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Museo del Prado
 Visita del 14 de enero de 2009




                   © Jesús A. Manzaneque Casero
  I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
ITINERARIOS

• Exposición temporal de escultura clásica “Entre dioses y hombres”.

• Selección de obras maestras de la Colección Permanente.




                                       © Jesús A. Manzaneque Casero
                      I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Itinerario A
ENTRE DIOSES Y HOMBRES



                      © Jesús A. Manzaneque Casero
     I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Presentaciones de la exposición en vídeo



Presentación de la exposición
en vídeo del Museo del Prado




             Noticia sobre la exposición
             de la Agencia EFE




                                           Recorrido en vídeo
                                           por la exposición de
                                           LOGOPRESS / RevistaDeArte



                                     © Jesús A. Manzaneque Casero
                    I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
La exposición

Con ocasión del cierre temporal del
Albertinum de Dresde, se presenta
esta exposición durante un período de
seis meses. La muestra, que ocupa diez
salas del edificio Villanueva, constituye
un acontecimiento inédito al ofrecer la
posibilidad de contemplar reunidas 46
de las mejores piezas de la colección
de escultura clásica de Dresde junto a
otras veinte importantes esculturas
clásicas del Museo del Prado.

Ambos conjuntos escultóricos son
fruto del coleccionismo barroco y
neoclásico y en los dos se integran
magníficas versiones romanas de
obras griegas clásicas y helenísticas,
además de muchos originales griegos
con policromía antigua y un núcleo                                                   Zeus de Dresde,
excepcional de retratos.                                       Réplica Romana. Escuela de Fidias. s. V a. C, 212 x 104 x 56 cm




                                                    © Jesús A. Manzaneque Casero
                                   I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
La exposición

La dirección de las Staatliche
Kunstsammlungen de Dresde ha
cedido generosamente al Prado este
excepcional conjunto de obras, en el
que se incluyen piezas de resonancia
casi mítica como el Zeus de Dresde y el
Efebo de Dresde, réplicas romanas de
la Atenea Lemnia de Fidias y del Sátiro
escanciando vino de Praxíteles, o la
Ménade de Dresde y las dos Mujeres
de Herculano.

La selección incluye también otras
piezas del arte griego de extraordinaria
importancia como tres relieves
sepulcrales áticos, tres terracotas
policromadas de Tanagra, una serie de
esculturas helenísticas de Alejandría y
de otros centros y algunos retratos
romanos de gran calidad.                                                     Sileno de Dresde y Ménade de Dresde
                                                                             Staatliche Kunstsammlungen Dresden



                                                   © Jesús A. Manzaneque Casero
                                  I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Secciones de la exposición




• Belleza y dicha de los dioses clásicos
   – Los poderosos dioses
   – La condición humana
   – Los dichosos dioses
• Sentimiento, sensualidad y alegría festiva en el arte helenístico-romano
   – Dioniso y la fiesta
   – Afrodita y la hermosura femenina
   – Las musas. Teatro y ciencia
• Imágenes del poder. Retratos romanos al final del Imperio
   – Políticos y oficiales
   – Paganismo y cristianismo

                                        © Jesús A. Manzaneque Casero
                       I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Belleza y dicha de los
       dioses clásicos

La primera sección presenta -en forma
de réplicas romanas- algunas de las
más afamadas creaciones del arte
clásico griego: del siglo V antes de
Cristo obras de Fidias, Mirón y
Policleto, del siglo IV otras de
Praxíteles y finalmente tres originales
griegos de la misma época. Las
esculturas testimonian el culto griego
a la belleza y la gran capacidad de
invención formal de sus artistas.

Mientras que en el siglo V se presenta
a las divinidades de manera hierática y
solemne, en el siglo IV estas están
caracterizadas con mucha naturalidad
y gracia en sus movimientos y gestos
como expresión de la dicha y de la
gloria de unos seres divinos que viven
completamente separados de los                                  Afrodita y Tritón, Obra helenística-romana. s. II a. C – I d. C.,
hombres una vida gozosa y eterna.                       52.5 x 23 x 18. Dresde, Skulpturensammlung Staatliche Kunstsammlungen



                                                  © Jesús A. Manzaneque Casero
                                 I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Belleza y dicha de los
       dioses clásicos

En una posición contraria se
encuentran los mortales que admiran
por esa razón a los dioses, pero, a su
vez, se sienten doloridos por la
brevedad y tristeza de su vida.

Por ello, se ha incluido en esta sección
tres relieves sepulcrales, cuyas escenas
de duelo contrastan con las imágenes
de los dioses dichosos.

Sólo los atletas vencedores de las
grandes competiciones griegas tenían
una posición intermedia entre el
hombre común y los dioses. Fueron
considerados casi divinos como los
héroes y se les veneraba con                                         Atletas del siglo V a.C. En primer plano, el Efebo de Dresde.
monumentos y estatuas tan bellas                                  En segundo plano el Diadúmeno del Prado. Sala 3 de la exposición.
como las de los dioses. Muestra de ello
son varias de las esculturas más
conocidas del Albertinum y del Prado.

                                                   © Jesús A. Manzaneque Casero
                                  I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Belleza y dicha de los
       dioses clásicos

El arqueólogo alemán Johann Joachim
Winckelmann (1717-1768), que dejó
Dresde para estudiar el arte antiguo en
Roma, fue el primero en reconocer en
estatuas romanas las más famosas
esculturas del arte griego.

Estas reproducciones, como casi todas
las esculturas presentadas en las
primeras cuatro salas de esta
exposición, fueron realizadas durante
la época romana copiando los
originales griegos hoy perdidos. Las
piezas aquí expuestas testimonian el
culto a la belleza en la Antigüedad y la
gran capacidad de invención formal de
los artistas griegos.

En el siglo V a.C. los poderosos dioses
                                                                                       Zeus de Dresde,
se representan de manera hierática y                             Réplica Romana. Escuela de Fidias. s. V a. C, 212 x 104 x 56 cm
solemne.

                                                   © Jesús A. Manzaneque Casero
                                  I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Belleza y dicha de los
       dioses clásicos

Uno de sus más grandes creadores fue
el escultor Fidias (h. 480-420 a.C.), a
quién le fue encargado por el político
ateniense Pericles el proyecto del
Partenón realizando los relieves, toda
la   decoración      del   templo     y
monumentales estatuas de culto con
una estética totalmente nueva.

Riqueza de vestimenta, de detalles y
del dibujo en general caracterizan su
estilo sensual y opulento. Sus estatuas
no conocen apenas movimiento y
acción a diferencia de las obras de
Mirón (490-440 a.C.) aquí expuestas;
sus rostros, sin embargo, expresan
benevolencia y protección divina. Este
estilo se observa también en la colosal
Demeter de Eleusis situada en la
'Puerta de Velázquez', cuyo modelo                                 Démeter de Eleusis. Réplica Romana. Escuela de Fidias
fue creado por un alumno de Fidias.                              s. V a. C. alt.: 208 cm. Madrid, Museo Nacional del Prado



                                                  © Jesús A. Manzaneque Casero
                                 I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Belleza y dicha de los
       dioses clásicos

En Grecia la belleza fue considerada un
atributo de los dioses que sólo rara vez
era concedida a un mortal. Atestiguan
los poetas y filósofos que los griegos se
sentían desdichados por la brevedad y
tristeza de su vida en comparación con
la de estos seres inmortales.

Los hombres sólo podían olvidarse de
su situación cuando se sentían
cercanos a los dioses en fiestas
religiosas, en ritos como los
dionisíacos o como iniciados en los
misterios de Eleusis.

Las estelas sepulcrales del siglo IV a.C.
con sus escenas de despedida y duelo
son los típicos monumentos con los
que los ciudadanos áticos pretendían
dejar un recuerdo digno de la                                                Estela sepulcral de la familia de Arquésilas
existencia de sus familias.                                              Original Griego s. IV a. C. 100 x 67 x 36 cm. Dresde.


                                                    © Jesús A. Manzaneque Casero
                                   I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Belleza y dicha de los
       dioses clásicos

Otra suerte corrían los ganadores en
los Juegos Panhelénicos de Olimpia,
Delfos y Corinto.

Eran considerados seres casi divinos y
venerados con estatuas de igual
belleza que las de los dioses, como
demuestran las célebres esculturas del
Diadúmeno del Prado o el Efebo de
Dresde.

Así, a los atletas vencedores de las
grandes competiciones griegas les era
concedida la condición de héroes, una
posición intermedia entre hombres y
dioses, por lo que eran venerados con
auténticos rituales.


                                                                     Efebo de Dresde. Réplica Romana. Escuela Policleto.
                                                                            S. V a. C. 157 x 48 x 42.5 cm. Dresde.


                                                 © Jesús A. Manzaneque Casero
                                I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Belleza y dicha de los
       dioses clásicos

En el siglo IV a.C. las divinidades se
representan con especial naturalidad y
gracia en sus movimientos y gestos,
expresando así la dicha y la gloria de
unos seres divinos que viven una
gozosa, eterna y completamente
separados de los hombres.

El escultor más famoso de este siglo
fue Praxíteles (h. 385-325 a.C.), del
que se muestran aquí algunas obras.
Artista rico y muy solicitado por sus
obras llenas de belleza y encanto,
entre ellas la primera escultura de una
Afrodita totalmente desnuda de gran
tamaño. Creó esculturas de mármol,
policromadas por los mejores pintores
de su época, que gozaron de especial              Sátiros de Praxíteles (detalle). La obra de la izda. de la colección del Museo del Prado,
fama, así como esculturas en bronce,                           la de la derecha de las Staatliche Kunstsammlungen Dresden.

consideradas todavía más valiosas por
el costoso material empleado.

                                                  © Jesús A. Manzaneque Casero
                                 I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Otras obras de
                                  “Belleza y dicha de los dioses clásicos”

Cabeza de la Afrodita de Cnido. Réplica Romana. Modelo Praxiteles.                   Relieve de Ménade. Réplica Romana. Modelo Kalímaco.
                S. IV a. C. 40 x 30 x 25 cm. Madrid.                                           S. V a. C. 141 x 79 x 12 cm. Madrid.




                                                           © Jesús A. Manzaneque Casero
                                          I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Sentimiento, sensualidad
y alegría festiva en el arte
   helenístico-romano
En época helenística (siglos III a I a. C.)
se llega a realizar composiciones
escultóricas más complejas y a aplicar
formulas marcadamente realistas en el
tratamiento de la obra escultórica.

El resultado es una nueva vivacidad en
el movimiento, una expresividad
inmediata y fresca y un resplandor
sensual, dirigidos a los sentimientos y
a los afectos del observador.

Muchas        de     las    esculturas
representadas en esta sección son
originales, incluso algunas conservan
la policromía antigua.

Un tema predilecto del arte de este
período son las fiestas con sus bailes y
                                                                         Sileno con odre de vino. Obra helenística-romana
sacrificios en honor de Dioniso.                                          S. II a. C. – I d. C. 118.5 x 70.5 x 62 cm. Dresde.


                                                     © Jesús A. Manzaneque Casero
                                    I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Sentimiento, sensualidad
y alegría festiva en el arte
   helenístico-romano
La mayoría de las obras como, por
ejemplo, la famosa Ménade de Dresde
tienen un formato más bien pequeño
e íntimo, apto para decorar mansiones
y jardines de particulares en época
tardo-helenística y romana o para
servir como exvoto.

La representación de la belleza
femenina de diosas y mujeres
representa otro tema preferente del
arte de este período. Los artistas no se
cansan de representar a Afrodita
desnuda y a las mujeres con lujosas
vestimentas. También abundan las
esculturas de las Musas

Las esculturas más refinadas proceden
de las ricas metrópolis del Este del
Mediterráneo, y especialmente de                                       Ménade de Dresde. Obra helenística-romana.
Alejandría.                                                             S. II a. C. – I d. C. 45.5 x 14 x 14 cm. Dresde.


                                                   © Jesús A. Manzaneque Casero
                                  I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Sentimiento, sensualidad
y alegría festiva en el arte
   helenístico-romano
La celebración de la belleza de diosas y
mujeres constituye un tema preferente
del arte helenístico en una época
caracterizada por grandes metrópolis
habitadas por una clase media
acomodada y burguesa.

Después de que Praxíteles hubiese
inventado en el siglo IV a.C. el desnudo
femenino a gran escala con su Afrodita
de Cnido, este tema inspiró a los
artistas posteriores a todo tipo de
variación temática y formal.

Otra herencia de este escultor son las
estatuas femeninas con complicados
vestidos, desarrollando composiciones
muy elaboradas a partir de la                     Torso de Afrodita del tipo Venus de Medici. Obra helenística-romana del s. II a. C. – I d. C.
estructura de los pliegues, creando así               99 x 37 x 27 cm. Madrid. En segundo plano Gran y pequeña diosas de Herculano.
un estilo típicamente helenístico que
se ha legado a calificar de “barroco”.

                                                   © Jesús A. Manzaneque Casero
                                  I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Sentimiento, sensualidad
y alegría festiva en el arte
   helenístico-romano
En Alejandría (Egipto) y en las demás
capitales de los reinos helenísticos
prosperaban las artes -como la
pintura, la escultura, el teatro y la
poesía- y las ciencias, desde la filología
hasta la astronomía y la medicina.

El nuevo símbolo de la época son las
nueve musas, que personificaban un
arte o una ciencia distinta cada una –
como las ocho esculturas romanas que
se pueden observar en la sala 47 la
sala de las Musas del Museo del
Prado- y que eran veneradas con
altares en la Biblioteca de Alejandría.

 Del reino de Augusto, que a finales del
siglo I a.C. implantó el helenismo en
Roma, data un singular relieve de
Dresde      con    la   representación                                                      Dos musas,
individualizada de un actor.                                                   Staatliche Kunstsammlungen Dresden


                                                    © Jesús A. Manzaneque Casero
                                   I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Otras obras de
“Sentimiento, sensualidad y alegría festiva en el arte helenístico-romano”

    Gran diosa de Herculano. Obra helenística-romana.                            Reconstrucción policromada. Obra helenística-romana.
       S. II a. C – I d. C. 203.5 x 56 x 45 cm. Dresde.                              S. II a. C – I d. C. 30 x 25.5 x 25.7 cm. Dresde.




                                                       © Jesús A. Manzaneque Casero
                                      I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Otras obras de
“Sentimiento, sensualidad y alegría festiva en el arte helenístico-romano”

 Muchachas, terracota policromada. Obra helenística-romana.                           Cabeza de anciana. Obra helenística-romana.
        S. II a. C – I d. C. 21,6 x 5 x 4.1 cm. Dresde.                               S. II a.C. – I d. C. 33.5 x 21 x 14.5 cm. Dresde.




                                                       © Jesús A. Manzaneque Casero
                                      I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Imágenes del poder.
 Retratos romanos al final
       del Imperio
La exhibición de retratos en espacios
públicos y privados es una costumbre
romana muy típica, desde los remotos
tiempos de la República.

No se limita a hombres, como es
habitual en casi todas las culturas, sino
incluye también retratos femeninos e
infantiles. Las obras seleccionadas -
estatuas, estatuillas, bustos y relieves
de mármol y plata- datan de los siglos
II a IV. Están divididas en un grupo con
retratos de mujeres que testifican, con
sus ostentosos peinados, el prestigio
público de la mujer en la sociedad
romana, y niños, muestra del cariño
hacia sus miembros más jóvenes. El
segundo grupo representa retratos de
                                                                          Vista general de la sala dedicada a
hombres, en su mayoría militares, que                           Imágenes del poder. Retratos romanos al final del Imperio
ostentan virtudes masculinas como el
valor o la superioridad de espíritu.

                                                    © Jesús A. Manzaneque Casero
                                   I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Imágenes del poder.
 Retratos romanos al final
       del Imperio
La exposición concluye con obras de la
Antigüedad tardía (siglo IV), una época
en que conviven casi sin enfrentarse el
viejo mundo grecorromano con sus
mitos y ideas y el mundo cristiano con
su creencia nueva, legalizado por
Constantino el Grande.

Junto con los retratos de los
emperadores Constantino y Majencio,
hieráticos y de mirada penetrante, casi
bizantina, se exponen esculturas de
tema pagano de la época del
emperador cristiano Teodosio y el
monumento tal vez más importante y
bello de su reino, el gran Missorium de
plata de la Real Academia de Historia.
El relieve de plata con Teodosio y su
corte rodeados de divinidades paganas
es el ejemplo más insigne de la                                     Missorium de Teodosio. Obra Romana del s. II-IV d. C.
convivencia de estos dos mundos.                                    Diám. 74 cm. Madrid, Real Academia de la Historia.



                                                  © Jesús A. Manzaneque Casero
                                 I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Otras obras de
     “Imágenes del poder. Retratos romanos al final del Imperio”

Joven jugadora de tabas con retrato. Obra Romana                              Sarcófago con la caza de Meleagro. Obra Romana.
    S. II – IV d. C. 55.5 x 51 x 43.5 cm. Dresde.                                  S. II-IV d. C. 84,5 x 233 x 11 cm. Dresde.




                                                  © Jesús A. Manzaneque Casero
                                 I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Esculturas relacionadas con la exposición pero en otras salas de la
           Colección permanente del Museo del Prado

Copia romana de la Atenea Partenos. 130 - 150 d.C.                          Venus del delfín. 140 - 150 d.C. 200 cm x 50 cm x 47 cm.
     98 cm x 36 cm x 40 cm. Museo del Prado.                                                    Museo del Prado.




                                                   © Jesús A. Manzaneque Casero
                                  I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Esculturas relacionadas con la exposición pero en otras salas de la
                     Colección permanente del Museo del Prado

Copia romana de El baño de Afrodita de Doidalsas de Bitinia. 100 - 120 d.C.             Estatua de Afrodita del tipo ''Venus Felix''. Hacia 150 d.C.
               64 cm x 34 cm x 45 cm. Museo del Prado.                                        195 cm x 70 cm x 70 cm. Museo del Prado.




                                                               © Jesús A. Manzaneque Casero
                                              I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Esculturas relacionadas con la exposición pero en otras salas de la
                     Colección permanente del Museo del Prado

Ofrenda de Orestes y Pílades (Grupo de San Ildefonso). Hacia el 10 a.C. 161        Pedestal de una escultura clásica: la apoteosis de Claudio. Siglo I d.C.
                cm x 106 cm x 56 cm. Museo del Prado.                                         245 cm x 125 cm x 125 cm. Museo del Prado.




                                                                © Jesús A. Manzaneque Casero
                                               I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Esculturas relacionadas con la exposición pero en otras salas de la
           Colección permanente del Museo del Prado

 Augusto togado. Segundo cuarto del siglo II d.C.                              Augusto o Tiberio en desnudo heroico. Hacia 50 d.C.
   205 cm x 87 cm x 52 cm. Museo del Prado.                                       218 cm x 105 cm x 80 cm. Museo del Prado.




                                                   © Jesús A. Manzaneque Casero
                                  I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Itinerario B
SELECCIÓN COLECCIÓN PERMANENTE
                          © Jesús A. Manzaneque Casero
         I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Selección de obras de la Colección Permanente del Museo del Prado


•   Debido a la magnitud de las colecciones expuestas y la dificultad para decidir qué ver el Museo del Prado
    propone a sus visitantes tres recorridos para conocer sus obras maestras.

•   Según el tiempo con el que se cuente para realizar la visita, se han seleccionado 15, 30 y 50 piezas que
    recorren los nombres de los pintores más destacados, además de obras excepcionales de orfebrería y
    escultura de los fondos del Museo.

•   Tres recorridos por las salas, en donde no dejar de ver obras cumbre de los maestros europeos como La
    Anunciación de Fra Angélico, El Lavatorio de Tintoretto, El Descendimiento de Roger van der Weyden, El
    Jardín de las delicias del Bosco o Las tres gracias de Rubens; junto con obras claves de la escuela española
    como Las Meninas de Velázquez, El sueño de Jacob de Ribera o Los Fusilamientos de Goya.

•   En nuestro caso nos vamos a limitar en esta ocasión a aquellas obras que nos entren a examen en la
    Prueba de Acceso a la Universidad.




                                                  © Jesús A. Manzaneque Casero
                                 I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Hacia 1426

              La Anunciación
              FRA ANGELICO

  Tabla central de un retablo que
  muestra bajo el pórtico la Anunciación
  del Arcángel Gabriel a María y, a su
  izquierda, la expulsión de Adán y Eva
  del Paraíso. La condenación y salvación
  del hombre. En el banco o predela se
  narran escenas de la vida de la Virgen:
  Nacimiento de María y los Desposorios
  con San José, Visitación de María a su
  prima Santa Isabel, Nacimiento del
  Niño Jesús, la Presentación del Niño en
  el Templo y la Dormición de la Virgen
  con Cristo recogiendo su alma.

  Fra Angelico es muy minucioso en los
  detalles y calidades de los objetos y
  personajes representados, aúna en su
  estilo la tradición tardogótica italiana
  con el nuevo lenguaje renacentista.
  Ejemplo de ello es la profundidad
  espacial de la arquitectura.

                 © Jesús A. Manzaneque Casero
I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Hacia 1435

           El descendimiento
           VAN DER WEYDEN

  Centra la composición en la Compassio
  Mariae, la pasión que experimenta la
  Virgen ante el sufrimiento y la muerte
  de su Hijo. Escoge el momento en que
  José de Arimatea, Nicodemo y un
  ayudante sostienen el cuerpo de Jesús
  y María cae desmayada en el suelo
  sostenida por San Juan y una de las
  santas mujeres.

  Weyden maneja con maestría las
  figuras representadas en un espacio
  limitado por el fondo dorado y en los
  extremos San Juan y la Magdalena
  cierran la composición. Sobresale
  además el juego de diagonales
  paralelas de los cuerpos de Cristo y de
  María, poniendo de manifiesto su
  doble pasión. Impactan los gestos y la
  contención con que se expresan los
  sentimientos.

                 © Jesús A. Manzaneque Casero
I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
1500 - 1505

       El jardín de las delicias
              EL BOSCO

  En el tríptico abierto se incluyen tres
  escenas. La tabla izquierda está
  dedicada al Paraíso, con la creación de
  Eva y la Fuente de la Vida, mientras la
  derecha muestra el Infierno. La tabla
  central da nombre al conjunto, al
  representarse en un jardín las delicias
  o placeres de la vida. Entre Paraíso e
  Infierno, estas delicias no son sino
  alusiones al Pecado, que muestran a la
  humanidad entregada a los diversos
  placeres mundanos.

  Obra de carácter moralizante, es una
  de las creaciones más enigmáticas,
  complejas y bellas de El Bosco,
  realizada en la última etapa de su vida.
  Adquirida en la almoneda del prior
  don Fernando, hijo natural del gran
  duque de Alba, Felipe II la llevó a El
  Escorial en 1593.

                 © Jesús A. Manzaneque Casero
I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
1548
       El emperador Carlos V
       a caballo en Mühlberg
              TIZIANO
  Retrato ecuestre del emperador Carlos
  V (1500-1558) conmemorativo de la
  victoria en Mühlberg de las tropas
  imperiales sobre las protestantes. La
  aparente sencillez de la composición
  esconde una compleja simbología que
  muestra al Monarca en su doble
  condición de caballero cristiano y
  heredero de la tradición imperial
  romana. Ejemplo de ello es la lanza
  que sostiene el Emperador con su
  mano derecha y que siendo el símbolo
  del poder de los césares, también hace
  referencia al arma de San Jorge.

  Los antecedentes formales de la
  composición se han citado en la
  estatua    ecuestre  romana     del
  emperador Marco Aurelio (121-180),
  en diversos modelos de los grabados
  de Alberto Durero.

                 © Jesús A. Manzaneque Casero
I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Hacia 1580
           El caballero de la
           mano en el pecho
               EL GRECO
  Retrato de personaje desconocido,
  vestido con traje negro de cuello y
  puños de encaje y luciendo colgante y
  espada, detalle que destaca su
  condición de caballero. Una de las
  obras maestras del Renacimiento
  español y una de las más divulgadas de
  El Greco. Se distingue por la
  expresividad de la mirada que el
  personaje mantiene fija en el
  espectador y el naturalismo en el
  gesto de la mano.

  Existen muy diversas interpretaciones
  entorno a la identidad del personaje y
  al significado del gesto, afirmando
  algunos que simboliza diferentes
  estados, como arrepentimiento o un
  juramento. Se ha llegado a identificar
  al caballero con Juan de Silva y Ribera,
  III marqués de Montemayor, alcalde
  del Alcázar de Toledo.
                 © Jesús A. Manzaneque Casero
I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
1609 - 1628

     Adoración de los Magos
            RUBENS

  A la izquierda de la composición, bajo
  una columna clásica, el Niño ayudado
  por su madre, juega con los regalos
  que le ofrece uno de los Magos. Desde
  ese punto hacia la derecha se
  representa el resto de las figuras que
  componen el cortejo de los Reyes.

  En ella se aprecia un primer estilo de
  Rubens, influido por su viaje a Italia:
  figuras vigorosas, la utilización intensa
  de la luz y abigarradas composiciones.
  En 1621 la obra pasó a la Colección
  Real. Cuando en 1628/1629 Rubens
  visitó España amplió la pintura hasta
  sus dimensiones actuales. En una
  franja superior incluyó dos ángeles de
  influencia tizianesca, incorporando
  otra franja a la derecha, donde hizo
  constar su autoría, autorretratándose
  sobre un caballo.

                 © Jesús A. Manzaneque Casero
I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Hacia 1635

              Las Tres Gracias
                  RUBENS

  Las Gracias, descritas en la Teogonía
  de Hesiodo, eran tres: Aglaya, que
  significa resplandeciente, Eufrósine,
  que quiere decir gozosa y Talía, que
  significa floreciente. Nacidas de uno de
  los amores de Zeus, las tres Gracias
  eran vírgenes puras que vivían con los
  dioses, asistían a los banquetes y
  despertaban la alegría de vivir. Estaban
  al servicio de Afrodita, diosa del amor.

  Las figuras están inspiradas en la
  escultura clásica, visible en la
  intención de reproducir la frialdad del
  mármol en sus carnes. El ritmo circular
  y la elegante ondulación son
  características habituales en el artista,
  aspectos que se unen a las formas
  grandilocuentes y los colores cálidos
  que incorpora el pintor en las obras de
  sus últimos años.

                 © Jesús A. Manzaneque Casero
I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
1628 - 1629
            El triunfo de Baco
             o Los Borrachos
                VELÁZQUEZ
  El dios del vino, sentado en un tonel,
  semidesnudo y tocado con hojas de
  vid, corona a un joven soldado
  rodeado de un grupo de bebedores. El
  tratamiento del tema se aleja de la
  tradición ennoblecedora del mito, en
  una reinterpretación naturalista no
  exenta de paradoja entre la gravedad
  casi ritual de las figuras de la izquierda
  y la ironía picaresca y el realismo del
  grupo de la derecha. Estilísticamente
  la obra conserva el gusto naturalista de
  su etapa sevillana, junto con la
  influencia colorista que Velázquez
  asimila de la obra de Rubens y la
  pintura veneciana del siglo XVI.

  En ella desarrolla un discurso pictórico
  sobre las bondades del vino y su
  capacidad para consolar a las gentes
  de las penalidades de la vida diaria.

                 © Jesús A. Manzaneque Casero
I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Hacia 1630
        Vista del jardín de la
        Villa Medici en Roma
             VELÁZQUEZ
  Obra maestra de la historia del paisaje
  occidental en la que Velázquez plasmó
  su idea del paisaje sin una excusa
  narrativa que lo justifique.

  Probablemente pintada durante el
  primer viaje del pintor a Roma, hoy en
  día se tiende a pensar que fue
  realizada para inmortalizar un
  momento concreto y una circunstancia
  atmosférica determinada, la tarde.
  Esta obra representa un rincón del
  jardín de la Villa Medici. Dos hombres
  conversan delante de una serliana,
  cerrada por tablones de madera. Sobre
  la arquitectura un personaje tiende
  una sábana. Y, a la derecha de la
  composición, puede distinguirse en un
  nicho los perfiles de una de las
  esculturas que forman la magnífica
  colección artística de la villa.

                 © Jesús A. Manzaneque Casero
I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Hacia 1630
        Vista del jardín de la
        Villa Medici en Roma
             VELÁZQUEZ
  Obra maestra de la historia del paisaje
  occidental en la que Velázquez plasmó
  su idea del paisaje sin una excusa
  narrativa que lo justifique.

  Probablemente pintada durante el
  primer viaje del pintor a Roma, hoy en
  día se tiende a pensar que fue
  realizada para inmortalizar un
  momento concreto y una circunstancia
  atmosférica determinada, el mediodía.
  Esta obra representa un rincón del
  jardín de la Villa Medici. En este lienzo,
  dos hombres conversan en primer
  plano mientras un tercero se asoma a
  través de una serliana presidida por
  una escultura de Ariadna dormida.

  Se trata de uno de los pocos ejemplos
  anteriores al siglo XIX de paisaje
  directo tomado del natural.

                 © Jesús A. Manzaneque Casero
I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Hacia 1632
           El conde-duque de
           Olivares a caballo
               VELÁZQUEZ
  El valido de Felipe IV se muestra con
  media armadura, sombrero, banda y
  bengala de general, remarcando su
  condición de jefe de los ejércitos
  españoles. Al fondo de un amplio
  paisaje, la humareda alude a una
  batalla. Se trata de un retrato
  eminentemente         propagandístico.
  Olivares está representado a caballo y
  en corveta, posición reservada
  tradicionalmente a los más poderosos,
  símbolo evidente de poder y de
  mando. La agitación del caballo
  contrasta con la figura, que vuelve su
  arrogante mirada hacia el espectador.

  Técnicamente esta composición de
  Velázquez destaca la utilización de
  colores cálidos aplicados en largas
  pinceladas, rápidas y compactas,
  formando grandes manchas de color.

                 © Jesús A. Manzaneque Casero
I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
1635
       La Rendición de Breda
            o Las Lanzas
            VELÁZQUEZ
  Ambrosio Spínola, general genovés al
  mando de los tercios de Flandes,
  recibe del gobernador holandés,
  Justino de Nassau, las llaves de la
  ciudad de Breda, rendida tras un largo
  asedio.

  La obra, con clara finalidad de
  propaganda política, insiste en el
  concepto de clemencia de la
  monarquía hispánica. Velázquez no se
  recrea en la victoria y la batalla sólo
  está presente en el fondo humeante.

  El cuadro es una excelente muestra del
  dominio de todos los recursos
  pictóricos por parte del autor:
  habilidad para introducir la atmósfera,
  la luz y el paisaje en sus lienzos,
  maestría retratística y conocimiento
  profundo de la perspectiva aérea.

                 © Jesús A. Manzaneque Casero
I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
1640
           Francisco Lezcano
           el Niño de Vallecas
               VELÁZQUEZ
  Un personaje, de evidente retraso
  mental aparece sentado al abrigo de
  una roca. Considerado como Francisco
  Lezcano, “el Niño de Vallecas”, la
  identificación está basada en la
  aparición de un bufón con tal nombre
  entre los documentos de palacio
  desde 1634 hasta su muerte en 1649.

  Con su característica sensibilidad nos
  presenta un personaje lleno de
  ternura, compañero y entretenimiento
  del príncipe Baltasar Carlos, al que
  sirvió. Pero más allá de los valores
  plásticos se trata de un retrato donde
  los elementos iconográficos, como las
  cartas, o la localización en un exterior,
  recordando los retratos de anacoretas,
  sugieren un nuevo juego metafórico, al
  que Velázquez era tan aficionado, y
  que aún hoy no ha sido plenamente
  identificado.
                 © Jesús A. Manzaneque Casero
I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Hacia 1656
       La familia de Felipe IV
           o Las Meninas
            VELÁZQUEZ
  Retrato de la infanta Margarita, hija de
  Felipe IV, rodeada por sus damas de
  compañía, las “meninas. Felipe IV y
  Mariana de Austria se reflejan en el
  espejo del fondo, juego espacial de
  extraordinaria complejidad.

  Compleja composición construida a
  partir de una admirable habilidad para
  el uso de la perspectiva, de la
  plasmación de la luz y de la
  representación de la atmósfera.

  Las interpretaciones sobre el tema y la
  plasmación del mismo han sido
  múltiples. Las más numerosas
  subrayan la reivindicación de la
  nobleza de la pintura frente a las
  prácticas artesanales. Velázquez se
  autorretrata pintando el propio cuadro
  a la izquierda del lienzo, afirmando así
  la supremacía del arte de la pintura.
                 © Jesús A. Manzaneque Casero
I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Hacia 1657
          La fábula de Aracne
            o Las Hilanderas
              VELÁZQUEZ
  Representación compleja y altamente
  intelectual del mito clásico de Aracne.
  El mito aparece representado en dos
  planos bajo la apariencia de un día
  cotidiano en la Fábrica de Tapices de
  Santa Isabel. Al fondo de la escena el
  rapto de Europa aparece hilado en el
  tapiz que cuelga de la pared y, ante él
  Atenea, vestida con armadura, castiga
  a Aracne. En primer plano se
  representaría el desarrollo del
  concurso. Atenea, hilando en la rueda
  y Aracne devanando una madeja.

  La complejidad iconográfica elevaría la
  creación pictórica a la altura de otras
  artes mejor consideradas en el siglo
  XVII, como la poesía o la música, y las
  referencias a grandes pintores, como
  Tiziano y Rubens elevarían a Velázquez
  a la altura de los grandes genios de la
  Historia del Arte.
                 © Jesús A. Manzaneque Casero
I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
1639
                 El Martirio
                de San Felipe
                   RIBERA
  El Apóstol, santo patrono del rey
  Felipe IV, predica en Escytia y en
  Hierápolis, ciudad en la que, a los 87
  años, es crucificado con cuerdas y
  enterrado.      Ribera lo representa
  desnudo y atado al travesaño en el
  momento de ser subido por tres
  sayones, ante un grupo de infieles.
  Llama la atención, a la izquierda, la
  figura femenina con un niño en brazos,
  alegoría de la Caridad cristiana.

  Considerado durante algún tiempo
  como el tormento de San Bartolomé,
  es una de las representaciones de
  martirio más inquietantes de la pintura
  barroca. Obra característica de la
  segunda etapa pictórica de Ribera, en
  ella destacan los fondos luminosos, las
  tonalidades claras y el dominio de la
  diagonal en la composición.

                 © Jesús A. Manzaneque Casero
I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Hacia 1660

                   Bodegón
                  ZURBARÁN

  Cuatro recipientes, uno metálico y tres
  de barro, de diferentes formas y
  terminación, alineados sobre una
  repisa frente a un fondo neutro y
  acompañados de dos bandejas
  metálicas, sobre las que reposan los
  cacharros     de      los    extremos.
  Composición        extraordinariamente
  sencilla, otorga a la luz el
  protagonismo absoluto ya que es ella
  quien individualiza cada objeto.

  Zurbarán pintó muy pocos bodegones
  y se recrea en este caso en la pura
  técnica pictórica, en las texturas y el
  goce estético, sin otorgar a la obra un
  segundo significado temporal, a
  diferencia de otras representaciones
  que suelen incluir flores muertas,
  relojes, calaveras o alimentos como
  alusión al paso del tiempo.

                 © Jesús A. Manzaneque Casero
I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
Hacia 1678
        La Inmaculada de los
        Venerables o de Soult
              MURILLO
  Retrato de la infanta Margarita, hija de
  Felipe IV, rodeada por sus damas de
  compañía, las “meninas. Felipe IV y
  Mariana de Austria se reflejan en el
  espejo del fondo, juego espacial de
  extraordinaria complejidad.

  Compleja composición construida a
  partir de una admirable habilidad para
  el uso de la perspectiva, de la
  plasmación de la luz y de la
  representación de la atmósfera.

  Las interpretaciones sobre el tema y la
  plasmación del mismo han sido
  múltiples. Las más numerosas
  subrayan la reivindicación de la
  nobleza de la pintura frente a las
  prácticas artesanales. Velázquez se
  autorretrata pintando el propio cuadro
  a la izquierda del lienzo, afirmando así
  la supremacía del arte de la pintura.
                 © Jesús A. Manzaneque Casero
I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
1777

                   El Quitasol
                      GOYA

  Cartón para tapiz con una joven
  sentada acompañada de un perro y de
  un majo que la protege del sol con una
  sombrilla.

  La perspectiva de abajo arriba y el
  formato indican que la pieza estaba
  destinada a una sobreventana. La
  composición, piramidal, y con las
  figuras en primer plano, refleja la
  influencia en Goya de la pintura clásica
  italiana, así como la maestría del
  artista al pintar las luces y sombras.

  El tapiz resultante estaba destinado a
  colgar en el comedor de los príncipes
  de Asturias (el futuro Carlos IV y su
  esposa María Luisa de Parma) en el
  Palacio de El Pardo.



                 © Jesús A. Manzaneque Casero
I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
1800
                La Familia de
                  Carlos IV
                    GOYA
  Retrato de la familia del rey Carlos IV
  realizado en 1800, poco después de
  ser nombrado Goya primer pintor de
  cámara.

  Los precedentes de esta compleja
  composición son el Retrato de Felipe V
  con su familia de Van Loo y Las
  Meninas de Velázquez, ambas obras
  en el Museo del Prado.

  Destaca el cuidado en el diseño de los
  trajes, a la última moda, de las joyas, y
  de las condecoraciones.

  La armoniosa, clara y a un tiempo
  compleja composición, revela la
  maestría del artista. La sutil definición
  de los caracteres atestigua la
  capacidad del pintor para analizar al
  ser humano.
                 © Jesús A. Manzaneque Casero
I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
1814
        El 3 de mayo de 1808
         o Los Fusilamientos
                GOYA
  Representación de los fusilamientos de
  patriotas de Madrid por el ejército de
  Napoleón, represalia al levantamiento
  del 2 de mayo de 1808 contra la
  ocupación francesa.

  Los soldados franceses, de espaldas a
  la derecha de la composición, apuntan
  a los madrileños que han de morir. El
  dramatismo y la tensión de la escena
  quedan subrayados por el uso de la
  luz, que ilumina fuertemente a los
  héroes permitiendo diferenciar sus
  caracteres y actitudes en un detallado
  estudio psicológico de los personajes.

  Esta obra fue realizada junto a su
  pareja, El 2 de mayo de 1808 o La
  lucha con los mamelucos.



                 © Jesús A. Manzaneque Casero
I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
1821 - 1823
              Saturno
         devorando a un hijo
               GOYA
  Las pinturas murales que decoraron la
  casa de Goya conocida como la
  “Quinta    del    Sordo”,     se   han
  popularizado con el título de Pinturas
  Negras por el uso que en ellas se hace
  de los pigmentos oscuros y negros y
  también por lo sombrío de los temas.
  El carácter privado e íntimo de esta
  casa, hizo que el artista se expresara
  en estas obras con gran libertad.

  Saturno, en el momento de devorar a
  uno de sus hijos, es una de las
  imágenes más expresivas de las
  Pinturas Negras.

  El dios de la mitología podría ser la
  personificación de un sentimiento tan
  humano como el miedo a perder el
  poder o, simplemente, el pánico ante
  los estragos del paso del tiempo.

                 © Jesús A. Manzaneque Casero
I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)

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Visita Prado 2009 01 14

  • 1. Museo del Prado Visita del 14 de enero de 2009 © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 2. ITINERARIOS • Exposición temporal de escultura clásica “Entre dioses y hombres”. • Selección de obras maestras de la Colección Permanente. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 3. Itinerario A ENTRE DIOSES Y HOMBRES © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 4. Presentaciones de la exposición en vídeo Presentación de la exposición en vídeo del Museo del Prado Noticia sobre la exposición de la Agencia EFE Recorrido en vídeo por la exposición de LOGOPRESS / RevistaDeArte © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 5. La exposición Con ocasión del cierre temporal del Albertinum de Dresde, se presenta esta exposición durante un período de seis meses. La muestra, que ocupa diez salas del edificio Villanueva, constituye un acontecimiento inédito al ofrecer la posibilidad de contemplar reunidas 46 de las mejores piezas de la colección de escultura clásica de Dresde junto a otras veinte importantes esculturas clásicas del Museo del Prado. Ambos conjuntos escultóricos son fruto del coleccionismo barroco y neoclásico y en los dos se integran magníficas versiones romanas de obras griegas clásicas y helenísticas, además de muchos originales griegos con policromía antigua y un núcleo Zeus de Dresde, excepcional de retratos. Réplica Romana. Escuela de Fidias. s. V a. C, 212 x 104 x 56 cm © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 6. La exposición La dirección de las Staatliche Kunstsammlungen de Dresde ha cedido generosamente al Prado este excepcional conjunto de obras, en el que se incluyen piezas de resonancia casi mítica como el Zeus de Dresde y el Efebo de Dresde, réplicas romanas de la Atenea Lemnia de Fidias y del Sátiro escanciando vino de Praxíteles, o la Ménade de Dresde y las dos Mujeres de Herculano. La selección incluye también otras piezas del arte griego de extraordinaria importancia como tres relieves sepulcrales áticos, tres terracotas policromadas de Tanagra, una serie de esculturas helenísticas de Alejandría y de otros centros y algunos retratos romanos de gran calidad. Sileno de Dresde y Ménade de Dresde Staatliche Kunstsammlungen Dresden © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 7. Secciones de la exposición • Belleza y dicha de los dioses clásicos – Los poderosos dioses – La condición humana – Los dichosos dioses • Sentimiento, sensualidad y alegría festiva en el arte helenístico-romano – Dioniso y la fiesta – Afrodita y la hermosura femenina – Las musas. Teatro y ciencia • Imágenes del poder. Retratos romanos al final del Imperio – Políticos y oficiales – Paganismo y cristianismo © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 8. Belleza y dicha de los dioses clásicos La primera sección presenta -en forma de réplicas romanas- algunas de las más afamadas creaciones del arte clásico griego: del siglo V antes de Cristo obras de Fidias, Mirón y Policleto, del siglo IV otras de Praxíteles y finalmente tres originales griegos de la misma época. Las esculturas testimonian el culto griego a la belleza y la gran capacidad de invención formal de sus artistas. Mientras que en el siglo V se presenta a las divinidades de manera hierática y solemne, en el siglo IV estas están caracterizadas con mucha naturalidad y gracia en sus movimientos y gestos como expresión de la dicha y de la gloria de unos seres divinos que viven completamente separados de los Afrodita y Tritón, Obra helenística-romana. s. II a. C – I d. C., hombres una vida gozosa y eterna. 52.5 x 23 x 18. Dresde, Skulpturensammlung Staatliche Kunstsammlungen © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 9. Belleza y dicha de los dioses clásicos En una posición contraria se encuentran los mortales que admiran por esa razón a los dioses, pero, a su vez, se sienten doloridos por la brevedad y tristeza de su vida. Por ello, se ha incluido en esta sección tres relieves sepulcrales, cuyas escenas de duelo contrastan con las imágenes de los dioses dichosos. Sólo los atletas vencedores de las grandes competiciones griegas tenían una posición intermedia entre el hombre común y los dioses. Fueron considerados casi divinos como los héroes y se les veneraba con Atletas del siglo V a.C. En primer plano, el Efebo de Dresde. monumentos y estatuas tan bellas En segundo plano el Diadúmeno del Prado. Sala 3 de la exposición. como las de los dioses. Muestra de ello son varias de las esculturas más conocidas del Albertinum y del Prado. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 10. Belleza y dicha de los dioses clásicos El arqueólogo alemán Johann Joachim Winckelmann (1717-1768), que dejó Dresde para estudiar el arte antiguo en Roma, fue el primero en reconocer en estatuas romanas las más famosas esculturas del arte griego. Estas reproducciones, como casi todas las esculturas presentadas en las primeras cuatro salas de esta exposición, fueron realizadas durante la época romana copiando los originales griegos hoy perdidos. Las piezas aquí expuestas testimonian el culto a la belleza en la Antigüedad y la gran capacidad de invención formal de los artistas griegos. En el siglo V a.C. los poderosos dioses Zeus de Dresde, se representan de manera hierática y Réplica Romana. Escuela de Fidias. s. V a. C, 212 x 104 x 56 cm solemne. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 11. Belleza y dicha de los dioses clásicos Uno de sus más grandes creadores fue el escultor Fidias (h. 480-420 a.C.), a quién le fue encargado por el político ateniense Pericles el proyecto del Partenón realizando los relieves, toda la decoración del templo y monumentales estatuas de culto con una estética totalmente nueva. Riqueza de vestimenta, de detalles y del dibujo en general caracterizan su estilo sensual y opulento. Sus estatuas no conocen apenas movimiento y acción a diferencia de las obras de Mirón (490-440 a.C.) aquí expuestas; sus rostros, sin embargo, expresan benevolencia y protección divina. Este estilo se observa también en la colosal Demeter de Eleusis situada en la 'Puerta de Velázquez', cuyo modelo Démeter de Eleusis. Réplica Romana. Escuela de Fidias fue creado por un alumno de Fidias. s. V a. C. alt.: 208 cm. Madrid, Museo Nacional del Prado © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 12. Belleza y dicha de los dioses clásicos En Grecia la belleza fue considerada un atributo de los dioses que sólo rara vez era concedida a un mortal. Atestiguan los poetas y filósofos que los griegos se sentían desdichados por la brevedad y tristeza de su vida en comparación con la de estos seres inmortales. Los hombres sólo podían olvidarse de su situación cuando se sentían cercanos a los dioses en fiestas religiosas, en ritos como los dionisíacos o como iniciados en los misterios de Eleusis. Las estelas sepulcrales del siglo IV a.C. con sus escenas de despedida y duelo son los típicos monumentos con los que los ciudadanos áticos pretendían dejar un recuerdo digno de la Estela sepulcral de la familia de Arquésilas existencia de sus familias. Original Griego s. IV a. C. 100 x 67 x 36 cm. Dresde. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 13. Belleza y dicha de los dioses clásicos Otra suerte corrían los ganadores en los Juegos Panhelénicos de Olimpia, Delfos y Corinto. Eran considerados seres casi divinos y venerados con estatuas de igual belleza que las de los dioses, como demuestran las célebres esculturas del Diadúmeno del Prado o el Efebo de Dresde. Así, a los atletas vencedores de las grandes competiciones griegas les era concedida la condición de héroes, una posición intermedia entre hombres y dioses, por lo que eran venerados con auténticos rituales. Efebo de Dresde. Réplica Romana. Escuela Policleto. S. V a. C. 157 x 48 x 42.5 cm. Dresde. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 14. Belleza y dicha de los dioses clásicos En el siglo IV a.C. las divinidades se representan con especial naturalidad y gracia en sus movimientos y gestos, expresando así la dicha y la gloria de unos seres divinos que viven una gozosa, eterna y completamente separados de los hombres. El escultor más famoso de este siglo fue Praxíteles (h. 385-325 a.C.), del que se muestran aquí algunas obras. Artista rico y muy solicitado por sus obras llenas de belleza y encanto, entre ellas la primera escultura de una Afrodita totalmente desnuda de gran tamaño. Creó esculturas de mármol, policromadas por los mejores pintores de su época, que gozaron de especial Sátiros de Praxíteles (detalle). La obra de la izda. de la colección del Museo del Prado, fama, así como esculturas en bronce, la de la derecha de las Staatliche Kunstsammlungen Dresden. consideradas todavía más valiosas por el costoso material empleado. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 15. Otras obras de “Belleza y dicha de los dioses clásicos” Cabeza de la Afrodita de Cnido. Réplica Romana. Modelo Praxiteles. Relieve de Ménade. Réplica Romana. Modelo Kalímaco. S. IV a. C. 40 x 30 x 25 cm. Madrid. S. V a. C. 141 x 79 x 12 cm. Madrid. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 16. Sentimiento, sensualidad y alegría festiva en el arte helenístico-romano En época helenística (siglos III a I a. C.) se llega a realizar composiciones escultóricas más complejas y a aplicar formulas marcadamente realistas en el tratamiento de la obra escultórica. El resultado es una nueva vivacidad en el movimiento, una expresividad inmediata y fresca y un resplandor sensual, dirigidos a los sentimientos y a los afectos del observador. Muchas de las esculturas representadas en esta sección son originales, incluso algunas conservan la policromía antigua. Un tema predilecto del arte de este período son las fiestas con sus bailes y Sileno con odre de vino. Obra helenística-romana sacrificios en honor de Dioniso. S. II a. C. – I d. C. 118.5 x 70.5 x 62 cm. Dresde. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 17. Sentimiento, sensualidad y alegría festiva en el arte helenístico-romano La mayoría de las obras como, por ejemplo, la famosa Ménade de Dresde tienen un formato más bien pequeño e íntimo, apto para decorar mansiones y jardines de particulares en época tardo-helenística y romana o para servir como exvoto. La representación de la belleza femenina de diosas y mujeres representa otro tema preferente del arte de este período. Los artistas no se cansan de representar a Afrodita desnuda y a las mujeres con lujosas vestimentas. También abundan las esculturas de las Musas Las esculturas más refinadas proceden de las ricas metrópolis del Este del Mediterráneo, y especialmente de Ménade de Dresde. Obra helenística-romana. Alejandría. S. II a. C. – I d. C. 45.5 x 14 x 14 cm. Dresde. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 18. Sentimiento, sensualidad y alegría festiva en el arte helenístico-romano La celebración de la belleza de diosas y mujeres constituye un tema preferente del arte helenístico en una época caracterizada por grandes metrópolis habitadas por una clase media acomodada y burguesa. Después de que Praxíteles hubiese inventado en el siglo IV a.C. el desnudo femenino a gran escala con su Afrodita de Cnido, este tema inspiró a los artistas posteriores a todo tipo de variación temática y formal. Otra herencia de este escultor son las estatuas femeninas con complicados vestidos, desarrollando composiciones muy elaboradas a partir de la Torso de Afrodita del tipo Venus de Medici. Obra helenística-romana del s. II a. C. – I d. C. estructura de los pliegues, creando así 99 x 37 x 27 cm. Madrid. En segundo plano Gran y pequeña diosas de Herculano. un estilo típicamente helenístico que se ha legado a calificar de “barroco”. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 19. Sentimiento, sensualidad y alegría festiva en el arte helenístico-romano En Alejandría (Egipto) y en las demás capitales de los reinos helenísticos prosperaban las artes -como la pintura, la escultura, el teatro y la poesía- y las ciencias, desde la filología hasta la astronomía y la medicina. El nuevo símbolo de la época son las nueve musas, que personificaban un arte o una ciencia distinta cada una – como las ocho esculturas romanas que se pueden observar en la sala 47 la sala de las Musas del Museo del Prado- y que eran veneradas con altares en la Biblioteca de Alejandría. Del reino de Augusto, que a finales del siglo I a.C. implantó el helenismo en Roma, data un singular relieve de Dresde con la representación Dos musas, individualizada de un actor. Staatliche Kunstsammlungen Dresden © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 20. Otras obras de “Sentimiento, sensualidad y alegría festiva en el arte helenístico-romano” Gran diosa de Herculano. Obra helenística-romana. Reconstrucción policromada. Obra helenística-romana. S. II a. C – I d. C. 203.5 x 56 x 45 cm. Dresde. S. II a. C – I d. C. 30 x 25.5 x 25.7 cm. Dresde. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 21. Otras obras de “Sentimiento, sensualidad y alegría festiva en el arte helenístico-romano” Muchachas, terracota policromada. Obra helenística-romana. Cabeza de anciana. Obra helenística-romana. S. II a. C – I d. C. 21,6 x 5 x 4.1 cm. Dresde. S. II a.C. – I d. C. 33.5 x 21 x 14.5 cm. Dresde. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 22. Imágenes del poder. Retratos romanos al final del Imperio La exhibición de retratos en espacios públicos y privados es una costumbre romana muy típica, desde los remotos tiempos de la República. No se limita a hombres, como es habitual en casi todas las culturas, sino incluye también retratos femeninos e infantiles. Las obras seleccionadas - estatuas, estatuillas, bustos y relieves de mármol y plata- datan de los siglos II a IV. Están divididas en un grupo con retratos de mujeres que testifican, con sus ostentosos peinados, el prestigio público de la mujer en la sociedad romana, y niños, muestra del cariño hacia sus miembros más jóvenes. El segundo grupo representa retratos de Vista general de la sala dedicada a hombres, en su mayoría militares, que Imágenes del poder. Retratos romanos al final del Imperio ostentan virtudes masculinas como el valor o la superioridad de espíritu. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 23. Imágenes del poder. Retratos romanos al final del Imperio La exposición concluye con obras de la Antigüedad tardía (siglo IV), una época en que conviven casi sin enfrentarse el viejo mundo grecorromano con sus mitos y ideas y el mundo cristiano con su creencia nueva, legalizado por Constantino el Grande. Junto con los retratos de los emperadores Constantino y Majencio, hieráticos y de mirada penetrante, casi bizantina, se exponen esculturas de tema pagano de la época del emperador cristiano Teodosio y el monumento tal vez más importante y bello de su reino, el gran Missorium de plata de la Real Academia de Historia. El relieve de plata con Teodosio y su corte rodeados de divinidades paganas es el ejemplo más insigne de la Missorium de Teodosio. Obra Romana del s. II-IV d. C. convivencia de estos dos mundos. Diám. 74 cm. Madrid, Real Academia de la Historia. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 24. Otras obras de “Imágenes del poder. Retratos romanos al final del Imperio” Joven jugadora de tabas con retrato. Obra Romana Sarcófago con la caza de Meleagro. Obra Romana. S. II – IV d. C. 55.5 x 51 x 43.5 cm. Dresde. S. II-IV d. C. 84,5 x 233 x 11 cm. Dresde. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 25. Esculturas relacionadas con la exposición pero en otras salas de la Colección permanente del Museo del Prado Copia romana de la Atenea Partenos. 130 - 150 d.C. Venus del delfín. 140 - 150 d.C. 200 cm x 50 cm x 47 cm. 98 cm x 36 cm x 40 cm. Museo del Prado. Museo del Prado. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 26. Esculturas relacionadas con la exposición pero en otras salas de la Colección permanente del Museo del Prado Copia romana de El baño de Afrodita de Doidalsas de Bitinia. 100 - 120 d.C. Estatua de Afrodita del tipo ''Venus Felix''. Hacia 150 d.C. 64 cm x 34 cm x 45 cm. Museo del Prado. 195 cm x 70 cm x 70 cm. Museo del Prado. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 27. Esculturas relacionadas con la exposición pero en otras salas de la Colección permanente del Museo del Prado Ofrenda de Orestes y Pílades (Grupo de San Ildefonso). Hacia el 10 a.C. 161 Pedestal de una escultura clásica: la apoteosis de Claudio. Siglo I d.C. cm x 106 cm x 56 cm. Museo del Prado. 245 cm x 125 cm x 125 cm. Museo del Prado. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 28. Esculturas relacionadas con la exposición pero en otras salas de la Colección permanente del Museo del Prado Augusto togado. Segundo cuarto del siglo II d.C. Augusto o Tiberio en desnudo heroico. Hacia 50 d.C. 205 cm x 87 cm x 52 cm. Museo del Prado. 218 cm x 105 cm x 80 cm. Museo del Prado. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 29. Itinerario B SELECCIÓN COLECCIÓN PERMANENTE © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 30. Selección de obras de la Colección Permanente del Museo del Prado • Debido a la magnitud de las colecciones expuestas y la dificultad para decidir qué ver el Museo del Prado propone a sus visitantes tres recorridos para conocer sus obras maestras. • Según el tiempo con el que se cuente para realizar la visita, se han seleccionado 15, 30 y 50 piezas que recorren los nombres de los pintores más destacados, además de obras excepcionales de orfebrería y escultura de los fondos del Museo. • Tres recorridos por las salas, en donde no dejar de ver obras cumbre de los maestros europeos como La Anunciación de Fra Angélico, El Lavatorio de Tintoretto, El Descendimiento de Roger van der Weyden, El Jardín de las delicias del Bosco o Las tres gracias de Rubens; junto con obras claves de la escuela española como Las Meninas de Velázquez, El sueño de Jacob de Ribera o Los Fusilamientos de Goya. • En nuestro caso nos vamos a limitar en esta ocasión a aquellas obras que nos entren a examen en la Prueba de Acceso a la Universidad. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 31. Hacia 1426 La Anunciación FRA ANGELICO Tabla central de un retablo que muestra bajo el pórtico la Anunciación del Arcángel Gabriel a María y, a su izquierda, la expulsión de Adán y Eva del Paraíso. La condenación y salvación del hombre. En el banco o predela se narran escenas de la vida de la Virgen: Nacimiento de María y los Desposorios con San José, Visitación de María a su prima Santa Isabel, Nacimiento del Niño Jesús, la Presentación del Niño en el Templo y la Dormición de la Virgen con Cristo recogiendo su alma. Fra Angelico es muy minucioso en los detalles y calidades de los objetos y personajes representados, aúna en su estilo la tradición tardogótica italiana con el nuevo lenguaje renacentista. Ejemplo de ello es la profundidad espacial de la arquitectura. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 32. Hacia 1435 El descendimiento VAN DER WEYDEN Centra la composición en la Compassio Mariae, la pasión que experimenta la Virgen ante el sufrimiento y la muerte de su Hijo. Escoge el momento en que José de Arimatea, Nicodemo y un ayudante sostienen el cuerpo de Jesús y María cae desmayada en el suelo sostenida por San Juan y una de las santas mujeres. Weyden maneja con maestría las figuras representadas en un espacio limitado por el fondo dorado y en los extremos San Juan y la Magdalena cierran la composición. Sobresale además el juego de diagonales paralelas de los cuerpos de Cristo y de María, poniendo de manifiesto su doble pasión. Impactan los gestos y la contención con que se expresan los sentimientos. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 33. 1500 - 1505 El jardín de las delicias EL BOSCO En el tríptico abierto se incluyen tres escenas. La tabla izquierda está dedicada al Paraíso, con la creación de Eva y la Fuente de la Vida, mientras la derecha muestra el Infierno. La tabla central da nombre al conjunto, al representarse en un jardín las delicias o placeres de la vida. Entre Paraíso e Infierno, estas delicias no son sino alusiones al Pecado, que muestran a la humanidad entregada a los diversos placeres mundanos. Obra de carácter moralizante, es una de las creaciones más enigmáticas, complejas y bellas de El Bosco, realizada en la última etapa de su vida. Adquirida en la almoneda del prior don Fernando, hijo natural del gran duque de Alba, Felipe II la llevó a El Escorial en 1593. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 34. 1548 El emperador Carlos V a caballo en Mühlberg TIZIANO Retrato ecuestre del emperador Carlos V (1500-1558) conmemorativo de la victoria en Mühlberg de las tropas imperiales sobre las protestantes. La aparente sencillez de la composición esconde una compleja simbología que muestra al Monarca en su doble condición de caballero cristiano y heredero de la tradición imperial romana. Ejemplo de ello es la lanza que sostiene el Emperador con su mano derecha y que siendo el símbolo del poder de los césares, también hace referencia al arma de San Jorge. Los antecedentes formales de la composición se han citado en la estatua ecuestre romana del emperador Marco Aurelio (121-180), en diversos modelos de los grabados de Alberto Durero. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 35. Hacia 1580 El caballero de la mano en el pecho EL GRECO Retrato de personaje desconocido, vestido con traje negro de cuello y puños de encaje y luciendo colgante y espada, detalle que destaca su condición de caballero. Una de las obras maestras del Renacimiento español y una de las más divulgadas de El Greco. Se distingue por la expresividad de la mirada que el personaje mantiene fija en el espectador y el naturalismo en el gesto de la mano. Existen muy diversas interpretaciones entorno a la identidad del personaje y al significado del gesto, afirmando algunos que simboliza diferentes estados, como arrepentimiento o un juramento. Se ha llegado a identificar al caballero con Juan de Silva y Ribera, III marqués de Montemayor, alcalde del Alcázar de Toledo. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 36. 1609 - 1628 Adoración de los Magos RUBENS A la izquierda de la composición, bajo una columna clásica, el Niño ayudado por su madre, juega con los regalos que le ofrece uno de los Magos. Desde ese punto hacia la derecha se representa el resto de las figuras que componen el cortejo de los Reyes. En ella se aprecia un primer estilo de Rubens, influido por su viaje a Italia: figuras vigorosas, la utilización intensa de la luz y abigarradas composiciones. En 1621 la obra pasó a la Colección Real. Cuando en 1628/1629 Rubens visitó España amplió la pintura hasta sus dimensiones actuales. En una franja superior incluyó dos ángeles de influencia tizianesca, incorporando otra franja a la derecha, donde hizo constar su autoría, autorretratándose sobre un caballo. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 37. Hacia 1635 Las Tres Gracias RUBENS Las Gracias, descritas en la Teogonía de Hesiodo, eran tres: Aglaya, que significa resplandeciente, Eufrósine, que quiere decir gozosa y Talía, que significa floreciente. Nacidas de uno de los amores de Zeus, las tres Gracias eran vírgenes puras que vivían con los dioses, asistían a los banquetes y despertaban la alegría de vivir. Estaban al servicio de Afrodita, diosa del amor. Las figuras están inspiradas en la escultura clásica, visible en la intención de reproducir la frialdad del mármol en sus carnes. El ritmo circular y la elegante ondulación son características habituales en el artista, aspectos que se unen a las formas grandilocuentes y los colores cálidos que incorpora el pintor en las obras de sus últimos años. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 38. 1628 - 1629 El triunfo de Baco o Los Borrachos VELÁZQUEZ El dios del vino, sentado en un tonel, semidesnudo y tocado con hojas de vid, corona a un joven soldado rodeado de un grupo de bebedores. El tratamiento del tema se aleja de la tradición ennoblecedora del mito, en una reinterpretación naturalista no exenta de paradoja entre la gravedad casi ritual de las figuras de la izquierda y la ironía picaresca y el realismo del grupo de la derecha. Estilísticamente la obra conserva el gusto naturalista de su etapa sevillana, junto con la influencia colorista que Velázquez asimila de la obra de Rubens y la pintura veneciana del siglo XVI. En ella desarrolla un discurso pictórico sobre las bondades del vino y su capacidad para consolar a las gentes de las penalidades de la vida diaria. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 39. Hacia 1630 Vista del jardín de la Villa Medici en Roma VELÁZQUEZ Obra maestra de la historia del paisaje occidental en la que Velázquez plasmó su idea del paisaje sin una excusa narrativa que lo justifique. Probablemente pintada durante el primer viaje del pintor a Roma, hoy en día se tiende a pensar que fue realizada para inmortalizar un momento concreto y una circunstancia atmosférica determinada, la tarde. Esta obra representa un rincón del jardín de la Villa Medici. Dos hombres conversan delante de una serliana, cerrada por tablones de madera. Sobre la arquitectura un personaje tiende una sábana. Y, a la derecha de la composición, puede distinguirse en un nicho los perfiles de una de las esculturas que forman la magnífica colección artística de la villa. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 40. Hacia 1630 Vista del jardín de la Villa Medici en Roma VELÁZQUEZ Obra maestra de la historia del paisaje occidental en la que Velázquez plasmó su idea del paisaje sin una excusa narrativa que lo justifique. Probablemente pintada durante el primer viaje del pintor a Roma, hoy en día se tiende a pensar que fue realizada para inmortalizar un momento concreto y una circunstancia atmosférica determinada, el mediodía. Esta obra representa un rincón del jardín de la Villa Medici. En este lienzo, dos hombres conversan en primer plano mientras un tercero se asoma a través de una serliana presidida por una escultura de Ariadna dormida. Se trata de uno de los pocos ejemplos anteriores al siglo XIX de paisaje directo tomado del natural. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 41. Hacia 1632 El conde-duque de Olivares a caballo VELÁZQUEZ El valido de Felipe IV se muestra con media armadura, sombrero, banda y bengala de general, remarcando su condición de jefe de los ejércitos españoles. Al fondo de un amplio paisaje, la humareda alude a una batalla. Se trata de un retrato eminentemente propagandístico. Olivares está representado a caballo y en corveta, posición reservada tradicionalmente a los más poderosos, símbolo evidente de poder y de mando. La agitación del caballo contrasta con la figura, que vuelve su arrogante mirada hacia el espectador. Técnicamente esta composición de Velázquez destaca la utilización de colores cálidos aplicados en largas pinceladas, rápidas y compactas, formando grandes manchas de color. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 42. 1635 La Rendición de Breda o Las Lanzas VELÁZQUEZ Ambrosio Spínola, general genovés al mando de los tercios de Flandes, recibe del gobernador holandés, Justino de Nassau, las llaves de la ciudad de Breda, rendida tras un largo asedio. La obra, con clara finalidad de propaganda política, insiste en el concepto de clemencia de la monarquía hispánica. Velázquez no se recrea en la victoria y la batalla sólo está presente en el fondo humeante. El cuadro es una excelente muestra del dominio de todos los recursos pictóricos por parte del autor: habilidad para introducir la atmósfera, la luz y el paisaje en sus lienzos, maestría retratística y conocimiento profundo de la perspectiva aérea. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 43. 1640 Francisco Lezcano el Niño de Vallecas VELÁZQUEZ Un personaje, de evidente retraso mental aparece sentado al abrigo de una roca. Considerado como Francisco Lezcano, “el Niño de Vallecas”, la identificación está basada en la aparición de un bufón con tal nombre entre los documentos de palacio desde 1634 hasta su muerte en 1649. Con su característica sensibilidad nos presenta un personaje lleno de ternura, compañero y entretenimiento del príncipe Baltasar Carlos, al que sirvió. Pero más allá de los valores plásticos se trata de un retrato donde los elementos iconográficos, como las cartas, o la localización en un exterior, recordando los retratos de anacoretas, sugieren un nuevo juego metafórico, al que Velázquez era tan aficionado, y que aún hoy no ha sido plenamente identificado. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 44. Hacia 1656 La familia de Felipe IV o Las Meninas VELÁZQUEZ Retrato de la infanta Margarita, hija de Felipe IV, rodeada por sus damas de compañía, las “meninas. Felipe IV y Mariana de Austria se reflejan en el espejo del fondo, juego espacial de extraordinaria complejidad. Compleja composición construida a partir de una admirable habilidad para el uso de la perspectiva, de la plasmación de la luz y de la representación de la atmósfera. Las interpretaciones sobre el tema y la plasmación del mismo han sido múltiples. Las más numerosas subrayan la reivindicación de la nobleza de la pintura frente a las prácticas artesanales. Velázquez se autorretrata pintando el propio cuadro a la izquierda del lienzo, afirmando así la supremacía del arte de la pintura. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 45. Hacia 1657 La fábula de Aracne o Las Hilanderas VELÁZQUEZ Representación compleja y altamente intelectual del mito clásico de Aracne. El mito aparece representado en dos planos bajo la apariencia de un día cotidiano en la Fábrica de Tapices de Santa Isabel. Al fondo de la escena el rapto de Europa aparece hilado en el tapiz que cuelga de la pared y, ante él Atenea, vestida con armadura, castiga a Aracne. En primer plano se representaría el desarrollo del concurso. Atenea, hilando en la rueda y Aracne devanando una madeja. La complejidad iconográfica elevaría la creación pictórica a la altura de otras artes mejor consideradas en el siglo XVII, como la poesía o la música, y las referencias a grandes pintores, como Tiziano y Rubens elevarían a Velázquez a la altura de los grandes genios de la Historia del Arte. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 46. 1639 El Martirio de San Felipe RIBERA El Apóstol, santo patrono del rey Felipe IV, predica en Escytia y en Hierápolis, ciudad en la que, a los 87 años, es crucificado con cuerdas y enterrado. Ribera lo representa desnudo y atado al travesaño en el momento de ser subido por tres sayones, ante un grupo de infieles. Llama la atención, a la izquierda, la figura femenina con un niño en brazos, alegoría de la Caridad cristiana. Considerado durante algún tiempo como el tormento de San Bartolomé, es una de las representaciones de martirio más inquietantes de la pintura barroca. Obra característica de la segunda etapa pictórica de Ribera, en ella destacan los fondos luminosos, las tonalidades claras y el dominio de la diagonal en la composición. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 47. Hacia 1660 Bodegón ZURBARÁN Cuatro recipientes, uno metálico y tres de barro, de diferentes formas y terminación, alineados sobre una repisa frente a un fondo neutro y acompañados de dos bandejas metálicas, sobre las que reposan los cacharros de los extremos. Composición extraordinariamente sencilla, otorga a la luz el protagonismo absoluto ya que es ella quien individualiza cada objeto. Zurbarán pintó muy pocos bodegones y se recrea en este caso en la pura técnica pictórica, en las texturas y el goce estético, sin otorgar a la obra un segundo significado temporal, a diferencia de otras representaciones que suelen incluir flores muertas, relojes, calaveras o alimentos como alusión al paso del tiempo. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 48. Hacia 1678 La Inmaculada de los Venerables o de Soult MURILLO Retrato de la infanta Margarita, hija de Felipe IV, rodeada por sus damas de compañía, las “meninas. Felipe IV y Mariana de Austria se reflejan en el espejo del fondo, juego espacial de extraordinaria complejidad. Compleja composición construida a partir de una admirable habilidad para el uso de la perspectiva, de la plasmación de la luz y de la representación de la atmósfera. Las interpretaciones sobre el tema y la plasmación del mismo han sido múltiples. Las más numerosas subrayan la reivindicación de la nobleza de la pintura frente a las prácticas artesanales. Velázquez se autorretrata pintando el propio cuadro a la izquierda del lienzo, afirmando así la supremacía del arte de la pintura. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 49. 1777 El Quitasol GOYA Cartón para tapiz con una joven sentada acompañada de un perro y de un majo que la protege del sol con una sombrilla. La perspectiva de abajo arriba y el formato indican que la pieza estaba destinada a una sobreventana. La composición, piramidal, y con las figuras en primer plano, refleja la influencia en Goya de la pintura clásica italiana, así como la maestría del artista al pintar las luces y sombras. El tapiz resultante estaba destinado a colgar en el comedor de los príncipes de Asturias (el futuro Carlos IV y su esposa María Luisa de Parma) en el Palacio de El Pardo. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 50. 1800 La Familia de Carlos IV GOYA Retrato de la familia del rey Carlos IV realizado en 1800, poco después de ser nombrado Goya primer pintor de cámara. Los precedentes de esta compleja composición son el Retrato de Felipe V con su familia de Van Loo y Las Meninas de Velázquez, ambas obras en el Museo del Prado. Destaca el cuidado en el diseño de los trajes, a la última moda, de las joyas, y de las condecoraciones. La armoniosa, clara y a un tiempo compleja composición, revela la maestría del artista. La sutil definición de los caracteres atestigua la capacidad del pintor para analizar al ser humano. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 51. 1814 El 3 de mayo de 1808 o Los Fusilamientos GOYA Representación de los fusilamientos de patriotas de Madrid por el ejército de Napoleón, represalia al levantamiento del 2 de mayo de 1808 contra la ocupación francesa. Los soldados franceses, de espaldas a la derecha de la composición, apuntan a los madrileños que han de morir. El dramatismo y la tensión de la escena quedan subrayados por el uso de la luz, que ilumina fuertemente a los héroes permitiendo diferenciar sus caracteres y actitudes en un detallado estudio psicológico de los personajes. Esta obra fue realizada junto a su pareja, El 2 de mayo de 1808 o La lucha con los mamelucos. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)
  • 52. 1821 - 1823 Saturno devorando a un hijo GOYA Las pinturas murales que decoraron la casa de Goya conocida como la “Quinta del Sordo”, se han popularizado con el título de Pinturas Negras por el uso que en ellas se hace de los pigmentos oscuros y negros y también por lo sombrío de los temas. El carácter privado e íntimo de esta casa, hizo que el artista se expresara en estas obras con gran libertad. Saturno, en el momento de devorar a uno de sus hijos, es una de las imágenes más expresivas de las Pinturas Negras. El dios de la mitología podría ser la personificación de un sentimiento tan humano como el miedo a perder el poder o, simplemente, el pánico ante los estragos del paso del tiempo. © Jesús A. Manzaneque Casero I.E.S. “Isabel Martínez Buendía” de Pedro Muñoz (Ciudad Real)