1. ¡¡ TENDÁMOSLES UNA MANO!!
“Educar es encontrar y hacer que se desarrolle el tesoro
escondido que hay dentro de cada niño y niña”
Jacques Delors y colaboradores. Comisión Internacional
sobre Educación para el S-XXI. UNESCO
Cada año, en nuestro país, un elevado número de niños y niñas fracasa en la
escuela sin poder completar sus estudios a un nivel que les permita su desarrollo
educativo. Esta exclusión educativa, que también es social, tiene sus principales
consecuencias en el ámbito personal. Pero también son importantes las
consecuencias sociales y económicas.
Son alumnos que fracasan en el aprendizaje de la lectura y la escritura y con el
paso de los cursos escolares pueden fracasar en todas las áreas del curriculum,
ya que su bajo rendimiento en lectura y escritura dificulta cada día más la
adquisición de los conocimientos necesarios para su progreso académico
En los primeros cursos atribuimos sus déficits a un retraso madurativo, y
confiamos que sus dificultades remitirán en poco tiempo de manera espontanea.
Pero en algunos casos no se produce este cambio y con el paso de los años – con
frecuencia muy difíciles para los niños -, los padres angustiados y los maestros
desconcertados, se encuentran con un niño incapaz de aprender al mismo ritmo
que sus compañeros. Y aparecen los comentarios: “no se esfuerza”, “sus
hermanos pequeños le están adelantando”, “lo pasa muy mal”, “se distrae con
nada”, “es muy listo, si quisiera hacerlo...”
Así que en un importante número de casos, este déficit no se supera, muy al
contrario, con el paso de los cursos escolares la diferencia entre las competencias
2. en lectura y escritura de estos niños y niñas y las de sus compañeros se hace
cada vez mayor.
Y si, ni el hecho de que el niño sea más “maduro”, ni todos los esfuerzos y
refuerzos hacen que estos niños mejoren en las adquisiciones básicas
instrumentales de la lecto-escritura, quizá debiésemos plantearnos que estas
dificultades en los aprendizajes sean consecuencia de posibles deficiencias en el
desarrollo de algunos procesos cognitivos y lingüísticos necesarios para aprender
a leer y a escribir. Y, ciertamente, es así. Un importante porcentaje de los niños y
niñas que no pueden aprender a leer y a escribir con la habilidad que de ellos
esperamos, presentan déficits en el desarrollo neuropsicológico y son tributarios
de un tratamiento psicopedagógico especializado
Es lo que se ha convenido en llamar Trastornos específicos del desarrollo del
aprendizaje escolar1 (TEDAE) y en el caso de la lecto-escritura Dislexia, que se
pueden diferenciar, clínica y conceptualmente del retraso en el aprendizaje del
lenguaje escrito por otras causas y se mantienen a largo plazo, con
consecuencias educativas que trascienden el aprendizaje de la lecto-escritura
Abordar estos trastornos requiere de un modelo interdisciplinar, que siga un
enfoque neuropsicológico para el diagnóstico, lingüístico y psicopedagógico para
el tratamiento reeducativo y una acción continuada de orientación y apoyo a la
familia, a los maestros y, evidentemente, a la persona afectada.
La importancia de estas dificultades se hacen más evidentes con la afirmación de
la European Dyslexia Association que en el año 1997 alertaba que la mayoría
de los problemas a la dislexia son idénticos en todos los países de la Unión
Europea y afirmaba que afecta muy severamente al 2% de la población,
severamente algo más de un 2% y con distintos grados de severidad hasta
alcanzar un total de entre un 8% a un 10%
1
CIE-10- Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud (OMS, 1992)
3. Sin embargo nuestro país no es muy permeable a estas preocupaciones, no se
presta una atención suficiente a los TEDAE, la falta de información y
conocimientos afecta a todos los sectores implicados, la escuela, la sanidad y
todos aquellos especialistas que han de atender a las personas afectadas y a sus
familias La demanda, más urgente cada día que pasa, es que la legislación
sanitaria, de protección social y educativa contemple las necesidades de estos
alumnos y de sus familias.
El pasado día 11 de octubre de 2007 se presento una Declaración por escrito
sobre la discriminación y la exclusión social de los niños con disfunciones
(0064/2007) en el Parlamento Europeo, presentada de conformidad con el artículo
116 del reglamento.
La declaración presentada por diputados de Grecia, Reino Unido, Irlanda, Italia i
Eslovaquia, cuenta con la firma de la mayoría de diputados de la Cámara.
El texto pide a la Comisión Europea y al Consejo que establezca una Carta de los
niños con disfunciones (dislexia, dispraxia, disfasia, discalculia y déficit de
atención con o si hiperactividad). El documento afirma que un tratamiento precoz y
pluridisciplinar con estructuras adaptadas, puede evitar la discriminación de estos
escolares. Según el Parlamente Europeo, en Europa más del 10% de los niños
sufren alguna de estas disfunciones.
En esta misma línea el documento subraya que la discapacidad provocada por
estas disfunciones sigue sin ser identificada en muchos de los estados miembros
y es por esta causa que insta al Consejo y la Comisión a que promuevan mejoras
prácticas en la precocidad de la detección, el diagnóstico sistemático y el
tratamiento. Igualmente demandan estructuras pedagógicas eficaces en entornos
ordinarios o especializados y estructuras de inserción profesional adaptadas. La
Cámara considera, además, que se debe fomentar la creación de una red
multidisciplinar europea para los TEDAE, con el objetivo de recoger y estudiar la
4. información y favorecer la coordinación de las acciones transfronterizas y el
diálogo institucional
Tienen razón, quizás los parlamentarios europeos sepan lo que el fracaso escolar
implica para los niños y para sus familias. Es un fracaso social precoz, ya que la
escolarización constituye un modelo primerizo de socialización infantojuvenil, con
la exigencia implícita de rendimientos mínimos. En nuestro modelo social
competitivo debemos añadir el temor a un futuro fracaso laboral que inquieta a las
familias. La angustia de los padres se transmite a los hijos que la reciben como
una presión psicológica demasiado intensa para su edad y la convierten en un
circulo vicioso del que es difícil que puedan salir. Es, evidentemente, un fracaso
que el alumno vive como propio porqué en muchas ocasiones, tiene dificultades
para conseguir los objetivos que le marca la escuela
Incluso pueden saber que muchos niños y niñas disléxicos vencen estas
dificultades. Con el apoyo de sus familias que quizás han encontrado a alguien
que les explique lo que les pasa a sus hijos, con la comprensión de algún maestro
que ha creído en ellos, y ha luchado con ellos para hacer más fluida su lectura, o
ha obviado sus faltas de ortografía en las evaluaciones valorando más los
contenidos que la parte instrumental de sus producciones escritas, o quizás se ha
olvidado del reloj a la hora de los exámenes; pero sobre todo vencen estas
dificultades con su fuerza, su entusiasmo y quizás con sus ganas de demostrar
que pueden hacerlo.
¡¡No le arrebatemos también su coraje, tendámosles una mano!!
Neus Buisán Cabot
Presidenta de l’Associació Catalana de Dislèxia