El documento habla sobre las alergias y cómo se producen reacciones del sistema inmune. Explica que las alergias ocurren cuando las células inmunitarias reaccionan de forma exagerada a sustancias como alimentos, químicos y polen. También describe formas de identificar los alérgenos a través de pruebas cutáneas o musculares y recomienda una dieta rica en grasas saludables, omega 3, magnesio y vitamina C para fortalecer el sistema inmune y prevenir alergias.
1. S A L U D U N P L U G G E D
Agentes microscópicos
presentes en
las comidas, los
cosméticos, los
químicos y casi todo lo
que nos rodea provocan
reacciones más dañinas
de lo que imaginamos.
Por Cathy Stastny,
experta en salud natural
El cuerpo posee
células que nos
protegen de las
alergias, pero
muchas veces
estas reaccionan al
revés, provocando
otras respuestas.
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¿Cómo evitar las alergias?
Intrusos
invisibles
2. S A L U D U N P L U G G E D
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as alergias más comunes son aquellas que se producen
por los alimentos o por agentes irritantes en la piel o los
bronquios. A través de la medicina ambiental, es posi-ble
responder aquellas interrogantes que están detrás
de esta respuesta inflamatoria del organismo a ciertos
elementos. Pero, primero, debemos saber qué sucede al interior del
sistema inmune. Existe una larga lista de reacciones que se traducen
en forma de alergia o intolerancia, como respuesta a ciertas comidas,
al cambio de estaciones, a las mascotas, así como a múltiples razo-nes
que se desarrollan en el medio ambiente, como los ingredientes
químicos en los cosméticos, los productos de limpieza, el agua con
cloro o con metales pesados, el polen y la humedad.
Nuestro sistema inmune es una combinación de señales del
cerebro y otras glándulas que se encargan de defender al cuer-po
del peligro del exterior. Nuestra inmunidad es como un ejérci-to
conducido por células inteligentes. Pero, cuando estas reciben
señales erradas, el sistema ataca a
sus propias células, generando dife-rentes
tipos de reacciones. Dentro del
sistema inmune existen dos tipos de
anticuerpos, conocidos como inmu-noglobulinas.
La del tipo E (IgE) nos
defiende de infecciones parasíticas y
su rol principal es instigar las reac-ciones
inmediatas a comidas y otros
antígenos del medio ambiente. Los
anticuerpos IgE se pegan a los mas-tocitos
y otros químicos que causan
las alergias típicas, como las erupcio-nes
en la piel, la rinitis, la sinusitis, el
asma y la dermatitis atópica. La anafilaxia se produce cuando una
comida causa que el sistema gastrointestinal se trastorne, causan-do
hinchazón en la garganta y la cara. Estas peligrosas reacciones
requieren atención médica inmediata.
En cambio, en el caso de la intolerancia alimenticia (IgG), las
reacciones no son inmediatas ni comprometen los anticuerpos IgE.
Es una sensibilidad que creció con el tiempo, convirtiéndose en una
reacción crónica. El manejo clínico de la medicina convencional
frente a las alergias trabaja de tres maneras: evitando lo que nos
causa la reacción –que es una buena idea–, recetando medicamen-tos
o utilizando tratamientos de inmunoterapia. Desafortunadamen-te,
existen muchos alergenos que no podemos evitar, ya que están
en el aire. Los medicamentos más común son los antihistamínicos,
los descongestionantes y los corticosteroides. Aunque pueden dar
alivio efectivo temporal, estas medicinas pueden causar un número
de efectos secundarios que incluyen sedación, modorra o hiperac-tividad.
Resuelven el síntoma pero no la causa, razón por la que el
alivio es solo temporal. Lo que es más preocupante aún es el uso
a largo plazo de corticoides, cuyos efectos secundarios son debili-tantes,
como la hinchazón facial, la debilidad muscular, las úlceras
pépticas, la osteoporosis, las cataratas y los problemas en el creci-miento
de los niños.
Solución a la vista
Hoy existen muchas maneras de encontrar aquellos elementos
a los que somos alérgicos a través de
pruebas. Entre las más conocidas es-tán
la prueba de respuesta muscular
(PRM), que se hace comparando la
fuerza predeterminada muscular en
presencia y ausencia del alergeno sos-pechoso.
La PRM es la vía comunica-tiva
del organismo al cerebro a través
de los músculos. Con este sistema se
pueden hacer pruebas a múltiples aler-genos
desde alimentos, productos de
limpieza, medicamentos y todo lo que
se sospeche que cause la reacción. Los
músculos se ponen fuertes o débiles al
verse expuestos a las sustancias. Es un método no invasivo. Respecto
a la precisión del resultado, dependerá de la habilidad de la persona
que se someta a la prueba, pero es económico.
Otra es la prueba cutánea, que consiste en una punción con
una aguja o con una lanceta estéril. Se usa una gota de cada so-lución.
Una marca roja aparecerá en la piel como reacción a la
sustancia. Esta prueba solo detecta alergias de anticuerpos IgE. La
prueba intradérmica es similar a la cutánea, pero se inyecta a un
nivel más profundo en la piel. Este método es doloroso y peligroso,
L
Lo que es más
preocupante aún es
el uso a largo plazo
de corticoides, cuyos
efectos secundarios
son debilitantes, como
la hinchazón facial o
la debilidad muscular.
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por lo que se recomienda hacer la prueba en un hospital. Hay más
métodos efectivos, como la prueba del parche, la prueba ELISA
(prueba York), la prueba FACT, la prueba Cytotoxic, la prueba del
pulso, entre otros.
causas y orígenes
Los agentes más comunes que originan las alergias, según cada
persona, son la leche, el gluten, el maní, los huevos, los mariscos, los
antibióticos, los cosméticos, los químicos pesticidas en las verduras
y frutas en el medio ambiente, el polen, el polvo, la humedad y los
microbios, entre otros. Muchas veces el sistema inmune no está
involucrado en la reacción alérgica,
pero cuando sí lo está afecta al
cuerpo y al cerebro. Estas reacciones
suceden sin que existan anticuerpos
creados por el sistema inmune. Se
cree que un 80% de la población
mundial tiene sensibilidad a ciertas
comidas sin diagnosticar, mientras
que una reacción identificada como
alergia a algunas comidas afecta al
5% de la población.
La intolerancia, en cambio, se
da cuando una comida o una be-bida
desequilibra nuestro sistema
fuera de balance, sin que se pro-duzca
una reacción alérgica. Cuan-do
consumimos alimentos como el
azúcar, el gluten o los lácteos, los
más resistentes nos sometemos a
sus efectos y nos sentimos can-sados
y exhaustos. Lo delicado es
que no lo sabemos identificar como
una respuesta de nuestro sistema
inmune. Los síntomas comunes a
una alergia a cierta comida son los
problemas gastrointestinales (vó-mitos,
gases, cólicos, hinchazones
estomacales, dolor intestinal), los
que afectan a los músculos (artritis,
dolor en las articulaciones, dolor
lumbar, bursitis, mialgia), los auto-inmunes
(artritis reumatoide, lupus
sistémico, espondilitis, esclerosis
múltiple), los neurológicos (dolores
de cabeza, fatiga crónica, cambios de personalidad, nerviosismo,
irritabilidad), los respiratorios (tos, asma, rinitis crónica, bronquitis
recurrente), los inmunes (infecciones recurrentes o crónicas como
dolor de garganta), los dermatológicos (acné, urticaria, eccema, der-matitis)
y los genitourinarios (infecciones crónicas a la vejiga, cistitis
y dolor al orinar).
Hay poco conocimiento en nuestra sociedad acerca del enorme
daño que estas alergias e intolerancias provocan en nuestro cuerpo.
No solo por los efectos de la alergia en sí, sino porque, desafortu-nadamente,
la respuesta alérgica genera daño colateral al revesti-miento
intestinal hasta desgastarlo,
haciendo que este no absorba los
nutrientes que necesitamos duran-te
la digestión. Para buscar una
solución natural, tenemos los es-teroles
vegetales, las grasas de las
plantas que están presentes en la
palta, las almendras, las pecanas,
las naranjas y las manzanas. El or-ganismo
no absorbe con facilidad
estos esteroles, por lo que además
necesitamos ácidos grasos como
la chía y la linaza.
Otro elemento es el omega 3,
útil para equilibrar el alto consumo
de omega 6. Los niños necesitan te-ner
una dieta que incluya omega 3,
el cual está presente en el pescado,
las algas y las nueces. El magnesio
es un mineral importante que apo-ya
con la reducción de la histamina
y ayuda al sistema inmune. Según
mi experiencia clínica, recomiendo
tomar magnesio de manera homeó-patica.
La vitamina C posee cuali-dades
antiinflamatorias, antivirales,
antialérgicas y antioxidantes. Re-cientes
estudios han probado que
la deficiencia de la vitamina C incre-menta
los niveles de hiperrespuesta
de las vías respiratorias.
Ahora que ya sabe cómo cui-darse,
¡dígale adiós a las alergias! l
Desafortunadamente,
la respuesta alérgica
genera daño colateral al
revestimiento intestinal,
haciendo que no absorba
los nutrientes que
necesitamos.
Las grasas saludables,
presentes en la palta,
las nueces y la coliflor,
ayudan a fortalecer
el sistema inmune
contra las alergias.