Te invito a empezar conmigo este fantástico VIAJE AL PAÍS DE LAS PALABRAS, en 8 etapas, y lo comenzaremos conociendo a sus habitantes, las palabras: esos seres tan asombrosos, maravillosos, mágicos.
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VOY CONOCIENDO A LAS PALABRAS
Yo he viajado al país de las palabras. ¡Qué viaje tan
emocionante! ¿Por qué digo tan emocionante?, pues porque las
palabras son seres interesantísimos... y, a continuación, me
explico (pero hay tantas cosas que querría contar de las
palabras que conocí, que no sé por dónde empezar).
Cuando llegué a su país, las palabras me rodearon por
todas partes (eso es algo que las palabras hacen siempre que
alguien llega a su país), pero sin molestarme para nada, para
nada; al revés: todas eran amabilísimas y sólo querían ponerse
a mi disposición para todo lo que necesitara. Por cierto:
enseguida tuve la impresión de que a algunas palabras era
como si las conociera de toda la vida; con otras, en cambio, me
sentía completamente fuera de juego: las encontraba
totalmente extrañas, como si fueran de otro planeta, vamos.
Esto me pasaba sobre todo cuando me encontraba con palabras
viejísimas y con otras recién nacidas; también había algunas
de las que no podría decir su edad pero que igualmente me
llenaban de perplejidad (lo mismo no conectaba con ellas por
otros motivos y no por sus años); las que de verdad me
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resultaban familiares eran aquellas que coincidían más o
menos con mi época; con esas me relacionaba de inmediato sin
ninguna dificultad.
Desde luego, las palabras llaman la atención por su
aspecto, pero, sobre todo, por un rasgo curiosísimo que les da
una personalidad muy especial: las palabras a veces son planas
y otras veces son tridimensionales, envolventes... (Ya he dicho
que son seres muy especiales y, desde luego, encantadores.)
Las palabras son como cuadrados o como naranjas de
cuatro gajos... No, no, no: las palabras son como cabezas con
cuatro caras; en realidad es que, como decía arriba, se pueden
presentar de estas maneras: planas o esféricas, y por eso son
como cabezas con cuatro caras (¿te imaginas una cabeza con
cuatro caras?). Esto de tener cuatro caras en ocasiones es
conflictivo porque cada cara quiere destacarse sobre las otras
y llegan incluso a discutir por la importancia que tiene cada
una y que la hace considerarse superior a las demás.
Una de las “caras” de las palabras es la que las
presenta, la que hace que nos demos cuenta de
que están ahí: a esa cara, las palabras la llaman su
expresión; esa expresión está hecha de “ruiditos”, de sonidos
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más o menos marcados y envolventes con los que incluso se
puede cantar; y otra cosa: las palabras presumen de que esos
ruiditos pueden ser dibujados, decorados, pintados,
esculpidos... y, desde luego, algunas, así, quedan guapas,
guapas de verdad (pero bastante planas en general, eso es
cierto).
Otra de las “caras” que tienen es la que les da solidez,
les da una forma hecha y derecha, aunque algunas
palabras se copian las unas de las otras... como si se
disfrazaran, y no se sabe bien si son unas o son otras: arman
unos líos gordos, gordos; pero ellas dicen que es fácil
distinguirlas, que sólo hay que fijarse en los detalles... No sé:
yo he de reconocer que con algunas me he equivocado a fondo.
La tercera de sus “caras” es la que les permite trabajar,
cumplir con su función, es decir, ganarse la vida,
porque no hay ninguna palabra que sea inútil; eso
sí: son muy clasistas, me parece a mí, porque sólo algunas (y
según y como) pueden cambiar de trabajo; en eso me recuerdan
los gremios antiguos: unos eran herreros, otros carpinteros,
otros canteros...
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La cuarta “cara” de las palabras es, si cabe, la más
sorprendente a mi entender, porque es la que hace que “se
vayan encendiendo bombillitas”, que se ilumine todo... Es la
cara que llaman significación, y con ella hay muchas
discusiones entre los observadores de las palabras:
hay quienes dicen que esta cara es la que hace que las
otras tres sean como son y no puedan ser de otra manera; otros,
en cambio, dicen que no, que la significación surge de la unión
de las otras...
Ante esas discusiones, yo no sabría decir quiénes tiene
razón, y cuando pienso en las palabras me las imagino como
una cabeza-paraguas a la que se le hace dar vueltas y llega un
momento en que no se distingue más que una rueda girando y
girando sin principio ni final, o como una cabeza-canica
rodando, o una cabeza-pelota botando y rebotando de acá para
allá; aquí tengo que hacer una confesión: es que yo he estado
en el país de las palabras... ¡y las he visto con mis propios ojos!
Reconozco que he tenido mucha suerte pudiendo hacer ese
viaje, y haré todo lo posible para que mucha gente más vaya a
relacionarse con las palabras en su propio país: no es tan difícil
ir, y la satisfacción está garantizada.
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LAS 4 CARAS DE LAS PALABRAS
(DENTRO DE POCO AQUÍ HABRÁ UN VÍDEO)
ETAPA 1
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CONFLICTO ENTRE LAS CUATRO CARAS DE LAS PALABRAS
Ya he dicho que las palabras son como cabezas con
cuatro caras, y ahora te voy a hablar de los líos que se
organizan a veces esas cuatro caras.
Por ejemplo, por empezar por una, voy a empezar por la
expresión.
La expresión insiste en que es muy importante (la que
más), porque apenas se produce un cambio en ella ya
hay un cambio en las otras. La expresión dice: “Si yo
organizo mis sonidos en la secuencia COSTA, las otras
caras serán distintas a como serían si los organizo en la
secuencia TOSCA; si me organizo en plan BARCO, el
resultado es muy diferente a si me organizo en plan
COBRA o en plan BROCA. Y hay muchas diferencias entre
FOCA, TOCA, POCA, LOCA y MOCA. Y con una simple
variación en la intensidad de un sonido, o sea, en el
acento, puedo hacer que no sea igual decir «Se libró de
un castigo» que decir «Se compró un libro». Y no es lo
mismo «Ya ha llegado Juan.» que «¿Ya ha llegado
Juan?» o que «¡Ya ha llegado Juan!» Además, soy yo
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la que marca las diferencias que hay entre eso que se
llama prosa y eso que se llama poesía. Y gracias a mí
se puede cantar y hacer crucigramas y sopas de
letras y juegos de palabras... Y no digamos nada de
cómo se nota cuando habla uno que es extranjero... ¿Ha
quedado clara mi superioridad?, porque, si no ha
quedado clara, aún puedo seguir hablando y hablando,
que para algo eso es lo mío. Ah: y lo fundamental es que
soy muy ahorrativa, porque soy capaz de darles vida a
las otras tres y a cientos de miles de palabras sólo con
mis 24 sonidos, al menos en español castellano, claro.
¡Hijos de mi alma! ¡Cuánta desconsideración e
ingratitud! Cuando queráis os invito a mi casa:
conoceréis a mis 24 tesoros y sabréis por qué valen
tanto.” ¡Qué carácter tiene la expresión! Menos mal que se ha
ido, muy melodramática y enfadada, eso sí.
Y ahora viene la forma y dice: “¿Qué sabrá esa? Si
para lo único que sirve es para que se cometan
errores y se pongan multas, para que “salgan gallos”,
para que se confunda a un sustantivo con un verbo, a un
adverbio con un adjetivo, a un pronombre con una
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conjunción... Y si hablamos de economía, más
ahorrativa soy yo, que me apaño con sólo 9
variaciones... ¡A ver! ¡Poneos en fila, variaciones mías,
y que cada una se vaya presentando!”
Ahí vienen; no hay quien las pare. Me parece que esto
se puede poner interesante. Atención al grupo de variaciones
de la forma.
“Soy el sustantivo y le doy nombre a
todo lo que existe. Puedo hacer que todo se
considere masculino o femenino, singular o
plural, común o propio, concreto o abstracto,
individual o colectivo, contable o incontable...
¡Valgo yo mucho, vaya!” Tengo que reconocer
que sin sustantivos no sé qué pasaría.
“Soy el artículo; soy el más fiel servidor del
sustantivo: le abro paso y anuncio que
llega; puedo hacer que aparezca de modo
determinado o indeterminado. Coincido con
él en esas marcas tan especiales que
tenemos y que se llaman género y número,
porque, si no coincidiera, no podría acompañarlo.
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¿Valgo yo poco?” Él no lo dice, pero lo digo yo: no se lleva
nada bien con las formas personales del verbo. Ya verás
cuando llegue el verbo.
“Soy el adjetivo, el calificativo, claro, y también
soy un fiel acompañante del sustantivo,
pero doy más información: yo, a los
elementos que el sustantivo nombra, puedo
añadirles datos de forma, de tamaño, de
color, de aprecio o desprecio... En resumen:
soy imprescindible para caracterizar, para describir.
Por supuesto que yo también concuerdo, es decir,
coincido con el sustantivo en género y en número
¡faltaría más!” Ahora añado yo lo mismo de antes: tampoco
se lleva nada bien con las formas personales del verbo, salvo
por algún verbo en concreto que lo puede necesitar: el verbo
ser, creo.
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“Yo también soy adjetivo, pero determinativo
(que no es poco, no se vaya a creer alguien
que por eso no tengo mérito). Como soy
hermano del calificativo, yo también soy del
equipo del sustantivo y tengo sus mismas
marcas, esas de género y de número que
nos permiten ir juntos; por cierto: yo, según y como,
puedo ir delante o detrás del sustantivo (igual que mi
hermano) y también añado datos a los elementos que el
sustantivo nombra, pero como soy un transformista, me
desdoblo en varios tipos, esto es: si añado un dato de
posesión o pertenencia, aparezco como posesivo; si
indico la distancia (próxima, media o lejana), voy de
demostrativo; si lo que interesa es hablar de una
cantidad sin precisar mucho, me pongo de indefinido; si
lo que interesa es la cantidad precisa de los elementos
que hay, soy numeral cardinal (muy matemático
entonces, desde luego, y aún doy más matices, ¿eh?);
puedo también establecer una secuencia si voy de
numeral ordinal; además puedo hacer que se pregunte
por algo (seré entonces interrogativo) o puedo hacer
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que se manifieste la admiración, la sorpresa... si me da
por ser exclamativo. ¡Hay que ver lo que yo valgo!” Y yo
a lo mío: tampoco se lleva nada bien con las formas personales
del verbo. ¿Por qué será eso?
“Vale. Pues ahora yo: el pronombre. Yo
sí que soy especial. En mí es en quien más
confía el sustantivo; soy su amigo del alma:
tanto es así que, cuando el sustantivo no
quiere o no puede presentarse, me envía a mí
porque sabe que yo siempre lo representaré de una
manera espléndida; incluso puedo formar equipo con el
artículo y con el adjetivo, con el calificativo, desde
luego, y esto porque hasta puedo tomar la forma del
otro, del adjetivo determinativo, con todas sus
variantes: posesivo, demostrativo, indefinido,
numeral, interrogativo y exclamativo. Ah: y además
puedo ser relativo, referirme a otros y trabajar en plan
doblete; sí: es como si tuviera desdoblamiento de
personalidad, pero controlando muy bien mis dos
personalidades, que no quiere esto decir que vaya por
ahí sin saber qué es lo que hago. ¡Si es que yo soy genial!
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Y antes de que alguien diga algo, como yo soy también
muy personal, ¡yo sí puedo juntarme con las formas
personales del verbo! Sorpresa ¿eh?” Pues sí, vaya.
“Tanto hablar de mí, tanto hablar de mí... ya es
hora de que me dejéis hablar a mí: yo soy el verbo, y
soy la más valiosa de las variaciones de la
forma. Os voy a explicar el porqué.
Yo, el verbo, represento la acción, la
existencia y el estado de los seres, y,
además represento el tiempo: sin mí no se
podría hablar de los hechos y de las acciones del
pasado, del presente y del futuro; además puedo hacer
que se muestre la objetividad y la subjetividad, el
deseo, el temor... en los hechos y en las acciones; si no
fuera por mí, no se podría mandar, ni se podría
manifestar la posibilidad, el condicionamiento de los
sucesos; también puedo hacer que los seres aparezcan
como elementos agentes o pacientes de la acción...
Sólo se me podría poner una objeción: tengo
muchas variantes en mi propia forma, pero puedo decir
en mi defensa que son muchos los matices que se
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pueden manifestar gracias
a esa amplitud de
variantes. En este sentido,
también es una ventaja
que, gracias a algunas de
mis variantes, es decir, gracias a mis formas no
personales, soy de la familia de los sustantivos, de los
adjetivos y de los adverbios y me puedo acomodar en
el lugar de los propios sustantivos, adjetivos y
adverbios.
Por otra parte, si bien es verdad que no me
relaciono directamente con los artículos ni con los
adjetivos determinativos, sí me llevo muy bien con los
demás: con los pronombres personales, porque
completan mi trabajo como sujetos de la acción; con los
sustantivos, porque las acciones y los estados
corresponden a los seres; con los adverbios, porque me
ayudan a fijar las circunstancias... Y no quiero
extenderme más por no agobiar a los que me escuchan,
pero podría estar hablando de mis posibilidades horas y
horas.” Qué asombroso es el verbo ¿no? Me parece un tipo
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muy interesante. Creo que a partir de ahora me voy a fijar más
en el verbo.
“Ya que el verbo me ha mencionado,
me permito presentarme: soy el adverbio, y
no es una casualidad que mi nombre
recuerde al del verbo; la coincidencia se
debe a que formo parte de su equipo sin
problemas, porque redondeo (por así decirlo) los datos
que él da con respecto al tiempo, y, además,
le añado datos del lugar, del modo, de la
cantidad de la acción: que a nadie se le
escape que, gracias a mí, se puede
preguntar por el cuándo, el cómo, el dónde
y el cuánto; igualmente, hago que la acción que él
nombra se pueda considerar en sentido positivo o
negativo... También quiero destacar que me llevo
bastante bien con algunos sustantivos y con algunos
adjetivos, incluso me llevo bien con otras variantes de
mí mismo, es decir, con otros adverbios. Lo mejor de mí
es que me llevo bien con todo el mundo.” A mí me parece
un tipo muy agradable, muy colaborador ¿no?
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¡Anda! ¡Llegan dos formas juntas! Atención, que nos
van a decir quiénes son y cuáles son sus excelencias.
“¡Hola! Somos la preposición y la conjunción.
Aunque parezca que somos
insignificantes, no es por eso
por lo que venimos juntas
(porque de ningún modo
somos insignificantes: ¡qué
va!); venimos juntas porque somos primas hermanas,
y nuestro rasgo más destacado es que sin nosotras las
palabras no podrían trabajar juntas, no podrían
relacionarse para formar ningún mensaje. Nosotras
somos las que le damos cohesión a los mensajes. Y
creemos que, con esto, no hace falta decir más: a buen
entendedor, pocas palabras bastan.” Estas dos me han
dejado pensando... Creo que las entiendo ¿o no? Voy a prestar
atención; voy a buscar preposiciones y conjunciones y... a ver
qué hacen. La verdad es que, como son formas tan cortitas, no
se han extendido mucho. Y, sin embargo, me parece que
ocultan algo. Me han parecido muy misteriosas. Me parece que
valen más de lo que aparentan. ¿Serán muchas o serán pocas
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las preposiciones y las conjunciones? Ufff... Me están dando
demasiados datos. Qué sorprendente es esto de la forma de las
palabras ¿eh?
“Un momento, un momento... que falto yo: la
interjección.” ¡Vaya! “Pues sí: yo soy la interjección, y
he de reconocer que yo soy... muy especial.
Yo soy sensitiva, sentimental, emocional,
anímica... Cuando yo aparezco es porque
hay alguien que está alegre o triste, o tiene
miedo, o ha recibido una sorpresa o un
susto, o está anhelando algo... Yo tengo tantas
variantes como emociones, sensaciones y
sentimientos hay. Parece que no digo nada, pero es
que... ¡digo tanto con tan poco! Si yo aparezco en el
momento justo, ya no hace falta que aparezca ninguna
otra forma. ¿A que soy una maravilla?” ¡Ooohhh! Creo que
no tengo nada que añadir ¿no es cierto?
Mientras yo estaba en medio de las más hondas
cavilaciones, esto es, intentando poner en orden toda la
información que había recibido, llegó la función.
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Y la función dijo: “No tengo ningún inconveniente
en reconocer que son muy importantes la expresión y la
forma, sobre todo la forma.” Esto lo dijo porque la
forma y la función son amigas inseparables: siempre
van juntas, que lo sé yo de buena tinta. “A pesar de
lo que acabo de decir, me parece que se les olvida que
de poco o nada serviría su valor si a las palabras les
faltara lo que tienen gracias a mí: la posibilidad de ser
útiles a la comunidad; la posibilidad de trabajar y hacer
que aumente cada vez más la cantidad de mensajes que
se pueden producir. Y para no alargarme ahora en
explicaciones puramente teóricas, invito a todo el mundo
a que vaya a la sede central de nuestra gran empresa
nacional para que yo allí pueda demostrar
prácticamente por qué sin la función, sin el trabajo, las
palabras no serían nada. Enseguida quedaremos a una
hora y yo organizaré una visita guiada para que se pueda
ver in situ la razón que tengo.” Pues yo no sabía nada de esa
gran empresa nacional. Desde luego que me apunto a la visita.
¡No me la perdería por nada del mundo! Seguro que entonces
acabaré entendiendo todo este guirigay.
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Por si me faltaba algo para que ya no pudiera más con
tanto... apareció la significación; ya casi se me había olvidado
que las palabras son como cabezas con cuatro caras,
y, claro, faltaba la significación.
La significación justificó su importancia del siguiente
modo: “Estas tres no tienen ni idea. Por mucho que se
junten por ahí unos cuantos ruiditos y se forme un
sustantivo o un verbo o... lo que sea, y tengan su trabajo,
su función que cumplir, si no consiguen que se distingan
y se entiendan las ideas, las palabras quedarían tan
vacías como un zapato en un rincón; y soy yo,
precisamente yo, la que hace que las palabras estén
llenas, a rebosar de contenido: de ideas, de
pensamientos, de datos, de informaciones...” Bueno...
Ya... Claro, claro... Pero ¿cómo se consigue eso? Me parece
que aquí falta algo. ¿Y si se pusieran de acuerdo las cuatro?
Después de todo lo que he oído, las cuatro me parecen
igualmente importantes porque son imprescindibles... ¿Me
equivoco?
Aparte de esto, una cosa: cuando se presentaron las
variaciones de la forma (por cierto, más de 9), me llamó
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mucho la atención el “atuendo” tan chocante que usaban, y
esos emblemas o escudos que llevaban sobre el pecho: no
tengo ni idea de por qué visten así; tendré que enterarme, claro:
no me voy a quedar sin saber eso.
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¡¡¡POR FIN LAS CUATRO CARAS SE PONEN DE ACUERDO!!!
Bueno, sí, se pusieron de acuerdo, pero no por sí solas:
tuvo que venir alguien a demostrarles que las cuatro son
fundamentales; que, si fallara alguna de ellas, las demás
tendrían alteraciones tan graves que nada tendría sentido; que,
si faltara alguna de ellas, los mensajes serían montones de
palabras desorganizadas, simplemente ruidosas y liosas. Tuvo
que venir... ¡su madre! Tuvo que venir LA LENGUA.
LA LENGUA les dijo a sus cuatro hijas: “¿Es posible
que después de tanto tiempo de ir juntas no os hayáis
dado cuenta de que no sois nada las unas sin las otras?
¿Es posible que no os hayáis dado cuenta de que no es
una casualidad que estéis juntas, pegadas las unas a
las otras? Cada una de vosotras ha expuesto sus
razones, que son ciertas, desde luego, pero esas
razones son complementarias entre sí. Vosotras sois
como una circunferencia: sin principio ni fin; cada una
de vosotras puede iniciar el proceso de generar la
palabra, y en cuanto una de vosotras empieza a actuar,
las demás, sin daros cuenta tal vez, seguís el camino
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trazado y lo completáis. Y, si una de vosotras decidiera
escapar a esa interrelación, entonces sí que las
palabras tendrían un grave problema; entonces sí que
nuestro país acabaría arruinado y sumido en un caos
total y absoluto, poblado por pobres sombras, por pobres
reflejos sin valor alguno, fantasmas de ideas vagando
sin rumbo, sin objetivo y sin final.”
Por un momento hubo un silencio profundo y denso. Las
cuatro caras, por fin, se dieron cuenta de que eran cuatro
caras, pero tenían un centro común, una inteligencia en la que
LA LENGUA había depositado las reglas del país de las
palabras, reglas sin las que ni ellas ni las palabras producidas
por ellas servirían para nada.
Qué momento tan decisivo. ¡Y yo había sido testigo de
todo! Si no hubiera intervenido LA LENGUA, posiblemente lo
hubiera sido, pero de un cataclismo de límites insospechados,
porque aquello tenía toda la pinta de haber acabado en motín
¿o no? ¿Había sido un ataque de locura?, ¿un descontrol
momentáneo?, ¿un atentado para desestabilizar al país? Bufff.
¡Qué fuerte! Menos mal que LA LENGUA estaba allí para
controlar la situación. Además, según me dijeron, que LA
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LENGUA se dejara ver era muy raro, ya que lo habitual en el
país de las palabras es que quien acude a todos los actos,
incluso a los actos oficiales, no es LA LENGUA sino su
representante oficial, EL HABLA. Aún no sé quién es EL
HABLA; tampoco sé a qué se debe eso de la representación: me
tengo que enterar.
LA LENGUA me pareció el ser más extraordinario de
todos los que había conocido hasta el momento: era al tiempo
viejísima y jovencísima, muy madura y muy infantil, muy
sabia y muy humilde, muy culta y muy familiar. Yo tenía la
impresión de conocerla desde siempre, pero era como si la
acabara de ver por primera vez, como si hasta el momento
hubiera estado viendo un reflejo de ella y ahora la conociera
en toda su realidad. Estando cerca de ella, yo tenía las ideas
claras, claras, claras; y me parecía que podía hablar de todo y
entender a todo el mundo y que todo el mundo me podía
entender a mí. Todo estaba en orden. Me sentí muy a gusto
estando cerca de LA LENGUA. La recordaré mientras viva.
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Al igual que las 4 caras de las palabras se
interrelacionan, los 4 sistemas de LA LENGUA también lo
hacen: foto que lo demuestra, abajo.
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UNOS EJEMPLOS QUE DEMUESTRAN QUE LAS CUATRO CARAS NO SE PUEDEN SEPARAR
Tomemos la palabra mucho. Según y cómo, esa palabra
a veces es una y a veces es otra. ¿Que no? Yo también me
extrañé cuando me lo explicaron, pero es verdad; lo que ocurre
es que una palabra por sí sola no muestra sus “secretos”: tiene
que aparecer con otras para que se descubra su personalidad (o
sus personalidades). Fíjate en la demostración que me hicieron
y que te pongo a continuación.
Sean los mensajes:
a) Este año está lloviendo mucho.
b) En casa tengo mucho pan.
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Fíjate bien en las diferencias:
a) Este año está lloviendo mucho.
b) En casa tengo mucho pan.
expresión
palabra
tónica
forma
adverbio
función
circunstancial
significación
cantidad referida a
la acción
expresión
palabra
átona
forma
adjetivo
función
determinante
significación
cantidad referida al
objeto
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c) El vino de Jerez es muy famoso.
d) Él vino de Jerez muy cansado.
¡Con el follón que habían montado las cuatro caras y lo
bueno que es colaborar!
Menos mal que, cuando, gracias a la intervención de LA
LENGUA, se dieron cuenta de la tontería, rectificaron y todo
volvió a funcionar estupendamente.
Por cierto: más adelante te comentaré algo relacionado
con el detalle de que la palabra vino del ejemplo c es distinta a
la del ejemplo d.
expresión
palabra
átona
forma
artículo
función
determinante
significación
introduce al
sustantivo
expresión
palabra
tónica
forma
pronombre
función
núcleo
significación
implicado en la
acción
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LO QUE SÉ DE LA REINA, SU PRIMER MINISTRO Y EL
GOBIERNO
Resulta que LA LENGUA es mucho más importante de
lo que yo pensaba: LA LENGUA es la Reina del país de las
palabras, y, claro está, una reina no va por ahí arreglando y
deshaciendo líos (por eso será que siempre aparece EL HABLA
en su lugar ¿no?); por otra parte, su país está muy bien
organizado y ella, aunque pudiera parecer lo contrario, está
constantemente atendiendo las necesidades de sus súbditos,
eso sí, a través de los miembros del Gobierno.
En el país de las palabras es la Reina la que lo controla
todo, pero por medio de su Primer Ministro, que no hace nada
sin contar con ella y que es el encargado material de la
organización y la dirección general del país. Antes de seguir,
te diré que el Gobierno en pleno y todos los habitantes están
incondicionalmente al servicio de LA LENGUA y de la misión
que tienen: que la comunicación sea completa, perfecta,
eficaz. Todos ellos dicen que la suya es una misión universal.
¿Será para tanto?, digo yo.
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El Primer Ministro es EL SISTEMA, pero, como su
tarea es tan, tan inmensa, ha tenido que rodearse de los mejores
colaboradores, de los mejores ministros, mejor dicho,
ministras. (En el país de las palabras parece que manda el
componente femenino ¿verdad?)
EL SISTEMA está considerado por todos como el mejor
colaborador de la Reina; él, cumpliendo escrupulosamente los
deseos de Su Majestad, ha diseñado para ella la estructura
perfecta y completa del país; no hay nada que escape al
control; incluso las novedades de última hora, que se producen
libre y espontáneamente, se incorporan pronto a alguna zona
concreta de la organización; y se dictan procedimientos y
reglamentos, aunque sean transitorios y de urgencia, para que
formen parte de la globalidad en la que viven todos. Esto lo leí
en una de las publicaciones a las que tuve acceso, pero, por lo
que sé, más que hablar de globalidad, yo hablaría de múltiples
esferas interconectadas, como sucede cuando se agita un agua
jabonosa y se van formando burbujas, pompas de distintos
tamaños, todas pegadas las unas a las otras, incluso unas dentro
de las otras, y cuando alguna se rompe, las demás se
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reorganizan y siempre hay algo que las une. ¿Me explico? ¿Me
entiendes?
Ante tarea tan enorme, EL SISTEMA lo ha organizado
todo bajo cuatro sistemas interrelacionados, cada uno de los
cuales se ocupa de cada una de las cuatro caras de las palabras;
según digo, los Cuatro Sistemas del Sistema son: el Sistema
Fónico, que se encarga de la expresión; el Sistema
Morfológico, que se ocupa de la forma; el Sistema Sintáctico,
que se centra en la función, y el Sistema Semántico que es
aquel al que se le encomienda todo lo relativo a la
significación de las palabras.
No me extraña que el control se efectúe con este sistema
cuatripartito, porque, cada vez que recuerdo aquella discusión
que tuvieron las cuatro caras de las palabras, me imagino que
un gobernante solo no podría con ellas: son muy poderosas y
muy importantes las cuatro como para poder ser organizadas
por uno sólo.
Por si lo que he contado fuera poco, aún hay más:
enseguida va.
34. 34
Ya te he contado que LA LENGUA (salvo casos de una
excepcionalidad absoluta) nunca se presenta ante los demás,
sino que siempre está representada por EL HABLA.
EL HABLA es la que hace que LA LENGUA tome cuerpo,
tenga apariencia; porque LA LENGUA es intangible,
impalpable, inmaterial, imperceptible, invisible... es la pura
abstracción de una idea inmensa; es... La Gran Teoría. Esto
me lo explicaron haciendo muchas reverencias y con un tono
muy misterioso; y la verdad es que yo estaba con la boca
abierta intentando entender qué me querían decir... Creo que
todavía no lo entiendo del todo.
Bueno. El caso es que EL HABLA es todo lo contrario de
LA LENGUA: se puede ver, se puede oír, se puede incluso
tocar; es La Gran Práctica. Dicen que no nos daríamos cuenta
de que las palabras existen si no fuera por EL HABLA, porque
gracias a ella las palabras se materializan: se pueden ver, se
pueden oír y se pueden tocar (¿tú nunca has tocado una
palabra?). El que se noten las palabras es muy importante,
porque, si no fuera así, no sabríamos que alguien, en alguna
parte, nos está comunicando algo, y viviríamos como seres
aislados, solitarios... y nos moriríamos... y no existiría nada de
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lo más nuestro... ¡Se me pone la carne de gallina nada más
pensarlo!
Lo que me pareció más alucinante es que LA LENGUA
está siempre en todo, en todo, en todo lo que hace EL HABLA;
yo me lo imagino como el aire que siempre tiene que pasar por
un denso campo de naranjos y siempre queda impregnado del
perfume del azahar y vaya donde vaya se sabe de dónde viene
y lo va aromatizando todo a su paso... ¿Lo entiendes o no? Está
claro ¿no?
Vamos a ver. Tratamos asuntos de Estado. El gobierno
de un país es siempre algo muy complejo porque de él depende
que el país funcione o no; hay muchos detalles que considerar.
Entiendo que esto cueste; bueno, a mí me costó un montón
comprenderlo todo.
EL HABLA conoce muy bien todo lo que manda EL
SISTEMA; sabe muy bien que no es conveniente para nada ni
para nadie que se alteren las pautas trazadas; sabe muy bien
que el respeto a LA LENGUA es lo más conveniente, y también
sabe que, aunque parezca todo muy estricto y muy inamovible,
hay muchas posibilidades de actuación, sobre todo cuando se
dispone de una gran competencia, de un gran conocimiento
36. 36
de esas posibilidades, que, efectivamente, son muchas y muy
variadas y que permiten que se cumpla la gran misión que
tienen todos en el país de las palabras: la comunicación
efectiva y eficaz. Lo malo es que de vez en cuando se
entrometen los saboteadores y las cosas se estropean; cuando
ocurre algún desaguisado de este tipo, han de intervenir LOS
GUARDIANES DE LA LENGUA, o sea, LOS GERENTES DE
GOBERNACIÓN. Ya te contaré lo que sé de ellos.
Como iba diciendo, EL SISTEMA lo tienen todo
organizado y controlado gracias a las REGLAS que dicta: las
REGLAS de la expresión, de la forma, de la función y de la
significación.
Realmente, EL SISTEMA no trabaja solo; está asesorado
por EL CONSEJO SUPREMO DEL SISTEMA, formado por LAS
ILUSTRES MAESTRAS (las Ministras): LA FONOLOGÍA y LA
FONÉTICA (que siempre van juntas), LA MORFOLOGÍA y LA
SINTAXIS (que se fusionan y colaboran estrechamente bajo el
nombre de Morfosintaxis), y LA SEMÁNTICA. Todas ellas son
grandes expertas en su materia: saben muy bien lo que se
llevan entre manos y no se cansan de explicárselo a todo el que
lo quiera saber por medio de las publicaciones que edita EL
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CONSEJO SUPREMO DEL SISTEMA. Yo he tenido la
oportunidad de conocer estas publicaciones y la verdad es que
me han enseñado mucho.
LA FONOLOGÍA y LA FONÉTICA son las que mejor
conocen a la expresión de las palabras.
LA FONOLOGÍA es la encargada de estudiar, analizar y
describir los sonidos de las palabras, según los quiere LA
LENGUA, antes de que sean perceptibles, antes de que nazcan.
Puede resultar extraño, pero sí, sí: los sonidos están todos
recogiditos, esperando que alguien los necesite... y entonces
nacen, y cada sonido nace con sus peculiaridades y dispuesto
a cumplir con su parte; sí: así es. Y cuando los sonidos han
nacido, LA FONOLOGÍA le pasa la faena a LA FONÉTICA, que
es la encargada de controlar si suenan como deben sonar, si se
pronuncian según corresponde, porque, si no, EL HABLA los
notaría como extraños y pudiera ser que no los aceptara, que
los rechazara como si fueran virus o bacterias: se generarían
anticuerpos, como si se estuviera combatiendo una
enfermedad, para que no se genere una epidemia o algo así,
digo yo.
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Entre LA MORFOLOGÍA y LA SINTAXIS se organiza
todo el entorno laboral del país, toda la jerarquía y la estructura
funcional de la gran empresa en la que trabajan todas las
palabras; LA MORFOLOGÍA se encarga de observar, de
clasificar y de seleccionar a las palabras según su forma y las
prepara para que desempeñen bien sus respectivos trabajos;
esto último lo hace en colaboración con LA SINTAXIS, que es
la responsable de asignar la función que le toca a cada
categoría laboral. Por cierto, te diré que yo también entré en
contacto con las palabras como personal laboral, y te puedo
asegurar que son gente muy capaz y muy preparada para
trabajar muy bien en su profesión.
A LA SEMÁNTICA le corresponde ocuparse de la
significación de las palabras, porque, además de sonar como
deben y de trabajar según se les ha encomendado, muy bien
cohesionadas, cuando se juntan unas con otras, han de resultar
coherentes, es decir, han de tener pleno sentido y han de
dárselo al grupo en el que se encuentran; si no hubiera
coherencia se produciría un disparate tras otro y no habría
quien se aclarara.
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EL CONSEJO SUPREMO DEL SISTEMA está siempre
alerta para que todo vaya como debe ir, pero, cuando algo se
altera, cuando hay algún fallo, no son sus miembros los que
actúan directamente sino sus GERENTES DE GOBERNACIÓN:
LA NORMATIVA y LA MÉTRICA.
LA NORMATIVA se encarga de dictar las REGLAS DE
USO y de avisar de las infracciones que se pueden cometer; lo
hace según dos posibilidades: según las palabras se muestren
gráficamente, esto es, planas, o se muestren acústicamente,
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esto es, envolventes. (Ya te hablé de esta peculiaridad tan
asombrosa de las palabras ¿verdad?)
Como te digo, según esas dos posibilidades, LA
NORMATIVA dictamina lo que está bien y lo que está mal y así
todo el mundo sabe a qué atenerse y cómo actuar frente a las
posibles dudas; esto de las dudas se debe a que EL SISTEMA
efectivamente lo tiene todo controlado, pero, después de tanto
tiempo como es el que las palabras llevan trabajando, hay que
estar siempre haciendo ajustes y prestando atención a los
cambios (que en toda evolución son inevitables) y a las
múltiples posibilidades que se ofrecen cuando son tantas las
palabras y tantas las oraciones gramaticales que se producen
a diario en la factoría en la que trabajan.
LA NORMATIVA tampoco se ocupa ella sola de los
asuntos que le han encomendado, entre otras cosas porque,
como las palabras pueden presentarse como planas o como
tridimensionales, hay que contemplar estas dos posibilidades.
La presentación plana, es decir, cuando se dibujan o se
pintan (se escriben, dicen ellas) le concierne a LA
ORTOGRAFÍA.
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LA ORTOGRAFÍA es la controladora del aspecto gráfico
que se le ha de dar a cada sonido cuando se plasma de manera
visual. Me explico: las palabras suenan porque tienen sonidos
(normal ¿no?), pero esos sonidos se pueden dibujar; cuando los
sonidos se dibujan se llaman letras, y, como cada palabra tiene
unos sonidos, las palabras se dibujan trocito a trocito; estos
dibujitos han de ser siempre los que le tocan a cada palabra
(porque, si no, no se reconocerían de una vez para otra). Hasta
aquí no debería haber problemas: a cada sonido le corresponde
un dibujito, una letra... pero no; el problema viene porque a
veces hay sonidos que se pueden dibujar de varias maneras
(según la historia de la palabra, según alguna moda, según los
otros sonidos de la palabra...); además hay letras que suenan
de distinta manera dependiendo de las otras letras con las que
se juntan; incluso hay letras que no suenan... De todo esto me
enteré yo cuando fui a casa de la expresión, casa en la que vi
muchísimas fotografías (muchas de ellas dedicadas
cariñosamente) de LA FONÉTICA y de LA FONOLOGÍA.
Lógico ¿a que sí?
LA ORTOGRAFÍA determina las letras que lleva cada
palabra, y las marcas que llevan algunas letras en algunas
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palabras, y las marcas con las que se separan a veces los
grupos de palabras... (tiene mucha faena); pero no es ella la
encargada del diseño: todo esto es competencia de una gran
artista de las artes gráficas: LA CALIGRAFÍA.
Dicen por aquí que LA CALIGRAFÍA es muy vieja; de
hecho, en muchos museos que tienen las palabras, hay
muestras antiquísimas de palabras dibujadas (o escritas) sobre
muy diversos materiales y con muy diversas técnicas; sobre
todo, dicen que lo fundamental fue un invento, al que llaman
la imprenta, que supuso una verdadera revolución en el trabajo
de las palabras; realmente, esto del dibujo de las palabras,
propiamente, de lo que llaman la escritura, incluso, incluso es
tan importante que ha servido para separar lo que se llama
Prehistoria de lo que se llama Historia: qué cosas ¿eh?
LA CALIGRAFÍA ha diseñado el abecedario (o alfabeto),
es decir, el listado de las letras que corresponden a los
sonidos; en los museos, en los archivos y en las bibliotecas del
país de las palabras he visto muchos tipos de estos abecedarios
y los múltiples usos que han tenido. Ya te lo contaré otro rato.
Pues bien: como te decía, las palabras tienen una
presentación más o menos plana, y tienen otra presentación
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tridimensional, envolvente, esto es, cuando suenan. De la
presentación sonora también hay alguien que se ocupa: LA
ORTOLOGÍA. De LA ORTOLOGÍA (y de las otras dos, LA
CALIGRAFÍA y LA ORTOGRAFÍA) también supe mucho en mi
visita a la casa de la expresión. La labor de LA ORTOLOGÍA
consiste en avisar de si las palabras se pronuncian bien o mal,
y, claro está, su trabajo depende de LA FONÉTICA y de LA
FONOLOGÍA, sobre todo de LA FONÉTICA.
Todas estas delegadas de LA NORMATIVA van siempre
acompañando a la representante oficial de LA LENGUA, EL
HABLA.
LA NORMATIVA (según te he dicho) es una de las dos
GERENTES DE GOBERNACIÓN, digamos que es la principal,
la que más manda, vamos; la otra es LA MÉTRICA.
LA MÉTRICA es la específica de los artistas (de algún
tipo de artistas). Yo no sé si tú esto ya lo sabías, pero las
palabras son fundamentales e imprescindibles para los
llamados artistas de la palabra, y especialmente (y contando
con LA MÉTRICA) de los que se llaman poetas o
versificadores. (Me encontré con muchos artistas de estos
visitando el país; bueno, en realidad, allí había de todo.)
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LA MÉTRICA también está muy relacionada con la
expresión de las palabras, y se la ve siempre controlando,
tomando medidas, contando y recontando que si sonidos, que
si sílabas, que si acentos, que si pausas... Ahora que lo pienso:
¿te he hablado de las sílabas, los acentos, las pausas...? Es que,
con el viaje que he hecho, con la de cosas que he visto y con
todo lo que he aprendido... se me amontona la faena, vaya.
Todo lo que tiene que ver con los sonidos y sus variantes y sus
efectos me lo explicó la expresión. Pasa página y te lo cuento.
Un momento, por favor, antes de que sigas: ya que
estamos en los asuntos del Gobierno, te diré que toda esta
organización, toda esta reglamentación está recopilada en
múltiples y diversos documentos que, en general, le dan forma
a la LEY SUPREMA DEL PAÍS DE LAS PALABRAS: EL
CÓDIGO LINGÜÍSTICO.
Y, antes de ir con más, en la siguiente página puedes
ver, que no simplemente mirar, el ORGANIGRAMA DEL
GOBIERNO DEL PAÍS DE LAS PALABRAS.
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ETAPA 1 DEL VIAJE AL PAÍS DE LAS PALABRAS
1.- POR AQUÍ EMPEZAMOS
3. Voy conociendo a las palabras.
7. VÍDEO 4 CARAS
8. Conflicto entre las cuatro caras de las palabras.
22. Por fin las cuatro caras se ponen de acuerdo.
25. LAS 4 CARAS EN INTERRELACIÓN
26. LOS 4 SISTEMAS EN INTERRELACIÓN
27. Unos ejemplos que demuestran que las cuatro caras no se
pueden separar.
31. Lo que sé de la Reina, su Primer Ministro y el Gobierno.
45. Organigrama de control para la comunicación eficaz.
46. Recorrido que se puede desde cualquier palabra.
2.- DESPUÉS ESTAREMOS DE VISITA
En casa de la expresión
LOS 4 FORMANTES DEL SONIDO
LOS HIJOS VOCÁLICOS DE LA EXPRESIÓN
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LOS HIJOS CONSONÁNTICOS
TODOS LOS HIJOS VESTIDOS DE LETRAS
TABLAS FONOLÓGICAS
TABLAS DEL ACENTO
FOTOS DE LA ACENTUACIÓN
LÍNEAS TONALES
La Prosa y la Poesía
LOS 4 RITMOS MÉTRICOS
3.- IREMOS A LA GRAN EMPRESA DEL PAÍS DE LAS PALABRAS
El trabajo de las palabras.
PLACA DE LA EMPRESA EN LA QUE TRABAJAN LAS PALABRAS.
Puestos de trabajo.
Los que mandan: EL SUJETO y EL PREDICADO.
EL JEFE SUJETO.
EL JEFE PREDICADO.
TABLAS CON LAS DISTRIBUCIONES DE LOS TRABAJOS Y LOS
TRABAJADORES.
ESQUEMAS BÁSICOS.
OTROS ESQUEMAS (por si acaso).
4.- MÁS TARDE CONOCEREMOS A LOS TRABAJADORES
Un poco de MORFOLOGÍA (y algo más de SINTAXIS)
FICHAS DE LOS TRABAJADORES DEL GRUPO NOMINAL
EL SUSTANTIVO, el JEFE del GRUPO NOMINAL
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EL ARTÍCULO
EL ADJETIVO DETERMINATIVO
EL ADJETIVO CALIFICATIVO
EL PRONOMBRE, el SUSTITUTO del SUSTANTIVO
FICHAS DE LOS TRABAJADORES DEL GRUPO VERBAL
EL VERBO, el JEFE del GRUPO VERBAL
LOS 3 REFUERZOS DEL VERBO, sus “vitaminas”
EL GRUPO VERBAL
FICHAS DE LOS ENLACES
LA PREPOSICIÓN
LA CONJUNCIÓN COORDINANTE
LA CONJUNCIÓN SUBORDINANTE SUSTANTIVA
LA CONJUNCIÓN SUBORDINANTE ADVERBIAL
EL RELACIONANTE ADVERBIO RELATIVO
EL RELACIONANTE PRONOMBRE RELATIVO
COORDINACIÓN: 4 ideas básicas que se juntan en una.
SUBORDINACIÓN: 6 ideas básicas que se juntan en una.
EL EQUIPO DEL SUSTANTIVO
EL EQUIPO DEL VERBO
EL EQUIPO DE LOS ENLACES
LA INTERJECCIÓN
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5.- LUEGO HABLAREMOS CON LA SIGNIFICACIÓN
¡La de cosas que me contaron la significación y LA
SEMÁNTICA!
El ADN de las palabras.
Células especializadas.
Curiosidades del signo lingüístico.
Palabras vistas al microscopio.
Los cuatro componentes del signo lingüístico en el mensaje.
¡Cómo cambian las cosas!
6.- MÁS ADELANTE NOS MOVEREMOS ENTRE LA LENGUA
Y LAS LENGUAS
La lengua (más) madre.
TABLA DE LAS DECLINACIONES
TABLA DE LAS PREPOSICIONES
LA LENGUA y las lenguas.
Las lenguas son los idiomas.
Detalles sobre el idioma y los idiomas.
Las variantes idiomáticas.
La formación de los idiomas.
La Historia ayuda a explicar lo de los idiomas.
El castellano.
Clases de idiomas.
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7.- DISFRUTAREMOS CON LA COMUNICACIÓN Y LA
INFORMACIÓN
Y, como siempre, la comunicación y la información.
Las funciones del lenguaje.
La representativa.
La expresiva.
La poética.
La apelativa.
La fática.
La metalingüística.
El acto de la comunicación.
Los que intervienen y lo que hacen.
8.- ACABAREMOS DANDO UN PASEO GENERAL
Palabras artistas, científicas, periodistas... palabras
compañeras y amigas.
Una de las ARTES: la LITERATURA.
Palabras artistas.
Palabras científicas.
Así son las ciudades de las palabras.
El censo de las palabras.
Los distritos de sus ciudades.
Museos, archivos, bibliotecas, academias...