Martina, una joven huérfana que vivía con sus abuelos ancianos, quería enviarles comida durante una sequía, pero no sabía leer y escribir para poner la dirección. Una niña de 10 años se ofreció a leerle una carta y escribir la respuesta, y también le sugirió inscribirse en un programa de alfabetización cercano para aprender a leer y así mejorar su vida.