Plan Refuerzo Escolar 2024 para estudiantes con necesidades de Aprendizaje en...
ALERGIA
1. Autor/a: OÑATE BOSQUEZ ERIKA ESTEFANIA
ESTUDIANTE DE MEDICINA DE LA UNIVERSIDAD TÉCNICA DE MANABÍ
Coautor: Dr. Jorge Cañarte
CATEDRÁTICO
INTRODUCCIÓN
Las enfermedades alérgicas constituyen
un problema de salud pública a nivel
global incidencia, según las previsiones
científicas más fiables, aumentara a
medio y largo plazo. Es esperable, pues,
un incremento de la demanda sanitaria
por estos procesos, con el consiguiente
impacto sobre la salud pública y los
recursos sanitarios disponibles.
El desconocimiento de las enfermedades
alérgicas y la falta de un diagnóstico y un
tratamiento adecuados conducen a una
clara disminución de la calidad de vida
relacionada con la salud, al aumento de
las complicaciones y mortalidad, y a un
incremento considerable tanto al
personal sanitario como a las
instituciones, públicas o privadas,
conscientes de esta importante misión
socio- sanitaria. (Machin, 2016, pág. 12)
DESARROLLO
“Una alergia es una respuesta específica
del sistema inmunológico a ciertas
sustancias de nuestro entorno que,
normalmente, son inofensivas. Estas
sustancias se denominan alérgenos”
(Pescador, 2017, pág. 3).
El sistema inmunológico reacciona a
estas sustancias como lo hace con un
patógeno. En contraste con la reacción
normal a algunos de los componentes de
un agente patógeno, la reacción a un
alérgeno es claramente
desproporcionada. En principio,
cualquier sustancia del medio ambiente
puede ser el desencadenante de una
alergia. Pueden ser plantas (como el
polen de las gramíneas), productos de
origen animal (como el veneno de abeja),
también los metales (como el níquel) o
productos químicos (por ejemplo,
conservantes). (Pescador, 2017)
Millones de personas en todo el mundo
son alérgicas. Su a usted le lloran los ojos
en el verano o estornuda cuando limpia
su casa, es posible que también lo sea.
Varios de esos individuos están
relativamente tranquilos al respecto, sin
buscar un diagnóstico o un tratamiento
médico definitivos, simplemente porque
sus síntomas no les molestan demasiado.
Pero para muchos otros, las alergias
resultan muy molestas e interfieren en su
desempeño laboral; estos a menudo
recorren a algún tipo de tratamiento,
aunque no sea indicado por un
profesional. Para unos cuantos más, la
alergia es una condición seria, hasta
peligrosa, que requiere una atención
médica experta y una vigilancia
constante para prevenir una crisis que
ponga en peligro su vida. Las alergias
son tan habituales que no siempre son
fáciles de diagnosticar. El primer paso es
de cubrir si los síntomas se deben a otro
problema, como, ejemplo, una infección
respiratoria o intestinal crónica. (Bruce,
2015)
La causa de la alergia se encuentra en
una desregulación y una respuesta
inmune excesiva del sistema
inmunológico. La tarea real del sistema
inmunología es proteger contra agentes
patógenos tales como bacterias, virus o
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parásitos. Si los patógenos están en el
cuerpo, se forman en el curso de una
infección anticuerpos específicos o
células defensoras del sistema
inmunológico contra los patógenos
correspondientes, y el cuerpo queda
inmunizado. Esto significa que si en un
contacto posterior con el mismo
patógeno no se enferma por segundo vez,
es porque el sistema inmunológico
recuerda el primer contacto con el agente
patógeno, y comienza inmediatamente a
producir anticuerpos específicos o
cedulas del sistema inmunológico, en
una alergia, el sistema inmunológico
reacciona excesivamente. Cualquiera
que sea la forma de alergia, este es el
proceso: si se produce una alergia,
siempre se ejecutan ciertas reacciones
del sistema inmunológico. Tras el
contacto con una sustancia extraña
(alérgeno), el cuerpo produce
anticuerpos específicos o células del
sistema inmunológico para este
alérgeno, es decir, el organismo queda
sensibilizado. Esta fase de producción es
de nueve a 12 días y pasa desapercibida.
En un nuevo contacto con los mismos
alérgenos, se generan inmediatamente
los correspondientes anticuerpos o se
activan las células inmunológicas, y se
produce, en función del tipo de alergia,
una reacción alérgica con los síntomas
correspondientes. (Pescador, 2017, pág.
15)
En una alergia, los síntomas duran tanto
como el tiempo que la sustancia
alergénica (alérgeno) esté presente en el
cuerpo. El organismo reacciona frente al
alérgeno liberando una serie de
sustancias químicas para combatir lo que
entiende que le hace daño, originando así
todo el conjunto de síntomas.
El tipo de molestias no depende del
alérgeno en sí, sino del tipo de alergia
subyacente (Tipo I, II, III o IV). El tipo
de alergia también determina cuándo se
producen los primeros síntomas. Puede
ser inmediatamente (reacción
inmediata), horas después (reacción
inmediata retardada), o incluso después
de días (reacción tardía). Básicamente,
las reacciones alérgicas pueden causar
molestias limitadas (locales), y también
molestias generales (generalizadas), las
molestias locales se manifiestan
generalmente en el lugar de contacto con
el alérgeno. Las zonas anatómicas más
frecuentes son las siguientes según
(Sampson, 2015, pág. 45):
Las mucosas del tracto
respiratorio con estornudos,
mucosidad o dificultad
respiratoria. Es uno de los
primeros síntomas de la alergia y
ocasionan mucho malestar,
porque la persona estornuda,
tiene mucha secreción nasal, la
nariz se le tapona, lo que
ocasiona dificultad para
respirar... Cuando la dificultad
respiratoria es muy elevada se
puede llegar a una urgencia
médica. Sucede cuando las vías
respiratorias se obstruyen a
consecuencia de la inflamación
provocada por la alergia. Si la
obstrucción es muy importante,
la persona puede sufrir una
verdadera incapacidad para
seguir respirando, por ejemplo, si
se le hinchan la lengua, la
garganta o los labios. La alergia
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también puede manifestarse en el
tracto respiratorio con quemazón
en el paladar y molestias en el
oído y en la nariz.
Las mucosas del ojo con
lagrimeo y picor de ojos. Las
molestias en los ojos también son
uno de los síntomas más típicos
de la alergia. Los ojos se irritan y,
a la vez hay un constante
lagrimeo. Como la personas
suele rascarse o frotarse los ojos,
estos se irritan aún más y la
persona se siente muy molesta.
Las mucosas del tracto
gastrointestinal con vómitos o
diarrea. Otro síntoma menos
evidente de la alergia en el plano
gastrointestinal es la acidez de
estómago.
La piel con erupciones (urticaria)
o sarpullidos.
Las molestias generales en el contexto de
reacciones alérgicas pueden ocurrir en
todo el cuerpo, si las sustancias
alergénicas se difunden por la sangre en
el organismo. El sistema cardiovascular
se ve particularmente afectado, se
acelera el ritmo cardiaco y se reduce la
presión arterial. La manifestación más
grave de una reacción alérgica de tipo I
es el choque alérgico o choque
anafiláctico, que por lo general afecta a
múltiples sistemas orgánicos al mismo
tiempo, y si no es tratado puede conducir
a la muerte en cuestión de minutos (Cruz,
2015, pág. 40).
En la alergia el primer paso del
tratamiento es evitar en lo posible el
contacto con la sustancia que causa la
alergia (evitación de alérgeno).
Dependiendo del tipo de alérgeno, como
el polen o el polvo de la casa, sin
embargo, esto puede ser muy difícil. En
este caso, hay más opciones de
tratamiento disponibles según (Machin,
2016, pág. 345).
Hiposensibilización
“La forma más eficaz de la terapia, que
se usa especialmente para la alergia de
tipo I, es la desensibilización
(inmunoterapia específica), que puede
realizarse solamente cuando el alérgeno
causante es conocido y está disponible
como solución de desensibilización”
(Faedo, 2012, pág. 12).
En la desensibilización, el alérgeno
correspondiente se inyecta bajo la piel
(subcutánea o ITSC) en dosis
progresivamente mayores durante un
período mínimo de tres años. La cantidad
de los alérgenos se elige para obtener la
máxima reacción local, como una
pequeña inflamación con picazón en el
lugar de la inyección. Como aún hay
peligro de reacción alérgica grave, e
incluso de choque anafiláctico, se debe
permanecer 30 minutos bajo observación
médica después de la inyección
(Cennelier, 2012, pág. 35).
Mediante la desensibilización, se influye
sobre el sistema inmunológico para que
no produzca los anticuerpos IgE, que de
lo contrario actúan como reacción a los
alérgenos, sino otros anticuerpos de clase
IgG, que potencian el sistema
inmunológico normalmente contra
patógenos, y vuelven a surgir después de
cada nuevo contacto con el agente
patógeno. Los anticuerpos IgG provocan
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que las células fagocíticas del sistema
inmunológico absorban los patógenos y
los destruyan. Es lo mismo que se desea
conseguir en una alergia:
inmediatamente tras el contacto del
alérgeno se deben formar anticuerpos
IgG y neutralizar los alérgenos, para que
ya no puedan conducir a la formación de
anticuerpos IgE. Como una alternativa a
las inyecciones, la desensibilización
(particularmente en el caso de la alergia
al polen) también se lleva a cabo
mediante gotas, que se colocan debajo de
la lengua (inmunoterapia sublingual),
aunque no se puede medir la dosis de
forma tan exacta como con una jeringa,
ya que el tamaño de la gota siempre varía
un poco. Además, la absorción a través
de la mucosa oral puede variar debido al
distinto flujo de saliva o a la deglución
involuntaria de las gotas (Cauerhff,
2007, pág. 85) .
Una variante de la inmunoterapia
sublingual es la administración de polen
de gramíneas en forma de comprimidos.
Estos comprimidos contienen diferentes
dosis de alérgenos, que se disuelven
lentamente debajo de la lengua. Sobre el
resultado final real de esta forma de
inmunoterapia o su eficacia, no hay en la
actualidad suficientes ensayos clínicos.
Sin embargo, se han podido observar
efectos similares con ITSC. El efecto de
estos comprimidos en los niños aún no
está estudiado (Leo, 2015, pág. 8).
“¿Qué medicamentos se utilizan contra
la alergia? Además de los medicamentos
para la desensibilización, hay también
una variedad de medicamentos
disponibles para las alergias, pero sólo
pueden eliminar los síntomas y no las
causas de la alergia” (Reyes, 2011, pág.
100).
Para dolencias comunes estos
medicamentos se utilizan de diversas
formas: sprays inhaladores, gotas para
los ojos, sprays nasales, pomada o gel
para aplicación local, comprimidos,
supositorios o inyecciones. Para el
tratamiento se usan agentes que
previenen la aparición de una reacción
alérgica o debilitan su fuerza (por
ejemplo, antihistamínicos o
cromoglicato de sodio), o que pueden
mitigar una reacción ya desencadenada
(cortisona, por ejemplo) (Fernández,
2012, pág. 50).
Antihistamínicos
Los antihistamínicos actúan contra el
mensajero de las reacciones alérgicas, es
decir, contra la histamina. De esta
manera alivian los síntomas de la alergia.
El efecto de los antihistamínicos se
produce muy rápidamente, según la
forma de dosificación, incluso después
de sólo unos minutos. En casos raros el
uso de antihistamínicos locales puede
causar una erupción en la piel. Los
antihistamínicos también pueden causar
somnolencia y, en raras ocasiones, visión
borrosa, sequedad en la boca y náuseas
(Roberto, 2005, pág. 86).
Ácido cromoglícico (o cromoglicato
sódico).El ingrediente activo
del cromoglicato sódico evita que la
histamina se libere en el cuerpo,
estabilizando las membranas de los
mastocitos. Este medicamento sólo
funciona como prevención y no si ya hay
molestias. Por esta razón, debe tomarse
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con regularidad, es decir, hasta cuatro
veces al día, y lo mejor es tomarlo antes
del inicio de los síntomas alérgicos, el
cromoglicato despliega su amplio
espectro de actividad generalmente
después de dos a cuatro semanas, y la
administración oportuna es, por tanto,
importante. Los posibles efectos
secundarios incluyen erupciones
cutáneas, dolor muscular y dolor
articular (Isabel, 2012, pág. 7).
Cortisona
La cortisona es una hormona producida
naturalmente que ayuda a reducir la
inflamación, y puede combatir
eficazmente los síntomas de una alergia.
Pertenece al grupo de los ingredientes
activos de los corticoides naturales y,
como algunos corticoides sintéticos (por
ejemplo, el furoato de fluticasona,
dexametasona), se utilizan en el
tratamiento de los síntomas locales en
forma de sprays nasales o pomadas, y
para el malestar general, en forma de
comprimidos, supositorios o
inyecciones. (Machin, 2016, pág. 345).
CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
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EstadosUnidos:De Vecchi.