Este documento presenta una introducción a la lingüística fantástica a través de una metáfora de un viaje al país de las palabras. Describe las palabras como seres con cuatro caras (expresión, forma, función y significado) que a veces entran en conflicto entre sí. Explica las características de cada una de las cuatro caras y cómo cada una cree ser la más importante para definir a la palabra.
3. 3
VOY CONOCIENDO A LAS PALABRAS
Yo he viajado al país de las palabras. ¡Qué viaje
tan emocionante! ¿Por qué digo tan emocionante?,
pues porque las palabras son seres interesantísimos...
y, a continuación, me explico (pero hay tantas cosas
que querría contar de las palabras que conocí, que no
sé por dónde empezar).
Cuando llegué a su país, las palabras me rodearon
por todas partes (eso es algo que las palabras hacen
siempre que alguien llega a su país), pero sin
molestarme para nada, para nada; al revés: todas eran
amabilísimas y sólo querían ponerse a mi disposición
para todo lo que necesitara. Por cierto: enseguida tuve
la impresión de que a algunas palabras era como si las
conociera de toda la vida; con otras, en cambio, me
sentía completamente fuera de juego: las encontraba
totalmente extrañas, como si fueran de otro planeta,
4. 4
vamos. Esto me pasaba sobre todo cuando me
encontraba con palabras viejísimas y con otras recién
nacidas; también había algunas de las que no podría
decir su edad pero que igualmente me llenaban de
perplejidad (lo mismo no conectaba con ellas por otros
motivos y no por sus años); las que de verdad me
resultaban familiares eran aquellas que coincidían más
o menos con mi época; con esas me relacionaba de
inmediato sin ninguna dificultad.
Desde luego, las palabras llaman la atención por
su aspecto, pero, sobre todo, por un rasgo curiosísimo
que les da una personalidad muy especial: las palabras
a veces son planas y otras veces son tridimensionales,
envolventes... (Ya he dicho que son seres muy
especiales y, desde luego, encantadores.)
Las palabras son como cuadrados o como
naranjas de cuatro gajos... No, no, no: las palabras son
como cabezas con cuatro caras; en realidad es que,
5. 5
como decía arriba, se pueden presentar de estas
maneras: planas o esféricas, y por eso son como
cabezas con cuatro caras (¿te imaginas una cabeza con
cuatro caras?). Esto de tener cuatro caras en
ocasiones es conflictivo porque cada cara quiere
destacarse sobre las otras y llegan incluso a discutir por
la importancia que tiene cada una y que la hace
considerarse superior a las demás.
Una de las “caras” de las palabras es la que las
presenta, la que hace que nos demos cuenta de
que están ahí: a esa cara, las palabras la llaman
su expresión; esa expresión está hecha de “ruiditos”,
de sonidos más o menos marcados y envolventes con
los que incluso se puede cantar; y otra cosa: las
palabras presumen de que esos ruiditos pueden ser
dibujados, decorados, pintados, esculpidos... y,
desde luego, algunas, así, quedan guapas, guapas de
verdad (pero bastante planas en general, eso es cierto).
6. 6
Otra de las “caras” que tienen es la que les da
solidez, les da una forma hecha y derecha,
aunque algunas palabras se copian las unas de
las otras... como si se disfrazaran, y no se sabe bien si
son unas o son otras: arman unos líos gordos, gordos;
pero ellas dicen que es fácil distinguirlas, que sólo hay
que fijarse en los detalles... No sé: yo he de reconocer
que con algunas me he equivocado a fondo.
La tercera de sus “caras” es la que les permite
trabajar, cumplir con su función, es decir, ganarse la
vida, porque no hay ninguna palabra que sea inútil; eso
sí: son muy clasistas, me parece a mí, porque sólo
algunas (y según y como) pueden cambiar de
trabajo; en eso me recuerdan los gremios
antiguos: unos eran herreros, otros carpinteros, otros
canteros...
7. 7
La cuarta “cara” de las palabras es, si cabe, la
más sorprendente a mi entender, porque es la que hace
que “se vayan encendiendo bombillitas”, que
se ilumine todo... Es la cara que llaman
significación, y con ella hay muchas discusiones entre
los observadores de las palabras: hay quienes dicen que
esta cara es la que hace que las otras tres sean como
son y no puedan ser de otra manera; otros, en cambio,
dicen que no, que la significación surge de la unión de
las otras...
Ante esas discusiones, yo no sabría decir quién
tiene razón, y cuando pienso en las palabras me las
imagino como una cabeza-paraguas a la que se le
hace dar vueltas y llega un momento en que no se
distingue más que una rueda girando y girando sin
principio ni final, o como una cabeza-canica rodando,
o una cabeza-pelota botando y rebotando de acá para
allá; aquí tengo que hacer una confesión: es que yo he
8. 8
estado en el país de las palabras... ¡y las he visto con
mis propios ojos! Reconozco que he tenido mucha
suerte pudiendo hacer ese viaje, y haré todo lo posible
para que mucha gente más vaya a relacionarse con las
palabras en su propio país: no es tan difícil ir, y la
satisfacción está garantizada.
LAS 4 CARAS DE LAS PALABRAS
9. 9
CONFLICTO ENTRE LAS CUATRO CARAS
DE LAS PALABRAS
Ya he dicho que las palabras son como cabezas
con cuatro caras, y ahora te voy a hablar de los líos
que se organizan a veces esas cuatro caras.
Por ejemplo, por empezar por una, voy a empezar
por la expresión.
La expresión insiste en que es muy importante
(la que más), porque apenas se produce un cambio en
ella ya hay un cambio en las otras. La
expresión dice: “Si yo organizo mis sonidos en
la secuencia COSTA, las otras caras serán distintas a
como serían si los organizo en la secuencia TOSCA; si me
organizo en plan BARCO, el resultado es muy diferente a
si me organizo en plan COBRA o en plan BROCA. Y hay
muchas diferencias entre FOCA, TOCA, POCA, LOCA y
MOCA. Y con una simple variación en la intensidad de
un sonido, o sea, en el acento, puedo hacer que no sea
igual decir «Se libró de un castigo» que decir «Se
10. 10
compró un libro». Y no es lo mismo «Ya ha llegado
Juan.» que «¿Ya ha llegado Juan?» o que «¡Ya ha
llegado Juan!» Además, soy yo la que marca las
diferencias que hay entre eso que se llama prosa y eso
que se llama poesía. Y gracias a mí se puede cantar y
hacer crucigramas y sopas de letras y juegos de
palabras... Y no digamos nada de cómo se nota cuando
habla uno que es extranjero... ¿Ha quedado clara mi
superioridad?, porque, si no ha quedado clara, aún
puedo seguir hablando y hablando, que para algo eso es
lo mío. Ah: y lo fundamental es que soy muy ahorrativa,
porque soy capaz de darles vida a las otras tres y a
cientos de miles de palabras sólo con mis 24 sonidos,
al menos en español castellano, claro. ¡Hijos de mi alma!
¡Cuánta desconsideración e ingratitud! Cuando queráis
os invito a mi casa: conoceréis a mis 24 tesoros y sabréis
por qué valen tanto.” ¡Qué carácter tiene la expresión!
Menos mal que se ha ido, muy melodramática y
enfadada, eso sí.
11. 11
Y ahora viene la forma y dice: “¿Qué sabrá
esa? Si para lo único que sirve es para que se
cometan errores y se pongan multas, para que “salgan
gallos”, para que se confunda a un sustantivo con un
verbo, a un adverbio con un adjetivo, a un pronombre
con una conjunción... Y si hablamos de economía, más
ahorrativa soy yo, que me apaño con sólo 9
variaciones... ¡A ver! ¡Poneos en fila, variaciones mías,
y que cada una se vaya presentando!”
Ahí vienen; no hay quien las pare. Me parece que
esto se puede poner interesante. Atención al grupo de
variaciones de la forma.
“Soy el sustantivo y le doy nombre a
todo lo que existe. Puedo hacer que todo se
considere masculino o femenino, singular o
plural, común o propio, concreto o abstracto,
individual o colectivo, contable o incontable...
¡Valgo yo mucho, vaya!” Tengo que
reconocer que sin sustantivos no sé qué pasaría.
12. 12
“Soy el artículo; soy el más fiel servidor del
sustantivo: le abro paso y anuncio que
llega; puedo hacer que aparezca de modo
determinado o indeterminado. Coincido con
él en esas marcas tan especiales que
tenemos y que se llaman género y número,
porque, si no coincidiera, no podría acompañarlo.
¿Valgo yo poco?” Él no lo dice, pero lo digo yo: no se
lleva nada bien con las formas personales del verbo.
Ya verás cuando llegue el verbo.
“Soy el adjetivo, el calificativo, claro, y también
soy un fiel acompañante del sustantivo,
pero doy más información: yo, a los
elementos que el sustantivo nombra, puedo
añadirles datos de forma, de tamaño, de
color, de aprecio o desprecio... En resumen:
soy imprescindible para caracterizar, para describir.
Por supuesto que yo también concuerdo, es decir,
coincido con el sustantivo en género y en número
¡faltaría más!” Ahora añado yo lo mismo de antes:
13. 13
tampoco se lleva nada bien con las formas personales
del verbo, salvo por algún verbo en concreto que lo
puede necesitar: el verbo ser, creo.
“Yo también soy adjetivo, pero determinativo
(que no es poco, no se vaya a creer alguien
que por eso no tengo mérito). Como soy
hermano del calificativo, yo también soy del
equipo del sustantivo y tengo sus mismas
marcas, esas de género y de número que
nos permiten ir juntos; por cierto: yo, según y como,
puedo ir delante o detrás del sustantivo (igual que mi
hermano) y también añado datos a los elementos que el
sustantivo nombra, pero como soy un transformista, me
desdoblo en varios tipos, esto es: si añado un dato de
posesión o pertenencia, aparezco como posesivo; si
indico la distancia (próxima, media o lejana), voy de
demostrativo; si lo que interesa es hablar de una
cantidad sin precisar mucho, me pongo de indefinido; si
lo que interesa es la cantidad precisa de los elementos
que hay, soy numeral cardinal (muy matemático
14. 14
entonces, desde luego, y aún doy más matices, ¿eh?);
puedo también establecer una secuencia si voy de
numeral ordinal; además puedo hacer que se pregunte
por algo (seré entonces interrogativo) o puedo hacer
que se manifieste la admiración, la sorpresa... si me da
por ser exclamativo. ¡Hay que ver lo que yo valgo!” Y
yo a lo mío: tampoco se lleva nada bien con las formas
personales del verbo. ¿Por qué será eso?
“Vale. Pues ahora yo: el pronombre. Yo sí que soy
especial. En mí es en quien más confía el sustantivo;
soy su amigo del alma: tanto es así que, cuando el
sustantivo no quiere o no puede
presentarse, me envía a mí porque sabe
que yo siempre lo representaré de una
manera espléndida; incluso puedo formar
equipo con el artículo y con el adjetivo,
con el calificativo, desde luego, y esto
porque hasta puedo tomar la forma del otro, del adjetivo
determinativo, con todas sus variantes: posesivo,
demostrativo, indefinido, numeral, interrogativo y
15. 15
exclamativo. Ah: y además puedo ser relativo,
referirme a otros y trabajar en plan doblete;
sí: es como si tuviera desdoblamiento de
personalidad, pero controlando muy bien
mis dos personalidades, que no quiere esto
decir que vaya por ahí sin saber qué es lo
que hago. ¡Si es que yo soy genial! Y antes de que
alguien diga algo, como yo soy también muy personal,
¡yo sí puedo juntarme con las formas personales del
verbo! Sorpresa ¿eh?” Pues sí, vaya.
“Tanto hablar de mí, tanto hablar de mí... ya es
hora de que me dejéis hablar a mí: yo soy el verbo, y
soy la más valiosa de las variaciones de la
forma. Os voy a explicar el porqué.
Yo, el verbo, represento la acción, la
existencia y el estado de los seres, y,
además represento el tiempo: sin mí no se
podría hablar de los hechos y de las acciones del
pasado, del presente y del futuro; además puedo hacer
que se muestre la objetividad y la subjetividad, el
deseo, el temor... en los hechos y en las acciones; si no
16. 16
fuera por mí, no se podría mandar, ni se podría
manifestar la posibilidad, el condicionamiento de los
sucesos; también puedo hacer que los seres aparezcan
como elementos agentes o pacientes de la acción...
Sólo se me podría
poner una objeción: tengo
muchas variantes en mi
propia forma, pero puedo
decir en mi defensa que
son muchos los matices que se pueden manifestar
gracias a esa amplitud de variantes. En este sentido,
también es una ventaja que, gracias a algunas de mis
variantes, es decir, gracias a mis formas no
personales, soy de la familia de los sustantivos, de los
adjetivos y de los adverbios y me puedo acomodar en
el lugar de los propios sustantivos, adjetivos y
adverbios.
Por otra parte, si bien es verdad que no me
relaciono directamente con los artículos ni con los
adjetivos determinativos, sí me llevo muy bien con los
demás: con los pronombres personales, porque
17. 17
completan mi trabajo como sujetos de la acción; con los
sustantivos, porque las acciones y los estados
corresponden a los seres; con los adverbios, porque me
ayudan a fijar las circunstancias... Y no quiero
extenderme más por no agobiar a los que me escuchan,
pero podría estar hablando de mis posibilidades horas y
horas.” Qué asombroso es el verbo ¿no? Me parece un
tipo muy interesante. Creo que a partir de ahora me voy
a fijar más en el verbo.
“Ya que el verbo me ha mencionado, me permito
presentarme: soy el adverbio, y no es una casualidad
que mi nombre recuerde al del verbo; la coincidencia se
debe a que formo parte de su equipo sin
problemas, porque redondeo (por así decirlo)
los datos que él da con respecto al tiempo, y,
además, le añado datos del lugar,
del modo, de la cantidad de la
acción: que a nadie se le escape que, gracias
a mí, se puede preguntar por el cuándo, el
cómo, el dónde y el cuánto; igualmente,
18. 18
hago que la acción que él nombra se pueda considerar
en sentido positivo o negativo... También quiero
destacar que me llevo bastante bien con algunos
sustantivos y con algunos adjetivos, incluso me llevo
bien con otras variantes de mí mismo, es decir, con otros
adverbios. Lo mejor de mí es que me llevo bien con todo
el mundo.” A mí me parece un tipo muy agradable, muy
colaborador ¿no?
¡Anda! ¡Llegan dos formas juntas! Atención, que
nos van a decir quiénes son y cuáles son sus
excelencias.
“¡Hola! Somos la preposición y la conjunción.
Aunque parezca que somos insignificantes, no es por
eso por lo que venimos juntas
(porque de ningún modo somos
insignificantes: ¡qué va!);
venimos juntas porque somos
primas hermanas, y nuestro
rasgo más destacado es que sin nosotras las palabras
no podrían trabajar juntas, no podrían relacionarse para
19. 19
formar ningún mensaje. Nosotras somos las que le
damos cohesión a los mensajes, y, con nuestras otras
primas, las conjunciones subordinantes,
conseguimos que esos mensajes
sean todo lo complejos que haga
falta. Y creemos que, con esto, no
hace falta decir más: a buen
entendedor, pocas palabras bastan.” Estas
dos me han dejado pensando... Creo que las entiendo
¿o no? Voy a prestar atención; voy a buscar
preposiciones y conjunciones y... a ver qué hacen. La
verdad es que, como son formas tan cortitas, no se han
extendido mucho. Y, sin embargo, me parece que
ocultan algo. Me han parecido muy misteriosas. Me
parece que valen más de lo que aparentan. ¿Serán
muchas o serán pocas las preposiciones y las
conjunciones? Ufff... Me están dando demasiados
datos. Qué sorprendente es esto de la forma de las
palabras ¿eh?
20. 20
“Un momento, un momento... que falto yo: la
interjección.” ¡Vaya! “Pues sí: yo soy la
interjección, y he de reconocer que yo soy...
muy especial. Yo soy sensitiva, sentimental,
emocional, anímica... Cuando yo aparezco
es porque hay alguien que está alegre o
triste, o tiene miedo, o ha recibido una sorpresa o un
susto, o está anhelando algo... Yo tengo tantas
variantes como emociones, sensaciones y
sentimientos hay. Parece que no digo nada, pero es
que... ¡digo tanto con tan poco! Si yo aparezco en el
momento justo, ya no hace falta que aparezca ninguna
otra forma. ¿A que soy una maravilla?” ¡Ooohhh! Creo
que no tengo nada que añadir ¿no es cierto?
Mientras yo estaba en medio de las más hondas
cavilaciones, esto es, intentando poner en orden toda la
información que había recibido, llegó la función.
Y la función dijo: “No tengo ningún inconveniente
en reconocer que son muy importantes la
expresión y la forma, sobre todo la forma.” Esto
21. 21
lo dijo porque la forma y la función son amigas
inseparables: siempre van juntas, que lo sé yo de buena
tinta. “A pesar de lo que acabo de decir, me parece que
se les olvida que de poco o nada serviría su valor si a las
palabras les faltara lo que tienen gracias a mí: la
posibilidad de ser útiles a la comunidad; la posibilidad de
trabajar y hacer que aumente cada vez más la cantidad
de mensajes que se pueden producir. Y para no
alargarme ahora en explicaciones puramente teóricas,
invito a todo el mundo a que vaya a la sede central de
nuestra gran empresa nacional para que yo allí pueda
demostrar prácticamente por qué sin la función, sin el
trabajo, las palabras no serían nada. Enseguida
quedaremos a una hora y yo organizaré una visita
guiada para que se pueda ver in situ la razón que tengo.”
Pues yo no sabía nada de esa gran empresa nacional.
Desde luego que me apunto a la visita. ¡No me la
perdería por nada del mundo! Seguro que entonces
acabaré entendiendo todo este guirigay.
22. 22
Por si me faltaba algo para que ya no pudiera más
con tanto... apareció la significación; ya casi se me
había olvidado que las palabras son como cabezas con
cuatro caras, y, claro, faltaba la significación.
La significación justificó su importancia
del siguiente modo: “Estas tres no tienen ni idea. Por
mucho que se junten por ahí unos cuantos ruiditos y se
forme un sustantivo o un verbo o... lo que sea, y tengan
su trabajo, su función que cumplir, si no consiguen que
se distingan y se entiendan las ideas, las palabras
quedarían tan vacías como un zapato en un rincón; y soy
yo, precisamente yo, la que hace que las palabras estén
llenas, a rebosar de contenido: de ideas, de
pensamientos, de datos, de informaciones...” Bueno...
Ya... Claro, claro... Pero ¿cómo se consigue eso? Me
parece que aquí falta algo. ¿Y si se pusieran de acuerdo
las cuatro? Después de todo lo que he oído, las cuatro
me parecen igualmente importantes porque son
imprescindibles... ¿Me equivoco?
23. 23
Aparte de esto, una cosa: cuando se presentaron
las variaciones de la forma (por cierto, más de 9), me
llamó mucho la atención el “atuendo” tan chocante que
usaban, y esos emblemas o escudos que llevaban sobre
el pecho: no tengo ni idea de por qué visten así; tendré
que enterarme, claro: no me voy a quedar sin saber eso.
24. 24
¡¡¡POR FIN LAS CUATRO CARAS SE PONEN
DE ACUERDO!!!
Bueno, sí, se pusieron de acuerdo, pero no por sí
solas: tuvo que venir alguien a demostrarles que las
cuatro son fundamentales; que, si fallara alguna de
ellas, las demás tendrían alteraciones tan graves que
nada tendría sentido; que, si faltara alguna de ellas, los
mensajes serían montones de palabras desorganizadas,
simplemente ruidosas y liosas. Tuvo que venir... ¡su
madre! Tuvo que venir LA LENGUA.
LA LENGUA les dijo a sus cuatro hijas: “¿Es
posible que después de tanto tiempo de ir juntas no os
hayáis dado cuenta de que no sois nada las unas sin las
otras? ¿Es posible que no os hayáis dado cuenta de que
no es una casualidad que estéis juntas, pegadas las
unas a las otras? Cada una de vosotras ha expuesto sus
razones, que son ciertas, desde luego, pero esas
razones son complementarias entre sí. Vosotras sois
como una circunferencia: sin principio ni fin; cada una
25. 25
de vosotras puede iniciar el proceso de generar la
palabra, y en cuanto una de vosotras empieza a actuar,
las demás, sin daros cuenta tal vez, seguís el camino
trazado y lo completáis. Y, si una de vosotras decidiera
escapar a esa interrelación, entonces sí que las
palabras tendrían un grave problema; entonces sí que
nuestro país acabaría arruinado y sumido en un caos
total y absoluto, poblado por pobres sombras, por pobres
reflejos sin valor alguno, fantasmas de ideas vagando
sin rumbo, sin objetivo y sin final.”
Por un momento hubo un silencio profundo y
denso. Las cuatro caras, por fin, se dieron cuenta de
que eran cuatro caras, pero tenían un centro común,
una inteligencia en la que LA LENGUA había
depositado las reglas del país de las palabras, reglas
sin las que ni ellas ni las palabras producidas por ellas
servirían para nada.
Qué momento tan decisivo. ¡Y yo había sido
testigo de todo! Si no hubiera intervenido LA
26. 26
LENGUA, posiblemente lo hubiera sido, pero de un
cataclismo de límites insospechados, porque aquello
tenía toda la pinta de haber acabado en motín ¿o no?
¿Había sido un ataque de locura?, ¿un descontrol
momentáneo?, ¿un atentado para desestabilizar al
país? Bufff. ¡Qué fuerte! Menos mal que LA LENGUA
estaba allí para controlar la situación. Además, según
me dijeron, que LA LENGUA se dejara ver era muy
raro, ya que lo habitual en el país de las palabras es
que quien acude a todos los actos, incluso a los actos
oficiales, no es LA LENGUA sino su representante
oficial, EL HABLA. Aún no sé quién es EL HABLA;
tampoco sé a qué se debe eso de la representación: me
tengo que enterar.
LA LENGUA me pareció el ser más
extraordinario de todos los que había conocido hasta
el momento: era al tiempo viejísima y jovencísima,
muy madura y muy infantil, muy sabia y muy humilde,
27. 27
muy culta y muy familiar. Yo tenía la impresión de
conocerla desde siempre, pero era como si la acabara
de ver por primera vez, como si hasta el momento
hubiera estado viendo un reflejo de ella y ahora la
conociera en toda su realidad. Estando cerca de ella, yo
tenía las ideas claras, claras, claras; y me parecía que
podía hablar de todo y entender a todo el mundo y que
todo el mundo me podía entender a mí. Todo estaba en
orden. Me sentí muy a gusto estando cerca de LA
LENGUA. La recordaré mientras viva.
LAS CUATRO CARAS EN INTERRELACIÓN
28. 28
Al igual que las 4 caras de las palabras se
interrelacionan, los 4 sistemas de LA LENGUA
también lo hacen: foto que lo demuestra, abajo.
29. 29
UNOS EJEMPLOS QUE DEMUESTRAN QUE LAS CUATRO CARAS NO SE PUEDEN SEPARAR
Tomemos la palabra mucho. Según y cómo, esa
palabra a veces es una y a veces es otra. ¿Que no? Yo
también me extrañé cuando me lo explicaron, pero es
verdad; lo que ocurre es que una palabra por sí sola no
muestra sus “secretos”: tiene que aparecer con otras
para que se descubra su personalidad (o sus
personalidades). Fíjate en la demostración que me
hicieron y que te pongo a continuación.
Sean los mensajes:
a) Este año está lloviendo mucho.
b) En casa tengo mucho pan.
30. 30
Fíjate bien en las diferencias:
a) Este año está lloviendo mucho.
b) En casa tengo mucho pan.
expresión
palabra
tónica
forma
adverbio
función
circunstancial
significación
cantidad referida a
la acción
expresión
palabra
átona
forma
adjetivo
función
determinante
significación
cantidad referida al
objeto
32. 32
c) El vino de Jerez es muy famoso.
d) Él vino de Jerez muy cansado.
¡Con el follón que habían montado las cuatro
caras y lo bueno que es colaborar!
Menos mal que, cuando, gracias a la intervención
de LA LENGUA, se dieron cuenta de la tontería,
rectificaron y todo volvió a funcionar estupendamente.
Por cierto: más adelante te comentaré algo
relacionado con el detalle de que la palabra vino del
ejemplo c es distinta a la del ejemplo d.
expresión
palabra
átona
forma
artículo
función
determinante
significación
introduce al
sustantivo
expresión
palabra
tónica
forma
pronombre
función
núcleo
significación
implicado en la
acción
33. 33
LO QUE SÉ DE LA REINA, SU PRIMER
MINISTRO Y EL GOBIERNO
Resulta que LA LENGUA es mucho más
importante de lo que yo pensaba: LA LENGUA es la
Reina del país de las palabras, y, claro está, una reina
no va por ahí arreglando y deshaciendo líos (por eso
será que siempre aparece EL HABLA en su lugar ¿no?);
por otra parte, su país está muy bien organizado y ella,
aunque pudiera parecer lo contrario, está
constantemente atendiendo las necesidades de sus
súbditos, eso sí, a través de los miembros del
Gobierno.
En el país de las palabras es la Reina la que lo
controla todo, pero por medio de su Primer Ministro,
que no hace nada sin contar con ella y que es el
encargado material de la organización y la dirección
general del país. Antes de seguir, te diré que el
Gobierno en pleno y todos los habitantes están
34. 34
incondicionalmente al servicio de LA LENGUA y de la
misión que tienen: que la comunicación sea completa,
perfecta, eficaz. Todos ellos dicen que la suya es una
misión universal. ¿Será para tanto?, digo yo.
El Primer Ministro es EL SISTEMA, pero, como
su tarea es tan, tan inmensa, ha tenido que rodearse de
los mejores colaboradores, de los mejores ministros,
mejor dicho, ministras. (En el país de las palabras
parece que manda el componente femenino ¿verdad?)
EL SISTEMA está considerado por todos como el
mejor colaborador de la Reina; él, cumpliendo
escrupulosamente los deseos de Su Majestad, ha
diseñado para ella la estructura perfecta y completa del
país; no hay nada que escape al control; incluso las
novedades de última hora, que se producen libre y
espontáneamente, se incorporan pronto a alguna zona
concreta de la organización; y se dictan
procedimientos y reglamentos, aunque sean
35. 35
transitorios y de urgencia, para que formen parte de la
globalidad en la que viven todos. Esto lo leí en una de
las publicaciones a las que tuve acceso, pero, por lo
que sé, más que hablar de globalidad, yo hablaría de
múltiples esferas interconectadas, como sucede
cuando se agita un agua jabonosa y se van formando
burbujas, pompas de distintos tamaños, todas pegadas
las unas a las otras, incluso unas dentro de las otras, y
cuando alguna se rompe, las demás se reorganizan y
siempre hay algo que las une. ¿Me explico? ¿Me
entiendes?
Ante tarea tan enorme, EL SISTEMA lo ha
organizado todo bajo cuatro sistemas
interrelacionados, cada uno de los cuales se ocupa de
cada una de las cuatro caras de las palabras; según
digo, los Cuatro Sistemas del Sistema son: el Sistema
Fónico, que se encarga de la expresión; el Sistema
Morfológico, que se ocupa de la forma; el Sistema
36. 36
Sintáctico, que se centra en la función, y el Sistema
Semántico que es aquel al que se le encomienda todo
lo relativo a la significación de las palabras.
No me extraña que el control se efectúe con este
sistema cuatripartito, porque, cada vez que recuerdo
aquella discusión que tuvieron las cuatro caras de las
palabras, me imagino que un gobernante solo no podría
con ellas: son muy poderosas y muy importantes las
cuatro como para poder ser organizadas por uno sólo.
Por si lo que he contado fuera poco, aún hay más:
enseguida va.
Ya te he contado que LA LENGUA (salvo casos
de una excepcionalidad absoluta) nunca se presenta
ante los demás, sino que siempre está representada por
EL HABLA.
EL HABLA es la que hace que LA LENGUA tome
cuerpo, tenga apariencia; porque LA LENGUA es
intangible, impalpable, inmaterial, imperceptible,
37. 37
invisible... es la pura abstracción de una idea inmensa;
es... La Gran Teoría. Esto me lo explicaron haciendo
muchas reverencias y con un tono muy misterioso; y la
verdad es que yo estaba con la boca abierta intentando
entender qué me querían decir... Creo que todavía no
lo entiendo del todo.
Bueno. El caso es que EL HABLA es todo lo
contrario de LA LENGUA: se puede ver, se puede oír,
se puede incluso tocar; es La Gran Práctica. Dicen
que no nos daríamos cuenta de que las palabras existen
si no fuera por EL HABLA, porque gracias a ella las
palabras se materializan: se pueden ver, se pueden
oír y se pueden tocar (¿tú nunca has tocado una
palabra?). El que se noten las palabras es muy
importante, porque, si no fuera así, no sabríamos que
alguien, en alguna parte, nos está comunicando algo, y
viviríamos como seres aislados, solitarios... y nos
38. 38
moriríamos... y no existiría nada de lo más nuestro...
¡Se me pone la carne de gallina nada más pensarlo!
Lo que me pareció más alucinante es que LA
LENGUA está siempre en todo, en todo, en todo lo que
hace EL HABLA; yo me lo imagino como el aire que
siempre tiene que pasar por un denso campo de
naranjos y siempre queda impregnado del perfume del
azahar y vaya donde vaya se sabe de dónde viene y lo
va aromatizando todo a su paso... ¿Lo entiendes o no?
Está claro ¿no?
Vamos a ver. Tratamos asuntos de Estado. El
gobierno de un país es siempre algo muy complejo
porque de él depende que el país funcione o no; hay
muchos detalles que considerar. Entiendo que esto
cueste; bueno, a mí me costó un montón comprenderlo
todo.
EL HABLA conoce muy bien todo lo que manda
EL SISTEMA; sabe muy bien que no es conveniente
39. 39
para nada ni para nadie que se alteren las pautas
trazadas; sabe muy bien que el respeto a LA LENGUA
es lo más conveniente, y también sabe que, aunque
parezca todo muy estricto y muy inamovible, hay
muchas posibilidades de actuación, sobre todo cuando
se dispone de una gran competencia, de un gran
conocimiento de esas posibilidades, que,
efectivamente, son muchas y muy variadas y que
permiten que se cumpla la gran misión que tienen
todos en el país de las palabras: la comunicación
efectiva y eficaz. Lo malo es que de vez en cuando se
entrometen los saboteadores y las cosas se estropean;
cuando ocurre algún desaguisado de este tipo, han de
intervenir LOS GUARDIANES DE LA LENGUA, o sea,
LOS GERENTES DE GOBERNACIÓN. Ya te contaré lo
que sé de ellos.
Como iba diciendo, EL SISTEMA lo tienen todo
organizado y controlado gracias a las REGLAS que
40. 40
dicta: las REGLAS de la expresión, de la forma, de la
función y de la significación.
Realmente, EL SISTEMA no trabaja solo; está
asesorado por EL CONSEJO SUPREMO DEL
SISTEMA, formado por LAS ILUSTRES MAESTRAS
(las Ministras): LA FONOLOGÍA y LA FONÉTICA
(que siempre van juntas), LA MORFOLOGÍA y LA
SINTAXIS (que se fusionan y colaboran estrechamente
bajo el nombre de Morfosintaxis), y LA SEMÁNTICA.
Todas ellas son grandes expertas en su materia: saben
muy bien lo que se llevan entre manos y no se cansan
de explicárselo a todo el que lo quiera saber por medio
de las publicaciones que edita EL CONSEJO
SUPREMO DEL SISTEMA. Yo he tenido la
oportunidad de conocer estas publicaciones y la verdad
es que me han enseñado mucho.
LA FONOLOGÍA y LA FONÉTICA son las que
mejor conocen a la expresión de las palabras.
41. 41
LA FONOLOGÍA es la encargada de estudiar,
analizar y describir los sonidos de las palabras, según
los quiere LA LENGUA, antes de que sean perceptibles,
antes de que nazcan. Puede resultar extraño, pero sí, sí:
los sonidos están todos recogiditos, esperando que
alguien los necesite... y entonces nacen, y cada sonido
nace con sus peculiaridades y dispuesto a cumplir con
su parte; sí: así es. Y cuando los sonidos han nacido,
LA FONOLOGÍA le pasa la faena a LA FONÉTICA, que
es la encargada de controlar si suenan como deben
sonar, si se pronuncian según corresponde, porque, si
no, EL HABLA los notaría como extraños y pudiera ser
que no los aceptara, que los rechazara como si fueran
virus o bacterias: se generarían anticuerpos, como si se
estuviera combatiendo una enfermedad, para que no se
genere una epidemia o algo así, digo yo.
Entre LA MORFOLOGÍA y LA SINTAXIS se
organiza todo el entorno laboral del país, toda la
42. 42
jerarquía y la estructura funcional de la gran empresa
en la que trabajan todas las palabras; LA
MORFOLOGÍA se encarga de observar, de clasificar y
de seleccionar a las palabras según su forma y las
prepara para que desempeñen bien sus respectivos
trabajos; esto último lo hace en colaboración con LA
SINTAXIS, que es la responsable de asignar la función
que le toca a cada categoría laboral. Por cierto, te diré
que yo también entré en contacto con las palabras
como personal laboral, y te puedo asegurar que son
gente muy capaz y muy preparada para trabajar muy
bien en su profesión.
A LA SEMÁNTICA le corresponde ocuparse de
la significación de las palabras, porque, además de
sonar como deben y de trabajar según se les ha
encomendado, muy bien cohesionadas, cuando se
juntan unas con otras, han de resultar coherentes, es
decir, han de tener pleno sentido y han de dárselo al
43. 43
grupo en el que se encuentran; si no hubiera coherencia
se produciría un disparate tras otro y no habría quien
se aclarara.
EL CONSEJO SUPREMO DEL SISTEMA está
siempre alerta para que todo vaya como debe ir, pero,
cuando algo se altera, cuando hay algún fallo, no son
sus miembros los que actúan directamente sino sus
GERENTES DE GOBERNACIÓN: LA NORMATIVA y
LA MÉTRICA.
44. 44
LA NORMATIVA se encarga de dictar las
REGLAS DE USO y de avisar de las infracciones que
se pueden cometer; lo hace según dos posibilidades:
según las palabras se muestren gráficamente, esto es,
planas, o se muestren acústicamente, esto es,
envolventes. (Ya te hablé de esta peculiaridad tan
asombrosa de las palabras ¿verdad?)
Como te digo, según esas dos posibilidades, LA
NORMATIVA dictamina lo que está bien y lo que está
mal y así todo el mundo sabe a qué atenerse y cómo
actuar frente a las posibles dudas; esto de las dudas se
debe a que EL SISTEMA efectivamente lo tiene todo
controlado, pero, después de tanto tiempo como es el
que las palabras llevan trabajando, hay que estar
siempre haciendo ajustes y prestando atención a los
cambios (que en toda evolución son inevitables) y a las
múltiples posibilidades que se ofrecen cuando son
tantas las palabras y tantas las oraciones gramaticales
45. 45
que se producen a diario en la factoría en la que
trabajan.
LA NORMATIVA tampoco se ocupa ella sola de
los asuntos que le han encomendado, entre otras cosas
porque, como las palabras pueden presentarse como
planas o como tridimensionales, hay que contemplar
estas dos posibilidades. La presentación plana, es
decir, cuando se dibujan o se pintan (se escriben,
dicen ellas) le concierne a LA ORTOGRAFÍA.
LA ORTOGRAFÍA es la controladora del aspecto
gráfico que se le ha de dar a cada sonido cuando se
plasma de manera visual. Me explico: las palabras
suenan porque tienen sonidos (normal ¿no?), pero esos
sonidos se pueden dibujar; cuando los sonidos se
dibujan se llaman letras, y, como cada palabra tiene
unos sonidos, las palabras se dibujan trocito a trocito;
estos dibujitos han de ser siempre los que le tocan a
cada palabra (porque, si no, no se reconocerían de una
46. 46
vez para otra). Hasta aquí no debería haber problemas:
a cada sonido le corresponde un dibujito, una letra...
pero no; el problema viene porque a veces hay sonidos
que se pueden dibujar de varias maneras (según la
historia de la palabra, según alguna moda, según los
otros sonidos de la palabra...); además hay letras que
suenan de distinta manera dependiendo de las otras
letras con las que se juntan; incluso hay letras que no
suenan... De todo esto me enteré yo cuando fui a casa
de la expresión, casa en la que vi muchísimas
fotografías (muchas de ellas dedicadas cariñosamente)
de LA FONÉTICA y de LA FONOLOGÍA. Lógico ¿a
que sí?
LA ORTOGRAFÍA determina las letras que lleva
cada palabra, y las marcas que llevan algunas letras en
algunas palabras, y las marcas con las que se separan
a veces los grupos de palabras... (tiene mucha faena);
pero no es ella la encargada del diseño: todo esto es
47. 47
competencia de una gran artista de las artes gráficas:
LA CALIGRAFÍA.
Dicen por aquí que LA CALIGRAFÍA es muy
vieja; de hecho, en muchos museos que tienen las
palabras, hay muestras antiquísimas de palabras
dibujadas (o escritas) sobre muy diversos materiales y
con muy diversas técnicas; sobre todo, dicen que lo
fundamental fue un invento, al que llaman la imprenta,
que supuso una verdadera revolución en el trabajo de
las palabras; realmente, esto del dibujo de las palabras,
propiamente, de lo que llaman la escritura, incluso,
incluso es tan importante que ha servido para separar
lo que se llama Prehistoria de lo que se llama
Historia: qué cosas ¿eh?
LA CALIGRAFÍA ha diseñado el abecedario (o
alfabeto), es decir, el listado de las letras que
corresponden a los sonidos; en los museos, en los
archivos y en las bibliotecas del país de las palabras he
48. 48
visto muchos tipos de estos abecedarios y los múltiples
usos que han tenido. Ya te lo contaré otro rato.
Pues bien: como te decía, las palabras tienen una
presentación más o menos plana, y tienen otra
presentación tridimensional, envolvente, esto es,
cuando suenan. De la presentación sonora también
hay alguien que se ocupa: LA ORTOLOGÍA. De LA
ORTOLOGÍA (y de las otras dos, LA CALIGRAFÍA y LA
ORTOGRAFÍA) también supe mucho en mi visita a la
casa de la expresión. La labor de LA ORTOLOGÍA
consiste en avisar de si las palabras se pronuncian
bien o mal, y, claro está, su trabajo depende de LA
FONÉTICA y de LA FONOLOGÍA, sobre todo de LA
FONÉTICA.
Todas estas delegadas de LA NORMATIVA van
siempre acompañando a la representante oficial de LA
LENGUA, EL HABLA.
49. 49
LA NORMATIVA (según te he dicho) es una de
las dos GERENTES DE GOBERNACIÓN, digamos que
es la principal, la que más manda, vamos; la otra es LA
MÉTRICA.
LA MÉTRICA es la específica de los artistas (de
algún tipo de artistas). Yo no sé si tú esto ya lo sabías,
pero las palabras son fundamentales e imprescindibles
para los llamados artistas de la palabra, y
especialmente (y contando con LA MÉTRICA) de los
que se llaman poetas o versificadores. (Me encontré
con muchos artistas de estos visitando el país; bueno,
en realidad, allí había de todo.)
LA MÉTRICA también está muy relacionada con
la expresión de las palabras, y se la ve siempre
controlando, tomando medidas, contando y recontando
que si sonidos, que si sílabas, que si acentos, que si
pausas... Ahora que lo pienso: ¿te he hablado de las
sílabas, los acentos, las pausas...? Es que, con el viaje
50. 50
que he hecho, con la de cosas que he visto y con todo
lo que he aprendido... se me amontona la faena, vaya.
Todo lo que tiene que ver con los sonidos y sus
variantes y sus efectos me lo explicó la expresión. Pasa
página y te lo cuento.
Un momento, por favor, antes de que sigas: ya
que estamos en los asuntos del Gobierno, te diré que
toda esta organización, toda esta reglamentación está
recopilada en múltiples y diversos documentos que,
en general, le dan forma a la LEY SUPREMA DEL PAÍS
DE LAS PALABRAS: EL CÓDIGO LINGÜÍSTICO.
Y, antes de ir con más, en la siguiente página
puedes ver, que no simplemente mirar, el
ORGANIGRAMA DEL GOBIERNO DEL PAÍS DE LAS
PALABRAS.
53. 53
ETAPA 1 DEL VIAJE AL PAÍS DE LAS PALABRAS
1.- POR AQUÍ EMPEZAMOS
Voy conociendo a las palabras.
Conflicto entre las cuatro caras de las palabras.
Por fin las cuatro caras se ponen de acuerdo.
LAS 4 CARAS EN INTERRELACIÓN
LOS 4 SISTEMAS EN INTERRELACIÓN
Unos ejemplos que demuestran que las cuatro caras
no se pueden separar.
Lo que sé de la Reina, su Primer Ministro y el
Gobierno.
Organigrama de control para la comunicación eficaz.
Recorrido que se puede desde cualquier palabra.