Reseña descriptiva goria bernal- guia de escritura
Dewey sandra posada bermal
1. Pontificia Universidad Javeriana
Facultad de Educación
Maestría en Educación
Modelos y Métodos Educativos Contemporáneos: Problemas Educativos
Profesor: Rafael Reyes Galindo
Sandra Posada Bernal
Mayo de 2011
Mi papel como maestra: vertical u horizontal
Reflexiones a la luz de Jhon Dewey
Nunca había tenido la oportunidad de hacer un alto en mi actividad como docente o
maestra para cuestionarme la forma en que estoy transmitiendo “mi saber” o
conocimiento a un estudiante o a un grupo de ellos, en un tema en el que todos creen
tener la verdad: la sexualidad humana. Este tema tiene tantos marcos de referencia y
puede ser abordado desde tantas perspectivas que cualquiera puede ser válida, pero
para efectos de este ensayo la enmarcaré en como los aportes de Dewey. Si bien es
cierto y gracias a lo visto en el seminario, puedo establecer que “lo tradicional” se
centra fundamentalmente alrededor de la actividad del único actor reconocido en
escena: el profesor. Y por otro lado “lo no tradicional”, en el mismo escenario del
aprendizaje, incorpora un nuevo actor que cambia el libreto y lleva a establecer una
nueva relación entre los personajes. Esto me lleva a plantear la tesis de que la
relación maestro-alumno se puede plasmar en un plano cartesiano, donde las
relaciones de cada uno de los actores se ubica en un eje: la relación en lo tradicional
se da de manera vertical, unidireccional y autoritaria en la cual el maestro cumple un
rol fundamental, siendo sujeto activo de la educación. Y por otra parte en lo no
tradicional se plantea una relación: horizontal, bidireccional y dialógica, indicando que
el maestro permanece en una posición de animador o guía asegurando al estudiante
la posibilidad de expresión de sus ideas.
Empecemos retomando el primer tipo de relación, la vertical. En ella el maestro es la
base y condición del éxito de la educación de sus alumnos. Si me ubico en este eje
tengo que asumir que es a mí a la que le corresponde organizar el conocimiento y
elaborar la materia que ha de ser aprendida, además soy yo también quien debe
2. trazar el camino y llevar por él a mis estudiantes. Yo como maestra soy el modelo y la
guía, a la que se debe imitar y obedecer. Me pregunto: ¿Quién me ha otorgado ese
poder?, y ¿qué pasa si me equivoco?. Es de esperar que los estudiantes adquieran
este conocimiento, pero cuando esto no es así aparece el “castigo” (en este caso la
nota) con lo que lograría que quien no lo incorporó vuelva a someterse a las
enseñanzas pasando por encima de las ideas personales, por un lado, pero por otro
este aspecto haría que yo estimulara constantemente el progreso del estudiante en
términos de logros numéricos. Sé que para lograr este objetivo y propósito tradicional
debo mantener una actitud distante con respecto a mis estudiantes (situación que me
es difícil de cumplir). Otro aspecto importante en esta relación es “la clase” o espacio
de transmisión el cual he organizado, ordenado y programado con base en un manual
o libro que se convierte en la expresión de las características anteriores. Esto hace
suponer que todo lo que los estudiantes tienen que aprender se encuentra en él y
nada debe buscarse fuera de ese elemento.
En contraste el segundo tipo de relación, la horizontal, yo pasaría a ser una “auxiliar”
de la libre y espontánea aproximación del estudiante al conocimiento. Esto quiere
decir que puedo ceder el “poder” que tenía en mis manos a mis estudiantes para
ponerlos en una posición activa que los lleve a comprender la necesidad de elaborar
sus propias reglas. Aquí hay un punto importante que marca la diferencia: estas
reglas ya no son impuestas desde afuera por un personaje poderoso (Yo) que las
hace respetar utilizando chantajes como la evaluación, sino que son reglas que han
salido de ellos mismos como una expresión de su voluntad y de sus intereses.
Además de esto sé que para lograr este objetivo y cumplir el propósito no tradicional
puedo cambiar mi actitud distante con respecto a mis estudiantes por una relación de
afecto y cercanía (situación que está más acorde conmigo). Para Solé (1993), es
importante mostrar disponibilidad, así como la capacidad para acoger y respetar al
otro.
En este punto se pone sobre la mesa la forma de enseñanza y “la clase”, sobre todo
el hecho de que el saber fuera comunicado a través de los libros y que se adquiriera
en forma memorística, en dónde existe una separación con lo real y la experiencia;
siento que lo esencial en esta relación horizontal no es saber una serie de cosas sino
3. poder criticar ese conocimiento y adquirir convicciones personales. Con este tipo de
relación me siento más identificada en dónde trato de encontrar un nuevo rol para los
diferentes participantes de este proceso educativo. Para lograr este nuevo rol y en
concordancia con Dewey (1945), es importante incorporar la experiencia de los
alumnos a los temas de estudio que son el producto de los esfuerzos de cada uno por
resolver los problemas que su propia experiencia plantea. Mi función en ese caso
sería descubrir las necesidades o el interés de mis alumnos y los objetos que son
capaces de satisfacerlas.
Si se considero el interés de mis estudiantes como punto de partida para este
proceso educativo, es innecesaria la idea de un programa impuesto. De acuerdo con
Coll (1993) la escuela nueva le ofrece al profesor un marco para analizar y
fundamentar muchas de las decisiones que toma en la planificación de ese programa.
A manera de conclusión puedo afirmar que el objeto de la pedagogía al principio se
centró en las características del maestro, luego en los rasgos del sujeto y en el
cambio en esa relación. Así mismo le apuesto a despertar el interés de mis
estudiantes por medio de las experiencias de la vida cotidiana que aquellas
proporcionadas por los libros. Siento que de esta manera mi relación con los ejes que
enuncie al inicio de este ensayo lejos de ser distintos son un complemento en este
reto de la enseñanza. Reconozco que en mi clase tengo elementos de ambos ejes,
mi reto es poder equilibrarlos en beneficio, no solo mío sino de aquellos que deseen
compartirme su conocimiento también.
Referencias
Coll, C. (1993). Los profesores y la concepción constructivista. En Coll, C., Martín ,
E., Mauri, T., Miras, M., Onrubia, J., Solé, I & Zabala, A. El constructivismo en el aula.
Barcelona: Editorial Graó.
Dewey, J. (1945). Experiencia y educación. Buenos Aires: Lozada.
Solé, I. (1993). Disponibilidad para el aprendizaje y sentido del aprendizaje. En Coll,
C., Martín , E., Mauri, T., Miras, M., Onrubia, J., Solé, I & Zabala, A. El
constructivismo en el aula. Barcelona: Editorial Graó.