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De repente recordó las cosas que sucedieron cuando la cono-
ció por vez primera.
Fue una noche de verano. Sucedió después que Guren termi-
nara sus entrenamientos diarios. Él fue al cauce de río cerca de su
casa para calmar un poco su cuerpo herido.
— ¿…eres Guren?
— ¿Quién?
Él se volvió, y vio a una hermosa chica con cabello cenizo allí
de pie.
Probablemente tenían la misma edad. Era una niña de unos
5 o 6 años de edad.
Sin embargo, él nunca había visto su rostro. Los terrenos veci-
nos pertenecían a la Casa Ichinose, no debería haber nadie en las
cercanías, que él no reconociera.
La chica miró la parte superior desnuda del cuerpo de Guren
y entrecerró sus ojos.
— Esas son unas heridas bastante serias. ¿Te estaban inti-
midando?
— No –respondió él–, no me estaban intimidando.
— ¿Entonces por qué tienes esas heridas tan serias?
— Es por el entrenamiento.
— ¿Entrenamiento?
— Si.
— ¿Qué tipo de entrenamiento?
Él dirigió su mirada hacia la espada de madera que estaba
clavada en las rocas del cauce del río. Cuando ella miró dicho
objeto, dijo:
— Eh. Entonces debes ser fuerte, Guren.
Volvió a decir Guren. Eso quiere decir que ella sabe quién soy.
— Oye, ¿de dónde eres? –preguntó él.
— Me pregunto dónde… si te digo que soy el hada de este
bosque, ¿qué vas a hacer? –dijo sonriendo traviesamente.
— Este no es un bosque, es una montaña.
— Bueno, el hada de la montaña.
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— ¿Entonces que negocios tiene conmigo, hada ojou-san?
— Si te están intimidando, puedo ayudarte~
— Ya dije que no es eso.
Él se levantó del rio y secó su cuerpo con una toalla. La joven-
cita se le acercó y estuvo a punto de tocarle las heridas cuando…
— Oye…
Él habló y retrocedió, haciendo que ella volviera a reía.
— Guren, eres muy tímido.
— No quiero que una desconocida me toque, ni siquiera se
tu nombre.
— Entonces si te digo mi nombre, ¿podré tocarte?
— No.
— Jajaja –dijo eso mientras reía. La luz de la luna ese día
era especialmente luminosa y etérea, iluminando su hermosura.
Cómo él estaba siendo cautivado por su sonrisa, ella le dijo su
nombre–. Me llamo Mahiru.
— ¿Mahiru?
— Si.
— ¿Es como la Mahiru que significa almorzar?
— Sí, sí. La Mahiru que significa almorzar. Un bonito nom-
bre, ¿cierto?
Aunque él no sabía si eso podría considerarse un buen nom-
bre, él sintió que era bastante acorde para una niña como ella, que
sonreía tan brillantemente.
— Bueno, ¿de dónde eres, Mahiru?
A lo mejor, ella era la hija de un seguidor del «Mikado no
Tsuki».
Pues, entre los más obedientes de la Casa Ichinose, solo aque-
llos que eran completamente leales y destacados podían entrar a
esta área.
— Si vienes a un lugar como este, a estas horas, tus padres
te regañaran –dijo. Ciertamente, ya eran más de la 1 de la maña-
na. La gente del «Mikado no Tsuki» no tendrían permitido acer-
carse a Guren a tales horas.
A pesar de eso, Mahiru sonrió.
— No tengo padres.
Eso era imposible. Una niña sin padres no podría ser capaz
de entrar a esa área. Sin embargo, ¿quién era ella exactamente?
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Guren la miró con cautela, y ella volvió a reía.
— Por eso es que te dije, que yo soy el hada de este bosque.
— Déjate de bromas. ¿Quién eres exactamente?
— Si quieres que te lo diga. Mañana, a esta hora, vuelve a
bañarte aquí. De esa forma, serás capaz de volverme a ver –dijo
eso antes de desaparecer en la profundidad del bosque. Así, él
la perdió de vista con facilidad.
La primera vez que ellos se vieron, ella era un hada.
Desde entonces, y durante unos meses, ella aparecía cada día.
Mahiru eligió aparecer en frente de él, estuviesen o no, los
adultos presente, y conversaba con él.
— Oye, Guren.
— ¿Hmm?
— ¿Cuál es tu color favorito?
— Incluso si me lo preguntas…
— Oye, Guren.
— ¿Qué?
— ¿Has detestado los entrenamientos?
— No realmente. Después de todo, todos depositan sus ex-
pectativas en mí.
— Oye, Guren.
— ¿Hmm?
— ¿Tuviste una relación amorosa anteriormente? ¿Tienes
una novia o algo por el estilo?
— Acerca de eso…
— Oye, Guren…
—……….
— Oye, oye, Guren.
— ¿Ahora qué, Mahiru?
— ¿Qué tipo de chico quieres ser cuando crezcas?
— ¿En el futuro?
— Si.
8
— Bueno, definitivamente quiero ser fuerte.
— ¿Qué pasará si lo logras?
— ¿Eh? ¿Hmm, qué sucederá? Bueno, si me hago fuerte, pue-
do hacer lo que sea.
— ¡¿Lo que sea?! Si es así, entonces si te pido que me traigas
algún pastel, ¿podrías hacerlo?
— Ehh, probablemente, no podría.
— ¿No puedes hacer nada, cierto?
Mahiru rió mientras decía eso.
Al ver su sonrisa, él también rió.
Él la veía cada día, durante varios meses. Sentía como si su
encuentro con ella era el centro de su día.
Independientemente de si podía ver a Mahiru, la severidad
de sus entrenamientos diarios no cambiaba. Casi no tenía tiempo
para descansar mientras estudiaba el manejo de la espada y he-
chicería. Los entrenamientos para volverse la próxima Cabeza de
la Casa Ichinose también procedían como siempre.
Todas las esperanzas estaban sobre él.
Él era visto como el talentoso en la espada y hechicería.
La Casa Ichinose nunca antes había tenido un chico tan ta-
lentoso.
Su padre también se veía bastante feliz con esto.
Por eso, él era adiestrado para ser el más fuerte.
Él mismo también quería animar esas expectativas, creyendo
que todo podría resolverse una vez que se fortaleciera.
Todo podría resolverse una vez que se hiciera fuerte.
— Oye, ¿qué quieres llegar a ser en el futuro, Mahiru?
— ¿Yo?
— Si. Pues siempre estás haciéndome preguntas.
— Yo… bueno… primero, quiero ser una novia hermosa.
Guren pensó que ya ella era lo suficientemente hermosa, pero
él no lo dijo.
— Y quiero comer pastel todos los días.
— ¿Todos los días?
9
— Si.
— ¿Te gustan mucho, cierto?
— ¿A ti no?
— ¿Hmm? Eh, nunca antes he comido uno.
— ¿Ehhhh, nunca has probado un pastel?
— Asi es.
— Entonces comamos uno la próxima vez. Recuerda pre-
pararlo, Guren.
— ¿Eh, se supone que debe ser así?
— ¿Acaso quieres que una chica lo prepare?
—…sobre eso, no tengo dinero, por lo que no podré com-
prarlo.
Al oír eso, Mahiru lo miró y sonrió amablemente.
— Bueno, hagamos un pastel de arena.
— Lo siento –se disculpó Guren.
— ¿Por qué te disculpas?
— Por no poder comprar un pastel.
— Tranquilo, está bien. Incluso si no tengo el pastel, el po-
der jugar cada día contigo, me hace feliz.
—…………
— Más que eso, definitivamente te volverás fuerte, y un día
me conseguirás un pastel, ¿cierto, Guren?
Aunque él no creía que pudiese elaborar un pastel solo siendo
fuerte, él respondió:
— Si.
Si se fortalecía, probablemente tendría dinero para comprar
pasteles. Probablemente.
Después de eso, Mahiru rió alegremente.
— Bueno, esperaré hasta que te hagas fuerte.
— Me tomará mucho tiempo. Actualmente, no tengo dinero
de bolsillo.
— Está bien. Pero debes dejarme convertirme en una novia
muy linda.
— ¿Eh?
10
— La linda novia de Guren. En el futuro, quiero llegar a
ser así.
Mientras decía eso, ella era ciertamente hermosa, era como
si brillara.
Al día siguiente, Guren habló con su padre.
— Eh, padre, ¿puedo tener tu atención un momento?
— ¿Qué sucede? Pareces muy formal.
— ¿Puedo tener algo de dinero de bolsillo?
— ¿Dinero de bolsillo? ¿Por qué? ¿Quieres comprar algo?
— Si.
— ¿Qué es?
— Bueno… un pastel.
— ¿Pastel? No te puedo permitir eso. Tu dieta necesita estar
controlada. Eso te retrasará en tu proceso de fortalecerte.
— Ah, pero, no soy el que se lo comerá.
Al oír esas palabras, una sonrisa gentil apareció en el rostro
de su padre.
— Ah, ¿no lo comerás?
— Asi es.
— Entonces, así si lo permito. ¿Cuánto necesitas?
— Ni idea. Nunca antes he tenido un pastel.
— ¿En serio?
— Si.
— Bueno, te daré 1.000 yenes. Puedes comprar dos.
—……….
— ¿Es necesario que compre dos, no? El otro es para cierta
persona a las que ves cada noche.
—…..
— Por cierto, ¿de qué casa es? ¿Yukimi? ¿O es Hanayori?
Aunque lo encuentro un poco apresurado, pero, ser popular es
algo bueno. En fin, es necesario que un día te cases.
El padre llamó a un subordinado y le dio a Guren 1.000 yenes.
11
Durante todo ese momento, Guren, quien no sabía por qué
estaba avergonzado, quedó completamente en silencio.
Aun podía recordar a su padre bastante complacido.
Su padre siempre era así. Observándolo alegremente mien-
tras crecía.
A Guren le gustaba eso de su padre. Poderoso, gentil, y res-
petado por sus seguidores. Él levantaba la mirada a tal existencia.
Después de eso, él fue a comprar el pastel. Con mil yenes, él
podía comprar un pastel incluso si todavía no se había fortaleci-
do. Como había una gran variedad de pasteles, él no sabía cuál
comprar. Por eso, él le preguntó al asistente de ventas: ¿Cuál pue-
de ser el pastel, que al dárselo a una chica, la haga feliz?, y compró
el pastel de fresas y uno de chocolate.
Fue en eso cuando le preguntaron qué cuánto tiempo lo iba
a preservar, con eso recordó que, al igual que otros días, él solo
podría verla temprano en la mañana.
Por eso, él guardó el pastel en el refrigerador.
Esta noche, junto al lecho del río, él disfrutaría un pastel con
la hermosa hada del bosque.
Sin embargo, cuando llegó la noche, un grupo desconocido
invadió la Casa Ichinose. Aparentemente, era gente del «Mika-
do no Oni», una organización religiosa más grande que la que la
Casa Ichinose regía. Luego de eso, se dijo que una persona, bajo la
cual el «Mikado no Oni» operaba, estaba desaparecida.
El nombre de la desaparecida era Mahiru Hiiragi.
Por primera vez en todo el tiempo, Guren presenció los ros-
tros de completo pánico de la Casa Ichinose y de los maestros
más fuertes del «Mikado no Tsuki», esos que lo entrenaron a él.
Su padre parecía estar bastante asustado. Muchas veces bajó
su cabeza.
Cuando preguntó lo sucedido, se le dijo, por primera vez, la
relación entre la Casa Hiiragi y la Casa Ichinose, y la relación en-
tre el «Mikado no Oni» y el «Mikado no Tsuki».
La diferencia opresiva en relación a la fuerza. Era una existen-
cia que la Casa Ichinose no podía desobedecer. Que palabras tan
veraces aunque desesperanzada.
Y Mahiru…
Ella era un miembro de la Casa Hiiragi.
Esa noche, Guren tomó el pastel y lo llevó al lecho del río.
El hada del bosque apareció.
12
Estaba tan alegre como antes. Viendo lo que él sostenía en las
manos, sonrió amablemente.
—…trajiste el pastel.
Él asintió y ella volvió a reír.
— ¿Es porque creíste que eso me alegraría?
—……
— Guren.
— ¿Hmm?
— Lo amo mucho.
— ¿Amas el pastel?
— Te amo, Guren.
—……..
Fuese lo que fuese que le pasara, los latidos de su corazón se
incrementarían y se le dificultaría hablar.
Mahiru se inclinó hacia él y dijo:
— ¿Qué tipo de pastel?
— Chocolate y frutillas.
— ¡Ambos me fascinan! ¡Oye, Guren, vamos a dividirlos!
— No es necesario, si te gustan tantos, puedes quedártelos.
Sin embargo, ella sacudió su cabeza.
— Quiero partirlos a la mitad. Oye, oye, ¿dónde está el cu-
chillito?
— Ah…
— ¡Bueno, vamos a comerlos con las manos!
Mientras decía eso, ella tomó el pastel de frutillas y comenzó
a comerlo.
— ¡Que rico!
Ella parecía bastante feliz al decirlo. Guren comenzó a ale-
grarse con solo ver su rostro. Luego de eso, ella dio un pequeño
mordisco a la fresa. Sus labios tocaron la fruta y quedó con una
pequeña marca de su mordida. Luego de eso…
— Oye, Guren.
— ¿Qué?
13
— Toma, una fresa.
Ella sujetó la fresa medio mordida cerca de la boca de Guren.
14
15
— Vamos, abre la boca.
—……..
En eso, Guren habló:
— Oye, Mahiru.
— ¿Eh?
— Hoy escuché que no eres el hada del bosque.
— Pero, ciertamente soy el hada del bosque.
— Escuche las cosas relacionadas con la Casa Hiiragi y la
Casa Ichinose.
—………
Las manos de Mahiru dejaron de moverse. El jugo rojo co-
menzó a caerse de la fresa medio mordida.
— ¿Entonces…?
— Bueno…
— ¿Ahora no me quieres?
Guren sacudió su cabeza. No había razón para no quererla.
Pero de lo que su padre había dijo, existía un conflicto sanguí-
neo entre la Casa Ichinose y la Casa Hiiragi que estaba persistien-
do durante unos cientos de años.
Ambos eran completamente incompatibles.
Eso era también porque el oponente era más fuerte que ellos.
Eran tan fuertes, que la Casa Ichinose no podría quejarse sin im-
portar cuanta humillación recibiera.
Él recordó el rostro pálido de su padre. Ese, que una vez asu-
mió ser muy fuerte, se había vuelto lamentable y maltratado.
Pero eso también significaba que él y Mahiru…
— Guren –dijo ella–, ¿te volverá fuerte y me tendrás, cierto?
Anteriormente, él solía sentir que esto era posible.
Solía sentir que podía tener todo, siempre y cuando fuera
fuerte.
Solía sentir que podría tenerlo todo, una vez que se fortale-
ciera.
Solía sentir que cualquier sueño podría cumplirse si trabajaba
duro.
Él tenía talento. Las personas tenían sus esperanzas en él.
Solía creer que definitivamente podría lograrlo todo.
16
Sin embargo, su mundo se transformó dramáticamente en
tan solo un día.
— Oye, Guren.
—…….
— Oye, Guren.
Escuchando eso, dijo:
— Oye, Mahiru.
— Hasta que finalmente respondes.
— Tú… no, siendo de la Casa Hiiragi, ¿por qué estás aquí?
— ¿Debe existir alguna razón para nuestro encuentro?
— En cuanto a mí, no le encuentro necesidad. Pero debes
estar pensando en algo. Te acercaste a mí, aun conociéndome.
Sabias mi nombre desde un principio. Sabias todo sobre la Casa
Ichinose y la Casa Hiiragi. Sabías que ellos eran las familias se-
cundaria y principal respectivamente.
— Si.
— Entonces, ¿por qué te me acercaste?
— Yo…
Ella estuvo a punto de responder cuando sintieron que al-
guien se acercaba. Un grupo de hombres vistiendo un uniforme
distinto estaba caminando hacia ellos. No era gente del «Mikado
no Tsuki».
— Oye, mocoso –dijo uno de los hombres.
El hombre llamó a Guren mocoso en terreno Ichinose. Eso no
debería permitirse.
Su padre estaba detrás del hombre. Su padre no objetó.
El hombre estuvo a punto de agarrar a Guren por el cuello.
Sus movimientos fueron muy lentos. Si el agarraba su brazo, se
lo fracturaría. Mientras pensaba sus movimientos, sus pupilas se
dilataron de inmediato.
Sin embargo, su padre, Sakae Ichinose, dijo:
— Guren.
La precaución fue evidente en su voz.
Estaba ordenándole detenerse. Por eso, dejó de moverse.
17
El cuello de su camisa fue agarrado por el hombre. Un cuerpo
joven era ligero. Él estaba siendo levantado fácilmente y su cuello
resultó herido. Sin embargo, en lugar de dolor, él sintió ira ante
esa injusticia repentina.
— Oye, mocoso. Había noticias que tenían reuniones secretas
con una persona. ¿Quién es?
Guren no sabía si debía responder esa pregunta.
Él no sintió la presencia de Mahiru. Quizá ya ella había es-
capado. En cuanto Mahiru, sería bastante terrible para ella si sus
reuniones allí eran expuesta. Si él quería protegerla, entonces no
podía decir su nombre.
Pero en ese momento, su padre dijo:
— Guren, habla con la verdad.
Él miró a su padre, quien parecía extremadamente cansado,
no sabía que elección tomar.
El hombre levantó su puño. Su movimiento fue bastante len-
to. Incluso ahora, él podía fracturarle ese brazo que lo sujetaba,
sacarle los ojos y matarlo.
Y su padre era incluso más fuerte.
A pesar de eso, su padre no se movió.
Quizá era porque incluso su ellos asesinaban a esos hombres,
ellos serían inútiles cuando las fuerzas principales de la Casa Hii-
ragi llegaran. No importa cuán fuerte sea un cuerpo. No importa
cuán habilidosos sean con la espada. Nada de ello importaría.
— ¡Maldito mocoso, respóndeme! –le gritó.
— ¿Con quién te reunías aquí?
Él no sabía cómo responder a esa pregunta. Ni sabía cuál era
la respuesta correcta. Sin importar qué, no tenía idea.
Por eso, él eligió lo que quiso.
— No.
— ¿En serio?
— Es cierto.
— No puedo garantizar tu vida tan insignificante si mientes.
— No miento –en realidad, Guren si estaba mintiendo.
Otro hombre tiró de la espalda del hombre y dijo:
18
— No debería existir razón alguna para que Mahiru-sama vi-
niese aquí, ¿cierto?
— Pero de acuerdo a la información que tenemos…
— Eso podría ser información falsa entregada por ella mis-
ma…
— Que fastidio… ella sigue siendo una niña, ¿en qué está
pensando realmente, Mahiru-sama?
En eso, el hombre soltó a Guren.
Justo cuando él creyó que todo había acabado, el hombre es-
tuvo a punto de patear a Guren. Él podía evitarlo también.
Pero recibió el golpe a propósito. Le pegó en medio del estó-
mago. No podía respirar.
— Ugh…
Dejó escapar un gemido y aterrizó en el suelo.
— Basura de la familia secundaria, que vista tan molesta.
Él escupió a Guren, quien estaba tosiendo. La saliva cayó en
su cabeza.
Su padre no se movía. La tristeza se marcaba en su rostro.
En otras palabras, esta era la relación entre la Casa Hiiragi y
la Casa Ichinose.
Los chicos de la Casa Hiiragi se fueron.
Solo quedó su padre.
Era tarde en la noche.
Todo lo que se podía oír en los alrededores era el sonido del
agua fluyendo y el sonido de los latidos de su corazón. Él podía
sentir el dolor de ser pateado en el abdomen.
Mahiru realmente se había ido.
Su padre dijo:
— Lo siento, Guren.
— ¿Por qué te disculpas?
— Te dejé ver la parte más indignante de mí.
— No fuiste indignante.
—…..
19
Guren se levantó. Miró a su espalda, realmente Mahiru no
estaba allí. Había desaparecido completamente.
Su padre dijo:
— ¿Duele donde te patearon?
— No.
— ¿Mentiste?
—……….
— Estuviste reuniéndote aquí con una chica.
—……….
— ¿Se llama Mahiru Hiiragi?
— No.
— ¿Entonces con quién te comiste el pastel?
— Me lo comí yo solo.
— Si mientes, te mataran. Ellos no serán piadosos con noso-
tros.
—………..
— Oye, Guren. Escucha apropiadamente. No quiero perder a
mi hijo por algo como eso.
Dijo su padre, mirándolo con sinceridad.
Guren también miró esos ojos amables.
— No mentí –dijo tal mentira. A su propio padre.
Incluso hasta ahora, él no sabía si eso había sido la elección
correcta.
Su padre lo miró, sus pupilas estaban inmóviles. Aun había
cansancio en su rostro. Sin embargo, por alguna razón, él parecía
un poco orgulloso.
— Bueno, está bien. Elige lo que sientas que sea lo correcto
–dijo de repente. Guren levantó su cabeza y miró el rostro de su
padre.
— ¿Lo que crea correcto?
— Si.
— Pero, padre.
— ¿Qué?
— Realmente no entiendo lo que significa lo correcto.
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Al oír eso, su padre respondió.
— Tienes razón en ello. Yo tampoco lo entiendo mucho. Des-
pués de esto, habrá muchas cosas más que no entenderemos
El padre colocó su palma en la cabeza de Guren, y se la aca-
rició con amabilidad. A él le encantaba la calidez de esas manos.
Siempre había querido a su padre.
— Por eso, si no entiendes lo que es hacer lo correcto. Enton-
ces comienza haciendo las cosas que creas correctas.
—………
— Después de eso, ya que eres más fuerte que yo, tu respuesta
se acercará más a la correcta en comparación a la mía.
Guren pudo sentir cómo esa frase atravesaba lo más profun-
do de su corazón.
Hacer algo que creyese correcto.
Su padre también se fue.
Guren quedó completamente solo en el lecho del río.
Aunque esperó por dos horas, Mahiru no volvió esa noche,
Unos cuantos días después, Mahiru apareció durante el des-
canso de la tarde.
Era un área bastante amplia. Los rayos luminosos de un día
soleado bañaban el campo, produciendo una tonalidad verdosa.
Era un lugar hermoso.
Mahiru continuó riendo de esa forma tan inocente y hermo-
sa.
— Oye, Guren. ¿Te asustaste, no?
— ¿…está bien que vengas a este lugar? Si te ven…
— No importa. Ya he verificado que no haya nadie. Ade-
más, incluso si me descubren, tú te volverás fuerte y me prote-
gerás, ¿cierto? –dijo.
Él agarró su espada de madera con fuerza. Su yo actual no
tenía el poder para protegerla. Él ni siquiera sabía cuán poderoso
debía volverse para prologarla.
Sin embargo, ella sonrió. Lo miró de forma preciosa y rió.
Guren le dijo:
— Aunque ya te lo pregunté antes…
— Si.
— ¿Por qué quieres venir aquí? ¿Por qué estás aquí ahora?
Ella sonrió amablemente y respondió:
— Odio estás en casa.
21
— ¿En la Casa Hiiragi?
— Si.
— ¿Por qué la odias?
— Porque mi mamá fue asesinada.
—……….
— Mi madre fue forzada a entrar en un punto muerto por
la Casa Hiiragi antes de morir. Papá no ha querido mirarme
ni una sola vez. Por eso, quiero hacer algo que la Casa Hiiragi
odie más.
— ¿…acercarte a mí?
—……..
— Acercarte a escorias como nosotros, la casa secundaria, la
Casa Ichinose. Para la Casa Hiiragi, esto es lo más irritante que
los haría perder la cabeza. Por eso es que te me acercaste, ¿no?
Mahiru dio un paso más cerca.
— Hmm, sí. Ya que hablar con el hijo de la asquerosa Casa
Ichinose debe ser lo que más odia mi padre. Sin embargo…
Mientras decía eso, Mahiru extendió su brazo y acunó el ros-
tro de Guren. Su mirada estaba llena de amor mientras lo miraba.
— Sin embargo, las cosas no progresaron tan rápidamente.
Pues el hijo de la Casa Ichinose es demasiado hermoso, acci-
dentalmente me enamoré.
Guren tomó su mano, pero no podía hablar.
Digamos si su amor por él era genuino.
Digamos si él la amaba también.
Él aun no tenía el poder para tenerla.
— Guren.
—……
— Oye, Guren. Te amo.
—…….
— ¿Qué hay de ti, Guren?
—….yo.
La conversación terminó allí, él no podía responderle ese día.
22
Pero Mahiru tampoco dijo mucho. Ella alegremente se sentó
al lado de Guren.
Desde entonces, los días así continuaron por algún tiempo.
Ella ya no aparecía de noche en el lecho del río. En lugar de
eso, ella optó por aparecer durante el descanso vespertino.
Ellos tuvieron muchas conversaciones ingenuas y aburridas.
Ya no hablaban del futuro o de cómo las cosas avanzarían
desde entonces.
Sin embargo, él entrenó más fuerte que antes.
Necesitaba ser más fuerte. Mucho, mucho más fuerte.
Pero antes de volverse lo suficientemente fuerte como para
obtener lo deseado, el día en que todo terminara llegó.
Fue en el mismo lugar. En el mismo espacio lleno de pasto.
— Oye, Guren –dijo Mahiru.
—…….
— Oye, Ichinose Guren.
— ¿Hmm?
— Sobre eso… nosotros…
—….
— Luego que nos volvamos adultos… eh, ¿n-nos podemos
casar?
Ella, quien siempre habló del futuro, dijo algo así. Ella debió
saber en ese entonces que las cosas como estas llegarían pronto
a su fin.
— Tal como estamos ahora, ¿podremos estar juntos por
siempre? –dijo. Pero ese sueño fue despedazado de inmediato.
Ambos fueron separados, y una década transcurrió desde la
última vez que se vieron.
Encima de eso, ellos estaban en lados opuestos cuando se vol-
vieron a encontrar.
Ella estaba siendo poseída. Si no la asesinaban, su familia y
subordinados serian ejecutados.
La fecha límite era el treinta de septiembre. Antes del 30 de
septiembre, si Mahiru no era asesinada, él perdería cosas impor-
tantes.
Y hoy era…
23
2 de octubre.
Guren Ichinose estaba siendo llevado al centro penitenciario.
El mismo en el que su padre estaba siendo retenido. Al ver a
su hijo entrar en prisión, hizo que su padre se mostrara apático.
— ¿…por qué estás viniendo este lugar?
Guren miró el rostro de su padre – Sakae Ichinose. Él no se
parecía mucho a su padre.
Ojos amables, piel blanco-leche. Una personalidad estoica.
Ese padre había sido gentil con Guren mientras él lo bañaba
con elogios.
Por eso, comparado conmigo, definitivamente te convertirás
en una mejor Cabeza de la Casa Ichinose.
Él extrañaba a ese padre que no era competitivo y era tran-
quilo y alegre sin importar lo que sucediera.
Sin embargo, el actual padre estaba carente de energías. Su ca-
bello estaba desaliñado y se veía feo. Su blanca cabellera era muy
notable. Círculos negros adornaban sus ojos, haciéndolo parecer
más anciano de lo usual.
Aunque a estas alturas Guren no recordaba la edad exacta de
su padre, él estaba seguro que no estaba tan viejo como la última
vez que se vieron en Nagoya.
— ¿…te interrogaron? –preguntó Guren.
— No, es falta de sueño. Es todo –dijo su padre, sonriendo
amablemente.
—………
— Más que eso, Guren, con respecto a ti. ¿Qué haces acá?
—………..
— ¿Es por mí? ¿Porque te atraje?
— No, padre, no es tu error.
— Pero, Guren.
— Está bien. No me interrogaron. Tranquilo.
— ¿En serio?
24
— Si.
— Entonces, ¿qué haces aquí?
Al oírlo, él frunció el ceño.
¿Por qué vino?
Estaba allí para mirar a su padre. Para reunirse con él. Eso fue
permitido por Kureto.
—……….
Antes de la ejecución, ellos podrían verse una vez. Hiiragi-sa-
ma amablemente le garantizó tener la oportunidad de venir y re-
unirse con su padre, aunque era duro de hacer.
Sus manos temblaban. Parecía como si, aunque estuviese un
poco relajado, él pudiese ser tragado por las llamas de la ira. Por-
que el Demonio en su cuerpo ya estaba preparado para aprove-
charse. Por eso, él trató mucho de no dejar que sus emociones
aumentaran. Sin embargo, a pesar de eso…
—…padre, lo siento –su voz seguía temblando.
— ¿Qué? –respondió su padre con calma, como siempre.
— No puedo… salvarte.
— ¿Entonces me ejecutarán?
— Si.
— Ya veo.
— Todo es mi culpa.
Su padre sonrió y dijo:
— No, no lo es.
— Pero…
Su padre lo interrumpió y colocó su mano sobre la cabeza de
Guren. Tal como cuando era un niño, le acarició la cabeza. Como
ya era más alto que su padre, él no levantó la mirada como hacía
de niño.
En lugar de eso, inclinó su cabeza.
— Lo siento, padre.
Volviendo a sonreír, su padre dijo:
— No llores, idiota.
25
— Pero…
— Lo has hecho muy bien. Soy afortunado de tener un hijo
como tú, y eso me alegra.
—……..
Las lágrimas fluyeron sin cesar; no podían detenerse sin im-
portar qué. Él quedó en silencio mientras pensaba en su debilidad
lamentable.
— Bueno –dijo su padre–, si muero, ¿los demás subordinados
serán rescatados?
Guren asintió.
— Si, ya lo negocié.
Encima de eso, Mahiru le dio un «Kiju» desconocido con
Asuramaru residiendo en él. Esto debería servir como la mayor
cosecha de la guerra. Asuramaru tenía la posibilidad de ser capaz
de incrementar substancialmente la capacidad natural de las ar-
mas «Kiju» con una ligera investigación.
Kureto lo recompensó por eso. Al principio fue para que la
fecha de ejecución de su padre y subordinados fuera suspendida.
Sin embargo, no fue así.
Durante la reunión de los altos mandos del «Mikado no Oni»,
la ejecución de Sakae Ichinose fue decidida.
Los miembros de la reunión de los altos mandos incluían a la
Cabeza de la Casa Hiiragi –Tenri Hiiragi–, y sus nueve unidades.
Esas nueve unidades consistían en las nueve Cabezas restan-
tes, excluyendo a la Casa Ichinose.
La Casa Nii.
La Casa Sanguu.
La Casa Shijin.
La Casa Goshi.
La Casa Rikudou.
La Casa Shichikai.
La Casa Hakke.
La Casa Kuki.
La Casa Jūjō.
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26
Los padres de Goshi y Mito también deberían estar entre
ellos.
La decisión de la ejecución de Sakae Ichinose fue unánime.
La razón fue atroz.
Todos acordaron que por traer de vuelta a la vampira y a Asu-
ramaru, la cosecha de Guren Ichinose, quien juró lealtad a Kureto
Hiiragi, podría incrementar el número de seguidores del «Mika-
do no Tsuki».
Por eso, para el balance, la ejecución de la Cabeza de la Casa
Ichinose –Sakae Ichinose–, fue decidida para reforzar su posi-
ción. Esa era la conclusión obtenida.
Los minutos de esa reunión fueron escuchados por Goshi y
Mito, por lo que fue bastante precisa.
En otras palabras, matar a Sakae era un acto para protegerse
contra Guren, quien mostró sus habilidades con mucha arrogan-
cia.
Por eso, Guren Ichinose, quien ni siquiera pudo evitar la
muerte de su padre, aumentaría su reputación como un esclavo
leal a la Casa Hiiragi.
— Oye, padre –preguntó Guren.
— ¿Qué? –respondió su padre mientras le acariciaba su ca-
beza.
— ¿Para qué estamos viviendo?
—……
— Si esto continua, solo quedaremos como esclavos. Sin im-
portar cuanto nos esforcemos, las cosas no se moverán en la di-
rección que queremos.
— Todos quieren invertir esta situación –respondió su pa-
dre–. Pero esto se debe a la diferencia en el nivel de habilidades,
por esto las cosas terminaron de esta forma.
— Pero gracias al egoísmo de esos bastardos, vas a morir, pa-
dre.
— Sí, es cierto. Si me entristezco por eso, entonces, quizá, no
exista razón para vivir. Sin embargo, ¿doy la impresión de estar
triste?
Guren levantó la mirada, y vio que su padre sonreía como
siempre.
Mirando a su padre de esa forma, él frunció el ceño y dijo:
— Siempre sonríes. No lo entiendo.
— Porque estoy feliz. Siempre he sentido la felicidad.
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— Mentiroso.
— Cielos.
— ¿Dónde está esa felicidad? Tener todas esas cosas terribles
siendo lanzadas sobre nosotros, solo para morir lamentablemen-
te.
A pesar de eso, su padre sonrió amablemente y le dio una
palmadita en la cabeza.
— Pero puedes seguir viviendo. Luego de mi muerte, serás la
Cabeza de la Casa Ichinose. Si se trata de ti, nadie protestará. De
eso me siento muy satisfecho.
Su padre parecía bastante feliz con eso mientras miraba a Gu-
ren sin duda que se presentara en sus ojos.
Al oír eso…
—…….
Guren sintió un dolor amargo recorrer su corazón. Sus lágri-
mas amenazaban con volver a brotar…
—…f-fui incapaz de ser como tú, padre.
— Puedes hacerlo.
— Pero…
Su padre lo interrumpió:
— Si se trata de ti, entonces, todo se puede lograr. Por eso,
continúa haciendo lo que creas correcto.
En eso, una voz resonó desde fuera.
— Oigan, ustedes, salgan. Es hora de ejecutar a Sakae Ichi-
nose.
Esa frase no sonó como era en realidad. Sin embargo, esas
palabras se convertirían en realidad al instante. Su padre sería
ejecutado.
Las puertas de la prisión se abrieron. Unos cuantos hombres
desconocidos entraron corriendo.
A su padre no le importó esos hombres, y abrazó fuertemente
a Guren.
— Bueno, es hora de decir adiós, Guren.
— No –Guren respondió con una voz suave y temblorosa.
— Es el final. Sonriamos mientras nos separamos.
— No quiero.
— Gracias, Guren. Por convertirte en mi hijo luego de venir
a este mundo.
— No quiero esto.
Sin embargo, su padre fue agarrado por esos hombres y en-
cadenado.
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Él no podía detener lo que sucedía. Si trataba de intervenir, la
ejecución de cientos de sus subordinados seria lo siguiente. Por
eso, él no tenía el poder de detener eso.
Esto era el adiós. Ya ellos no serían capaces de volverse a ver.
— Maldita sea, ¿por qué? ¿Qué es lo que debería hacer exac-
tamente…?
Guren murmuró mientras su padre habló:
— Sonríe, Guren. ¡A partir de ahora, dirigirás el «Mikado no
Tsuki»!
Eso fue lo que gritó, y con eso, Guren levantó la mirada. Veía
como su padre estaba siendo sacado de la prisión.
Mirando a su padre ser llevado, él dejó salir algo que nunca
había dicho antes. Algo que debió haber dicho muchas, muchas
veces antes…
— ¡PAPAAAAAAAÁ!
—…….
— ¡T-también me siento muy orgulloso de haber venido a
este mundo siendo tu hijo!
Al oír eso, su padre sonrió desde lo más profundo de su co-
razón.
Luego, él fue sacado de la prisión. El campo de ejecución es-
taba afuera. Su padre seria asesinado allí.
Guren no podía ver la ejecución de su padre. Su cuerpo care-
cía de energías; temporalmente fue incapaz de moverse.
Se sentó en la camilla de la celda que su padre usó para acos-
tarse, tolerando el flujo del tiempo sin moverse.
Tolerando la ejecución de su padre.
Tolerando los diversos obstáculos lanzados hacia él.
En eso, sin saber cuánto tiempo había pasado, alguien lo vol-
vió a llamar.
— Oye, Guren.
Levantando la mirada, Kureto Hiiragi estaba de pie fuera de
la prisión.
Mirándolo, Kureto dijo;
— Ya terminó.
Él quería decir que su padre ya había sido ejecutado. Este
bastardo le entregaba el mensaje sin emoción alguna. Sonriendo
débilmente, Guren respondió.
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— ¿Ya? ¿Satisfecho?
— Si, mucho.
— Bueno, lárgate.
— Si.
Kureto asintió y se preparó para irse. Pero, deteniendo a mi-
rad del camino, dijo:
— Una última cosa, estuve bastante complacido con lo que
trajiste. Por eso, me opuse a la ejecución. Mi padre fue el que
tomó la decisión final.
Guren miró a Kureto y dijo;
— Eh, ya veo.
— Pagaré con lo que trajiste.
— ¿Asi que quieres que te lo agradezca?
— Si, así eso.
— ¿…de qué coño hablar?
Al oír la suave quejad e Guren, Kureto lo miró con un poco
de pena.
— Bueno, comprendo cómo te sientes.
Ya él no quería responder. Este bastardo, por nacer en la Casa
Hiiragi, probablemente no podía entender nada de eso.
Sin embargo, Kureto continuó.
— Tus amigos están reunidos aquí. Los dejaré consolarte.
— ¿Ah? ¿Qué fue eso? ¿Estas siendo amable conmigo? ¿Qué
tipo de brisita está soplando hoy?
Kureto le dijo:
— A partir de hoy será la Cabeza de la Casa Ichinose. Serás
convocado por mi padre. Quiero que entiendas tu posición antes
de que eso suceda.
— ¿Un esclavo de la Casa Hiiragi?
Sin embargo, Kureto sacudió su cabeza.
— No. Tú eres mi subordinado.
Al oir eso, Guren miró a Kureto.
Kureto dijo algo sobre entender su posición antes de encon-
trarse con la Cabeza de la Casa Hiiragi – Tenri Hiiragi.
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Sonaba como que debía priorizar las ordenes de Kureto pri-
mero que las de Tenri Hiiragi.
Guren siguió mirando a Kureto y dijo:
— ¿De qué va todo eso?
— Asi como suena.
— Podrías ser sospechoso de rebelión.
— No. ¿O es que acaso discutirás esto en detalla con alguien?
— ¿Y qué si lo hiciera?
— También te ejecutarán –dijo Kureto.
Pero esto era una falta de su propia debilidad. Sus objetivos
no estaban claros. Esto también podía ser una trampa.
Una trampa para determinar si Guren, quien se convertiría
en la Cabeza de la Casa Ichinose, tenía alguna intención de re-
belarse.
Por eso, Guren miró a Kureto y dijo:
— Kureto.
— ¿Hmm?
— Hace un momento dijiste que te opusiste a la ejecución de
mi padre.
— Si.
— Solo te agradeceré por eso –dijo Guren.
— Tu gratitud es simplemente natural –asintió Kureto y se
fue.
Guren se sentó en la prisión por algo más de tiempo. Salir de
allí significaba enfrentar un mundo diferente.
Él lideraría al «Mikado no Tsuki» y a sus seguidores, se con-
vertiría en la Cabeza de la Casa Ichinose.
El estrés era anormalmente opresivo. Él no creía que sería ca-
paz de emular inmediatamente a su padre.
Sin embargo…
— No tengo más elección que hacerlo…
Con eso, se levantó.
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Porque su padre depositó sus esperanzas en él. Porque él aun
quería seguir siendo elogiado por su padre. Porque él quería que
su padre se sintiese orgulloso de él la próxima vez que se vieran.
Se levantó, salió de prisión, y después de eso, él miró los edi-
ficios y dio un paso al frente.
En el exterior, eso se había convertido en algún punto de con-
gregación. Como si intentaran rodear algo, la gente del «Mikado
no Oni» estaba mirando el centro del espacio abierto.
Las cámaras alrededor estaban ubicadas de forma estratégica,
era como si transmitieran toda la escena a los exteriores.
Un cuerpo yacía en el centro de ese espacio abierto. Era el
cuerpo de Sakae Ichinose… su padre.
Su cabeza cortada estaba a un lado, en el suelo.
Parecía que a nadie le interesaba levantar el cuerpo. A lo me-
jor ese era el trabajo de Guren. Esto también seria filmado por las
cámaras, el poder absoluto de la Casa Hiiragi y la debilidad y ser-
vilismo de la Casa Ichinose. Eso sería entregado a los seguidores.
—……..
De repente, una voz sonó junto a su oreja.
No, quizá era una voz desde su corazón.
La voz del Demonio. El Demonio en el arma demoniaca de
Guren: «Noya».
«Ah, ah, ah, que poderoso. Guren. Que odio tan poderoso.
Enloquezcamos. Esto será muy catártico»
—…….
Guren no respondió. Sin embargo, Noya seguía siendo muy
ruidoso.
«Incluso si finges estar calmado, no es de utilidad, Guren.
Una gran porción de ti ya está fusionada conmigo. Y con Mahiru.
Este odio no cesará»
Noya dijo mientras le daba poder a Guren. Un poder enorme.
Uno que le permitiría difundir su odio de inmediato.
Si este poder se descontrolaba, él, al menos, podría matar a
esos bastardos a ver como sucedía esta broma tan cruel.
Si masacraba, podría liberar su ira, entregar su cuerpo a la ira
parecía una elección bastante correcta.
—……….
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Pero Guren no se movió. Ni escuchó el engaño de Noya.
Solo en eso, el celular en su bolsillo comenzó a vibrar. Toman-
do su celular, un número desconocido se mostró en la pantalla.
Él respondió:
Las voces de sus amigos sonaron desde el otro extremo de la
línea telefónica.
Era la voz de Shinya Hiiragi:
[¡GUREN! No tienes que hacer eso. Lo limpiaremos. No te
muevas]
La voz de Mito también se pudo oír desde muy atrás. Sonaba
como si estuviese al borde del llanto.
[¡Guren, ¿estás bien?!]
Incluso la voz de Goshi estuvo presente.
[Llegaremos allá lo más pronto posible. ¡Espera un poco
más!]
Desde la cámara, esos chicos también estaban observando.
Eso significaba que Shigure y Sayuri también lo veían.
Los seguidores del «Mikado no Tsuki» observaron el desarro-
llo de toda esta escena.
En frente de ellos, él no podía hacer nada inapropiado.
Por eso, Guren dijo:
— Shinya.
[Solo cinco minutos. Llegaremos de inmediato]
— Está bien. No es necesario que vengan.
[Imposible. Guren, ahora somos…]
Pero Guren lo interrumpió, y dijo:
— Luego pueden consolarme apropiadamente. Juguemos.
[¡OYE!]
Guren terminó la llamada, y apagó su celular.
Luego de eso, se enderezó, y miró al centro del espacio abier-
to.
Subsecuentemente, caminó hacia adelante con la valentía que
mostraba qué, a partir de hoy, él sería el que soportaría la Casa
Ichinose.
Su expresión no se distorsionó.
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Ocultó su debilidad.
Sin importar en qué tipo de situación lo pusieran, él juró res-
ponder con calma y paciencia, tal como su padre.
Guren se acercó al cuerpo de su padre. Al hacerlo, el odio,
nuevamente, surgió de la desesperación, el miedo y la melancolía.
Las llamas de la indignación se volvieron a encender. La debilidad
e intención de escapar aparecieron.
A pesar de eso, él lo suprimió todo.
—…está bien, papá –dijo–. Está bien, lo haré. Me convertiré
en el buen chico que esperabas que fuera. Por eso, por favor, ob-
serva.
Él murmuró eso mientras tomaba la cabeza cortada de su pa-
dre y la sujetó cerca de su pecho.
Después de eso, él cargó con el cuerpo decapitado.
En ese momento, él prestó un poco del poder del demonio.
Noya le fortaleció sus habilidades físicas.
Si no fuese por Noya, probablemente él no habría tenido va-
lor y no podría haber sido capaz de mover el cuerpo de su padre.
Los espectadores que observaban a Guren estaban en com-
pleto silencio. Estaban inmersos en la vista. Observaron calmada
mente a la escoria Ichinose que estaba moviendo el cuerpo de su
padre.
Luego de eso, había más cosas por hacer, ¿no? Él no tenía más
elección que vivir una vida estructurada, ¿verdad?
Guren siempre sintió que vio la respuesta ese día.
La posición en la que estaba y lo que debía proteger.
Y en ese día, en medio de la humillación…
Guren Ichinose se convirtió en la Cabeza de la Casa Ichinose.
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El tiempo fluyó a una velocidad asombrosa en los días si-
guientes. El cuerpo de su padre le fue permitido se llevado de
vuelta a la casa ancestral en Aichi para su respectivo funeral.
El «Mikado no Tsuki» tenía la práctica de un entierro natural.
Por eso, Guren tuvo que unir la cabeza al cuerpo de su padre an-
tes de enterrarlo en la tumba ancestral.
Un gran funeral tomó lugar luego. Duró una semana entera.
Para entonces, todos habían recibido información de que Gu-
ren se convertiría en la nueva Cabeza. Los representantes de las
prominentes casas que apoyaban al «Mikado no Tsuki» siempre
se habían centrado en el padre para sus saludos. Pero esta vez,
ellos desviaron su atención hacia Guren.
Quizá todos habían visto la transmisión de la escena en el
patio de ejecuciones. La ejecución del padre y la silueta de Guren.
Todos vieron –se les permitió ver– esa escena inapropiada de
él, y así, prometieron contribuir incansablemente con el progre-
so del «Mikado no Tsuki» dedicándolo todo. Se podía decir que
ahora, la organizaciones taba más unida.
Por otro lado, bajo esa situación, ¿cómo progresaría el «Mi-
kado no Tsuki» desde aquí? Cada vez que a él le preguntaban eso,
solo podía pensar duramente en esa pregunta.
¿Qué debería hacer exactamente, cuando su padre fue asesi-
nado de esa forma y siendo incapaz de hacer algo?
—……..
Sin embargo, esa cadena meditativa no podía durar para
siempre. Como recibía a los visitantes, él no tuvo mucho tiempo
de dormir durante unos cuantos días.
—….huh.
Guren dejó el depósito de cadáveres y regresó a casa para po-
der descansar un poco. Una vez que entró, él vio la sala de estar
de estilo patio que su padre adoraba y se sentó.
La ropa que llevaba puesta era la que su padre solía usar tam-
bién.
Ya sea que se tratase de una gran ceremonia, su padre vestía
eso. Él nunca esperó usar eso tan pronto.
Se sentó de piernas cruzadas en frente de la mesita del café
y analizó la sala de estar con una mirada de asombro. Ese jardín
también era una creación de su padre.
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Siempre se sentía que, independientemente de que su padre
no tuviese nada que establecer, él estaría presente en esa sala de
estar o en el jardín.
En este jardín, Guren también recibió lecciones básicas del
manejo de la espada por parte de su padre.
Él recordó lo sucedido en el pasado. Su padre era estricto du-
rante sus entrenamientos, siempre le decía:
— Tienes talento.
Guren, quien era elogiado y se sentía complacido, comenzó a
obsesionarse con la espada.
Él nunca lo notó. Pero ahora que lo volvía a ver, él sentía que
el jardín era muy hermoso.
El sol había comenzado a ponerse. Debían de ser las 5 de la
tarde.
En eso, desde la esquina de su visión, sus dos asistentes aso-
maron sus cabezas desde la puerta.
— Eh, Guren-sama.
— Guren-sama.
Esas eran Sayuri y Shigure. La apatía cubría sus rostros. Tam-
bién habían observado la ejecución.
Cuando ellas lo vieron abrazar el cadáver de su padre, ambas
gritaron de melancolía.
— Lamentamos mucho no haber podido estar a su lado.
— No pudimos protegerlo, lo lamentamos muchísimo.
Ellas lo repitieron una y otra vez.
Probablemente no descansaron mucho después de eso. Tras
llevar de vuelta el cadáver a Aichi, ambas corrieron con prisa de
aquí para allá con los preparativos del funeral.
Ambas, quienes se suponían estar más apáticas, dijeron.
— Eh, Guren-sama. ¿Está cansado?
Shigure continuó.
— Un futón ha sido preparado en la habitación, por favor,
descanse un poco.
— Ustedes descansen –dijo Guren–. Probablemente hayan
dormido menos de lo que yo lo hice.
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— ¡Estamos bien!
— Le prepararemos un cambio de ropa de inmediato, Gu-
ren-sama, descanse un poco.
Guren sacudió su cabeza,
— Aun es temprano.
— Pero…
— Pero descansaré esta noche. Ya he saludado a la gente de las
Casas prominentes. Además de eso, ¿podrían traerme una taza de
té? Estoy sediento.
Ambas parecieron bastante alegres.
— Ah, ah, lo prepararé de inmediato.
Ellas se fueron mientras respondían.
Ambas parecían estar buscando algo con lo que ayudar. Tra-
bajar de forma tan incesante, las podría hacer colapsar un día.
Hay gente que debería tener un pequeño descanso. Les orde-
naré descansar un poco luego que vuelvan –pensó Guren.
—……….
Con una mirada de asombro, él permitió que el tiempo pa-
sara.
Sin preocuparse por el futuro, él vagamente miraba el jardín
que su padre adoraba.
Se oía el susurro de las hojas. Y el fluir del agua. Ahora que
pensaba en ello, había unas carpas en el estanque. Aun podía
recordar cuan orgulloso estaba su padre cuando logró comprar
unas cuantas carpas enormes.
Muy impresionante, ¿no, Guren?
¿Cómo respondió a eso? Él dijo algo como si no estuviese in-
teresado. Si tan solo hubiese podido compartir la diversión junto
a su padre ese día. Ahora que todo era cosa del pasado, él comen-
zaba a lamentarse.
Justo en eso, un hombre que vestía un traje negro y una cor-
bata negra apareció en frente del estanque: era Shinya Hiiragi.
Él sostenía una caja grande en su mano. Luego de analizar los
alrededores, miró a Guren, y luego:
— Hola, Guren –saludó con una sonrisa.
— No te llamé para que vinieras –respondió Guren.
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— ¿Eh? ¿En serio?
Shinya dijo mientras se acercaba. Entró en los pasillos sin
permiso antes de ir directamente a la sala de estar.
— Además, tampoco te di permiso de entrar.
Pero Shinya lo ignoró y se sentó al lado opuesto de Guren,
diciendo.
— ¿Por qué estás en kimono?
— No es tu problema.
— Eso no te queda bien.
— Que molesto.
— Solo mentía. Te queda un poco bien, supongo. ¿Es el atuen-
do ceremonial de la Casa Ichinose?
— Lo que sea. ¿Por qué estás aquí?
Al oír eso, Shinya se encogió de hombros y dijo:
— Deberías comprenderlo por la forma en la que ando ves-
tido…
Obviamente era un atuendo de funeral. En otras palabras,
este bastardo también había venido para eso.
— Al hacer esto, ¿no creíste que un Hiiragi seria cálidamente
bienvenido al funeral de la Casa Ichinose?
— No, no lo hice.
— Pero eres un Hiiragi.
— Bueno, es cierto… pero, está bien porque no vine por el
funeral.
— Entonces, ¿para qué estás aquí?
— Eh, obviamente, vine a verte.
— ¿Eh?
— ¿No lo dijiste por teléfono? Algo así como «consolarme».
Verás, traje el juego.
El colocó la gran caja en la mesa. El videojuego debería estar
dentro.
Mirando la caja, las comisuras de los labios de Guren comen-
zaron a levantarse sin querer. Con el fin de negarlo, Guren cha-
queó su lengua.
— Tsk, no puedo andar perdiendo el tiempo como un idiota.
Al oír eso, Shinya sonrió.
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— Aunque digas eso, en realidad estás muy feliz…
— No.
— ¿Eh? ¿Quisiste decir que tener amigos a estas alturas de la
vida se siente grandioso, no?
— Nunca dije algo así.
— Ahora que hablamos de ello, ¿aquí en tu casa hay algún
televisor? Conectemos el jugo.
— Ahora estoy muy ocupado, no tengo tiempo para los jue-
guitos.
— Pero compre un nuevo videojuego, ¿sabes?
— ¿Y qué me importa?
— Oye, Guren.
— ¿Qué?
— ¿Está todo bien?
Shinya dijo mientras observaba a Guren con una preocupa-
ción presente en sus ojos.
— Escucharé si necesitas quejarte.
—……..
— Está bien si solo necesitas gritar para deshacerte del estrés.
Toleraré un poco los gritos y te escucharé.
Que molesto, que bastardo tan irritante. Venir todo el camino
hasta Aichi con un videojuego y tener tal actitud.
— ¿Quién eres?
— Tu amigo, ¿bien? –respondió Shinya.
— Huh.
— Por eso, incluso si lloras en frente de tu amigo, todo está
bien. Este es el momento para llorar, ¿no? haber pasado por cosas
tan tristes. Ven, llora todo lo que quieras. Llora, llora.
Guren frunció el ceño con irritación y dijo:
— Realmente eres un bastardo ruidoso.
— Pero escuché que si lloras, el cortisol en tu cuerpo saldrá.
Eso te ayuda a salir del estrés, ¿sabías?
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— Ya he llorado. Todo está bien.
Shinya lo miró.
— Ahh, ¿en serio?
— SI.
— ¿En frente de quién? Debe ser Shigure o Sayuri, ¿no? Llo-
rando de todo corazón diciendo cosas como: esto es tan doloroso,
uwahhh, ¿no?
Pero Guren miró al jardín y dijo:
— En frente de mi padre. Ahí fue cuando lloré. Antes de la
ejecución.
—…ah, ya veo.
— Si.
Shinya también miró al jardín.
— ¿Este es el jardín de tu padre?
— Si.
— Es muy hermoso.
— Si, mucho… aunque hoy es la primera vez que lo siento de
esa forma.
En eso, otros visitantes llegaron. Goshi y Mito, quienes ves-
tían un traje y atuendo de funeral respectivamente, aparecieron
en el jardín.
Esto debió haber sido algo imposible. La Casa Ichinose estaba
fuertemente custodiada; invadirla era algo fuerte.
Claro, si ellos revelaban que eran un Hiiragi, un Goshi y una
Jūjō, los cuales eran las Casa prominentes del «Mikado no Oni»,
ellos podrían entrar de acuerdo a los procedimientos regulares.
Sin embargo, Guren no recibió reportes de ello.
En otras palabras, no importaba si eran Shinya, Goshi y Mito;
todos tomaron sus responsabilidades e invadieron su casa.
— Ustedes –dijo Guren–, ¿qué hicieron con las alarmas?
— Las desactivamos –dijo Shinya, quien estaba sentado a un
lado. Su voz fue calmada.
— Sin romperlas. Costó un poco.
— Fue porque esas cosas fueron fáciles de destruir. Los guar-
dias eran como monos.
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Imposible. Pero esos tipos podían usar sus armas «Kiju». Po-
dían hacer cosas que estaban mucho más allá de los límites de las
habilidades humanas. Ellos pudieron evadir las CCTV, y desacti-
var la red de seguridad debería ser un trozo de pastel.
Más que eso, todo el «Mikado no Oni» ha comenzado a uti-
lizar las armas «Kiju». Los rumores también dicen que el veneno
del Demonio ha sido inyectado en las masas inocentes por las
calles.
Una experimentación humana con miles de sujetos experi-
mentales ha comenzado.
Si ese fuera el caso, la red de seguridad necesitaba ser revisada
para evitar objetivos no humanos.
Mito miró a su alrededor y luego a Guren.
— ¡Ah, allí está! –dijo mientras apuntaba a Guren.
Goshi miró también y se acercó, saludando.
— Eh, ¿qué tal, Guren? ¿No estás rebosando de vitalidad?
Mito continuó,
— ¡Estúpido Goshi! ¡¿Cómo puede estar rebosando de vitali-
dad?! ¡Guren, eh, ¿estás bien?! Esto, ehhh…
Esos dos entraron saludando también. Mito parecía sentir
dolor mientras observaba.
— Ehh…
— ¿Qué?
— Por favor, no te sientas triste…
Parecía que le tomó mucho tiempo decir eso. Aun así, Guren
asintió.
— Si –dijo. Y Mito continuó:
— Bueno, si existe algo con lo que pueda ayudar…
— No hay nada.
— Pero…
Con su presencia es suficiente, gracias.
— Ah…
Mito se detuvo. Lo miró, parecía querer decir algo, pero se
limitó a no hacerlo.
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— Comprendo –respondió y se sentó un poco alejada.
Goshi se levantó y miró a su alrededor.
— Asi que aquí fue donde creciste, ¿eh? Se siente bastante
simple.
Shinya levantó la mirada hacia Goshi y dijo:
— Pero, Goshi, tu provienes de una Casa prominente tam-
bién. ¿Acaso tu residencia no es una de estilo japonés?
— No, mi residencia tiene un diseño fundamentalmente Oc-
cidental. ¡No solo en eficiencia sino que también posee fuerza! ¡Y
yo soy el que los retiene a todos!
Goshi sonrió frívolamente mientras decía eso.
Caminó lentamente sobre el tatami y cruzó sus brazos mien-
tras miraba las volutas de pared antes de intentar enrollarlos.
— Oye, Guren.
— ¿Hmm?
— ¿Son caros?
— Ni idea.
— Pero esta es una decoración de la Casa Ichinose, debe ser
costosa. Nunca he podido comprender por qué esta cosa es tan
buena.
Luego de mirar la voluta por un rato…
— Ah, hablando de esto, Guren. Con el fin de alegrarte, te
traje un regalo.
Al decirlo, él sacó unas cuantas revistas de la bolsa de plástico
que llevaba en su mano. Lo que apareció fue una revista cuya por-
tada mostraba una mujer usando ropa obscena. Y unas palabras
vulgares adornaban su pecho y trasero.
— ¡Oye, Goshi! –aunque Mito gritó mientras se levantaba,
Goshi…
— Oye, oye, Mito-chan. Esto es para Guren. Los hombres
recuperan la vitalidad cuando miran cosas como estas durante
momentos de tristeza.
— Mentiroso.
— No miento. Deberías entregar tu cuerpo al deseo, así como
esto. Si solo piensas en cosas estúpidas, la tristeza disminuirá…
Mito-chan, ¿también piensas así, no? además de dejar que Guren
entristezca, quieres que él se relaje, ¿cierto?
— No, ehh. Así es como lo pones tú… pero al ver esto, no
todo es tan fácil…
— Los hombres somos así. Que criaturas tan lamentables.
¿Verdad, Guren? ¿Verdad que es así?
42
— ¿Es así, Guren? De serlo, entonces, solo por esta vez, te
permitiré satisfacerte… y leer algo como esto que está aquí.
Mito estaba sonrojada por alguna razón. Incluso tenía una
mirada misteriosa en su rostro.
43
44
Goshi alegremente abrió la revista porno.
Shinya sonrió suavemente mientras miraba a Goshi y a Gu-
ren.
Sin importar qué, esos tres estaban allí para confortarlo.
Amigos, estaba haciendo el tonto por esa inmensa palabra.
Ellos incluso hicieron un viaje especial a Aichi.
Guren le respondió:
— ¿La Casa Goshi y la Casa Jūjō permiten que ustedes ven-
gan?
Goshi y Mito se miraron entre si y no respondieron.
En otras palabras, no se les permitía. La gente de las familias
prominentes del «Mikado no Oni» no tenían permitido asistir al
funeral de la Casa Ichinose. Eso no era todo, la Cabeza de las
Casas Jūjō y Goshi también acordaron la ejecución de Sakae Ichi-
nose.
Estos chicos hicieron algo prohibido y vinieron acá.
Sin embargo, Goshi sonrió:
— Estamos de vacaciones en Aichi. Por eso no nos castigarán.
Sin embargo, como pagar un hotel es demasiado caro, decidimos
quedarnos en la casa de un amigo.
— ¿Incluso quieren quedarse?
— Preparemos comida deliciosa.
— ¿Por qué no se regresan?
En eso, Shigure y Sayuri entraron, y, de acuerdo al número de
gente presente, trajeron té y bocadillos.
— Ah, Sayuri-chan, Shigure-chan, ha pasado mucho tiempo
–saludó Goshi.
Sayuri y Shigure lo miraron e inclinaron sus cabezas.
Mito le siguió:
— Ah, Shigure-san, si hay algo en lo que pueda ayudar.
— No es necesario –respondió Shigure–. Todo está bien,
como visitantes, por favor, diviértanse.
Ella colocó las tazas de té en la mesa de café mientras decía
eso.
— Guren-sama.
— ¿Hmm?
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— Si necesita algo, llámenos.
— Quédense –interrumpió Goshi.
— Pero, esto está contra las reglas.
— ¿Somos amigos, no?
— Somos las subordinadas.
Al oír eso, Guren asintió.
— No, si se quedan aquí, todo estará bien.
Sayuri y Shigure se miraron entre sí antes de sonreír alegre-
mente. Luego se sentaron en una esquina de la habitación.
— Espera –dijo Goshi mientras las miraba–, ¿cómo es posible
que esas dos sean tan hermosas, Guren? ¿Qué sucede? ¿Acaso la
Casa Ichinose contrata a sus subordinadas de acuerdo a la belle-
za? Que pervertido, Guren.
Ambas ignoraron la broma de Goshi.
— Ehhh, bueno –dijo Mito–, aunque esto no se hará como
tributo…
Ella le entregó un regalo a Sayuri y a Shigure.
Independientemente si esos chicos iban, los alrededores eran
muy ruidosos.
Guren pudo sentir su ira interna, venganza, miedo y senti-
mientos similares que estaban disminuyendo poco a poco.
Luego de eso, él pudo sentir el cordón sobre-tensado en su
energía. De repente se sintió muy somnoliento. Guren tomó un
sorbo del té, esforzándose para reducir el cansancio.
— Hmm –murmuró.
Al final, él seguía sintiéndose somnoliento.
Goshi, Mito, Sayuri y Shigure habían estado muy ruidosos.
Goshi hojeaba la revista justo en frente de las chicas, causando
un alboroto.
En medio de la conmoción, Shinya levantó la caja con el vi-
deojuego y se levantó antes de acercarse –a propósito– a un lado
de Guren.
— Hablemos, Guren. Quiero discutir sobre este nuevo video-
juego contigo.
Se sentó y comenzó a abrir la caja mientras murmuraba algo
más.
— ¿Entonces, qué planeas hacer luego de esto?
—……..
46
Guren pensó en el significado de esas palabras.
¿Le estaba preguntando cómo planeaba vivir luego de la
muerte de su padre, o sobre la desaparecida Mahiru?
La ejecución de cientos de subordinados en caso de que Ma-
hiru no fuese asesinada ya había sido revocada.
Se intercambió por la muerte de su padre, haber llevado vivo
un vampiro y un arma «Kiju» desconocida que contenía a «Asu-
ramaru».
Además, luego de ver cómo Guren se mantuvo leal a Kureto
Hiiragi a pesar de la muerte de su padre, los seguidores del «Mi-
kado no Oni» parecieron haber tenido una impresión sobre él
ligeramente mejor.
Un esclavo fiel.
Por eso, no existía la necesidad de continuar buscado a Ma-
hiru para matarla.
Shinya también debería saberlo.
No había que seguir buscando a Mahiru.
No existía nada para resistirse al «Mikado no Oni».
Entonces, ¿qué acciones de deberían tomar a partir de ahora?
Temporalmente estaba viviendo la vida de un esclavo. Si exis-
tiera la oportunidad de que él avanzara, el único punto de avance
estaba oculto en Mahiru.
Ya que ella fue la única que tuvo éxito en rebelarse contra el
«Mikado no Oni».
Hasta ahora, nadie comprendía sus acciones.
Aliarse con la «Secta Hyakuya», llevar a cabo experimentos,
por su cuenta, y así militarizar el «Kiju» y luego aliarse con los
vampiros para avanzar más.
Si él quería superar su situación actual de ser impotente in-
cluso contra la muerte de su propio padre, entonces era necesario
encontrarse con ella.
—…..
Guren meditaba con los brazos cruzas.
Era una venganza personal. Y la paz para los numerosos se-
guidores del «Mikado no Tsuki».
¿Cuál lado era el importante? Mahiru le concedió un poder
maldito. Un poder que solo podía volverlo fuerte si renunciaba a
todo.
Aunque sentía que no podía aceptar ese poder, a pesar de
eso…
—…es necesario volver a ver a Mahiru –dijo y Shinya asintió:
47
— Incluso si no la buscas, si lo que está escrito en su carta de
amor, entonces el mundo ciertamente terminará en Navidad.
Ciertamente. Todos los que estaban allí lo sabían.
El plan del «Serafín del Final» conducido por la «Secta
Hyakuya».
Aun no estaba claro que daría como resultado. Quizá solo
podría tratarse de una amenaza al mundo sin el uso de armas,
pero ¿eso era para usar una arma destructiva que pudiese destruir
todo el mundo?
A pesar de eso, Mahiru solía decir eso.
Era necesario renunciar a la humanidad con el fin de vivir.
Porque después que el mundo acabase, los humanos no se-
rían capaces de sobrevivir.
—……….
Aun así, Mahiru seguía dirigiendo el camino frente a él. Sin
embargo, si el mundo realmente acabase en la navidad presente,
entonces era necesario alcanzarla para proteger a sus amigos y
seguidores.
Por eso, Guren dijo:
— Buscar a Mahiru, para proteger a mis amigos.
Shinya lo miró y asintió:
— Si, te ayudaré. Sin embargo, ¿quieres jugar algunos juegui-
tos hoy, verdad? Luego de eso, querrás descansar. Te ves somno-
liento.
— Si, tanto así, que me quiero morir.
— ¿Quieres dormir ahora?
— Si me duermo ahora, probablemente me despertaré a mi-
tad de la noche. Mejor jugaré contigo. ¿Cuál juego compraste?
Shinya sacó la consola de la caja.
— Béisbol y lucha libre profesional. ¡Oigan, Guren dijo que
quería jugar!
Al oír eso, sus amigos lo miraron con diversión.
Guren sonrió amargamente.
Hace poco había muerto su padre, sin embargo, él se relajó
un poco con la gente a su alrededor. Estaba atónito ante su inge-
nuidad.
Ese día, él no trató de dormir. En lugar de eso, jugó hasta las
2 de la mañana.
48
El juego de lucha libre fue inesperadamente interesante. El
gas venenoso que lanzó el avatar enmascarado de Mito fue muy
fuerte, haciendo que todos gritaran que ella hacia trampa. Todos
los presentes fueron impulsados en medio de la conmoción.
Luego del juego, Guren colocó un futón en frente de las con-
solas de juego y durmió como un muerto.
Sus otros compañeros probablemente también querían des-
cansar.
Pasar el tiempo con esos amigos, realmente le permitió olvi-
dar, en segundos, su ira.
Olvidar el estrés opresivo, el miedo.
Eso fue algo realmente placentero.
Los amigos probablemente lo fortalecen a uno. Luego del uso
de las armas demoniacas, esta convicción se vuelve más fuerte.
Porque si uno, en frente de sus amigos y familiares, no posee
ese tipo de convicción que solo un ser humano podría dominar,
entonces, el corazón seria controlado al instante por el Demonio.
Por eso es que, tener a Shinya y a los demás visitándolo ese
día fue algo realmente grandioso.
Sin embargo, a pesar de eso...
◆
Él tuvo un sueño.
No, quizá se trataba del mundo dentro de su corazón.
En el medio de ese mundo completamente blanco, estaba un
pequeño Demonio.
Era Noya. Sonreía.
«Sin embargo, sin importar cuán calmado pretendas estar,
aun puedo comprender la naturaleza de tu corazón, Guren»
—……….
«Antes de yo llegar aquí, en tu corazón ya residía un Demo-
nio. Ese es un fuerte deseo de no perder ante nadie y obtener
todo lo posible. Cuando eras joven, creíste que todo era posible,
¿cierto? Esa idea aun la posees»
—……..
«Normalmente, este sueño ya debería haber sido abandona-
do. Eres como un niño, queriendo cumplir sus sueños. Incluso si
eso significa herir a alguien,
49
aun quieres hacerlo. Los deseos se descontrolan. Eso es lo que
a Mahiru debió haberle gustado de ti»
—……….
«A mi también me gusta esa versión de ti. Jajaja, que lamen-
table. Tu padre fue asesinado. Te esforzaste para ocultar tu ira. Te
resististe a la necesidad de llorar. Jugaste alegremente con todos.
Sin embargo, durante ese proceso… tratas de pensar en una for-
ma de darle la vuelta al mundo…»
— Cállate.
«Estas considerando vengart…»
— Te dije que te callaras.
«Jajaja, me gustas más. Guren. Me gustas. Si puedes conver-
tirte en un Demonio, me alegraría muchísimo. Necesitaría agra-
decerle a Mahiru»
◆
Se despertó. El sudor bañaba su espalda.
En la sala de estar, Shinya, Goshi, Mito, Shigure y Sayuri co-
lapsaron en sus futones y dormían, amontonados.
Miró el reloj: eran las 4 de la mañana.
— ¿…este no es algún tipo de trasnocho?
Graznó mientras levantaba su cabeza para ver el techo. Su
garganta ardía por la sed.
Guren deslizó la puerta y salió.
Una hermosa luna colgaba en lo alto del cielo, iluminando el
jardín que su padre construyó.
Bajo la brillante luz de luna, un Guren débil se paró.
No podía suprimir ese aburrido deseo de venganza.
Bajo la luna, un Demonio insaciable –el Demonio de la luna–
, miró el cielo nocturno iluminado.
◆ ◆ ◆
El funeral duró dos días más.
50
Los fieles seguidores, esos que estaban esparcidos por el país y
no se veían con regularidad, se habían congregado en Aichi.
Guren se reunió con todos y cada uno de ellos.
Todos lamentaron la muerte de Sakae Ichinose y felicitaron a
Guren por convertirse en la nueva Cabeza.
Le juro mi lealtad a usted.
He escuchado mucho sobre usted, Guren-sama.
Al tener un sucesor tan excepcional, Sakae-sama debe estar
muy feliz.
Los mismos saludos se repitieron durante todo el día, dos jó-
venes de aproximadamente diez años de edad aparecieron ante él.
Uno habló:
— ¡Oye, Guren Ichinose!
Todos los adultos que estaban cerca quedaron sorprendidos
por la forma en como ese chico se dirigió hacia Guren.
— Oye, tú.
Pero Guren levantó su mano para detener al adulto.
— Tranquilo, déjenlo continuar. Después de todo, él vino al
funeral.
Luego miró al chico, este tenía un cabello marrón té, y unos
parpados ligeramente caídos.
Detrás de él estaba un chico de cabello negro y una expresión
calmada.
— ¿Tu nombre? –preguntó Guren.
Parpados caídos respondió:
— Soy Makoto, y él es Shusaku.
— Makoto Narumi y Shusaki Iwasaki –añadió el que se lla-
mada Shusaku.
Guren había oído esos nombres con anterioridad.
Narumi e Iwasaki.
Aunque ellos no eran parte de las reconocidas familias funda-
doras, ellos habían liderado numerosos seguidores durante bas-
tante tiempo. Familias extraordinarias. Por lo que él pudo recor-
dar, ellos residían en Nagoya.
Guren asintió y dijo:
— Asi que eso era. Parece que tienen algo que decir.
51
Narumi asintió fervientemente con su cabeza.
— Claro. ¡N-nosotros vimos el video de la ejecución!
—……
En lo que Narumi dijo eso, todo el lugar quedó en silencio.
Pues eso era un tema prohibido.
Podía haber espías de los Hiiragi presentes. Ese era un tema
prohibido. Quizá, este tal Narumi era un espía enviado por los
Hiiragi para verificar la actitud de Guren.
Sin embargo, Guren preguntó.
— ¿Entonces?
— ¿Entonces qué? Quiero conocer tu opinión luego de haber
sido forzado a tolerar eso.
— Si.
— Crecí en un lugar donde todos a mi alrededor decían que el
«Mikado no Tsuki» es la mejor organización existente. Entonces,
¿de qué va todo eso?
—…………
— ¿Qué fue ese tipo de trato humillante, eh? Yo, yo te admiro
mucho. Pues mi padre dijo que los Ichinose son fuertes y gentiles.
Ellos pueden dirigirnos por el camino correcto hacia un futuro
brillante… pero, eso…
Los ojos de Narumi comenzaron a cristalizarse con lágrimas.
Parecía que no estaba listo para resistirlo todo. Este sentimiento
se podía entender. Cuando Guren conoció por primera vez esa
existencia que su yo actual nunca sería capaz de poder contactar,
él tuvo la misma sensación.
— Si vas a convertirte en la Cabeza de la Casa Ichinose –dijo
Narumi–, entonces dímelo. ¿Vamos a ser menospreciados por
siempre?
—…….
— ¿Debemos continuar tolerando esas cosas?
—……….
— Mi padre no me dio la respuesta. Todo lo que pudo decir
fue que tolerara esto, que no había elección y cosas así. Entonces,
¿puedes responderme? Guren Ichinose. Si te vas a convertir en la
Cabeza de la Casa Ichinose y liderarnos, entonces, dime, ¿vamos
a mantenernos como escorias el resto de nuestras vidas?
Narumi lloró. Lloró tanto que parecía poco presentable.
52
Él no era un espía. Eso era seguro. Era un seguidor extrema-
damente leal.
Pero lo traicioné todo.
Los adultos quedaron completamente en silencio mientras
esperaban la respuesta de Guren.
— ¿Te me acercaste solo para preguntarme esto? –habló Gu-
ren.
— Si –asintió Narumi. Y Guren le respondió:
— Bueno, déjame decirte la verdad. Tal como tu padre lo
puso. Somos escorias. Por eso, por mi bien, toleraré esto. Es algo
que no se puede evitar.
Las lágrimas volvieron a brotar de los ojos del chico, mientras
la desesperación y la tristeza cubrían su rostro.
Pero Guren ignoró eso y agarró el collar de Narumi y lo acer-
có.
— Pero esto es temporal. No seas ruidoso y digas cosas tan
inútiles. Solo sígueme. Te dejaré ver como es un futuro apropiado.
Ante eso, Narumi abrió sus ojos de par en par.
En ese momento, las puertas del depósito de cadáveres se ce-
rraron rápidamente. Las puertas de la habitación en la que Guren
y los demás seguidores estaban también se cerraron.
Quizá sus palabras fueron consideradas una información que
no debía escaparse.
Solo las familias prominentes estaban presente. Y los hom-
bres que eran la mano derecha de su padre. Todos eran élites que
adiestraron a Guren en el manejo de la espada y la hechicería. Sus
movimientos eran rápidos.
Ellos rápidamente notarían la presencia de espías.
En eso, un hombre de unos cuarenta años de edad, el cual
estaba descansando al final, habló. Era el padre de Shigure: Sami-
dare Yukimi.
— Guren-sama, por favor, compórtese con dignidad.
— Esta forma de ponerlo no es nada acorde, ¿cierto?
Preguntó Guren. Esta vez, el padre de Sauri, Seishō Hanayori
respondió.
— No, estamos calmados. Guren-sama, incluso después de
ir a Shibuya, que es donde se encuentran los Hiiragi, usted no ha
cambiado.
Esos dos hombres parecían haber crecido con el padre de Gu-
ren. Ellos debieron haberse sentido muy tristes desde el fondo de
sus corazones.
53
— Si –asintió Guren, soltó a Narumi y amablemente le dio un
empujón en el pecho.
Narumi, quien retrocedió unos pasos, parecía un poco alar-
mado.
— Bueno, ¿te vengarás en nombre de nosotros?
Venganza. Venganza. ¿Qué era la venganza? ¿Qué debía ha-
cerse para traer felicidad a los seguidores? Aunque era necesario
considerarlo, Guren respondió.
— ¿Qué acabas de decir?
— Eh… ah, cállate, y síguelo.
— Eso haré.
Narumi levantó la mirada con un poco de felicidad en su ros-
tro.
— ¿P-puedo confiar en ti?
Guren se encogió de hombros.
— Confía en lo que quieras confiar.
—…y-yo quiero confiar en ti.
— Cielos. Entonces mejora. Los enemigos son fuertes. Forta-
lécete y ayúdame.
— ¡Si!
Narumi sonó bastante alegre mientras respondía. Iwasaki,
quien estaba detrás de él, le palmeó la espalda y asintió.
Viendo a esos dos, Guren entendió que el video de la ejecu-
ción lo hirió profundamente a todos.
¿Qué era lo que esos –los que lo seguían a pesar de todo–,
estaban persiguiendo?
¿La venganza?
¿La paz?
¿O acaso ambas?
¿Qué debería hacer él?
Él comenzó a meditar en la forma en la que debía progresar
como Cabeza de la Casa Ichinose.
◆ ◆ ◆
El funeral terminó.
54
Guren planeaba volver a Tokio al día siguiente.
Él, quien heredó la posición como Cabeza de la Casa Ichi-
nose, fue llamado a asistir a la reunión con los altos mandos del
«Mikado no Oni».
Era la 1 de la mañana.
El metro estaba fuera de servicio. Era necesario tomar un
carro hasta Tokio. Si él se iba ahora, llegaría pasadas las 6 de la
mañana.
Shinya condujo una minivan para recoger a Guren.
— Hola, Guren. Bien, volvamos –dijo Shinya. Las ventanas en
la parte trasera se abrieron, mostrando a Goshi y a Mito.
— Vayamos a casa, Guren.
— Vámonos.
Al oír eso, Guren respondió.
— Se supone que esta es mi casa.
— Bueno –dijo Shinya riendo–, eso es cierto.
Shigure y Sayuri prepararon su equipaje:
— Guren-sama, todo está preparado. Podemos irnos en cual-
quier momento.
Guren asintió mientras se preparaba para sentarse en la parte
posterior del vehículo. Sin embargo, sería muy ruidoso ir junto a
Goshi y Mito. Por eso, él se sentó en el asiento junto al conductor.
— Entonces, ¿de qué va esto?
— Ciertamente, incluso tenemos cartas de póquer listas.
Al oír las palabras de Mito, Guren frunció el ceño.
— ¿Acaso existe alguien que juegue póquer hasta altas horas
de la noche?
— Pero es muy interesante. Aparentemente hay una variante
llamada «Póquer Cerrado».
En eso, ella procedió a explicar cómo jugar Póquer Cerrado,
pero Guren la ignoró.
Shigure y Sayuri cargaron el equipaje en la van. Todo el es-
cuadrón se había reunido y estaba listo para partir.
— ¡Bien, nos vamos! ¡Es una oportunidad fuerte la que se
avecina, así que mantengámonos despiertos toda la noche y orde-
nemos platillos deliciosos en todas las áreas de servicio que haya
por el camino!
55
Dijo Goshi con entusiasmo. Y así, el caro comenzó a dirigirse
a Tokio.
56
En las profundidades de un calmado sitio residencial en Shi-
buya, se encontraba un edificio.
Era un lugar que podía llamarse: la sede del «Mikado no Oni».
Esta era la primera vez que a Guren lo hacían ir. Aparente-
mente, se decía que, sin importar lo que pasase, era necesario
reportar al «Mikado no Oni» acerca de la llegada de la nueva Ca-
beza de la Casa Ichinose.
Luego del estricto chequeo de seguridad y la verificación de
identidad, él fue llevado a situarse frete a una enorme puerta ne-
gra.
La dama que lo recibió le dijo:
— Por favor, espere aquí a que sea llamado –y se fue. Guren
asintió y esperó allí desde ese momento.
Parecía que la Cabeza de la Casa Hiiragi –Tenri Hiiragi–, que
también era padre de Kureto, Mahiru y Seishirō, se encontraba en
esa habitación.
La figura autoritaria que gobernaba todo el «Mikado no Oni».
Además de él, se decía que las nueve Casas que decidieron la
ejecución del padre de Guren también estaban presente.
—…que lentos.
Nadie pareció responderle. En ese espacio vacío, 10… no, 20
minutos transcurrieron.
¿Acaso era para reforzar la diferencia en su estatus, o lo había
olvidado por completo? Él no lo sabía. En eso, una hora pasó…
—…adelante –habló alguien, y con eso, Guren entró en la ha-
bitación.
Había una mesa redonda. Unos cuantos hombres y mujeres
de mediana edad estaban sentados alrededor de la misma.
Eran 10 personas en total.
Probablemente, Tenri Hiiragi y las nueve Cabezas de las Ca-
sas. En otras palabras, los padres o madres de Goshi y Mito de-
berían estar presentes. Pero Guren no estaba seguro de quienes
eran.
El hombre sentado en la parte más interna de la mesa redon-
da, habló:
— ¿Eres el hijo de Sakae Ichinose?
57
El hombre hacia que uno se sintiera oprimido. Un cuerpo ro-
busto y grande, pupilas gélidas. Probablemente era muy fuerte.
Por el aura que emitía, se podía deducir que él era el maestro aquí.
En otras palabras, era Tenri Hiiragi.
Guren asintió y bajó su cabeza.
— Ciertamente, así es.
Tenri mantuvo su expresión fría y dijo:
— Oye, ¿qué te sucede?
— ¿Que qué me sucede?
— ¿No comprendes tu estatus? Arrodíllate. Baja más tu ca-
beza. Bájala lo suficiente como para destrozar tu estúpida autoes-
tima –le ordenó. Debía arrodillarse. Le ordenó adoptar una po-
sición que mostrase un servilismo completo al desgraciado que
mató a su padre.
Guren levantó su cabeza, miró a Tenri y dijo:
— Ciertamente, esta es una falta de respeto de mi parte.
Al decirlo, sus rodillas tocaron el suelo.
— ¿No estás dispuesto a resignarte?
—…no, ¿cómo podría?
— Es imposible. No ocultaste la furia en tus ojos.
—……
— Tu padre fue más fuerte que tú. Incluso cuando se le orde-
nó bailar desnudo allí, él siempre sonreía.
Guren sintió como apretaba sus puños de inmediato. Él no
ocultó su ira, por eso estaba así. Él aún no se había vuelto más
fuerte que su padre.
— Bueno –dijo Tenri–, además de fuerte, debería ponerlo
como inútil.
—….
— Pero, escuché que tú eres, más o menos, un poco inteligen-
te. Parece que te las arreglaste para engañar una vez a Seishirō,
¿no?
Él había mentido. Dijo algo como, con el fin de investigar las
acciones de Kureto, él recibió unas órdenes especiales de Tenri.
Después de eso, él le dijo a Seishirō que lo mantuviese en secreto.
Pero parecía que ese estúpido hijo era un boquiflojo.
Guren levantó su cabeza, y dijo:
58
— ¿Cómo podría? Eso fue una simple broma. No creí que
Seishirō-sama escucharía a alguien como yo.
— Si –asintió Tenri–, es cierto. Fue culpa de Seishirō por ha-
berle creído a una escoria como tú. La Casa Hiiragi no necesita
cobardes. Si no fuera mi favorito, no me interesara que fuese ase-
sinado.
— Le ruego que no diga esas bromas.
— Porque por una broma como esta podría matar a todos los
del «Mikado no Tsuki».
— SI, lo entiendo.
— Ya que lo entiendes, ¿dime por qué tienes esa mirada en
tus ojos?
— Me disculpo profundamente. Incluso si este es el caso, se-
guiré siendo obediente.
Tenri lo miró como si lo juzgara.
— Oye, ¿conoces el significado de tu existencia?
— ¿…disculpe?
— Te estoy haciendo una pregunta. ¿Conoces la historia de
cómo la Casa Hiiragi y la Casa Ichinose se dividieron?
Claro que lo sabía. Una mujer Ichinose se enamoró del se-
gundo hijo de la Casa Hiiragi –el primogénito de dicha Casa en-
loqueció de la rabia por eso. El momento en el que él cargó contra
esa pareja por desesperación, fue el momento en el que la historia
del «Mikado no Tsuki» comenzó.
Desde entonces, la humillación constante que la Casa Ichi-
nose recibía fue permitida por la Casa Hiiragi. Menospreciar a
la Casa Ichinose ya era parte del sistema educativo de la Casa
Hiiragi y del «Mikado no Oni».
— Una basura de Casa Secundaria como ustedes solo existen
para ser discriminados –dijo Tenri.
—……
— Aunque no tengo intención de contar la historia de amor
de los ancestros hasta la actualidad, este sistema parece funcionar
muy bien. Los seguidores del «Mikado no Oni» fueron capaces de
reforzar sus identidades y unirse para discriminarlos a ustedes.
—………
— Esta es la razón por la que vives. Si esta razón no existiera,
se hubiesen desintegrado hace mucho. Es mejor que aceptes tu
destino.
59
Tenri se levantó y se acercó a Guren, quien estaba arrodillado.
— Vuelve a bajar tu cabeza.
Al oír la orden, Guren bajó su cabeza.
Lo siguiente que supo, era que su cabeza fue pisada fuerte-
mente.
60
61
Su frente golpeó el piso con tanta fuerza, que la piel se le ras-
gó y la sangre comenzó a fluir de la herida. Pero él no se quejó.
Incluso si se sentía como si fuese a ser despedazado por la
humillación, él no se quejó.
Debió ser en el mismo lugar.
En esa misma habitación, su padre experimentó algo similar.
Una vez cada tantos años, su padre era llamado a asistir a
la reunión de los altos mandos del «Mikado no Oni». Cada vez
que esto sucedía, su padre sonreía y decía: «Iré a pasear a Tokio»,
antes de salir de casa.
Luego de eso, este tipo de cosas pasaban.
Si ese fuera el caso, entonces él también debería ser capaz de
tolerar esto.
Su cabeza fue pisoteada otra vez. El dolor ya no se sentía. La
ira era la única cosa que se encontraba en su corazón; hizo lo
posible para suprimir esa furia.
—…muy bien –dijo Tenri–. Ahora te reconozco como la Ca-
beza de la Casa Ichinose. Por mi bien, esfuérzate en mantener tu
existencia obediente.
Su hombro fue pateado, forzando su cabeza a levantar la mi-
rada.
La sangre brotando de su herida tiñó su ojo derecho; él no
podía abrir ese ojo. Por eso, Guren estudió la habitación con su
ojo izquierdo.
Unos cuantos hombres se reían de él. Parecía que esa era una
escena divertida.
En eso, Guren comprendió que Mahiru realmente había cre-
cido en ese lugar.
Detrás de este padre.
Ella solía ser un sujeto de experimentación humana. Una
pequeñita, en medio de un ambiente tan cruel. Durante su cre-
cimiento, ella nunca recibió el amor de nadie. ¿En qué tipo de
persona se convertiría? Todo eso era lo que él pensó.
Guren recordó su rostro durante su primer encuentro. Ella
dijo ser un hada del bosque.
— Oye, ¿de dónde eres?
— Me preguntó dónde. Si te digo que soy el hada de este
bosque, ¿qué vas a hacer?
— Este no es un bosque, es una montaña.
— Bueno, el hada de la montaña.
— ¿Entonces que negocios tiene conmigo, hada ojou-san?
62
— Si te están intimidando, puedo ayudarte~
Pero, quien necesitaba ayuda, probablemente era ella. Ella
debió estar esperando su redención. Ella quería un compañero
para rebelarse de ese destino. Incluso si se trataba de la basura
Ichinose.
Esa esperanza debió haber persistido hasta ahora. Ella había
estado esperando su redención.
Esperando que alguien cambiara su destino incurable.
— Puedes irte. Desaparece.
Dijo Tenri mientras regresaba a su asiento. Guren se levantó
y bajó su cabeza.
—…muy bien, me retiro.
Se retiró y salió de la habitación.
Luego que saliera, otro de los hijos de Tenri estaba esperando
en los pasillos: Kureto Hiiragi.
Cruzó sus brazos y se inclinó contra el muro. Mirando al en-
sangrentado Guren, Kureto habló:
— Que vista tan inapropiada.
Guren lo ignoró y siguió caminando. Como resultado, Kureto
lo siguió.
— ¿Qué? ¿No viniste a ver a tu padre?
— No, vine a verte.
— ¿Para humillarme?
— Bueno, eso puede ser.
— Entonces, ríete.
— Jajaja.
Era una risa que sonaba seca y carente de humor. Luego, Ku-
reto alcanzó a Guren.
— ¿Te reuniste con mi padre?
—…….
— ¿Qué sucedió?
— Al menos no me puso a bailar desnudo.
— Eso es porque padre estaba de muy buen humor hoy.
63
Parecía que él estaba de buen humor. Fue salvado por una
vez. Guren se frotó el ojo derecho con su palma. La sangre había
cesado. Quizá la herida comenzaría a sanarse también. Ese era el
poder del «Kiju». Una habilidad curativa que los humanos nor-
males no poseían. Guren se frotó los rastros de sangre.
Kureto le entregó un pañuelo.
— Usa esto.
Guren lo ignoró y Kureto se encogió de hombros.
Ambos quedaron en silencio mientras avanzaban por los pa-
sillos y salían del edificio. El coche con chofer de Kureto estaba
estacionado afuera.
— ¡¿Quieres pasear?! Puedo llevarte de vuelta.
— ¿Qué tipo de brisita está soplando hoy? –respondió Guren.
— Al verte en tus débiles momentos, pensé en venderte un
poco de amabilidad.
Pero no era necesario. Kureto tenía la autoridad absoluta. Eso
era algo que Guren no podía contradecir.
Después de todo, este desgraciado estaba reservado para ser
la próxima Cabeza de la Casa.
Por esa razón, si existiese una necesidad para ayudar a Guren,
entonces esa era…
—…el débil, ¿no eres tú, Kureto? –dijo Guren.
Por alguna razón, él pensó en Mahiru. Pensó en ella, quien
nació en la Casa Hiiragi y que esperaba redención.
Kureto sonrió ligeramente. Mientras se sentaba en la parte
trasera del vehículo.
— Bueno, él hecho de que no te hayan matado hoy es bueno.
Porque tu eres una pieza de ajedrez importante para mí.
Pero, ¿qué es lo que estaba tratando de lograr? Eso fue algo
que Guren pensó en silencio.
Kureto lo tenía todo. El poder de hacer todo posible estaba en
sus manos. Si había algo que faltara, entonces ese sería el poder
para rebelarse ante su padre.
Mahiru odió su nacimiento.
¿Con Kureto era igual?
Guren miró al carro irse.
Al final, todos trataban duramente de lograr algo.
64
¿Acaso era un lugar más feliz que este?
Guren levantó la mirada mientras pensaba en eso. Observaba
el cielo de Shibuya.
◆ ◆ ◆
Guren fue a casa todo golpeado y ensangrentado. Tanto Sayu-
ri como Shigure quedaron en shock al ver eso.
— ¡Guren-sama!
— ¿Qué sucedió?
— Nada serio –respondió él.
Sayuri entró en pánico.
— Sin embargo, necesitamos tratar esto de inmediato.
A pesar de eso, la herida ya a estas alturas debería estar sana-
da. Pues el «Kiju» ya poseía habilidades regenerativas inhumanas.
Noya estaba ayudando a sanar la herida. Por eso…
— La herida ya ha desaparecido. Déjenme tomar un baño y
quitarme la sangre –respondió Guren.
— Lo prepararé de inmediato.
Mientras decía eso, Shigure se preparó para alistar el agua.
Guren caminó entre el dúo ruidoso y entró en la sala de estar.
Había un visitante. Un hombre de traje negro: el espía de la
«Secta Hyakuya» que conspiró con Mahiru – Saitou.
Saitou estaba sentado en el sofá. Sonrió ligeramente mientras
lentamente se volvía hacia él.
— Yuju, bienvenido de nuevo, Guren-kun.
Guren miró a Saitou y dijo:
— ¿Qué haces aquí?
— ¿Esto no debería sorprenderte, cierto? Despeas de todo,
bajo la situación especial sobre la investigación del «Kiju», la
«Secta Hyakuya» y el «Mikado no Oni» son aliados.
65
— ¿Y? Soy la basura del «Mikado no Tsuki». Esta alianza no
me concierne, ¿cierto?
— No de nuevo –sonrió Saitou–. Te llevaste a «Asuramaru» y
el progreso de la investigación logró dar otro salto al frente, ¿cier-
to? El que lideró las líneas delanteras, fuiste tú.
Podría estar diciendo eso, pero él era, de hecho, compañero
de Mahiru.
Y la persona que le pasó «Asuramaru» a él, fue Mahiru. Es
decir, este tipo estaba con quien lo controlaba todo.
Guren colocó su mano en la katana en su cintura. Había cosas
que él necesitaba preguntarle a ese tipo.
A pesar de eso, Saitou mantuvo su sonrisa.
— Ah, hablando de tus subordinadas, ellas no están aquí a
pesar de hablamos durante un rato. ¿Sucedió algo? –dijo. Guren
se volvió.
Sayuri y Shigure estaban envueltas con cadenas, habían per-
dido el conocimiento en el pasillo.
Eran las cadenas que Saitou había usado antes.
Guren estaba preparado para desenvainar su espada y cortar
las cadenas, pero…
— Muy bien, te mueves, y mato a tus subordinadas, ¿queda
claro?
—……….
Guren se detuvo.
Saitou lo miró y sonrió.
— Ohh, te detuviste. Sacrificar a tus subordinadas y atacarme
habría sido la mejor opción, ¿no crees?
Guren se volvió y miró a Saitou. Este seguía sonriendo.
— Debido a que eres así, no podrás alcanzar a Mahiru Hiira-
gi. Esto va en contra de tu deseo de fuerza. Hay demasiadas cosas
que atesoras…
Antes de poder terminar, Guren preparó su espada. Absorbió
el poder de Noya y estuvo a punto de descontrolarse mientras
atacaba con todas sus fuerzas. Así, logró reventar las cadenas al-
rededor de Sayuri y Shigure.
Guren pudo sentir un aura asesina desde detrás. Las cadenas
de Saitou se dispararon hacia él. Si él se volviera para acertar al
objetivo, podría ser demasiado tarde. Por eso, él cerró sus ojos y
sintió la atmosfera.
66
Sintió las vibraciones en el aire. Existía una ligera disonancia.
La imagen de él cortado esa disonancia apareció en su mente.
— ¡Ahora, Noya!
Guren se volvió y osciló su espada de acuerdo a lo que ima-
ginó. Siete cadenas fueron disparadas hacia él. Pero él las cortó
todas.
— Ay, ¿qué sucede? Esto es demasiada fuerza.
Saitou saltó hacia atrás para mantener la distancia. Observó
las acciones de Guren con cautela.
Ya que los movimientos de Guren fueron más rápidos de lo
esperado. En eso, Guren miró a Saitou.
— ¿A quién dijiste que no podía alcanzar?
Sin embargo, a Saitou no pareció importarle, y solo sonrió
frívolamente.
— Tú eres el que entiende más esto.
Era cierto. Él aun no podía igualarse a Mahiru.
— ¿Exactamente, quién eres?
— Un asesino de la «Secta Hyakuya»
— Mentiroso. Tú traicionaste a la «Secta Hyakuya».
Más bien, el número de cosas inexplicables serian demasia-
das.
Por ejemplo, el caso de «Yūichirō Amane».
Saitou era la razón por la que se dio a conocer ese incidente.
Normalmente, tales sucesos nunca serian reportados en los bo-
letines.
Fue lo mismo cuando Guren se descontroló. Él intentó borrar
el raciocinio de Guren. Sin embargo, ¿para qué fue eso?
Para la «Secta Hyakuya» esto solo era un error. Después de
todo, que Guren se descontrolara fue permitido por el «Mika-
do no Oni» para obtener el poder del «Kiju», igualándolos con
la «Secta Hyakuya» y haciéndolos formar una alianza. Gracias al
acuerdo de esas dos organizaciones, el progreso del «Kiju» se in-
crementó por saltos y límites.
Más allá de ello, esto debía ser algo que Mahiru esperara.
En resumen, este desgraciado estaba controlando el mundo
junto a Mahiru.
— ¿Qué punto en común compartes con Mahiru? –preguntó
Guren.
— Si te dijera que ahora somos amantes, ¿qué harías? –dijo
Saitou, sonriendo.
67
—…..
— Ah, ¿no te vas a enojar? Bueno, no somos amantes, así que,
relájate. No me atrevería acercarme a una muchachita tan terri-
ble…
Guren lo interrumpió y dijo:
— Cállate. No intento involucrarme en una conversación tan
aburrida. Solo respóndeme.
— Solo si haces una pregunta interesante.
— ¿Quién es «Mikaela Shindo»?
Al oír eso, la expresión de Saitou cambió.
— ¿Y «Yūichirō Amane»?
Ambos de los cuales habían aparecido junto a Saitou.
Más allá de ello, esos dos nombres también aparecían en los
documentos provistos por Mahiru.
El experimento militar llamado «El Serafín del Final» que ac-
tualmente ella conducido por la «Secta Hyakuya» y que requería
sujetos humanos.
Encima de eso, había muchos nombres escritos.
Amane Yūichirō. Mikaela Shindo.
Saotome Yoichi. Saotome Tomoe.
………… …………..
………… …………..
¿Quién sabía si todos tenían algún tipo de conexión con él?
Este tipo definitivamente apreció junto a esos dos chicos.
Encima de ello, podría decirse que este desgraciado quería
que Guren viera eso.
¿De qué iba todo esto?
— ¿Exactamente qué es «El Serafín del Final»? –preguntó
Guren.
— ¿Qué era lo que estaba escrito en los documentos que Ma-
hiru ojou-san dejó?
Se plasmaba que era un arma mágica capaz de destruir masi-
vamente. Superaba al «Kiju» y podría llevar todo a un apocalipsis.
Además de eso, ella dejó unas cuantas pistas. Guren recordó
unas palabras proféticas que ella dijo:
68
— El primero de los escenarios de la destrucción visitará a los
avaros y horrendos adultos. Para ser más precisos, a nivel mun-
dial, todos lo que sean mayores de 13 años morirán. La tierra será
un caos. Los monstruos vagaran por la tierra. El veneno lloverá
del cielo. El Serafín del Final tocará la trompeta. El mundo será
destruido. Los humanos no vivirán. Los débiles humanos serán
incapaces de vivir en un mundo así.
Eso era lo que ella solía decir.
Solía decir que el mundo sería destruido en la navidad próxi-
ma.
Un apocalipsis haría su visita. Un virus desconocido provo-
caría una epidemia global. En otras palabras, «El Serafín del Fi-
nal»…
— ¿Se trata de un arma biológica a gran escala?
Saitou se rió de lo que Guren decía.
— No, no es eso.
— Entonces, ¿qué es exactamente?
— Un castigo de los dioses.
— ¿Ah?
— Es un castigo de los dioses, para castigar a los humanos
arrogantes. Pero esos estúpidos quisieron utilizarlo, militarizarlo.
Ellos ni siquiera saben que hay mejores formas de usarlo.
Guren miró a Saitou y habló.
— Dices qué, si eres tú, ¿tendrías una mejor forma de usarlo?
Saitou asintió con algunos rastros de duda.
— Si, ciertamente así es. Después de eso, Guren Ichinose-san,
¿no te volverías nuestro aliado?
—……..
— Ah, no te preocupes por ser espiado. Todos están destroza-
dos. Todos los que observaban esto también están muertos.
—……….
— Asi que, por favor, sea sincero con sus deseos. Ahora, es-
tas acercándote a la verdad de este mundo. Puedes saberlo antes
que la «Secta Hyakuya», el «Mikado no Oni», y que la mismísima
Casa Hiiragi, conviértete en el centro de todo. Puedes tener todo
lo que deseas. Siempre y cuando tomes mi mano y expreses tu
deseo de ser mi compañero.
69
Saitou extendió su mano. Guren miró esa palma y dijo:
— ¿…que tipo de engaño religioso es este?
— Jajaja, ¿acaso la Cabeza de la Casa Ichinose, la cual gobier-
na una organización religiosa, diría esto?
— Además, no tengo razón alguna en cooperar contigo. Ni
siquiera me has ofrecido algo que quiera.
Saitou se encogió de hombros.
— Una vez que seamos aliados, te daré la información que
quieres. La información de Mahiru ojou-san. Información rela-
cionada al «Serafín del Final». Información para controlar este
mundo.
— ¿Qué necesito ofrecer? ¿Cuál es el precio por toda esta in-
formación?
Saitou pareció bastante sonreír alegremente.
— Tu alma.
—…………
— Para ser más precisos, mata a esas dos subordinadas detrás
de ti. Si puedes hacerlo, entonces serás mi compañero.
—………
— Hay muchas cosas aburridas y engorrosas que estas car-
gando. No puedes moverte rápidamente hacia adelante debido a
eso. No puedes igualar a Mahiru ojou-san. Si quieres ser más rá-
pido y más fuerte que nadie, y obtener lo que quieres…
— ¿Entonces mato a mis amigos?
Saitou sonrió.
— Ellas no son tus amigas. La tiranía que anticipan de ti es
completamente inútil.
—…..
— Ellas simplemente son… obstáculos. Acábalos rápido.
—…….
— Bueno, te diré la verdad, si te hubiese ayudado a matarlas
cuanto estábamos en el tejado de la escuela, las cosas habrían sido
mucho mejores. Sin embargo, debe haber un crecimiento mayor
si las matas con tu propia voluntad. Por eso, mátalas, por favor.
Mahiru también le había dicho eso incontables veces.
No puedes tomar acciones de esa forma. No puedes avanzar
con rapidez.
70
Él también lo sentí así.
¿Qué puedes obtener protegiendo a tus amigos?
Si uno quería ser más fuerte que los demás y moverse con ra-
pidez, tal debilidad errónea no era más que un obstáculo. Incluso
si él mataba a Shigure y a Sayuri, si él no deseaba, con todo el
corazón, avanzar, él no se volvería fuerte.
Al menos, Kureto estaba avanzando por ese camino.
Quizá Tenri Hiiragi también era así.
Y ni hablar de Mahiru.
¿Qué sacrificaron para volverse más fuerte?
¿En qué estaba pensado él? ¿Realmente quería fortalecerse?
Guren sujetó su espada con fuerza. Y en su corazón, habló
con Noya.
— Noya.
«¿Qué?»
— Quiero poder. El tipo de poder que pueda callar a ese tipo.
«Pero lo que él dijo es cierto»
—……….
«Lo más triste es que tu también lo sabes. Si no renuncias a
esa debilidad, nunca podrás avanzar»
—….a pesar de esto, ya he decidido avanzar por este camino.
Esta convicción ya fue decidida cuando Shinya, Goshi, Mito,
Shigure y Sayuri arriesgaron sus vidas para salvarlo y le ofrecie-
ron sus manos.
Él quería caminar por ese sendero. Manteniendo esa aburrida
amista. Así quería avanzar.
Shinya dijo que eso era una locura. Dijo que en este aloca-
do mundo, gritar sobre los amigos y la amistad como un mismo
idiota estaba más allá de la imaginación de Kureto.
Pero él también dijo que por eso, él tuvo que tomar la respon-
sabilidad. Esa responsabilidad de ser el pionero.
Y ahora, Guren quería tomar esa responsabilidad.
Por eso…
71
— Ya basta, dame poder. Entrégale a mi yo actual, el poder
que pueda hacer que todo se rinda ante mí.
Él pudo sentir que Noya reía amargamente.
«Me convertí en el Demonio de un anfitrión obstinado»
Luego de eso, él se sintió como recibía el poder más grande.
Una inimaginable cantidad de maldiciones comenzaron a circu-
lar en sus brazos y rostro.
Saitou miró a Guren y dijo:
— ¿Vas a volver a usar el mismo truco?
—……
— ¿Hacerme rendir con un poder absoluto, forzarme a darte
la información?
— Si.
— Si este es el caso, no puedes volverte fuerte. Incluso me
lograr rendirme con ese poder, no podrás ser capaz de alcanzar a
Mahiru ojou-san.
— Si no lo intento, ¿cómo podré saberlo?
— Lo sé. Además, no puedes ganarme.
Guren no lo sentía de esa forma.
Las cadenas de Saitou no fueron muy rápidas.
Seguía siendo el mismo poder que posiblemente podría ser
una amenaza. Pero ahora, una vez que Guren se concentró, él po-
dría solucionar eso de inmediato.
Saitou, con quien peleó unas cuantas veces, también debería
saber eso.
La investigación «Kiju» estaba progresando a un ritmo sor-
prendente. Entre todo esto, él frecuentemente producía los me-
jores resultados.
Incluso si Saitou estaba equipado con el «Kiju», aun así él po-
dría ganar –esa era la conclusión a la que él había llegado.
— Saca tus armas «Kiju». De todas formas la tienes, ¿cierto?
— No. eso no es bueno para el cuerpo.
— ¿Entonces viniste con las manos vacías?
— Si.
— ¿Eres olvidadizo o despreocupado?
— ¿En serio? Yo, por otro lado, siento que podría derrotarte
con mis manos desnudas. Tu yo actual no puede ni siquiera re-
nunciar a su debilidad.
72
— ¡Haré que te arrepientas de ser tan arrogante!
Guren levantó su espada en alto. Y avanzó.
Fue tan rápido que Saitou no pudo reaccionar a tiempo. Él os-
ciló su espada lateralmente. La parte inferior del cuerpo de Saitou
seria cortada. Sin embargo…
— ¿Hmmm?
Se sintió como si el corte no se realizó.
Saitou saló a una velocidad impresionante y se situó en el te-
jado. Mientras miraba a Guren lánguidamente, él mantenía una
sonrisa relajada.
— Ay, por favor, haz que me arrepienta.
Guren lo atacó. Pero su espada no hizo golpe. No fue solo eso.
El cuerpo completo de Saitou desapareció.
Lo único que él pudo sentir fue un aura asesina llegándole
desde detrás.
— ¡Mierda!
Se volvió para atacar. El cuello de Saitou se encontraba en la
punta de su espada. Aunque sintió que finalmente podría decapi-
tarlo, el golpe seguía sintiéndose como si no alcanzó nada. Saitou
retrocedió y lo esquivó.
— Eh, aun no puedes golpearme.
Cadenas volaron del pecho de Saitou. Eran 2. Los movimien-
tos fueron lentos. Guren pudo romper esas cadenas con su espa-
da. Pero Saitou volvió a desaparecer.
Sus movimientos ni siquiera parecían ser de la misma per-
sona.
Aunque los sonidos que hacia mientras pisaba el techo y las
paredes podían oírse, sus movimientos eran indetectables.
Desde detrás de él, algo sonó.
Guren levantó nuevamente su espada hacia el origen del so-
nido –sin embargo, Shigure estaba ubicada donde su espada pro-
yectaba el corte.
— ¡¿QUÉ?!
Guren usó todas sus fuerzas para detener la espada. Pero no
pudo.
— ¡NOYA! –gritó. Era una orden para que el Demonio se de-
tuviera. No este no lo hizo.
Utilizó todos los músculos de su cuerpo para detener la espa-
da. Finalmente, logró cambiar el curso del arma. Pero a pesar de
eso, solo fue un ligero cambio.
73
Él cortó el brazo izquierdo de Shigure. Fue cortado tan fácil-
mente y enviado a volar. Estando en un estado comatoso, ella no
aulló de dolor.
Pero aun así, el brazo salió volando.
Había cortado el brazo de su amiga.
La sangre se esparcía por todos lados. No cesaba.
La sangre de su amiga brotaba como si de una fuente se tra-
tara.
De pie ante toda esa sangre, el sonriente Saitou se paró.
— Jajaja, esa estuvo buena. Avanza paso a paso. La próxima
vez, será el cuello.
La furia circulaba por su cuerpo. Mientras tanto, Noya devo-
raba esa furia.
Se la tragaba con grandes bocados.
«Muy bien, Guren. Por eso, te daré más poder»
La cantidad de poder que Guren recibió fue unas cuantas ve-
ces mayor a la de hace poco.
Estaba a punto de descontrolarse.
Era necesario suprimir esa ira. Sin embargo, eso no se podía
lograr.
— Maldito….
Luego de eso, Saitou incluso colgó a Sayuri con sus cadenas.
Ella, que estaba detrás de Shigure, también había perdido el co-
nocimiento.
— Tengo 2 escudos. ¿Podrás ser capaz de derrotarme?
—……
— Bueno, hablando de eso, incluso si no tuviese estos dos es-
cudos conmigo, seguirá siendo más fuerte. ¿Por qué crees que sea
así? ¿Por qué es que yo, quien no está usando un «Kiju», puedo
derrotarte?
Guren miró a Saitou y dijo:
— Di lo que te dé la gana.
— Es porque aún no te has acercado a la verdad. Pero si te
vuelves nuestro compañero, podrás tener el mismo poder. Ven,
elige. Corta el escudo y ven a mi lado. Te llevaré a un lugar com-
pletamente nuevo.
Guren no se movió. Su atención estaba en la sangre que fluía
del brazo de Shigure.
Mirando a Guren, Saitou dijo:
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owari

  • 1. 1
  • 2. 2
  • 3. 3
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  • 5. 5 De repente recordó las cosas que sucedieron cuando la cono- ció por vez primera. Fue una noche de verano. Sucedió después que Guren termi- nara sus entrenamientos diarios. Él fue al cauce de río cerca de su casa para calmar un poco su cuerpo herido. — ¿…eres Guren? — ¿Quién? Él se volvió, y vio a una hermosa chica con cabello cenizo allí de pie. Probablemente tenían la misma edad. Era una niña de unos 5 o 6 años de edad. Sin embargo, él nunca había visto su rostro. Los terrenos veci- nos pertenecían a la Casa Ichinose, no debería haber nadie en las cercanías, que él no reconociera. La chica miró la parte superior desnuda del cuerpo de Guren y entrecerró sus ojos. — Esas son unas heridas bastante serias. ¿Te estaban inti- midando? — No –respondió él–, no me estaban intimidando. — ¿Entonces por qué tienes esas heridas tan serias? — Es por el entrenamiento. — ¿Entrenamiento? — Si. — ¿Qué tipo de entrenamiento? Él dirigió su mirada hacia la espada de madera que estaba clavada en las rocas del cauce del río. Cuando ella miró dicho objeto, dijo: — Eh. Entonces debes ser fuerte, Guren. Volvió a decir Guren. Eso quiere decir que ella sabe quién soy. — Oye, ¿de dónde eres? –preguntó él. — Me pregunto dónde… si te digo que soy el hada de este bosque, ¿qué vas a hacer? –dijo sonriendo traviesamente. — Este no es un bosque, es una montaña. — Bueno, el hada de la montaña.
  • 6. 6 — ¿Entonces que negocios tiene conmigo, hada ojou-san? — Si te están intimidando, puedo ayudarte~ — Ya dije que no es eso. Él se levantó del rio y secó su cuerpo con una toalla. La joven- cita se le acercó y estuvo a punto de tocarle las heridas cuando… — Oye… Él habló y retrocedió, haciendo que ella volviera a reía. — Guren, eres muy tímido. — No quiero que una desconocida me toque, ni siquiera se tu nombre. — Entonces si te digo mi nombre, ¿podré tocarte? — No. — Jajaja –dijo eso mientras reía. La luz de la luna ese día era especialmente luminosa y etérea, iluminando su hermosura. Cómo él estaba siendo cautivado por su sonrisa, ella le dijo su nombre–. Me llamo Mahiru. — ¿Mahiru? — Si. — ¿Es como la Mahiru que significa almorzar? — Sí, sí. La Mahiru que significa almorzar. Un bonito nom- bre, ¿cierto? Aunque él no sabía si eso podría considerarse un buen nom- bre, él sintió que era bastante acorde para una niña como ella, que sonreía tan brillantemente. — Bueno, ¿de dónde eres, Mahiru? A lo mejor, ella era la hija de un seguidor del «Mikado no Tsuki». Pues, entre los más obedientes de la Casa Ichinose, solo aque- llos que eran completamente leales y destacados podían entrar a esta área. — Si vienes a un lugar como este, a estas horas, tus padres te regañaran –dijo. Ciertamente, ya eran más de la 1 de la maña- na. La gente del «Mikado no Tsuki» no tendrían permitido acer- carse a Guren a tales horas. A pesar de eso, Mahiru sonrió. — No tengo padres. Eso era imposible. Una niña sin padres no podría ser capaz de entrar a esa área. Sin embargo, ¿quién era ella exactamente?
  • 7. 7 Guren la miró con cautela, y ella volvió a reía. — Por eso es que te dije, que yo soy el hada de este bosque. — Déjate de bromas. ¿Quién eres exactamente? — Si quieres que te lo diga. Mañana, a esta hora, vuelve a bañarte aquí. De esa forma, serás capaz de volverme a ver –dijo eso antes de desaparecer en la profundidad del bosque. Así, él la perdió de vista con facilidad. La primera vez que ellos se vieron, ella era un hada. Desde entonces, y durante unos meses, ella aparecía cada día. Mahiru eligió aparecer en frente de él, estuviesen o no, los adultos presente, y conversaba con él. — Oye, Guren. — ¿Hmm? — ¿Cuál es tu color favorito? — Incluso si me lo preguntas… — Oye, Guren. — ¿Qué? — ¿Has detestado los entrenamientos? — No realmente. Después de todo, todos depositan sus ex- pectativas en mí. — Oye, Guren. — ¿Hmm? — ¿Tuviste una relación amorosa anteriormente? ¿Tienes una novia o algo por el estilo? — Acerca de eso… — Oye, Guren… —………. — Oye, oye, Guren. — ¿Ahora qué, Mahiru? — ¿Qué tipo de chico quieres ser cuando crezcas? — ¿En el futuro? — Si.
  • 8. 8 — Bueno, definitivamente quiero ser fuerte. — ¿Qué pasará si lo logras? — ¿Eh? ¿Hmm, qué sucederá? Bueno, si me hago fuerte, pue- do hacer lo que sea. — ¡¿Lo que sea?! Si es así, entonces si te pido que me traigas algún pastel, ¿podrías hacerlo? — Ehh, probablemente, no podría. — ¿No puedes hacer nada, cierto? Mahiru rió mientras decía eso. Al ver su sonrisa, él también rió. Él la veía cada día, durante varios meses. Sentía como si su encuentro con ella era el centro de su día. Independientemente de si podía ver a Mahiru, la severidad de sus entrenamientos diarios no cambiaba. Casi no tenía tiempo para descansar mientras estudiaba el manejo de la espada y he- chicería. Los entrenamientos para volverse la próxima Cabeza de la Casa Ichinose también procedían como siempre. Todas las esperanzas estaban sobre él. Él era visto como el talentoso en la espada y hechicería. La Casa Ichinose nunca antes había tenido un chico tan ta- lentoso. Su padre también se veía bastante feliz con esto. Por eso, él era adiestrado para ser el más fuerte. Él mismo también quería animar esas expectativas, creyendo que todo podría resolverse una vez que se fortaleciera. Todo podría resolverse una vez que se hiciera fuerte. — Oye, ¿qué quieres llegar a ser en el futuro, Mahiru? — ¿Yo? — Si. Pues siempre estás haciéndome preguntas. — Yo… bueno… primero, quiero ser una novia hermosa. Guren pensó que ya ella era lo suficientemente hermosa, pero él no lo dijo. — Y quiero comer pastel todos los días. — ¿Todos los días?
  • 9. 9 — Si. — ¿Te gustan mucho, cierto? — ¿A ti no? — ¿Hmm? Eh, nunca antes he comido uno. — ¿Ehhhh, nunca has probado un pastel? — Asi es. — Entonces comamos uno la próxima vez. Recuerda pre- pararlo, Guren. — ¿Eh, se supone que debe ser así? — ¿Acaso quieres que una chica lo prepare? —…sobre eso, no tengo dinero, por lo que no podré com- prarlo. Al oír eso, Mahiru lo miró y sonrió amablemente. — Bueno, hagamos un pastel de arena. — Lo siento –se disculpó Guren. — ¿Por qué te disculpas? — Por no poder comprar un pastel. — Tranquilo, está bien. Incluso si no tengo el pastel, el po- der jugar cada día contigo, me hace feliz. —………… — Más que eso, definitivamente te volverás fuerte, y un día me conseguirás un pastel, ¿cierto, Guren? Aunque él no creía que pudiese elaborar un pastel solo siendo fuerte, él respondió: — Si. Si se fortalecía, probablemente tendría dinero para comprar pasteles. Probablemente. Después de eso, Mahiru rió alegremente. — Bueno, esperaré hasta que te hagas fuerte. — Me tomará mucho tiempo. Actualmente, no tengo dinero de bolsillo. — Está bien. Pero debes dejarme convertirme en una novia muy linda. — ¿Eh?
  • 10. 10 — La linda novia de Guren. En el futuro, quiero llegar a ser así. Mientras decía eso, ella era ciertamente hermosa, era como si brillara. Al día siguiente, Guren habló con su padre. — Eh, padre, ¿puedo tener tu atención un momento? — ¿Qué sucede? Pareces muy formal. — ¿Puedo tener algo de dinero de bolsillo? — ¿Dinero de bolsillo? ¿Por qué? ¿Quieres comprar algo? — Si. — ¿Qué es? — Bueno… un pastel. — ¿Pastel? No te puedo permitir eso. Tu dieta necesita estar controlada. Eso te retrasará en tu proceso de fortalecerte. — Ah, pero, no soy el que se lo comerá. Al oír esas palabras, una sonrisa gentil apareció en el rostro de su padre. — Ah, ¿no lo comerás? — Asi es. — Entonces, así si lo permito. ¿Cuánto necesitas? — Ni idea. Nunca antes he tenido un pastel. — ¿En serio? — Si. — Bueno, te daré 1.000 yenes. Puedes comprar dos. —………. — ¿Es necesario que compre dos, no? El otro es para cierta persona a las que ves cada noche. —….. — Por cierto, ¿de qué casa es? ¿Yukimi? ¿O es Hanayori? Aunque lo encuentro un poco apresurado, pero, ser popular es algo bueno. En fin, es necesario que un día te cases. El padre llamó a un subordinado y le dio a Guren 1.000 yenes.
  • 11. 11 Durante todo ese momento, Guren, quien no sabía por qué estaba avergonzado, quedó completamente en silencio. Aun podía recordar a su padre bastante complacido. Su padre siempre era así. Observándolo alegremente mien- tras crecía. A Guren le gustaba eso de su padre. Poderoso, gentil, y res- petado por sus seguidores. Él levantaba la mirada a tal existencia. Después de eso, él fue a comprar el pastel. Con mil yenes, él podía comprar un pastel incluso si todavía no se había fortaleci- do. Como había una gran variedad de pasteles, él no sabía cuál comprar. Por eso, él le preguntó al asistente de ventas: ¿Cuál pue- de ser el pastel, que al dárselo a una chica, la haga feliz?, y compró el pastel de fresas y uno de chocolate. Fue en eso cuando le preguntaron qué cuánto tiempo lo iba a preservar, con eso recordó que, al igual que otros días, él solo podría verla temprano en la mañana. Por eso, él guardó el pastel en el refrigerador. Esta noche, junto al lecho del río, él disfrutaría un pastel con la hermosa hada del bosque. Sin embargo, cuando llegó la noche, un grupo desconocido invadió la Casa Ichinose. Aparentemente, era gente del «Mika- do no Oni», una organización religiosa más grande que la que la Casa Ichinose regía. Luego de eso, se dijo que una persona, bajo la cual el «Mikado no Oni» operaba, estaba desaparecida. El nombre de la desaparecida era Mahiru Hiiragi. Por primera vez en todo el tiempo, Guren presenció los ros- tros de completo pánico de la Casa Ichinose y de los maestros más fuertes del «Mikado no Tsuki», esos que lo entrenaron a él. Su padre parecía estar bastante asustado. Muchas veces bajó su cabeza. Cuando preguntó lo sucedido, se le dijo, por primera vez, la relación entre la Casa Hiiragi y la Casa Ichinose, y la relación en- tre el «Mikado no Oni» y el «Mikado no Tsuki». La diferencia opresiva en relación a la fuerza. Era una existen- cia que la Casa Ichinose no podía desobedecer. Que palabras tan veraces aunque desesperanzada. Y Mahiru… Ella era un miembro de la Casa Hiiragi. Esa noche, Guren tomó el pastel y lo llevó al lecho del río. El hada del bosque apareció.
  • 12. 12 Estaba tan alegre como antes. Viendo lo que él sostenía en las manos, sonrió amablemente. —…trajiste el pastel. Él asintió y ella volvió a reír. — ¿Es porque creíste que eso me alegraría? —…… — Guren. — ¿Hmm? — Lo amo mucho. — ¿Amas el pastel? — Te amo, Guren. —…….. Fuese lo que fuese que le pasara, los latidos de su corazón se incrementarían y se le dificultaría hablar. Mahiru se inclinó hacia él y dijo: — ¿Qué tipo de pastel? — Chocolate y frutillas. — ¡Ambos me fascinan! ¡Oye, Guren, vamos a dividirlos! — No es necesario, si te gustan tantos, puedes quedártelos. Sin embargo, ella sacudió su cabeza. — Quiero partirlos a la mitad. Oye, oye, ¿dónde está el cu- chillito? — Ah… — ¡Bueno, vamos a comerlos con las manos! Mientras decía eso, ella tomó el pastel de frutillas y comenzó a comerlo. — ¡Que rico! Ella parecía bastante feliz al decirlo. Guren comenzó a ale- grarse con solo ver su rostro. Luego de eso, ella dio un pequeño mordisco a la fresa. Sus labios tocaron la fruta y quedó con una pequeña marca de su mordida. Luego de eso… — Oye, Guren. — ¿Qué?
  • 13. 13 — Toma, una fresa. Ella sujetó la fresa medio mordida cerca de la boca de Guren.
  • 14. 14
  • 15. 15 — Vamos, abre la boca. —…….. En eso, Guren habló: — Oye, Mahiru. — ¿Eh? — Hoy escuché que no eres el hada del bosque. — Pero, ciertamente soy el hada del bosque. — Escuche las cosas relacionadas con la Casa Hiiragi y la Casa Ichinose. —……… Las manos de Mahiru dejaron de moverse. El jugo rojo co- menzó a caerse de la fresa medio mordida. — ¿Entonces…? — Bueno… — ¿Ahora no me quieres? Guren sacudió su cabeza. No había razón para no quererla. Pero de lo que su padre había dijo, existía un conflicto sanguí- neo entre la Casa Ichinose y la Casa Hiiragi que estaba persistien- do durante unos cientos de años. Ambos eran completamente incompatibles. Eso era también porque el oponente era más fuerte que ellos. Eran tan fuertes, que la Casa Ichinose no podría quejarse sin im- portar cuanta humillación recibiera. Él recordó el rostro pálido de su padre. Ese, que una vez asu- mió ser muy fuerte, se había vuelto lamentable y maltratado. Pero eso también significaba que él y Mahiru… — Guren –dijo ella–, ¿te volverá fuerte y me tendrás, cierto? Anteriormente, él solía sentir que esto era posible. Solía sentir que podía tener todo, siempre y cuando fuera fuerte. Solía sentir que podría tenerlo todo, una vez que se fortale- ciera. Solía sentir que cualquier sueño podría cumplirse si trabajaba duro. Él tenía talento. Las personas tenían sus esperanzas en él. Solía creer que definitivamente podría lograrlo todo.
  • 16. 16 Sin embargo, su mundo se transformó dramáticamente en tan solo un día. — Oye, Guren. —……. — Oye, Guren. Escuchando eso, dijo: — Oye, Mahiru. — Hasta que finalmente respondes. — Tú… no, siendo de la Casa Hiiragi, ¿por qué estás aquí? — ¿Debe existir alguna razón para nuestro encuentro? — En cuanto a mí, no le encuentro necesidad. Pero debes estar pensando en algo. Te acercaste a mí, aun conociéndome. Sabias mi nombre desde un principio. Sabias todo sobre la Casa Ichinose y la Casa Hiiragi. Sabías que ellos eran las familias se- cundaria y principal respectivamente. — Si. — Entonces, ¿por qué te me acercaste? — Yo… Ella estuvo a punto de responder cuando sintieron que al- guien se acercaba. Un grupo de hombres vistiendo un uniforme distinto estaba caminando hacia ellos. No era gente del «Mikado no Tsuki». — Oye, mocoso –dijo uno de los hombres. El hombre llamó a Guren mocoso en terreno Ichinose. Eso no debería permitirse. Su padre estaba detrás del hombre. Su padre no objetó. El hombre estuvo a punto de agarrar a Guren por el cuello. Sus movimientos fueron muy lentos. Si el agarraba su brazo, se lo fracturaría. Mientras pensaba sus movimientos, sus pupilas se dilataron de inmediato. Sin embargo, su padre, Sakae Ichinose, dijo: — Guren. La precaución fue evidente en su voz. Estaba ordenándole detenerse. Por eso, dejó de moverse.
  • 17. 17 El cuello de su camisa fue agarrado por el hombre. Un cuerpo joven era ligero. Él estaba siendo levantado fácilmente y su cuello resultó herido. Sin embargo, en lugar de dolor, él sintió ira ante esa injusticia repentina. — Oye, mocoso. Había noticias que tenían reuniones secretas con una persona. ¿Quién es? Guren no sabía si debía responder esa pregunta. Él no sintió la presencia de Mahiru. Quizá ya ella había es- capado. En cuanto Mahiru, sería bastante terrible para ella si sus reuniones allí eran expuesta. Si él quería protegerla, entonces no podía decir su nombre. Pero en ese momento, su padre dijo: — Guren, habla con la verdad. Él miró a su padre, quien parecía extremadamente cansado, no sabía que elección tomar. El hombre levantó su puño. Su movimiento fue bastante len- to. Incluso ahora, él podía fracturarle ese brazo que lo sujetaba, sacarle los ojos y matarlo. Y su padre era incluso más fuerte. A pesar de eso, su padre no se movió. Quizá era porque incluso su ellos asesinaban a esos hombres, ellos serían inútiles cuando las fuerzas principales de la Casa Hii- ragi llegaran. No importa cuán fuerte sea un cuerpo. No importa cuán habilidosos sean con la espada. Nada de ello importaría. — ¡Maldito mocoso, respóndeme! –le gritó. — ¿Con quién te reunías aquí? Él no sabía cómo responder a esa pregunta. Ni sabía cuál era la respuesta correcta. Sin importar qué, no tenía idea. Por eso, él eligió lo que quiso. — No. — ¿En serio? — Es cierto. — No puedo garantizar tu vida tan insignificante si mientes. — No miento –en realidad, Guren si estaba mintiendo. Otro hombre tiró de la espalda del hombre y dijo:
  • 18. 18 — No debería existir razón alguna para que Mahiru-sama vi- niese aquí, ¿cierto? — Pero de acuerdo a la información que tenemos… — Eso podría ser información falsa entregada por ella mis- ma… — Que fastidio… ella sigue siendo una niña, ¿en qué está pensando realmente, Mahiru-sama? En eso, el hombre soltó a Guren. Justo cuando él creyó que todo había acabado, el hombre es- tuvo a punto de patear a Guren. Él podía evitarlo también. Pero recibió el golpe a propósito. Le pegó en medio del estó- mago. No podía respirar. — Ugh… Dejó escapar un gemido y aterrizó en el suelo. — Basura de la familia secundaria, que vista tan molesta. Él escupió a Guren, quien estaba tosiendo. La saliva cayó en su cabeza. Su padre no se movía. La tristeza se marcaba en su rostro. En otras palabras, esta era la relación entre la Casa Hiiragi y la Casa Ichinose. Los chicos de la Casa Hiiragi se fueron. Solo quedó su padre. Era tarde en la noche. Todo lo que se podía oír en los alrededores era el sonido del agua fluyendo y el sonido de los latidos de su corazón. Él podía sentir el dolor de ser pateado en el abdomen. Mahiru realmente se había ido. Su padre dijo: — Lo siento, Guren. — ¿Por qué te disculpas? — Te dejé ver la parte más indignante de mí. — No fuiste indignante. —…..
  • 19. 19 Guren se levantó. Miró a su espalda, realmente Mahiru no estaba allí. Había desaparecido completamente. Su padre dijo: — ¿Duele donde te patearon? — No. — ¿Mentiste? —………. — Estuviste reuniéndote aquí con una chica. —………. — ¿Se llama Mahiru Hiiragi? — No. — ¿Entonces con quién te comiste el pastel? — Me lo comí yo solo. — Si mientes, te mataran. Ellos no serán piadosos con noso- tros. —……….. — Oye, Guren. Escucha apropiadamente. No quiero perder a mi hijo por algo como eso. Dijo su padre, mirándolo con sinceridad. Guren también miró esos ojos amables. — No mentí –dijo tal mentira. A su propio padre. Incluso hasta ahora, él no sabía si eso había sido la elección correcta. Su padre lo miró, sus pupilas estaban inmóviles. Aun había cansancio en su rostro. Sin embargo, por alguna razón, él parecía un poco orgulloso. — Bueno, está bien. Elige lo que sientas que sea lo correcto –dijo de repente. Guren levantó su cabeza y miró el rostro de su padre. — ¿Lo que crea correcto? — Si. — Pero, padre. — ¿Qué? — Realmente no entiendo lo que significa lo correcto.
  • 20. 20 Al oír eso, su padre respondió. — Tienes razón en ello. Yo tampoco lo entiendo mucho. Des- pués de esto, habrá muchas cosas más que no entenderemos El padre colocó su palma en la cabeza de Guren, y se la aca- rició con amabilidad. A él le encantaba la calidez de esas manos. Siempre había querido a su padre. — Por eso, si no entiendes lo que es hacer lo correcto. Enton- ces comienza haciendo las cosas que creas correctas. —……… — Después de eso, ya que eres más fuerte que yo, tu respuesta se acercará más a la correcta en comparación a la mía. Guren pudo sentir cómo esa frase atravesaba lo más profun- do de su corazón. Hacer algo que creyese correcto. Su padre también se fue. Guren quedó completamente solo en el lecho del río. Aunque esperó por dos horas, Mahiru no volvió esa noche, Unos cuantos días después, Mahiru apareció durante el des- canso de la tarde. Era un área bastante amplia. Los rayos luminosos de un día soleado bañaban el campo, produciendo una tonalidad verdosa. Era un lugar hermoso. Mahiru continuó riendo de esa forma tan inocente y hermo- sa. — Oye, Guren. ¿Te asustaste, no? — ¿…está bien que vengas a este lugar? Si te ven… — No importa. Ya he verificado que no haya nadie. Ade- más, incluso si me descubren, tú te volverás fuerte y me prote- gerás, ¿cierto? –dijo. Él agarró su espada de madera con fuerza. Su yo actual no tenía el poder para protegerla. Él ni siquiera sabía cuán poderoso debía volverse para prologarla. Sin embargo, ella sonrió. Lo miró de forma preciosa y rió. Guren le dijo: — Aunque ya te lo pregunté antes… — Si. — ¿Por qué quieres venir aquí? ¿Por qué estás aquí ahora? Ella sonrió amablemente y respondió: — Odio estás en casa.
  • 21. 21 — ¿En la Casa Hiiragi? — Si. — ¿Por qué la odias? — Porque mi mamá fue asesinada. —………. — Mi madre fue forzada a entrar en un punto muerto por la Casa Hiiragi antes de morir. Papá no ha querido mirarme ni una sola vez. Por eso, quiero hacer algo que la Casa Hiiragi odie más. — ¿…acercarte a mí? —…….. — Acercarte a escorias como nosotros, la casa secundaria, la Casa Ichinose. Para la Casa Hiiragi, esto es lo más irritante que los haría perder la cabeza. Por eso es que te me acercaste, ¿no? Mahiru dio un paso más cerca. — Hmm, sí. Ya que hablar con el hijo de la asquerosa Casa Ichinose debe ser lo que más odia mi padre. Sin embargo… Mientras decía eso, Mahiru extendió su brazo y acunó el ros- tro de Guren. Su mirada estaba llena de amor mientras lo miraba. — Sin embargo, las cosas no progresaron tan rápidamente. Pues el hijo de la Casa Ichinose es demasiado hermoso, acci- dentalmente me enamoré. Guren tomó su mano, pero no podía hablar. Digamos si su amor por él era genuino. Digamos si él la amaba también. Él aun no tenía el poder para tenerla. — Guren. —…… — Oye, Guren. Te amo. —……. — ¿Qué hay de ti, Guren? —….yo. La conversación terminó allí, él no podía responderle ese día.
  • 22. 22 Pero Mahiru tampoco dijo mucho. Ella alegremente se sentó al lado de Guren. Desde entonces, los días así continuaron por algún tiempo. Ella ya no aparecía de noche en el lecho del río. En lugar de eso, ella optó por aparecer durante el descanso vespertino. Ellos tuvieron muchas conversaciones ingenuas y aburridas. Ya no hablaban del futuro o de cómo las cosas avanzarían desde entonces. Sin embargo, él entrenó más fuerte que antes. Necesitaba ser más fuerte. Mucho, mucho más fuerte. Pero antes de volverse lo suficientemente fuerte como para obtener lo deseado, el día en que todo terminara llegó. Fue en el mismo lugar. En el mismo espacio lleno de pasto. — Oye, Guren –dijo Mahiru. —……. — Oye, Ichinose Guren. — ¿Hmm? — Sobre eso… nosotros… —…. — Luego que nos volvamos adultos… eh, ¿n-nos podemos casar? Ella, quien siempre habló del futuro, dijo algo así. Ella debió saber en ese entonces que las cosas como estas llegarían pronto a su fin. — Tal como estamos ahora, ¿podremos estar juntos por siempre? –dijo. Pero ese sueño fue despedazado de inmediato. Ambos fueron separados, y una década transcurrió desde la última vez que se vieron. Encima de eso, ellos estaban en lados opuestos cuando se vol- vieron a encontrar. Ella estaba siendo poseída. Si no la asesinaban, su familia y subordinados serian ejecutados. La fecha límite era el treinta de septiembre. Antes del 30 de septiembre, si Mahiru no era asesinada, él perdería cosas impor- tantes. Y hoy era…
  • 23. 23 2 de octubre. Guren Ichinose estaba siendo llevado al centro penitenciario. El mismo en el que su padre estaba siendo retenido. Al ver a su hijo entrar en prisión, hizo que su padre se mostrara apático. — ¿…por qué estás viniendo este lugar? Guren miró el rostro de su padre – Sakae Ichinose. Él no se parecía mucho a su padre. Ojos amables, piel blanco-leche. Una personalidad estoica. Ese padre había sido gentil con Guren mientras él lo bañaba con elogios. Por eso, comparado conmigo, definitivamente te convertirás en una mejor Cabeza de la Casa Ichinose. Él extrañaba a ese padre que no era competitivo y era tran- quilo y alegre sin importar lo que sucediera. Sin embargo, el actual padre estaba carente de energías. Su ca- bello estaba desaliñado y se veía feo. Su blanca cabellera era muy notable. Círculos negros adornaban sus ojos, haciéndolo parecer más anciano de lo usual. Aunque a estas alturas Guren no recordaba la edad exacta de su padre, él estaba seguro que no estaba tan viejo como la última vez que se vieron en Nagoya. — ¿…te interrogaron? –preguntó Guren. — No, es falta de sueño. Es todo –dijo su padre, sonriendo amablemente. —……… — Más que eso, Guren, con respecto a ti. ¿Qué haces acá? —……….. — ¿Es por mí? ¿Porque te atraje? — No, padre, no es tu error. — Pero, Guren. — Está bien. No me interrogaron. Tranquilo. — ¿En serio?
  • 24. 24 — Si. — Entonces, ¿qué haces aquí? Al oírlo, él frunció el ceño. ¿Por qué vino? Estaba allí para mirar a su padre. Para reunirse con él. Eso fue permitido por Kureto. —………. Antes de la ejecución, ellos podrían verse una vez. Hiiragi-sa- ma amablemente le garantizó tener la oportunidad de venir y re- unirse con su padre, aunque era duro de hacer. Sus manos temblaban. Parecía como si, aunque estuviese un poco relajado, él pudiese ser tragado por las llamas de la ira. Por- que el Demonio en su cuerpo ya estaba preparado para aprove- charse. Por eso, él trató mucho de no dejar que sus emociones aumentaran. Sin embargo, a pesar de eso… —…padre, lo siento –su voz seguía temblando. — ¿Qué? –respondió su padre con calma, como siempre. — No puedo… salvarte. — ¿Entonces me ejecutarán? — Si. — Ya veo. — Todo es mi culpa. Su padre sonrió y dijo: — No, no lo es. — Pero… Su padre lo interrumpió y colocó su mano sobre la cabeza de Guren. Tal como cuando era un niño, le acarició la cabeza. Como ya era más alto que su padre, él no levantó la mirada como hacía de niño. En lugar de eso, inclinó su cabeza. — Lo siento, padre. Volviendo a sonreír, su padre dijo: — No llores, idiota.
  • 25. 25 — Pero… — Lo has hecho muy bien. Soy afortunado de tener un hijo como tú, y eso me alegra. —…….. Las lágrimas fluyeron sin cesar; no podían detenerse sin im- portar qué. Él quedó en silencio mientras pensaba en su debilidad lamentable. — Bueno –dijo su padre–, si muero, ¿los demás subordinados serán rescatados? Guren asintió. — Si, ya lo negocié. Encima de eso, Mahiru le dio un «Kiju» desconocido con Asuramaru residiendo en él. Esto debería servir como la mayor cosecha de la guerra. Asuramaru tenía la posibilidad de ser capaz de incrementar substancialmente la capacidad natural de las ar- mas «Kiju» con una ligera investigación. Kureto lo recompensó por eso. Al principio fue para que la fecha de ejecución de su padre y subordinados fuera suspendida. Sin embargo, no fue así. Durante la reunión de los altos mandos del «Mikado no Oni», la ejecución de Sakae Ichinose fue decidida. Los miembros de la reunión de los altos mandos incluían a la Cabeza de la Casa Hiiragi –Tenri Hiiragi–, y sus nueve unidades. Esas nueve unidades consistían en las nueve Cabezas restan- tes, excluyendo a la Casa Ichinose. La Casa Nii. La Casa Sanguu. La Casa Shijin. La Casa Goshi. La Casa Rikudou. La Casa Shichikai. La Casa Hakke. La Casa Kuki. La Casa Jūjō. 27
  • 26. 26 Los padres de Goshi y Mito también deberían estar entre ellos. La decisión de la ejecución de Sakae Ichinose fue unánime. La razón fue atroz. Todos acordaron que por traer de vuelta a la vampira y a Asu- ramaru, la cosecha de Guren Ichinose, quien juró lealtad a Kureto Hiiragi, podría incrementar el número de seguidores del «Mika- do no Tsuki». Por eso, para el balance, la ejecución de la Cabeza de la Casa Ichinose –Sakae Ichinose–, fue decidida para reforzar su posi- ción. Esa era la conclusión obtenida. Los minutos de esa reunión fueron escuchados por Goshi y Mito, por lo que fue bastante precisa. En otras palabras, matar a Sakae era un acto para protegerse contra Guren, quien mostró sus habilidades con mucha arrogan- cia. Por eso, Guren Ichinose, quien ni siquiera pudo evitar la muerte de su padre, aumentaría su reputación como un esclavo leal a la Casa Hiiragi. — Oye, padre –preguntó Guren. — ¿Qué? –respondió su padre mientras le acariciaba su ca- beza. — ¿Para qué estamos viviendo? —…… — Si esto continua, solo quedaremos como esclavos. Sin im- portar cuanto nos esforcemos, las cosas no se moverán en la di- rección que queremos. — Todos quieren invertir esta situación –respondió su pa- dre–. Pero esto se debe a la diferencia en el nivel de habilidades, por esto las cosas terminaron de esta forma. — Pero gracias al egoísmo de esos bastardos, vas a morir, pa- dre. — Sí, es cierto. Si me entristezco por eso, entonces, quizá, no exista razón para vivir. Sin embargo, ¿doy la impresión de estar triste? Guren levantó la mirada, y vio que su padre sonreía como siempre. Mirando a su padre de esa forma, él frunció el ceño y dijo: — Siempre sonríes. No lo entiendo. — Porque estoy feliz. Siempre he sentido la felicidad.
  • 27. 27 — Mentiroso. — Cielos. — ¿Dónde está esa felicidad? Tener todas esas cosas terribles siendo lanzadas sobre nosotros, solo para morir lamentablemen- te. A pesar de eso, su padre sonrió amablemente y le dio una palmadita en la cabeza. — Pero puedes seguir viviendo. Luego de mi muerte, serás la Cabeza de la Casa Ichinose. Si se trata de ti, nadie protestará. De eso me siento muy satisfecho. Su padre parecía bastante feliz con eso mientras miraba a Gu- ren sin duda que se presentara en sus ojos. Al oír eso… —……. Guren sintió un dolor amargo recorrer su corazón. Sus lágri- mas amenazaban con volver a brotar… —…f-fui incapaz de ser como tú, padre. — Puedes hacerlo. — Pero… Su padre lo interrumpió: — Si se trata de ti, entonces, todo se puede lograr. Por eso, continúa haciendo lo que creas correcto. En eso, una voz resonó desde fuera. — Oigan, ustedes, salgan. Es hora de ejecutar a Sakae Ichi- nose. Esa frase no sonó como era en realidad. Sin embargo, esas palabras se convertirían en realidad al instante. Su padre sería ejecutado. Las puertas de la prisión se abrieron. Unos cuantos hombres desconocidos entraron corriendo. A su padre no le importó esos hombres, y abrazó fuertemente a Guren. — Bueno, es hora de decir adiós, Guren. — No –Guren respondió con una voz suave y temblorosa. — Es el final. Sonriamos mientras nos separamos. — No quiero. — Gracias, Guren. Por convertirte en mi hijo luego de venir a este mundo. — No quiero esto. Sin embargo, su padre fue agarrado por esos hombres y en- cadenado.
  • 28. 28 Él no podía detener lo que sucedía. Si trataba de intervenir, la ejecución de cientos de sus subordinados seria lo siguiente. Por eso, él no tenía el poder de detener eso. Esto era el adiós. Ya ellos no serían capaces de volverse a ver. — Maldita sea, ¿por qué? ¿Qué es lo que debería hacer exac- tamente…? Guren murmuró mientras su padre habló: — Sonríe, Guren. ¡A partir de ahora, dirigirás el «Mikado no Tsuki»! Eso fue lo que gritó, y con eso, Guren levantó la mirada. Veía como su padre estaba siendo sacado de la prisión. Mirando a su padre ser llevado, él dejó salir algo que nunca había dicho antes. Algo que debió haber dicho muchas, muchas veces antes… — ¡PAPAAAAAAAÁ! —……. — ¡T-también me siento muy orgulloso de haber venido a este mundo siendo tu hijo! Al oír eso, su padre sonrió desde lo más profundo de su co- razón. Luego, él fue sacado de la prisión. El campo de ejecución es- taba afuera. Su padre seria asesinado allí. Guren no podía ver la ejecución de su padre. Su cuerpo care- cía de energías; temporalmente fue incapaz de moverse. Se sentó en la camilla de la celda que su padre usó para acos- tarse, tolerando el flujo del tiempo sin moverse. Tolerando la ejecución de su padre. Tolerando los diversos obstáculos lanzados hacia él. En eso, sin saber cuánto tiempo había pasado, alguien lo vol- vió a llamar. — Oye, Guren. Levantando la mirada, Kureto Hiiragi estaba de pie fuera de la prisión. Mirándolo, Kureto dijo; — Ya terminó. Él quería decir que su padre ya había sido ejecutado. Este bastardo le entregaba el mensaje sin emoción alguna. Sonriendo débilmente, Guren respondió.
  • 29. 29 — ¿Ya? ¿Satisfecho? — Si, mucho. — Bueno, lárgate. — Si. Kureto asintió y se preparó para irse. Pero, deteniendo a mi- rad del camino, dijo: — Una última cosa, estuve bastante complacido con lo que trajiste. Por eso, me opuse a la ejecución. Mi padre fue el que tomó la decisión final. Guren miró a Kureto y dijo; — Eh, ya veo. — Pagaré con lo que trajiste. — ¿Asi que quieres que te lo agradezca? — Si, así eso. — ¿…de qué coño hablar? Al oír la suave quejad e Guren, Kureto lo miró con un poco de pena. — Bueno, comprendo cómo te sientes. Ya él no quería responder. Este bastardo, por nacer en la Casa Hiiragi, probablemente no podía entender nada de eso. Sin embargo, Kureto continuó. — Tus amigos están reunidos aquí. Los dejaré consolarte. — ¿Ah? ¿Qué fue eso? ¿Estas siendo amable conmigo? ¿Qué tipo de brisita está soplando hoy? Kureto le dijo: — A partir de hoy será la Cabeza de la Casa Ichinose. Serás convocado por mi padre. Quiero que entiendas tu posición antes de que eso suceda. — ¿Un esclavo de la Casa Hiiragi? Sin embargo, Kureto sacudió su cabeza. — No. Tú eres mi subordinado. Al oir eso, Guren miró a Kureto. Kureto dijo algo sobre entender su posición antes de encon- trarse con la Cabeza de la Casa Hiiragi – Tenri Hiiragi.
  • 30. 30 Sonaba como que debía priorizar las ordenes de Kureto pri- mero que las de Tenri Hiiragi. Guren siguió mirando a Kureto y dijo: — ¿De qué va todo eso? — Asi como suena. — Podrías ser sospechoso de rebelión. — No. ¿O es que acaso discutirás esto en detalla con alguien? — ¿Y qué si lo hiciera? — También te ejecutarán –dijo Kureto. Pero esto era una falta de su propia debilidad. Sus objetivos no estaban claros. Esto también podía ser una trampa. Una trampa para determinar si Guren, quien se convertiría en la Cabeza de la Casa Ichinose, tenía alguna intención de re- belarse. Por eso, Guren miró a Kureto y dijo: — Kureto. — ¿Hmm? — Hace un momento dijiste que te opusiste a la ejecución de mi padre. — Si. — Solo te agradeceré por eso –dijo Guren. — Tu gratitud es simplemente natural –asintió Kureto y se fue. Guren se sentó en la prisión por algo más de tiempo. Salir de allí significaba enfrentar un mundo diferente. Él lideraría al «Mikado no Tsuki» y a sus seguidores, se con- vertiría en la Cabeza de la Casa Ichinose. El estrés era anormalmente opresivo. Él no creía que sería ca- paz de emular inmediatamente a su padre. Sin embargo… — No tengo más elección que hacerlo… Con eso, se levantó.
  • 31. 31 Porque su padre depositó sus esperanzas en él. Porque él aun quería seguir siendo elogiado por su padre. Porque él quería que su padre se sintiese orgulloso de él la próxima vez que se vieran. Se levantó, salió de prisión, y después de eso, él miró los edi- ficios y dio un paso al frente. En el exterior, eso se había convertido en algún punto de con- gregación. Como si intentaran rodear algo, la gente del «Mikado no Oni» estaba mirando el centro del espacio abierto. Las cámaras alrededor estaban ubicadas de forma estratégica, era como si transmitieran toda la escena a los exteriores. Un cuerpo yacía en el centro de ese espacio abierto. Era el cuerpo de Sakae Ichinose… su padre. Su cabeza cortada estaba a un lado, en el suelo. Parecía que a nadie le interesaba levantar el cuerpo. A lo me- jor ese era el trabajo de Guren. Esto también seria filmado por las cámaras, el poder absoluto de la Casa Hiiragi y la debilidad y ser- vilismo de la Casa Ichinose. Eso sería entregado a los seguidores. —…….. De repente, una voz sonó junto a su oreja. No, quizá era una voz desde su corazón. La voz del Demonio. El Demonio en el arma demoniaca de Guren: «Noya». «Ah, ah, ah, que poderoso. Guren. Que odio tan poderoso. Enloquezcamos. Esto será muy catártico» —……. Guren no respondió. Sin embargo, Noya seguía siendo muy ruidoso. «Incluso si finges estar calmado, no es de utilidad, Guren. Una gran porción de ti ya está fusionada conmigo. Y con Mahiru. Este odio no cesará» Noya dijo mientras le daba poder a Guren. Un poder enorme. Uno que le permitiría difundir su odio de inmediato. Si este poder se descontrolaba, él, al menos, podría matar a esos bastardos a ver como sucedía esta broma tan cruel. Si masacraba, podría liberar su ira, entregar su cuerpo a la ira parecía una elección bastante correcta. —……….
  • 32. 32 Pero Guren no se movió. Ni escuchó el engaño de Noya. Solo en eso, el celular en su bolsillo comenzó a vibrar. Toman- do su celular, un número desconocido se mostró en la pantalla. Él respondió: Las voces de sus amigos sonaron desde el otro extremo de la línea telefónica. Era la voz de Shinya Hiiragi: [¡GUREN! No tienes que hacer eso. Lo limpiaremos. No te muevas] La voz de Mito también se pudo oír desde muy atrás. Sonaba como si estuviese al borde del llanto. [¡Guren, ¿estás bien?!] Incluso la voz de Goshi estuvo presente. [Llegaremos allá lo más pronto posible. ¡Espera un poco más!] Desde la cámara, esos chicos también estaban observando. Eso significaba que Shigure y Sayuri también lo veían. Los seguidores del «Mikado no Tsuki» observaron el desarro- llo de toda esta escena. En frente de ellos, él no podía hacer nada inapropiado. Por eso, Guren dijo: — Shinya. [Solo cinco minutos. Llegaremos de inmediato] — Está bien. No es necesario que vengan. [Imposible. Guren, ahora somos…] Pero Guren lo interrumpió, y dijo: — Luego pueden consolarme apropiadamente. Juguemos. [¡OYE!] Guren terminó la llamada, y apagó su celular. Luego de eso, se enderezó, y miró al centro del espacio abier- to. Subsecuentemente, caminó hacia adelante con la valentía que mostraba qué, a partir de hoy, él sería el que soportaría la Casa Ichinose. Su expresión no se distorsionó.
  • 33. 33 Ocultó su debilidad. Sin importar en qué tipo de situación lo pusieran, él juró res- ponder con calma y paciencia, tal como su padre. Guren se acercó al cuerpo de su padre. Al hacerlo, el odio, nuevamente, surgió de la desesperación, el miedo y la melancolía. Las llamas de la indignación se volvieron a encender. La debilidad e intención de escapar aparecieron. A pesar de eso, él lo suprimió todo. —…está bien, papá –dijo–. Está bien, lo haré. Me convertiré en el buen chico que esperabas que fuera. Por eso, por favor, ob- serva. Él murmuró eso mientras tomaba la cabeza cortada de su pa- dre y la sujetó cerca de su pecho. Después de eso, él cargó con el cuerpo decapitado. En ese momento, él prestó un poco del poder del demonio. Noya le fortaleció sus habilidades físicas. Si no fuese por Noya, probablemente él no habría tenido va- lor y no podría haber sido capaz de mover el cuerpo de su padre. Los espectadores que observaban a Guren estaban en com- pleto silencio. Estaban inmersos en la vista. Observaron calmada mente a la escoria Ichinose que estaba moviendo el cuerpo de su padre. Luego de eso, había más cosas por hacer, ¿no? Él no tenía más elección que vivir una vida estructurada, ¿verdad? Guren siempre sintió que vio la respuesta ese día. La posición en la que estaba y lo que debía proteger. Y en ese día, en medio de la humillación… Guren Ichinose se convirtió en la Cabeza de la Casa Ichinose.
  • 34. 34 El tiempo fluyó a una velocidad asombrosa en los días si- guientes. El cuerpo de su padre le fue permitido se llevado de vuelta a la casa ancestral en Aichi para su respectivo funeral. El «Mikado no Tsuki» tenía la práctica de un entierro natural. Por eso, Guren tuvo que unir la cabeza al cuerpo de su padre an- tes de enterrarlo en la tumba ancestral. Un gran funeral tomó lugar luego. Duró una semana entera. Para entonces, todos habían recibido información de que Gu- ren se convertiría en la nueva Cabeza. Los representantes de las prominentes casas que apoyaban al «Mikado no Tsuki» siempre se habían centrado en el padre para sus saludos. Pero esta vez, ellos desviaron su atención hacia Guren. Quizá todos habían visto la transmisión de la escena en el patio de ejecuciones. La ejecución del padre y la silueta de Guren. Todos vieron –se les permitió ver– esa escena inapropiada de él, y así, prometieron contribuir incansablemente con el progre- so del «Mikado no Tsuki» dedicándolo todo. Se podía decir que ahora, la organizaciones taba más unida. Por otro lado, bajo esa situación, ¿cómo progresaría el «Mi- kado no Tsuki» desde aquí? Cada vez que a él le preguntaban eso, solo podía pensar duramente en esa pregunta. ¿Qué debería hacer exactamente, cuando su padre fue asesi- nado de esa forma y siendo incapaz de hacer algo? —…….. Sin embargo, esa cadena meditativa no podía durar para siempre. Como recibía a los visitantes, él no tuvo mucho tiempo de dormir durante unos cuantos días. —….huh. Guren dejó el depósito de cadáveres y regresó a casa para po- der descansar un poco. Una vez que entró, él vio la sala de estar de estilo patio que su padre adoraba y se sentó. La ropa que llevaba puesta era la que su padre solía usar tam- bién. Ya sea que se tratase de una gran ceremonia, su padre vestía eso. Él nunca esperó usar eso tan pronto. Se sentó de piernas cruzadas en frente de la mesita del café y analizó la sala de estar con una mirada de asombro. Ese jardín también era una creación de su padre.
  • 35. 35 Siempre se sentía que, independientemente de que su padre no tuviese nada que establecer, él estaría presente en esa sala de estar o en el jardín. En este jardín, Guren también recibió lecciones básicas del manejo de la espada por parte de su padre. Él recordó lo sucedido en el pasado. Su padre era estricto du- rante sus entrenamientos, siempre le decía: — Tienes talento. Guren, quien era elogiado y se sentía complacido, comenzó a obsesionarse con la espada. Él nunca lo notó. Pero ahora que lo volvía a ver, él sentía que el jardín era muy hermoso. El sol había comenzado a ponerse. Debían de ser las 5 de la tarde. En eso, desde la esquina de su visión, sus dos asistentes aso- maron sus cabezas desde la puerta. — Eh, Guren-sama. — Guren-sama. Esas eran Sayuri y Shigure. La apatía cubría sus rostros. Tam- bién habían observado la ejecución. Cuando ellas lo vieron abrazar el cadáver de su padre, ambas gritaron de melancolía. — Lamentamos mucho no haber podido estar a su lado. — No pudimos protegerlo, lo lamentamos muchísimo. Ellas lo repitieron una y otra vez. Probablemente no descansaron mucho después de eso. Tras llevar de vuelta el cadáver a Aichi, ambas corrieron con prisa de aquí para allá con los preparativos del funeral. Ambas, quienes se suponían estar más apáticas, dijeron. — Eh, Guren-sama. ¿Está cansado? Shigure continuó. — Un futón ha sido preparado en la habitación, por favor, descanse un poco. — Ustedes descansen –dijo Guren–. Probablemente hayan dormido menos de lo que yo lo hice.
  • 36. 36 — ¡Estamos bien! — Le prepararemos un cambio de ropa de inmediato, Gu- ren-sama, descanse un poco. Guren sacudió su cabeza, — Aun es temprano. — Pero… — Pero descansaré esta noche. Ya he saludado a la gente de las Casas prominentes. Además de eso, ¿podrían traerme una taza de té? Estoy sediento. Ambas parecieron bastante alegres. — Ah, ah, lo prepararé de inmediato. Ellas se fueron mientras respondían. Ambas parecían estar buscando algo con lo que ayudar. Tra- bajar de forma tan incesante, las podría hacer colapsar un día. Hay gente que debería tener un pequeño descanso. Les orde- naré descansar un poco luego que vuelvan –pensó Guren. —………. Con una mirada de asombro, él permitió que el tiempo pa- sara. Sin preocuparse por el futuro, él vagamente miraba el jardín que su padre adoraba. Se oía el susurro de las hojas. Y el fluir del agua. Ahora que pensaba en ello, había unas carpas en el estanque. Aun podía recordar cuan orgulloso estaba su padre cuando logró comprar unas cuantas carpas enormes. Muy impresionante, ¿no, Guren? ¿Cómo respondió a eso? Él dijo algo como si no estuviese in- teresado. Si tan solo hubiese podido compartir la diversión junto a su padre ese día. Ahora que todo era cosa del pasado, él comen- zaba a lamentarse. Justo en eso, un hombre que vestía un traje negro y una cor- bata negra apareció en frente del estanque: era Shinya Hiiragi. Él sostenía una caja grande en su mano. Luego de analizar los alrededores, miró a Guren, y luego: — Hola, Guren –saludó con una sonrisa. — No te llamé para que vinieras –respondió Guren.
  • 37. 37 — ¿Eh? ¿En serio? Shinya dijo mientras se acercaba. Entró en los pasillos sin permiso antes de ir directamente a la sala de estar. — Además, tampoco te di permiso de entrar. Pero Shinya lo ignoró y se sentó al lado opuesto de Guren, diciendo. — ¿Por qué estás en kimono? — No es tu problema. — Eso no te queda bien. — Que molesto. — Solo mentía. Te queda un poco bien, supongo. ¿Es el atuen- do ceremonial de la Casa Ichinose? — Lo que sea. ¿Por qué estás aquí? Al oír eso, Shinya se encogió de hombros y dijo: — Deberías comprenderlo por la forma en la que ando ves- tido… Obviamente era un atuendo de funeral. En otras palabras, este bastardo también había venido para eso. — Al hacer esto, ¿no creíste que un Hiiragi seria cálidamente bienvenido al funeral de la Casa Ichinose? — No, no lo hice. — Pero eres un Hiiragi. — Bueno, es cierto… pero, está bien porque no vine por el funeral. — Entonces, ¿para qué estás aquí? — Eh, obviamente, vine a verte. — ¿Eh? — ¿No lo dijiste por teléfono? Algo así como «consolarme». Verás, traje el juego. El colocó la gran caja en la mesa. El videojuego debería estar dentro. Mirando la caja, las comisuras de los labios de Guren comen- zaron a levantarse sin querer. Con el fin de negarlo, Guren cha- queó su lengua. — Tsk, no puedo andar perdiendo el tiempo como un idiota. Al oír eso, Shinya sonrió.
  • 38. 38 — Aunque digas eso, en realidad estás muy feliz… — No. — ¿Eh? ¿Quisiste decir que tener amigos a estas alturas de la vida se siente grandioso, no? — Nunca dije algo así. — Ahora que hablamos de ello, ¿aquí en tu casa hay algún televisor? Conectemos el jugo. — Ahora estoy muy ocupado, no tengo tiempo para los jue- guitos. — Pero compre un nuevo videojuego, ¿sabes? — ¿Y qué me importa? — Oye, Guren. — ¿Qué? — ¿Está todo bien? Shinya dijo mientras observaba a Guren con una preocupa- ción presente en sus ojos. — Escucharé si necesitas quejarte. —…….. — Está bien si solo necesitas gritar para deshacerte del estrés. Toleraré un poco los gritos y te escucharé. Que molesto, que bastardo tan irritante. Venir todo el camino hasta Aichi con un videojuego y tener tal actitud. — ¿Quién eres? — Tu amigo, ¿bien? –respondió Shinya. — Huh. — Por eso, incluso si lloras en frente de tu amigo, todo está bien. Este es el momento para llorar, ¿no? haber pasado por cosas tan tristes. Ven, llora todo lo que quieras. Llora, llora. Guren frunció el ceño con irritación y dijo: — Realmente eres un bastardo ruidoso. — Pero escuché que si lloras, el cortisol en tu cuerpo saldrá. Eso te ayuda a salir del estrés, ¿sabías?
  • 39. 39 — Ya he llorado. Todo está bien. Shinya lo miró. — Ahh, ¿en serio? — SI. — ¿En frente de quién? Debe ser Shigure o Sayuri, ¿no? Llo- rando de todo corazón diciendo cosas como: esto es tan doloroso, uwahhh, ¿no? Pero Guren miró al jardín y dijo: — En frente de mi padre. Ahí fue cuando lloré. Antes de la ejecución. —…ah, ya veo. — Si. Shinya también miró al jardín. — ¿Este es el jardín de tu padre? — Si. — Es muy hermoso. — Si, mucho… aunque hoy es la primera vez que lo siento de esa forma. En eso, otros visitantes llegaron. Goshi y Mito, quienes ves- tían un traje y atuendo de funeral respectivamente, aparecieron en el jardín. Esto debió haber sido algo imposible. La Casa Ichinose estaba fuertemente custodiada; invadirla era algo fuerte. Claro, si ellos revelaban que eran un Hiiragi, un Goshi y una Jūjō, los cuales eran las Casa prominentes del «Mikado no Oni», ellos podrían entrar de acuerdo a los procedimientos regulares. Sin embargo, Guren no recibió reportes de ello. En otras palabras, no importaba si eran Shinya, Goshi y Mito; todos tomaron sus responsabilidades e invadieron su casa. — Ustedes –dijo Guren–, ¿qué hicieron con las alarmas? — Las desactivamos –dijo Shinya, quien estaba sentado a un lado. Su voz fue calmada. — Sin romperlas. Costó un poco. — Fue porque esas cosas fueron fáciles de destruir. Los guar- dias eran como monos.
  • 40. 40 Imposible. Pero esos tipos podían usar sus armas «Kiju». Po- dían hacer cosas que estaban mucho más allá de los límites de las habilidades humanas. Ellos pudieron evadir las CCTV, y desacti- var la red de seguridad debería ser un trozo de pastel. Más que eso, todo el «Mikado no Oni» ha comenzado a uti- lizar las armas «Kiju». Los rumores también dicen que el veneno del Demonio ha sido inyectado en las masas inocentes por las calles. Una experimentación humana con miles de sujetos experi- mentales ha comenzado. Si ese fuera el caso, la red de seguridad necesitaba ser revisada para evitar objetivos no humanos. Mito miró a su alrededor y luego a Guren. — ¡Ah, allí está! –dijo mientras apuntaba a Guren. Goshi miró también y se acercó, saludando. — Eh, ¿qué tal, Guren? ¿No estás rebosando de vitalidad? Mito continuó, — ¡Estúpido Goshi! ¡¿Cómo puede estar rebosando de vitali- dad?! ¡Guren, eh, ¿estás bien?! Esto, ehhh… Esos dos entraron saludando también. Mito parecía sentir dolor mientras observaba. — Ehh… — ¿Qué? — Por favor, no te sientas triste… Parecía que le tomó mucho tiempo decir eso. Aun así, Guren asintió. — Si –dijo. Y Mito continuó: — Bueno, si existe algo con lo que pueda ayudar… — No hay nada. — Pero… Con su presencia es suficiente, gracias. — Ah… Mito se detuvo. Lo miró, parecía querer decir algo, pero se limitó a no hacerlo.
  • 41. 41 — Comprendo –respondió y se sentó un poco alejada. Goshi se levantó y miró a su alrededor. — Asi que aquí fue donde creciste, ¿eh? Se siente bastante simple. Shinya levantó la mirada hacia Goshi y dijo: — Pero, Goshi, tu provienes de una Casa prominente tam- bién. ¿Acaso tu residencia no es una de estilo japonés? — No, mi residencia tiene un diseño fundamentalmente Oc- cidental. ¡No solo en eficiencia sino que también posee fuerza! ¡Y yo soy el que los retiene a todos! Goshi sonrió frívolamente mientras decía eso. Caminó lentamente sobre el tatami y cruzó sus brazos mien- tras miraba las volutas de pared antes de intentar enrollarlos. — Oye, Guren. — ¿Hmm? — ¿Son caros? — Ni idea. — Pero esta es una decoración de la Casa Ichinose, debe ser costosa. Nunca he podido comprender por qué esta cosa es tan buena. Luego de mirar la voluta por un rato… — Ah, hablando de esto, Guren. Con el fin de alegrarte, te traje un regalo. Al decirlo, él sacó unas cuantas revistas de la bolsa de plástico que llevaba en su mano. Lo que apareció fue una revista cuya por- tada mostraba una mujer usando ropa obscena. Y unas palabras vulgares adornaban su pecho y trasero. — ¡Oye, Goshi! –aunque Mito gritó mientras se levantaba, Goshi… — Oye, oye, Mito-chan. Esto es para Guren. Los hombres recuperan la vitalidad cuando miran cosas como estas durante momentos de tristeza. — Mentiroso. — No miento. Deberías entregar tu cuerpo al deseo, así como esto. Si solo piensas en cosas estúpidas, la tristeza disminuirá… Mito-chan, ¿también piensas así, no? además de dejar que Guren entristezca, quieres que él se relaje, ¿cierto? — No, ehh. Así es como lo pones tú… pero al ver esto, no todo es tan fácil… — Los hombres somos así. Que criaturas tan lamentables. ¿Verdad, Guren? ¿Verdad que es así?
  • 42. 42 — ¿Es así, Guren? De serlo, entonces, solo por esta vez, te permitiré satisfacerte… y leer algo como esto que está aquí. Mito estaba sonrojada por alguna razón. Incluso tenía una mirada misteriosa en su rostro.
  • 43. 43
  • 44. 44 Goshi alegremente abrió la revista porno. Shinya sonrió suavemente mientras miraba a Goshi y a Gu- ren. Sin importar qué, esos tres estaban allí para confortarlo. Amigos, estaba haciendo el tonto por esa inmensa palabra. Ellos incluso hicieron un viaje especial a Aichi. Guren le respondió: — ¿La Casa Goshi y la Casa Jūjō permiten que ustedes ven- gan? Goshi y Mito se miraron entre si y no respondieron. En otras palabras, no se les permitía. La gente de las familias prominentes del «Mikado no Oni» no tenían permitido asistir al funeral de la Casa Ichinose. Eso no era todo, la Cabeza de las Casas Jūjō y Goshi también acordaron la ejecución de Sakae Ichi- nose. Estos chicos hicieron algo prohibido y vinieron acá. Sin embargo, Goshi sonrió: — Estamos de vacaciones en Aichi. Por eso no nos castigarán. Sin embargo, como pagar un hotel es demasiado caro, decidimos quedarnos en la casa de un amigo. — ¿Incluso quieren quedarse? — Preparemos comida deliciosa. — ¿Por qué no se regresan? En eso, Shigure y Sayuri entraron, y, de acuerdo al número de gente presente, trajeron té y bocadillos. — Ah, Sayuri-chan, Shigure-chan, ha pasado mucho tiempo –saludó Goshi. Sayuri y Shigure lo miraron e inclinaron sus cabezas. Mito le siguió: — Ah, Shigure-san, si hay algo en lo que pueda ayudar. — No es necesario –respondió Shigure–. Todo está bien, como visitantes, por favor, diviértanse. Ella colocó las tazas de té en la mesa de café mientras decía eso. — Guren-sama. — ¿Hmm?
  • 45. 45 — Si necesita algo, llámenos. — Quédense –interrumpió Goshi. — Pero, esto está contra las reglas. — ¿Somos amigos, no? — Somos las subordinadas. Al oír eso, Guren asintió. — No, si se quedan aquí, todo estará bien. Sayuri y Shigure se miraron entre sí antes de sonreír alegre- mente. Luego se sentaron en una esquina de la habitación. — Espera –dijo Goshi mientras las miraba–, ¿cómo es posible que esas dos sean tan hermosas, Guren? ¿Qué sucede? ¿Acaso la Casa Ichinose contrata a sus subordinadas de acuerdo a la belle- za? Que pervertido, Guren. Ambas ignoraron la broma de Goshi. — Ehhh, bueno –dijo Mito–, aunque esto no se hará como tributo… Ella le entregó un regalo a Sayuri y a Shigure. Independientemente si esos chicos iban, los alrededores eran muy ruidosos. Guren pudo sentir su ira interna, venganza, miedo y senti- mientos similares que estaban disminuyendo poco a poco. Luego de eso, él pudo sentir el cordón sobre-tensado en su energía. De repente se sintió muy somnoliento. Guren tomó un sorbo del té, esforzándose para reducir el cansancio. — Hmm –murmuró. Al final, él seguía sintiéndose somnoliento. Goshi, Mito, Sayuri y Shigure habían estado muy ruidosos. Goshi hojeaba la revista justo en frente de las chicas, causando un alboroto. En medio de la conmoción, Shinya levantó la caja con el vi- deojuego y se levantó antes de acercarse –a propósito– a un lado de Guren. — Hablemos, Guren. Quiero discutir sobre este nuevo video- juego contigo. Se sentó y comenzó a abrir la caja mientras murmuraba algo más. — ¿Entonces, qué planeas hacer luego de esto? —……..
  • 46. 46 Guren pensó en el significado de esas palabras. ¿Le estaba preguntando cómo planeaba vivir luego de la muerte de su padre, o sobre la desaparecida Mahiru? La ejecución de cientos de subordinados en caso de que Ma- hiru no fuese asesinada ya había sido revocada. Se intercambió por la muerte de su padre, haber llevado vivo un vampiro y un arma «Kiju» desconocida que contenía a «Asu- ramaru». Además, luego de ver cómo Guren se mantuvo leal a Kureto Hiiragi a pesar de la muerte de su padre, los seguidores del «Mi- kado no Oni» parecieron haber tenido una impresión sobre él ligeramente mejor. Un esclavo fiel. Por eso, no existía la necesidad de continuar buscado a Ma- hiru para matarla. Shinya también debería saberlo. No había que seguir buscando a Mahiru. No existía nada para resistirse al «Mikado no Oni». Entonces, ¿qué acciones de deberían tomar a partir de ahora? Temporalmente estaba viviendo la vida de un esclavo. Si exis- tiera la oportunidad de que él avanzara, el único punto de avance estaba oculto en Mahiru. Ya que ella fue la única que tuvo éxito en rebelarse contra el «Mikado no Oni». Hasta ahora, nadie comprendía sus acciones. Aliarse con la «Secta Hyakuya», llevar a cabo experimentos, por su cuenta, y así militarizar el «Kiju» y luego aliarse con los vampiros para avanzar más. Si él quería superar su situación actual de ser impotente in- cluso contra la muerte de su propio padre, entonces era necesario encontrarse con ella. —….. Guren meditaba con los brazos cruzas. Era una venganza personal. Y la paz para los numerosos se- guidores del «Mikado no Tsuki». ¿Cuál lado era el importante? Mahiru le concedió un poder maldito. Un poder que solo podía volverlo fuerte si renunciaba a todo. Aunque sentía que no podía aceptar ese poder, a pesar de eso… —…es necesario volver a ver a Mahiru –dijo y Shinya asintió:
  • 47. 47 — Incluso si no la buscas, si lo que está escrito en su carta de amor, entonces el mundo ciertamente terminará en Navidad. Ciertamente. Todos los que estaban allí lo sabían. El plan del «Serafín del Final» conducido por la «Secta Hyakuya». Aun no estaba claro que daría como resultado. Quizá solo podría tratarse de una amenaza al mundo sin el uso de armas, pero ¿eso era para usar una arma destructiva que pudiese destruir todo el mundo? A pesar de eso, Mahiru solía decir eso. Era necesario renunciar a la humanidad con el fin de vivir. Porque después que el mundo acabase, los humanos no se- rían capaces de sobrevivir. —………. Aun así, Mahiru seguía dirigiendo el camino frente a él. Sin embargo, si el mundo realmente acabase en la navidad presente, entonces era necesario alcanzarla para proteger a sus amigos y seguidores. Por eso, Guren dijo: — Buscar a Mahiru, para proteger a mis amigos. Shinya lo miró y asintió: — Si, te ayudaré. Sin embargo, ¿quieres jugar algunos juegui- tos hoy, verdad? Luego de eso, querrás descansar. Te ves somno- liento. — Si, tanto así, que me quiero morir. — ¿Quieres dormir ahora? — Si me duermo ahora, probablemente me despertaré a mi- tad de la noche. Mejor jugaré contigo. ¿Cuál juego compraste? Shinya sacó la consola de la caja. — Béisbol y lucha libre profesional. ¡Oigan, Guren dijo que quería jugar! Al oír eso, sus amigos lo miraron con diversión. Guren sonrió amargamente. Hace poco había muerto su padre, sin embargo, él se relajó un poco con la gente a su alrededor. Estaba atónito ante su inge- nuidad. Ese día, él no trató de dormir. En lugar de eso, jugó hasta las 2 de la mañana.
  • 48. 48 El juego de lucha libre fue inesperadamente interesante. El gas venenoso que lanzó el avatar enmascarado de Mito fue muy fuerte, haciendo que todos gritaran que ella hacia trampa. Todos los presentes fueron impulsados en medio de la conmoción. Luego del juego, Guren colocó un futón en frente de las con- solas de juego y durmió como un muerto. Sus otros compañeros probablemente también querían des- cansar. Pasar el tiempo con esos amigos, realmente le permitió olvi- dar, en segundos, su ira. Olvidar el estrés opresivo, el miedo. Eso fue algo realmente placentero. Los amigos probablemente lo fortalecen a uno. Luego del uso de las armas demoniacas, esta convicción se vuelve más fuerte. Porque si uno, en frente de sus amigos y familiares, no posee ese tipo de convicción que solo un ser humano podría dominar, entonces, el corazón seria controlado al instante por el Demonio. Por eso es que, tener a Shinya y a los demás visitándolo ese día fue algo realmente grandioso. Sin embargo, a pesar de eso... ◆ Él tuvo un sueño. No, quizá se trataba del mundo dentro de su corazón. En el medio de ese mundo completamente blanco, estaba un pequeño Demonio. Era Noya. Sonreía. «Sin embargo, sin importar cuán calmado pretendas estar, aun puedo comprender la naturaleza de tu corazón, Guren» —………. «Antes de yo llegar aquí, en tu corazón ya residía un Demo- nio. Ese es un fuerte deseo de no perder ante nadie y obtener todo lo posible. Cuando eras joven, creíste que todo era posible, ¿cierto? Esa idea aun la posees» —…….. «Normalmente, este sueño ya debería haber sido abandona- do. Eres como un niño, queriendo cumplir sus sueños. Incluso si eso significa herir a alguien,
  • 49. 49 aun quieres hacerlo. Los deseos se descontrolan. Eso es lo que a Mahiru debió haberle gustado de ti» —………. «A mi también me gusta esa versión de ti. Jajaja, que lamen- table. Tu padre fue asesinado. Te esforzaste para ocultar tu ira. Te resististe a la necesidad de llorar. Jugaste alegremente con todos. Sin embargo, durante ese proceso… tratas de pensar en una for- ma de darle la vuelta al mundo…» — Cállate. «Estas considerando vengart…» — Te dije que te callaras. «Jajaja, me gustas más. Guren. Me gustas. Si puedes conver- tirte en un Demonio, me alegraría muchísimo. Necesitaría agra- decerle a Mahiru» ◆ Se despertó. El sudor bañaba su espalda. En la sala de estar, Shinya, Goshi, Mito, Shigure y Sayuri co- lapsaron en sus futones y dormían, amontonados. Miró el reloj: eran las 4 de la mañana. — ¿…este no es algún tipo de trasnocho? Graznó mientras levantaba su cabeza para ver el techo. Su garganta ardía por la sed. Guren deslizó la puerta y salió. Una hermosa luna colgaba en lo alto del cielo, iluminando el jardín que su padre construyó. Bajo la brillante luz de luna, un Guren débil se paró. No podía suprimir ese aburrido deseo de venganza. Bajo la luna, un Demonio insaciable –el Demonio de la luna– , miró el cielo nocturno iluminado. ◆ ◆ ◆ El funeral duró dos días más.
  • 50. 50 Los fieles seguidores, esos que estaban esparcidos por el país y no se veían con regularidad, se habían congregado en Aichi. Guren se reunió con todos y cada uno de ellos. Todos lamentaron la muerte de Sakae Ichinose y felicitaron a Guren por convertirse en la nueva Cabeza. Le juro mi lealtad a usted. He escuchado mucho sobre usted, Guren-sama. Al tener un sucesor tan excepcional, Sakae-sama debe estar muy feliz. Los mismos saludos se repitieron durante todo el día, dos jó- venes de aproximadamente diez años de edad aparecieron ante él. Uno habló: — ¡Oye, Guren Ichinose! Todos los adultos que estaban cerca quedaron sorprendidos por la forma en como ese chico se dirigió hacia Guren. — Oye, tú. Pero Guren levantó su mano para detener al adulto. — Tranquilo, déjenlo continuar. Después de todo, él vino al funeral. Luego miró al chico, este tenía un cabello marrón té, y unos parpados ligeramente caídos. Detrás de él estaba un chico de cabello negro y una expresión calmada. — ¿Tu nombre? –preguntó Guren. Parpados caídos respondió: — Soy Makoto, y él es Shusaku. — Makoto Narumi y Shusaki Iwasaki –añadió el que se lla- mada Shusaku. Guren había oído esos nombres con anterioridad. Narumi e Iwasaki. Aunque ellos no eran parte de las reconocidas familias funda- doras, ellos habían liderado numerosos seguidores durante bas- tante tiempo. Familias extraordinarias. Por lo que él pudo recor- dar, ellos residían en Nagoya. Guren asintió y dijo: — Asi que eso era. Parece que tienen algo que decir.
  • 51. 51 Narumi asintió fervientemente con su cabeza. — Claro. ¡N-nosotros vimos el video de la ejecución! —…… En lo que Narumi dijo eso, todo el lugar quedó en silencio. Pues eso era un tema prohibido. Podía haber espías de los Hiiragi presentes. Ese era un tema prohibido. Quizá, este tal Narumi era un espía enviado por los Hiiragi para verificar la actitud de Guren. Sin embargo, Guren preguntó. — ¿Entonces? — ¿Entonces qué? Quiero conocer tu opinión luego de haber sido forzado a tolerar eso. — Si. — Crecí en un lugar donde todos a mi alrededor decían que el «Mikado no Tsuki» es la mejor organización existente. Entonces, ¿de qué va todo eso? —………… — ¿Qué fue ese tipo de trato humillante, eh? Yo, yo te admiro mucho. Pues mi padre dijo que los Ichinose son fuertes y gentiles. Ellos pueden dirigirnos por el camino correcto hacia un futuro brillante… pero, eso… Los ojos de Narumi comenzaron a cristalizarse con lágrimas. Parecía que no estaba listo para resistirlo todo. Este sentimiento se podía entender. Cuando Guren conoció por primera vez esa existencia que su yo actual nunca sería capaz de poder contactar, él tuvo la misma sensación. — Si vas a convertirte en la Cabeza de la Casa Ichinose –dijo Narumi–, entonces dímelo. ¿Vamos a ser menospreciados por siempre? —……. — ¿Debemos continuar tolerando esas cosas? —………. — Mi padre no me dio la respuesta. Todo lo que pudo decir fue que tolerara esto, que no había elección y cosas así. Entonces, ¿puedes responderme? Guren Ichinose. Si te vas a convertir en la Cabeza de la Casa Ichinose y liderarnos, entonces, dime, ¿vamos a mantenernos como escorias el resto de nuestras vidas? Narumi lloró. Lloró tanto que parecía poco presentable.
  • 52. 52 Él no era un espía. Eso era seguro. Era un seguidor extrema- damente leal. Pero lo traicioné todo. Los adultos quedaron completamente en silencio mientras esperaban la respuesta de Guren. — ¿Te me acercaste solo para preguntarme esto? –habló Gu- ren. — Si –asintió Narumi. Y Guren le respondió: — Bueno, déjame decirte la verdad. Tal como tu padre lo puso. Somos escorias. Por eso, por mi bien, toleraré esto. Es algo que no se puede evitar. Las lágrimas volvieron a brotar de los ojos del chico, mientras la desesperación y la tristeza cubrían su rostro. Pero Guren ignoró eso y agarró el collar de Narumi y lo acer- có. — Pero esto es temporal. No seas ruidoso y digas cosas tan inútiles. Solo sígueme. Te dejaré ver como es un futuro apropiado. Ante eso, Narumi abrió sus ojos de par en par. En ese momento, las puertas del depósito de cadáveres se ce- rraron rápidamente. Las puertas de la habitación en la que Guren y los demás seguidores estaban también se cerraron. Quizá sus palabras fueron consideradas una información que no debía escaparse. Solo las familias prominentes estaban presente. Y los hom- bres que eran la mano derecha de su padre. Todos eran élites que adiestraron a Guren en el manejo de la espada y la hechicería. Sus movimientos eran rápidos. Ellos rápidamente notarían la presencia de espías. En eso, un hombre de unos cuarenta años de edad, el cual estaba descansando al final, habló. Era el padre de Shigure: Sami- dare Yukimi. — Guren-sama, por favor, compórtese con dignidad. — Esta forma de ponerlo no es nada acorde, ¿cierto? Preguntó Guren. Esta vez, el padre de Sauri, Seishō Hanayori respondió. — No, estamos calmados. Guren-sama, incluso después de ir a Shibuya, que es donde se encuentran los Hiiragi, usted no ha cambiado. Esos dos hombres parecían haber crecido con el padre de Gu- ren. Ellos debieron haberse sentido muy tristes desde el fondo de sus corazones.
  • 53. 53 — Si –asintió Guren, soltó a Narumi y amablemente le dio un empujón en el pecho. Narumi, quien retrocedió unos pasos, parecía un poco alar- mado. — Bueno, ¿te vengarás en nombre de nosotros? Venganza. Venganza. ¿Qué era la venganza? ¿Qué debía ha- cerse para traer felicidad a los seguidores? Aunque era necesario considerarlo, Guren respondió. — ¿Qué acabas de decir? — Eh… ah, cállate, y síguelo. — Eso haré. Narumi levantó la mirada con un poco de felicidad en su ros- tro. — ¿P-puedo confiar en ti? Guren se encogió de hombros. — Confía en lo que quieras confiar. —…y-yo quiero confiar en ti. — Cielos. Entonces mejora. Los enemigos son fuertes. Forta- lécete y ayúdame. — ¡Si! Narumi sonó bastante alegre mientras respondía. Iwasaki, quien estaba detrás de él, le palmeó la espalda y asintió. Viendo a esos dos, Guren entendió que el video de la ejecu- ción lo hirió profundamente a todos. ¿Qué era lo que esos –los que lo seguían a pesar de todo–, estaban persiguiendo? ¿La venganza? ¿La paz? ¿O acaso ambas? ¿Qué debería hacer él? Él comenzó a meditar en la forma en la que debía progresar como Cabeza de la Casa Ichinose. ◆ ◆ ◆ El funeral terminó.
  • 54. 54 Guren planeaba volver a Tokio al día siguiente. Él, quien heredó la posición como Cabeza de la Casa Ichi- nose, fue llamado a asistir a la reunión con los altos mandos del «Mikado no Oni». Era la 1 de la mañana. El metro estaba fuera de servicio. Era necesario tomar un carro hasta Tokio. Si él se iba ahora, llegaría pasadas las 6 de la mañana. Shinya condujo una minivan para recoger a Guren. — Hola, Guren. Bien, volvamos –dijo Shinya. Las ventanas en la parte trasera se abrieron, mostrando a Goshi y a Mito. — Vayamos a casa, Guren. — Vámonos. Al oír eso, Guren respondió. — Se supone que esta es mi casa. — Bueno –dijo Shinya riendo–, eso es cierto. Shigure y Sayuri prepararon su equipaje: — Guren-sama, todo está preparado. Podemos irnos en cual- quier momento. Guren asintió mientras se preparaba para sentarse en la parte posterior del vehículo. Sin embargo, sería muy ruidoso ir junto a Goshi y Mito. Por eso, él se sentó en el asiento junto al conductor. — Entonces, ¿de qué va esto? — Ciertamente, incluso tenemos cartas de póquer listas. Al oír las palabras de Mito, Guren frunció el ceño. — ¿Acaso existe alguien que juegue póquer hasta altas horas de la noche? — Pero es muy interesante. Aparentemente hay una variante llamada «Póquer Cerrado». En eso, ella procedió a explicar cómo jugar Póquer Cerrado, pero Guren la ignoró. Shigure y Sayuri cargaron el equipaje en la van. Todo el es- cuadrón se había reunido y estaba listo para partir. — ¡Bien, nos vamos! ¡Es una oportunidad fuerte la que se avecina, así que mantengámonos despiertos toda la noche y orde- nemos platillos deliciosos en todas las áreas de servicio que haya por el camino!
  • 55. 55 Dijo Goshi con entusiasmo. Y así, el caro comenzó a dirigirse a Tokio.
  • 56. 56 En las profundidades de un calmado sitio residencial en Shi- buya, se encontraba un edificio. Era un lugar que podía llamarse: la sede del «Mikado no Oni». Esta era la primera vez que a Guren lo hacían ir. Aparente- mente, se decía que, sin importar lo que pasase, era necesario reportar al «Mikado no Oni» acerca de la llegada de la nueva Ca- beza de la Casa Ichinose. Luego del estricto chequeo de seguridad y la verificación de identidad, él fue llevado a situarse frete a una enorme puerta ne- gra. La dama que lo recibió le dijo: — Por favor, espere aquí a que sea llamado –y se fue. Guren asintió y esperó allí desde ese momento. Parecía que la Cabeza de la Casa Hiiragi –Tenri Hiiragi–, que también era padre de Kureto, Mahiru y Seishirō, se encontraba en esa habitación. La figura autoritaria que gobernaba todo el «Mikado no Oni». Además de él, se decía que las nueve Casas que decidieron la ejecución del padre de Guren también estaban presente. —…que lentos. Nadie pareció responderle. En ese espacio vacío, 10… no, 20 minutos transcurrieron. ¿Acaso era para reforzar la diferencia en su estatus, o lo había olvidado por completo? Él no lo sabía. En eso, una hora pasó… —…adelante –habló alguien, y con eso, Guren entró en la ha- bitación. Había una mesa redonda. Unos cuantos hombres y mujeres de mediana edad estaban sentados alrededor de la misma. Eran 10 personas en total. Probablemente, Tenri Hiiragi y las nueve Cabezas de las Ca- sas. En otras palabras, los padres o madres de Goshi y Mito de- berían estar presentes. Pero Guren no estaba seguro de quienes eran. El hombre sentado en la parte más interna de la mesa redon- da, habló: — ¿Eres el hijo de Sakae Ichinose?
  • 57. 57 El hombre hacia que uno se sintiera oprimido. Un cuerpo ro- busto y grande, pupilas gélidas. Probablemente era muy fuerte. Por el aura que emitía, se podía deducir que él era el maestro aquí. En otras palabras, era Tenri Hiiragi. Guren asintió y bajó su cabeza. — Ciertamente, así es. Tenri mantuvo su expresión fría y dijo: — Oye, ¿qué te sucede? — ¿Que qué me sucede? — ¿No comprendes tu estatus? Arrodíllate. Baja más tu ca- beza. Bájala lo suficiente como para destrozar tu estúpida autoes- tima –le ordenó. Debía arrodillarse. Le ordenó adoptar una po- sición que mostrase un servilismo completo al desgraciado que mató a su padre. Guren levantó su cabeza, miró a Tenri y dijo: — Ciertamente, esta es una falta de respeto de mi parte. Al decirlo, sus rodillas tocaron el suelo. — ¿No estás dispuesto a resignarte? —…no, ¿cómo podría? — Es imposible. No ocultaste la furia en tus ojos. —…… — Tu padre fue más fuerte que tú. Incluso cuando se le orde- nó bailar desnudo allí, él siempre sonreía. Guren sintió como apretaba sus puños de inmediato. Él no ocultó su ira, por eso estaba así. Él aún no se había vuelto más fuerte que su padre. — Bueno –dijo Tenri–, además de fuerte, debería ponerlo como inútil. —…. — Pero, escuché que tú eres, más o menos, un poco inteligen- te. Parece que te las arreglaste para engañar una vez a Seishirō, ¿no? Él había mentido. Dijo algo como, con el fin de investigar las acciones de Kureto, él recibió unas órdenes especiales de Tenri. Después de eso, él le dijo a Seishirō que lo mantuviese en secreto. Pero parecía que ese estúpido hijo era un boquiflojo. Guren levantó su cabeza, y dijo:
  • 58. 58 — ¿Cómo podría? Eso fue una simple broma. No creí que Seishirō-sama escucharía a alguien como yo. — Si –asintió Tenri–, es cierto. Fue culpa de Seishirō por ha- berle creído a una escoria como tú. La Casa Hiiragi no necesita cobardes. Si no fuera mi favorito, no me interesara que fuese ase- sinado. — Le ruego que no diga esas bromas. — Porque por una broma como esta podría matar a todos los del «Mikado no Tsuki». — SI, lo entiendo. — Ya que lo entiendes, ¿dime por qué tienes esa mirada en tus ojos? — Me disculpo profundamente. Incluso si este es el caso, se- guiré siendo obediente. Tenri lo miró como si lo juzgara. — Oye, ¿conoces el significado de tu existencia? — ¿…disculpe? — Te estoy haciendo una pregunta. ¿Conoces la historia de cómo la Casa Hiiragi y la Casa Ichinose se dividieron? Claro que lo sabía. Una mujer Ichinose se enamoró del se- gundo hijo de la Casa Hiiragi –el primogénito de dicha Casa en- loqueció de la rabia por eso. El momento en el que él cargó contra esa pareja por desesperación, fue el momento en el que la historia del «Mikado no Tsuki» comenzó. Desde entonces, la humillación constante que la Casa Ichi- nose recibía fue permitida por la Casa Hiiragi. Menospreciar a la Casa Ichinose ya era parte del sistema educativo de la Casa Hiiragi y del «Mikado no Oni». — Una basura de Casa Secundaria como ustedes solo existen para ser discriminados –dijo Tenri. —…… — Aunque no tengo intención de contar la historia de amor de los ancestros hasta la actualidad, este sistema parece funcionar muy bien. Los seguidores del «Mikado no Oni» fueron capaces de reforzar sus identidades y unirse para discriminarlos a ustedes. —……… — Esta es la razón por la que vives. Si esta razón no existiera, se hubiesen desintegrado hace mucho. Es mejor que aceptes tu destino.
  • 59. 59 Tenri se levantó y se acercó a Guren, quien estaba arrodillado. — Vuelve a bajar tu cabeza. Al oír la orden, Guren bajó su cabeza. Lo siguiente que supo, era que su cabeza fue pisada fuerte- mente.
  • 60. 60
  • 61. 61 Su frente golpeó el piso con tanta fuerza, que la piel se le ras- gó y la sangre comenzó a fluir de la herida. Pero él no se quejó. Incluso si se sentía como si fuese a ser despedazado por la humillación, él no se quejó. Debió ser en el mismo lugar. En esa misma habitación, su padre experimentó algo similar. Una vez cada tantos años, su padre era llamado a asistir a la reunión de los altos mandos del «Mikado no Oni». Cada vez que esto sucedía, su padre sonreía y decía: «Iré a pasear a Tokio», antes de salir de casa. Luego de eso, este tipo de cosas pasaban. Si ese fuera el caso, entonces él también debería ser capaz de tolerar esto. Su cabeza fue pisoteada otra vez. El dolor ya no se sentía. La ira era la única cosa que se encontraba en su corazón; hizo lo posible para suprimir esa furia. —…muy bien –dijo Tenri–. Ahora te reconozco como la Ca- beza de la Casa Ichinose. Por mi bien, esfuérzate en mantener tu existencia obediente. Su hombro fue pateado, forzando su cabeza a levantar la mi- rada. La sangre brotando de su herida tiñó su ojo derecho; él no podía abrir ese ojo. Por eso, Guren estudió la habitación con su ojo izquierdo. Unos cuantos hombres se reían de él. Parecía que esa era una escena divertida. En eso, Guren comprendió que Mahiru realmente había cre- cido en ese lugar. Detrás de este padre. Ella solía ser un sujeto de experimentación humana. Una pequeñita, en medio de un ambiente tan cruel. Durante su cre- cimiento, ella nunca recibió el amor de nadie. ¿En qué tipo de persona se convertiría? Todo eso era lo que él pensó. Guren recordó su rostro durante su primer encuentro. Ella dijo ser un hada del bosque. — Oye, ¿de dónde eres? — Me preguntó dónde. Si te digo que soy el hada de este bosque, ¿qué vas a hacer? — Este no es un bosque, es una montaña. — Bueno, el hada de la montaña. — ¿Entonces que negocios tiene conmigo, hada ojou-san?
  • 62. 62 — Si te están intimidando, puedo ayudarte~ Pero, quien necesitaba ayuda, probablemente era ella. Ella debió estar esperando su redención. Ella quería un compañero para rebelarse de ese destino. Incluso si se trataba de la basura Ichinose. Esa esperanza debió haber persistido hasta ahora. Ella había estado esperando su redención. Esperando que alguien cambiara su destino incurable. — Puedes irte. Desaparece. Dijo Tenri mientras regresaba a su asiento. Guren se levantó y bajó su cabeza. —…muy bien, me retiro. Se retiró y salió de la habitación. Luego que saliera, otro de los hijos de Tenri estaba esperando en los pasillos: Kureto Hiiragi. Cruzó sus brazos y se inclinó contra el muro. Mirando al en- sangrentado Guren, Kureto habló: — Que vista tan inapropiada. Guren lo ignoró y siguió caminando. Como resultado, Kureto lo siguió. — ¿Qué? ¿No viniste a ver a tu padre? — No, vine a verte. — ¿Para humillarme? — Bueno, eso puede ser. — Entonces, ríete. — Jajaja. Era una risa que sonaba seca y carente de humor. Luego, Ku- reto alcanzó a Guren. — ¿Te reuniste con mi padre? —……. — ¿Qué sucedió? — Al menos no me puso a bailar desnudo. — Eso es porque padre estaba de muy buen humor hoy.
  • 63. 63 Parecía que él estaba de buen humor. Fue salvado por una vez. Guren se frotó el ojo derecho con su palma. La sangre había cesado. Quizá la herida comenzaría a sanarse también. Ese era el poder del «Kiju». Una habilidad curativa que los humanos nor- males no poseían. Guren se frotó los rastros de sangre. Kureto le entregó un pañuelo. — Usa esto. Guren lo ignoró y Kureto se encogió de hombros. Ambos quedaron en silencio mientras avanzaban por los pa- sillos y salían del edificio. El coche con chofer de Kureto estaba estacionado afuera. — ¡¿Quieres pasear?! Puedo llevarte de vuelta. — ¿Qué tipo de brisita está soplando hoy? –respondió Guren. — Al verte en tus débiles momentos, pensé en venderte un poco de amabilidad. Pero no era necesario. Kureto tenía la autoridad absoluta. Eso era algo que Guren no podía contradecir. Después de todo, este desgraciado estaba reservado para ser la próxima Cabeza de la Casa. Por esa razón, si existiese una necesidad para ayudar a Guren, entonces esa era… —…el débil, ¿no eres tú, Kureto? –dijo Guren. Por alguna razón, él pensó en Mahiru. Pensó en ella, quien nació en la Casa Hiiragi y que esperaba redención. Kureto sonrió ligeramente. Mientras se sentaba en la parte trasera del vehículo. — Bueno, él hecho de que no te hayan matado hoy es bueno. Porque tu eres una pieza de ajedrez importante para mí. Pero, ¿qué es lo que estaba tratando de lograr? Eso fue algo que Guren pensó en silencio. Kureto lo tenía todo. El poder de hacer todo posible estaba en sus manos. Si había algo que faltara, entonces ese sería el poder para rebelarse ante su padre. Mahiru odió su nacimiento. ¿Con Kureto era igual? Guren miró al carro irse. Al final, todos trataban duramente de lograr algo.
  • 64. 64 ¿Acaso era un lugar más feliz que este? Guren levantó la mirada mientras pensaba en eso. Observaba el cielo de Shibuya. ◆ ◆ ◆ Guren fue a casa todo golpeado y ensangrentado. Tanto Sayu- ri como Shigure quedaron en shock al ver eso. — ¡Guren-sama! — ¿Qué sucedió? — Nada serio –respondió él. Sayuri entró en pánico. — Sin embargo, necesitamos tratar esto de inmediato. A pesar de eso, la herida ya a estas alturas debería estar sana- da. Pues el «Kiju» ya poseía habilidades regenerativas inhumanas. Noya estaba ayudando a sanar la herida. Por eso… — La herida ya ha desaparecido. Déjenme tomar un baño y quitarme la sangre –respondió Guren. — Lo prepararé de inmediato. Mientras decía eso, Shigure se preparó para alistar el agua. Guren caminó entre el dúo ruidoso y entró en la sala de estar. Había un visitante. Un hombre de traje negro: el espía de la «Secta Hyakuya» que conspiró con Mahiru – Saitou. Saitou estaba sentado en el sofá. Sonrió ligeramente mientras lentamente se volvía hacia él. — Yuju, bienvenido de nuevo, Guren-kun. Guren miró a Saitou y dijo: — ¿Qué haces aquí? — ¿Esto no debería sorprenderte, cierto? Despeas de todo, bajo la situación especial sobre la investigación del «Kiju», la «Secta Hyakuya» y el «Mikado no Oni» son aliados.
  • 65. 65 — ¿Y? Soy la basura del «Mikado no Tsuki». Esta alianza no me concierne, ¿cierto? — No de nuevo –sonrió Saitou–. Te llevaste a «Asuramaru» y el progreso de la investigación logró dar otro salto al frente, ¿cier- to? El que lideró las líneas delanteras, fuiste tú. Podría estar diciendo eso, pero él era, de hecho, compañero de Mahiru. Y la persona que le pasó «Asuramaru» a él, fue Mahiru. Es decir, este tipo estaba con quien lo controlaba todo. Guren colocó su mano en la katana en su cintura. Había cosas que él necesitaba preguntarle a ese tipo. A pesar de eso, Saitou mantuvo su sonrisa. — Ah, hablando de tus subordinadas, ellas no están aquí a pesar de hablamos durante un rato. ¿Sucedió algo? –dijo. Guren se volvió. Sayuri y Shigure estaban envueltas con cadenas, habían per- dido el conocimiento en el pasillo. Eran las cadenas que Saitou había usado antes. Guren estaba preparado para desenvainar su espada y cortar las cadenas, pero… — Muy bien, te mueves, y mato a tus subordinadas, ¿queda claro? —………. Guren se detuvo. Saitou lo miró y sonrió. — Ohh, te detuviste. Sacrificar a tus subordinadas y atacarme habría sido la mejor opción, ¿no crees? Guren se volvió y miró a Saitou. Este seguía sonriendo. — Debido a que eres así, no podrás alcanzar a Mahiru Hiira- gi. Esto va en contra de tu deseo de fuerza. Hay demasiadas cosas que atesoras… Antes de poder terminar, Guren preparó su espada. Absorbió el poder de Noya y estuvo a punto de descontrolarse mientras atacaba con todas sus fuerzas. Así, logró reventar las cadenas al- rededor de Sayuri y Shigure. Guren pudo sentir un aura asesina desde detrás. Las cadenas de Saitou se dispararon hacia él. Si él se volviera para acertar al objetivo, podría ser demasiado tarde. Por eso, él cerró sus ojos y sintió la atmosfera.
  • 66. 66 Sintió las vibraciones en el aire. Existía una ligera disonancia. La imagen de él cortado esa disonancia apareció en su mente. — ¡Ahora, Noya! Guren se volvió y osciló su espada de acuerdo a lo que ima- ginó. Siete cadenas fueron disparadas hacia él. Pero él las cortó todas. — Ay, ¿qué sucede? Esto es demasiada fuerza. Saitou saltó hacia atrás para mantener la distancia. Observó las acciones de Guren con cautela. Ya que los movimientos de Guren fueron más rápidos de lo esperado. En eso, Guren miró a Saitou. — ¿A quién dijiste que no podía alcanzar? Sin embargo, a Saitou no pareció importarle, y solo sonrió frívolamente. — Tú eres el que entiende más esto. Era cierto. Él aun no podía igualarse a Mahiru. — ¿Exactamente, quién eres? — Un asesino de la «Secta Hyakuya» — Mentiroso. Tú traicionaste a la «Secta Hyakuya». Más bien, el número de cosas inexplicables serian demasia- das. Por ejemplo, el caso de «Yūichirō Amane». Saitou era la razón por la que se dio a conocer ese incidente. Normalmente, tales sucesos nunca serian reportados en los bo- letines. Fue lo mismo cuando Guren se descontroló. Él intentó borrar el raciocinio de Guren. Sin embargo, ¿para qué fue eso? Para la «Secta Hyakuya» esto solo era un error. Después de todo, que Guren se descontrolara fue permitido por el «Mika- do no Oni» para obtener el poder del «Kiju», igualándolos con la «Secta Hyakuya» y haciéndolos formar una alianza. Gracias al acuerdo de esas dos organizaciones, el progreso del «Kiju» se in- crementó por saltos y límites. Más allá de ello, esto debía ser algo que Mahiru esperara. En resumen, este desgraciado estaba controlando el mundo junto a Mahiru. — ¿Qué punto en común compartes con Mahiru? –preguntó Guren. — Si te dijera que ahora somos amantes, ¿qué harías? –dijo Saitou, sonriendo.
  • 67. 67 —….. — Ah, ¿no te vas a enojar? Bueno, no somos amantes, así que, relájate. No me atrevería acercarme a una muchachita tan terri- ble… Guren lo interrumpió y dijo: — Cállate. No intento involucrarme en una conversación tan aburrida. Solo respóndeme. — Solo si haces una pregunta interesante. — ¿Quién es «Mikaela Shindo»? Al oír eso, la expresión de Saitou cambió. — ¿Y «Yūichirō Amane»? Ambos de los cuales habían aparecido junto a Saitou. Más allá de ello, esos dos nombres también aparecían en los documentos provistos por Mahiru. El experimento militar llamado «El Serafín del Final» que ac- tualmente ella conducido por la «Secta Hyakuya» y que requería sujetos humanos. Encima de eso, había muchos nombres escritos. Amane Yūichirō. Mikaela Shindo. Saotome Yoichi. Saotome Tomoe. ………… ………….. ………… ………….. ¿Quién sabía si todos tenían algún tipo de conexión con él? Este tipo definitivamente apreció junto a esos dos chicos. Encima de ello, podría decirse que este desgraciado quería que Guren viera eso. ¿De qué iba todo esto? — ¿Exactamente qué es «El Serafín del Final»? –preguntó Guren. — ¿Qué era lo que estaba escrito en los documentos que Ma- hiru ojou-san dejó? Se plasmaba que era un arma mágica capaz de destruir masi- vamente. Superaba al «Kiju» y podría llevar todo a un apocalipsis. Además de eso, ella dejó unas cuantas pistas. Guren recordó unas palabras proféticas que ella dijo:
  • 68. 68 — El primero de los escenarios de la destrucción visitará a los avaros y horrendos adultos. Para ser más precisos, a nivel mun- dial, todos lo que sean mayores de 13 años morirán. La tierra será un caos. Los monstruos vagaran por la tierra. El veneno lloverá del cielo. El Serafín del Final tocará la trompeta. El mundo será destruido. Los humanos no vivirán. Los débiles humanos serán incapaces de vivir en un mundo así. Eso era lo que ella solía decir. Solía decir que el mundo sería destruido en la navidad próxi- ma. Un apocalipsis haría su visita. Un virus desconocido provo- caría una epidemia global. En otras palabras, «El Serafín del Fi- nal»… — ¿Se trata de un arma biológica a gran escala? Saitou se rió de lo que Guren decía. — No, no es eso. — Entonces, ¿qué es exactamente? — Un castigo de los dioses. — ¿Ah? — Es un castigo de los dioses, para castigar a los humanos arrogantes. Pero esos estúpidos quisieron utilizarlo, militarizarlo. Ellos ni siquiera saben que hay mejores formas de usarlo. Guren miró a Saitou y habló. — Dices qué, si eres tú, ¿tendrías una mejor forma de usarlo? Saitou asintió con algunos rastros de duda. — Si, ciertamente así es. Después de eso, Guren Ichinose-san, ¿no te volverías nuestro aliado? —…….. — Ah, no te preocupes por ser espiado. Todos están destroza- dos. Todos los que observaban esto también están muertos. —………. — Asi que, por favor, sea sincero con sus deseos. Ahora, es- tas acercándote a la verdad de este mundo. Puedes saberlo antes que la «Secta Hyakuya», el «Mikado no Oni», y que la mismísima Casa Hiiragi, conviértete en el centro de todo. Puedes tener todo lo que deseas. Siempre y cuando tomes mi mano y expreses tu deseo de ser mi compañero.
  • 69. 69 Saitou extendió su mano. Guren miró esa palma y dijo: — ¿…que tipo de engaño religioso es este? — Jajaja, ¿acaso la Cabeza de la Casa Ichinose, la cual gobier- na una organización religiosa, diría esto? — Además, no tengo razón alguna en cooperar contigo. Ni siquiera me has ofrecido algo que quiera. Saitou se encogió de hombros. — Una vez que seamos aliados, te daré la información que quieres. La información de Mahiru ojou-san. Información rela- cionada al «Serafín del Final». Información para controlar este mundo. — ¿Qué necesito ofrecer? ¿Cuál es el precio por toda esta in- formación? Saitou pareció bastante sonreír alegremente. — Tu alma. —………… — Para ser más precisos, mata a esas dos subordinadas detrás de ti. Si puedes hacerlo, entonces serás mi compañero. —……… — Hay muchas cosas aburridas y engorrosas que estas car- gando. No puedes moverte rápidamente hacia adelante debido a eso. No puedes igualar a Mahiru ojou-san. Si quieres ser más rá- pido y más fuerte que nadie, y obtener lo que quieres… — ¿Entonces mato a mis amigos? Saitou sonrió. — Ellas no son tus amigas. La tiranía que anticipan de ti es completamente inútil. —….. — Ellas simplemente son… obstáculos. Acábalos rápido. —……. — Bueno, te diré la verdad, si te hubiese ayudado a matarlas cuanto estábamos en el tejado de la escuela, las cosas habrían sido mucho mejores. Sin embargo, debe haber un crecimiento mayor si las matas con tu propia voluntad. Por eso, mátalas, por favor. Mahiru también le había dicho eso incontables veces. No puedes tomar acciones de esa forma. No puedes avanzar con rapidez.
  • 70. 70 Él también lo sentí así. ¿Qué puedes obtener protegiendo a tus amigos? Si uno quería ser más fuerte que los demás y moverse con ra- pidez, tal debilidad errónea no era más que un obstáculo. Incluso si él mataba a Shigure y a Sayuri, si él no deseaba, con todo el corazón, avanzar, él no se volvería fuerte. Al menos, Kureto estaba avanzando por ese camino. Quizá Tenri Hiiragi también era así. Y ni hablar de Mahiru. ¿Qué sacrificaron para volverse más fuerte? ¿En qué estaba pensado él? ¿Realmente quería fortalecerse? Guren sujetó su espada con fuerza. Y en su corazón, habló con Noya. — Noya. «¿Qué?» — Quiero poder. El tipo de poder que pueda callar a ese tipo. «Pero lo que él dijo es cierto» —………. «Lo más triste es que tu también lo sabes. Si no renuncias a esa debilidad, nunca podrás avanzar» —….a pesar de esto, ya he decidido avanzar por este camino. Esta convicción ya fue decidida cuando Shinya, Goshi, Mito, Shigure y Sayuri arriesgaron sus vidas para salvarlo y le ofrecie- ron sus manos. Él quería caminar por ese sendero. Manteniendo esa aburrida amista. Así quería avanzar. Shinya dijo que eso era una locura. Dijo que en este aloca- do mundo, gritar sobre los amigos y la amistad como un mismo idiota estaba más allá de la imaginación de Kureto. Pero él también dijo que por eso, él tuvo que tomar la respon- sabilidad. Esa responsabilidad de ser el pionero. Y ahora, Guren quería tomar esa responsabilidad. Por eso…
  • 71. 71 — Ya basta, dame poder. Entrégale a mi yo actual, el poder que pueda hacer que todo se rinda ante mí. Él pudo sentir que Noya reía amargamente. «Me convertí en el Demonio de un anfitrión obstinado» Luego de eso, él se sintió como recibía el poder más grande. Una inimaginable cantidad de maldiciones comenzaron a circu- lar en sus brazos y rostro. Saitou miró a Guren y dijo: — ¿Vas a volver a usar el mismo truco? —…… — ¿Hacerme rendir con un poder absoluto, forzarme a darte la información? — Si. — Si este es el caso, no puedes volverte fuerte. Incluso me lograr rendirme con ese poder, no podrás ser capaz de alcanzar a Mahiru ojou-san. — Si no lo intento, ¿cómo podré saberlo? — Lo sé. Además, no puedes ganarme. Guren no lo sentía de esa forma. Las cadenas de Saitou no fueron muy rápidas. Seguía siendo el mismo poder que posiblemente podría ser una amenaza. Pero ahora, una vez que Guren se concentró, él po- dría solucionar eso de inmediato. Saitou, con quien peleó unas cuantas veces, también debería saber eso. La investigación «Kiju» estaba progresando a un ritmo sor- prendente. Entre todo esto, él frecuentemente producía los me- jores resultados. Incluso si Saitou estaba equipado con el «Kiju», aun así él po- dría ganar –esa era la conclusión a la que él había llegado. — Saca tus armas «Kiju». De todas formas la tienes, ¿cierto? — No. eso no es bueno para el cuerpo. — ¿Entonces viniste con las manos vacías? — Si. — ¿Eres olvidadizo o despreocupado? — ¿En serio? Yo, por otro lado, siento que podría derrotarte con mis manos desnudas. Tu yo actual no puede ni siquiera re- nunciar a su debilidad.
  • 72. 72 — ¡Haré que te arrepientas de ser tan arrogante! Guren levantó su espada en alto. Y avanzó. Fue tan rápido que Saitou no pudo reaccionar a tiempo. Él os- ciló su espada lateralmente. La parte inferior del cuerpo de Saitou seria cortada. Sin embargo… — ¿Hmmm? Se sintió como si el corte no se realizó. Saitou saló a una velocidad impresionante y se situó en el te- jado. Mientras miraba a Guren lánguidamente, él mantenía una sonrisa relajada. — Ay, por favor, haz que me arrepienta. Guren lo atacó. Pero su espada no hizo golpe. No fue solo eso. El cuerpo completo de Saitou desapareció. Lo único que él pudo sentir fue un aura asesina llegándole desde detrás. — ¡Mierda! Se volvió para atacar. El cuello de Saitou se encontraba en la punta de su espada. Aunque sintió que finalmente podría decapi- tarlo, el golpe seguía sintiéndose como si no alcanzó nada. Saitou retrocedió y lo esquivó. — Eh, aun no puedes golpearme. Cadenas volaron del pecho de Saitou. Eran 2. Los movimien- tos fueron lentos. Guren pudo romper esas cadenas con su espa- da. Pero Saitou volvió a desaparecer. Sus movimientos ni siquiera parecían ser de la misma per- sona. Aunque los sonidos que hacia mientras pisaba el techo y las paredes podían oírse, sus movimientos eran indetectables. Desde detrás de él, algo sonó. Guren levantó nuevamente su espada hacia el origen del so- nido –sin embargo, Shigure estaba ubicada donde su espada pro- yectaba el corte. — ¡¿QUÉ?! Guren usó todas sus fuerzas para detener la espada. Pero no pudo. — ¡NOYA! –gritó. Era una orden para que el Demonio se de- tuviera. No este no lo hizo. Utilizó todos los músculos de su cuerpo para detener la espa- da. Finalmente, logró cambiar el curso del arma. Pero a pesar de eso, solo fue un ligero cambio.
  • 73. 73 Él cortó el brazo izquierdo de Shigure. Fue cortado tan fácil- mente y enviado a volar. Estando en un estado comatoso, ella no aulló de dolor. Pero aun así, el brazo salió volando. Había cortado el brazo de su amiga. La sangre se esparcía por todos lados. No cesaba. La sangre de su amiga brotaba como si de una fuente se tra- tara. De pie ante toda esa sangre, el sonriente Saitou se paró. — Jajaja, esa estuvo buena. Avanza paso a paso. La próxima vez, será el cuello. La furia circulaba por su cuerpo. Mientras tanto, Noya devo- raba esa furia. Se la tragaba con grandes bocados. «Muy bien, Guren. Por eso, te daré más poder» La cantidad de poder que Guren recibió fue unas cuantas ve- ces mayor a la de hace poco. Estaba a punto de descontrolarse. Era necesario suprimir esa ira. Sin embargo, eso no se podía lograr. — Maldito…. Luego de eso, Saitou incluso colgó a Sayuri con sus cadenas. Ella, que estaba detrás de Shigure, también había perdido el co- nocimiento. — Tengo 2 escudos. ¿Podrás ser capaz de derrotarme? —…… — Bueno, hablando de eso, incluso si no tuviese estos dos es- cudos conmigo, seguirá siendo más fuerte. ¿Por qué crees que sea así? ¿Por qué es que yo, quien no está usando un «Kiju», puedo derrotarte? Guren miró a Saitou y dijo: — Di lo que te dé la gana. — Es porque aún no te has acercado a la verdad. Pero si te vuelves nuestro compañero, podrás tener el mismo poder. Ven, elige. Corta el escudo y ven a mi lado. Te llevaré a un lugar com- pletamente nuevo. Guren no se movió. Su atención estaba en la sangre que fluía del brazo de Shigure. Mirando a Guren, Saitou dijo: