1. Variada y contundente, dulce o picante, siempre sabrosa, así es la
gastronomía iqueña, una perfecta combinación de elementos de la cocina
criolla y cierta influencia africana, que tiene su origen en la época colonial,
cuando numerosos esclavos negros arribaron para trabajar en los campos
de la región.
Uno de los platos más representativos de la
gastronomía iqueña es la carapulcra, un exuberante
guiso de papa sancochada (seca o fresca), con trozos
de cerdo y gallina, ají panca y mirasol, ajos y maní
molido. Se suele acompañar o combinar con la
popular sopa seca, tallarines con pedazos de gallina,
aderezado con achiote, perejil, albahaca y especies
diversas. Por su excelente sabor, esta famosa
combinación conocida por algunos como mancha
pecho, ha trascendido las fronteras regionales, para
convertirse en uno de los platillos clásicos de la comida peruana.
Igual de apreciados son los pallares, una
menestra de grano largo que es casi
infaltable en la alimentación cotidiana
iqueña. Con ellos se prepara la morusa
(puré con asado de res o cerdo) y el
picante, un delicioso guiso con leche,
huevo y queso fresco.
2. Tejas: dulce tradicional hecho con limón seco, higos o
pecanas, relleno con manjar blanco y con una cobertura
de caramelo y azúcar.
Chapanas: dulces de harina de yuca y chancaca.
En cuanto a las bebidas, los vinos y el pisco son excluyentes. Ica es una
tierra afamada por la calidad de su industria vitivinícola, por lo que
degustar una copita puede ser un placer inimaginable.
Los vinos tintos, blancos o semisecos, la cachina (mosto fermentado de
uva, infaltable en la fiesta de la vendimia) y el peruanísimo pisco (un
arguadiente puro de uva), son argumentos suficientes para confirmar la
fama de las bodegas iqueñas.