2. Vivía en Colofón, una ciudad de Asia Menor, una joven llamada Aracne conocida por su forma de tejer lana. Gentes de todos los alrededores iban a verla trabajar. Incluso las ninfas de los ríos y bosques cercanos abandonaban sus moradas para llegar hasta su telar.
3. La joven, que conocía su arte, se jactaba de ser incluso mejor que Minerva, diosa de las artes manuales. “ Nadie teje como yo la lana. Ni siquiera Minerva Sería capaz de hacerlo. Si se atreviera a competir conmigo, os lo demostraría”
4. Sus palabras llegaron a oídos de Minerva. La diosa decidió aceptar, pero antes quiso prevenir a la joven. Tomó la apariencia de una anciana, se presentó en su telar y se dirigió a ella diciéndole : “ Confórmate, niña, con ser la mejor da las mortales que tejen la lana. No quieras ser más que los dioses. Considérate Inferior a Minerva y pídele perdón por tu osada proposición. Ella te lo concederá, si se lo pides, y no te guardará rencor”
5. Mas Aracne no hizo caso de sus consejos e insistió en quererse batir con la diosa. Entonces Minerva, despojándose de las canas y de la apariencia senil, le dijo: “ Aquí me tienes, Sea como quieres compitamos” Sentáronse cada una en un telar, una enfrente de la otra. Las dos trabajaban con gran arte el peine y las lanzaderas. Sus brazos se movian sin notar el cansancio.
6. Ciertamente la tela de Aracne superaba a la de la diosa. Minerva no toleró la afrenta que suponía haber sido vencida. Llena de ira agarró el bordado de la rival y lo rasgó. Agredió después a su hacedora golpeándola en la cabeza. La joven, que no pudo soportar el ataque de la diosa, anudó un hilo a su garganta y se colgó ante ella.
7. Minerva se compadeció de Aracne y mientras la rociaba con los jugos de una hierba con poderes mágicos le dijo estas palabras: “ Vivirás, sí, pero pasarás el resto de tus días tejiendo. Así recordarás siempre tu desverguenza” Aracne poco a poco fue perdiendo la nariz, las orejas, el cuello y el cabello. Su cabeza disminuyó de tamaño y su abdomen se abultó. Sus brazos y sus piernas se alargaron y transformaron en patas articuladas y del costado le salieron otras nuevas hasta completar cuatro pares. Con su nueva forma tejía el hilo que salía de su abdomen.