BIBLIA CATOLICA, NUEVO TESTAMENTO, CARTA DE JUDAS, PARTE 22 DE 27
1. l
,tr
Judas, hermano de Santiago, responde verdaderamente al apóstoi cie ese
nombre, pero nada indica que haya sido más bien hermano que hijo de San-
tiago (Lc 6,16; He l,l3). Tal vez el autor confundió a los Santiagos y a los
Judas, porque hubo un Judas hermano de Simón, primo de Jesús, pero que no
era el hermano de Santiago "hermano del Señor". Sea como fuere, lo más
probable es que ese nombre figurara en el encabezamiento de la cana con el
fin de darle una autoridad apostólica a un escrito cuyo autor podría ser un
desconocido. El principal argumento para pensar así es la calidad del estilo
griego, que sería sorprendente en un galileo, pariente o apóstol de Jesús.
Esta carta bastante corta, de tono firme, por no decir agresivo, puede sor-
prendernos por los ejemplos que da de la justicia de Dios, siempre dispuesta
á castigar Ios pecados graves contra el orden moral. Porque va a buscar tales
ejemplos no sólo en las rnás antiguas tradiciones de la Biblia sino incluso en
las imaginaciones de los apocalipsis judíos de ese tiempo. La Iglesia no había
definido todavía cuáles eran los libros inspirados por Dios y, además del
Antiguo Testamento, los cristianos del Oriente Medio utilizaban la literatura
religlosa de los judíos (como el libro de Enoc, el Testamento de los doce
patriarcas, la asunción de Moisés...). A eso se deben las numerosas leyendas
que se encuentran en esta carta.
Para mejor entender el motivo de esta diatriba, hay que aceptar que desde el
comienzo las comunidades cristianas no estaban compuestas sólo de santos.
En un mundo en que hasta los violentos y los impuros.-hablaban un lenguaje
religioso, algunas personas podían convertirse al cristianisrno sin haber renun-
ciado a sus deseos y malas acciones. Es muy difícil, por ejemplo, saber si los
reproches que Santiago dirigía a los ricos sin conciencia iban dirigidos a cris-
tianos o a ricos no convertidos que perseguían a los pobres de la comunidad.
No podemos pedir a esta carta altas consideraciones sobre el misterio cris-
tiano, pero invita a ver cómo, incluso hoy, el demonio sabe hacer su trabajo
hasta en las comunidades famosas por su fervor y en los medios más "ecle:
siásticos".
La inmensa mayoría de los biblistas considera que esta carta de Judas,'al
igual que la segunda carta de Pedro, son propias de u¡ra época en que hacía
años que había desaparecido Ia generación §e los apóstoles y de sus auxilia-
res; de ahí que las ubiquen a fines del siglo primero. Piensan que esta fecha'
tardía explicaría por qué ambas car.tas no fueron reconocidas inmediatamente
por toda§ las Igléiias hasta el siglo tercero: Tambiéir se pueden'esg¡imir.otros
iantos argumeñtos para ubicar ambas -cartás. muqho añtes, en especiál la, carta '
de Judas, que pudo haber sido escrita en Siria entre los años 70 y 80.
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'Judas, servidor de Jesucristo y
hermano de Santiago, a los que fueron
llamados a Ia fe, arnados por Dios Pa-
dre y guardados en Cristo iesús.
2
Abunde entre ustedes la rnisericor-
dia, la paz y el amor.
3 Amadísimos, tenía un gran deseo
de escribirles acerca de nuestra común
salvación, y me sentí obligado a hacer-
lo para exhortarlos a luchar por la fe
que Dios entregó de una vez para
siempre a sus santos.
o
Porque se han infiltrado ciertas per-
sonas que ya estaban inscritas para esj
ta condenación, gente ímpia que hacen
de la gracia de nuestro Dios un pretex-
to para su libertinaje y niegan a nuestro
único Dueño y Señor Jesucristo.
5
Quiero recordarles algo que ya sa-
ben, y es que el Señor, después de li-
berar a su pueblo del país de Egipto,
intervino por segunda vez para entre-
gar a la muerte a los que no creyeron.
5 Lo mismo hizo con los ángeles que
no mantuvieron su dignidad y abando-
naron su ProPia morada: Dios los en-
cerró en cárceles eternas, en profundas
tinieblas, hasta que llegue el gran día
del Juicio. ' De igual modo sentenció a
Sodoma, Gomorra y las ciudades veci-
nas que se entregaban a la prostitución
y se dejaban llevar por sus instintos;
éstas son ahora por su condenación
una figura del fuego eterno. 8 Así tam-
bién, estos hombres se dejan llevar por
locuras parecidas: envilecen sus cuer-
pos y désprec¡an a las autoridades ce-
lestiales.
? EI arcángel Miguel, cuando pleitea-
ba con el diablo disputándose el cuer-
po de Moisés, Do se atrevió a pronun-
ciar contra él ninguna palabra de
insulto, sino que sencillamente dijo:
"¡Que el Señor te reprenda!" ro En
cambio esa gente insulta y desprecia
todo lo que no pueden éntender, y lo
que conocen por instinto, como los
animales, lo uiilizan para su corrup-
ción
rr
¡Pobres de ellos! Siguen los pasos
de Caíri, se extravían por causa del di-
nero al igual qi¡e Balaán y
se pierden como el rebelde Coré.
tz Echan a perder las comidas de fra-
ternidad que celebran ustedes, pues no
-JUDAS 25
piensan más que en sí mismos y co-
men desvergonzadamente.
Son como nubes arrastradas por el
viento que no dan lluvia, árboles que
no dan fruto al final del otoño y que ya
están muertos antes de ser arrancados
de raíz; t3 olas ernbravecidas del mar
que arrojan la espuma de sus vicios;
estrellas errantes a las que esperan Ias
tinieblas etemas.
l4 EI patriarca Henoc, el séptimo
después de Adán, dijo de ellos estas
palabras: *EI Señor viene con miles de
.ángeles ¡5 para juzgar a todos. Pedirá
cuentas a los que se burlan del bien
por todas las veces en que se burlaron,
y castigará a los pecadores enemigos
de Dios por todas las palabras injurio-
sas que profirieron., '6 son desconten-
tos y frustrados que sólo tratan de sa-
tisfacer sus pasiones; su boca está
llena de palabras altisonantes y con
ellas quieren impresionar a Ia gente
para su ProPio Provecho.t7 Pero ustedes, amadísimos, recuer-
den lo que los apóstoles de Cristo
nuestro Señor les anunciaron.' ¡8 Ellos
Ies decían que al final de los tiempos
aparecerán hombres que se burlaián
de Djo! y _seguirán sus pasiones impí-
as. Ie'En la actualidad éstos soh Lcs
que causan divisiones, no van más allá
de lo humano y no tienen el Espiritu.
20
En cambio ustedes, queridos her-
manos, construyan su vida sobre los
fundamentos de su santísima fe, oren
en el Espíritu Santo 2t y manténganse
en el amor de Dios, aguardando la mi-
sericordia de Jesucristo nue-stro Señor,
que los llevará a la vida eterna.
22
Muestren comprensión con los que
dudan; " a unos los salvarán árrancán-
dolos del fuego eterno; con otros debe-
rán actuar con mucho cuidado, sin to-
car ni siquiera sus ropas por miedo a
la contarninación.
24
Al Dios único, que puede preser-
varlos de todo pecado y presentarlos
alegres y sin mancha ante su propia
Gloria; " al único que nos salva por
medio de Cristo iJesús nuestro Señor, a
él sea. gtoria, honor, fuerza y poder
desde antes de todos los'tiempos, aho-
ra y por todo§ los siglos. Amén. '