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Los pacientes aquejados de valvulopatía que acuden para ser sometidos a una interven-
ción quirúrgica representan un gran reto para los anestesiólogos. Durante las tres últimas
décadas se han logrado avances continuos en el conocimiento de la fisiopatología de las
valvulopatías y en las técnicas quirúrgicas para corregirlas. Durante el período periope-
ratorio pueden encontrarse pacientes con valvulopatías en diferentes estadios de su enfer-
medad, gracias al perfeccionamiento de unos sistemas de monitorización incruentos de la
función cardíaca más eficientes y seguros, a las nuevas técnicas quirúrgicas, a los mejo-
res diseños de las prótesis valvulares y a la elaboración de normas para establecer el mejor
momento en el que se debe realizar la intervención quirúrgica. El especialista al cargo de
dicho período debe ser consciente de los distintos efectos que tienen las variables hemo-
dinámicas en esta subpoblación de pacientes. Por lo general, el objetivo en las lesiones
estenóticas es mejorar el flujo de salida, mientras que en las lesiones con reflujo por insu-
ficiencia la meta es disminuir la regurgitación retrógrada. La planificación de la cirugía
también ha experimentado cambios importantes. En la actualidad, ya no es necesario, ni
incluso aconsejable, demorar la cirugía hasta que existan síntomas de enfermedad avan-
zada; así pues, hoy día cada vez se programan antes las intervenciones, en comparación
con lo que se hacía hace una década. Por otra parte, la mayoría de los pacientes que pade-
ce un estadio avanzado de la enfermedad, y que antes se consideraba inoperables, en la
actualidad puede beneficiarse notablemente de una cirugía valvular [1]. Según las normas
delAmerican College of Cardiology/American HeartAssociation (ACC/AHA), la valvu-
lopatía grave se considera un factor pronóstico clínico mayor de riesgo cardíaco, y debe-
ría obligar a una demora o a una cancelación de una cirugía no cardíaca programada, a
considerar la idoneidad de un estudio ecocardiográfico, un cateterismo cardíaco o la posi-
bilidad de una cirugía valvular previa a la intervención [2]. Las cinco variables que deben
tenerse en cuenta en las valvulopatías son: 1) precarga; 2) poscarga; 3) contractilidad mio-
cárdica; 4) frecuencia cardíaca, y 5) ritmo. A continuación, se describen los objetivos de
la anestesia para cada valvulopatía en función de estas cinco variables. La monitorización
de los pacientes que sufren cualquiera de estas alteraciones valvulares depende de la gra-
487
*Autor para la correspondencia.
Dirección electrónica: viji.kurup@yale.edu (V. Kurup).
SAUNDERS
CLÍNICAS
ANESTESIOLÓGICAS
DE NORTEAMÉRICAAnesthesiology Clin N Am
24 (2006) 487 – 508
Valvulopatías cardíacas
Viji Kurup, MD*, y Ala’ Sami Haddadin, MD
Department of Anesthesiology, Yale University School of Medicine, 333 Cedar Street,
P.O. Box 208051, New Haven, CT 06510-8051, USA
487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 487
vedad de la lesión, de la morbilidad asociada y del tipo de cirugía. En los pacientes con
enfermedad leve y propuestos para cirugía menor, todo lo que se necesita es una monito-
rización incruenta, mientras que en los pacientes con una enfermedad grave o programa-
dos para una intervención quirúrgica con pérdidas hídricas importantes puede precisarse
una monitorización cruenta con una vía arterial, un catéter de arteria pulmonar (CAP) o
una ecografía cardíaca transesofágica (ETE) intraoperatoria.
Estenosis aórtica
Generalidades
La estenosis aórtica (EAo) es la lesión valvular cardíaca más frecuente en los adultos nor-
teamericanos, y su incidencia está creciendo, en parte porque se trata de una patología
degenerativa propia del envejecimiento, y la población de este país cada vez es más lon-
geva. La causa más habitual de EAo es la degeneración y calcificación en la población
anciana, mientras que la estenosis de una válvula bicúspide es más habitual en la pobla-
ción más joven. El área de la válvula aórtica normal mide de 2,6 a 3,5 cm2. La EAo se
consideraba una enfermedad «degenerativa», pero en la actualidad se ha detectado que la
lesión precoz es un proceso inflamatorio activo con algunas similitudes con la arterio-
esclerosis [3]. También se ha observado que los pacientes asintomáticos con una EAo de
moderada a grave tienen un pronóstico bueno durante su período «latente», y su riesgo
de muerte súbita o de causa cardíaca es bajo. Los datos indican que los pacientes asinto-
máticos con una EAo pueden tratarse con un seguimiento médico mientras permanezcan
sin síntomas [4]. La supervivencia es prácticamente normal hasta que aparecen síntomas
de angina, síncope o insuficiencia cardíaca, tras los cuales disminuye bruscamente la
supervivencia; de hecho, cerca del 75% de los pacientes sintomáticos sucumbirá a lo
largo de los 3 años siguientes del comienzo de los síntomas sin una sustitución valvular.
Por lo general, los síntomas pueden atribuirse a una EAo si el área de la válvula es menor
de 1,0 cm2 o si la media del gradiente transvalvular supera los 50 mmHg [1]. Por término
medio, la velocidad de progresión de la EAo va disminuyendo el área de la válvula en
0,1 cm2/año, o incrementando el gradiente de presión transvalvular entre 8 y 10 mmHg
por año. Se ha verificado que la aparición de angina, síncope y disnea guarda relación con
un promedio de tiempo hasta la muerte de 5, 3 y 2 años, respectivamente [5]. Desde que
Goldman et al [6] mencionaron en 1977 la aparición de complicaciones cardíacas mayo-
res en el 13% de 23 pacientes que padecían una EAo, éstas se engloban dentro de un
grupo de riesgo de complicaciones perioperatorias superior a la media. Estudios más
recientes han reafirmado este concepto, y los pacientes aquejados de EAo se encuadran
dentro del grupo de alto riesgo de mortalidad perioperatoria y de IM no mortal, con inde-
pendencia de otros factores de riesgo (14 frente al 2% en la población general) [7].
Evaluación preoperatoria
La valoración preoperatoria del paciente que sufre una estenosis aórtica se fundamenta
en una anamnesis cuidadosa de los síntomas de angina, síncope y disnea. Al estudiar a
un paciente con una valvulopatía de este tipo, la anamnesis y la exploración física deta-
VIJI KURUP Y ALA’ SAMI HADDADIN488
487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 488
lladas resultan primordiales para identificar a los individuos de alto riesgo. En los
pacientes con una válvula aórtica bicúspide conocida hay que recordar la relación con la
coartación de la aorta. No resulta plausible ni práctico solicitar una exploración ecocar-
diográfica en cada paciente que padece una EAo. La angina secundaria a esta valvulo-
patía se debe al aumento de la demanda originada por la presión y la limitada reserva del
flujo sanguíneo coronario. El síncope se debe a arritmias ventriculares o a disfunción de
los barorreceptores con un gasto cardíaco relativamente fijo. La insuficiencia cardíaca
es consecuencia de una disfunción diastólica, más que de una disfunción sistólica.
La muerte súbita se produce predominantemente en pacientes con EAo sintomática.
Los datos de la exploración física en los pacientes con EAo son:
1. El pulso ascendente lento «parvus et tardus», suele asociarse a una muesca en el
movimiento hacia arriba (pulso anacrótico) o con frémito sistólico.
2. A veces se percibe un impulso apical cardíaco mantenido o un impulso doble
secundario al cuarto ruido cardíaco, y puede palparse una «patada auricular». En
la zona aórtica puede percibirse un frémito sistólico.
3. Segundo ruido cardíaco apagado o inaudible cuando los velos valvulares aórticos
pierden la movilidad.
4. Chasquido sistólico de eyección, a menos que la válvula haya perdido la movili-
dad y esté calcificada.
5. Desdoblamiento invertido del segundo ruido cardíaco (desdoblamiento en espi-
ración).
6. Cuarto ruido cardíaco prominente, a menos que coexista una estenosis mitral que
lo suprima.
7. Soplo sistólico de eyección que suele tener una «forma de diamante» (crescendo-
decrescendo). El soplo suele alargarse cuando la enfermedad es más grave, ya
que se necesita un tiempo de eyección más largo. Suele ser un soplo rudo que se
escucha mejor sobre la zona aórtica. Se irradia a las carótidas y también hacia la
zona anterior del corazón. La intensidad del soplo no es una buena guía de la gra-
vedad de la afección, ya que está atenuado por un gasto cardíaco disminuido,
y en los casos graves el soplo puede ser inaudible.
En los pacientes sintomáticos, en aquellos con una capacidad funcional deficiente o
en los que presentan datos conflictivos respecto a la gravedad de la estenosis, lo más útil
es solicitar un estudio ecocardiográfico del corazón centrado en la morfología y los gra-
dientes a través de la válvula.
Hay que tener presente la posibilidad de que coexistan simultáneamente arteriopatía
coronaria y EAo, por lo que la anamnesis y la exploración física deben descartar los datos
que apunten hacia dicha relación [8,9].Asimismo, en la evaluación del riesgo preoperatorio
debe incluirse la existencia de una estenosis carotídea relevante. Tampoco hay datos claros
con respecto al momento en el que se debe realizar una reparación o una sustitución valvu-
lar antes de una cirugía no cardíaca. La idea más extendida es que la indicación es la misma
que si no existiese la necesidad de cirugía [10]. Las categorías controvertidas son los pacien-
tes asintomáticos con una EAo grave y los pacientes con una fracción de eyección baja y un
gradiente bajo. La ecografía cardíaca y las pruebas de esfuerzo pueden identificar al pacien-
VALVULOPATÍAS CARDÍACAS 489
487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 489
te asintomático que podría beneficiarse de una cirugía valvular. Las pruebas de esfuerzo
monitorizadas son seguras para los pacientes con una estenosis entre moderada y grave, y
pueden sacar a la luz a los pacientes con una reserva disminuida [11]. Los individuos con
una fracción de eyección baja y gradientes bajos están expuestos a un riesgo alto, y sola-
mente la mitad de dichos pacientes seguirá viva entre 3 y 4 años tras la intervención. La eco-
grafía cardíaca también puede ayudar a distinguir a los pacientes que padecen una esteno-
sis verdadera de aquellos que presentan una seudoestenosis, en los que la válvula no se abre
debido a la deficiencia del gasto cardíaco. En estos pacientes, si se aumenta el gasto cardía-
co con medidas farmacológicas, el área de la válvula aumenta sustancialmente hasta más de
1 cm2. En los pacientes con una estenosis verdadera, el aumento del gasto cardíaco aumen-
ta el gradiente. Los individuos con un gradiente bajo y que no responden a la estimulación
inotrópica evolucionan mal debido a lo avanzado de su enfermedad [11].
Evaluaciones ecocardiográficas de la gravedad de la estenosis aórtica
La ecografía cardíaca es un método incruento y rentable para valorar la presencia o la
gravedad de la EAo. Ha sustituido al cateterismo cardíaco como método de evaluación
de la estenosis en muchos centros. Permite valorar la morfología de la válvula aórtica
(bicúspide frente a tricúspide), la presencia de hipertrofia del ventrículo izquierdo
(HVI), la disfunción sistólica y diastólica, y la necesidad de profilaxis antibiótica.
La velocidad del flujo sanguíneo aórtico aumenta proporcionalmente con la grave-
dad de la estenosis aórtica, de modo que se puede seguir la evolución de la estenosis
mediante exámenes ecocardiográficos periódicos. Estudios más recientes señalan que
los factores de riesgo de morbilidad con la EAo son una velocidad de flujo de eyección
aórtico mayor de 4,5 m/s y una fracción de eyección del ventrículo izquierdo menor del
50% [11a]. Además, en el 50 al 70% de los pacientes con EAo coexiste una insuficien-
cia aórtica (IAo) [12]. La clasificación de la gravedad se realiza aplicando diversas medi-
ciones, como la estimación del área valvular mediante planimetría y ecuaciones de con-
tinuidad, y la medición de los gradientes de presión a través de la válvula (tabla 1).
VIJI KURUP Y ALA’ SAMI HADDADIN490
Tabla 1
Mediciones para establecer la gravedad de la estenosis aórtica
Medición Normal Leve Moderada Grave
Área valvular (cm2) 2,6-3,5 1,0-1,5 0,8-1,0 < 0,8
Gradiente máximo (mmHg) < 36 > 50 > 80
Gradiente medio (mmHg) < 20 20-50 > 50
Velocidad máxima (m/s) 1,0-1,7 > 4
Datos de Cohen IS.Aortic stenosis. En: PerrinoAC, Reeves S, eds.A practical approach to transesophageal echocardiography.
Philadelphia: Lippincott Williams and Wilkins; 2003. p. 189.
Implicaciones anestésicas
La sustitución de la válvula aórtica es el tratamiento de elección en los pacientes con una
EAo grave y que necesitan someterse a una cirugía no cardíaca programada. No obstan-
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te, se ha demostrado que, cuando no es factible realizarla, los pacientes con una esteno-
sis entre moderada y grave pueden someterse a una cirugía no cardíaca programada con
un riesgo aceptable, mediante una monitorización intraoperatoria y postoperatoria inten-
siva, detectando y tratando precozmente la aparición de hipotensión, y controlando cui-
dadosamente las cinco variables hemodinámicas mencionadas en la tabla 2 [13]. Se debe
prestar atención al mantenimiento de un ritmo sinusal normal, ya que la contribución de
la contracción auricular al llenado del ventrículo izquierdo adquiere importancia en
estos pacientes que presentan una presión telediastólica del ventrículo izquierdo
(PTDVI) alta (tabla 3). Cualquier arritmia inestable debe tratarse rápidamente con car-
dioversión. Lo deseable sería mantener la frecuencia cardíaca lo más próxima posible al
ritmo basal, ya que se necesita un lapso de tiempo diastólico adecuado para que se llene
convenientemente el ventrículo izquierdo, y cualquier taquicardia compromete este
intervalo. Por otra parte, la bradicardia puede dar lugar en estos pacientes a una dismi-
nución del gasto cardíaco, ya que su volumen sistólico es fijo, por lo que puede provo-
car una distensión aguda del ventrículo izquierdo, con un deterioro brusco del estado del
paciente. Del mismo modo, hay que intentar mantener la resistencia vascular sistémica
VALVULOPATÍAS CARDÍACAS 491
Tabla 2
Clasificación de la gravedad de la insuficiencia aórtica
Método de evaluación Trivial Leve Moderada Grave
Altura del chorro de IAo/ 1-24 25-46 47-64
diámetro del TSVI (%)
Altura de la vena contracta
Inversión del flujo diastólico
aórtico
Pendiente de descenso > 2 m/s
del chorro de IAo
Tiempo de hemipresión (ms) > 500 200-500
IAo: insuficiencia aórtica; TSVI: tracto de salida del ventrículo izquierdo.
Datos de Cohen IS.Aortic stenosis. En: PerrinoAC, Reeves S, eds.A practical approach to transesophageal echocardiography.
Philadelphia: Lippincott Williams and Wilkins; 2003. p. 180.
> 65
> 6 mm
Inversión holodiastólica
en la aorta descendente
> 3 m/s
< 200
Tabla 3
Objetivos del tratamiento anestésico en las valvulopatías comunes
Enfermedad Precarga Poscarga Frecuencia Ritmo Contractilidad
Estenosis aórtica
Insuficiencia
aórtica
Estenosis mitral
Insuficiencia
mitral
Normal a alta
Normal
Normal
Normal
Normal a alta
Disminuida
Normal
Disminuida
Mantener
valores basales
(70-80)
90-100
65-80
90-100
Sinusal
Sinusal
Normalmente
fibrilación
auricular
Sinusal
Normal
Normal a alta
Normal a alta
Normal a alta
487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 491
lo más próxima posible a los valores normales, ya que cualquier descenso se asociará
con una disminución de la presión de perfusión coronaria, mientras que un incremento
provocará una disminución del volumen sistólico. Ambas situaciones se asocian a una
disminución del gasto cardíaco. El aumento de la PTDVI y del volumen telediastólico
del ventrículo izquierdo (VTDVI) provoca un aumento del trabajo miocárdico y de la
demanda de oxígeno. Al mismo tiempo, el aumento de la PTDVI da lugar a una dismi-
nución del aporte de oxígeno miocárdico, provocando una disminución de la presión de
perfusión coronaria (la presión de perfusión coronaria es igual a la presión diastólica
aórtica menos la PTDVI). Finalmente, se genera un efecto Venturi del chorro de sangre
que fluye a través de la válvula aórtica y más allá de las arterias coronarias, y este efec-
to puede disminuir bastante la presión en los orificios coronarios como para invertir
el flujo sanguíneo coronario sistólico. En el caso de una RCP, es poco probable que el
masaje cardíaco externo sea eficaz, debido a la dificultad para establecer un flujo a tra-
vés de una válvula estenótica. Por dicha razón, las arritmias deben tratarse enseguida y
de forma intensiva. En los pacientes con EAo significativa, la actitud más prudente con-
siste en disponer a mano de un desfibrilador, antes de la inducción de la anestesia.
Medicación preoperatoria
La medicación debe administrarse con prudencia, teniendo en cuenta los objetivos
hemodinámicos (v. tabla 2). La profilaxis antibiótica debe ajustarse a las normas publi-
cadas por la AHA [14].
Actitud terapéutica intraoperatoria
Habitualmente, se elige una anestesia general en lugar de una técnica regional pura, aunque
con un control adecuado de la resistencia vascular sistémica, tanto la anestesia intradural
como la epidural pueden practicarse con resultados buenos [7]. En el caso de elegir succi-
nilcolina como relajante muscular, hay que tener en cuenta la bradicardia que, a veces, se
asocia con su administración, y tener previsto un plan de actuación en caso de que se pro-
duzca. Una técnica anestésica equilibrada con óxido nitroso, un anestésico inhalatorio y
opioides parece funcionar bien con una mínima depresión cardíaca. El tratamiento inmedia-
to de la hipovolemia y la corrección de las pérdidas sanguíneas es esencial para mantener la
presión de perfusión y la capacidad de transporte de oxígeno de la sangre. Cualquier arritmia
desestabilizadora debe resolverse de forma inmediata mediante cardioversión eléctrica. Las
extrasístoles ventriculares deben tratarse intensivamente, ya que los pacientes cuyo ritmo se
deteriora hacia una fibrilación ventricular a menudo no pueden ser reanimados con éxito.
Las necesidades de monitorización cruenta vendrán dictadas por la gravedad de la
estenosis y por el tipo de cirugía.
Insuficiencia aórtica
Generalidades
La IAo puede deberse a una afección primaria de los velos valvulares de la válvula aórtica
o de la pared de la raíz aórtica, o por ambas [15]. Entre las causas más frecuentes de alte-
VIJI KURUP Y ALA’ SAMI HADDADIN492
487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 492
raciones de los velos valvulares están la endocarditis infecciosa y la fiebre reumática. Las
enfermedades que afectan a la válvula aórtica son la ectasia anuloaórtica, el síndrome de
Marfan, la sífilis, la espondilitis anquilosante, la artritis reumatoide y la hipertensión gene-
ralizada. El trastorno básico es un descenso en el volumen sistólico eyectado a través de la
válvula aórtica debido al reflujo retrógrado de parte del volumen de vuelta hacia el ven-
trículo izquierdo durante la diástole. Un intervalo diastólico prolongado favorece que la
regurgitación sea mayor, con el consiguiente descenso del gasto cardíaco efectivo. Del
mismo modo, un incremento en la resistencia al flujo sistólico debido a un aumento en la
resistencia vascular sistémica también disminuye el gasto cardíaco efectivo.
Actualmente, la mortalidad quirúrgica por sustitución de la válvula aórtica aislada
programada es baja (< 2,5%) y una aceptable incidencia de muerte tardía relacionada
con la válvula (5,2% a los 10 años), y podría estar indicada la realización de una susti-
tución de la válvula aórtica precoz en el curso de una IAo crónica, para prevenir la apa-
rición de una afectación miocárdica irreversible [16].
Evaluación preoperatoria
Los pacientes que padecen una IAo pueden presentar síntomas de disnea de esfuerzo,
intolerancia al ejercicio e insuficiencia cardíaca congestiva. La angina de pecho es una
queja frecuente, mientras que las arritmias son relativamente infrecuentes. La exploración
física podría revelar un pulso periférico saltón o de colapso diastólico (pulso de martillo
de agua o pulso de Corrigan), con una presión de pulso amplia y un soplo diastólico
retumbante que se escucha mejor en el borde esternal izquierdo con el paciente inclina-
do hacia delante y manteniendo la respiración en espiración. También se puede oír un
soplo de Austin Flint por el aleteo del velo valvular mitral anterior en la mesodiástole.
Asimismo, pueden haber otros signos que indican una circulación hiperdinámica:
Signo de Quincke (pulsación capilar en los lechos ungueales).
Signo de De Musset (sacudidas rítmicas de la cabeza con cada latido cardíaco).
Signo de Duroziez (soplo vascular doble, sistólico y diastólico, que se escucha en
la arteria femoral cuando se aplica una presión distalmente; si se detecta, es
un signo de IAo grave).
En la radiografía de tórax o en el ECG puede apreciarse un aumento de tamaño del
ventrículo izquierdo. A diferencia de la EAo, la muerte súbita por IAo es infrecuente
[17]. El tratamiento médico de la IAo se basa en disminuir cualquier hipertensión sistó-
lica asociada para intentar reducir el estrés de la pared y mejorar la función del VI. Se ha
comprobado el efecto beneficioso que proporcionan los vasodilatadores, como la hidra-
lazina y el nifedipino, y pueden demorar la necesidad de cirugía en los pacientes asinto-
máticos con una función normal del VI o en pacientes que padecen una IAo grave y que
no son candidatos para cirugía [18].
Mediciones ecocardiográficas de la gravedad de la insuficiencia aórtica
La ecografía cardíaca sirve de gran ayuda para estudiar la morfología de las valvas aórti-
cas, para identificar una perforación de las valvas, fibrosis en las cúspides, el prolapso de
VALVULOPATÍAS CARDÍACAS 493
487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 493
una de las valvas, y para identificar el patrón de dilatación de la raíz aórtica. También es
posible cuantificar el grado de regurgitación para evaluar la gravedad de la insuficiencia.
La cirugía debe considerarse en los pacientes que tienen un diámetro telesistólico del ven-
trículo izquierdo mayor de 55 mm o una fracción de eyección menor del 50% [19]. Las
dimensiones de la raíz aórtica suelen tomarse en el anillo, el seno de Valsalva, la unión
senotubular y la aorta ascendente. No hay un único método que esté aceptado como
patrón de referencia para cuantificar el reflujo aórtico. El chorro de regurgitación aórtico
se estudia desde proyecciones ecocardiográficas distintas, y se intenta cuantificar su
tamaño utilizando una combinación de técnicas, como el cálculo de la proporción entre el
diámetro del chorro de IAo con respecto al anillo aórtico, el tiempo de hemipresión (PHT,
pressure half-time) y la pendiente de deceleración, calculando el área de superficie de iso-
velocidad proximal (PISA, proximal iso-velocity surface area), la presencia de reflujo
mitral diastólico, el abombamiento inverso de la valva anterior de la válvula mitral,
el volumen regurgitante y la inversión del flujo aórtico holodiastólico (v. tabla 2).
Implicaciones anestésicas
El objetivo de la anestesia en los pacientes que padecen una IAo es mantener un flujo de
eyección adecuado a través de la válvula aórtica, y disminuir la fracción del volumen sis-
tólico que refluye retrógradamente hacia el ventrículo izquierdo. Esto se consigue evitan-
do la bradicardia y cualquier aumento brusco en la resistencia vascular sistémica (v. ta-
bla 3). En estos pacientes es sumamente beneficioso mantener una frecuencia cardíaca
mayor de la normal, ya que la bradicardia incrementa el período diastólico durante el que
se produce el reflujo y la sobrecarga de volumen del ventrículo izquierdo. Del mismo
modo, un descenso en la resistencia vascular sistémica también puede favorecer el flujo de
eyección a través de la válvula aórtica. Aunque la inducción de una vasodilatación perifé-
rica mediante una técnica anestésica regional parece una alternativa atractiva en este tipo
de pacientes, la naturaleza incontrolada de esta respuesta puede restarle atractivo. Se debe
evitar cualquier depresión de la contractilidad miocárdica inducida farmacológicamente.
Medicación preoperatoria
La premedicación consiste en una profilaxis antibiótica cuando sea conveniente [14]
y en un tratamiento ansiolítico, si fuese preciso.
Actitud terapéutica intraoperatoria
Cualquiera de los medicamentos intravenosos puede utilizarse con garantías, pero en los
pacientes con hipovolemia, la ketamina puede ser el fármaco de elección, ya que la
taquicardia que induce puede resultar ventajosa. Habrá que adoptar medidas para evitar
la bradicardia inducida por la administración de succinilcolina (p. ej., premedicación
con glicopirrolato).
La técnica anestésica de elección es la equilibrada con óxido nitroso, anestésicos
inhalatorios y opioides. Los efectos vagolíticos del pancuronio le convierten en uno de
los relajantes musculares de elección en estos pacientes. Hay que prestar mucha aten-
VIJI KURUP Y ALA’ SAMI HADDADIN494
487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 494
ción al mantenimiento del volumen sanguíneo, y las pérdidas sanguíneas deben repo-
nerse lo antes posible, para mantener un gasto cardíaco adecuado y la capacidad de la
sangre para transportar oxígeno. Cualquier trastorno del ritmo debe tratarse también lo
antes posible antes de que se desencadene una espiral descendente como consecuencia
de la deficiencia del gasto cardíaco. En presencia de una IAo grave puede ser preciso
realizar una monitorización con ETE o un CAP para identificar y tratar lo antes posible
cualquier depresión miocárdica o la aparición de hipovolemia. La colocación de un
balón de contrapulsación aórtico está contraindicada en los pacientes con IAo, ya que el
incremento en la presión diastólica aumenta la cantidad de volumen de reflujo.
Prolapso de la válvula mitral
Generalidades
El prolapso de la válvula mitral (PVM) es un trastorno hereditario del tejido conjuntivo
con proliferación mixomatosa que da lugar a un engrosamiento y a una redundancia de
la válvula mitral [12]. Es una de las anomalías valvulares cardíacas más frecuentes, ya
que afecta entre el 5 y 10% de la población [15]. Se observa con mayor frecuencia en
mujeres jóvenes que en hombres o en mujeres adultas, y su incidencia es familiar. Puede
asociarse al síndrome de Marfan, la endocarditis reumática, la miocarditis, la tirotoxi-
cosis y el lupus eritematoso sistémico. Es una anomalía tan frecuente que algunos exper-
tos la consideran una variante normal.
Se ha debatido mucho acerca de la distinción entre una «válvula mitral en oleaje», el
«prolapso de la válvula mitral» una «válvula mitral redundante» y una «válvula mitral
agitada». Barlow [20] trató de definir estos términos en 1985. Lo denominó una exage-
ración del movimiento normal de los velos valvulares de la válvula mitral hacia la cavi-
dad auricular izquierda durante el «oleaje» sistólico. Por definición, esto no se asociaba
con reflujo. Una vez que progresa y se desestructura la convergencia de los bordes de las
valvas se produce el PVM, y éste sí que se asocia con insuficiencia mitral (IMT). Si
las valvas aumentan de tamaño y las cuerdas se distienden, pasa a denominarse «válvu-
la mitral redundante». Cuando hay una válvula mitral redundante, siempre hay un PVM.
Si sigue progresando y las cuerdas se rompen o se elongan en exceso, la porción de la
válvula golpeará y pasa a denominarse «válvula mitral agitada» [20]. No obstante, en la
bibliografía se emplean indistintamente casi todos estos términos, y en cada caso hay
que verificar la definición.
Evaluación preoperatoria
La mayoría de los pacientes están asintomáticos. La evaluación preoperatoria debe cen-
trarse en distinguir a los pacientes con una afección puramente funcional de aquellos que
tienen una anomalía valvular estructural con una IMT grave asociada. Los pacientes pue-
den sufrir ansiedad y manifestar otros síntomas inespecíficos, como fatiga, palpitaciones,
ortostatismo, síntomas neuropsiquiátricos y disfunción del sistema nervioso autónomo.
Hay que comprobar cualquier síntoma de dolor torácico para descartar una arteriopatía
coronaria asociada. El dolor torácico del PVM se describe a menudo como una angina de
VALVULOPATÍAS CARDÍACAS 495
487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 495
pecho atípica, ya que el dolor se localiza en la zona precordial izquierda, es agudo, cícli-
co, sin relación con el esfuerzo y no se alivia con nitroglicerina. Las etiologías que se
barajan para el dolor torácico son: elongación excesiva de las cuerdas tendinosas que oca-
siona áreas focales de hipoperfusión subendocárdica, y de vasoespasmo coronario,
microembolias hacia la circulación coronaria, hipoperfusión diastólica con taquicardia y
aumento del inotropismo, y trastornos de la motilidad esofágica [21]. Estos pacientes
pueden estar en tratamiento con β-bloqueadores para controlar las palpitaciones, y esta
medicación debe mantenerse durante todo el período perioperatorio. Se ha descrito una
mayor incidencia de episodios de embolias en los pacientes más jóvenes con PVM [22].
También se ha mencionado un incremento en la incidencia de migrañas en pacientes con
esta valvulopatía [23]. En la exploración física, la auscultación torácica puede poner de
manifiesto un chasquido mesodiastólico con o sin un soplo sistólico tardío. Si se asocia
con una IMT grave, ésta puede ir acompañada de un soplo pansistólico y otros signos de
insuficiencia, como galope S3, estertores y edema periférico. El electrocardiograma suele
mostrar cambios inespecíficos del segmento ST y de la onda T en el 15 al 30% de casos,
pero no hay datos de que sean más frecuentes que en la población general.
Signos ecocardiográficos de prolapso de la válvula mitral
Cuando se utiliza la ecografía cardíaca transtorácica, el diagnóstico de PVM debería esta-
blecerse solamente con proyecciones paraesternales, ya que suele aceptarse que las pro-
yecciones apicales darían lugar a un «número excesivo» de supuestos casos de PVM. Este
fenómeno se debe a la configuración peculiar del anillo valvular mitral, que se describe
como «en silla de montar». El anillo está más alejado de la punta del VI en sus porciones
anterior y posterior, lo que se aprecia en las proyecciones paraesternales. En la proyec-
ción apical, el plano corta a través del anillo a la altura de las porciones medial y lateral,
y puede dar la impresión de que los velos valvulares están excesivamente desplazados
hacia la cámara auricular izquierda, en concordancia con el diagnóstico de PVM [24,25].
Entre los criterios que se han aceptado se encuentran un movimiento sistólico posterior
de al menos 2 mm al final de la sístole o de al menos 3 mm para el prolapso holosistóli-
co [26]. El Doppler color puede utilizarse para cuantificar cualquier IMT coexistente.
Implicaciones anestésicas
La elección de los anestésicos depende de la alteración fisiológica particular presente en
el paciente. El PVM se ha asociado con una mayor incidencia de embolias, y en especial
en los menores de 45 años, por lo que estarían justificadas las medidas para prevenir-
las en esta franja de edad [27]. El grado de IMT tiene mucha importancia en la elección
de los anestésicos.
Premedicación
Se ha descrito que el PVM es la causa más frecuente de endocarditis infecciosa en este
país, siendo el responsable del 11 al 29% de todos los casos [28]. La recomendación es
que los pacientes que padecen un prolapso de la válvula mitral sin reflujo documentado
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no necesitan profilaxis antibiótica, mientras que aquellos que tienen un reflujo asociado
sí deben recibir dicha profilaxis [14]. En los hombres mayores de 45 años con PVM
merece la pena pautar dicha profilaxis, incluso en ausencia de reflujo de reposo, ya que
se ha verificado que tienen más riesgo de desarrollar endocarditis [29-31].
Actitud terapéutica intraoperatoria
La mayoría de los pacientes que padecen un PVM tolera bien la anestesia regional con
tal de que se realice una prehidratación adecuada y no padezcan una disfunción miocár-
dica significativa. En los pacientes que presentan una IMT hemodinámicamente signifi-
cativa, hay que tener en cuenta el efecto depresor miocárdico de los anestésicos inhala-
torios en concentraciones altas.
Los factores que determinan el flujo de regurgitación en la IMT son: el gradiente de
presión sistólica entre las dos cámaras, el tamaño del orificio de regurgitación y la dura-
ción de la sístole ventricular. Por tanto, es deseable mantener presiones de llenado acep-
tables, una frecuencia cardíaca más alta y una vasodilatación moderada. La elección de
los monitores depende de nuevo de la gravedad del deterioro fisiológico y de la cirugía.
En los pacientes con una IMT significativa y disfunción miocárdica se puede utilizar una
vía arterial y un catéter de AP. La onda V en el trazado de enclavamiento se puede utili-
zar para calcular la extensión del reflujo hacia la AI y hacia las venas pulmonares, espe-
cialmente en los pacientes con una IMT aguda [21]. En los pacientes en los que los datos
no son concluyentes, se ha demostrado que la ETE puede ayudar a valorar el grado de
IMT y a calcular las variables hemodinámicas [32,33].
Estenosis mitral
Generalidades
La cardiopatía reumática ha sido, históricamente, la causa más frecuente de estenosis
mitral (EM), pero la incidencia ha disminuido recientemente [34]. Aproximadamente el
25% de todos los pacientes que padecen una cardiopatía reumática presenta una EM
pura. La EM reumática es mucho más frecuente en las mujeres. El 40% adicional tienen
una EM combinada con insuficiencia [15]. El proceso reumático afecta a todas las capas
del corazón: endocardio, miocardio y pericardio; sin embargo, el endocardio es el que
más se afecta, dando lugar a inflamación y retracciones cicatrizales de los velos valvu-
lares. La válvula mitral está implicada prácticamente en la mayoría de los casos y la este-
nosis se debe al engrosamiento de las valvas, a la fusión de las comisuras y al acorta-
miento de las cuerdas. Otras causas frecuentes de EM son la etiología hereditaria, la
artritis reumatoide, el lupus y el síndrome carcinoide. En el anciano, se desarrolla un sín-
drome parecido a la EM debido a la calcificación y la fibrosis de la válvula, el anillo val-
vular y el aparato subvalvular. El área normal de la válvula mitral oscila entre 4 y 6 cm2.
El defecto básico en la EM es que existe una restricción al flujo libre de sangre desde la
aurícula izquierda hacia el ventrículo izquierdo, que desarrolla un gradiente de presión
entre las dos cámaras. El incremento resultante en la presión de la aurícula izquierda
provoca una hipertrofia auricular izquierda y congestión pulmonar. El ventrículo dere-
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cho es la cámara principal que genera la fuerza necesaria para impulsar la sangre a tra-
vés de la válvula mitral estenótica y, por tanto, existe una sobrecarga de presión en dicho
ventrículo. En la EM grave suele haber una vasoconstricción pulmonar asociada, que
ejerce un efecto aditivo sobre la hipertensión pulmonar y provoca una insuficiencia
cardíaca derecha [34].
Evaluación preoperatoria
La intensidad de la enfermedad suele ser leve en la mayoría de los pacientes y, por
tanto, pueden estar completamente asintomáticos, y únicamente comienzan a manifes-
tar síntomas cuando la válvula comienza a estenosarse de forma moderada (es decir,
con un área de 2 cm2). Al ir avanzando la enfermedad, los pacientes empiezan a mostrar
progresivamente disnea de esfuerzo, ortopnea y disnea paroxística nocturna. Algunos
pacientes presentan hemoptisis secundaria a hipertensión venosa pulmonar. Los sínto-
mas opresivos secundarios al aumento de tamaño de la aurícula izquierda pueden mani-
festarse en forma de disfagia o ronquera (síndrome de Ortner). La fibrilación auricular
es un signo habitual en esta población de pacientes. La exploración física puede poner
de manifiesto una presión de pulso disminuida, indicativa de disminución del volumen
sistólico. La facies mitral característica, o rubor malar, consiste en mejillas superiores
pletóricas, con manchas azuladas, que se deben a anastomosis arteriovenosas e insufi-
ciencia vascular. La distensión venosa yugular se detecta en caso de insuficiencia car-
díaca derecha.
La exploración física pone de relieve una «elevación» paraesternal en caso de que
se haya desarrollado hipertensión pulmonar. En decúbito lateral izquierdo puede pal-
parse un frémito diastólico. La auscultación pone de manifiesto un primer ruido cardía-
co sonoro, si la válvula mitral está flexible, que no se escuchará si la válvula está calci-
ficada. Después del segundo ruido cardíaco, la válvula mitral se abre con un chasquido.
El intervalo entre estos dos hechos es un buen indicador de la gravedad de la EM. Un
intervalo menor de 0,08 segundos entre S2 y el chasquido de apertura mitral suele indi-
car una estenosis grave [34]. Después del chasquido de apertura mitral se ausculta un
soplo mesodiastólico retumbante de tono bajo, y si el paciente está con un ritmo sinu-
sal normal, el soplo sube de tono al final de la diástole como consecuencia de la con-
tracción auricular (intensificación presistólica). En ocasiones, puede haber un soplo de
tono alto (Graham-Steell) en la base del corazón, que podría deberse a reflujo pulmo-
nar o, más a menudo, a reflujo aórtico [35]. A medida que se van inmovilizando las cús-
pides valvulares, el primer ruido cardíaco (S1) se suaviza, y va desapareciendo el chas-
quido de apertura. Una vez que se desarrolla la hipertensión, el segundo ruido cardíaco
(S2) aumenta de intensidad y el soplo diastólico mitral suele silenciarse debido a la re-
ducción en el gasto cardíaco.
Valoración ecocardiográfica de la gravedad de la estenosis mitral
La ecografía cardíaca se utiliza para definir la anatomía de la válvula, cuya configura-
ción se describe habitualmente como «en palo de hockey». El área de la válvula puede
determinarse mediante planimetría. El estudio de la válvula con el Doppler puede esta-
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blecer el gradiente de presión. El área de la válvula mitral se obtiene dividiendo 220 por
el tiempo de hemipresión, de modo que presiones de tiempos medios más altos se aso-
cian con una EM más grave. En un pequeño porcentaje de pacientes puede ser necesario
realizar un cateterismo cardíaco para establecer el área valvular y el gasto cardíaco,
cuando se obtienen datos contradictorios mediante las determinaciones incruentas.
Implicaciones anestésicas
Dado que la mayoría de los pacientes está en fibrilación auricular, hay que tener en cuen-
ta la posibilidad de que estén en tratamiento con anticoagulantes orales al considerar las
técnicas de anestesia regional. Estos pacientes tienen un orificio valvular mitral fijo, de
modo que necesitan una precarga adecuada para mantener el gasto cardíaco. Cualquier
taquicardia puede resultar nociva porque acorta la duración del llenado diastólico. Por
otra parte, estos pacientes tampoco toleran bien las sobrecargas de líquidos, y éstas sue-
len precipitar un edema pulmonar. Estos individuos suelen estar en tratamiento con digo-
xina, que deberá mantenerse durante todo el período perioperatorio.
Premedicación
Los sedantes deben utilizarse con precaución en este tipo de pacientes. Cualquier depre-
sión respiratoria que conduzca a hipercapnia aumentará la resistencia vascular pulmonar
y empeorará la gravedad de la insuficiencia cardíaca derecha. La profilaxis antibiótica
se realiza de conformidad con las normas establecidas [14]. Hay que intentar evitar los
anticolinérgicos para tratar de minimizar la taquicardia.
Actitud terapéutica intraoperatoria
En estos pacientes es preciso controlar intensivamente los líquidos, ya que la mayoría
recibe tratamiento crónico con diuréticos y necesita expandir su volumen antes y duran-
te la intervención quirúrgica. Sin embargo, la sobrecarga de líquido puede abocar al
paciente a edema pulmonar, de modo que los pacientes con una EM grave deben moni-
torizarse de forma intensiva, incluso con catéter de arteria pulmonar, ya que su capaci-
dad de manejar volúmenes es muy pequeña o nula [36]. El catéter de arteria pulmonar
debe insertarse más de lo habitual debido a que las arterias pulmonares están dilatadas;
no es preciso colocar el catéter en una posición de enclavamiento, ya que se corre el ries-
go de que se rompa la arteria pulmonar. Muchos de estos pacientes padecen hipertensión
pulmonar y, por tanto, en este grupo de población es preciso insertar el catéter con sumo
cuidado y calcular las presiones de enclavamiento. También es importante evitar facto-
res que aumenten la resistencia vascular pulmonar, como hipoxia, hipercapnia y acido-
sis. Es importante evitar la taquicardia para mantener un gasto cardíaco adecuado, utili-
zando β-bloqueadores de acción corta, si fuera necesario. Los pacientes afectados de
EM grave también toleran mal los descensos en la resistencia vascular sistémica, ya que
la única manera de mantener un gasto cardíaco adecuado es aumentando la frecuencia
cardíaca. Para mantener el volumen sistólico se necesitan fármacos simpaticomiméticos
de apoyo. Cuando la profundidad de la anestesia es superficial, los pacientes pueden pre-
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sentar una elevación de la resistencia vascular pulmonar y sistémica, y esto puede oca-
sionar una disminución del volumen sistólico. La infusión de nitroprusiato se ha em-
pleado para disminuir la resistencia vascular sistémica y aumentar el volumen sistólico
del ventrículo izquierdo, especialmente cuando los pacientes presentan, además, hiper-
tensión pulmonar [37]. Hay que intentar mantener el ritmo sinusal normal en todo mo-
mento, utilizando de inmediato la cardioversión en caso de que el ritmo caiga en fibrila-
ción auricular de nueva aparición.
Insuficiencia mitral
Generalidades
La función normal de la válvula mitral depende del perfecto funcionamiento de la
compleja interacción de las valvas mitrales, del aparato subvalvular y del anillo mitral.
Cualquier imperfección en alguno de estos componentes puede inducir una fuga en la
válvula. Las causas principales de IMT son: PVM (20-70% de casos), cardiopatía reu-
mática, endocarditis infecciosa, calcificación del anillo, miocardiopatía y cardiopatía
isquémica [15,38]. Otras causas más infrecuentes son las enfermedades del tejido con-
juntivo vascular (p. ej., síndrome de Marfan y síndrome de Ehlers-Danlos), trauma-
tismos, síndrome hipereosinofílico, el carcinoide y la exposición a ciertos medica-
mentos que suprimen el apetito (p. ej., fenfluramina). La IMT aguda suele deberse a
un infarto de miocardio agudo o a la rotura de cuerdas tendinosas secundaria a endo-
carditis infecciosa.
Evaluación preoperatoria
La mayor parte de los individuos que padecen una IMT entre leve y moderada están
asintomáticos y se diagnostican por la detección de un soplo sistólico en la ausculta-
ción. Cuando la IMT es importante, pueden presentar síntomas de insuficiencia car-
díaca, fibrilación auricular o endocarditis. Los síntomas también pueden precipitarse
en individuos previamente asintomáticos, por el estrés añadido que supone el embara-
zo, la anemia o la infección [38]. En la exploración física suele auscultarse un soplo
holosistólico apical que se irradia a la axila. La intensidad del soplo parece guardar
una buena relación con el grado de reflujo en los pacientes que padecen una IM orgá-
nica, mientras que en la IMT isquémica o funcional la correlación es débil [39]. Se
ausculta un tercer ruido (S3) prominente (en ocasiones, el tercer ruido S3 va seguido de
un soplo de flujo mesodiastólico corto) debido al flujo de sangre que vuelve a entrar
retrógradamente en el ventrículo izquierdo dilatado en la protodiástole. La aparición
de la fibrilación auricular tiene un efecto mucho menos espectacular sobre los sín-
tomas que en la EM.
Valoración ecocardiográfica de la gravedad de la insuficiencia mitral
La evaluación ecocardiográfica de la gravedad de la insuficiencia mitral está indicada en
los pacientes que presentan síntomas sugestivos de anomalías valvulares, con un soplo
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sistólico en la exploración física (de un grado > 3/6) u otros datos cardíacos. La ecogra-
fía cardíaca permite evaluar con precisión la presencia o ausencia de IMT, así como su
gravedad, y hasta cierto punto permite establecer la causa. Aunque existen varios méto-
dos para calcular la gravedad de la IMT mediante ecografía cardíaca Doppler, no se ha
comprobado que ninguno de ellos pronostique los resultados. Por tanto, muchos espe-
cialistas combinan varios métodos y utilizan Doppler de onda pulsada, continua y con
flujo de color para clasificar a la IMT. Las presiones de la aurícula izquierda pueden cal-
cularse indirectamente examinando las venas pulmonares con el Doppler de onda pul-
sada. En los pacientes que padecen fibrilación auricular hay que examinar la orejuela
de la aurícula izquierda en busca de trombos.
Implicaciones anestésicas
La actitud anestésica en estos pacientes se centra en reducir la cantidad del volumen
regurgitante y en facilitar la eyección del volumen sistólico. La frecuencia cardíaca
se mantiene en valores normales o ligeramente elevados. La bradicardia súbita no se
tolera bien, ya que conduce a una sobrecarga aguda del ventrículo izquierdo. Resulta
beneficioso lograr una vasodilatación leve para aumentar el volumen sistólico eyec-
tado. Los pacientes con IMT crónica suelen tener asociada una disfunción miocár-
dica; por tanto, la depresión miocárdica inducida farmacológicamente, aunque sea
mínima, resulta indeseable. Hay que evitar los factores que aumenten la resistencia
vascular sistémica.
Premedicación
La profilaxis antibiótica se instaura antes de los procedimientos quirúrgicos siguiendo
las normas establecidas [14].
Actitud terapéutica intraoperatoria
La anestesia regional puede ser una opción en los pacientes con IMT, teniendo en cuen-
ta que, aunque en ellos resulta deseable un descenso de la resistencia vascular sistémi-
ca, la naturaleza incontrolada de esta respuesta puede afectar a la función cardíaca. La
anestesia general suele ser la técnica de elección en los pacientes con una IMT signifi-
cativa. La bradicardia inducida por la succinilcolina puede ser indeseable en estos
pacientes, por lo que debe disponerse un plan de actuación previo a la inducción antes
de que se produzca. Entre los relajantes musculares no despolarizantes, el pancuronio
puede ser una alternativa atractiva, ya que produce un incremento modesto de la fre-
cuencia cardíaca. El mantenimiento puede llevarse a cabo con una técnica equilibrada
de óxido nitroso, opioides y anestésicos inhalatorios. Es muy importante mantener el
volumen intravascular, reponiendo rápidamente las pérdidas sanguíneas para mantener
la precarga y el gasto cardíaco. Se han utilizado vasodilatadores para disminuir la pos-
carga e incrementar el volumen sistólico eyectado y disminuir el volumen del reflujo;
sin embargo, se ha comprobado que los vasodilatadores son más eficaces en pacientes
con dilatación ventricular y disfunción sistólica asociada [40]. La necesidad de moni-
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torización cruenta depende, de nuevo, de la gravedad de la IMT y de la cirugía pro-
puesta. Se puede utilizar un catéter de arteria pulmonar para medir el gasto cardíaco, y
seguir la tendencia de la presión de enclavamiento a modo de indicador de la presión de
la aurícula izquierda. La ecografía cardíaca transesofágica puede considerarse para
monitorizar intraoperatoriamente la función de la válvula mitral, y para evaluar la fun-
ción miocárdica y el volumen de reflujo, siempre que el anestesiólogo esté familiariza-
do con dicha técnica. En pacientes con una IMT aguda se ha planteado que el mante-
nimiento de un ventrículo izquierdo pequeño con su contractilidad miocárdica
conservada reducirá la magnitud de la IMT para una lesión determinada, mientras que
la dilatación de los ventrículos aumenta el tamaño del orificio regurgitante, indepen-
dientemente del gradiente de presión [41].
Prótesis valvulares cardíacas
Generalidades
Cada vez son más los pacientes portadores de prótesis valvulares cardíacas que necesi-
tan una cirugía no cardíaca. En Estados Unidos se realizan anualmente más de 60.000
procedimientos de sustitución valvular. Las prótesis valvulares cardíacas pueden ser
mecánicas o biológicas (también denominadas bioprótesis). Las válvulas mecánicas son
metálicas o de aleaciones de carbono, y se denominan en función de su estructura como
válvulas de jaula-bola, disco lenticular simple, y disco lenticular bivalvo. Las biopróte-
sis suelen ser heterólogas y se obtienen de tejido bovino o porcino que se monta sobre
un soporte metálico; sin embargo, son sumamente trombogénicas, y los pacientes deben
someterse a un tratamiento anticoagulante a largo plazo. Por el contrario, el potencial
trombogénico de las prótesis biológicas es bajo y de este modo no se necesita una anti-
coagulación a largo plazo; sin embargo, su durabilidad es corta y se sitúa en torno a los
10 años. Por dicha razón, suelen colocarse en pacientes ancianos y en aquellos que no
pueden tomar anticoagulantes a largo plazo por otras razones. La presencia de prótesis
valvulares cardíacas en un paciente, obligan a buscar posibles complicaciones asociadas,
y las más frecuentes son la tromboembolia y la hemorragia asociada al tratamiento an-
ticoagulante. En los pacientes con prótesis valvulares también son frecuentes la hemó-
lisis y la endocarditis.
Evaluación preoperatoria
Hay que tratar de averiguar la máxima información posible sobre el tipo de prótesis val-
vular que lleva puesta el paciente y su funcionamiento actual. Con la auscultación pre-
cordial se debe verificar el carácter de los ruidos cardíacos. Las válvulas mecánicas pro-
ducen sonidos precisos de apertura y cierre de tono alto, mientras que las prótesis
biológicas generan sonidos similares a los de las válvulas originales. Un cambio en la
intensidad o la calidad de los ruidos que se escuchaban previamente, la aparición de un
soplo nuevo, o un cambio en las características de un soplo existente suele indicar una
disfunción valvular. Aunque no se utiliza a menudo, la cinefluoroscopia permite valorar
la integridad estructural de las válvulas mecánicas [42]. La ecografía cardíaca suele
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aportar información con respecto a la estabilidad de la sutura del anillo y a los movi-
mientos de las valvas de las prótesis biológicas. Para poder examinar las válvulas mecá-
nicas se necesitan buenas ventanas, debido a las reverberaciones del eco al pasar sobre
el metal. La resonancia magnética (RM) puede utilizarse con garantías en los pacientes
portadores de prótesis valvulares, salvo en aquellos que tienen una prótesis de jaula-bola
Pre-6000 Starr-Edwards [43]; sin embargo, la RM no resulta de tanta utilidad como la
ecografía cardíaca para valorar la estructura de la prótesis, y debe reservarse para aque-
llos casos en los que se sospecha una insuficiencia de la prótesis o una fuga periprotési-
ca, pero no se visualiza mediante la ecografía cardíaca.
Implicaciones anestésicas
Un aspecto importante que se debe tener en cuenta en estos pacientes es la interrupción
del tratamiento anticoagulante perioperatoriamente para la cirugía. Durante el primer
mes después de una embolia arterial debe evitarse cualquier cirugía programada. Por tér-
mino medio, el índice de tromboembolias importantes en pacientes con válvulas cardía-
cas mecánicas y que no están con tratamiento anticoagulante oscila entre el 3 y el 5%.
Se cree que la anticoagulación disminuye este riesgo en un 75% [44]. La interrupción
transitoria de los anticoagulantes en los pacientes con prótesis valvulares mecánicas les
expone al riesgo de padecer una tromboembolia. Esto se complica por el efecto pro-
trombótico de la cirugía, si bien éste es predominantemente venoso y no arterial. En el
paciente quirúrgico anticoagulado hay que sopesar este riesgo con el de hemorragia. Se
ha recomendado el tratamiento postoperatorio con heparina intravenosa en los pacientes
que se van a someter a una cirugía menor en los que el riesgo de sangrado es bajo [45];
sin embargo, en los que se van a someter a una cirugía mayor no se recomienda la hepa-
rina intravenosa, debido al elevado riesgo de hemorragia. En los pacientes hospitaliza-
dos con un riesgo bajo de embolia arterial se recomienda administrar heparina subcutá-
nea en dosis bajas o heparina de bajo peso molecular [45].
Premedicación
En estos pacientes se recomienda realizar una profilaxis antibiótica siguiendo las normas
establecidas [14].
Actitud terapéutica intraoperatoria
La elección de los fármacos depende de la válvula implicada y de su funcionamiento en
el momento de la cirugía. Los principios generales señalados previamente deben servir
para guiar el tratamiento. Hay que tener siempre presente la posibilidad de un sangrado
excesivo en estos pacientes, secundario a una anticoagulación residual, y la reposición
de las pérdidas debe hacerse lo antes posible. Pueden coexistir defectos de factores de la
coagulación que deben corregirse.
No es infrecuente que existan afectaciones aisladas de las válvulas tricúspide y pul-
monar. A continuación, se comentan brevemente los aspectos más importantes de estas
valvulopatías.
VALVULOPATÍAS CARDÍACAS 503
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Insuficiencia tricuspídea
La insuficiencia tricuspídea (IT) funcional puede aparecer cuando el ventrículo dere-
cho se dilata, como en el cor pulmonale, la hipertensión pulmonar y el infarto de mio-
cardio. La IT orgánica puede aparecer en la cardiopatía reumática, la endocarditis
infecciosa, el síndrome carcinoide, los traumatismos torácicos cerrados, la anomalía
de Ebstein y otras anomalías congénitas de las válvulas auriculoventriculares, y es
secundaria a la afectación del aparato valvular (valvas, anillo, cuerdas y músculo papi-
lar). La causa más frecuente de IT es probablemente una insuficiencia valvular fun-
cional secundaria a una dilatación anular, la cual es a su vez el resultado de la hiper-
tensión pulmonar de cualquier etiología. Una última causa de IT es el prolapso de la
válvula tricúspide que se observa en el síndrome valvular mixomatoso; en la mayoría
de casos se asocia con un prolapso de la válvula mitral. La insuficiencia tricuspídea
provoca una sobrecarga de volumen de la aurícula derecha y del ventrículo derecho, y
da lugar a una dilatación de las cavidades cardíacas derechas. La insuficiencia tricus-
pídea aislada se tolera bien porque el ventrículo derecho puede compensar la sobre-
carga de volumen y, en realidad, en los individuos sanos normales suele haber un
grado fisiológico pequeño de IT.
Evaluación preoperatoria
El reflujo hace que aumente la presión venosa sistémica y la de la aurícula derecha.
Los pacientes pueden quejarse de síntomas de insuficiencia cardíaca derecha. En la
exploración física, suele haber una onda CV venosa yugular grande y una hepatome-
galia palpable que tiende a ser pulsátil en sístole. En el borde esternal izquierdo suele
percibirse un impulso ventricular derecho, así como un soplo redundante pansistólico
que se ausculta mejor en la inspiración en el borde esternal inferior. La fibrilación
auricular no es infrecuente.
Implicaciones anestésicas
En estos casos, también se recomienda realizar una profilaxis antibiótica. Los objetivos
del control hemodinámico son aquí proporcionar un flujo de eyección adecuado, aumen-
tando la precarga del ventrículo derecho, mantener la frecuencia cardíaca en valores nor-
males o tirando a altos para prevenir la congestión periférica, mantener la contractilidad
miocárdica y disminuir la resistencia vascular pulmonar.
Estenosis tricuspídea
Generalidades
Se trata de una valvulopatía infrecuente que suele observarse con mayor frecuencia en
las mujeres, habitualmente secundaria a cardiopatía reumática y relacionada frecuente-
mente con valvulopatías mitral o aórtica. La estenosis tricuspídea (ET) también se obser-
va en el síndrome carcinoide (en estos pacientes suele predominar la insuficiencia tri-
cuspídea con cierto grado de estenosis). La ET suele pasarse por alto con cierta facilidad
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al evaluar a los pacientes con cardiopatía reumática; una posible pista suele ser la dila-
tación notable de la aurícula derecha. Otras causas de ET son casos excepcionalmente
infrecuentes de estenosis congénita como consecuencia de un cuerpo extraño, como el
cable del marcapasos transvenoso a través del anillo tricuspídeo que induce fibrosis
del cable y de la válvula, y los tumores de la aurícula derecha (tumores cardíacos prima-
rios o lesiones metastásicas) que ocasionan obstrucción del flujo tricuspídeo. La ET sue-
le asociarse con frecuencia a cierto grado de IT.
La ET da lugar a una disminución del gasto cardíaco, que no suele manifestarse hasta
que el orificio valvular disminuye a menos de 1,5 cm2 (con un gradiente medio a través
de la válvula enferma de 3 mmHg), desde los valores normales de 7 a 9 cm2, y éste se
restablece hasta valores normales cuando aumenta la presión de la aurícula derecha. La
congestión venosa sistémica resultante produce hepatomegalia, disfunción hepática,
ascitis, así como edema de partes declives y distensión venosa yugular con ondas A
gigantes visibles en el registro de la presión venosa central.
Implicaciones anestésicas
Se recomienda realizar una profilaxis antibiótica. Los objetivos del control hemodiná-
mico son mantener la precarga del ventrículo derecho y mantener al paciente en ritmo
sinusal, ya que las arritmias supraventriculares se toleran mal y deben tratarse mediante
cardioversión. Debe conservarse la contractilidad, ya que de ello depende el mante-
nimiento del gasto cardíaco. También es deseable mantener dentro de la normalidad
la resistencia vascular sistémica y la pulmonar.
Válvula pulmonar
Insuficiencia pulmonar
La insuficiencia pulmonar (IP) es la lesión adquirida más frecuente de la válvula pul-
monar. La dilatación del anillo pulmonar puede ser idiopática o secundaria a una dila-
tación de la arteria pulmonar, la cual, a su vez, puede ser secundaria a hipertensión
pulmonar, síndrome de Marfan u otras conectivopatías. Otras causas son: endocardi-
tis infecciosa, síndrome carcinoide, traumatismos, intervenciones quirúrgicas (como
la corrección de la tetralogía de Fallot), cardiopatía reumática y malformaciones con-
génitas. En los individuos sanos es habitual encontrar cierto grado de IP, y ésta no
implica necesariamente anomalías anatómicas de la válvula o presiones elevadas de la
arteria pulmonar. La IP se caracteriza por un soplo diastólico decreciente que comien-
za con el componente pulmonar del segundo ruido cardíaco, que es difícil de distin-
guir del soplo de insuficiencia aórtica. La insuficiencia pulmonar no suele dar lugar a
síntomas, y rara vez es preciso tratarla.
Estenosis pulmonar
La estenosis pulmonar (EP) suele ser una lesión congénita, aunque en raras ocasiones es
secundaria a una cardiopatía reumática o a un síndrome carcinoide. La EP congénita
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puede asociarse con un tabique ventricular intacto o con un defecto de dicho tabique
(tetralogía de Fallot). La estenosis puede ser valvular o infundibular, subvalvular o
supravalvular. La estenosis congénita múltiple de la arteria pulmonar suele deberse a
infección por rubéola durante el embarazo. La obstrucción del ventrículo derecho da
lugar a hipertrofia de dicho ventrículo que, a su vez, conduce a hipertrofia de la aurícu-
la derecha. La EP grave puede ser incompatible con la vida, pero grados menores de obs-
trucción pueden ir acompañados de fatiga, angina, síncope y síntomas de insuficiencia
cardíaca derecha. La EP leve puede pasar desapercibida. En la exploración física se aus-
culta un soplo mesosistólico ronco, sobre todo en inspiración, en el segundo espa-
cio intercostal a la izquierda del esternón; suele asociarse con frémito. El ruido del cie-
rre de la válvula pulmonar suele ser tardío y suave. Si la estenosis es moderadamente
grave se escucha un cuarto ruido y se aprecia una onda A notable. Puede percibirse
un crecimiento del ventrículo derecho. Es frecuente la fibrilación auricular secundaria
a la IT resultante.
Actitud terapéutica perioperatoria
Todos los pacientes que padecen una estenosis pulmonar necesitan profilaxis de la endo-
carditis.Aquellos con grados de obstrucción leves no deberían plantear problemas anes-
tésicos. Cuando la obstrucción es entre moderada y grave, hay que aumentar la precar-
ga. El incremento de la frecuencia cardíaca suele aumentar el flujo a través de la válvula.
Hay que mantener la contractilidad miocárdica. También se debe conservar la poscarga
para aportar una perfusión coronaria adecuada a un ventrículo derecho hipertrofiado. La
resistencia vascular pulmonar debe mantenerse en límites bajos o normales, ya que los
aumentos mayores pueden provocar una disfunción del ventrículo derecho.
Bibliografía
VIJI KURUP Y ALA’ SAMI HADDADIN506
487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 506
VALVULOPATÍAS CARDÍACAS 507
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Valvulopatias

  • 1. Los pacientes aquejados de valvulopatía que acuden para ser sometidos a una interven- ción quirúrgica representan un gran reto para los anestesiólogos. Durante las tres últimas décadas se han logrado avances continuos en el conocimiento de la fisiopatología de las valvulopatías y en las técnicas quirúrgicas para corregirlas. Durante el período periope- ratorio pueden encontrarse pacientes con valvulopatías en diferentes estadios de su enfer- medad, gracias al perfeccionamiento de unos sistemas de monitorización incruentos de la función cardíaca más eficientes y seguros, a las nuevas técnicas quirúrgicas, a los mejo- res diseños de las prótesis valvulares y a la elaboración de normas para establecer el mejor momento en el que se debe realizar la intervención quirúrgica. El especialista al cargo de dicho período debe ser consciente de los distintos efectos que tienen las variables hemo- dinámicas en esta subpoblación de pacientes. Por lo general, el objetivo en las lesiones estenóticas es mejorar el flujo de salida, mientras que en las lesiones con reflujo por insu- ficiencia la meta es disminuir la regurgitación retrógrada. La planificación de la cirugía también ha experimentado cambios importantes. En la actualidad, ya no es necesario, ni incluso aconsejable, demorar la cirugía hasta que existan síntomas de enfermedad avan- zada; así pues, hoy día cada vez se programan antes las intervenciones, en comparación con lo que se hacía hace una década. Por otra parte, la mayoría de los pacientes que pade- ce un estadio avanzado de la enfermedad, y que antes se consideraba inoperables, en la actualidad puede beneficiarse notablemente de una cirugía valvular [1]. Según las normas delAmerican College of Cardiology/American HeartAssociation (ACC/AHA), la valvu- lopatía grave se considera un factor pronóstico clínico mayor de riesgo cardíaco, y debe- ría obligar a una demora o a una cancelación de una cirugía no cardíaca programada, a considerar la idoneidad de un estudio ecocardiográfico, un cateterismo cardíaco o la posi- bilidad de una cirugía valvular previa a la intervención [2]. Las cinco variables que deben tenerse en cuenta en las valvulopatías son: 1) precarga; 2) poscarga; 3) contractilidad mio- cárdica; 4) frecuencia cardíaca, y 5) ritmo. A continuación, se describen los objetivos de la anestesia para cada valvulopatía en función de estas cinco variables. La monitorización de los pacientes que sufren cualquiera de estas alteraciones valvulares depende de la gra- 487 *Autor para la correspondencia. Dirección electrónica: viji.kurup@yale.edu (V. Kurup). SAUNDERS CLÍNICAS ANESTESIOLÓGICAS DE NORTEAMÉRICAAnesthesiology Clin N Am 24 (2006) 487 – 508 Valvulopatías cardíacas Viji Kurup, MD*, y Ala’ Sami Haddadin, MD Department of Anesthesiology, Yale University School of Medicine, 333 Cedar Street, P.O. Box 208051, New Haven, CT 06510-8051, USA 487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 487
  • 2. vedad de la lesión, de la morbilidad asociada y del tipo de cirugía. En los pacientes con enfermedad leve y propuestos para cirugía menor, todo lo que se necesita es una monito- rización incruenta, mientras que en los pacientes con una enfermedad grave o programa- dos para una intervención quirúrgica con pérdidas hídricas importantes puede precisarse una monitorización cruenta con una vía arterial, un catéter de arteria pulmonar (CAP) o una ecografía cardíaca transesofágica (ETE) intraoperatoria. Estenosis aórtica Generalidades La estenosis aórtica (EAo) es la lesión valvular cardíaca más frecuente en los adultos nor- teamericanos, y su incidencia está creciendo, en parte porque se trata de una patología degenerativa propia del envejecimiento, y la población de este país cada vez es más lon- geva. La causa más habitual de EAo es la degeneración y calcificación en la población anciana, mientras que la estenosis de una válvula bicúspide es más habitual en la pobla- ción más joven. El área de la válvula aórtica normal mide de 2,6 a 3,5 cm2. La EAo se consideraba una enfermedad «degenerativa», pero en la actualidad se ha detectado que la lesión precoz es un proceso inflamatorio activo con algunas similitudes con la arterio- esclerosis [3]. También se ha observado que los pacientes asintomáticos con una EAo de moderada a grave tienen un pronóstico bueno durante su período «latente», y su riesgo de muerte súbita o de causa cardíaca es bajo. Los datos indican que los pacientes asinto- máticos con una EAo pueden tratarse con un seguimiento médico mientras permanezcan sin síntomas [4]. La supervivencia es prácticamente normal hasta que aparecen síntomas de angina, síncope o insuficiencia cardíaca, tras los cuales disminuye bruscamente la supervivencia; de hecho, cerca del 75% de los pacientes sintomáticos sucumbirá a lo largo de los 3 años siguientes del comienzo de los síntomas sin una sustitución valvular. Por lo general, los síntomas pueden atribuirse a una EAo si el área de la válvula es menor de 1,0 cm2 o si la media del gradiente transvalvular supera los 50 mmHg [1]. Por término medio, la velocidad de progresión de la EAo va disminuyendo el área de la válvula en 0,1 cm2/año, o incrementando el gradiente de presión transvalvular entre 8 y 10 mmHg por año. Se ha verificado que la aparición de angina, síncope y disnea guarda relación con un promedio de tiempo hasta la muerte de 5, 3 y 2 años, respectivamente [5]. Desde que Goldman et al [6] mencionaron en 1977 la aparición de complicaciones cardíacas mayo- res en el 13% de 23 pacientes que padecían una EAo, éstas se engloban dentro de un grupo de riesgo de complicaciones perioperatorias superior a la media. Estudios más recientes han reafirmado este concepto, y los pacientes aquejados de EAo se encuadran dentro del grupo de alto riesgo de mortalidad perioperatoria y de IM no mortal, con inde- pendencia de otros factores de riesgo (14 frente al 2% en la población general) [7]. Evaluación preoperatoria La valoración preoperatoria del paciente que sufre una estenosis aórtica se fundamenta en una anamnesis cuidadosa de los síntomas de angina, síncope y disnea. Al estudiar a un paciente con una valvulopatía de este tipo, la anamnesis y la exploración física deta- VIJI KURUP Y ALA’ SAMI HADDADIN488 487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 488
  • 3. lladas resultan primordiales para identificar a los individuos de alto riesgo. En los pacientes con una válvula aórtica bicúspide conocida hay que recordar la relación con la coartación de la aorta. No resulta plausible ni práctico solicitar una exploración ecocar- diográfica en cada paciente que padece una EAo. La angina secundaria a esta valvulo- patía se debe al aumento de la demanda originada por la presión y la limitada reserva del flujo sanguíneo coronario. El síncope se debe a arritmias ventriculares o a disfunción de los barorreceptores con un gasto cardíaco relativamente fijo. La insuficiencia cardíaca es consecuencia de una disfunción diastólica, más que de una disfunción sistólica. La muerte súbita se produce predominantemente en pacientes con EAo sintomática. Los datos de la exploración física en los pacientes con EAo son: 1. El pulso ascendente lento «parvus et tardus», suele asociarse a una muesca en el movimiento hacia arriba (pulso anacrótico) o con frémito sistólico. 2. A veces se percibe un impulso apical cardíaco mantenido o un impulso doble secundario al cuarto ruido cardíaco, y puede palparse una «patada auricular». En la zona aórtica puede percibirse un frémito sistólico. 3. Segundo ruido cardíaco apagado o inaudible cuando los velos valvulares aórticos pierden la movilidad. 4. Chasquido sistólico de eyección, a menos que la válvula haya perdido la movili- dad y esté calcificada. 5. Desdoblamiento invertido del segundo ruido cardíaco (desdoblamiento en espi- ración). 6. Cuarto ruido cardíaco prominente, a menos que coexista una estenosis mitral que lo suprima. 7. Soplo sistólico de eyección que suele tener una «forma de diamante» (crescendo- decrescendo). El soplo suele alargarse cuando la enfermedad es más grave, ya que se necesita un tiempo de eyección más largo. Suele ser un soplo rudo que se escucha mejor sobre la zona aórtica. Se irradia a las carótidas y también hacia la zona anterior del corazón. La intensidad del soplo no es una buena guía de la gra- vedad de la afección, ya que está atenuado por un gasto cardíaco disminuido, y en los casos graves el soplo puede ser inaudible. En los pacientes sintomáticos, en aquellos con una capacidad funcional deficiente o en los que presentan datos conflictivos respecto a la gravedad de la estenosis, lo más útil es solicitar un estudio ecocardiográfico del corazón centrado en la morfología y los gra- dientes a través de la válvula. Hay que tener presente la posibilidad de que coexistan simultáneamente arteriopatía coronaria y EAo, por lo que la anamnesis y la exploración física deben descartar los datos que apunten hacia dicha relación [8,9].Asimismo, en la evaluación del riesgo preoperatorio debe incluirse la existencia de una estenosis carotídea relevante. Tampoco hay datos claros con respecto al momento en el que se debe realizar una reparación o una sustitución valvu- lar antes de una cirugía no cardíaca. La idea más extendida es que la indicación es la misma que si no existiese la necesidad de cirugía [10]. Las categorías controvertidas son los pacien- tes asintomáticos con una EAo grave y los pacientes con una fracción de eyección baja y un gradiente bajo. La ecografía cardíaca y las pruebas de esfuerzo pueden identificar al pacien- VALVULOPATÍAS CARDÍACAS 489 487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 489
  • 4. te asintomático que podría beneficiarse de una cirugía valvular. Las pruebas de esfuerzo monitorizadas son seguras para los pacientes con una estenosis entre moderada y grave, y pueden sacar a la luz a los pacientes con una reserva disminuida [11]. Los individuos con una fracción de eyección baja y gradientes bajos están expuestos a un riesgo alto, y sola- mente la mitad de dichos pacientes seguirá viva entre 3 y 4 años tras la intervención. La eco- grafía cardíaca también puede ayudar a distinguir a los pacientes que padecen una esteno- sis verdadera de aquellos que presentan una seudoestenosis, en los que la válvula no se abre debido a la deficiencia del gasto cardíaco. En estos pacientes, si se aumenta el gasto cardía- co con medidas farmacológicas, el área de la válvula aumenta sustancialmente hasta más de 1 cm2. En los pacientes con una estenosis verdadera, el aumento del gasto cardíaco aumen- ta el gradiente. Los individuos con un gradiente bajo y que no responden a la estimulación inotrópica evolucionan mal debido a lo avanzado de su enfermedad [11]. Evaluaciones ecocardiográficas de la gravedad de la estenosis aórtica La ecografía cardíaca es un método incruento y rentable para valorar la presencia o la gravedad de la EAo. Ha sustituido al cateterismo cardíaco como método de evaluación de la estenosis en muchos centros. Permite valorar la morfología de la válvula aórtica (bicúspide frente a tricúspide), la presencia de hipertrofia del ventrículo izquierdo (HVI), la disfunción sistólica y diastólica, y la necesidad de profilaxis antibiótica. La velocidad del flujo sanguíneo aórtico aumenta proporcionalmente con la grave- dad de la estenosis aórtica, de modo que se puede seguir la evolución de la estenosis mediante exámenes ecocardiográficos periódicos. Estudios más recientes señalan que los factores de riesgo de morbilidad con la EAo son una velocidad de flujo de eyección aórtico mayor de 4,5 m/s y una fracción de eyección del ventrículo izquierdo menor del 50% [11a]. Además, en el 50 al 70% de los pacientes con EAo coexiste una insuficien- cia aórtica (IAo) [12]. La clasificación de la gravedad se realiza aplicando diversas medi- ciones, como la estimación del área valvular mediante planimetría y ecuaciones de con- tinuidad, y la medición de los gradientes de presión a través de la válvula (tabla 1). VIJI KURUP Y ALA’ SAMI HADDADIN490 Tabla 1 Mediciones para establecer la gravedad de la estenosis aórtica Medición Normal Leve Moderada Grave Área valvular (cm2) 2,6-3,5 1,0-1,5 0,8-1,0 < 0,8 Gradiente máximo (mmHg) < 36 > 50 > 80 Gradiente medio (mmHg) < 20 20-50 > 50 Velocidad máxima (m/s) 1,0-1,7 > 4 Datos de Cohen IS.Aortic stenosis. En: PerrinoAC, Reeves S, eds.A practical approach to transesophageal echocardiography. Philadelphia: Lippincott Williams and Wilkins; 2003. p. 189. Implicaciones anestésicas La sustitución de la válvula aórtica es el tratamiento de elección en los pacientes con una EAo grave y que necesitan someterse a una cirugía no cardíaca programada. No obstan- 487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 490
  • 5. te, se ha demostrado que, cuando no es factible realizarla, los pacientes con una esteno- sis entre moderada y grave pueden someterse a una cirugía no cardíaca programada con un riesgo aceptable, mediante una monitorización intraoperatoria y postoperatoria inten- siva, detectando y tratando precozmente la aparición de hipotensión, y controlando cui- dadosamente las cinco variables hemodinámicas mencionadas en la tabla 2 [13]. Se debe prestar atención al mantenimiento de un ritmo sinusal normal, ya que la contribución de la contracción auricular al llenado del ventrículo izquierdo adquiere importancia en estos pacientes que presentan una presión telediastólica del ventrículo izquierdo (PTDVI) alta (tabla 3). Cualquier arritmia inestable debe tratarse rápidamente con car- dioversión. Lo deseable sería mantener la frecuencia cardíaca lo más próxima posible al ritmo basal, ya que se necesita un lapso de tiempo diastólico adecuado para que se llene convenientemente el ventrículo izquierdo, y cualquier taquicardia compromete este intervalo. Por otra parte, la bradicardia puede dar lugar en estos pacientes a una dismi- nución del gasto cardíaco, ya que su volumen sistólico es fijo, por lo que puede provo- car una distensión aguda del ventrículo izquierdo, con un deterioro brusco del estado del paciente. Del mismo modo, hay que intentar mantener la resistencia vascular sistémica VALVULOPATÍAS CARDÍACAS 491 Tabla 2 Clasificación de la gravedad de la insuficiencia aórtica Método de evaluación Trivial Leve Moderada Grave Altura del chorro de IAo/ 1-24 25-46 47-64 diámetro del TSVI (%) Altura de la vena contracta Inversión del flujo diastólico aórtico Pendiente de descenso > 2 m/s del chorro de IAo Tiempo de hemipresión (ms) > 500 200-500 IAo: insuficiencia aórtica; TSVI: tracto de salida del ventrículo izquierdo. Datos de Cohen IS.Aortic stenosis. En: PerrinoAC, Reeves S, eds.A practical approach to transesophageal echocardiography. Philadelphia: Lippincott Williams and Wilkins; 2003. p. 180. > 65 > 6 mm Inversión holodiastólica en la aorta descendente > 3 m/s < 200 Tabla 3 Objetivos del tratamiento anestésico en las valvulopatías comunes Enfermedad Precarga Poscarga Frecuencia Ritmo Contractilidad Estenosis aórtica Insuficiencia aórtica Estenosis mitral Insuficiencia mitral Normal a alta Normal Normal Normal Normal a alta Disminuida Normal Disminuida Mantener valores basales (70-80) 90-100 65-80 90-100 Sinusal Sinusal Normalmente fibrilación auricular Sinusal Normal Normal a alta Normal a alta Normal a alta 487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 491
  • 6. lo más próxima posible a los valores normales, ya que cualquier descenso se asociará con una disminución de la presión de perfusión coronaria, mientras que un incremento provocará una disminución del volumen sistólico. Ambas situaciones se asocian a una disminución del gasto cardíaco. El aumento de la PTDVI y del volumen telediastólico del ventrículo izquierdo (VTDVI) provoca un aumento del trabajo miocárdico y de la demanda de oxígeno. Al mismo tiempo, el aumento de la PTDVI da lugar a una dismi- nución del aporte de oxígeno miocárdico, provocando una disminución de la presión de perfusión coronaria (la presión de perfusión coronaria es igual a la presión diastólica aórtica menos la PTDVI). Finalmente, se genera un efecto Venturi del chorro de sangre que fluye a través de la válvula aórtica y más allá de las arterias coronarias, y este efec- to puede disminuir bastante la presión en los orificios coronarios como para invertir el flujo sanguíneo coronario sistólico. En el caso de una RCP, es poco probable que el masaje cardíaco externo sea eficaz, debido a la dificultad para establecer un flujo a tra- vés de una válvula estenótica. Por dicha razón, las arritmias deben tratarse enseguida y de forma intensiva. En los pacientes con EAo significativa, la actitud más prudente con- siste en disponer a mano de un desfibrilador, antes de la inducción de la anestesia. Medicación preoperatoria La medicación debe administrarse con prudencia, teniendo en cuenta los objetivos hemodinámicos (v. tabla 2). La profilaxis antibiótica debe ajustarse a las normas publi- cadas por la AHA [14]. Actitud terapéutica intraoperatoria Habitualmente, se elige una anestesia general en lugar de una técnica regional pura, aunque con un control adecuado de la resistencia vascular sistémica, tanto la anestesia intradural como la epidural pueden practicarse con resultados buenos [7]. En el caso de elegir succi- nilcolina como relajante muscular, hay que tener en cuenta la bradicardia que, a veces, se asocia con su administración, y tener previsto un plan de actuación en caso de que se pro- duzca. Una técnica anestésica equilibrada con óxido nitroso, un anestésico inhalatorio y opioides parece funcionar bien con una mínima depresión cardíaca. El tratamiento inmedia- to de la hipovolemia y la corrección de las pérdidas sanguíneas es esencial para mantener la presión de perfusión y la capacidad de transporte de oxígeno de la sangre. Cualquier arritmia desestabilizadora debe resolverse de forma inmediata mediante cardioversión eléctrica. Las extrasístoles ventriculares deben tratarse intensivamente, ya que los pacientes cuyo ritmo se deteriora hacia una fibrilación ventricular a menudo no pueden ser reanimados con éxito. Las necesidades de monitorización cruenta vendrán dictadas por la gravedad de la estenosis y por el tipo de cirugía. Insuficiencia aórtica Generalidades La IAo puede deberse a una afección primaria de los velos valvulares de la válvula aórtica o de la pared de la raíz aórtica, o por ambas [15]. Entre las causas más frecuentes de alte- VIJI KURUP Y ALA’ SAMI HADDADIN492 487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 492
  • 7. raciones de los velos valvulares están la endocarditis infecciosa y la fiebre reumática. Las enfermedades que afectan a la válvula aórtica son la ectasia anuloaórtica, el síndrome de Marfan, la sífilis, la espondilitis anquilosante, la artritis reumatoide y la hipertensión gene- ralizada. El trastorno básico es un descenso en el volumen sistólico eyectado a través de la válvula aórtica debido al reflujo retrógrado de parte del volumen de vuelta hacia el ven- trículo izquierdo durante la diástole. Un intervalo diastólico prolongado favorece que la regurgitación sea mayor, con el consiguiente descenso del gasto cardíaco efectivo. Del mismo modo, un incremento en la resistencia al flujo sistólico debido a un aumento en la resistencia vascular sistémica también disminuye el gasto cardíaco efectivo. Actualmente, la mortalidad quirúrgica por sustitución de la válvula aórtica aislada programada es baja (< 2,5%) y una aceptable incidencia de muerte tardía relacionada con la válvula (5,2% a los 10 años), y podría estar indicada la realización de una susti- tución de la válvula aórtica precoz en el curso de una IAo crónica, para prevenir la apa- rición de una afectación miocárdica irreversible [16]. Evaluación preoperatoria Los pacientes que padecen una IAo pueden presentar síntomas de disnea de esfuerzo, intolerancia al ejercicio e insuficiencia cardíaca congestiva. La angina de pecho es una queja frecuente, mientras que las arritmias son relativamente infrecuentes. La exploración física podría revelar un pulso periférico saltón o de colapso diastólico (pulso de martillo de agua o pulso de Corrigan), con una presión de pulso amplia y un soplo diastólico retumbante que se escucha mejor en el borde esternal izquierdo con el paciente inclina- do hacia delante y manteniendo la respiración en espiración. También se puede oír un soplo de Austin Flint por el aleteo del velo valvular mitral anterior en la mesodiástole. Asimismo, pueden haber otros signos que indican una circulación hiperdinámica: Signo de Quincke (pulsación capilar en los lechos ungueales). Signo de De Musset (sacudidas rítmicas de la cabeza con cada latido cardíaco). Signo de Duroziez (soplo vascular doble, sistólico y diastólico, que se escucha en la arteria femoral cuando se aplica una presión distalmente; si se detecta, es un signo de IAo grave). En la radiografía de tórax o en el ECG puede apreciarse un aumento de tamaño del ventrículo izquierdo. A diferencia de la EAo, la muerte súbita por IAo es infrecuente [17]. El tratamiento médico de la IAo se basa en disminuir cualquier hipertensión sistó- lica asociada para intentar reducir el estrés de la pared y mejorar la función del VI. Se ha comprobado el efecto beneficioso que proporcionan los vasodilatadores, como la hidra- lazina y el nifedipino, y pueden demorar la necesidad de cirugía en los pacientes asinto- máticos con una función normal del VI o en pacientes que padecen una IAo grave y que no son candidatos para cirugía [18]. Mediciones ecocardiográficas de la gravedad de la insuficiencia aórtica La ecografía cardíaca sirve de gran ayuda para estudiar la morfología de las valvas aórti- cas, para identificar una perforación de las valvas, fibrosis en las cúspides, el prolapso de VALVULOPATÍAS CARDÍACAS 493 487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 493
  • 8. una de las valvas, y para identificar el patrón de dilatación de la raíz aórtica. También es posible cuantificar el grado de regurgitación para evaluar la gravedad de la insuficiencia. La cirugía debe considerarse en los pacientes que tienen un diámetro telesistólico del ven- trículo izquierdo mayor de 55 mm o una fracción de eyección menor del 50% [19]. Las dimensiones de la raíz aórtica suelen tomarse en el anillo, el seno de Valsalva, la unión senotubular y la aorta ascendente. No hay un único método que esté aceptado como patrón de referencia para cuantificar el reflujo aórtico. El chorro de regurgitación aórtico se estudia desde proyecciones ecocardiográficas distintas, y se intenta cuantificar su tamaño utilizando una combinación de técnicas, como el cálculo de la proporción entre el diámetro del chorro de IAo con respecto al anillo aórtico, el tiempo de hemipresión (PHT, pressure half-time) y la pendiente de deceleración, calculando el área de superficie de iso- velocidad proximal (PISA, proximal iso-velocity surface area), la presencia de reflujo mitral diastólico, el abombamiento inverso de la valva anterior de la válvula mitral, el volumen regurgitante y la inversión del flujo aórtico holodiastólico (v. tabla 2). Implicaciones anestésicas El objetivo de la anestesia en los pacientes que padecen una IAo es mantener un flujo de eyección adecuado a través de la válvula aórtica, y disminuir la fracción del volumen sis- tólico que refluye retrógradamente hacia el ventrículo izquierdo. Esto se consigue evitan- do la bradicardia y cualquier aumento brusco en la resistencia vascular sistémica (v. ta- bla 3). En estos pacientes es sumamente beneficioso mantener una frecuencia cardíaca mayor de la normal, ya que la bradicardia incrementa el período diastólico durante el que se produce el reflujo y la sobrecarga de volumen del ventrículo izquierdo. Del mismo modo, un descenso en la resistencia vascular sistémica también puede favorecer el flujo de eyección a través de la válvula aórtica. Aunque la inducción de una vasodilatación perifé- rica mediante una técnica anestésica regional parece una alternativa atractiva en este tipo de pacientes, la naturaleza incontrolada de esta respuesta puede restarle atractivo. Se debe evitar cualquier depresión de la contractilidad miocárdica inducida farmacológicamente. Medicación preoperatoria La premedicación consiste en una profilaxis antibiótica cuando sea conveniente [14] y en un tratamiento ansiolítico, si fuese preciso. Actitud terapéutica intraoperatoria Cualquiera de los medicamentos intravenosos puede utilizarse con garantías, pero en los pacientes con hipovolemia, la ketamina puede ser el fármaco de elección, ya que la taquicardia que induce puede resultar ventajosa. Habrá que adoptar medidas para evitar la bradicardia inducida por la administración de succinilcolina (p. ej., premedicación con glicopirrolato). La técnica anestésica de elección es la equilibrada con óxido nitroso, anestésicos inhalatorios y opioides. Los efectos vagolíticos del pancuronio le convierten en uno de los relajantes musculares de elección en estos pacientes. Hay que prestar mucha aten- VIJI KURUP Y ALA’ SAMI HADDADIN494 487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 494
  • 9. ción al mantenimiento del volumen sanguíneo, y las pérdidas sanguíneas deben repo- nerse lo antes posible, para mantener un gasto cardíaco adecuado y la capacidad de la sangre para transportar oxígeno. Cualquier trastorno del ritmo debe tratarse también lo antes posible antes de que se desencadene una espiral descendente como consecuencia de la deficiencia del gasto cardíaco. En presencia de una IAo grave puede ser preciso realizar una monitorización con ETE o un CAP para identificar y tratar lo antes posible cualquier depresión miocárdica o la aparición de hipovolemia. La colocación de un balón de contrapulsación aórtico está contraindicada en los pacientes con IAo, ya que el incremento en la presión diastólica aumenta la cantidad de volumen de reflujo. Prolapso de la válvula mitral Generalidades El prolapso de la válvula mitral (PVM) es un trastorno hereditario del tejido conjuntivo con proliferación mixomatosa que da lugar a un engrosamiento y a una redundancia de la válvula mitral [12]. Es una de las anomalías valvulares cardíacas más frecuentes, ya que afecta entre el 5 y 10% de la población [15]. Se observa con mayor frecuencia en mujeres jóvenes que en hombres o en mujeres adultas, y su incidencia es familiar. Puede asociarse al síndrome de Marfan, la endocarditis reumática, la miocarditis, la tirotoxi- cosis y el lupus eritematoso sistémico. Es una anomalía tan frecuente que algunos exper- tos la consideran una variante normal. Se ha debatido mucho acerca de la distinción entre una «válvula mitral en oleaje», el «prolapso de la válvula mitral» una «válvula mitral redundante» y una «válvula mitral agitada». Barlow [20] trató de definir estos términos en 1985. Lo denominó una exage- ración del movimiento normal de los velos valvulares de la válvula mitral hacia la cavi- dad auricular izquierda durante el «oleaje» sistólico. Por definición, esto no se asociaba con reflujo. Una vez que progresa y se desestructura la convergencia de los bordes de las valvas se produce el PVM, y éste sí que se asocia con insuficiencia mitral (IMT). Si las valvas aumentan de tamaño y las cuerdas se distienden, pasa a denominarse «válvu- la mitral redundante». Cuando hay una válvula mitral redundante, siempre hay un PVM. Si sigue progresando y las cuerdas se rompen o se elongan en exceso, la porción de la válvula golpeará y pasa a denominarse «válvula mitral agitada» [20]. No obstante, en la bibliografía se emplean indistintamente casi todos estos términos, y en cada caso hay que verificar la definición. Evaluación preoperatoria La mayoría de los pacientes están asintomáticos. La evaluación preoperatoria debe cen- trarse en distinguir a los pacientes con una afección puramente funcional de aquellos que tienen una anomalía valvular estructural con una IMT grave asociada. Los pacientes pue- den sufrir ansiedad y manifestar otros síntomas inespecíficos, como fatiga, palpitaciones, ortostatismo, síntomas neuropsiquiátricos y disfunción del sistema nervioso autónomo. Hay que comprobar cualquier síntoma de dolor torácico para descartar una arteriopatía coronaria asociada. El dolor torácico del PVM se describe a menudo como una angina de VALVULOPATÍAS CARDÍACAS 495 487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 495
  • 10. pecho atípica, ya que el dolor se localiza en la zona precordial izquierda, es agudo, cícli- co, sin relación con el esfuerzo y no se alivia con nitroglicerina. Las etiologías que se barajan para el dolor torácico son: elongación excesiva de las cuerdas tendinosas que oca- siona áreas focales de hipoperfusión subendocárdica, y de vasoespasmo coronario, microembolias hacia la circulación coronaria, hipoperfusión diastólica con taquicardia y aumento del inotropismo, y trastornos de la motilidad esofágica [21]. Estos pacientes pueden estar en tratamiento con β-bloqueadores para controlar las palpitaciones, y esta medicación debe mantenerse durante todo el período perioperatorio. Se ha descrito una mayor incidencia de episodios de embolias en los pacientes más jóvenes con PVM [22]. También se ha mencionado un incremento en la incidencia de migrañas en pacientes con esta valvulopatía [23]. En la exploración física, la auscultación torácica puede poner de manifiesto un chasquido mesodiastólico con o sin un soplo sistólico tardío. Si se asocia con una IMT grave, ésta puede ir acompañada de un soplo pansistólico y otros signos de insuficiencia, como galope S3, estertores y edema periférico. El electrocardiograma suele mostrar cambios inespecíficos del segmento ST y de la onda T en el 15 al 30% de casos, pero no hay datos de que sean más frecuentes que en la población general. Signos ecocardiográficos de prolapso de la válvula mitral Cuando se utiliza la ecografía cardíaca transtorácica, el diagnóstico de PVM debería esta- blecerse solamente con proyecciones paraesternales, ya que suele aceptarse que las pro- yecciones apicales darían lugar a un «número excesivo» de supuestos casos de PVM. Este fenómeno se debe a la configuración peculiar del anillo valvular mitral, que se describe como «en silla de montar». El anillo está más alejado de la punta del VI en sus porciones anterior y posterior, lo que se aprecia en las proyecciones paraesternales. En la proyec- ción apical, el plano corta a través del anillo a la altura de las porciones medial y lateral, y puede dar la impresión de que los velos valvulares están excesivamente desplazados hacia la cámara auricular izquierda, en concordancia con el diagnóstico de PVM [24,25]. Entre los criterios que se han aceptado se encuentran un movimiento sistólico posterior de al menos 2 mm al final de la sístole o de al menos 3 mm para el prolapso holosistóli- co [26]. El Doppler color puede utilizarse para cuantificar cualquier IMT coexistente. Implicaciones anestésicas La elección de los anestésicos depende de la alteración fisiológica particular presente en el paciente. El PVM se ha asociado con una mayor incidencia de embolias, y en especial en los menores de 45 años, por lo que estarían justificadas las medidas para prevenir- las en esta franja de edad [27]. El grado de IMT tiene mucha importancia en la elección de los anestésicos. Premedicación Se ha descrito que el PVM es la causa más frecuente de endocarditis infecciosa en este país, siendo el responsable del 11 al 29% de todos los casos [28]. La recomendación es que los pacientes que padecen un prolapso de la válvula mitral sin reflujo documentado VIJI KURUP Y ALA’ SAMI HADDADIN496 487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 496
  • 11. no necesitan profilaxis antibiótica, mientras que aquellos que tienen un reflujo asociado sí deben recibir dicha profilaxis [14]. En los hombres mayores de 45 años con PVM merece la pena pautar dicha profilaxis, incluso en ausencia de reflujo de reposo, ya que se ha verificado que tienen más riesgo de desarrollar endocarditis [29-31]. Actitud terapéutica intraoperatoria La mayoría de los pacientes que padecen un PVM tolera bien la anestesia regional con tal de que se realice una prehidratación adecuada y no padezcan una disfunción miocár- dica significativa. En los pacientes que presentan una IMT hemodinámicamente signifi- cativa, hay que tener en cuenta el efecto depresor miocárdico de los anestésicos inhala- torios en concentraciones altas. Los factores que determinan el flujo de regurgitación en la IMT son: el gradiente de presión sistólica entre las dos cámaras, el tamaño del orificio de regurgitación y la dura- ción de la sístole ventricular. Por tanto, es deseable mantener presiones de llenado acep- tables, una frecuencia cardíaca más alta y una vasodilatación moderada. La elección de los monitores depende de nuevo de la gravedad del deterioro fisiológico y de la cirugía. En los pacientes con una IMT significativa y disfunción miocárdica se puede utilizar una vía arterial y un catéter de AP. La onda V en el trazado de enclavamiento se puede utili- zar para calcular la extensión del reflujo hacia la AI y hacia las venas pulmonares, espe- cialmente en los pacientes con una IMT aguda [21]. En los pacientes en los que los datos no son concluyentes, se ha demostrado que la ETE puede ayudar a valorar el grado de IMT y a calcular las variables hemodinámicas [32,33]. Estenosis mitral Generalidades La cardiopatía reumática ha sido, históricamente, la causa más frecuente de estenosis mitral (EM), pero la incidencia ha disminuido recientemente [34]. Aproximadamente el 25% de todos los pacientes que padecen una cardiopatía reumática presenta una EM pura. La EM reumática es mucho más frecuente en las mujeres. El 40% adicional tienen una EM combinada con insuficiencia [15]. El proceso reumático afecta a todas las capas del corazón: endocardio, miocardio y pericardio; sin embargo, el endocardio es el que más se afecta, dando lugar a inflamación y retracciones cicatrizales de los velos valvu- lares. La válvula mitral está implicada prácticamente en la mayoría de los casos y la este- nosis se debe al engrosamiento de las valvas, a la fusión de las comisuras y al acorta- miento de las cuerdas. Otras causas frecuentes de EM son la etiología hereditaria, la artritis reumatoide, el lupus y el síndrome carcinoide. En el anciano, se desarrolla un sín- drome parecido a la EM debido a la calcificación y la fibrosis de la válvula, el anillo val- vular y el aparato subvalvular. El área normal de la válvula mitral oscila entre 4 y 6 cm2. El defecto básico en la EM es que existe una restricción al flujo libre de sangre desde la aurícula izquierda hacia el ventrículo izquierdo, que desarrolla un gradiente de presión entre las dos cámaras. El incremento resultante en la presión de la aurícula izquierda provoca una hipertrofia auricular izquierda y congestión pulmonar. El ventrículo dere- VALVULOPATÍAS CARDÍACAS 497 487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 497
  • 12. cho es la cámara principal que genera la fuerza necesaria para impulsar la sangre a tra- vés de la válvula mitral estenótica y, por tanto, existe una sobrecarga de presión en dicho ventrículo. En la EM grave suele haber una vasoconstricción pulmonar asociada, que ejerce un efecto aditivo sobre la hipertensión pulmonar y provoca una insuficiencia cardíaca derecha [34]. Evaluación preoperatoria La intensidad de la enfermedad suele ser leve en la mayoría de los pacientes y, por tanto, pueden estar completamente asintomáticos, y únicamente comienzan a manifes- tar síntomas cuando la válvula comienza a estenosarse de forma moderada (es decir, con un área de 2 cm2). Al ir avanzando la enfermedad, los pacientes empiezan a mostrar progresivamente disnea de esfuerzo, ortopnea y disnea paroxística nocturna. Algunos pacientes presentan hemoptisis secundaria a hipertensión venosa pulmonar. Los sínto- mas opresivos secundarios al aumento de tamaño de la aurícula izquierda pueden mani- festarse en forma de disfagia o ronquera (síndrome de Ortner). La fibrilación auricular es un signo habitual en esta población de pacientes. La exploración física puede poner de manifiesto una presión de pulso disminuida, indicativa de disminución del volumen sistólico. La facies mitral característica, o rubor malar, consiste en mejillas superiores pletóricas, con manchas azuladas, que se deben a anastomosis arteriovenosas e insufi- ciencia vascular. La distensión venosa yugular se detecta en caso de insuficiencia car- díaca derecha. La exploración física pone de relieve una «elevación» paraesternal en caso de que se haya desarrollado hipertensión pulmonar. En decúbito lateral izquierdo puede pal- parse un frémito diastólico. La auscultación pone de manifiesto un primer ruido cardía- co sonoro, si la válvula mitral está flexible, que no se escuchará si la válvula está calci- ficada. Después del segundo ruido cardíaco, la válvula mitral se abre con un chasquido. El intervalo entre estos dos hechos es un buen indicador de la gravedad de la EM. Un intervalo menor de 0,08 segundos entre S2 y el chasquido de apertura mitral suele indi- car una estenosis grave [34]. Después del chasquido de apertura mitral se ausculta un soplo mesodiastólico retumbante de tono bajo, y si el paciente está con un ritmo sinu- sal normal, el soplo sube de tono al final de la diástole como consecuencia de la con- tracción auricular (intensificación presistólica). En ocasiones, puede haber un soplo de tono alto (Graham-Steell) en la base del corazón, que podría deberse a reflujo pulmo- nar o, más a menudo, a reflujo aórtico [35]. A medida que se van inmovilizando las cús- pides valvulares, el primer ruido cardíaco (S1) se suaviza, y va desapareciendo el chas- quido de apertura. Una vez que se desarrolla la hipertensión, el segundo ruido cardíaco (S2) aumenta de intensidad y el soplo diastólico mitral suele silenciarse debido a la re- ducción en el gasto cardíaco. Valoración ecocardiográfica de la gravedad de la estenosis mitral La ecografía cardíaca se utiliza para definir la anatomía de la válvula, cuya configura- ción se describe habitualmente como «en palo de hockey». El área de la válvula puede determinarse mediante planimetría. El estudio de la válvula con el Doppler puede esta- VIJI KURUP Y ALA’ SAMI HADDADIN498 487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 498
  • 13. blecer el gradiente de presión. El área de la válvula mitral se obtiene dividiendo 220 por el tiempo de hemipresión, de modo que presiones de tiempos medios más altos se aso- cian con una EM más grave. En un pequeño porcentaje de pacientes puede ser necesario realizar un cateterismo cardíaco para establecer el área valvular y el gasto cardíaco, cuando se obtienen datos contradictorios mediante las determinaciones incruentas. Implicaciones anestésicas Dado que la mayoría de los pacientes está en fibrilación auricular, hay que tener en cuen- ta la posibilidad de que estén en tratamiento con anticoagulantes orales al considerar las técnicas de anestesia regional. Estos pacientes tienen un orificio valvular mitral fijo, de modo que necesitan una precarga adecuada para mantener el gasto cardíaco. Cualquier taquicardia puede resultar nociva porque acorta la duración del llenado diastólico. Por otra parte, estos pacientes tampoco toleran bien las sobrecargas de líquidos, y éstas sue- len precipitar un edema pulmonar. Estos individuos suelen estar en tratamiento con digo- xina, que deberá mantenerse durante todo el período perioperatorio. Premedicación Los sedantes deben utilizarse con precaución en este tipo de pacientes. Cualquier depre- sión respiratoria que conduzca a hipercapnia aumentará la resistencia vascular pulmonar y empeorará la gravedad de la insuficiencia cardíaca derecha. La profilaxis antibiótica se realiza de conformidad con las normas establecidas [14]. Hay que intentar evitar los anticolinérgicos para tratar de minimizar la taquicardia. Actitud terapéutica intraoperatoria En estos pacientes es preciso controlar intensivamente los líquidos, ya que la mayoría recibe tratamiento crónico con diuréticos y necesita expandir su volumen antes y duran- te la intervención quirúrgica. Sin embargo, la sobrecarga de líquido puede abocar al paciente a edema pulmonar, de modo que los pacientes con una EM grave deben moni- torizarse de forma intensiva, incluso con catéter de arteria pulmonar, ya que su capaci- dad de manejar volúmenes es muy pequeña o nula [36]. El catéter de arteria pulmonar debe insertarse más de lo habitual debido a que las arterias pulmonares están dilatadas; no es preciso colocar el catéter en una posición de enclavamiento, ya que se corre el ries- go de que se rompa la arteria pulmonar. Muchos de estos pacientes padecen hipertensión pulmonar y, por tanto, en este grupo de población es preciso insertar el catéter con sumo cuidado y calcular las presiones de enclavamiento. También es importante evitar facto- res que aumenten la resistencia vascular pulmonar, como hipoxia, hipercapnia y acido- sis. Es importante evitar la taquicardia para mantener un gasto cardíaco adecuado, utili- zando β-bloqueadores de acción corta, si fuera necesario. Los pacientes afectados de EM grave también toleran mal los descensos en la resistencia vascular sistémica, ya que la única manera de mantener un gasto cardíaco adecuado es aumentando la frecuencia cardíaca. Para mantener el volumen sistólico se necesitan fármacos simpaticomiméticos de apoyo. Cuando la profundidad de la anestesia es superficial, los pacientes pueden pre- VALVULOPATÍAS CARDÍACAS 499 487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 499
  • 14. sentar una elevación de la resistencia vascular pulmonar y sistémica, y esto puede oca- sionar una disminución del volumen sistólico. La infusión de nitroprusiato se ha em- pleado para disminuir la resistencia vascular sistémica y aumentar el volumen sistólico del ventrículo izquierdo, especialmente cuando los pacientes presentan, además, hiper- tensión pulmonar [37]. Hay que intentar mantener el ritmo sinusal normal en todo mo- mento, utilizando de inmediato la cardioversión en caso de que el ritmo caiga en fibrila- ción auricular de nueva aparición. Insuficiencia mitral Generalidades La función normal de la válvula mitral depende del perfecto funcionamiento de la compleja interacción de las valvas mitrales, del aparato subvalvular y del anillo mitral. Cualquier imperfección en alguno de estos componentes puede inducir una fuga en la válvula. Las causas principales de IMT son: PVM (20-70% de casos), cardiopatía reu- mática, endocarditis infecciosa, calcificación del anillo, miocardiopatía y cardiopatía isquémica [15,38]. Otras causas más infrecuentes son las enfermedades del tejido con- juntivo vascular (p. ej., síndrome de Marfan y síndrome de Ehlers-Danlos), trauma- tismos, síndrome hipereosinofílico, el carcinoide y la exposición a ciertos medica- mentos que suprimen el apetito (p. ej., fenfluramina). La IMT aguda suele deberse a un infarto de miocardio agudo o a la rotura de cuerdas tendinosas secundaria a endo- carditis infecciosa. Evaluación preoperatoria La mayor parte de los individuos que padecen una IMT entre leve y moderada están asintomáticos y se diagnostican por la detección de un soplo sistólico en la ausculta- ción. Cuando la IMT es importante, pueden presentar síntomas de insuficiencia car- díaca, fibrilación auricular o endocarditis. Los síntomas también pueden precipitarse en individuos previamente asintomáticos, por el estrés añadido que supone el embara- zo, la anemia o la infección [38]. En la exploración física suele auscultarse un soplo holosistólico apical que se irradia a la axila. La intensidad del soplo parece guardar una buena relación con el grado de reflujo en los pacientes que padecen una IM orgá- nica, mientras que en la IMT isquémica o funcional la correlación es débil [39]. Se ausculta un tercer ruido (S3) prominente (en ocasiones, el tercer ruido S3 va seguido de un soplo de flujo mesodiastólico corto) debido al flujo de sangre que vuelve a entrar retrógradamente en el ventrículo izquierdo dilatado en la protodiástole. La aparición de la fibrilación auricular tiene un efecto mucho menos espectacular sobre los sín- tomas que en la EM. Valoración ecocardiográfica de la gravedad de la insuficiencia mitral La evaluación ecocardiográfica de la gravedad de la insuficiencia mitral está indicada en los pacientes que presentan síntomas sugestivos de anomalías valvulares, con un soplo VIJI KURUP Y ALA’ SAMI HADDADIN500 487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 500
  • 15. sistólico en la exploración física (de un grado > 3/6) u otros datos cardíacos. La ecogra- fía cardíaca permite evaluar con precisión la presencia o ausencia de IMT, así como su gravedad, y hasta cierto punto permite establecer la causa. Aunque existen varios méto- dos para calcular la gravedad de la IMT mediante ecografía cardíaca Doppler, no se ha comprobado que ninguno de ellos pronostique los resultados. Por tanto, muchos espe- cialistas combinan varios métodos y utilizan Doppler de onda pulsada, continua y con flujo de color para clasificar a la IMT. Las presiones de la aurícula izquierda pueden cal- cularse indirectamente examinando las venas pulmonares con el Doppler de onda pul- sada. En los pacientes que padecen fibrilación auricular hay que examinar la orejuela de la aurícula izquierda en busca de trombos. Implicaciones anestésicas La actitud anestésica en estos pacientes se centra en reducir la cantidad del volumen regurgitante y en facilitar la eyección del volumen sistólico. La frecuencia cardíaca se mantiene en valores normales o ligeramente elevados. La bradicardia súbita no se tolera bien, ya que conduce a una sobrecarga aguda del ventrículo izquierdo. Resulta beneficioso lograr una vasodilatación leve para aumentar el volumen sistólico eyec- tado. Los pacientes con IMT crónica suelen tener asociada una disfunción miocár- dica; por tanto, la depresión miocárdica inducida farmacológicamente, aunque sea mínima, resulta indeseable. Hay que evitar los factores que aumenten la resistencia vascular sistémica. Premedicación La profilaxis antibiótica se instaura antes de los procedimientos quirúrgicos siguiendo las normas establecidas [14]. Actitud terapéutica intraoperatoria La anestesia regional puede ser una opción en los pacientes con IMT, teniendo en cuen- ta que, aunque en ellos resulta deseable un descenso de la resistencia vascular sistémi- ca, la naturaleza incontrolada de esta respuesta puede afectar a la función cardíaca. La anestesia general suele ser la técnica de elección en los pacientes con una IMT signifi- cativa. La bradicardia inducida por la succinilcolina puede ser indeseable en estos pacientes, por lo que debe disponerse un plan de actuación previo a la inducción antes de que se produzca. Entre los relajantes musculares no despolarizantes, el pancuronio puede ser una alternativa atractiva, ya que produce un incremento modesto de la fre- cuencia cardíaca. El mantenimiento puede llevarse a cabo con una técnica equilibrada de óxido nitroso, opioides y anestésicos inhalatorios. Es muy importante mantener el volumen intravascular, reponiendo rápidamente las pérdidas sanguíneas para mantener la precarga y el gasto cardíaco. Se han utilizado vasodilatadores para disminuir la pos- carga e incrementar el volumen sistólico eyectado y disminuir el volumen del reflujo; sin embargo, se ha comprobado que los vasodilatadores son más eficaces en pacientes con dilatación ventricular y disfunción sistólica asociada [40]. La necesidad de moni- VALVULOPATÍAS CARDÍACAS 501 487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 501
  • 16. torización cruenta depende, de nuevo, de la gravedad de la IMT y de la cirugía pro- puesta. Se puede utilizar un catéter de arteria pulmonar para medir el gasto cardíaco, y seguir la tendencia de la presión de enclavamiento a modo de indicador de la presión de la aurícula izquierda. La ecografía cardíaca transesofágica puede considerarse para monitorizar intraoperatoriamente la función de la válvula mitral, y para evaluar la fun- ción miocárdica y el volumen de reflujo, siempre que el anestesiólogo esté familiariza- do con dicha técnica. En pacientes con una IMT aguda se ha planteado que el mante- nimiento de un ventrículo izquierdo pequeño con su contractilidad miocárdica conservada reducirá la magnitud de la IMT para una lesión determinada, mientras que la dilatación de los ventrículos aumenta el tamaño del orificio regurgitante, indepen- dientemente del gradiente de presión [41]. Prótesis valvulares cardíacas Generalidades Cada vez son más los pacientes portadores de prótesis valvulares cardíacas que necesi- tan una cirugía no cardíaca. En Estados Unidos se realizan anualmente más de 60.000 procedimientos de sustitución valvular. Las prótesis valvulares cardíacas pueden ser mecánicas o biológicas (también denominadas bioprótesis). Las válvulas mecánicas son metálicas o de aleaciones de carbono, y se denominan en función de su estructura como válvulas de jaula-bola, disco lenticular simple, y disco lenticular bivalvo. Las biopróte- sis suelen ser heterólogas y se obtienen de tejido bovino o porcino que se monta sobre un soporte metálico; sin embargo, son sumamente trombogénicas, y los pacientes deben someterse a un tratamiento anticoagulante a largo plazo. Por el contrario, el potencial trombogénico de las prótesis biológicas es bajo y de este modo no se necesita una anti- coagulación a largo plazo; sin embargo, su durabilidad es corta y se sitúa en torno a los 10 años. Por dicha razón, suelen colocarse en pacientes ancianos y en aquellos que no pueden tomar anticoagulantes a largo plazo por otras razones. La presencia de prótesis valvulares cardíacas en un paciente, obligan a buscar posibles complicaciones asociadas, y las más frecuentes son la tromboembolia y la hemorragia asociada al tratamiento an- ticoagulante. En los pacientes con prótesis valvulares también son frecuentes la hemó- lisis y la endocarditis. Evaluación preoperatoria Hay que tratar de averiguar la máxima información posible sobre el tipo de prótesis val- vular que lleva puesta el paciente y su funcionamiento actual. Con la auscultación pre- cordial se debe verificar el carácter de los ruidos cardíacos. Las válvulas mecánicas pro- ducen sonidos precisos de apertura y cierre de tono alto, mientras que las prótesis biológicas generan sonidos similares a los de las válvulas originales. Un cambio en la intensidad o la calidad de los ruidos que se escuchaban previamente, la aparición de un soplo nuevo, o un cambio en las características de un soplo existente suele indicar una disfunción valvular. Aunque no se utiliza a menudo, la cinefluoroscopia permite valorar la integridad estructural de las válvulas mecánicas [42]. La ecografía cardíaca suele VIJI KURUP Y ALA’ SAMI HADDADIN502 487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 502
  • 17. aportar información con respecto a la estabilidad de la sutura del anillo y a los movi- mientos de las valvas de las prótesis biológicas. Para poder examinar las válvulas mecá- nicas se necesitan buenas ventanas, debido a las reverberaciones del eco al pasar sobre el metal. La resonancia magnética (RM) puede utilizarse con garantías en los pacientes portadores de prótesis valvulares, salvo en aquellos que tienen una prótesis de jaula-bola Pre-6000 Starr-Edwards [43]; sin embargo, la RM no resulta de tanta utilidad como la ecografía cardíaca para valorar la estructura de la prótesis, y debe reservarse para aque- llos casos en los que se sospecha una insuficiencia de la prótesis o una fuga periprotési- ca, pero no se visualiza mediante la ecografía cardíaca. Implicaciones anestésicas Un aspecto importante que se debe tener en cuenta en estos pacientes es la interrupción del tratamiento anticoagulante perioperatoriamente para la cirugía. Durante el primer mes después de una embolia arterial debe evitarse cualquier cirugía programada. Por tér- mino medio, el índice de tromboembolias importantes en pacientes con válvulas cardía- cas mecánicas y que no están con tratamiento anticoagulante oscila entre el 3 y el 5%. Se cree que la anticoagulación disminuye este riesgo en un 75% [44]. La interrupción transitoria de los anticoagulantes en los pacientes con prótesis valvulares mecánicas les expone al riesgo de padecer una tromboembolia. Esto se complica por el efecto pro- trombótico de la cirugía, si bien éste es predominantemente venoso y no arterial. En el paciente quirúrgico anticoagulado hay que sopesar este riesgo con el de hemorragia. Se ha recomendado el tratamiento postoperatorio con heparina intravenosa en los pacientes que se van a someter a una cirugía menor en los que el riesgo de sangrado es bajo [45]; sin embargo, en los que se van a someter a una cirugía mayor no se recomienda la hepa- rina intravenosa, debido al elevado riesgo de hemorragia. En los pacientes hospitaliza- dos con un riesgo bajo de embolia arterial se recomienda administrar heparina subcutá- nea en dosis bajas o heparina de bajo peso molecular [45]. Premedicación En estos pacientes se recomienda realizar una profilaxis antibiótica siguiendo las normas establecidas [14]. Actitud terapéutica intraoperatoria La elección de los fármacos depende de la válvula implicada y de su funcionamiento en el momento de la cirugía. Los principios generales señalados previamente deben servir para guiar el tratamiento. Hay que tener siempre presente la posibilidad de un sangrado excesivo en estos pacientes, secundario a una anticoagulación residual, y la reposición de las pérdidas debe hacerse lo antes posible. Pueden coexistir defectos de factores de la coagulación que deben corregirse. No es infrecuente que existan afectaciones aisladas de las válvulas tricúspide y pul- monar. A continuación, se comentan brevemente los aspectos más importantes de estas valvulopatías. VALVULOPATÍAS CARDÍACAS 503 487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 503
  • 18. Insuficiencia tricuspídea La insuficiencia tricuspídea (IT) funcional puede aparecer cuando el ventrículo dere- cho se dilata, como en el cor pulmonale, la hipertensión pulmonar y el infarto de mio- cardio. La IT orgánica puede aparecer en la cardiopatía reumática, la endocarditis infecciosa, el síndrome carcinoide, los traumatismos torácicos cerrados, la anomalía de Ebstein y otras anomalías congénitas de las válvulas auriculoventriculares, y es secundaria a la afectación del aparato valvular (valvas, anillo, cuerdas y músculo papi- lar). La causa más frecuente de IT es probablemente una insuficiencia valvular fun- cional secundaria a una dilatación anular, la cual es a su vez el resultado de la hiper- tensión pulmonar de cualquier etiología. Una última causa de IT es el prolapso de la válvula tricúspide que se observa en el síndrome valvular mixomatoso; en la mayoría de casos se asocia con un prolapso de la válvula mitral. La insuficiencia tricuspídea provoca una sobrecarga de volumen de la aurícula derecha y del ventrículo derecho, y da lugar a una dilatación de las cavidades cardíacas derechas. La insuficiencia tricus- pídea aislada se tolera bien porque el ventrículo derecho puede compensar la sobre- carga de volumen y, en realidad, en los individuos sanos normales suele haber un grado fisiológico pequeño de IT. Evaluación preoperatoria El reflujo hace que aumente la presión venosa sistémica y la de la aurícula derecha. Los pacientes pueden quejarse de síntomas de insuficiencia cardíaca derecha. En la exploración física, suele haber una onda CV venosa yugular grande y una hepatome- galia palpable que tiende a ser pulsátil en sístole. En el borde esternal izquierdo suele percibirse un impulso ventricular derecho, así como un soplo redundante pansistólico que se ausculta mejor en la inspiración en el borde esternal inferior. La fibrilación auricular no es infrecuente. Implicaciones anestésicas En estos casos, también se recomienda realizar una profilaxis antibiótica. Los objetivos del control hemodinámico son aquí proporcionar un flujo de eyección adecuado, aumen- tando la precarga del ventrículo derecho, mantener la frecuencia cardíaca en valores nor- males o tirando a altos para prevenir la congestión periférica, mantener la contractilidad miocárdica y disminuir la resistencia vascular pulmonar. Estenosis tricuspídea Generalidades Se trata de una valvulopatía infrecuente que suele observarse con mayor frecuencia en las mujeres, habitualmente secundaria a cardiopatía reumática y relacionada frecuente- mente con valvulopatías mitral o aórtica. La estenosis tricuspídea (ET) también se obser- va en el síndrome carcinoide (en estos pacientes suele predominar la insuficiencia tri- cuspídea con cierto grado de estenosis). La ET suele pasarse por alto con cierta facilidad VIJI KURUP Y ALA’ SAMI HADDADIN504 487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 504
  • 19. al evaluar a los pacientes con cardiopatía reumática; una posible pista suele ser la dila- tación notable de la aurícula derecha. Otras causas de ET son casos excepcionalmente infrecuentes de estenosis congénita como consecuencia de un cuerpo extraño, como el cable del marcapasos transvenoso a través del anillo tricuspídeo que induce fibrosis del cable y de la válvula, y los tumores de la aurícula derecha (tumores cardíacos prima- rios o lesiones metastásicas) que ocasionan obstrucción del flujo tricuspídeo. La ET sue- le asociarse con frecuencia a cierto grado de IT. La ET da lugar a una disminución del gasto cardíaco, que no suele manifestarse hasta que el orificio valvular disminuye a menos de 1,5 cm2 (con un gradiente medio a través de la válvula enferma de 3 mmHg), desde los valores normales de 7 a 9 cm2, y éste se restablece hasta valores normales cuando aumenta la presión de la aurícula derecha. La congestión venosa sistémica resultante produce hepatomegalia, disfunción hepática, ascitis, así como edema de partes declives y distensión venosa yugular con ondas A gigantes visibles en el registro de la presión venosa central. Implicaciones anestésicas Se recomienda realizar una profilaxis antibiótica. Los objetivos del control hemodiná- mico son mantener la precarga del ventrículo derecho y mantener al paciente en ritmo sinusal, ya que las arritmias supraventriculares se toleran mal y deben tratarse mediante cardioversión. Debe conservarse la contractilidad, ya que de ello depende el mante- nimiento del gasto cardíaco. También es deseable mantener dentro de la normalidad la resistencia vascular sistémica y la pulmonar. Válvula pulmonar Insuficiencia pulmonar La insuficiencia pulmonar (IP) es la lesión adquirida más frecuente de la válvula pul- monar. La dilatación del anillo pulmonar puede ser idiopática o secundaria a una dila- tación de la arteria pulmonar, la cual, a su vez, puede ser secundaria a hipertensión pulmonar, síndrome de Marfan u otras conectivopatías. Otras causas son: endocardi- tis infecciosa, síndrome carcinoide, traumatismos, intervenciones quirúrgicas (como la corrección de la tetralogía de Fallot), cardiopatía reumática y malformaciones con- génitas. En los individuos sanos es habitual encontrar cierto grado de IP, y ésta no implica necesariamente anomalías anatómicas de la válvula o presiones elevadas de la arteria pulmonar. La IP se caracteriza por un soplo diastólico decreciente que comien- za con el componente pulmonar del segundo ruido cardíaco, que es difícil de distin- guir del soplo de insuficiencia aórtica. La insuficiencia pulmonar no suele dar lugar a síntomas, y rara vez es preciso tratarla. Estenosis pulmonar La estenosis pulmonar (EP) suele ser una lesión congénita, aunque en raras ocasiones es secundaria a una cardiopatía reumática o a un síndrome carcinoide. La EP congénita VALVULOPATÍAS CARDÍACAS 505 487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 505
  • 20. puede asociarse con un tabique ventricular intacto o con un defecto de dicho tabique (tetralogía de Fallot). La estenosis puede ser valvular o infundibular, subvalvular o supravalvular. La estenosis congénita múltiple de la arteria pulmonar suele deberse a infección por rubéola durante el embarazo. La obstrucción del ventrículo derecho da lugar a hipertrofia de dicho ventrículo que, a su vez, conduce a hipertrofia de la aurícu- la derecha. La EP grave puede ser incompatible con la vida, pero grados menores de obs- trucción pueden ir acompañados de fatiga, angina, síncope y síntomas de insuficiencia cardíaca derecha. La EP leve puede pasar desapercibida. En la exploración física se aus- culta un soplo mesosistólico ronco, sobre todo en inspiración, en el segundo espa- cio intercostal a la izquierda del esternón; suele asociarse con frémito. El ruido del cie- rre de la válvula pulmonar suele ser tardío y suave. Si la estenosis es moderadamente grave se escucha un cuarto ruido y se aprecia una onda A notable. Puede percibirse un crecimiento del ventrículo derecho. Es frecuente la fibrilación auricular secundaria a la IT resultante. Actitud terapéutica perioperatoria Todos los pacientes que padecen una estenosis pulmonar necesitan profilaxis de la endo- carditis.Aquellos con grados de obstrucción leves no deberían plantear problemas anes- tésicos. Cuando la obstrucción es entre moderada y grave, hay que aumentar la precar- ga. El incremento de la frecuencia cardíaca suele aumentar el flujo a través de la válvula. Hay que mantener la contractilidad miocárdica. También se debe conservar la poscarga para aportar una perfusión coronaria adecuada a un ventrículo derecho hipertrofiado. La resistencia vascular pulmonar debe mantenerse en límites bajos o normales, ya que los aumentos mayores pueden provocar una disfunción del ventrículo derecho. Bibliografía VIJI KURUP Y ALA’ SAMI HADDADIN506 487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 506
  • 21. VALVULOPATÍAS CARDÍACAS 507 487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 507
  • 22. VIJI KURUP Y ALA’ SAMI HADDADIN508 487-508 Anest 3 12/4/07 19:19 Página 508