1. Universidad Distrital Francisco José de Caldas
Pedagogía y lenguaje
Alejandra Ferreira Benavides
Reseña: El maestro ignorante. Cinco lecciones sobre la emancipación
intelectual, Jacques Rancière.
Jacques Rancière es un filósofo y profesor de política y estética de origen
francés que en 1987, su reflexión sobre la lucha de clases escribió el texto que
analizaremos a continuación, en éste él expone el caso del maestro Joseph
Jacocot que descubre un método pedagógico que causa gran impacto a lo largo
de Europa durante la revolución francesa debido a la revolución pedagógica que
representa al chocar con lo que venía implementándose desde siempre con el
método tradicionalista donde el maestro supone la figura de poder, dispensador
indispensable de conocimiento, habiéndose embarcado Jacocot en una
aventura intelectual que supondría una nueva vía al conocimiento y una forma
más sana, efectiva y amena de relación entre profesores y estudiantes en el
marco de los procesos de enseñanza.
El escrito empieza abordando un poco de la vida de Joseph Jacocot, quien tras
haber pasado ya por muchas distintas profesiones entre ellas profesor de
retorica, de lenguas antiguas, de matemáticas y además de derecho; artillero en
el ejército, instructor militar, secretario del ministro, y diputado; fue exiliado de
Borbones, acogido por el rey de los países bajos y en el año 1818 en la
universidad de Lovaina se desempeñaba como lector de literatura francesa. Los
estudiantes holandeses estaban interesados en las lecciones de Jacocot pero él
no sabía nada de holandés, esto por obvias razones dificultaba la labor,
entonces por casualidad en Bruselas se pública una edición bilingüe de
Telémaco la cual Jacocot hizo enviar a todos los estudiantes para que
aprendieran el texto francés apoyándose en la traducción, a la mitad del libro les
hizo aprender y repetir lo que habían leído y les dijo que se respondieran con el
2. resto del libro. En conclusión, Jacocot dejo que los estudiantes realizaran el
proceso por si mismos; y luego les pidió que escribieran en francés lo que
habían entendido. A diferencia de lo que él esperaba, los estudiantes
escribieron tan bien como lo hubiera hecho cualquier francés, ellos habían
aprendido francés, el francés de los escritores y sin la más mínima ayuda del
maestro, habían aprendido el vocabulario y cómo conjugar y combinar las
palabras y oraciones, todo esto en un muy corto tiempo plazo de tiempo, lo que
le conduce al hecho de que cualquiera puede comprender lo que otros ya han
comprendido y que solo basta voluntad, pero además de eso, por obvias
razones le hace reflexionar sobre la trascendencia del maestro, ¿son realmente
indispensables las explicaciones del maestro para que el estudiante comprenda
lo aprendido?
Jacocot evidencia que algo sucede en el sistema de enseñanza en cuanto a la
presupuesta necesidad de la explicación y nos da el caso del libro, ¿por qué un
libro que contiene razonamientos para comprender una materia habría de
necesitar los razonamientos del maestro para hacer comprender al estudiante
los razonamientos de dicho libro? ¿Qué tiene la santísima palabra del maestro
que no tenga la palabra del libro? Los padres podrían simplemente dar a sus
hijos un libro y asegurar así su educación, pero no, Jacocot nos dice que de
hecho no es tan simple y que es allí donde salta a la vista la importancia del
maestro, en lo que él llama “el arte de la distancia”, ya que a diferencia de los
padres, el maestro es quien tiene la habilidad de asegurarse de una u otra
manera de que el estudiante realmente ha comprendido lo que ha aprendido.
También nos da el caso de la inteligencia involucrada en la adquisición de la
lengua materna y como el alumno que pasa de utilizar su propia inteligencia
durante dicho proceso, al llegar al salón de clases es cubierto por el manto
protector o más bien invalidante del maestro, representado ya sea por la
distancia creada al apoderarse de la figura de poder como único dueño del
conocimiento cuyas explicaciones son indudablemente “necesarias” y
consolidando la idea de que el alumno es un ser inmaculado, inocente e
3. ignorante cuya instrucción comienza no antes ni después sino precisamente
cuando el maestro lo decide al empezar su explicación o por las buenas
intenciones del “maestro atontador” que a diferencia del maestro villano que
atiborra la cabeza de sus estudiantes con conocimiento y reina en el caos de la
confusión, Jacocot piensa que el maestro atontador es ese que es más sabio,
bueno y paciente aquel que más incapacita al alumno, es el experto en
pedagogía quien en su intento por “hacer comprender” al alumno construye la
pirámide de jerarquía de las inteligencias, haciéndole dependiente de la
explicación, así que, lo que se necesita es invertir el orden de la explicación
puesto que “explicar alguna cosa a alguien, es primero demostrarle que no
puede comprenderla por sí mismo.”
Ahora, partiendo del hecho del que Jacocot había sido testigo cuando sus
alumnos aprendieron francés sin necesidad de sus explicaciones y en oposición
al resultado que cualquier pedagogo podría haber predicho de tal experimento.
Jacocot hace una relación entre las inteligencias que tuvieron papel en el
aprendizaje exitoso de la lengua francesa. Estas serían, la inteligencia de
Fenelon quien escribió la instrucción sobre el idioma, la inteligencia del traductor
quien hizo legible el texto para los holandeses y la inteligencia de los alumnos
quienes aprendieron francés por voluntad, además evidenció que la inteligencia
con la que habían aprendido francés era la misma que habían utilizado al
adquirir su lengua materna. Jacocot denomina este fenómeno como “método
del azar” pero entonces, ¿qué es lo que supone este método revolucionario y
como se diferencia de lo tradicional?
Los metodistas tradicionales siguen el planteamiento de la razón donde hace
falta tener claro lo que se quiere saber y solo entonces se le puede enseñar al
alumno a ver ese mundo que supuestamente antes no veía, concibiéndolo
como un ser incapaz de comprender sin la instrucción del maestro; en oposición
a esto Jacocot con su “método del azar” concluye que tal vez la naturaleza de la
inteligencia humana supone el “pecado intelectual” de adivinar, el ir a ciegas,
4. que así es como se es testigo de la urgencia que dirige la exploración del
mundo, una búsqueda intelectual para niños, sabios e inventores, un método de
igualdad, donde el factor común es la pura voluntad de aprender.
A continuación Jacocot trata el tema de la emancipación intelectual partiendo de
que en cualquier proceso de enseñanza intervienen voluntad e inteligencia. Al
examinar su experimento Jacocot se percato de que su relación con los
alumnos era puramente de voluntad a voluntad ya que al prescindir de su
explicación los alumnos nunca tuvieron contacto con la inteligencia del maestro
lo cual dio vía libre a la interacción con la inteligencia del libro, que sin embargo
era objeto del vinculo intelectual entre maestro y alumnos, ¿cómo debe ser la
relación entre el maestro y el estudiante y qué puede hacer el maestro para
emanciparlos?
El proceso de enseñanza supone siempre dos voluntades y dos inteligencias,
según Jacocot, el problema surge cuando una inteligencia se encuentra bajo el
mando de otra inteligencia ya que si bien en ausencia de la voluntad suficiente
el alumno podría necesitar un maestro que le motive y le de herramientas, sin
embargo esa relación es solo de voluntad a voluntad. En ese orden de ideas, el
paso del atontamiento a la emancipación según Jacocot, ocurre cuando de la
instrucción se suprime la inteligencia del maestro y se vincula la inteligencia del
estudiante con una inteligencia que obedece a sí misma como por ejemplo un
libro luego este dúo intelectual se vincula a una voluntad que bien podría
obedecer a otra voluntad logrando así un aprendizaje autónomo. Prácticamente
al lograr la emancipación ya no se requieren los métodos tradicionales y se le da
al alumno libertad de utilizar sus propios medios, de esta forma, según Jacocot,
tanto el maestro emancipador como el maestro atontador y el maestro sabio e
incluso un maestro ignorante pueden enseñar. Esta última es una realidad
alarmante para la comunidad intelectual, ¿cómo puede un ignorante enseñar a
otro ignorante?
Jacocot pensaba que el éxito del alumno no era producto del conocimiento del
maestro y con éxito decide probar su tesis repitiendo el experimento y
5. enseñando lo que el mismo ignora. Esto fue un éxito en Lovaina, “es necesario
que les enseñe que no tengo nada que enseñarles”, era la más valiosa lección
que Jacocot le daba a todos esos estudiantes que llegaban confiados en su
labor haciendo caso omiso a su falta de titulo. Así pudo comprobar que siempre
y cuando se emancipara al alumno era posible enseñar lo que se ignora tan bien
como lo que uno sabe; es lo que él llama “enseñanza universal” en paralelo a
los métodos explicativos, el alumno que ha sido emancipado y utiliza su propia
inteligencia.
No obstante, en ese entonces y tal vez aun ahora en mi opinión, ese concepto
de “enseñanza universal” soportado en un método de autonomía casi absoluta
no genera la credibilidad necesaria para que prime por sobre la instrucción
explicativa del metodista, la gente sigue confiando más en la sabiduría del
maestro que en su capacidad innata de descubrimiento. Ahora, con base en
todo lo anteriormente expuesto, ¿cuáles son esas implicaciones pedagógicas
del descubrimiento de Jacocot?
Sin duda el azar le dio a Jacocot una revelación que hizo eco en los oídos de
muchos maestros ceñidos a la pedagogía tradicional a pesar de que al final se
le veía simplemente como un virtuoso maestro que había enloquecido al no
saber holandés, sin embargo los resultados de su experimento y sus reflexiones
sobre el mismo, son un llamado de atención a todo aquel que busca aprender
un saber e igualmente a nosotros como maestros para reflexionar sobre cómo,
cuándo, por qué y con qué se debe enseñar además de que nos concientiza de
algo que a menudo ignoramos; la posición del alumno y sus derechos, su
derecho a utilizar su propia inteligencia. No haría mal apartarnos de nuestro
deber pedagógico de “hacer comprender” ya que lo que realmente debemos
hacer es dejar de subestimar al alumno, nuestro deber como maestros no es
invalidar sus capacidades al guiarlo por el camino de las certezas donde su
potencial intelectual es desperdiciado sino simplemente proveerle voluntad y
monitorear su proceso en el arte de la distancia.
6. Bibliografía
Una aventura intelectual, (capítulo I) El maestro ignorante. Cinco lecciones
sobre la emancipación intelectual, Jacques Rancière, Editorial Laertes, 2003.