2. La quijada de asno se ha cambiado por el misil,
el insulto, la goma-dos, la calumnia,
la bomba lapa, el machete o la maldición.
Pero lo de Caín y Abel continúa.
En muchas partes: Darfur, Afganistán, Gaza.
Quizás también en la vivienda del vecino
o en la nuestra.
3. La geografía del drama es amplia
y hasta próxima por globalizada.
Invade las pantallas de televisión,
las emisiones radiofónicas
y las portadas periodísticas.
Y al superar el umbral de los horrores
no se provocan cambios.
Sólo se consigue anestesiar las conciencias.
4. Pero, “¿qué podemos hacer?”
Casi siempre la pregunta tiene acento impotente.
Se pueden buscar causas.
Se pueden considerar, la extensión espacial,
la temporal, la numérica del problema.
5. Se puede intervenir con otras fuerzas.
Y se ha hecho.
Pero ¿con que resultados?
¿Arrojamos la toalla o miramos a otra parte?
La humanidad se ha acostumbrado
al escenario y a la historia de Caín.
Pero esa no es la verdadera.
6. El episodio de Caín,
es sólo el mito creado para justificar
los comportamientos criminales.
Declara que el hombre fue concebido
en el “pecado original” de la separación.
Y si los padres están separados de Dios,
los hijos tendrán que estar divididos.
7. Esa ausencia de unión
es la que siembra todo de muerte.
Por tanto, mientras no sustituyamos
el falso mito por el hecho verdadero
se continuará matando
hasta para satisfacer al Señor de la vida.
Hoy se sigue sacrificando al prójimo
pese al salvador “¡Detente Abraham!”
que liberó a su hijo Isaac.
8. Y ¿cuál es la Verdad?
Que el hombre es todo bondad,
porque fue creado
como la imagen y manifestación de Dios.
Nunca ha estado separado del Bien.
Tampoco fue creada una humanidad cainita.
Ni siquiera hubo un Adán y Eva
más allá de la fábula de un paraíso perdido.
Todos continuamos en la Casa del Padre.
9. Pero, ¿cómo detener la matanza?
Reconociendo que no tiene su origen en Dios,
el único creador.
Privándole de causa, y por tanto de existencia.
Sólo es Dios y su manifestación infinita.
Sólo hay paz para los hombres que Dios ama.
Es decir, para todos.
10. ¿Y cómo percibir que sólo existe esa paz?
Disolviendo las malas noticias
con la luz de ese auténtico evangelio:
“para Dios todo es bueno”.
Hay que despertar de esta pesadilla
que creemos tan real.
11. Decir esto parece muy fuerte.
De una fantasía evasiva.
Pero no otra fue la actitud de Jesús.
Ante el anuncio de una muerte
afirmó con contundencia:
“La niña no está muerta, sino dormida”.
12. Y apartado de los incrédulos,
a solas con los padres,
se dirigió a la pequeña
convencido de la inmutable bondad
de la creación divina.
“Niña, levántate”.
Y los padres recobraron a su hija.
13. Podemos seguir llorando incrédulos
a los millares de muertos de cada día.
O podemos despertar
de nuestro particular sueño de desuniones
y encender la luz que disipe la oscuridad
en que los hombres se disfrazan de enemigos.
14. Yo prefiero,
como estudiante de la Ciencia Cristiana,
optar, como el Maestro,
por la alternativa cristiana:
ver ahora lo que Dios siempre está viendo.
Él sólo ve el Bien.
El siempre ve lo que es.
15. “Jesús veía en la Ciencia al hombre perfecto,
que aparecía a él
donde el hombre mortal y pecador aparece a los mortales.
En ese hombre perfecto
el Salvador veía la semejanza misma de Dios,
y esa manera correcta de ver al hombre
sanaba a los enfermos.
16. Así, Jesús enseñó
que el reino de Dios está intacto,
que es universal
y que el hombre es puro y santo.”
Ciencia y Salud 476:34-6