El documento argumenta que el aprendizaje debería ser una experiencia emocionante para los estudiantes. Señala que las emociones positivas motivan el aprendizaje, mientras que las emociones negativas lo dificultan. Por lo tanto, los educadores deben crear un entorno escolar que fomente emociones positivas como la motivación y el bienestar para que el aprendizaje sea más efectivo.