1. Torremolinos información
DEL 3 AL 9 DE SEPTIEMBRE DE 2011 Cultura 11
Tribunas
—TORREMOLINOS ONÍRICO—
Las oscuras nubes de
la soledad
LA MENTE no siempre es objeto de si misma; en algunas ocasiones, nuestros recuerdos ejercen un gran peso
sobre ella. Simón Cano Le Tiec intenta plasmar sobre Torremolinos lo que el subconsciente es capaz de generar,
pues en esta ciudad, abundan los recuerdos y las muestras del pasado que permiten formar esas ideas.
INFORMACIÓN
SIMÓN CANO
LE TIEC
TORREMOLINOS
A quel paraje... tan olvidado
donde sólo las fuerzas del
viento le daban alguna hu-
manidad. Mirábamos a las pro-
fundidades que se alejaban de
nuestra mirada, aquellas en las que
no nos atrevíamos a caminar, de-
bido a que sería el abandono de
la esperanza a encontrar un ápi-
ce de compasión en estas desér-
ticas tierras.
De modo, que antes de seguir
buscando entre las inmensidades
terrestres, preferimos continuar
avanzando contra la fuerza men-
tal que nos lo impide, aquella que
sólo busca descansar entre el soli-
tario mundo que le rodea.
Entre tanta desesperación,
nuestra mente continuaba bus-
cando la explicación lógica a un
lugar donde sólo pudiésemos en-
contrarnos a nosotros mismos, un
lugar donde nos sentíamos iden-
tificados con la soledad que nos
rodeaba. Similar era el reflejo de
un espejo donde sólo aparece un
alma escondida bajo un mar de
incertidumbres.
Pero cuando observamos la fría “Y entonces, ante la satisfactoria faz de aquel hombre, nos dimos cuenta de que Anthony Quinn nos daba un peculiar rescate moral”
mirada del sol, apuntándonos con
una extraña brisa veraniega, ve- “Era sólo entonces suelo, y nos agarramos fuerte- cartas a su fallecida esposa. Las es- nosotros le estábamos entregan-
mos alzarse, sobre aquellos oscu- mente a la cornisa de la azotea. Es cribía con el mismo afecto que el do como acto de empatía, igual
ros suelos, una sobrecogedora es- cuando, mirando desde en ese momento, donde la tensión que tenía cuando estaba viva. Y se que hizo él al salvarnos de aque-
tructura onírica que lograba dis- la azotea del Pez Espada, y la frialdad de la muerte comen- negaba a encontrarse sólo, y sin lla caída en lo más profundo del
traer nuestra mirada hasta hacer veíamos alzarse sobre la zaban a compaginarse formando embargo no lo podía evitar, por- temor humano.
de ella un mero sub-producto de tierra baldía, las luces de una orquesta ante la cual el más que en el fondo lo estaba. Girábamos el cuello y observá-
la mente. valiente podría sucumbir, vemos Y entonces, ante la satisfactoria bamos que Anthony ya no estaba
Sin embargo, algo mucho más la noche, mientras acercarse a aquel hombre, rozan- faz de aquel hombre, nos dimos junto a nosotros, y sentíamos que
extraño captó nuestra siguiente aparecían las viviendas do nuestras manos con sus botas: cuenta de que Anthony Quinn habíamos visto todo aquello que
atención. La figura de un hombre sobre las cuales La soledad no siempre se puede nos daba un peculiar rescate mo- pudimos ver en una ocasión, pero
que esperaba a realizar su ansiada podríamos haber caído, evitar, amigo mío, sin embargo, ral, mientras nos tendía la mano que nos negamos a observar, por
tarea, nos miraba desde la entra- las personas que pueden hacerlo para ayudarnos a recobrar el sen- miedo, o por cualquier otra ra-
da del edificio, con una mueca en de una forma u otra. ” tienen esa obligación. Uno no pue- tido que perdimos en su mo- zón.
su faz, que comenzaba a resultar de evadirse de su propio mundo mento. Todo lo que podíamos presen-
exasperante. De modo, que nos por no identificarse con él. Era sólo entonces cuando, mi- ciar era la ilusión de un mundo al
acercamos a él, y nos frena la en- Seguíamos observando el vacío, rando desde la azotea del Pez Es- que temimos, o que no llegamos
trada al edificio: Diga, ¿acaso us- mientras aquel hombre se alzaba pada, veíamos alzarse sobre la tie- a comprender, pero gracias a la
ted se siente mejor cuando sólo sobre nosotros sin tendernos la rra baldía, las luces de la noche, mano que Anthony nos tendió,
puede verse a si mismo, y no a los mano para ayudarnos: Una vez, mientras aparecían las viviendas nos dimos cuenta de que no to-
que le rodean? ¿Se siente mejor conocí a un agente federal, Mi- sobre las cuales podríamos haber dos los que se arrodillan, saben le-
cuando está sólo? chael Sullivan, que había perdido caído, de una forma u otra. vantarse.
Entonces, sentimos un enorme a su mujer, tras un altercado con Contemplar aquel esplendor Nosotros lo hicimos, mientras
peso en las manos, que realizaban la mafia de Boston. Pero él, se ne- lumínico mientras Anthony hacía retrocedíamos ante aquel espec-
un portentoso ejercicio, mientras gaba a admitir que en el mundo lo mismo, agachando la cabeza táculo, sin darle la espalda a la re-
nuestros ojos observan que noso- que le rodeaba, donde él respira- para entender que aquella visión alidad de la que intentamos esca-
tros mismos nos alzamos ante el ba ira y rabia, estaba sólo. Escribía era únicamente una ilusión, que par.