo un superhéroe po-
dría ayudar. Al decirla aparece el
Chapulín Colorado con un sonoro
“¡yooo!”; un guardián frente a la
injusticia, el robo, el maltrato (ma-
terializados en los delincuentes de
barrio del programa, antagonis-
tas naturales de este enmascara-
do vengador). Un ente externo a
las víctimas, que estaba allí des-
de el primer capítulo al servicio
del débil, que viene a balancear
la disparidad de fuerza en pos
del bien. Una función similar a la
que cumple el derecho laboral
dentro de nuestro ordenamiento
jurídico. La persona trabajado-
ra estará en un innato, esencial e
irremediable desnivel de fuerza
frente al empleador, por lo que se
hizo indispensable crear un me-
dio para salvar esta desigualdad.
¿Cuántas veces pudo un traba-
jador negociar abiertamente su
remuneración antes de ser con-
tratado?, ¿eligió qué días y horas
trabajar?, ¿determinó el número
de días de vacaciones anuales?
Con su chipote chillón aparece,
en forma de leyes y dictámenes, a
salvar al proletario que por sí solo
carece de poder frente al patrón;
o al menos ese debería su rol.
Esta necesidad de balance jurídi-
co en la relación laboral no fue una
creación milenaria, tenida como
natural en cada Estado. A partir
de las revoluciones industriales
se desarrollaron nuevas formas de
producción y de explotación de la
mano de obra del proletariado que
ocupó las fábricas. Sin un área es-
pecial en el derecho, esta relación
laboral se miraba como una entre
pares, sin protección especial ni
instituciones estatales que la su-
pervigilaran. “Si no te gusta, te
vas”, si es que el proletario se po-
día ir (imagine la caminata desde
una salitrera hasta el sur).Vivir en
la fábrica o morir de hambre, re-
gias opciones. Frente a esta situa-
ción, ¿qué hizo el Estado? Nada.
¿Qué hicieron las víctimas de esta
brutalidad? Se organizaron. Na-
cen así las primeras asociaciones
modernas de la clase obrera para
hacer frente a la realidad brutal
en la que transitaban. Se crearon
mutuales, sociedades de socorro
y sindicatos, en la clandestini-
dad y apartados de la legalidad,
que no contemplaba en su lógi-
ca estas nuevas instituciones y,
de hecho, las reprimía. Los y las
trabajadoras ya no estaban sol@s,
sino que en unidad en la resisten-
cia frente al capital y sus escla-
vizantes formas de dominación.
Pasaron los años de lucha y el Es-
tado recogió parte de las deman-
das en pos de la dignidad laboral
y la necesidad de organización
proletaria, dictando las primeras
normas laborales en primer tér-
mino para luego regular al sin-
dicato. Desde entonces existirá
un límite para el poder sin frenos
del empleador que proviene des-
de fuera de la fábrica, ajeno a las
partes de la relación laboral. A su
vez, y al reglamentar al sindicato,
se le da una forma y función de-
finidas, quedando atrapada en la
ley la libertad que la fuerza de la
unión proporcionó en un inicio.
Los problemas en la fábrica ten-
drán solución a partir del derecho
laboral, el Chapulín que vendrá
en ayuda del desvalido dentro del
trabajo. Entonces, al parecer, ya
no necesitamos la unión para esta
pugna de poder dentro de la fábri-
ca, pues de eso ya se ocupa el Es-
tado y su nuevo derecho laboral.
Transcurren las décadas y nos mal
acostumbramos a mirar al cielo en
busca de la solución a nuestros
problemas laborales,“la ayuda del
gobierno” o de una ley que venga
a salvar el día. Buscamos en dic-
támenes y en el Código del Tra-
bajo el trozo de texto preciso que
enfrente al empleador mientras el
número de sindicatos se estanca y
el de trabajadores sindicados baja.
Trabajo/6 CARMELA JERIA Junio/2020
por. Esteban Vivanco
DE LA ORGANIZACIÓN DE CLASE Y EL DERECHO LABORAL
2. Llegó el coronavirus y todas las
complicaciones conocidas y vivi-
das por usted. Ante la cuarentena
y la imposibilidad de trabajar es-
peramos la respuesta, la cual no
llegó precisamente de un superhé-
roe, o al menos de uno cuyos prin-
cipios están corrompidos. Cuando
las necesitamos, las respuestas a
los problemas y necesidades no
estaban en la legislación laboral, y
la Dirección del Trabajo descono-
ció completamente los principios
del derecho laboral en sus prime-
ros pronunciamientos. La decisión
final del gobierno fue echar mano
al ahorro para la cesantía de quie-
nes lo tenían, sino, arrégleselas.
¿Habrá que continuar preguntán-
donos quién podrá defendernos?
Ante el hambre, la autogestión ya
comenzósumovimientoatravésde
ollas comunes. Vecinos de varias
comunas salieron a la calle pro-
testando en contra de la indolen-
cia de las medidas adoptadas por
el gobierno y el congreso. Los sin-
dicatos comprometidos exigieron
y pelean en sus trabajados por las
condiciones básicas que protejan
su vida y salud, así como la remu-
neración de todos sus miembros.
En este momento de crisis parece
necesaria la reflexión de clase. esa
mirada al espejo y preguntarnos
por qué continuamos esperan-
do que quienes orquestaron la
actual situación la solucionen. El
Chapulín del derecho del trabajo
hace rato se quedó mirando cómo
suceden las injusticias cuando es
llamado. No es ni será el camino
para una vida digna, menos den-
tro de este estado de emergen-
cia. Tenemos que sacudírnoslo,
reconocer que no contamos con
su ayuda y comenzar la construc-
ción de una solución colectiva.
Tenemos que cambiar la pre-
gunta y la respuesta: ¿quién
podrá ayudarnos? Nosotr@s.
Trabajo/7 CARMELA JERIA Junio/2020
WIÑOL
TRIPANTU
el inicio de
un nuevo ciclo
El día 20 de junio el pueblo
mapuche conmemora el We Tri-
pantu (año nuevo o la nue-
va salida del sol) o Wiñol
Tripantu (vuelta del año).
Asimismo, el pueblo Aymara
celebra el Machaq Mara (año
nuevo) o Mara Taq´a (divi-
sión del año), mientras que
para el pueblo Quechua esta
fecha es denominada Inti Ray-
mi. Por otra parte, el pueblo
Rapa Nui festeja el Matahi-
ti; (año nuevo), evento que
está en proceso de revita-
lización en ese territorio.
Todo este fenómeno está de-
terminado por la luna, pues
nuestros antepasados observa-
ban la fase menguante de ésta
y de esta forma se sabía que
era el We Tripantu: "ragi-
ñkülewechi küyen mew, fey wi-
ñotuy tripan antü pige ke fuy"
lo que más o menos significa:
Con las fases de la luna se
cuenta un recorrido del sol"
De acuerdo a esta lógi-
ca se da inicio a la cele-
bración del We Tripantu,
cuyo contenido no obedece
a una simple celebración.
3. CORDONES INDUSTRIALES Y COMANDOS COMUNALES
experiencias de poder popular en Chile.
Memoria/8 CARMELA JERIA Junio/2020
Son tiempos difíciles.
No sólo por la pandemia y sus
consecuencias sanitarias directas,
sino también por la incertidum-
bre económica y alimentaria que
tienen que soportar miles de fa-
milias producto de las decisiones
gubernamentales tomadas para
abordar la pandemia. Cuando el
Estado, como tantas veces, prio-
riza la estabilidad de los grandes
poderes económicos, sacrifican-
do, literalmente, la vida y salud de
la clase trabajadora, no podemos
más que preguntarnos de dónde
vendrá la ayuda que necesitamos
para enfrentar estas situaciones.
Y la respuesta es que la ayu-
da vendrá de nosotr@s mism@s.
Experiencias de autoorganización
para enfrentar tiempos de crisis
no son nuevas en nuestra histo-
ria. Desde muy temprano, la clase
trabajadora comenzó a organizar-
se para poder brindarse el apoyo
que necesitaba y que no vendría
ni de los patrones ni del Es-
tado. Ejemplo de esto tene-
mos, entre tantos otros, en
las primeras mutualidades
de trabajadores o, lo que viene a
ser el objeto principal de este ar-
tículo, en los cordones industriales
y comandos comunales, las cuales
son una de las mayores expresio-
nes de organización y poder po-
pular existentes en la historia de
Chile, logrando disputarle el po-
der a órganos centrales como la
CUT e incluso el Estado,pudiendo
mitigar enormemente las conse-
cuencias del Paro Patronal de 1972
Contextualizando, el gobierno
de Salvador Allende triunfó en
Chile en medio de un tenso es-
cenario internacional, determina-
do por la guerra fría y la disputa
por el poder mundial entre Esta-
dos Unidos y la Unión Soviética.
La estrategia política de la Unidad
Popular se ve marcada por una
“conquista gradual y pacífica
del poder político, sin ruptura
brusca con el orden burgués,
acompañada de la liquidación
de las bases de la dominación
imperialista, latifundista y mo-
nopólica, a través de medidas
planteadas en la perspectiva de
construcción al socialismo” (1)
Si bien se ha señalado que dicha
estrategia no apuntaba a remo-
ver los cimientos del capita-
lismo, situación que generaba
tensión entre las distintas or-
ganizaciones y partidos que se
situaban a la izquierda (como
el MIR y los mismos cordones
industriales y comandos comu-
nales, quienes llegaron a cuestio-
nar al gobierno por la lentitud del
traspaso al Área de Propiedad
Social de las industrias privadas,
entre otras cosas), es innega-
ble que el gobierno de Salva-
dor Allende impulsó una serie
de reformas que potenciaban
la organización sindical, cons-
tituyendo un riesgo inminente
para los intereses empresaria-
les nacionales e internacionales
Debido a esto, se desató toda una
guerra económica contra él, sus-
tentada por Estados Unidos en
complicidad con la derecha chile-
na, buscando frenar su programa
político mediante un brazo ins-
titucional -partidos políticos- y
un brazo armado -grupos para-
militares, como patria y libertad-.
por. Gerardo Leiva /Catalina Trinidad
4. Memoria/9 CARMELA JERIA Junio/2020
Una de las grandes manifestacio-
nes de este bloqueo fue el Paro
Patronal de 1972. En septiembre
de ese año, la Confederación
Nacional de Dueños de Camio-
nes y la Confederación Nacio-
nal del Transporte Terrestre,
con apoyo de la SOFOFA, exi-
gieron al gobierno reajustes y
control de precios de neumá-
ticos y combustibles. Ante la
negativa respuesta, el 9 de oc-
tubre estos sectores gremiales,
apoyados por colegios profesio-
nales y diversas organizaciones
contrarias a Allende, inician un
paro productivo que, encabe-
zado por los camioneros, sig-
nificó un grave riesgo para el
abastecimiento de productos
y materias primas en el país.
Como consecuencia directa
de esta paralización, la clase
trabajadora, organizada me-
diante los cordones industria-
les (que si bien se planteaban
como organismos autónomos,
no subordinados al gobierno,
sí lo apoyaban) deciden to-
marse las fábricas y mante-
ner ella misma la producción.
Según Hugo Cancino, historia-
dor, las tomas de fábricas aumen-
taron de 137 en 1970, a 378 en
1971, y 299 hasta mayo de 1972,
generalizándose luego como un
medio de asegurar la continui-
dad del proceso productivo bajo
control obrero, y la defensa del
gobierno. Sumado a esto, se fue
unificando la identidad del movi-
miento sindical en Chile, l@s tra-
bajador@s se reconocían como
parte de una misma clase, y des-
de su condición de explotados
bajo los estándares capitalistas
buscaban alternativas de lucha.
Así, “las empresas controladas
por sus trabajadores, por medio
de sus decisiones productivas dis-
tributivas y de comercialización,
pudieron contener la desestabili-
zación económica gatillada por el
paro de los camioneros, conflicto
que se mantuvo por un mes.” (2)
Esta manifestación de organiza-
ción y poder de las clases popu-
lares tiene más relevancia aún si
tenemos en cuenta que las em-
presas producen en base a lo que
es un modelo de oferta y deman-
da que busca un “punto de equi-
librio”. De esta forma, en lugar
de buscar un óptimo social, por
ejemplo, en alimentos, buscan
un óptimo económico, ya que lo
importante no es que la gente
tenga para comer, sino que la
gente pueda pagar el bien pro-
ducido y que cada nueva unidad
producida mantenga un mínimo
de ganancia, aún cuando exista
una crisis económica que im-
plique escasez de alimentos. Y
contrario a lo que algun@s pudie-
ran creer, la toma de las empresas
por parte de los obreros en va-
rios casos aumentó la producción.
Parte de las planas mayores de las
industrias siguieron funcionan-
do, ingenieros, técnicos y otros
profesionales comprometidos les
enseñaban a los obreros cómo di-
rigir las industrias, teniendo como
resultado que, por ejemplo, la
producción textil del Área Social
aumentó entre un 8% y un 30%
En Fabrilana (la industria más
grande de la fabricación de lana
en esa época) la producción de
lana aumentó en un 120% , y esto
antes incluso del paro patronal.
En este punto debemos distinguir
entre cordones industriales y co-
mandos comunales. Si bien am-
bos son manifestación del “poder
popular”, entes auto organizados
de las clases populares con capa-
cidad de control sobre la gestión
de la Sociedad(4) los primeros se
constituyen como organizacio-
nes territoriales de trabajador@s
5. que agrupaban a varias decenas
de fábricas, realizando diversas
medidas de presión y tomando
incluso el control de las indus-
trias para apresurar su traspaso al
Área de Propiedad Social o, con
posterioridad al paro patronal,
mantener la producción; mientras
que los segundos surgen como
una evolución natural de los pri-
meros, subsanando las dificulta-
des que los cordones industriales
tenían en insertarse en su medio.
En este sentido, Víctor Toro, di-
rigente del MIR (uno de los más
importantes órganos gestores
de los comandos comunales), en
una entrevista otorgada el año
1973 a la revista “Punto Final”
expresó que “no debemos caer
en lo que los patrones siem-
pre han querido, en la divi-
sión de los trabajadores, para
derrotarlos en mejor forma.
Nosotros planteamos trans-
formar los Cordones Industria-
les en verdaderos organismos
de poder de la clase obrera,
donde participen al lado de
los trabajadores industriales,
los campesinos, pobladores,
estudiantes, etcétera, con sus
respectivas organizaciones
de masas y con una platafor-
ma común. Este papel sólo le
cabe y puede hacerlo el Co-
mando Comunal de Trabaja-
dores formado por la base”.
Si bien la importancia histórica
de los cordones industriales y los
comandos comunales es diver-
sa (mientras los primeros tuvie-
ron un rol mucho más relevante
durante el gobierno de la Uni-
dad Popular, recibiendo apoyo
de prácticamente todo el bloque
político de esta y consolidándo-
se tempranamente, los segundos
tuvieron un rol muy importante
dentro del deba-
te ideológico respecto a su
función y potencial, alcanzando
a tener un poder más que nada
embrionario, ya que se les
dio mayor relevancia y
continuidad con posteriori-
dad al “tanquetazo” de junio
de 1973, siendo su desarrollo
interrumpido por el golpe militar
y posterior dictadura), debemos
entender que ambos son
manifestaciones del po-
der popular, cuya impor-
tancia radica en discutirle
al Estado su monopolio del
poder y legitimidad,
teniendo un impacto
profundo tanto en la
forma como vemos la
sociedad como en
su funcionamiento.
Es nuestro deber reivindicar
este ejemplo de organización
de trabajador@s, campesin@s,
estudiantes y pobladores.
La dictadura y el “Plan La-
boral” de José Piñera dejaron
marcado el futuro del
sindicalismo chileno, enfocado
en buscar mejores salariales mí-
nimas dentro de la empresa, e
ignorando que la unidad como
clase trabajadora, o mejor aún,
clases populares tiene un po-
tencial sin límites de trans-
formación de la sociedad.
En momentos como estos, en
que nuevamente las “clases ba-
jas” son abandonadas a su suer-
te, no queda más que tomar nue-
vamente las riendas del poder.
El Estallido Social de octubre
aún no ha terminado y sus moti-
vos no hacen más que aumentar.
El modelo capitalista,
depredador tanto de la vida
humana como del ecosistema,
está en crisis y vientos de rebe-
lión soplan en Chile y el mundo.
Antes que el modelo nos des-
truya, debemos destruir
el modelo. Y más nos vale
tener presente los acier-
tos y errores que cometimos
en el pasado, aciertos que
quienes ostentan el poder
se han esforzado en borrar.
(1) Theotonio Dos Santos, “socialismo o liberación
en el Programa de la Unidad Popular”, En: Chile
Hoy, año 1, no. 1, del 16 al 22 de junio de 1972, p. 4
(2) Estudios Nueva Economía, “A cuatro décadas
de los cordones industriales: cuando las decisiones
productivas las tomábamos las y los trabajadores
Memoria/10 CARMELA JERIA Junio/2020