Frente a los tratados de libre comercio suscritos “la suerte está echada” y ese mayor o menor impacto dependerá solamente de nuestra capacidad de ajustarnos a lo negociado; de nuestra capacidad y velocidad de reconversión productiva y de competitividad efectiva, no solo para preservar el mercado local frente a “la suma de todas las importaciones”, sino para alcanzar el acceso real a los mercados de nuestros nuevos socios. Ese es nuestro reto.