Este documento discute los desafíos actuales que enfrenta el idioma español, incluyendo la pobreza de vocabulario, errores gramaticales y una excesiva influencia del inglés. El autor argumenta que la lectura y el estudio de la gramática pueden ayudar a fortalecer la lengua española, y critica el uso inapropiado de registros y el abuso de anglicismos que ponen en peligro la integridad del idioma.
1. EXILIOINTERIOR
La rosamuda y el mirlo
EUGENIOFOUZ
twitter: @eugenio_fouz
“Lee porque se sabe solo” (Daniel Pennac)
Una frase de autor desconocido me persigue y me obsesiona. Igual que un verso bien
medido esta sentencia ha encontrado el lugar idóneo para quedarse en mi cabeza. Por mi
parte, lo único que se me ocurre es recitarla en voz baja una y otra vez “no subestimes el
poderoso atractivo de un vocabulario decente”. Un lector apasionado no escapa al
magnetismo de una frase como esta. Y créame que Cyrano de Bergerac disfrutaba de las
palabras y la rima cuando recitaba versos desde el jardín a su prima. El espadachín era
propietario de un léxico rico y florido. Todos sabemos a estas alturas que a una mujer no
se la seduce conla misma galantería un día tras otro.
Lamentablemente, la lengua de Calisto y Melibea no está libre de enfermedades y virus
estos días. Estas dolencias que arruinan la salud del castellano se deben en parte al
desconocimiento de la norma gramatical, la pobreza de vocabulario y la falta de lectura. El
mejor tratamiento consiste en el estudio de la gramática, la ortografía, la fonética y la
sintaxis, entre otras disciplinas lingüísticas.
A veces la pereza del paciente le obliga a acortar participios, preposiciones o formas
verbales y dice “trajon” (en lugar de “trajeron”), “he terminao” (por “he terminado”) o “eso
es pa ti” (“eso es para ti”). Cuando no se ve la palabra escrita correctamente es fácil
cometer errores en el lenguaje hablado; y así decimos: “abujero”, “afoto”, “alante”,
“almóndiga”, “asín”, “haiga”, “indición”. Casi jugando a crear recursos literarios como el
hipérbaton cambiamos el orden sintáctico de las oraciones “oye, te se cayó algo al suelo”
(cuando deberíamos decir “oye,sete cayó algo al suelo”).
Otras veces, por culpa de vivir en la edad de la prisa y la impaciencia, hablamos
demasiado rápido y no vocalizamos con corrección cada palabra. Uno se oye decir a sí
mismo “e cir” (cuando debería ser “ es decir”). Por la misma razón uno ha oído leer en voz
alta textos en los que no existían puntos ni comas, aparentemente.
Los tiempos modernos nos han llevado a ser escribientes de epístolas volátiles bautizadas
con un anglicismo aceptado en nuestro idioma: “email”. El abuso de anglicismos pone en
peligro la integridad de la lengua española como por ejemplo cuando preferimos decir
“running” (por “correr”) o “lunch” (por “almuerzo”). No obstante, ciertos extranjerismos
como “selfie” parecen más apropiados en su lengua original que la construcción inventada
“autofoto”. La tendencia anglosajona a utilizar solo los signos interrogativos al final de la
oración, ahora también en castellano, debilita una marca de identidad de nuestra lengua.
Los descuidos provocan pleonasmos del tipo “sal para fuera” y “sube para arriba”. Por si
fuera poco, no adaptamos de manera apropiada el registro lingüístico al “tratar de tú” a un
desconocido y,por extensión, a todo el mundo.
Dígale hoy “guapa” a su Melibea y dígale “guapa” mañana. Ella sabrá qué va a decirle usted
pasado mañana ¡Ah, ese don de las mujeres!
(artículo de opinión publicado en @laverdad_es el miércoles 29 de abril de 2015)