1. EL TORREMOLINOS ONÍRICO
El Sueño de la Realidad
Por Simón Cano Le Tiec
Los terrores que afectan al ser humano son sencillos: la caída y el tormento. Ya sean
físicos o morales, incluso su sensación en la fase onírica del sueño, sigue produciendo
el rechazo mental hacia ambos temores. La situación inversa también puede llegar a
producirse, en la que el sentimiento de olvido y rechazo es todo cuanto la mente
tiende a evitar. Es aquella donde, pese a notar la fragilidad de un mundo tan
imaginativo, seguimos queriendo profundizar. Ya fuesen las magnificencias de la
abierta luz de la luna, que azotaba con brillantez los repliegues marinos, o las suaves
brisas venciendo a las oquedades de las olas; todas resultaban sensaciones que no
queríamos obviar. Incluso en algún momento se podía llegar a imaginar la realeza de
los personajes que habitaban en nuestros mundos. Tal vez podíamos divisar a Marlon
Brando, con las manos en los bolsillos, suspirando como símbolo de preocupante
alarma moral, vestido elegantemente, de etiqueta, aún sin evadir su profunda
interpretación de “La Ley del Silencio”, y a unos metros, división ajustada, podemos
ver a Grace Kelly como exuberante presa del sensacionalismo, pero del que no
percibimos ni el más mínimo susurro . Una realidad convertida en producto de la
mente, pues aquel sueño tan lleno de esplendor recordaba muy plácidamente al ya
pasado Torremolinos. “El sueño de la apertura” nos hace rememorar las escenas que
nos rodearon en su día, pero no se les impide salirse del ilogismo. Las playas, que en
su día podrían haberse confundido con las vistas de Nueva Inglaterrra en Tiburón, se
fundían en su totalidad con el brusco acento del emergente sol de la mañana,
conformando un pasado sólo definible aquel donde el cine era pasto de la sociedad,
donde las celebridades se acercaban cuidadosamente a las frías playas nocturnas,
donde Torremolinos era un elegante sueño de la realidad.