Los dineros invertidos en el INEGI para conocer la información económica por ejemplo de la Confianza del Consumidor (ENCO) son a mi juicio bien utilizados siempre y cuando los diversos actores de la sociedad tomen decisiones con los reportes generados en la encuesta nacional.
La buena noticia ahora estimados lectora lector, es que el informe liberado esta semana, incluye información de interés acerca de la economía del bienestar, a fin de dar seguimiento a aspectos relevantes de la calidad de vida de la sociedad mexicana del siglo XXI a partir de elementos de autopercepción bajo estándares internacionales.
La palabra derivada de bien y estar, se refiere al estado de la persona en el que se hace sensible el buen funcionamiento de su actividad somática y psíquica. Otros dos conceptos son el conjunto de las cosas necesarias para vivir bien y, la vida holgada o abastecida de cuanto conduce a pasarlo bien y con tranquilidad.
La economía del bienestar refleja el conjunto de bienes y actividades que integran la riqueza de una colectividad o un individuo y que traduce en nuestra sociedad, el reflejo de la actividad de sociedad y gobierno.
Hoy tenemos ya evidencia (julio 2013 a enero 2015) de las percepciones de las y los mexicanos sobre su propia situación y contexto en tres aspectos: a) Satisfacción con la vida en general y con aspectos particulares de la misma; b) Fortaleza anímica y sentido de vida; y c) Balance afectivo que traduce los estados anímicos positivos o negativos en la población.
Las buenas nuevas son que el promedio de satisfacción con su vida por parte de la población adulta urbana se situó en enero de 2015 en 8.2, superior al reflejado en 2013 de 7.7. Los jóvenes se auto reportaron más satisfechos (8.4) que los adultos mayores (7.8). Estimados lectora lector, la satisfacción de la vida se dio por indicadores como las relaciones personales; el tipo de actividad u ocupación; logros en la vida; vivienda; estado de salud; perspectivas a futuro; nivel de vida; vecindario; tiempo libre; ciudad y país.
Un tema que resalta, es que la calificación más baja es la percepción de seguridad ciudadana (5.6).