Anticuerpos anti-β2-glicoproteína-I y trombosis en pacientes con lupus eritematoso generalizado
1. Cardiel MH y Gamba G. Trombosis, anticuerpos y lupus eritematoso generalizado. Rev Invest Clin 2000; 52 (1): 86-8886
CONTRIBUCIONES DEL INNSZ A LA MEDICINA
La Revista de Investigación Clínica / Vol. 52, Núm. 1 / Enero-Febrero, 2000 / 86-88
Trombosis, anticuerpos y
lupus eritematoso generalizado
Mario H Cardiel,* Gerardo Gamba*,**
* Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubirán.
** Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM
El tratamiento actual de pacientes con lupus
eritematoso generalizado (LEG) se basa en un me-
jor conocimiento de su fisiopatogenia. Sin duda
alguna, el manejo parece más racional. Al trata-
miento habitual con antiinflamatorios no esteroi-
des, corticoides, antimaláricos e inmunosupreso-
res, se le han agregado otros medicamentos, los
anticoagulantes.1
Desde hace más de 10 años, conocemos que
aproximadamente el 10% de los pacientes con LEG
pueden tener el síndrome de antifosfolípido secun-
dario. Dicho síndrome se ha asociado con pérdida
fetal repetida, trombosis arteriales y venosas, he-
mocitopenias y niveles elevados de anticuerpos an-
ticardiolipina, anticoagulante lúpico y VDRL falso
positivo. La investigación en dicho campo ha sido
intensa y productiva. Ahora sabemos, por el traba-
jo de distintos grupos de investigación, que los an-
ticuerpos que se asocian más intensamente con fe-
nómenos trombóticos son los anticuerpos anti-β2-
glicoproteína I.2,3
Nuestro Instituto ha tenido un papel muy im-
portante en el conocimiento de esta asociación. Al-
gunas de las contribuciones más trascendentes son
las siguientes: el reconocimiento de las asociacio-
nes clínicas más frecuentes en una serie consecuti-
va de 500 pacientes;4 la primera descripción del
síndrome de antifosfolípido primario;5 los criterios
preliminares para la clasificación del síndrome de
antifosfolípido secundario;6 la definición de una
sólida asociación entre los anticuerpos anti-β2-gli-
coproteína-I con trombosis más que con los anti-
cuerpos anticardiolipina7-9 y la caracterización de
la variante primaria del síndrome de anti-β2-glico-
proteína-I primario.10
La contribución más reciente en este tema y
motivo de la editorial es el trabajo de Gómez-Pa-
checo et al.11 publicado en el mes de Abril de 1999
en el American Journal of Medicine. En este tra-
bajo se estudiaron 24 pacientes con LEG que cum-
plían con los criterios del Colegio Americano de
Reumatología y en quienes se tenía evidencia de
episodios trombóticos. Veintiuno de los 24 pacien-
tes fueron mujeres, 18 tuvieron trombosis venosas
y seis arteriales. En 14 el LEG estaba inactivo al
momento de la trombosis, mientras que en otros
nueve estaba activo. Las trombosis fueron corro-
boradas por uno o más estudios de la siguiente for-
ma: Ultrasonido Doppler en 13, flebografía en sie-
te, tomografía computada en cuatro, gammagrafía
en tres, resonancia magnética en tres y arteriogra-
fía en un paciente. Se estudiaron además como
control 102 pacientes con LEG en quienes nunca
se había registrado un episodio de trombosis.
Los resultados mostraron que en los pacientes
con trombosis, 24 de 21 (88%) tuvieron anticuer-
pos anti-β2-glicoproteína-I, mientras que solo el 29
a 38% tuvieron anticuerpos anticardiolipina IgG o
IgM. En cambio, de los 102 pacientes controles,
únicamente 17 (17%) presentaban anticuerpos
anti-β2-glicoproteína-I. No se detectó ninguna di-
ferencia en las concentraciones de anticuerpos
contra cardiolipina IgG o IgM entre los dos gru-
pos. En los pacientes con trombosis las concentra-
ciones de los anticuerpos anticardiolipina tanto
IgG como IgM no se modificaron durante el episo-
2. 87Cardiel MH y Gamba G. Trombosis, anticuerpos y lupus eritematoso generalizado. Rev Invest Clin 2000; 52 (1): 86-88
dio trombótico. De manera interesante, se pudie-
ron hacer comparaciones adicionales. Doce pacien-
tes tenían muestras de suero antes, durante y des-
pués de la trombosis, algunos sólo dos muestras.
Con este análisis, se pudo identificar una caída
clara en los niveles de anticuerpo anti-β2-glicopro-
teína-I durante la trombosis y una elevación poste-
rior al episodio trombótico (Figura 1). Este hallaz-
go, con las limitaciones inherentes a un estudio
observacional, abre puertas interesantes para ha-
cer más claro nuestro entendimiento del papel que
juegan los autoanticuerpos contra fosfolípidos o
sus cofactores en el desarrollo de trombosis en pa-
cientes con LEG.
En primer lugar, los anticuerpos anti-β2-glico-
proteína-I pueden ser útiles para predecir que pa-
cientes con LEG pueden desarrollar trombosis.
Los 15 pacientes en quienes se tuvo determina-
ción de estos anticuerpos con una mediana de 3.5
meses antes del episodio de trombosis tuvieron
positivos los anticuerpos anti-β2-glicoproteína-I,
mientras que esto sólo ocurrió en 17 de 102 pa-
cientes con LEG y sin trombosis. Una lección im-
portante que podría derivarse de aquí, es que la
determinación seriada de estos anticuerpos, al
Figura 1. Niveles de anticuerpos anti-β2-glicoproteína I en pacientes
con LEG antes, durante y después de un episodio de trombosis. Modifi-
cado de Gómez-Pacheco et al.11
menos seis semanas después de un episodio trom-
bótico, es probablemente lo más apropiado para
poder detectar pacientes con este riesgo especial
para eventos trombóticos. Es muy probable que
muchos de estos pacientes necesiten anticoagula-
ción crónica. Se conoce que las recurrencias de
trombosis, en pacientes con síndrome de antifos-
folípidos, en ausencia de anticoagulación adecua-
da es alta.1
En segundo lugar, la observación de que los an-
ticuerpos anti-β2-glicoproteína-I disminuyen du-
rante el episodio de trombosis y posteriormente
aumentan nuevamente sugiere fuertemente que el
consumo de estos autoanticuerpos puede tener un
factor etiológico en el desarrollo de las trombosis,
ya que se ha mostrado previamente que la β2-gli-
coproteína-I puede tener función como anticoagu-
lante natural, por lo que autoanticuerpos contra
esta proteína podrían entonces ser importantes
agentes causales de la trombosis.
Es importante aclarar que no solamente estos
anticuerpos desempeñan un papel clave en la
trombosis del LEG. Se sabe que se encuentran al-
terados varios mecanismos del complejo equilibrio
de la coagulación.12 Sin duda, el mejor entendi-
miento de ellos, dará respuestas que mejoren el
impacto sobre la supervivencia y calidad de vida de
estos pacientes.
Los pacientes con LEG han mejorado su super-
vivencia. Conocemos que la mortalidad tardía está
muy ligada a problemas vasculares más que a la
actividad de la enfermedad. La prevención debe ser
una tarea continua del médico. Entre los factores
asociados con mayor mortalidad, se encuentra el
síndrome de antifosfolípidos. Su detección y trata-
miento adecuado es nuestra obligación. Estamos
seguros que nuestro instituto continuará aportan-
do información valiosa para el mejor tratamiento
de esta enfermedad.
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