2. Hollywood lleva más de diez años (quince según como se agrupe el movimiento
cinematográfico de finales de los 90), intentando buscar la esencia del cine indie.
Clásicos de la cultura popular como Thelma y Louise han influido tanto en este
género de manera que es complicado encontrar una comedia sin aires de road movie.
Sin embargo, la determinación de algunos directores ha podido llevar a este
subgénero a límites en los que la crítica y el público se distancian cada vez más;
levantar el pulgar parece un gesto que ambos no realizan al unísono en cuanto al cine
indie. Puede encontrarse justificado o no según como se quiera ver la trayectoria de la
comedia low-cost. El nombre que resuena con más fuerza (y que debería resonar
durante décadas), sería el del inimitable Greg Mottola. Uno puede buscar una gran
diversidad de cintas sobre adolescencia, amistad, desmadre y no encontrar ninguna
que le guste parcialmente, pero la obra de Mottola no sólo supera la comedia
norteamericana actual, sino que aplica la south-movie sobre ella hasta el punto de
crear la indie perfecta. Arrested Development , serie con la que debutó el director, era
la referencia al género: las sensaciones humanas, cuidadas al ritmo de la verdadera
south-comedy. La escala evolutiva que sus siguientes cintas representaron han sido
aplastadas por la comedia juerguista, el resacón oportuno, y el gag fácil que cintas
como las atribuidas a los Hermanos Farrelly y a Todd Philips. Sin embargo, la
comedia ha sufrido este proceso de 'involución' que ha arrastrado la comedia sexual.
Woody Allen no dormirá tranquilo mientras cintas como Sin Compromiso, Con
derecho a roce, Amor y otras drogas... intentan reinventar la misma historia, y acaban
pareciendo gotas de agua sobre un circuito eléctrico; el círculo que las guía es tan
parecido que sus esloganes publicitarios acaban por ser los mismos, y pretenden sacar
hacia adelante estrellas con quimica, que, francamente, merecen algo mejor, ya sea
Natalie Portman, post-Oscar, Mila Kunis... o futuras novias de América que repiten
los pasos de tantas como granos de arena en el desierto. Pero la oposición de lo
original, y lo sútil, no siempre tarda en surgir. Judd Apatow, grande del indie hasta
marcar el género de manera imborrable, ha sacado la comedia norteamericana del
atolladero con Virgen a los 40 o el clásico 'ruptura de pareja', esta vez reiventado
satisfactoriamente, Paso de ti. Su legado, reciente, ha influido recientemente en el
realizador norteamericano Ruben Fleischer, y su interpretación sobre el zombie de
turno. Bienvenidos a Zombieland, símbolo de un género exprimido hasta la saciedad,
representó lo que la poco accesible Zombies Party pudo haber mostrado.
Aprovechando la ironia, el sarcasmo y la sutileza de las interpretaciones y de la
acción, Fleischer consiguió renovar la tan desfasada indie, que latía a ratos gracias a
Mottola y a Apatow. La road movie encuentra su sitio y se convierte en algo más que
un subgénero: el recurso a la personalidad. Fleischer repite con Eissenberg (quien ya
le acompañó en su ópera prima), en una cinta donde parece olvidar casi 10 años de
comedia norteamericana, y en la que instaura la esencia que Hollywood tanto tiempo
lleva buscando, aquella donde uno espera encontrarse con la típica gloria de la
carcajada pasajera, y acaba por comtemplar la personalidad de la realización
cinematográfica.