1. Es una estrategia empresarial que maximiza la demanda a través de configurar óptimamente la
oferta. Selecciona y jerarquiza los elementos específicos de un producto o servicio que son más
valorados por la demanda, haciéndolos asequibles y replicables según las capacidades de la
empresa que los ofrece. Por ser una propuesta integral de cara al mercado, la propuesta de valor no
debe ser reducida a un elemento diferenciador o una ventaja competitiva, pues estos son
subconjuntos de la primera. Tampoco debe ser confundida con promociones o descuentos
temporales, pues estos obedecen sólo a variaciones en los términos de intercambio, no al diseño de
la oferta ni al producto.
Factores de diferenciación en los que basar tu propuesta de valor
Precio: Ofrecer el mismo producto o servicio a un
precio menor puede ayudarte a alcanzar a
públicos que sean muy sensibles al precio. Pero
cuidado con entrar en una guerra de precios con
tus competidores, si tu modelo de negocio no está
preparado para soportarlo herirás de muerte a tu
empresa.
Novedad: Ofrecer una nueva forma de suplir una
necesidad que los clientes ya tenían, o una
necesidad nueva que ha emergido recientemente
y a la que aún no se estaba dando respuesta. La
nueva solución debe ser suficientemente
ventajosa para el consumidor si queremos que
éste se interese en nuestro producto.
2. Calidad: La calidad de tu producto debe ser
percibida como superior, ya sea por el uso de
materiales de producción, los acabados, el trato
personalizado del servicio…
Conveniencia: Un enfoque orientando a ponernos
en los zapatos del cliente y tratar de hacerle la
vida más fácil. En muchas ocasiones va asociado
a los hábitos de vida, costumbres, o tiempo que
dedican los clientes a realizar una cierta actividad.
Simplificar la realización de una actividad diaria.
Reconocimiento y prestigio social: Productos
asociados a la pertenencia a un cierto grupo
social, moda o tendencia. Grandes marcas utilizan
esta estrategia que ataca necesidades de índole
más profunda en los individuos. No se trata de
ahorrarles tiempo ni de resolver un problema
tangible, sino de descubrir los anhelos más
íntimos de un grupo de individuos y encontrar la
manera de satisfacerlos.
Desempeño y funcionalidad: Garantizar que le
producto o servicio realiza las funcionalidades
para las que fue concebido de un modo superior o
más beneficioso a los productos de la
competencia. Un buen ejemplo podrían ser los
anuncios de detergentes que tratan de demostrar
una y otra vez ser los que más manchas son
capaces de eliminar.
Reducción de riesgos: Cuando el cliente percibe
un riesgo importante al consumir un producto o
utilizar un servicio, será importante conseguir
ofrecer una solución que minimice dichos riesgos y
genere una mayor confianza en el cliente.
Reducción de costes: Cuando el uso de nuestro
producto o servicio, supone que el cliente ahorre,
puesto que ya no incurre en los gastos que tenía
antes de utilizarlo.
Diseño: Tan de moda en nuestros días, el diseño
puede ser un elemento claramente diferenciador
de una propuesta de valor y puede llevar a ciertos
segmentos del público a decantarse por nuestro
producto sólo porque éste les resulta más atractivo
o más usable.