Este documento resume la evolución de la literatura española de la segunda mitad del siglo XX. Comienza con la poesía de los años 40, dividida en poesía arraigada e intimista y poesía desarraigada o existencial. Luego describe la poesía social de los 50 y la intimista de los 60. Brevemente menciona la poesía de los 70 y 80. En narrativa, analiza la novela existencial de los 40, la social de los 50 y la renovación de los 60. Finaliza resumiendo el teatro burgués de los 40, el social de los
ACERTIJO DE CARRERA OLÍMPICA DE SUMA DE LABERINTOS. Por JAVIER SOLIS NOYOLA
Literatura de la segunda mitad del siglo xx
1. Literatura de la segunda
mitad del siglo XX JMGL
De la posguerra a nuestros días
2. Lírica
El exilio y la muerte de algunos autores rompió la evolución de la poesía española
después de la Guerra Civil. Pese a ello, los poetas que aparecen tras la contienda
tuvieron como referente para su creación a algunos autores pertenecientes a
generaciones anteriores a la suya: Dámaso Alonso, Miguel Hernández, Antonio
Machado, Vicente Aleixandre….
Varias son las etapas por las que pasa la evolución
de la lírica castellana: poesía existencial, poesía
social, poesía intimista…
3. Años cuarenta: poesía existencial
Está influida por la guerra y sus secuelas. Dos
son las tendencias que aparecen:
Poesía arraigada: ofrece una visión entusiasta
e idealizada del mundo. El poeta se abstrae de
la realidad y se refugia en temas como Dios, el
amor, la patria, las cosas bellas… Hay una
total ausencia de compromiso con el mundo,
pero sí una gran confianza en el ser humano y
en Dios. Es una poesía intimista. Su estilo es
muy elaborado, y se tiene a la poesía clásica
como referente para sus creaciones: Garcilaso
de la Vega ante todo. Usan las formas métricas
tradicionales: sonetos, silvas…
Y resbaló el amor estremecido
por las mudas orillas de tu ausencia.
La noche se hizo cuerpo de tu esencia
y el campo abierto se plegó vencido.
Un ayer de tus labios en mi oído,
una huella sonora, una cadencia,
hizo flor de latidos tu presencia
en el último borde del olvido.
Viniste sobre un aire de amapolas.
Como suspiros estallando rojos,
bajo el ardor de las estrellas plenas,
los labios avanzaron como olas.
Y sumiso en el sueño de tus ojos
murió el dolor en las floridas venas.
Dionisio Ridruejo
4. Poesía desarraigada o existencial: el mundo es
un caos y es una angustia. El poeta no se evade.
El hambre, la soledad, la censura están presentes
en su poesía. Su religiosidad es crítica, Dios ha
dejado solo al ser humano y eso provoca un vacío
existencial en el hombre. El contenido importa
más que la forma. Usan de la libertad métrica y
de un léxico sencillo. Su estilo está cercano a la
prosa y a un lenguaje coloquial. Imágenes y
metáforas se las quiere impactantes a fin de
transmitir una emoción intensa. Entre sus autores
destaca Dámaso Alonso y su obra Hijos de la ira.
Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando
a Dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.
Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo
oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.
Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.
Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser —y no ser— eternos, fugitivos.
¡Ángel con grandes alas de cadenas!
Blas de Otero
5. Años cincuenta: poesía social
El poeta cree que la poesía debe ponerse al
servicio de la sociedad y mostrar la
realidad del país desde la denuncia,
apoyar a los más desfavorecidos, a los
oprimidos. Su objetivo es cambiar las
cosas tal como son en la década de los 50.
Su estilo claro, con un tono coloquial. Lo
importante es el contenido. Se pretende
con ello llegar a la inmensa mayoría.
Prevalece el verso libre. Entre los autores
más relevantes están Gabriel Celaya y
Blas de Otero.
Aquí tenéis mi voz
alzada contra el cielo de los dioses absurdos,
mi voz apedreando las puertas de la muerte
con cantos que son duras verdades como puños.
Él ha muerto hace tiempo, antes de ayer. Ya hiede.
Aquí tenéis mi voz zarpando hacia el futuro.
Adelantando el paso a través de las ruinas,
hermosa como un viaje alrededor del mundo.
Mucho he sufrido: en este tiempo, todos
hemos sufrido mucho.
Yo levanto una copa de alegría en las manos,
en pie contra el crepúsculo.
Borradlo. Labraremos la paz, la paz, la paz,
a fuerza de caricias, a puñetazos puros.
Aquí os dejo mi voz escrita en castellano.
España, no te olvides que hemos sufrido juntos.
Blas de Otero
6. Años sesenta: poesía intimista
Se abandonan los temas sociales y el poeta se
centra en sí mismo. La poesía es un modo de
conocimiento. Son autores que vivieron la
guerra en su infancia, y plasman el recuerdo
que tienen de ella desde una perspectiva
infantil. Sus temas son intimistas, pues
hablan de su experiencia o reflexionan sobre
su identidad, o sobre la vida y la muerte.
Sienten nostalgia del tiempo pasado. Su tono
es casi confidencial. Practican un estilo claro,
preciso. A veces usan técnicas relacionadas
con el surrealismo y formas clásicas como el
soneto o la silva. Autores destacados son
Jaime Gil de Biedma, José Agustín
Goytisolo, Ángel Valente…
Os acordáis: Europa estaba en ruinas.
Todo un mundo de imágenes me queda de aquel tiempo
descoloridas, hiriéndome los ojos
con los escombros de los bombardeos.
En España la gente se apretaba en los cines
y no existía la calefacción.
Era la paz —después de tanta sangre—
que llegaba harapienta, como la conocimos
los españoles durante cinco años.
Y todo un continente empobrecido,
carcomido de historia y de mercado negro,
de repente nos fue más familiar.
¡Estampas de la Europa de postguerra
que parecen mojadas en lluvia silenciosa,
ciudades grises adonde llega un tren
sucio de refugiados: cuántas cosas
de nuestra historia próxima trajisteis, despertando
la esperanza en España, y el temor! (…)
7. Años setenta y ochenta
Novísimos
Poesía caracterizada por su libertad
creativa y su exquisitez. Utilizan un
léxico culto y el estilo es refinado.
Hay una total ausencia de
compromiso social y político, pero
sucesos políticos y sociales se hallan
presentes en ella por la influencia
que ejercen los medios de
comunicación sociales, el cine o los
mitos populares. Sus temas son de
tono existencial. Entre sus autores
encontramos a Pere Gimferrer, Félix
de Azua, Ana Mª Moix…
Oh ser un capitán de quince años
viejo lobo marino las velas desplegadas
las sirenas de los puertos y el hollín y el silencio en las barcazas
las pipas humeantes de los armadores pintados al óleo
las huelgas de los cargadores las grúas paradas ante el
cielo de zinc
los tiroteos nocturnos en la dársena fogonazos un cuerpo
en las aguas con sordo estampido
el humo en los cafetines
Dick Tracy los cristales empañados la música zíngara
los relatos de pulpos serpientes y ballenas
de oro enterrado y de filibusteros
Un mascarón de proa el viejo dios Neptuno
Una dama en las Antillas ríe y agita el abanico de nácar
bajo los cocoteros
Pere Gimferrer
8. Poesía de la experiencia
El poeta se presenta como un individuo
normal que explica sus experiencias.
Reivindica lo cotidiano y lo verídico. No
es un ser romántico. El estilo coloquial y
el realismo hacen de ella una poesía
cercana, comprensible para el lector.
Carlos Marzal, Luis García Montero,
Felipe Benítez Reyes… son algunos de
sus representantes.
Deberías marcharte. La fiesta ha terminado.
Helada y sucia ya se anuncia el alba
con su oscuro cortejo de presagios.
Tendrías que acostarte, huir de este lugar
antes de que la luz te restituya
esa imagen de ti que ya conoces,
indefensa a tus ojos, lastimosa.
Has tocado por hoy el fondo de tu noche:
las ropas no guardan la corrección de unas horas atrás
y tu lengua está torpe,
has empezado a hurgar en la memoria
y ya no hay quien te fíe.
lo más sensato ahora sería retirarse. (…)
Carlos Marzal
9. Narrativa
Novela existencial de los años cuarenta
Al finalizar la guerra aparece una novela de temática bélica y propósito
propagandístico. Son novelas que tratan el tema de la guerra civil desde
el punto de vista de los vencedores y que tienen escasa calidad
literaria. Esta tendencia la rompe la publicación de dos novelas: La
familia de Pascual Duarte (1942), de Camilo J. Cela, y Nada (1944), de
Carmen Laforet.
La primera inaugura el tremendismo, un estilo literario que usa de un
lenguaje descarnado para hablar de la brutalidad con que los seres
humanos intentan sobrevivir. Ofrece una visión gris y angustiada de la
realidad del momento.
Nada recoge la historia de una muchacha, Andrea, en la Barcelona
posterior a la guerra y describe los estragos que sufren un puñado de
personajes a causa del hambre, la necesidad y la degradación moral.
10. Novela social de los años cincuenta
Se pretende denunciar la injusticia social y despertar la conciencia
del individuo. Las preocupaciones ya no son personales, sino
colectivas. Su temática se centra en la realidad española, en
ambientes rurales o urbanos, donde los personajes, pertenecientes a
la clase obrera o campesina, viven en condiciones muy por
inferiores a las que goza la clase burguesa acomodada. El estilo es
prosaico, con predominio del diálogo. Los personajes se expresan
como los hombres y mujeres a los que retratan, de manera coloquial
y directa.
Entre las obras de esta tendencia destaca La colmena (1951), de
Camilo J. Cela; La noria (1951), de Luis Romero; El Jarama (1956), de
Rafael Sánchez Ferlosio; o El fulgor y la sangre (1954), de Ignacio
Aldecoa. En ellas se alterna la visión subjetiva del autor, que opina
sobre la realidad que observa; y la objetiva, limitándose a presentar
la realidad tal cual se le presenta.
11. Novela de los años sesenta
Se inicia un periodo de renovación novelística a partir
de la publicación de Tiempo de silencio (1962), de Luis
Martín-Santos. Influenciados por la novela europea de
inicios de siglo y por lo que llega de los autores
españoles en el exilio, introducen técnicas narrativas
como el monólogo interior o la combinación de
narradores, que ofrecen sus puntos de vista sobre un
mismo hecho. El escritor deja de sentirse responsable
de la situación social y aborda temas muy distintos,
aunque en algunos casos técnica y denuncia se
combinan a la perfección. Últimas tardes con Teresa
(1966), de Juan Marsé; o Cinco horas con Mario (1966),
de Miguel Delibes, son de las más destacadas.
12. Novela de la transición y de final de siglo
La novela abandona el experimentalismo y se vuelve a una novela más
tradicional, lineal, de corte realista. Se debe este cambio a los intereses
del mercado editorial y a los gustos del público, lo que propicia el
cultivo de distintos géneros populares: la novela histórica, la fantástica y
la policiaca viven una época de esplendor. No se impone una técnica y
un estilo que marque escuela, sino que cada autor escoge según sus
preferencias.
La novela histórica recrea hechos ficticios en épocas históricas,
aprovechando el pasado para reflexionar sobre lo que sucede en el
presente.
La novela policiaca, influenciada por la novela y el cine negro
americanos, presenta personajes atormentados empeñados en escarbar la
basura sobre la que se levanta una sociedad decadente. El detective
ficticio más conocido de este periodo es Pepe Carvalho, ideado por
Manuel Vázquez Montalbán, y al que dedica varias novelas y cuentos.
13. Teatro
El teatro vivió momentos muy críticos tras la Guerra Civil:
Crisis económica, que redujo el número de producciones teatrales.
La censura aplicada por el franquismo.
El exilio y muerte de autores que habían estrenado con anterioridad a la guerra.
Una mayor presencia del cine.
14. Los años cuarenta y el teatro burgués
En este periodo el teatro va dirigido a un público burgués.
Tiene un carácter amable y no pretende otra cosa que
entretener, alejar al público de la dura realidad cotidiana del
momento. Abundan las comedias amables, conocidas como
alta comedia. Los personajes pertenecen a las clases
acomodadas. La crítica en ellas es muy moderada. Sus temas
son el matrimonio, los celos… El autor más importante es
Jacinto Benavente.
Existe también un teatro de humor absurdo, en el que las
situaciones ridículas y lo vanguardista prevalecen sobre otros
aspectos. Miguel Mihura y Jardiel Poncela son sus autores.
Las clases populares aparecen retratadas en el sainete, de estilo
más espontáneo. Carlos Arniches y los hermanos Álvarez
Quintero las escriben.
15. Los años cincuenta y el teatro social
Se impone un tipo de teatro de crítica social con el
que se pretende que el espectador reflexione sobre la
sociedad en la que vive. La emigración, la pobreza del
país, las injusticias sobre el individuo y el colectivo
acaparan su atención. Es un teatro de carácter realista.
Sus personajes pertenecen a las clases más
desfavorecidas. Los escenarios se ubican en los
barrios pobres de las ciudades. El lenguaje usado
imita el habla marginal y el nivel social de los
individuos. Alfonso Sastre, Lauro Olmo o Antonio
Buero Vallejo son los autores de mayor éxito.
16. Los años sesenta y el teatro experimental
En esta década se buscan nuevos modos de
expresión, pero sin abandonar la crítica. Es un
teatro en el que asoma lo esperpéntico y el humor
absurdo. El realismo es sustituido por lo
simbólico. Los personajes no representan clases
sociales, sino actitudes humanas, y se expresan
por medio de metáforas y símbolos, lo que hace
que el lenguaje sea más sofisticado, menos
próximo a un público conservador. Sus autores
más representativos son Fernando Arrabal y
Francisco Nieva.
17. Años ochenta en adelante
La llegada de la democracia permite el estreno de obras de
autores que regresan del exilio, que aparezcan grupos de teatro
independiente, o que los teatros nacionales tengan una gran
actividad reponiendo obras clásicas de autores repudiados por la
dictadura como Lorca o Valle-Inclán. Grupos como Els Joglars, La
Cuadra, Els Comediants, La Fura del Baus…, desde una absoluta
independencia creativa, proponen espectáculos y obras que
conectan con un público variopinto, que pueden ser
representados en escenarios callejeros, y que incorporan las
nuevas tecnologías como parte del lenguaje teatral: vídeos,
proyección de imágenes… Los temas tienen como referente la
vida cotidiana y los problemas que se le presentan al ciudadano
del fin de siglo; y la Guerra Civil y la dictadura pueden
representarse en las tablas desde la libertad por primera vez.