Este documento presenta varios pasajes bíblicos y extractos de libros que describen la institución de la Santa Cena por Jesús, el último día de su vida terrenal, en reemplazo de la Pascua judía. Al instituir la Santa Cena, Jesús estableció un nuevo rito conmemorativo de su sacrificio que debía ser observado por sus discípulos en todo el mundo y a través de los siglos, dando fin al antiguo sistema de sacrificios y ceremonias judías que habían prefigurado su muerte.
5. Génesis 1 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen,
conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en
las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo
animal que se arrastra sobre la tierra.
27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó;
varón y hembra los creó.
Al bendecir el séptimo día en el Edén, Dios estableció un
recordativo de su obra creadora. El sábado fue confiado y
entregado a Adán, padre y representante de toda la familia
humana. Su observancia había de ser un acto de agradecido
reconocimiento de parte de todos los que habitasen la tierra, de
que Dios era su Creador y su legítimo soberano, de que ellos
eran la obra de sus manos y los súbditos de su autoridad. De esa
manera la institución del sábado era enteramente
conmemorativa, y fue dada para toda la humanidad. No había
nada en ella que fuera oscuro o que limitara su observancia a un
solo pueblo. Patriarcas y Profetas pág. 27
6. Juan 10:1-21 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Parábola del redil
1 De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la
puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por
otra parte, ése es ladrón y salteador.
10 El ladrón no viene sino para hurtar y matar y
destruir; yo he venido para que tengan vida, y para
que la tengan en abundancia.
Cristo vino para crear de nuevo en el hombre la
imagen de Dios; y cualquiera que aleje a los
hombres de Cristo los aleja de la fuente del
verdadero desarrollo; los despoja de la esperanza,
el propósito y la gloria de la vida. Es ladrón y
robador. El Deseado de Todas Las Gentes pág. 44
Pero, al ocasionar la muerte del Soberano del cielo,
Satanás asestó un golpe mortal a sus propios
objetivos. La muerte del Hijo de Dios determinó que la
muerte de Satanás fuera inevitable. Se le permitió
que continuase hasta que su administración quedara
expuesta ante los mundos no caídos y ante el
universo celestial. Al derramar la sangre del Hijo de
Dios, perdió toda simpatía y se reveló ante todos
como mentiroso, ladrón y asesino. El Cristo Triunfante
pág. 16
7. Mientras yacía en esa condición, pasó por el
sendero un sacerdote; vio al hombre tirado,
herido y magullado, revolcándose en su
propia sangre, pero lo dejó sin prestarle
ninguna ayuda. “Se pasó de lado” DT. Pág. 313
Entre los judíos la pregunta “¿Quién es mi
prójimo?” causaba interminables disputas. No
tenían dudas con respecto a los paganos y los
samaritanos. Estos eran extranjeros y enemigos.
¿Pero dónde debía hacerse la distinción entre el
pueblo de su propia nación y entre las diferentes
clases de la sociedad? ¿A quién debía, el
sacerdote, el rabino, el anciano considerar como
su prójimo? Ellos gastaban su vida en una serie
de ceremonias para hacerse puros. Enseñaban
que el contacto con la multitud ignorante y
descuidada causaría impureza, que exigiría un
arduo trabajo quitar. ¿Debían considerar a los
“impuros” como sus prójimos? PVGM. Pág. 311
8.
9. Entonces apareció un levita. Curioso de
saber lo que había ocurrido, se detuvo y
observó al hombre que sufría. Estaba
convencido de lo que debía hacer, pero
no era un deber agradable. Deseó no
haber venido por ese camino, de manera
que no hubiese visto al hombre herido.
Se persuadió a sí mismo de que el caso
no le concernía, y él también “se pasó de
lado” PVGM pág. 313
Se nos dice de los levitas, que leían las
Escrituras al pueblo en los días de
Esdras: “Y leían en el libro de la ley de
Dios claramente, y ponían el sentido,
de modo que entendiesen la lectura”
PVGM pág. 271
Parece que el levita fue un poco más
considerado que el sacerdote, o
quizá más curioso. Se acercó al
hombre herido antes de seguir su
camino (DTG 462).
10. Estos dos hombres pertenecían al oficio
sagrado y profesaban exponer las Escrituras.
Pertenecían a la clase especialmente elegida
para representar a Dios ante el pueblo. Se
debían “compadecer de los ignorantes y
extraviados,”1 a fin de guiar a los hombres al
conocimiento del gran amor de Dios hacia la
humanidad. La obra que estaban llamados a
hacer era la misma que Jesús había descrito
como suya cuando dijo: “El Espíritu del Señor
es sobre mí, por cuanto me ha ungido para
dar buenas nuevas a los pobres: me ha
enviado para sanar a los quebrantados de
corazón; para pregonar a los cautivos libertad,
y a los ciegos vista; para poner en libertad a
los quebrantados. DTG. Pág. 463
El sacerdote y el levita habían ido a adorar al
templo cuyo servicio fue indicado por Dios
mismo. El participar en ese servicio era un
noble y exaltado privilegio, y el sacerdote y el
levita creyeron que, habiendo sido así honrados,
no les correspondía ministrar a un hombre
anónimo que sufría a la orilla del camino. Así
descuidaron la especial oportunidad que Dios
les había ofrecido como agentes suyos, de
bendecir a sus semejantes. PVGM pág. 315
11. Mateo 23:23 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
23 !!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta
y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la
misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.
Existen personas que piensan que es degradante para su dignidad ministrar
a la humanidad que sufre. Muchos miran con indiferencia y desprecio a
aquellos que han permitido que el templo del alma yaciera en ruinas. Otros
descuidan a los pobres por diversos motivos. Están trabajando, como creen,
en la causa de Cristo, tratando de llevar a cabo alguna empresa digna.
Creen que están haciendo una gran obra, y no pueden detenerse a mirar los
menesteres del necesitado y afligido. Al promover el avance de su supuesta
gran obra, pueden hasta oprimir a los pobres. Pueden colocarlos en duras y
difíciles circunstancias, privarlos de sus derechos o descuidar sus
necesidades. Sin embargo, creen que todo eso es justificable porque están,
según piensan, promoviendo la causa de Cristo. PVGM pág. 316
Podemos aseverar ser seguidores de Cristo, podemos afirmar que creemos
toda la verdad de la Palabra de Dios; pero esto no beneficiará a nuestro
prójimo a menos que nuestra creencia penetre en nuestra vida diaria.
Ninguna práctica egoísta puede servir a la causa de Cristo. PVGM pág. 316
12. El samaritano había cumplido el mandamiento:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”,
mostrando así que era más justo que aquellos
por los cuales era denunciado. A riesgo de su
propia vida, había tratado al herido como
hermano suyo. El samaritano representa a
Cristo. Nuestro Salvador manifestó por
nosotros un amor que el amor del hombre nunca
puede igualar. Cuando estábamos heridos y
desfallecientes, tuvo piedad de nosotros. No se
apartó de nosotros por otro camino, y nos
abandonó impotentes y sin esperanza, a la
muerte. No permaneció en su santo y feliz
hogar, donde era amado por todas las huestes
celestiales. Contempló nuestra dolorosa
necesidad, se hizo cargo de nuestro caso,
identificó sus intereses con los de la
humanidad. Murió para salvar a sus enemigos.
Oró por sus asesinos. Señalando su propio
ejemplo, dice a sus seguidores: “Esto os mando:
que os améis los unos a los otros”, “como os he
amado, que también os améis los unos a los
otros. Palabras de Vida del Gran Maestro
pág.315
13.
14. Cristo se hallaba en el punto de transición entre dos sistemas y sus dos grandes
fiestas respectivas. El, el Cordero inmaculado de Dios, estaba por presentarse como
ofrenda por el pecado, y así acabaría con el sistema de figuras y ceremonias que
durante cuatro mil años había anunciado su muerte. Mientras comía la pascua con
sus discípulos, instituyó en su lugar el rito que había de conmemorar su gran
sacrificio. La fiesta nacional de los judíos iba a desaparecer para siempre. El servicio
que Cristo establecía había de ser observado por sus discípulos en todos los países
y a través de todos los siglos. DTG pág. 608
15. “A la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda”. En el año
31 d. C., tres años y medio después de su bautismo, nuestro Señor fue
crucificado. Con el gran sacrificio ofrecido en el Calvario, terminó aquel
sistema de ofrendas que durante cuatro mil años había prefigurado al
Cordero de Dios. El tipo se encontró con el antitipo, y todos los
sacrificios y oblaciones del sistema ceremonial debían cesar. C.S pág. 375