La arquitectura de las iglesias románicas se sometió a una reinterpretación cristiana que dotó los edificios de significado simbólico. Los temas pictóricos centrales en las iglesias incluían el Cristo en Majestad en el ábside, representando a Cristo en el trono celestial, y debajo la Virgen María entronizada como Madre de Dios y mediadora. Otras representaciones comunes eran la Jerusalén Celestial como símbolo de la ciudad de Dios y el Paraíso, y ciclos bíblicos en las
1. Temas pictóricos centrales
Derivada de la basoica de
la Antigüedad clásica, la
arquitectura de las iglesias
se sometió a una reinter-
pretación cristiana dotán-
dola con una gran carga
simbólica. Así, el cuerpo se
consideraba como la "vía
triunfal de la Cristiandad"
que conducía al presbiterio
con ábside, orientado siem-
pre hacia el Este, hacia los
Santos Lugares en que se
había producido la Reden-
ción. Los temas con que se
decoraban las paredes se
atenían a una jerarquía
Cristo sobre el caballo
blanco, Auxerre, Catedral,
cripta, hacia 11 SO
Majestas Mariae,
Soest, :!aria zur Hi:ihe,
cúrula, hacia 1120
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arquitectónica canónica-
mente establecida median-
te zonas a las que se asig-
naron diversos significados.
Así, la Majestas Domini, (el
Cristo en Majestad, tam-
bién llamado Pantocrátor)
el tema central de la
pintura monumental romá-
nica, aparece casi exclusiva-
mente en el centro de la
media naranja del ábside.
El motivo se deriva de
varias fuentes bíblicas:
además del Apocalipsis, se
utilizó sobre todo la visión
de Ezequiel (1 ,4 y sigs.).
Envuelto en un resplandor
de fuego y colores del arco
iris y acompañado por el
Tetramorfo, el Cristo con
nimbo está sentado en el
trono celestial sosteniendo
un libro. Las representacio-
nes en que Cristo aparece
en un gran semicírculo con
los pies apoyados en otro
menor se basan en lsaías
(66,1): "El cielo es mitro-
no, y la tierra el escabel de
mis pies".
Otra variante, conservada
en la catedral de Auxerre,
representa a Cristo en el
centro de una cruz, cabal-
Majestas Domini,
León, Panteón los Reyes,
hacia 1180
gando un caballo blanco y
con un cetro en la derecha
mientras bendice con la
izquierda. En este caso, se
ha ampliado iconográfica-
mente el lema para trocarlo
en la entrada de un monar-
ca, basándose en el motivo
clásico del Adventus lmpera-
tor, que los monarcas del
medievo utilizaron como
símbolo en su propio gesto
imperial.
Al Cristo en Majestad sigue,
situada debajo jerárquica-
mente, la representación
de la Virgen María entroni-
zada. Está desplazada del
c:entro y, tanto en St-Chef
como en la iglesia de Soest,
"María en las Alturas" apa-
rece en el más allá pero al
margen de la esfera celes-
tial. En su papel de Madre
de Dios, y por tanto como
intercesora especialmente
próxima a Él, parece esta-
blecer el vínculo entre el
cielo y la tierra. En Soest,
por ser la titular de la igle-
sia, aparece sobre el altar.
Su imagen con el cetro en
la mano se atiene en este
caso al canon desarrollado
durante el Románico de
María entronizada como
2. Trono de Sabiduría, como
sedes sapientlae. bte tipo
de imagen alegórica simbo-
liza la sabiduría del rey
Salomón, en cuyo trono
con forma de león y seis
eKalones está sentada la
Virgen. El trono era de
marfil recubierto con oro
(Reyes 1 1O, 18-20). En el
mundo conceptual de la
Edad Media, la imagen de
la Madre de Dios entroniza-
da se interpretaba como el
Trono del Hijo de Dios.
En las representaciones
medievales aparece en él
con muy diversos atributos
y acampanada por distintos
personajes b1blicos.
Como símbolo de la Ciudad
de Dios, la representación
de la Jerusalén Celestial
ocupa una amplia zona de
las pinturas murales romá-
nicas. Descrita con sumo
detalle en la visión de San
Juan (Apocalipsis 21, 12-
27), la ciudad se considera
como la Nueva Jerusalén y,
con ello, parte del Paraíso
que se podía alcanzar mer-
ced a la palabra de Dios
encarnada en el Cristo en
Majestad, por mediación
del Cordero de Dios -como
símbolo del sacrificio de
Cristo-, y por intercesión de
la Vtrgen. La representación
de la Jerusalén Celestial en
Civate, por ejemplo, mues-
tra a Cristo con nimbo sos-
teniendo el libro de la vida
en la lzqUierda y la vara de
medir de oro en la derecha,
con el cordero a sus pies.
M1entras que en las doce
puertas, tres hacia cada
punto cardinal, aparecen
los rostros de los doce
Apóstoles, y el trono está
rodeado por el jardín del
Paraíso. En esta asociación
iconográfica, parece haber
tenido ya lugar el Juicio
Final. Con una integridad
única en su género, este
programa de la Redención
se representa en las pinturas
de la bóveda de la capilla
conventual de St.-Chef
(pág. 203). En el centro
aparece Cristo en Majestad
y debajo la Virgen rodeada
de ángeles. Sobre la man-
darla y en el mismo eje,
aunque debido a la forma
de la bóveda girado en
unos 180°, se encuentra el
Cordero sobre la jerusalén
Celestial.
Mientras que en la pared
interior oeste se representa
con frecuencia el Juicio
Arriba: Jerusalén Celestial,
!vate, S. l'ictro al Monte,
atrio del p<irtko, hacia 1090
Cc!llro: Jerusalén Celestial,
St·Chel, tgle,ia ahadal,
hade~ 1180
Lapidación de San Esteban,
Mutair, iglesia del monas-
terio de San Juan, ~iglo XII
Final con las fauces abiertas
de la bestia infernal, las
paredes de la nave central
y del clarislorio se reservan
en la mayorra de los casos
a ciclos que narran pa~ajes
del Antiguo y del Nuevo
Testamento o también a
escenas de las vidas de los
santos y de los mártires.
Estos temas se encontraban
pintados también en los
techos, ya fueran éstos de
madera y planos o con for-
ma de bóveda de cañón.
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