2. Hoy en día, parece que la sútil mirada al capitalismo que Hollywood ofrece se aleja
cada vez más del convencional estilo de producción que tanto caracterizó al siglo
XX. Si bien exprime con fuerza la mayoría de las obras cinematográficas, el resultado
no es más que un triste excedente de presupuesto mal invertido, claro que hablamos
de excedentes cuantiosos y casi desproporcionados. La prueba se puede observar con
las continuos renacimientos de sagas fílmicas tan comerciales como han sido las
populares Viernes 13, Pesadilla en Elm Street o La Matanza de Texas; películas con
filas de secuelas inumerables, cuyo atractivo se ha ido perdiendo con el paso de las
mismas. Ya sólo se busca el resplandeciente carisma de estas cintas para extenderlo
hasta hacerlo desaparecer. Y pese a todo, a las fulminantes criticas internacionales y a
los malos recibimientos del público, existe el típico productor de turno que prosigue
con esta estela. El fallo: la falta de naturalidad y la búsqueda de lo complejo. Estas
cintas se basan en que el cordel sea lo suficientemente largo como para dar mucho de
si. Steven Spielberg y Robert Zemeckis rehusaron dirigir secuelas de E.T y Forrest
Gump para conservar la integridad de ambas películas. Sin embargo, este 'arte' de la
reinvención ha sido producente en más de una ocasión, en sentido crítico y comercial.
Wes Craven puede presumir de haber visto sus obras, de aparente sentido transgresor,
convertidas en lo que, en si, buscaba el culto al miedo y al entretenimiento. Su
Última casa a la izquierda pudo ser un rito dedicado a lo macabro, pero su remake
fue tan original como simbólico en cuanto al entretenimiento que Dennis Illiadis le
otorgó. El francés Alexandre Aja hizo lo propio con Las Colinas tienen ojos, donde
un sentimiento de autocrítica reafirmado constantemente a lo largo del film conducía
a un argumento viable y sólido, y de ahí, a un sencillo entretenimiento. Joe Dante
pudo ver su tan amado clásico de culto Piraña bajo la misma esencia en la reciente
Piraña 3D, también dirigida por Aja. Recientemente, Noche de Miedo también
comprometió al remake estereoscópico con la calidad y las expectativas de los
espectadores, todo basado en la proeza visual y la perspicacia narrativa.
Este hecho sólo busca querer demostrar que, lejos de los tan secos y mecánicos
remakes como los de Marcus Nispel (Viernes 13, La matanza de Texas y Conan, el
bárbaro), podemos encontrar el canon, la herencia y la tesis con la que se defendían
estos atraticvos filmes ochenteros.
La Cosa se ha atrevido a aparecer, en forma de precuela, en las taquillas americanas,
donde ha sido avalada por la crítica, la cual no ha dudado en calificarla como una
digna adaptación del clásico de Carpenter. No sería la primera vez; Rob Zombie, pese
a su tan poco ataviado estilo de rodaje , puso sobre el celuloide una fiel mirada bajo
la máscara de Michael Myers en Halloween, clásico de culto, también dirigido por
Carpenter. Siendo un legado tan sólido como el del director neoyorquino, el testigo
parece igual de contundente que una apuñalada, o igual de cauteloso como lo sería
cualquier serial killer que obrase este genio del terror cinematográfico.