2. Ver lo que no hay es siempre más difícil,
que apreciar lo existente.
No obstante estamos habituados a los espejismos.
Malacostumbrados a lo no fácil.
Incluso etiquetamos de “real” a la ilusión.
3. Constatar el error, la enfermedad y la muerte
parece más obvio y sencillo.
Lo que no refleja el “Dios Todo-en-todo”
(Ciencia y Salud 468:12)
se cuela en nuestra retina sin apenas esfuerzo.
Y nos cerramos así a lo auténtico.
4. Pero la Ciencia Cristiana acude en nuestra ayuda.
Ella instruye en el conocimiento necesario
para disfrutar la felicidad.
Y al hacernos conscientes de la sempiterna,
absoluta y total armonía,
posibilita vivir la realidad.
5. Pero la inercia suicida del error,
una vez descubierto,
levanta una barrera ante las verdades metafísicas.
Esa frontera espinosa,
alzada para impedirnos el goce del bien,
se apoya en la siguiente afirmación:
Vivir la Ciencia Cristiana es empresa difícil.
6. Admitir esa declaración,
convierte el demostrar su salvadora enseñanza
en meta tan inalcanzable como un pico del Himalaya.
Definir al descubrimiento de Mary Baker Eddy
como erizado de dificultad
es una mentira de destructivas consecuencias.
7. Porque ante el sufrimiento,
el conflicto y la miseria invita a una pasiva resignación.
Esa palabra, “difícil”, mantiene a la humanidad
esclava del pecado, la enfermedad y la muerte”.
Pero hay que insistir en la verdad.
Lo fácil es vivir la realidad de Dios
y no en el engaño de la cruel fantasía,
del dolor, la escasez y la soledad.
8. La descubridora de la norma de vida de Jesús,
escribirá: “La Ciencia Cristiana es sencilla,
y los niños la entienden fácilmente;
sólo el pensamiento educado en dirección opuesta
la encuentra abstracta o difícil de percibir”.
(Escritos Misceláneos 53:26 y siguientes.)
9. El maestro de Nazaret definió su enseñanza
como algo fácil y ligero de practicar.
(Mateo 11:29-30)
El error más funesto
es creer que ver el bien con los ojos abiertos
es más difícil que experimentar el mal
con los párpados cerrados.
10. Hay que colocar cada cosa en su sitio.
Eso es discernir.
Aceptar al Cristo es lo sencillo.
Someternos a las mentirosas leyes de la materia
es lo difícil,
aunque estemos acostumbrados.
11. La infancia todavía está libre de hábitos.
Por eso acepta con naturalidad
la verdad de una creación bella y buena.
Habrá que seguir la recomendación de Jesús
de regresar a ese estado
para ser gobernados por las leyes de la felicidad.
12. “Si no os volvéis y os hacéis como niños,
no entraréis en el reino de los cielos”
(Mateo 18:3)
La práctica de la Ciencia Cristiana,
con su consecuente demostración, no es difícil.
13. Hay que insistir en ello.
Hay que establecer como verdad
que eso es ...
"cosa de niños".