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Fascículo de Estudio Numero 16 
Los valores de Cristo 
(Parte 1)
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
Capítulo 1 
Él mismo 
En todo el mundo oímos hoy acerca de evidencias de un vacío 
de valores, la falta de una brújula interna que pueda guiar a 
las personas hacia una calidad de vida que valga la pena vivir. 
Los valores familiares parecen estar derrumbándose a medida que 
las tasas de divorcio alcanzan proporciones de epidemia y 
millones de niños carecen de la seguridad y la formación que 
deberían encontrar en los matrimonios estables de sus padres. En 
Estados Unidos, los símbolos de los sistemas de valores de Wall 
Street para millones de personas se desmoronaron convirtiéndose 
en humo, cenizas y una enorme maraña de concreto ardiente, acero 
y miles de cuerpos. Los millones de personas que observaron la 
implosión de las torres gemelas del World Trade Center están 
reconsiderando sus valores eternos, lo que un autor llamó “un 
piso superior” que faltaba en sus sistemas de valores. 
Según un diccionario, un valor es “aquella cualidad de 
cierta cosa mediante la cual consideramos que es más o menos 
importante, útil, provechosa y, por lo tanto, deseable”. Quienes 
creen en Dios encuentran en Él los absolutos morales que definen 
para ellos lo que está bien y lo que está mal. ¿Acaso quienes 
creen en Dios encuentran también en Él los valores absolutos que 
definen para ellos un sistema de valores que los guía hacia la 
2
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
calidad de vida que Dios quiso que tuvieran cuando los creó y su 
3 
Hijo los recreó? 
Jesús contestó esa pregunta cuando dijo: “Yo he venido para 
que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 
10:10). Él no vino a este mundo solo para morir por nuestros 
pecados. Vino para mostrarnos cómo vivir. Una forma en que hizo 
esto fue enseñar y ejemplificar un conjunto de valores 
absolutos. Cuando observamos la vida más importante jamás vivida 
a lo largo de los cuatro Evangelios, vemos cómo Jesús 
constantemente identificó, ejemplificó y declaró valores 
absolutos. Una vez que observamos esos valores absolutos de 
Cristo, debemos confesarlos. 
En el Nuevo Testamento no solo se nos instruye que 
confesemos nuestros pecados. Se nos enseña que debemos confesar 
a Jesucristo (Mateo 10:32; Romanos 10:9). La palabra “confesar” 
está formada por dos palabras griegas en el lenguaje original: 
“homo”, que significa “igualdad”, y “legeo”, que significa 
“hablar”. Cuando confesamos nuestros pecados, debemos hablar 
igual, o sea, decir las mismas cosas acerca de nuestros pecados 
que dice Jesús acerca de ellos. Cuando confesamos a Cristo 
debemos decir las mismas cosas que dice Él, es decir que debemos 
estar de acuerdo con Él cuando ejemplifica, enseña o declara un 
valor. Debemos demostrar los mismos valores que Él demostró en 
su vida.
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
Un buen lugar para comenzar con relación a nuestra 
confesión de los valores de Cristo, es el valor que Él se asignó 
a sí mismo. ¿Quién y qué dijo Jesucristo que era Él, y cómo 
confesamos ese valor de Cristo? Encontramos la respuesta a la 
primera pregunta en el tercer capítulo del Evangelio de Juan: 
“Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo 
del Hombre… Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado 
a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se 
pierda, mas tenga vida eterna” (13, 16). 
Jesús se llamó a sí mismo el Hijo de Dios, pero Él no era 
el Hijo de Dios como nosotros somos hijos de Dios. Nosotros 
recibimos la potestad de llamarnos hijos de Dios una vez que 
creemos en Jesucristo (1:12), pero Jesús es el “unigénito” Hijo 
de Dios. Él es el Hijo de Dios de una forma que nadie ha sido ni 
será jamás el Hijo de Dios. Justo antes de su muerte oró: “Ahora 
pues, Padre, glorifícame tú para contigo, con aquella gloria que 
tuve contigo antes que el mundo fuese” (17:5). Jesús es más que 
el Jesús histórico que nació en un pesebre y murió en una cruz a 
los treinta y tres años de edad. Él estaba con Dios antes que el 
4 
mundo haya existido siquiera. 
Pero Jesús hizo algo más que llamarse el unigénito Hijo de 
Dios. La declaración más dogmática que hizo Jesús en la tierra 
fue lo que dijo al rabino Nicodemo. Él dijo que debía ser 
“levantado” (3:14), que significa que debía ser clavado en una 
cruz, “…como Moisés levantó la serpiente en el desierto”. Jesús
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
dijo a Nicodemo que Él debía ser levantado porque era el único 
Hijo de Dios, la única Solución de Dios para el problema del 
pecado de este mundo, y el único Salvador de Dios. 
Cuando Jesucristo declaró que Él mismo era el Salvador del 
mundo, agregó la afirmación dogmática de que solo quienes 
creyeran en Él serían salvos. Y esto se aplica no solo a quienes 
lo vieron levantado físicamente, sino también a todo el mundo: 
“Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, 
sino para que el mundo sea salvo por él.” (17) 
En Números 21:6-9, leemos que el pueblo de Israel estaba 
muriendo por las mordeduras de serpientes, enviadas por Dios 
como respuesta a sus quejas constantes. Pero Dios indicó a 
Moisés que levantara una serpiente de bronce que traería sanidad 
a todo el que la mirara en fe. Jesús dijo que de la misma forma 
Él tenía que ser “levantado… para que todo aquel que en él cree, 
no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:14, 15). 
Cuando Jesús afirmó estas cosas le estaba diciendo a 
Nicodemo cómo una persona podía nacer de nuevo. Nicodemo le 
había preguntado a Jesús cómo una persona podía nacer de nuevo. 
Jesús dio dos respuestas a esta pregunta. Primero, le dijo que 
el papel que juega Dios en la regeneración de un alma es 
incomprensible, como el viento: “El viento sopla de donde 
quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a 
dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu” (8). Así 
5
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
describió Jesús el papel que juega Dios en el milagro de la 
experiencia del nuevo nacimiento. 
En cierta forma, Jesús estaba diciendo que nunca 
entenderemos el papel de Dios en el nuevo nacimiento. Pero 
también dijo que el hombre juega un papel en su nuevo 
nacimiento. Es su responsabilidad creer: “Porque de tal manera 
amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que 
todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” 
(16). La experiencia de nacer aparentemente se pone en marcha a 
través de nuestra fe (nuestra parte) y el poder creativo de Dios 
6 
(su parte). 
Jesucristo es el Salvador del mundo. Él vino para redimir 
al mundo del pecado y para crear vida en aquellos que creen las 
afirmaciones más dogmáticas que hizo acerca de quién era y por 
qué vino a este mundo. ¿Cree usted lo que Él dijo acerca de sí 
mismo? ¿Confiesa usted los valores que Él se asignó a sí mismo? 
Jesús está esperando su respuesta a lo que Él afirmó, porque 
anhela perdonar sus pecados y comenzar el milagro del nuevo 
nacimiento en su vida.
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
Capítulo 2 
Amor 
Cuando Jesús supo que había llegado el momento para que 
fuera juzgado por las autoridades civiles romanas y las 
autoridades religiosas judías y que fuera crucificado, pasó su 
última noche con doce hombres que había comisionado para que 
fueran sus discípulos, o “enviados”. Juan prologa su relato de 
lo que Jesús compartió con estos hombres en esa noche de la 
siguiente forma: “Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo 
Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al 
Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los 
amó hasta el fin” (Juan 13:1). Al estar plenamente consciente de 
que su tiempo en el mundo estaba terminando, Jesús se reunió con 
estos hombres para mostrarles hasta dónde llegaba su amor por 
7 
ellos. 
Los discípulos sabían que Jesús los amaba aun antes de esos 
momentos finales. Jesús había estado amando a estos hombres 
durante tres años. Juan parece no haberse sobrepuesto en ningún 
momento a la maravilla de que Jesús lo amaba. A lo largo de su 
Evangelio, se refiere a sí mismo como “el discípulo que amaba 
Jesús”. Sesenta años después, dedicó el último libro del Nuevo 
Testamento a Jesús con estas palabras: “Al que nos amó.” 
Todos los que tuvieron la bendita experiencia de contemplar 
el rostro de Jesús sabían que eran amados. Pero, entonces, ¿en
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
qué difirieron esos últimos momentos en el aposento alto de 
cualquier otro momento que habían pasado con Él? En ese 
aposento, Jesús hizo lo que haría un esclavo o un sirviente de 
la casa. Tomó una palangana con agua y una toalla, ¡y les lavó 
los pies! Un acto de humildad semejante dejó perplejos a los 
discípulos. El evangelio de Lucas nos cuenta que, cuando iban 
camino al retiro de ese aposento alto, estaban discutiendo 
acerca de quién sería el mayor en el reino del que Jesús siempre 
estaba hablando. ¡Cómo los habrá conmovido la forma en que Jesús 
comenzó sus últimas horas con ellos! (Juan 13:1-17). 
Cuando Jesús terminó de lavar sus pies, les preguntó: 
“¿Sabéis lo que os he hecho?” Parecería que la respuesta era 
obvia. Les había lavado los pies. Pero la respuesta que Jesús 
quería para su pregunta puede encontrarse en el versículo 
inicial del relato de Juan de este suceso: “Como había amado a 
los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.” Cuando 
Jesús les lavó los pies, los amó. 
Jesús había amado a estos hombres y, en sus formas 
imperfectas, ellos le habían devuelto su amor. Él había 
establecido un pacto con ellos: “Venid en pos de mí, y os haré 
pescadores de hombres” (Mateo 4:19). Ellos habían estado en una 
relación de pacto con Jesús por tres años. Durante ese tiempo, 
descubrieron que el amor era la fuerza impulsora de ese pacto. 
Jesús los había amado de formas que nunca habían sido amados, y 
los había convertido en más de lo que sabían o aún habían soñado 
8
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
alguna vez que podrían llegar a ser. Sin embargo, creo que nunca 
se les cruzó el pensamiento que debían establecer un pacto de 
9 
amor entre ellos. 
La esencia de este ultimo tiempo con ellos fue que Jesús 
los desafió a establecer un nuevo pacto cuando les dio un nuevo 
mandamiento: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a 
otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros” 
(34). Al darles este nuevo mandamiento, Jesús identificó la 
calidad del amor con el que debían amarse unos a otros. Debían 
amarse como, o de la misma forma, que Él los había amado. Debían 
lavarse los pies unos a otros como Él les había lavado sus pies. 
A menudo me he imaginado a los apóstoles mirándose unos a 
otros y dándose cuenta de lo que significaría para ellos 
obedecer este Nuevo Mandamiento. Uno de los apóstoles era un 
publicano que cobraba impuestos de sus compatriotas judíos para 
los romanos. Otro era un zelote, un guerrillero que creía en la 
resistencia continua ante la conquista romana de Palestina. Me 
imagino sus miradas cruzándose por sobre la mesa y luego 
pensando: “¿Yo, amarlo a él?” Por supuesto que la respuesta era: 
“Sí, ámalo. Lávale los pies. Porque cuando el mundo escuche que 
un zelote está lavando los pies de un publicano, sabrán que 
ustedes son mis discípulos.” 
La forma más eficaz de enseñar el amor a nuestros hijos es 
amarlos, y dejarles ver que su madre y su padre se aman. Jesús 
estaba diciendo a los apóstoles que Él los había comisionado y
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
capacitado durante tres años para proclamar un Evangelio de amor 
a todo el mundo. Cuando les dio su Nuevo Mandamiento, les estaba 
diciendo sin rodeos que la mejor forma de amar a todo este mundo 
era poder mirarse unos a otros por sobre la mesa. Y luego 
comprometerse a amarse unos a otros como Él los había amado. 
Este Nuevo Mandamiento creó una nueva comunidad que más 
tarde se llamaría la iglesia. Al amarse unos a otros como Cristo 
los amó, Jesús les dijo que serían apartados visiblemente en el 
mundo: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si 
tuviereis amor los unos con los otros” (35). Esto es exactamente 
lo que ocurrió. Después que Cristo ascendió al cielo, el 
Espíritu Santo descendió sobre los creyentes y nació la iglesia. 
10 
Aplicación personal 
¿Confiesa usted este valor de Cristo? ¿Es el amor la fuerza 
que impulsa su comunión con otros creyentes? ¿Confiesa usted 
este valor de Cristo amando a las personas con las que se cruza 
su vida diariamente? Cuando contemplan su rostro, ¿saben que 
están siendo amados con el amor de Cristo? Jesús nos enseñó que 
debíamos amar cuando miramos hacia arriba, cuando miramos hacia 
adentro y cuando miramos alrededor de nosotros (Mateo 22:36-40). 
Jesús enseñó que debíamos amar a Dios completamente, amarnos a 
nosotros mismos correctamente y amar a los demás 
incondicionalmente. ¿Confiesa usted el valor que Jesús asignaba 
al amor?
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
Capítulo 3 
Su enseñanza 
Al seguir a Jesús a través de los Evangelios, ¿se ha fijado 
en el valor que asignaba a la Palabra de Dios? ¿Se fijó en 
cuánto tenía para decir acerca de su propia enseñanza? Jesús 
asignaba frecuentemente un gran valor a las Escrituras. Una de 
sus preguntas favoritas para la dirigencia religiosa era: 
“¿Nunca leísteis en las Escrituras?” (Mateo 21:42). Cuando Jesús 
hablaba de su propia enseñanza, nos estaba diciendo lo que era 
su enseñanza, lo que podía hacer su enseñanza y cómo deberíamos, 
por lo tanto, encararla. Por ejemplo, enseñó: “Nadie pone 
remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo 
tira del vestido, y se hace peor la rotura. Ni echan vino nuevo 
en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino 
se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en 
odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente” (Mateo 
11 
9:16-17). 
Jesús usó esta parábola para ayudar a que sus oyentes 
entendieran el valor de su enseñanza. La palabra “parábola”, en 
el idioma original del Nuevo Testamento, está formado por dos 
palabras: “para”, que significa “al lado de”, y “ballo”, que 
significa “arrojar”. Una parábola (paraballo) es una ilustración 
que se arroja al lado de una verdad que está enseñando Jesús.
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
En este pasaje encontramos dos parábolas con significados 
similares. La primera parábola es una ilustración que se refiere 
a la reparación de vestidos. Dice que una costurera nunca 
colocaría un parche nuevo en un vestido viejo porque ocurrirían 
dos desastres: el parche nuevo tiraría del material viejo del 
vestido y produciría un agujero aún mayor, y el nuevo parche 
sería demasiado obvio en contraste con el material viejo. 
Mediante esta parábola Jesús estaba enseñando que no 
buscaba que sus palabras fueran como un parche nuevo sobre el 
vestido viejo de la dirigencia religiosa. Sus enseñanzas eran 
completamente nuevas. Esto viene a continuación de las palabras 
que pronunció en el Sermón del Monte, donde en seis 
oportunidades comenzó una lección diciendo: “Oísteis que fue 
dicho… pero yo os digo.” Las enseñanzas de Jesús eran diferentes 
de las que las personas habían estado recibiendo de los escribas 
y los fariseos. Y, dado que eran enseñanzas nuevas, no podían 
ser colocadas como un parche sobre las enseñanzas de los 
escribas y fariseos. La disparidad entre las palabras de Jesús y 
las palabras de los escribas y fariseos habría sido demasiado 
obvia como para poder mezclarlas. 
La principal verdad que se enseña en esta parábola es que 
la enseñanza de Jesús era incompatible con la enseñanza de los 
líderes religiosos. Estaba avisando a la dirigencia religiosa y 
estaba preparando a sus discípulos para un enfoque totalmente 
12 
nuevo hacia la Palabra de Dios.
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
Jesús siguió esa ilustración con una segunda parábola 
acerca del vino y los odres. En esos días, la gente guardaba el 
vino en cueros de cabra y lo dejaba fermentar durante varios 
meses. Al fermentar, el vino se expandía y hacía presión contra 
el odre. Debido a este proceso de expansión, nunca pondrían vino 
nuevo (jugo de uva) en un viejo odre quebradizo, porque la 
presión expansiva del vino en fermentación haría que el odre 
endurecido e inflexible reventara. En cambio, colocaban el vino 
nuevo en un odre nuevo blando, para que el vino en fermentación 
y el odre nuevo se expandieran juntos. 
Jesús estaba demostrando nuevamente la distinción entre sus 
enseñanzas y las enseñanzas de la dirigencia religiosa. Sus 
enseñanzas eran como el vino nuevo, y la dirigencia religiosa 
era un odre viejo. Si hubiera dado su enseñanza en el contexto 
de la dirigencia religiosa, la presión de las nuevas enseñanzas 
de Jesús haría explotar la dirigencia religiosa. Esta era otra 
forma de decir que su enseñanza era incompatible con la 
enseñanza y toda la cultura religiosa de los escribas y 
13 
fariseos. 
Jesús estaba asignando valor también a lo que haría su 
enseñanza a aquellos que la abordaran correctamente. Estaba 
advirtiendo a sus discípulos que su enseñanza pondría presión 
sobre ellos. Si eran odres viejos quebradizos, si no estaban 
dispuestos a ceder a los cambios que la aplicación de su
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
enseñanza debía hacer en sus vidas, ¡su enseñanza haría que sus 
mentes reventaran, literalmente! 
Las enseñanzas de Jesús eran revolucionarias y venían con 
una advertencia: debemos estar dispuestos a dejar que sus 
enseñanzas cambien nuestras vidas. Su metáfora de los nuevos 
odres está relacionada con el milagro del nuevo nacimiento. 
Cuando nacemos de nuevo, somos los nuevos odres que pueden 
mostrar el vino nuevo de la enseñanza de Jesús. 
¿Confiesa usted (dice lo mismo) acerca de las enseñanzas de 
Jesús lo que Él dijo acerca de ellas? ¿Está dispuesto a 
acercarse a sus enseñanzas como un odre nuevo y ceder a la 
verdad de que Él quiere encarnarse en su vida? 
Capítulo 4 
Juicio 
¿Cuál es su concepto del juicio? Escuchamos chistes acerca 
del juicio, y muchas personas en realidad no toman en serio el 
juicio. Según las Escrituras, el juicio no es ningún chiste. 
Algunos creyentes transmiten la impresión de que el juicio será 
un examen final sobre teología. Considere el valor que Jesús 
asignó al juicio, y considere su perspectiva sobre cómo será el 
juicio: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos 
14
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de 
gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y 
apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas 
de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los 
15 
cabritos a su izquierda. 
“Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos 
de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la 
fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de beber; 
tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me 
recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me 
visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos 
le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y 
te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te 
vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O 
cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y 
respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto 
lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo 
hicisteis” (Mateo 25:31–40). 
En esta descripción del juicio, no se nos habla de teología 
sino de compasión por personas que están sufriendo. Oímos el 
desafío de valorar a los que Cristo valoró durante su vida: los 
enfermos, los solitarios, los hambrientos, los sedientos, los 
pobres que no tienen suficiente ropa, y los que están en 
prisión... las personas sufrientes del mundo con quienes Jesús 
pasó tanto de su tiempo cuando estuvo aquí en la tierra.
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
Jesús habla de estas personas como sus hermanos. Pero 
¿quiénes son exactamente estos pobres? En una oportunidad, Jesús 
afirmó que quienes hacen la voluntad de Dios son su madre, 
padre, hermano y hermana (Mateo 12:50). Durante los primeros 
trescientos años de la historia de la iglesia, era ilegal ser un 
seguidor de Cristo. El pueblo de Dios siempre ha sido un pueblo 
sufrido. ¿Podrían ser estas personas los creyentes perseguidos y 
sufridos que han sufrido de estas formas porque hicieron la 
voluntad de Dios? Quienesquiera sean, nos encontraremos con 
ellos en el juicio, según Jesús. 
No me malentienda. Sabemos que la salvación no está basada 
en la acción social ni en las buenas obras. El énfasis de las 
cartas de Pablo, a los romanos y a los gálatas, resalta la 
verdad del Evangelio de que la base de nuestra salvación está en 
nuestra fe en lo que Cristo hizo por nosotros en su cruz. Sin 
embargo, todos estos pasajes concuerdan en que nuestra acción 
social y nuestras buenas obras validan la fe que nos salva. 
Este pasaje en Mateo 25 tiene que ver con el juicio, en el 
sentido de evaluación, de las vidas de los creyentes. Las tres 
parábolas de este capítulo enseñan que la segunda venida de 
Jesucristo será un juicio sobre todo recipiente vacío, toda mano 
vacía, y todo corazón vacío. Todos aquellos creyentes con 
recipientes, manos y corazones vacíos que invalidan su profesión 
16 
de fe oirán decir al Señor:
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
“Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para 
el diablos y sus ángeles… en cuanto no lo hicisteis a uno de 
estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.” (41, 45) 
Así que debemos plantearnos esta pregunta: ¿Qué valor 
asignamos a las personas que sufren en este mundo? ¿Las 
alimentamos, las vestimos y les damos algo para beber, las 
visitamos, las recibimos, les mostramos hospitalidad, y las 
ayudamos a estar bien? ¿Está nuestro corazón lleno de compasión 
por aquellos que están necesitados del amor de Dios? Las 
personas que sufren en este mundo ciertamente forman parte del 
sistema de valores de Cristo, porque Él vino para “dar buenas 
nuevas a los pobres… a pregonar libertad a los cautivos, y vista 
a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el 
año agradable del Señor” (Lucas 4:18-19). 
17 
“¿Dónde está Él?” 
El Nuevo Testamento comienza con los sabios que hacen la 
pregunta: “¿Dónde está Él (el rey de los judíos)?” Si usted 
quiere descubrir dónde está Él hoy, mire dónde el amor del 
Cristo resucitado está siendo canalizado hacia las personas que 
sufren en este mundo. 
¿Confiesa usted el valor que Jesucristo asignó a las 
personas sufrientes de este mundo? ¿Está usted dispuesto a pedir 
al Cristo resucitado y viviente que lo coloque estratégicamente 
entre todo el amor que es Él y todo el dolor que sienten ellas?
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
¿Está usted dispuesto a ser un conducto para todo lo que Él 
quiere ser para las personas que sufren en este mundo? Si usted 
hace una oración como la que estoy proponiendo, descubrirá dónde 
está el Cristo resucitado hoy... y dónde querrá usted pasar el 
18 
resto de su vida. 
Capítulo 5 
Libertad 
Durante su vida sobre la tierra, Jesús a menudo enfurecía a 
la dirigencia religiosa porque sus valores entraban ferozmente 
en conflicto con los valores de ellos. Él enseñaba de forma 
contraria a como enseñaban ellos, contestaba las preguntas de 
una forma que los desconcertaba, y pasaba tiempo con los que 
estaban en los niveles más bajos de la sociedad. Todo lo que 
hacía parecía ir en contra de la Ley que ellos buscaban 
sostener, y a menudo buscaban formas para refutarlo. En una 
oportunidad, Jesús decidió sanar a un hombre en el día de 
reposo, y luego dijo al hombre que tomara su lecho y lo llevara 
por la calle justo frente al Templo (Juan 5:2-17). Dado que 
llevar una carga era considerado trabajo, cuando Jesús le dijo 
que llevara su lecho esto estaba yendo en contra de las palabras
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
de la Ley, que prohibía a los hombres trabajar el día de reposo 
(Éxodo 20:9-11; Jeremías 17:21, 22). 
Esta sanidad fue obviamente una forma estratégica de Jesús 
para comenzar un largo diálogo hostil que obviamente quería 
sostener con los fariseos y escribas. Este diálogo está 
registrado en cuatro capítulos del Evangelio de Juan (5-8). En 
este diálogo hostil, Jesús hace muchísimas afirmaciones acerca 
de quién es Él y por qué está en este mundo. La mayoría de los 
judíos que lo escucharon desestimaron sus afirmaciones y 
deseaban verlo arrestado y apedreado hasta morir, pero al 
finalizar el diálogo algunos de ellos creyeron. A los que 
creyeron les dijo: “Si vosotros permanecéis en mi palabra, 
seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y 
la verdad os hará libres.” (Juan 8:31-32) En estas palabras, 
Jesús hizo otra afirmación acerca del valor de su enseñanza: que 
quienes permanecieran en su palabra encontrarían libertad 
19 
espiritual. 
A menudo, las personas piensan que creer es todo lo que 
importa para nuestra fe, y que una vez que creemos podemos 
continuar nuestras vidas como si nada hubiera ocurrido. Pero eso 
no es lo que Jesús dijo a quienes llegaron a creer en el Nuevo 
Testamento. Cuando alguien creía, Jesús le hacía ver la 
importancia de sus enseñanzas. Dijo que si creían permanecerían 
en su palabra, se convertirían en verdaderos discípulos y luego 
la verdad que descubrirían en su enseñanza los haría libres.
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
Un discípulo es como un aprendiz. Un aprendiz aprende al 
observar y hacer. A medida que aprende algo, pone en práctica lo 
que está aprendiendo. La definición de un discípulo es: Una 
persona que está haciendo lo que está aprendiendo y está 
aprendiendo lo que está haciendo. Los doce apóstoles son muy 
buenos modelos de lo que significaba ser discípulos de Jesús. 
Fueron discipulados (colocados como aprendices) por Jesús 
durante tres años. Les enseñó, les mostró y los entrenó. 
Cuando Jesús prometió “conoceréis la verdad, y la verdad os 
hará libres” (32), la palabra que se traduce “conoceréis” se 
refiere a conocer mediante una relación. Si permanecemos en su 
Palabra y la ponemos en práctica, entraremos a una relación con 
Aquel que es la verdad, y esta relación con Él nos hará libres. 
Según Jesús, creer en Él y convertirse en uno de sus 
discípulos es algo que ocurre en tres dimensiones. Primero, 
creemos que Jesús es el único Hijo de Dios, la única Solución de 
Dios para nuestro problema de pecado, y el único Salvador de 
Dios. Luego lo seguimos al permanecer en su Palabra. Al 
seguirlo, como sus discípulos auténticos, llegamos a conocerlo; 
no solo su Palabra, sino al Cristo resucitado mismo. Cuando 
ocurre esto, Él nos hace libres. Y cuando Él nos hace libres, 
20 
¡somos verdaderamente libres! 
¿Conoce usted al Cristo resucitado y viviente de esta 
forma? ¿Experimenta un conocimiento íntimo de Él a través de una 
relación, y lo ha liberado esta relación de la cautividad del
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
pecado que conoció alguna vez? Si quiere confesar este valor de 
Jesucristo, crea en Él, permanezca en su Palabra, conviértase en 
su auténtico discípulo, vaya más allá de una página sagrada 
hacia una relación con la Palabra viva, ¡y realmente sea 
21 
liberado! 
Capítulo 6 
El perdón 
Jesús identificó un valor cuando un fariseo, llamado Simón, 
lo invitó a cenar a su casa (Lucas 7:36-50). Se acostumbraba en 
ese entonces dar a los huéspedes una palangana de agua para 
lavarse los pies, aceite para ungir sus frentes, y un beso de 
hospitalidad. Pero cuando Jesús visitó el hogar de Simón, no 
recibió ninguna de estas cosas. Una mujer de esa ciudad, que era 
conocida como pecadora, aparentemente escuchó que Jesús estaba 
almorzando con Simón. Podemos suponer que esta mujer ya había 
conocido a Jesús y la salvación que le aseguraba que sus pecados 
habían sido perdonados. Cuando se dio cuenta de que Simón ni 
siquiera había ofrecido la hospitalidad habitual a Jesús, 
comenzó a humedecer los pies de Jesús con sus lágrimas y a 
secarlos con su cabello. Luego ungió sus pies con un aceite 
precioso y perfumado.
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
Mientras Simón observaba esto, hizo un juicio de valor 
contra Jesús, y pensó en su corazón: “Este, si fuera profeta, 
conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es 
pecadora” (39). Como conocía los pensamientos de Simón, Jesús le 
contó una parábola: “Un acreedor tenía dos deudores; el uno le 
debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo 
ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Dí, pues, ¿cuál de ellos 
le amará más?” (41-42). Simón contestó: “Pienso que aquél a 
quien perdonó más.” Jesús le dijo: “Rectamente has juzgado.” 
Esta parábola de Jesús se aplicaba directamente a lo que 
estaba ocurriendo entre Jesús, esta mujer y Simón. Jesús 
identificó el valor que asignamos al perdón de nuestros pecados 
al hacer la aplicación de su parábola, cuando dijo: 
“¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para 
mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha 
enjugado con sus cabellos. No me diste beso; mas ésta, desde que 
entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con 
aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies. Por lo cual te 
digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; 
mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama” (44-47). 
Simón no veía a su pecado como una gran deuda que había 
sido perdonada. Era como el hombre al que se le habían perdonado 
cincuenta denarios. Pero la mujer a los pies de Jesús veía su 
pecado perdonado como una deuda enorme que había sido cancelada, 
y cayó a los pies de Jesús con amor y adoración. Jesús 
22
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
identifica un valor cuando concluye su enseñanza diciendo: “Sus 
muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho.” 
Esto no significa que nosotros seamos perdonados porque 
amamos mucho. Jesús le dijo a la mujer que había sido salvada 
por su fe: “Tu fe te ha salvado, vé en paz” (50). El amor de la 
mujer por Jesús fue una validación de su fe en su perdón y 
salvación, en tanto que la actitud de Simón hacia esta mujer 
pecadora fue una demostración de su falta de fe. Jesús afirmó a 
esta mujer cuando aceptó su adoración amorosa, y le perdonó sus 
pecados porque ella valoraba mucho su perdón. 
¿Confiesa usted el valor que Jesús asignaba al perdón? Si 
usted se identifica con esta mujer porque sabe que es un pecador 
y su culpa hace que su pecado parezca una deuda enorme que a 
usted le gustaría que fuera cancelada, dése cuenta de que Jesús 
vino a morir en la cruz para que su deuda pudiera ser cancelada. 
Si sus pecados han sido perdonados, por fe, valore su perdón a 
tal punto que no tenga más que compasión por personas como esta 
mujer, que amaron mucho porque sus pecados fueron perdonados. 
Nunca se olvide de que Jesús nos enseñó a orar cada día: 
“Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a 
nuestros deudores. Perdónanos nuestros pecados, porque también 
nosotros perdonamos a todos los que nos deben.” 
23
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
Capítulo 7 
La salvación 
El ministerio público de Jesús comenzó en una sinagoga de 
Galilea, en su pueblo natal de Nazaret, donde leyó un rollo de 
24 
Isaías ante el pueblo: 
“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha 
ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a 
sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los 
cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los 
oprimidos; a predicar el año agradable del Señor” (Lucas 4:18– 
19). 
Después de dar su “discurso inaugural”, Jesús comenzó sus 
tres años de ministerio público, que fueron simplemente la 
aplicación de su Manifiesto de Nazaret, trayendo salvación a las 
personas espiritualmente y literalmente ciegas, cautivas y 
oprimidas que se cruzaron con su vida, expresando su compasión 
por ellas, y trayendo todas estas dimensiones de salvación a sus 
vidas. 
Pero había otro grupo de personas que se cruzaba con su 
vida a diario. Este grupo era conocido como los fariseos. Los 
fariseos eran una orden religiosa de judíos devotos que estaban 
dedicados a la preservación de las doctrinas ortodoxas del 
judaísmo. En cierto sentido, era personas muy devotas. Eran los 
fundamentalistas de la religión judía.
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
Los fariseos no se consideraban espiritualmente ciegos o 
necesitados, y siempre parecían estar en la periferia del 
ministerio de Jesús, señalándolo con el dedo y acusándolo de 
violar la Ley de Moisés. Jesús se enojó a menudo con los 
fariseos por sus corazones endurecidos y su sentido de 
superioridad espiritual. Pero pasó mucho tiempo acercándose a 
ellos porque quería que conocieran el espíritu de la ley que 
25 
tanto valoraban. 
Jesús se dirigió a las personas perdidas que valoraba y a 
quienes apuntaba en su ministerio, y los fariseos al mismo 
tiempo, cuando enseñó su gran “parábola de las cosas perdidas” 
(Lucas 15). Después que Jesús predicó un dinámico sermón acerca 
del costo de ser uno de sus discípulos, los pecadores lo 
rodearon, deseosos de estar cerca de Él y oír más enseñanzas 
suyas. Los fariseos y escribas se alejaron de Jesús y formaron 
un círculo exterior, quejándose de que Él se asociara con ese 
grupo de pecadores. 
Los fariseos no se consideraban perdidos, y no tenían 
ninguna compasión por los que los que estaban en esta condición. 
Con estos dos círculos de personas rodeándolo, Jesús enseñó su 
parábola. En realidad dirigió la parábola a ese círculo 
exterior, explicando a los fariseos lo que estaba ocurriendo en 
ese círculo interior de publicanos y pecadores que estaban 
experimentando la salvación. De hecho, estaba invitando a los 
fariseos a entrar en el círculo interior y a participar con Él
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
en su misión de buscar y salvar a los perdidos. Su desafío a ese 
círculo exterior fue: “Hay regocijo en el cielo cuando son 
encontrados los perdidos, así que ¿por qué no se regocijan?” 
En esencia, Jesús estaba diciendo a ese círculo exterior: 
“Cuando miran a estas personas, ustedes ven publicanos y 
pecadores. Déjenme decirles lo que ve Dios. Dios ve ovejas 
perdidas, ve hijos e hijas perdidos.” El corazón de su parábola 
acerca de estas personas perdidas es la historia de un padre que 
26 
tenía dos hijos. 
En la segunda mitad de la parábola, vemos que el hijo mayor 
reacciona ante el retorno de su hermano: “Y su hijo mayor estaba 
en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la 
música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le 
preguntó qué era aquello. Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu 
padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido 
bueno y sano. Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por 
tanto su padre, y le rogaba que entrase. Mas él, respondiendo, 
dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote 
desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para 
gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha 
consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el 
becerro gordo. Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás 
conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era necesario hacer 
fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha 
revivido; se había perdido, y es hallado” (25-32).
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
En más de un sentido, el hermano mayor estaba más perdido 
que el hijo pródigo, porque sus valores estaban muy alejados de 
los valores de su padre. El hermano mayor es un retrato de los 
fariseos, que estaban en la periferia del milagro de estos 
perdidos que estaban siendo salvados, y no querían entrar en ese 
círculo interior para regocijarse con el arrepentimiento de los 
pecadores. Como el hermano mayor, estaban enojados y no querían 
entrar y compartir la celebración porque quienes estaban muertos 
estaban encontrando la vida, y quienes estaban perdidos estaban 
27 
siendo encontrados. 
El padre se regocijó ante el retorno de su hijo perdido, 
pero el hermano mayor estaba enojado porque su padre dio la 
bienvenida al hijo rebelde de vuelta a su hogar. De la misma 
forma en que el padre salió de la celebración y pidió al hermano 
mayor que entrara y disfrutara de la celebración, Jesús estaba 
invitando a los fariseos a entrar en el círculo interior para 
regocijarse por el arrepentimiento de los pecadores. Jesús 
estaba invitando a los fariseos a participar en su ministerio 
con Él: a acercarse a las personas espiritualmente pobres que 
describió en su Manifiesto y que valoró tanto en sus tres años 
de ministerio público. 
¿Confiesa usted el valor que Jesús asignaba a las personas 
perdidas de este mundo? ¿Cómo se siente cuando se encuentra con 
los pecadores de este mundo? ¿Está usted en contacto con el amor 
y la compasión que el Cristo que vive en usted tiene por los
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
perdidos? ¿Acaso su cultura eclesiástica lo ha aislado de la 
dura realidad de lo que es realmente la vida cotidiana de un 
pecador? Si es así, podría correr peligro de llegar a ser como 
los fariseos, que no podían comprender lo que significaba amar a 
28 
este tipo de personas. 
Somos los únicos medios que tiene el Cristo viviente para 
recuperar a los perdidos de este mundo, y recuperarlos para su 
reino. Haga uso del simbolismo de su Parábola de las Cosas 
Perdidas y confiese el valor que Él atribuyó a las cosas 
perdidas. Entre a ese círculo interior y participe con Él en su 
misión de dar vista a los espiritualmente ciegos, libertad a los 
cautivos, y sanidad a las personas perdidas, quebrantadas y 
golpeadas, este mundo. 
Capítulo 8 
La autoridad final 
Los credos nos preguntan: “¿Cuál es la autoridad final para 
la fe y la práctica?” ¿Cuál es la autoridad en la que basamos 
nuestra fe y nuestras vidas? ¿Qué creemos y, a la luz de lo que 
creemos, cómo vivimos? En el análisis final, nuestra respuesta a 
esa pregunta tiene dos posibilidades: Dios o el hombre. O
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
basamos nuestras vidas en la revelación de Dios o la basamos en 
29 
la razón del hombre. 
Jesús asignó un gran valor a las Escrituras. Las primeras 
dos palabras de Jesús en los primeros tres Evangelios fueron: 
“Escrito está.” Jesús solía prologar sus respuestas a las 
preguntas de los fariseos con la siguiente pregunta: “¿Nunca 
leísteis en las Escrituras?” Los fariseos memorizaban los 
primeros cinco libros de la Biblia. Estos fariseos eran eruditos 
de las Escrituras. Eran expertos en la Palabra de Dios, y Jesús 
hasta reconoció ese punto al decir: “Ustedes estudian con 
diligencia las Escrituras” (Juan 5:39, NVI). Pero continuó 
diciendo que su estudio de las Escrituras debería haberlos 
llevado al Mesías vivo que estaba ante ellos: 
“Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que 
en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan 
testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida” 
(Juan 5:39-40). 
Si bien los fariseos eran expertos de la Biblia, obviamente 
no estaban basando su fe y su práctica en la autoridad de la 
Palabra de Dios. Encontramos que esto es cierto cuando Jesús les 
pregunta: “¿Nunca leísteis? ¿Nunca leísteis las Escrituras?” Si 
las Escrituras hubieran sido la autoridad final de los fariseos, 
no habrían cuestionado a Jesús como lo hicieron. Había muchas 
prácticas de los fariseos que claramente demostraban que no se
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
habían dado cuenta de cuál era el verdadero espíritu de la Ley 
30 
de Dios. 
Por ejemplo, Jesús estaba caminando por unos sembrados con 
sus discípulos. Sus discípulos tenían hambre y comieron algunas 
espigas mientras iban caminando con Jesús. Era el día de reposo, 
y los fariseos preguntaron a Jesús por qué sus discípulos 
estaban quebrantando la Ley. Esta es una de esas ocasiones en 
las que Jesús contestó: “¿Ni aun esto habéis leído, lo que hizo 
David cuando tuvo hambre él, y los que con él estaban; cómo 
entró en la casa de Dios, y tomó los panes de la proposición, de 
los cuales no es lícito comer sino solo a los sacerdotes?” 
(Lucas 6:3-4). Jesús citó el ejemplo de David cuando fue al 
templo cuando estaba hambriento y pidió los panes de la 
proposición que, según la Ley, solo les estaba permitido comer a 
los sacerdotes (1 Samuel 21:1-6). El propósito de esos panes de 
la proposición era similar a la parte del Padrenuestro que dice: 
“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (Mateo 6:11). Los 
panes de la proposición eran un símbolo litúrgico que 
representaba la promesa de que Dios siempre suplirá nuestras 
necesidades diarias. 
En otra ocasión, los fariseos estaban discutiendo acerca 
del matrimonio con Jesús, con la esperanza de atraparlo en una 
contradicción con la ley de Moisés. Sabían que Él enseñaba la 
indisolubilidad del matrimonio. Confrontaron a Jesús con el 
argumento de que Moisés había permitido al hombre dar a su
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
esposa un certificado de divorcio. Si Jesús contradecía a 
Moisés, los fariseos podrían desacreditarlo, pero Jesús 
respondió nuevamente: “¿No habéis leído que el que los hizo al 
principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre 
dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una 
sola carne?... Por la dureza de vuestro corazón Moisés os 
permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue 
31 
así” (Mateo 19:4-5, 8). 
Jesús los llevaba invariablemente de vuelta a las 
Escrituras para demostrar que el permiso de divorcio de Moisés 
fue dado solo porque los corazones de los hombres estaban 
endurecidos hacia sus esposas. El certificado de divorcio daba 
derecho a una mujer a un acuerdo y a algunos derechos. Moisés 
emitió su decreto de divorcio porque los hombres habían estado 
abandonando a sus esposas sin sostenerlas de alguna forma. Esto 
era lo que querían decir Moisés y Jesús con relación a la dureza 
del corazón de los hombres. 
Cuando Jesús declaró que no iba cambiar una jota ni una 
tilde de la ley de Dios y de Moisés sino que la cumpliría, 
quería decir que la Palabra de Dios era la base de todo lo que 
Él enseñaba. Jesús demostró que las Escrituras eran su autoridad 
final para la fe y la práctica, y esta pregunta que le gustaba 
hacerles a los fariseos los confrontaba con el hecho de que las 
Escrituras no eran la autoridad final para las acciones de 
ellos. Sus prácticas, sus valores y sus sermones demostraban que
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
eran sus tradiciones la autoridad final de su fe y su práctica. 
Si hubieran creído y entendido las Escrituras, no habrían 
cuestionado las enseñanzas y las acciones de Jesús tan 
32 
contundentemente. 
¿Dice usted lo mismo que decía Jesús acerca de las 
Escrituras? ¿Demuestra usted a través de sus valores, sus 
palabras y su vida que la Palabra de Dios es su autoridad final 
para la fe y la práctica? Hoy vivimos en culturas que no tienen 
ninguna brújula moral, ningún absoluto moral con el cual 
confrontar nuestras preguntas morales y éticas. Hoy, están 
tomando decisiones que tienen consecuencias morales y éticas muy 
serias, personas que no tienen ningún patrón absoluto y 
autorizado para guiar esas decisiones. En ningún otro momento ha 
sido más importante confesar el valor que Jesús asignaba a la 
Palabra de Dios. Hay una gran necesidad de desafiar a los que 
toman estas decisiones hoy con la pregunta de Jesús: “¿Nunca 
leísteis en las Escrituras?”
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
Capítulo 9 
Obediencia 
La adversidad y los tiempos difíciles son inevitables en 
esta vida. No podemos escapar de ellos. Forman parte de nuestras 
vidas diarias, porque vivimos en un mundo caído. Pero, si bien 
no podemos controlar si hemos de enfrentar la adversidad o no, 
sí podemos controlar cómo respondemos a las dificultades que 
enfrentemos. La forma en que respondemos está determinada por 
nuestro sistema de creencias, así como Jesús enseñó en su 
conclusión del Sermón del Monte: “Cualquiera, pues, que me oye 
estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, 
que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron 
ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no 
cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que 
me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre 
insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió 
lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu 
contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina” (Mateo 7:24- 
33 
27). 
Aquí Jesús traza el perfil de dos hombres: uno que edificó 
su casa sobre la roca, y otro que edificó su casa sobre la 
arena. Ambos enfrentaron la misma tormenta, con su lluvia, 
inundaciones y viento, pero solo la casa edificada sobre la roca 
permaneció firme. Aprendemos de esta historia que toda la
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
humanidad enfrentará la adversidad; todos los hombres 
experimentan tormentas, no importa qué tipo de casas edifiquen. 
La pregunta es: ¿les permitirá la casa que edifican sobrevivir a 
sus tormentas? La principal diferencia entre estos dos hombres 
es cómo y dónde edificaron su casa. 
Jesús interpretó esta metáfora para nosotros. Dijo que el 
hombre prudente fue el que oyó las enseñanzas de Jesús y les 
hizo caso (24), en tanto que el hombre insensato fue el que oyó 
las mismas enseñanzas y escogió no hacer nada en cuanto a 
aplicar las enseñanzas de Jesús a su vida (26). Oír las palabras 
de Jesús no hizo que la casa fuera fuerte, porque los dos 
hombres las oyeron. Fue la aplicación de las palabras de Jesús a 
la vida lo que hizo la diferencia. La roca sobre la cual edificó 
su casa (vida) el hombre prudente no consistió en oír, entender, 
memorizar, citar o aun enseñar las palabras de Jesús a otros. La 
sabiduría es el conocimiento aplicado. Este hombre prudente (o 
sabio) entiende esto, así que aplica las palabras de Jesús a su 
vida. Cuando llegan las tormentas, como le ocurre a cada uno de 
nosotros, su sistema de creencias es la aplicación de lo que oyó 
enseñar a Jesús. Esto es lo que le permite capear sus 
34 
temporales. 
Justo después de terminar el Sermón del Monte, Jesús cruzó 
el mar de Galilea con sus apóstoles. En medio del cruce se 
enfrentaron a una gran tormenta. Los apóstoles estaban llenos de 
pánico, pero encontraron que Jesús dormía: “Y vinieron sus
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que 
perecemos! Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? 
Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se 
hizo grande bonanza” (Mateo 8:25-27; Marcos 4:40). 
En esta historia tenemos una gran tempestad, una gran calma 
y, entre estos dos extremos, oímos una gran pregunta de Jesús: 
“¿Cómo no tenéis fe?” En esta historia de la tormenta, los 
apóstoles eran el hombre insensato que edificó su casa sobre la 
arena. Cuando llegó la tormenta y golpeó contra su casa, esta se 
derrumbó. Cuando llegó la tormenta para golpear su barco, su fe 
se derrumbó. Eran insensatos porque habían oído las palabras de 
Jesús, pero no las habían puesto en práctica. No relacionaron lo 
que creían (que Jesús era quien decía ser y nunca dejaría que 
ese bote se hundiera), con lo que hacían en la realidad. 
¡Entraron en pánico! Se enfrentaron a la adversidad y su sistema 
de creencias no era el fundamento de roca sólida del hombre 
prudente sino el fundamento arenoso del hombre insensato de la 
35 
metáfora de Jesús. 
Jesús nunca prometió que seguirlo nos libraría de la 
adversidad. Por cierto, dijo que a menudo nos traería mayor 
adversidad: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he 
vencido al mundo” (Juan 16:33). Pero Jesús sí prometió que 
quienes oyeran sus palabras y las aplicaran en una gran tormenta 
verían cómo su gran tormenta se convertiría en una gran bonanza. 
Jesús también prometió que encontrarían que sus casas eran
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
suficientemente fuertes como para soportar las tormentas de la 
vida. Pero la condición sobre la que está basada esa promesa es 
que tenemos que dejar que sus palabras penetren en nuestras 
vidas y cambien la forma en que vivimos. Debemos crecer más allá 
de simplemente oír y entender lo que Jesús enseñaba, a hacer que 
sus enseñanzas se conviertan en una parte vital de nuestras 
36 
vidas. 
Capítulo 10 
Personas que sufren 
Jesús asignaba un gran valor a las personas; especialmente 
aquellas que estaban sufriendo y necesitaban sanidad, tanto 
física como espiritual. Leemos de numerosas ocasiones que Jesús 
fue movido a la compasión para sanar a personas que la sociedad 
había descartado: cuando tocó los ojos de dos ciegos que estaban 
clamando por sanidad, aunque les decían que se callaran (Mateo 
20:29-34), cuando extendió su mano para sanar a un leproso que 
se acercó a Él, aunque los leprosos eran considerados parias e 
impuros (Marcos 1:40-42), cuando restauró la mano seca de un 
hombre en un templo en el día de reposo, aunque los fariseos 
conspiraron contra Él por hacerlo (Marcos 3:1-6). Estas 
circunstancias hablan de cómo Jesús fue movido a la compasión
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
por las personas que sufrían y se apenó por la dureza de los 
corazones de la mayoría de los hombres. 
Jesús no solo tuvo compasión por las personas con las que 
se cruzaba en su camino, sino también por multitudes enteras de 
personas que lo seguían: “Recorría Jesús todas las ciudades y 
aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el 
evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia 
37 
en el pueblo. 
“Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque 
estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen 
pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es 
mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, 
que envíe obreros a su mies” (Mateo 9:35-38). 
Las palabras griegas en este texto sugieren que todo el 
cuerpo de Jesús se convulsionó con sollozos cuando vio las 
multitudes, tan grande era su compasión por ellas. Pero Él no 
solo fue movido a la compasión por estas personas sufrientes 
sino que también estaba formulando una estrategia específica 
para ayudarlas en su necesidad; una estrategia que involucraba a 
sus discípulos. 
Cada vez que Jesús veía el dolor de las multitudes, 
intensificaba la capacitación de sus discípulos. Dijo a los 
apóstoles en el pasaje anterior: “La mies es mucha, mas los 
obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe 
obreros a su mies.” Al concluir el cuarto capítulo de Mateo,
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
leemos que grandes multitudes estaban acudiendo a Él de varios 
países. Cuando se había reunido una multitud muy grande, invitó 
a varios discípulos a subir a un monte y llevó a cabo un retiro 
durante el cual reclutó a los doce apóstoles. Cada vez que veía 
esas multitudes, intensificaba su capacitación de esos doce 
38 
hombres. 
En Mateo 14 y 15 encontramos los relatos de Jesús cuando 
dio de comer a los cinco mil y a los cuatro mil. Leemos que 
“tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban 
enfermos” (14:14), y que tuvo compasión de la gente, porque ya 
hacía tres días que estaban con Él, y no tenían qué comer 
(15:32). En ambas ocasiones, Jesús instruyó a los discípulos que 
alimentaran a la gente con unos pocos pescados y panes que 
multiplicó hasta que alimentaron a miles de personas 
hambrientas. 
Estos pasajes nos dan no solo relatos de dos de los grandes 
milagros de Jesús sino también su visión misionera. Jesús colocó 
a sus discípulos estratégicamente entre Él y las multitudes, y 
pasó su provisión a las multitudes a través de las manos de 
ellos. Y esa es justamente la forma en que Cristo quiere suplir 
las necesidades de todas las personas que sufren en este mundo: 
quiere pasarse a sí mismo, el Pan de Vida, a las personas que 
sufren en el mundo a través de las manos de su iglesia. 
¿Es usted como una de las personas sufrientes de estas 
multitudes que solo quiere acercarse lo suficiente a Jesús como
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
para que Él le pase el “Pan” que es Él a usted? Que su corazón 
se conmueva al saber que usted es el propósito por el cual Él 
vino y por el cual Él vive en y a través de su iglesia hoy. Él 
quiere tocar los corazones de personas como usted. 
A cambio, ¿está usted dispuesto a confesar el valor que 
Jesús asignaba a las demás personas sufrientes de este mundo? A 
diferencia de la dirigencia religiosa, que no podía comprender 
los sentimientos de amor y compasión para con los necesitados, 
Jesús estaba motivado para encontrarse con las personas justo 
donde lo necesitaban. Y Él nos desafía a nosotros, sus 
discípulos, a decir lo mismo que dice Él acerca del valor de 
alimentar a las personas hambrientas y heridas con el Pan de 
39 
Vida. 
La próxima vez que su vida se tope con una persona 
hambrienta y que sufre, recuerde el valor que Jesús asignaba a 
ella y pida al Cristo resucitado y viviente que transmita el 
amor, la luz y la vida que es Él a ella, a través de usted.
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
Capítulo 11 
“Yo soy” 
El Evangelio de Juan es una biografía de Cristo que hace 
énfasis en lo que Él tenía para decir de sí mismo y de su misión 
en este mundo. En dicho Evangelio podemos considerar estas 
declaraciones de Jesús acerca de su misión y luego podemos 
contestar una pregunta que Él hizo a sus discípulos: “¿Y 
vosotros, quién decís que soy?” Una vez que hagamos esto, si 
decimos lo mismo de Jesús que Él dijo de sí mismo, realmente 
estamos confesando a Jesucristo. 
Ya hemos aprendido que en el tercer capítulo del Evangelio 
de Juan, Jesús se llamó a sí mismo el único Hijo de Dios, la 
única Solución de Dios al problema del pecado, y el único 
Salvador de Dios para el mundo en general, y para usted y yo en 
particular. Si queremos que Él sea nuestro Salvador, debemos 
confesar aquellos valores que Jesús se asignó a sí mismo. 
En el siguiente capítulo del Evangelio de Juan leemos el 
relato de cuando Cristo habló con una mujer en el pozo de Sicar, 
en Siquem, en el corazón de Samaria. Cuando ella lo cuestionó 
porque Él, un hombre judío, estaba hablando con ella, una mujer 
samaritana, Él contestó: “Si conocieras el don de Dios, y quién 
es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría 
40 
agua viva” (Juan 4:10).
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
La mujer preguntó a Jesús si Él era mayor que su antepasado 
Jacob, que les había dado el pozo, y Él le dijo: “Cualquiera que 
bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere 
del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás” (vv. 13-14). Como 
ella pensó que su poder de dar esta clase de agua lo convertía 
en alguien más grande que un mero hombre, y como Él acertó en 
decirle que ella no tenía ningún esposo y que había tenido cinco 
41 
esposos, lo llamó profeta (19). 
Jesús siguió intrigándola con las respuestas a sus 
preguntas hasta que ella finalmente mencionó al Mesías: “Sé que 
ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos 
declarará todas las cosas” (25). Jesús le contestó: “Yo soy, el 
que habla contigo” (26). 
Más tarde, tanto la mujer como algunos hombres samaritanos 
que ella conocía confesaron que Jesús era el Cristo: “Ya no 
creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos 
oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del 
mundo, el Cristo” (42). Confesaron (dijeron lo mismo acerca de) 
el valor que Jesús se atribuyó a sí mismo cuando habló con la 
mujer samaritana, confesando que Él era el Mesías, el Cristo, el 
(único) Salvador del mundo. 
¿Qué significó para esta mujer cuando se dio cuenta de que 
estaba hablando con el Mesías? Nuestra pregunta se contesta 
cuando leemos que dejó su vasija de agua (la razón por la que 
había venido al pozo en primer lugar) y fue a la ciudad para
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
hablar a los hombres de Él. En esa cultura, era insólito que una 
mujer hablara a un hombre acerca de cualquier cosa. Aun la misma 
mujer se asombró que Jesús le hablara a ella, una mujer de 
Samaria. ¿Podría ser que esa mujer conociera a estos hombres 
porque tenía una relación “profesional” con ellos? Jesús nos 
dice que Él no vino a este mundo para los justos sino para los 
42 
pecadores (Mateo 9:13). 
La respuesta de la mujer a su encuentro con Jesús nos 
desafía a pensar en nuestra propia respuesta a las afirmaciones 
de Jesús en el Evangelio de Juan. Jesús dijo a la mujer que si 
tuviera alguna idea de quién era el que le pedía un sorbo de 
agua, ella le pediría un sorbo de agua de vida. Como aplicación, 
esto debería desafiarnos cada vez que oramos. Cuando oramos, 
estamos hablando con el Dios todopoderoso mismo. Si creemos que 
estamos hablando con el Dios todopoderoso, ¿qué deberíamos 
pedirle? 
Jesús sigue contándonos quién es Él y por qué vino a este 
mundo, a lo largo del Evangelio de Juan. Hasta llega a decir que 
Él es igual que Dios, cuando dice que puede hacer todo lo que 
puede hacer Dios: “No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, 
sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, 
también lo hace el Hijo igualmente” (5:19). Esto incluye 
resucitar a los muertos, algo que solo Dios puede hacer. 
Si alguien dice ser igual a Dios, las personas que lo 
rodean preguntarán, naturalmente: “¿Puedes hacer lo que puede
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
hacer Dios?” Jesús contestó “sí” a esta pregunta, y demostró su 
afirmación. Jesús ciertamente resucitó a los muertos y, por 
tanto, demostró su igualdad con Dios y su afirmación de que 
podría hacer las cosas que solo Dios podía hacer. Según estos 
líderes religiosos, Jesús había dicho que era igual a Dios (Juan 
43 
5:18). 
Cuando este diálogo, que Juan comienza a registrar en el 
quinto capítulo de su Evangelio, llega a su punto culminante, 
hacia el final del octavo capítulo del Evangelio, Juan nos dice 
que el enfrentamiento entre Jesús y la dirigencia religiosa se 
convirtió en una hostilidad abierta. Llegaron a tomar piedras 
para apedrear a Jesús cuando habló de Abraham como si lo 
conociera. Esto impulsó a los líderes religiosos a preguntar a 
Jesús: “Aun no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? 
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham 
fuese, yo soy” (Juan 8:57-58). 
No había ninguna duda en las mentes de los líderes 
religiosos acerca de lo que Jesús decía ser. Los líderes 
religiosos de nuestro tiempo cuestionan seriamente estas 
afirmaciones de Jesús. Alguien ha dicho: “Yo creo que Él es, 
mientras que ellos ni siquiera están seguros de que Él fue. Y 
mientras ellos no están ni siquiera seguros de que Él hizo, yo 
sé que Él aún hace.” Escuche solo algunas de estas afirmaciones 
de Jesús, lea el Evangelio de Juan, y luego decida por usted 
mismo lo que cree acerca de estas afirmaciones de Jesús en el
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
Evangelio de Juan. En 10:30, dijo: “Yo y el Padre uno somos.” En 
el capítulo 14, respondió al pedido de Felipe de ver al Padre 
diciendo: “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me 
has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al 
Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstrame el Padre?... Creedme que 
yo soy en el Padre, y el Padre en mí” (9, 11). Cuando hace esa 
gran oración que Juan registra en el capítulo diecisiete de su 
Evangelio, Jesús dice: “Ahora, pues, Padre, glorifícame tú para 
contigo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo 
fuese” (5). A lo largo de los Evangelios, y especialmente en el 
Evangelio de Juan, encontramos que Jesús afirma su deidad y se 
coloca en el mismo nivel del Padre. 
Este hombre solo vivió hasta los treinta y tres años, pero 
causó un impacto tan grande en este mundo que por dos milenios 
la historia humana se ha dividido en dos períodos: antes que Él 
44 
viviera y después. 
C. S. Lewis, el gran misionero a los escépticos y 
apologista de nuestra fe, nos dijo esencialmente que cuando 
consideramos las afirmaciones de Jesús nos encontramos con solo 
tres opciones: tenemos que estar de acuerdo con Jesús y llamarlo 
quien Él dijo que era, o tenemos que llamarlo mentiroso o loco. 
Cuando usted ha evaluado cuidadosamente todas estas afirmaciones 
de Jesús, no es intelectualmente honesto decir que Jesús no fue 
quien dijo ser sino que fue un gran hombre y un gran maestro.
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
Jesús dijo ser el Hijo de Dios, igual al Padre, y el único 
a través de quien podemos recibir salvación y vida eterna. Si 
usted no confiesa el valor que Jesús se asignó a sí mismo, debe 
decidir que Él era un fraude o el peor impostor que este mundo 
haya conocido jamás. O puede ser amable y decir que era un loco. 
Pero, ¿quién dice usted que es Él? ¿Está de acuerdo con que 
fue lo que dijo ser? ¿Confesará usted el valor que Jesucristo se 
asignó a sí mismo y lo llamará su Señor hoy? 
Capítulo 12 
Comunión con el Padre 
Jesús estaba en comunión constante con Dios el Padre. Solía 
levantarse temprano y pasaba tiempo en soledad orando al Padre. 
A menudo hablaba de hacer solo lo que el Padre le decía que 
hiciera. Su comunión con el Padre era continua e íntima. El 
punto más intenso de su sufrimiento en la cruz fue cuando su 
comunión con su Padre se rompió porque literalmente se convirtió 
en pecado por nosotros y su Padre aparentemente no pudo tener 
comunión con Él (Marcos 15:34; 2 Corintios 5:21; Isaías 53:5- 
45 
6). 
En la oración final de Cristo en el huerto de Getsemaní, 
leemos que el propósito de su venida a la tierra y de su muerte
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
por nuestros pecados fue, en primer lugar, que nosotros también 
pudiéramos tener comunión con el Padre: “Esta es la vida eterna: 
que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a 
46 
quien has enviado” (Juan 17:3). 
Para identificar el valor de esta comunión con el Padre, en 
un momento de su ministerio Jesús contó una parábola: “Un hombre 
hizo una gran cena, y convidó a muchos. Y a la hora de la cena 
envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo 
está preparado. Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero 
dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego 
que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y 
voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo: Acabo de 
casarme, y por tanto no puedo ir. 
“Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. 
Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Vé 
pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a 
los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. Y dijo el 
siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. Dijo 
el señor al siervo: Vé por los caminos y por los vallados, y 
fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo 
que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará 
mi cena” (Lucas 14:16-24). 
En aquellos días y en aquella cultura, la comida 
simbolizaba la comunión. No había mayor comunión que la que se 
experimentada cuando uno era invitado a partir el pan en la casa
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
de un amigo, familiar o alguien que lo invitaba a su mesa. En la 
hermosa metáfora del último libro de la Biblia, Jesús nos dice 
que está parado afuera de la puerta de nuestras vidas, golpeando 
pacientemente, porque quiere que abramos la puerta y lo 
invitemos a entrar, para que pueda cenar con nosotros 
47 
(Apocalipsis 3:20). 
Esta parábola representa el valor que Jesús asignó a la 
comunión con Dios. Nos cuenta la historia del señor de una 
familia –Dios–, que desea abrir de par en par las puertas de su 
hogar para un banquete. Los que él ha invitado a la fiesta 
rechazan todas sus invitaciones. Sus excusas son que han 
comprado una propiedad y deben verla. (Parece extraño que 
compren una propiedad que no han visto.) Esto probablemente 
significa que quieren ir a ver esta propiedad ahora que son sus 
propietarios. La esencia de esta excusa podría ser que las cosas 
de este mundo son más importantes que la comunión con Dios. 
Otra excusa es que han comprado cinco yuntas (pares) de 
bueyes y deben probarlos. Cinco parejas de bueyes representarían 
la agricultura a gran escala. Dado que los bueyes simbolizaban 
el trabajo, esta excusa parece ser que “no puedo ir por mi 
trabajo”. 
Una tercera excusa es que “me acabo de casar y no puedo 
ir”. La traducción (inglesa) de Phillips lo amplía: “Me acabo de 
casar y estoy seguro que usted entenderá por qué no puedo ir” 
(Lucas 14:20). En respuesta a que todas sus invitaciones a la
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
cena han sido rechazadas, el señor de esta casa se enoja y dice 
a su siervo que vaya a la ciudad y que invite a todos los que 
están enfermos y tullidos para que se unan a él en la fiesta; 
personas que jamás podrían devolverle el favor y que se habrían 
visto anonadadas por el asombro ante la invitación (21-23). 
Para que Dios hiciera esta invitación a la mesa de su 
banquete, fue necesario que enviara a su Hijo unigénito al mundo 
para morir por nuestros pecados. La tienda de adoración y el 
templo de Salomón representaban las instrucciones inspiradas que 
Dios dio a Moisés en las que le mostró cómo las personas 
pecaminosas podrían acercarse a un Dios santo. La presencia de 
Dios moraba en un compartimiento interior, y en realidad toda la 
estructura de esa liturgia de adoración tenía que ver con la 
forma de acercarse a la presencia de Dios. Había un velo grueso 
que bloqueaba la entrada a este Lugar Santo donde moraba Dios. 
Los pecadores ni siquiera se acercaban a ese Lugar Santo. Una 
vez al año, mientras todo el pueblo se reunía alrededor de la 
tienda de adoración, el sumo sacerdote entraba en la presencia 
48 
de Dios por el pueblo de Dios. 
El templo de Salomón estaba construido según este mismo 
patrón de acercamiento a Dios. En ese templo, el velo era como 
un gran telón de un teatro. Cuando Jesús murió en la cruz, ese 
telón se rasgó de arriba abajo, simbolizando el gran milagro de 
que el pueblo de Dios ya no tenía que acercarse a Dios como Él 
lo había ordenado en los tiempos del Antiguo Testamento. Uno
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
pensaría que habría una estampida de personas entrando a la 
presencia de Dios una vez que se hicieran conocer esas Buenas 
Nuevas. Pero la parábola de Jesús nos muestra que no es éste el 
49 
caso. 
Estas excusas son una forma satírica de mostrar una obvia 
falta de un foco de prioridad de parte del pueblo de Dios. 
Cuando estas personas dicen que no pueden ir, sus excusas en 
realidad no significan que no pueden ir. Sus excusas endebles 
significan que prefieren no ir porque valoran las cosas de este 
mundo, su trabajo y sus relaciones humanas más que lo que 
valoran la comunión con Dios. 
¿Aprecia usted el valor increíble de la comunión con Dios? 
¿Valora lo que le costó a Dios abrir el camino hacia la comunión 
con Él? ¿Valora lo que le costó a Jesucristo poder decir a todo 
el mundo: “Yo soy el camino; nadie viene al Padre, sino por mí”? 
¿Confesará usted (dirá lo mismo) que Jesús acerca del valor de 
la comunión con Dios? 
Aquello que realmente creemos es lo que hacemos. Todo lo 
demás son solo palabras religiosas. De acuerdo con la forma en 
que usa su tiempo, su dinero y sus afectos, ¿confiesa usted el 
valor que Jesús identificó cuando enseñó esta parábola profunda?
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
Capítulo 13 
El hombre del estanque 
Ya hemos aprendido mucho acerca del valor que Jesús 
asignaba a las personas sufrientes y enfermas de este mundo, y 
cómo vino para sanar sus enfermedades y traerles restauración 
espiritual. Ya he mencionado la sanidad estratégica que se 
describe en el quinto capítulo del Evangelio de Juan, donde 
Jesús sanó a un hombre para facilitar el diálogo con los líderes 
religiosos. Si miramos más detenidamente esta sanidad, 
identificaremos otro valor de Cristo que se evidencia cuando su 
amor está restaurando la salud de una de las personas sufrientes 
que Jesús valoraba tanto. Así describe Juan esa sanidad: 
“Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió 
Jesús a Jerusalén. Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las 
ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene 
cinco pórticos. En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, 
cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. 
Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y 
agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después 
del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad 
50 
que tuviese. 
“Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que 
estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba 
ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? Señor, le
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque 
cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro 
desciende antes que yo. Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, 
y anda. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, 
51 
y anduvo” (Juan 5:1–9). 
El texto original dice que esta multitud de enfermos 
recostados al lado del estanque eran personas “sin poder”. Una 
traducción las describe como “una gran multitud de personas 
débiles”. Esperaban junto al estanque cada día porque creían en 
lo que probablemente era una superstición. Cuando las aguas de 
este estanque especial ondeaban, como ocurría a veces, creían 
que esto significaba que un ángel había entrado al estanque, y 
la primera persona enferma que entrara al estanque sería sanada. 
Pero un hombre que estaba acostado junto al estanque había 
estado allí por treinta y ocho años. Jesús le dio prioridad de 
entre esa gran multitud de personas débiles, y le preguntó: 
“¿Quieres ser sano?” El entorno del milagro plantea algunas 
preguntas. De esa gran multitud de personas débiles, ¿por qué 
escogió Jesús sanar solo a este hombre? ¿Por qué Jesús no sanó a 
todas esas personas recostadas junto al estanque? ¿Y por qué le 
preguntó Jesús a un hombre que había estado sentado junto a este 
estanque por treinta y ocho años si quería ser sanado? 
Los profesionales de la salud experimentados le dirán que 
esta pregunta no está tan fuera de lugar como podría parecer. 
Algunas personas son hipocondríacas y en realidad no quieren ser
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
sanadas. La sanidad involucra más que el deseo de estar bien. 
Debemos reconocer la cruda realidad de que solo el poder de 
Cristo puede hacer por nosotros lo que solo el poder de Cristo 
52 
puede hacer por nosotros. 
El hombre contestó que había perdido toda esperanza de ser 
sanado: “Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta 
en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo 
voy, otro desciende antes que yo” (7). 
Este hombre había perdido toda esperanza en el poder del 
estanque para sanarlo. Se había dado cuenta de que nunca 
llegaría al estanque antes que otro hombre por su cuenta, y que 
por lo tanto el estanque nunca podría sanarlo. Al haberse dado 
por vencido con relación al estanque, estaba buscando sanidad en 
otro lado. Es muy posible que haya estado orando a Dios para que 
lo sanara directamente, sin tener en cuenta y más allá de la 
superstición impotente del estanque de Betesda. Y es ahí donde 
lo encontró Jesús: esperando un milagro. Y lo encontró en Jesús. 
Muchas personas buscan fuera de la caja del poder de Dios 
el poder para sanar. Tienen muchos “estanques de Betesda” que no 
pueden darles la sanidad integral que necesitan y que están 
buscando. Se vuelven hacia el materialismo o la 
autosatisfacción. Acuden a una variedad de “sanadores”, que 
vienen de todas formas y tamaños, pero no acuden a Dios. Como 
este hombre al lado del estanque, solo cuando miramos más allá 
de nuestros “estanques de Betesda” y ponemos nuestra fe en el
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
poder de Cristo podemos comenzar a ser sanados de adentro hacia 
fuera de la forma que solo Cristo puede sanarnos. 
La aplicación de esta historia tiene dos partes. Primero, 
debemos preguntarnos si queremos ser sanados en primer lugar, y 
luego si creemos que solo Cristo puede sanarnos. Segundo, 
debemos preguntarnos si valoramos todas las demás personas 
sufrientes e impotentes de este mundo, como hizo Jesús. 
Solo unos pocos versículos antes de este pasaje encontramos 
que Jesús desafía a sus discípulos a poner en acción su amor por 
las personas como la mujer samaritana, que estaba lista para el 
agua de vida: “¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para 
que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y 
mirad los campos, porque ya están blancos para la siega” (4:35). 
Hay personas en todo el mundo que están listas para recibir la 
sanidad de la salvación: son como campos maduros, listos para la 
cosecha. Jesús nos desafía a trabajar en esos campos, llevando 
su salvación y sanidad espiritual a personas como la mujer en el 
pozo y el hombre junto al estanque. ¿Confiesa usted el valor que 
Jesús asignaba a las personas que sufren y que están mirando más 
allá de sus pozos y sus estanques en busca de la sanidad que 
solo Cristo puede traer a sus vidas? 
53
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
Capítulo 14 
La comprensión de las Escrituras 
Ya hemos aprendido que Jesús valoraba mucho las Escrituras. 
Cuando se refería a las Escrituras, se estaba refiriendo al 
Antiguo Testamento, dado que el Nuevo Testamento aún no había 
sido escrito. Sus primeras palabras fueron: “Está escrito”, y su 
pregunta favorita era: “¿Nunca leísteis en las Escrituras?” 
No olvide observar, mientras lee los Evangelios, que Jesús 
valoraba intensamente la comprensión de las Escrituras. En su 
Sermón del Monte enseñó que no estaba cambiando “ni una jota ni 
una tilde” del Antiguo Testamento, sino que estaba cumpliendo el 
espíritu y el significado de las Escrituras. La carga de su 
corazón cuando habló estas palabras era que quienes se le 
unieran en ese monte comprendieran las Escrituras (Mateo 5:17- 
54 
20). 
Cuando estaba trabado en un diálogo hostil con los líderes 
religiosos, según registra Juan ese diálogo, uno de los primeros 
temas que planteó Jesús fue la comprensión de las Escrituras 
(Juan 5:39-40). Jesús elogió a los fariseos por ser expertos de 
la Biblia. En esencia, les dijo: “Ustedes examinan e investigan 
y diseccionan las Escrituras, pero no las comprenden. Toda la 
Escritura testifica de mí, pero ustedes no quieren venir a mí 
para tener vida eterna.”
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
Jesús estaba diciendo a estos fariseos (y a usted y a mí), 
que las Escrituras no son un libro de texto sobre los orígenes, 
o una historia de la civilización. Las Escrituras son un libro 
de texto sobre la salvación, y presentan el contexto histórico 
en el cual esa salvación y ese Salvador llegaron al mundo. 
Aprendemos de este encuentro que Jesús dijo que estos eruditos 
de la Biblia nunca podrían entender las Escrituras a menos que, 
o hasta que, entendieran que las Escrituras se referían a Él. 
Según Jesús, las Escrituras son las palabras sagradas de Dios 
con relación a la historia de la redención y el Redentor a 
través de quien llegó esa redención. Las Escrituras del Antiguo 
Testamento testifican acerca de Cristo y de cómo Él vino para 
salvar a los hombres del pecado y reconciliarlos con Dios. 
Oswald Chambers llamó al versículo 39 del quinto capítulo 
del Evangelio de Juan el versículo clave de la Biblia, porque 
abre nuestra comprensión de toda la Biblia. Esta verdad que 
compartió Jesús con los líderes religiosos muestra la misma 
carga que expresó en el Sermón del Monte: que las personas 
55 
entendieran las Escrituras. 
Las últimas palabras de Jesús también hablaron del valor 
que asignaba a las Escrituras. Después de su resurrección, y 
antes de su ascensión, dijo a los apóstoles y a los que estaban 
reunidos con Él: “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por 
todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que 
de él decían. (...) Estas son las palabras que os hablé, estando
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
aún con vosotros; que era necesario que se cumpliese todo lo que 
está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los 
salmos. Entonces les abrió el entendimiento, para que 
comprendiesen las Escrituras; y les dijo: Así está escrito, y 
así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los 
muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el 
arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, 
comenzando desde Jerusalén” (Lucas 24:27; 44-47). 
Jesús comenzó su ministerio expresando su carga de que las 
Escrituras fueran comprendidas, y finalizó su ministerio 
expresando esa misma carga. Sus enseñanzas y diálogos con los 
que se le oponían y quienes eran sus seguidores más consagrados, 
mostraron su pasión por guiar a las personas hacia la 
comprensión de las Escrituras. Comenzó su ministerio 
proclamando: “Está escrito” y preguntando a las personas: 
“¿Nunca leísteis en las Escrituras?” Finalizó su ministerio 
desafiando a los apóstoles y a sus discípulos a comprender la 
clave que puede abrir su comprensión de las Escrituras: Que todo 
lo que está escrito en la ley de Dios por Moisés, en los salmos 
y en los profetas, tiene que ver con Él. 
¿Acaso no confirma el valor que Jesús asignaba a las 
Escrituras saber que, del principio al final, el énfasis de su 
vida y su ministerio tuvo que ver con que las Escrituras fueran 
comprendidas y aplicadas a las vidas de los hombres? 
56
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
Por supuesto, el desafío se convierte en la pregunta para 
nosotros: ¿Confesamos nosotros el valor que Jesús asignaba a las 
Escrituras, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, en 
nuestras propias vidas? ¿Creemos que testifican acerca de la 
redención de todos los hombres a través del Hijo de Dios, 
Jesucristo? ¿Creemos que contestan las preguntas que tenemos 
acerca de vivir la vida y vivirla bien? ¿Y somos capaces de 
responder a todas las tormentas y circunstancias de nuestras 
vidas en el espíritu de las primeras palabras de Cristo: “Está 
57 
escrito”? 
Capítulo 15 
Jesús me ama 
¿Se ha preguntado alguna vez cómo sería contemplar el 
rostro de Jesucristo y tener una conversación con Él? Esa sería 
una experiencia que cambiaría su vida por muchas razones, pero 
tal vez la razón más dinámica es el amor que usted habría visto 
en ese rostro. Quienes caminaron y hablaron con Jesús estaban 
convencidos de su amor por ellos, y su seguridad de este amor se 
demuestra a lo largo de los cuatro Evangelios. 
En el capítulo once del Juan, vemos un encuentro entre 
Jesús y las dos hermanas, María y Marta, que irradia el amor que
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
Jesús tenía por ellas y su hermano, Lázaro. Lázaro estaba 
enfermo, y las dos mujeres mandaron a decir a Jesús, 
desesperadamente: “Señor, he aquí el que amas está enfermo” (3). 
La palabra que usaron para “enfermo” en su mensaje a Jesús 
indicaba que su hermano se estaba muriendo. 
Lázaro es descrito como un hombre al que Jesús amaba, y se 
nos dice que Jesús permaneció donde estaba porque amaba a Lázaro 
y a sus hermanas. Podemos imaginarnos cuánto sabían estas tres 
personas que Jesús los amaba. Más tarde, después que Lázaro 
murió y Jesús fue a la tumba, leemos que “Jesús lloró” (35). El 
idioma original sugiere que el cuerpo de Jesús se sacudió en 
sollozos por su pena, y quienes lo vieron llorar dijeron: “Mirad 
cómo le amaba” (36). Era obvio no solo para María y Marta que 
Jesús amaba a Lázaro, sino también para aquellos judíos que 
habían venido para compartir el duelo con ellas. 
En el capítulo diez del Evangelio de Marcos, leemos acerca 
del joven que llamamos “el joven rico”. Este hombre se acercó a 
Jesús para averiguar lo que necesitaba hacer para tener vida 
eterna. El Evangelio de Marcos dice: “Entonces Jesús, mirándole, 
le amó” (21). El idioma original sugiere que esta fue una mirada 
profunda, una mirada fija que comunicaba un amor inquebrantable 
por el joven. El joven rico no hizo lo que Jesús le dijo que 
hiciera si quería hallar la vida eterna. Algunos piensan que 
este joven fue el autor del Evangelio de Marcos, porque Marcos 
es el único escritor de los evangelios que registra este detalle 
58
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
intrigante de la mirada fija de amor de Jesús antes que este 
joven se alejara de su oportunidad para tener la vida eterna. 
Una cosa podemos decir con seguridad acerca de este joven: que 
supo que era amado por Jesús cuando Él lo miró fijamente y 
59 
demostró que lo amaba. 
Jesús amó a todos los que se cruzaron con Él durante su 
vida, aun los publicanos y los pecadores. Sabemos esto por la 
forma que escogió pasar su tiempo, cenando en sus mesas y 
caminando con ellos en las ciudades. Deseaba pasar tiempo con 
ellos y comunicar la vida eterna que estaba disponible, no solo 
para los espiritualmente privilegiados sino también para 
personas pecadoras como ellos. Los que estaban en el extremo 
receptor de su amor respondieron con gratitud y un asombro 
anonadado, como esa mujer que cayó a sus pies y los ungió con 
aceite precioso y sus propias lágrimas (Lucas 7:36-38). 
Los discípulos de Jesús también sintieron su amor. El 
Evangelio de Juan atestigua del amor de Cristo. Juan se llamó a 
sí mismo “el discípulo al cual Jesús amaba” en varias ocasiones 
en ese Evangelio (13:23; 19:26; 20:2; 21:7, 20). Juan era 
plenamente consciente del hecho de que Jesús lo amaba. Sesenta 
años después de caminar con Jesús como uno de los apóstoles, 
Juan dedicó el último libro de la Biblia, Apocalipsis, a 
Jesucristo con estas palabras: “Al que nos amó, y nos lavó de 
nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes 
para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
los siglos” (1:5-6). Jesús había dicho a los colegas de Juan en 
la “Corporación de Mariscos Zebedeo” que si lo seguían los haría 
pescadores de hombres. Sesenta años después, Juan dice: “nos 
hizo reyes y sacerdotes.” Pero, sobre todo, ¡Juan recuerda que 
60 
“nos amó”! 
Jesús amó a todos los que se cruzaron con sus tres años de 
ministerio público: los pecadores y los publicanos, los ricos y 
los pobres, sus amigos, sus apóstoles y discípulos; y todos 
ellos sabían que eran amados. ¿Está usted consciente de la 
realidad gloriosa de que Él tiene la misma calidad de amor para 
usted? Hace unos años, se le preguntó a un teólogo famoso que 
indicara la verdad más profunda que hubiera escuchado jamás. 
Después de pensar profundamente un tiempo, contestó: “Cristo me 
ama, bien lo sé; su Palabra dice así.” ¿Confiesa usted el valor 
que Jesús asignaba al amor? ¿Saben las personas que se cruzan 
con su vida que son amadas con un amor que viene a través de 
usted pero que no es suyo? 
Mi vida fue cambiada para siempre cuando comencé a pedir al 
Cristo resucitado y viviente que me colocara estratégicamente 
entre todo el amor que es Él y todo el dolor y las heridas de 
las personas sufrientes que cruzan mi camino en cualquier día 
dado. Yo le recomiendo que pida al Cristo amoroso que haga lo 
mismo en usted. Cuando lo haga, descubrirá dónde está Él, y 
dónde querrá pasar usted el resto de su vida.
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
Capítulo 16 
Ovejas perdidas 
Según los cuatro Evangelios, Jesús identificó un valor 
cuando estuvo de acuerdo con Isaías en que éramos como ovejas 
perdidas, y que Dios es como un gran Pastor amoroso al que le 
encanta buscar y recuperar sus ovejas perdidas: 
“¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde 
una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va 
tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, 
la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a su casa, reúne a 
sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he 
encontrado mi oveja que se había perdido. Os digo que así habrá 
más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por 
noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento” 
61 
(Lucas 15:4-7). 
Jesús vino al mundo para salvar personas perdidas (Lucas 
19:10). Vino a traer sanidad espiritual a los que estaban 
enfermos, heridos y necesitados de un médico. Pero, como hemos 
visto en numerosas ocasiones, los líderes religiosos farisaicos 
no se sentían cómodos con los pecadores que amaba Jesús. 
Criticaban a Jesús porque pasaba tiempo con los pecadores. Se 
ofendían especialmente cuando Jesús los invitaba a compartir su 
compasión por esas personas perdidas y heridas.
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
Parecían incapaces de ver las personas ciegas, cautivas y 
de corazón quebrantado que Isaías describió en la gran profecía 
que Jesús adoptó como su Manifiesto. Cuando veían a esos 
pecadores que rodeaban a Jesús tan a menudo, todo lo que podían 
ver era lo que para ellos eran la “masa” de pecadores y 
publicanos. Jesús desafió a los fariseos y escribas a ver a 
estas personas como Dios las veía. 
Una de las formas en que Jesús compartió su visión con los 
líderes religiosos fue decir que Dios veía a estos pecadores 
como ovejas perdidas. Después de todo, el príncipe de los 
profetas, Isaías, predicó que cada uno de nosotros es una oveja 
perdida hasta que somos encontrados por el gran Pastor (Isaías 
62 
53:6). 
Si usted se siente tan indefenso como una oveja perdida, 
sepa que es muy valioso para Dios, y que Jesucristo vino a este 
mundo para personas como usted. Él vino para morir por usted. Si 
Jesús estuviera pasando por su pueblo hoy, probablemente 
escogería pasar todo el día con usted, así como pasó todo el día 
con un pecador llamado Zaqueo (Lucas 19:1-10). Él está parado a 
la puerta de su vida hoy, y golpea pacientemente porque quiere 
que usted abra la puerta de su vida, responda a su amor y 
perdón, y lo reconozca como su Pastor (Apocalipsis 3:20). 
Cuando usted se haya convertido en una de esas ovejas 
perdidas que el Buen Pastor vino a buscar, ¿confesará el valor 
que Cristo da a las demás ovejas perdidas que vino a buscar y
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
salvar? Cuando Jesús reveló quién era Dios y el sistema de 
valores de Dios, enseñó que Dios asigna un valor tremendo a las 
personas perdidas. El Cristo resucitado y viviente quiere que 
confesemos sus valores y nos unamos a Él en su gran misión de 
llevar salvación a las personas perdidas y sufrientes de este 
63 
mundo. 
Capítulo 17 
Monedas perdidas 
“El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se 
había perdido” (Lucas 19:10). Ese es el versículo clave del 
Evangelio de Lucas y la declaración de misión de Jesucristo. En 
el capítulo quince del Evangelio de Lucas, ya hemos considerado 
el valor que asignaba Jesús a las “cosas perdidas” de este 
mundo. Su “parábola de las cosas perdidas” representa la 
redención que Cristo vino a traer a todas las personas perdidas 
del mundo. Hemos considerado esta parábola en un estudio 
anterior. Usted recordará que el entorno en el cual Jesús contó 
esta gran parábola eran dos círculos concéntricos de personas 
que lo rodeaban. Los que estaban perdidos y deseaban 
fervientemente encontrar el perdón de sus pecados habían formado 
un círculo interior cerrado alrededor de Jesús, y los que eran
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
fariseos santurrones y deseaban mantenerse lejos de todos los 
transgresores de la Ley habían dado varios pasos hacia atrás y 
habían formado un círculo mayor alrededor del círculo interior 
donde los pecadores estaban siendo salvados. 
Su parábola estaba dirigida al círculo exterior, porque en 
ella estaba tratando de explicar al círculo exterior lo que 
estaba ocurriendo en el círculo interior. También estaba 
invitando al círculo exterior a participar con Él en el milagro 
que estaba ocurriendo en el círculo interior. Para lograr ese 
objetivo de su misión, contó algunas parábolas acerca de “cosas 
perdidas”. A través de estas parábolas, los pecadores se darían 
cuenta de su gran valor a los ojos de Dios, y los fariseos 
comprenderían cómo el corazón amoroso de Dios desborda de amor 
por todos los hombres, y se regocija cuando las vidas perdidas y 
destrozadas son rescatadas a través del arrepentimiento y la 
64 
salvación. 
Una de estas parábolas en Lucas 15 tiene que ver con una 
moneda valiosa que había perdido una mujer y que trató de 
encontrar diligentemente: “¿Qué mujer que tiene diez dracmas, si 
pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y 
busca con diligencia hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, 
reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque 
he encontrado la dracma que había perdido. Así os digo que hay 
gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se 
arrepiente” (8-10).
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
Algunos eruditos creen que esta moneda perdida se refiere a 
una de las diez monedas que una mujer prometida usaba sobre su 
frente para indicar fidelidad a su esposo. Si le era infiel, 
debía quitar una de las monedas. Pero si la mujer no había sido 
infiel sino que simplemente había perdido una de las monedas, 
¡puede imaginarse con cuánta desesperación buscaría esa moneda! 
Y puede imaginarse cuánto se regocijaría al encontrarla. 
Si ese es el contexto cultural en que fue dada esta 
enseñanza, y el tamiz cultural a través del cual uno debería 
interpretar esta parábola, entendemos que Jesús estaba diciendo 
al círculo exterior que algunas de las personas perdidas que lo 
rodeaban estaban perdidas simplemente porque no podían encontrar 
la dinámica espiritual para experimentar la santidad o la 
santificación. No estaban perdidas en el sentido de que debían 
ser despreciadas y rechazadas por el pueblo de Dios. Necesitaban 
ayuda en su intento de mantener las diez monedas en su lugar en 
65 
su relación con Dios. 
Esta historia es también un cuadro de la redención. Cuando 
hablamos de la redención, queremos decir que algo que perteneció 
una vez a alguien se perdió y luego fue recuperado, generalmente 
a través del pago de un precio. En este sentido, la cosa 
recuperada fue comprada dos veces: la primera vez cuando la 
persona tomó posesión de ella, y luego de nuevo cuando fue 
recuperada por un precio. De la misma forma, primero 
pertenecimos a Dios porque Él nos hizo. Pero, debido a que el
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
pecado nos separó de Dios, estuvimos perdidos para Él, y a fin 
de recuperarnos, o redimirnos, Dios tenía que volver a 
comprarnos; lo cual hizo, a través del sacrificio expiatorio de 
66 
su Hijo perfecto, Jesús. 
Un niño construyó un barquito de juguete con su padre. Les 
encantaba colocar el barquito en las aguas del océano cerca de 
donde vivían. Un día, estaban haciéndolo flotar en el océano 
cuando una corriente se llevó al barquito lejos de ellos, mar 
adentro. Unas semanas más tarde descubrieron al barquito en la 
vidriera de un negocio en la playa. Se desilusionaron cuando el 
dueño insistió en que debían pagar por él. Después que lo 
compraron, mientras el niño salía del negocio, le dijo a su 
barquito: “Eres mío dos veces. Eres mío porque te hice, y eres 
mío porque te compré.” 
Esas palabras que el niño dijo a su barquito de juguete son 
una buena definición de la palabra bíblica “redención”. Él había 
redimido a su barquito. Así como él había hecho su barquito y 
volvió a comprarlo, Dios nos hizo y nos volvió a comprar. El 
precio que pagó fue la vida de su Hijo unigénito. Este concepto 
de la redención está ilustrado por esta moneda que se pierde y 
vuelve a recuperarse. 
Al hablar a los que estaban fuera del círculo interior, 
Jesús estaba diciendo a los fariseos que los pecadores que lo 
rodeaban eran más que meros pecadores. Eran personas que habían 
sido formadas por Dios, estaban perdidas y habían sido
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
recuperadas. Y, de la misma forma en que la mujer se regocijó al 
encontrar y recuperar su moneda perdida, los ángeles del cielo 
se regocijaban porque estos pecadores perdidos habían vuelto a 
la familia de Dios. Jesús estaba desafiando a los fariseos a 
cambiar su esquema mental acerca de los pecadores de ese círculo 
interior, que eran como monedas perdidas que necesitaban ser 
recuperadas, y asignarles el mismo valor que Él les asignaba. 
¿Es usted una moneda perdida? Si usted es una de las 
monedas perdidas de este mundo, dése cuenta de que Jesucristo le 
asigna un gran valor. Él está buscando diligentemente 
recuperarlo y reclamarlo como suyo, y todos los ángeles del 
cielo gritarán de alegría cuando eso ocurra. Si ya ha sido 
encontrado y redimido, como el barquito de ese niño, ¿tiene 
compasión por las demás monedas perdidas de este mundo? 
¿Confiesa usted el valor que Jesús asignó a las monedas (vidas) 
perdidas que necesitan ser reclamadas y restauradas a su Dios? 
Capítulo 18 
Hijos perdidos 
Después que enseñó al círculo exterior acerca del valor de 
las monedas perdidas, Jesús continuó con la parábola del hijo 
pródigo: “Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a 
67
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; 
y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo 
todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y 
allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. 
“Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en 
aquella provincia, y comenzó a faltarle. Y fue y se arrimó a uno 
de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su 
hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre 
de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. 
“Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi 
padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me 
levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra 
el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; 
hazme como uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su 
68 
padre. 
“Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a 
misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y 
el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y 
ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus 
siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo 
en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y 
matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto 
era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron 
a regocijarse” (Lucas 15:11–24).
Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 
Hemos visto que el contexto de esta enseñanza cae dentro de 
una conversación que Jesús estaba teniendo simultáneamente con 
los pecadores y los fariseos. Mientras los fariseos estaban 
perturbados por la interacción de Jesús con estos pecadores, 
Jesús respondió a su enojo con un desafío. Era como si les 
estuviera diciendo: “Lo único que ven ustedes aquí son pecadores 
y publicanos, pero Dios ve hijos perdidos. Algunos de estos 
pecadores son hijos de Dios que ejercieron su libre albedrío 
para dilapidar sus vidas en el mundo. Pero Dios ha usado las 
consecuencias de sus necias decisiones para traer a estos hijos 
de vuelta a la casa de su Padre. Y eso es lo que importa en el 
cielo. Todos los ángeles están regocijándose. ¿Por qué no se 
69 
regocijan ustedes?” 
El padre en esta parábola era lo suficientemente permisivo 
como para permitir a su hijo ejercer su libre albedrío, y así es 
como Dios responde a nosotros. Él permite que tomemos decisiones 
necias, aun cuando vayan en sentido contrario a su voluntad 
directiva. Él permite las consecuencias de nuestras decisiones 
necias que nos hacen recapacitar, y nos hacen regresar 
decididamente a la voluntad del Padre para nuestras vidas. 
Si usted es como el hijo pródigo, si ha estado en el país 
lejano, malgastando su vida “viviendo perdidamente”, de forma 
que su “banquete de las consecuencias” consiste en hierbas 
amargas, dése cuenta de que su Padre celestial lo ama. Aun 
cuando Él es lo suficientemente permisivo como para permitirle
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Los valores de Cristo

  • 1. Instituto Bíblico del Aire Fascículo de Estudio Numero 16 Los valores de Cristo (Parte 1)
  • 2. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 Capítulo 1 Él mismo En todo el mundo oímos hoy acerca de evidencias de un vacío de valores, la falta de una brújula interna que pueda guiar a las personas hacia una calidad de vida que valga la pena vivir. Los valores familiares parecen estar derrumbándose a medida que las tasas de divorcio alcanzan proporciones de epidemia y millones de niños carecen de la seguridad y la formación que deberían encontrar en los matrimonios estables de sus padres. En Estados Unidos, los símbolos de los sistemas de valores de Wall Street para millones de personas se desmoronaron convirtiéndose en humo, cenizas y una enorme maraña de concreto ardiente, acero y miles de cuerpos. Los millones de personas que observaron la implosión de las torres gemelas del World Trade Center están reconsiderando sus valores eternos, lo que un autor llamó “un piso superior” que faltaba en sus sistemas de valores. Según un diccionario, un valor es “aquella cualidad de cierta cosa mediante la cual consideramos que es más o menos importante, útil, provechosa y, por lo tanto, deseable”. Quienes creen en Dios encuentran en Él los absolutos morales que definen para ellos lo que está bien y lo que está mal. ¿Acaso quienes creen en Dios encuentran también en Él los valores absolutos que definen para ellos un sistema de valores que los guía hacia la 2
  • 3. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 calidad de vida que Dios quiso que tuvieran cuando los creó y su 3 Hijo los recreó? Jesús contestó esa pregunta cuando dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). Él no vino a este mundo solo para morir por nuestros pecados. Vino para mostrarnos cómo vivir. Una forma en que hizo esto fue enseñar y ejemplificar un conjunto de valores absolutos. Cuando observamos la vida más importante jamás vivida a lo largo de los cuatro Evangelios, vemos cómo Jesús constantemente identificó, ejemplificó y declaró valores absolutos. Una vez que observamos esos valores absolutos de Cristo, debemos confesarlos. En el Nuevo Testamento no solo se nos instruye que confesemos nuestros pecados. Se nos enseña que debemos confesar a Jesucristo (Mateo 10:32; Romanos 10:9). La palabra “confesar” está formada por dos palabras griegas en el lenguaje original: “homo”, que significa “igualdad”, y “legeo”, que significa “hablar”. Cuando confesamos nuestros pecados, debemos hablar igual, o sea, decir las mismas cosas acerca de nuestros pecados que dice Jesús acerca de ellos. Cuando confesamos a Cristo debemos decir las mismas cosas que dice Él, es decir que debemos estar de acuerdo con Él cuando ejemplifica, enseña o declara un valor. Debemos demostrar los mismos valores que Él demostró en su vida.
  • 4. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 Un buen lugar para comenzar con relación a nuestra confesión de los valores de Cristo, es el valor que Él se asignó a sí mismo. ¿Quién y qué dijo Jesucristo que era Él, y cómo confesamos ese valor de Cristo? Encontramos la respuesta a la primera pregunta en el tercer capítulo del Evangelio de Juan: “Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre… Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (13, 16). Jesús se llamó a sí mismo el Hijo de Dios, pero Él no era el Hijo de Dios como nosotros somos hijos de Dios. Nosotros recibimos la potestad de llamarnos hijos de Dios una vez que creemos en Jesucristo (1:12), pero Jesús es el “unigénito” Hijo de Dios. Él es el Hijo de Dios de una forma que nadie ha sido ni será jamás el Hijo de Dios. Justo antes de su muerte oró: “Ahora pues, Padre, glorifícame tú para contigo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” (17:5). Jesús es más que el Jesús histórico que nació en un pesebre y murió en una cruz a los treinta y tres años de edad. Él estaba con Dios antes que el 4 mundo haya existido siquiera. Pero Jesús hizo algo más que llamarse el unigénito Hijo de Dios. La declaración más dogmática que hizo Jesús en la tierra fue lo que dijo al rabino Nicodemo. Él dijo que debía ser “levantado” (3:14), que significa que debía ser clavado en una cruz, “…como Moisés levantó la serpiente en el desierto”. Jesús
  • 5. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 dijo a Nicodemo que Él debía ser levantado porque era el único Hijo de Dios, la única Solución de Dios para el problema del pecado de este mundo, y el único Salvador de Dios. Cuando Jesucristo declaró que Él mismo era el Salvador del mundo, agregó la afirmación dogmática de que solo quienes creyeran en Él serían salvos. Y esto se aplica no solo a quienes lo vieron levantado físicamente, sino también a todo el mundo: “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.” (17) En Números 21:6-9, leemos que el pueblo de Israel estaba muriendo por las mordeduras de serpientes, enviadas por Dios como respuesta a sus quejas constantes. Pero Dios indicó a Moisés que levantara una serpiente de bronce que traería sanidad a todo el que la mirara en fe. Jesús dijo que de la misma forma Él tenía que ser “levantado… para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:14, 15). Cuando Jesús afirmó estas cosas le estaba diciendo a Nicodemo cómo una persona podía nacer de nuevo. Nicodemo le había preguntado a Jesús cómo una persona podía nacer de nuevo. Jesús dio dos respuestas a esta pregunta. Primero, le dijo que el papel que juega Dios en la regeneración de un alma es incomprensible, como el viento: “El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu” (8). Así 5
  • 6. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 describió Jesús el papel que juega Dios en el milagro de la experiencia del nuevo nacimiento. En cierta forma, Jesús estaba diciendo que nunca entenderemos el papel de Dios en el nuevo nacimiento. Pero también dijo que el hombre juega un papel en su nuevo nacimiento. Es su responsabilidad creer: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (16). La experiencia de nacer aparentemente se pone en marcha a través de nuestra fe (nuestra parte) y el poder creativo de Dios 6 (su parte). Jesucristo es el Salvador del mundo. Él vino para redimir al mundo del pecado y para crear vida en aquellos que creen las afirmaciones más dogmáticas que hizo acerca de quién era y por qué vino a este mundo. ¿Cree usted lo que Él dijo acerca de sí mismo? ¿Confiesa usted los valores que Él se asignó a sí mismo? Jesús está esperando su respuesta a lo que Él afirmó, porque anhela perdonar sus pecados y comenzar el milagro del nuevo nacimiento en su vida.
  • 7. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 Capítulo 2 Amor Cuando Jesús supo que había llegado el momento para que fuera juzgado por las autoridades civiles romanas y las autoridades religiosas judías y que fuera crucificado, pasó su última noche con doce hombres que había comisionado para que fueran sus discípulos, o “enviados”. Juan prologa su relato de lo que Jesús compartió con estos hombres en esa noche de la siguiente forma: “Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Juan 13:1). Al estar plenamente consciente de que su tiempo en el mundo estaba terminando, Jesús se reunió con estos hombres para mostrarles hasta dónde llegaba su amor por 7 ellos. Los discípulos sabían que Jesús los amaba aun antes de esos momentos finales. Jesús había estado amando a estos hombres durante tres años. Juan parece no haberse sobrepuesto en ningún momento a la maravilla de que Jesús lo amaba. A lo largo de su Evangelio, se refiere a sí mismo como “el discípulo que amaba Jesús”. Sesenta años después, dedicó el último libro del Nuevo Testamento a Jesús con estas palabras: “Al que nos amó.” Todos los que tuvieron la bendita experiencia de contemplar el rostro de Jesús sabían que eran amados. Pero, entonces, ¿en
  • 8. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 qué difirieron esos últimos momentos en el aposento alto de cualquier otro momento que habían pasado con Él? En ese aposento, Jesús hizo lo que haría un esclavo o un sirviente de la casa. Tomó una palangana con agua y una toalla, ¡y les lavó los pies! Un acto de humildad semejante dejó perplejos a los discípulos. El evangelio de Lucas nos cuenta que, cuando iban camino al retiro de ese aposento alto, estaban discutiendo acerca de quién sería el mayor en el reino del que Jesús siempre estaba hablando. ¡Cómo los habrá conmovido la forma en que Jesús comenzó sus últimas horas con ellos! (Juan 13:1-17). Cuando Jesús terminó de lavar sus pies, les preguntó: “¿Sabéis lo que os he hecho?” Parecería que la respuesta era obvia. Les había lavado los pies. Pero la respuesta que Jesús quería para su pregunta puede encontrarse en el versículo inicial del relato de Juan de este suceso: “Como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.” Cuando Jesús les lavó los pies, los amó. Jesús había amado a estos hombres y, en sus formas imperfectas, ellos le habían devuelto su amor. Él había establecido un pacto con ellos: “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres” (Mateo 4:19). Ellos habían estado en una relación de pacto con Jesús por tres años. Durante ese tiempo, descubrieron que el amor era la fuerza impulsora de ese pacto. Jesús los había amado de formas que nunca habían sido amados, y los había convertido en más de lo que sabían o aún habían soñado 8
  • 9. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 alguna vez que podrían llegar a ser. Sin embargo, creo que nunca se les cruzó el pensamiento que debían establecer un pacto de 9 amor entre ellos. La esencia de este ultimo tiempo con ellos fue que Jesús los desafió a establecer un nuevo pacto cuando les dio un nuevo mandamiento: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros” (34). Al darles este nuevo mandamiento, Jesús identificó la calidad del amor con el que debían amarse unos a otros. Debían amarse como, o de la misma forma, que Él los había amado. Debían lavarse los pies unos a otros como Él les había lavado sus pies. A menudo me he imaginado a los apóstoles mirándose unos a otros y dándose cuenta de lo que significaría para ellos obedecer este Nuevo Mandamiento. Uno de los apóstoles era un publicano que cobraba impuestos de sus compatriotas judíos para los romanos. Otro era un zelote, un guerrillero que creía en la resistencia continua ante la conquista romana de Palestina. Me imagino sus miradas cruzándose por sobre la mesa y luego pensando: “¿Yo, amarlo a él?” Por supuesto que la respuesta era: “Sí, ámalo. Lávale los pies. Porque cuando el mundo escuche que un zelote está lavando los pies de un publicano, sabrán que ustedes son mis discípulos.” La forma más eficaz de enseñar el amor a nuestros hijos es amarlos, y dejarles ver que su madre y su padre se aman. Jesús estaba diciendo a los apóstoles que Él los había comisionado y
  • 10. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 capacitado durante tres años para proclamar un Evangelio de amor a todo el mundo. Cuando les dio su Nuevo Mandamiento, les estaba diciendo sin rodeos que la mejor forma de amar a todo este mundo era poder mirarse unos a otros por sobre la mesa. Y luego comprometerse a amarse unos a otros como Él los había amado. Este Nuevo Mandamiento creó una nueva comunidad que más tarde se llamaría la iglesia. Al amarse unos a otros como Cristo los amó, Jesús les dijo que serían apartados visiblemente en el mundo: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (35). Esto es exactamente lo que ocurrió. Después que Cristo ascendió al cielo, el Espíritu Santo descendió sobre los creyentes y nació la iglesia. 10 Aplicación personal ¿Confiesa usted este valor de Cristo? ¿Es el amor la fuerza que impulsa su comunión con otros creyentes? ¿Confiesa usted este valor de Cristo amando a las personas con las que se cruza su vida diariamente? Cuando contemplan su rostro, ¿saben que están siendo amados con el amor de Cristo? Jesús nos enseñó que debíamos amar cuando miramos hacia arriba, cuando miramos hacia adentro y cuando miramos alrededor de nosotros (Mateo 22:36-40). Jesús enseñó que debíamos amar a Dios completamente, amarnos a nosotros mismos correctamente y amar a los demás incondicionalmente. ¿Confiesa usted el valor que Jesús asignaba al amor?
  • 11. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 Capítulo 3 Su enseñanza Al seguir a Jesús a través de los Evangelios, ¿se ha fijado en el valor que asignaba a la Palabra de Dios? ¿Se fijó en cuánto tenía para decir acerca de su propia enseñanza? Jesús asignaba frecuentemente un gran valor a las Escrituras. Una de sus preguntas favoritas para la dirigencia religiosa era: “¿Nunca leísteis en las Escrituras?” (Mateo 21:42). Cuando Jesús hablaba de su propia enseñanza, nos estaba diciendo lo que era su enseñanza, lo que podía hacer su enseñanza y cómo deberíamos, por lo tanto, encararla. Por ejemplo, enseñó: “Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura. Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente” (Mateo 11 9:16-17). Jesús usó esta parábola para ayudar a que sus oyentes entendieran el valor de su enseñanza. La palabra “parábola”, en el idioma original del Nuevo Testamento, está formado por dos palabras: “para”, que significa “al lado de”, y “ballo”, que significa “arrojar”. Una parábola (paraballo) es una ilustración que se arroja al lado de una verdad que está enseñando Jesús.
  • 12. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 En este pasaje encontramos dos parábolas con significados similares. La primera parábola es una ilustración que se refiere a la reparación de vestidos. Dice que una costurera nunca colocaría un parche nuevo en un vestido viejo porque ocurrirían dos desastres: el parche nuevo tiraría del material viejo del vestido y produciría un agujero aún mayor, y el nuevo parche sería demasiado obvio en contraste con el material viejo. Mediante esta parábola Jesús estaba enseñando que no buscaba que sus palabras fueran como un parche nuevo sobre el vestido viejo de la dirigencia religiosa. Sus enseñanzas eran completamente nuevas. Esto viene a continuación de las palabras que pronunció en el Sermón del Monte, donde en seis oportunidades comenzó una lección diciendo: “Oísteis que fue dicho… pero yo os digo.” Las enseñanzas de Jesús eran diferentes de las que las personas habían estado recibiendo de los escribas y los fariseos. Y, dado que eran enseñanzas nuevas, no podían ser colocadas como un parche sobre las enseñanzas de los escribas y fariseos. La disparidad entre las palabras de Jesús y las palabras de los escribas y fariseos habría sido demasiado obvia como para poder mezclarlas. La principal verdad que se enseña en esta parábola es que la enseñanza de Jesús era incompatible con la enseñanza de los líderes religiosos. Estaba avisando a la dirigencia religiosa y estaba preparando a sus discípulos para un enfoque totalmente 12 nuevo hacia la Palabra de Dios.
  • 13. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 Jesús siguió esa ilustración con una segunda parábola acerca del vino y los odres. En esos días, la gente guardaba el vino en cueros de cabra y lo dejaba fermentar durante varios meses. Al fermentar, el vino se expandía y hacía presión contra el odre. Debido a este proceso de expansión, nunca pondrían vino nuevo (jugo de uva) en un viejo odre quebradizo, porque la presión expansiva del vino en fermentación haría que el odre endurecido e inflexible reventara. En cambio, colocaban el vino nuevo en un odre nuevo blando, para que el vino en fermentación y el odre nuevo se expandieran juntos. Jesús estaba demostrando nuevamente la distinción entre sus enseñanzas y las enseñanzas de la dirigencia religiosa. Sus enseñanzas eran como el vino nuevo, y la dirigencia religiosa era un odre viejo. Si hubiera dado su enseñanza en el contexto de la dirigencia religiosa, la presión de las nuevas enseñanzas de Jesús haría explotar la dirigencia religiosa. Esta era otra forma de decir que su enseñanza era incompatible con la enseñanza y toda la cultura religiosa de los escribas y 13 fariseos. Jesús estaba asignando valor también a lo que haría su enseñanza a aquellos que la abordaran correctamente. Estaba advirtiendo a sus discípulos que su enseñanza pondría presión sobre ellos. Si eran odres viejos quebradizos, si no estaban dispuestos a ceder a los cambios que la aplicación de su
  • 14. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 enseñanza debía hacer en sus vidas, ¡su enseñanza haría que sus mentes reventaran, literalmente! Las enseñanzas de Jesús eran revolucionarias y venían con una advertencia: debemos estar dispuestos a dejar que sus enseñanzas cambien nuestras vidas. Su metáfora de los nuevos odres está relacionada con el milagro del nuevo nacimiento. Cuando nacemos de nuevo, somos los nuevos odres que pueden mostrar el vino nuevo de la enseñanza de Jesús. ¿Confiesa usted (dice lo mismo) acerca de las enseñanzas de Jesús lo que Él dijo acerca de ellas? ¿Está dispuesto a acercarse a sus enseñanzas como un odre nuevo y ceder a la verdad de que Él quiere encarnarse en su vida? Capítulo 4 Juicio ¿Cuál es su concepto del juicio? Escuchamos chistes acerca del juicio, y muchas personas en realidad no toman en serio el juicio. Según las Escrituras, el juicio no es ningún chiste. Algunos creyentes transmiten la impresión de que el juicio será un examen final sobre teología. Considere el valor que Jesús asignó al juicio, y considere su perspectiva sobre cómo será el juicio: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos 14
  • 15. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los 15 cabritos a su izquierda. “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de beber; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:31–40). En esta descripción del juicio, no se nos habla de teología sino de compasión por personas que están sufriendo. Oímos el desafío de valorar a los que Cristo valoró durante su vida: los enfermos, los solitarios, los hambrientos, los sedientos, los pobres que no tienen suficiente ropa, y los que están en prisión... las personas sufrientes del mundo con quienes Jesús pasó tanto de su tiempo cuando estuvo aquí en la tierra.
  • 16. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 Jesús habla de estas personas como sus hermanos. Pero ¿quiénes son exactamente estos pobres? En una oportunidad, Jesús afirmó que quienes hacen la voluntad de Dios son su madre, padre, hermano y hermana (Mateo 12:50). Durante los primeros trescientos años de la historia de la iglesia, era ilegal ser un seguidor de Cristo. El pueblo de Dios siempre ha sido un pueblo sufrido. ¿Podrían ser estas personas los creyentes perseguidos y sufridos que han sufrido de estas formas porque hicieron la voluntad de Dios? Quienesquiera sean, nos encontraremos con ellos en el juicio, según Jesús. No me malentienda. Sabemos que la salvación no está basada en la acción social ni en las buenas obras. El énfasis de las cartas de Pablo, a los romanos y a los gálatas, resalta la verdad del Evangelio de que la base de nuestra salvación está en nuestra fe en lo que Cristo hizo por nosotros en su cruz. Sin embargo, todos estos pasajes concuerdan en que nuestra acción social y nuestras buenas obras validan la fe que nos salva. Este pasaje en Mateo 25 tiene que ver con el juicio, en el sentido de evaluación, de las vidas de los creyentes. Las tres parábolas de este capítulo enseñan que la segunda venida de Jesucristo será un juicio sobre todo recipiente vacío, toda mano vacía, y todo corazón vacío. Todos aquellos creyentes con recipientes, manos y corazones vacíos que invalidan su profesión 16 de fe oirán decir al Señor:
  • 17. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablos y sus ángeles… en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.” (41, 45) Así que debemos plantearnos esta pregunta: ¿Qué valor asignamos a las personas que sufren en este mundo? ¿Las alimentamos, las vestimos y les damos algo para beber, las visitamos, las recibimos, les mostramos hospitalidad, y las ayudamos a estar bien? ¿Está nuestro corazón lleno de compasión por aquellos que están necesitados del amor de Dios? Las personas que sufren en este mundo ciertamente forman parte del sistema de valores de Cristo, porque Él vino para “dar buenas nuevas a los pobres… a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor” (Lucas 4:18-19). 17 “¿Dónde está Él?” El Nuevo Testamento comienza con los sabios que hacen la pregunta: “¿Dónde está Él (el rey de los judíos)?” Si usted quiere descubrir dónde está Él hoy, mire dónde el amor del Cristo resucitado está siendo canalizado hacia las personas que sufren en este mundo. ¿Confiesa usted el valor que Jesucristo asignó a las personas sufrientes de este mundo? ¿Está usted dispuesto a pedir al Cristo resucitado y viviente que lo coloque estratégicamente entre todo el amor que es Él y todo el dolor que sienten ellas?
  • 18. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 ¿Está usted dispuesto a ser un conducto para todo lo que Él quiere ser para las personas que sufren en este mundo? Si usted hace una oración como la que estoy proponiendo, descubrirá dónde está el Cristo resucitado hoy... y dónde querrá usted pasar el 18 resto de su vida. Capítulo 5 Libertad Durante su vida sobre la tierra, Jesús a menudo enfurecía a la dirigencia religiosa porque sus valores entraban ferozmente en conflicto con los valores de ellos. Él enseñaba de forma contraria a como enseñaban ellos, contestaba las preguntas de una forma que los desconcertaba, y pasaba tiempo con los que estaban en los niveles más bajos de la sociedad. Todo lo que hacía parecía ir en contra de la Ley que ellos buscaban sostener, y a menudo buscaban formas para refutarlo. En una oportunidad, Jesús decidió sanar a un hombre en el día de reposo, y luego dijo al hombre que tomara su lecho y lo llevara por la calle justo frente al Templo (Juan 5:2-17). Dado que llevar una carga era considerado trabajo, cuando Jesús le dijo que llevara su lecho esto estaba yendo en contra de las palabras
  • 19. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 de la Ley, que prohibía a los hombres trabajar el día de reposo (Éxodo 20:9-11; Jeremías 17:21, 22). Esta sanidad fue obviamente una forma estratégica de Jesús para comenzar un largo diálogo hostil que obviamente quería sostener con los fariseos y escribas. Este diálogo está registrado en cuatro capítulos del Evangelio de Juan (5-8). En este diálogo hostil, Jesús hace muchísimas afirmaciones acerca de quién es Él y por qué está en este mundo. La mayoría de los judíos que lo escucharon desestimaron sus afirmaciones y deseaban verlo arrestado y apedreado hasta morir, pero al finalizar el diálogo algunos de ellos creyeron. A los que creyeron les dijo: “Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” (Juan 8:31-32) En estas palabras, Jesús hizo otra afirmación acerca del valor de su enseñanza: que quienes permanecieran en su palabra encontrarían libertad 19 espiritual. A menudo, las personas piensan que creer es todo lo que importa para nuestra fe, y que una vez que creemos podemos continuar nuestras vidas como si nada hubiera ocurrido. Pero eso no es lo que Jesús dijo a quienes llegaron a creer en el Nuevo Testamento. Cuando alguien creía, Jesús le hacía ver la importancia de sus enseñanzas. Dijo que si creían permanecerían en su palabra, se convertirían en verdaderos discípulos y luego la verdad que descubrirían en su enseñanza los haría libres.
  • 20. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 Un discípulo es como un aprendiz. Un aprendiz aprende al observar y hacer. A medida que aprende algo, pone en práctica lo que está aprendiendo. La definición de un discípulo es: Una persona que está haciendo lo que está aprendiendo y está aprendiendo lo que está haciendo. Los doce apóstoles son muy buenos modelos de lo que significaba ser discípulos de Jesús. Fueron discipulados (colocados como aprendices) por Jesús durante tres años. Les enseñó, les mostró y los entrenó. Cuando Jesús prometió “conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (32), la palabra que se traduce “conoceréis” se refiere a conocer mediante una relación. Si permanecemos en su Palabra y la ponemos en práctica, entraremos a una relación con Aquel que es la verdad, y esta relación con Él nos hará libres. Según Jesús, creer en Él y convertirse en uno de sus discípulos es algo que ocurre en tres dimensiones. Primero, creemos que Jesús es el único Hijo de Dios, la única Solución de Dios para nuestro problema de pecado, y el único Salvador de Dios. Luego lo seguimos al permanecer en su Palabra. Al seguirlo, como sus discípulos auténticos, llegamos a conocerlo; no solo su Palabra, sino al Cristo resucitado mismo. Cuando ocurre esto, Él nos hace libres. Y cuando Él nos hace libres, 20 ¡somos verdaderamente libres! ¿Conoce usted al Cristo resucitado y viviente de esta forma? ¿Experimenta un conocimiento íntimo de Él a través de una relación, y lo ha liberado esta relación de la cautividad del
  • 21. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 pecado que conoció alguna vez? Si quiere confesar este valor de Jesucristo, crea en Él, permanezca en su Palabra, conviértase en su auténtico discípulo, vaya más allá de una página sagrada hacia una relación con la Palabra viva, ¡y realmente sea 21 liberado! Capítulo 6 El perdón Jesús identificó un valor cuando un fariseo, llamado Simón, lo invitó a cenar a su casa (Lucas 7:36-50). Se acostumbraba en ese entonces dar a los huéspedes una palangana de agua para lavarse los pies, aceite para ungir sus frentes, y un beso de hospitalidad. Pero cuando Jesús visitó el hogar de Simón, no recibió ninguna de estas cosas. Una mujer de esa ciudad, que era conocida como pecadora, aparentemente escuchó que Jesús estaba almorzando con Simón. Podemos suponer que esta mujer ya había conocido a Jesús y la salvación que le aseguraba que sus pecados habían sido perdonados. Cuando se dio cuenta de que Simón ni siquiera había ofrecido la hospitalidad habitual a Jesús, comenzó a humedecer los pies de Jesús con sus lágrimas y a secarlos con su cabello. Luego ungió sus pies con un aceite precioso y perfumado.
  • 22. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 Mientras Simón observaba esto, hizo un juicio de valor contra Jesús, y pensó en su corazón: “Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora” (39). Como conocía los pensamientos de Simón, Jesús le contó una parábola: “Un acreedor tenía dos deudores; el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Dí, pues, ¿cuál de ellos le amará más?” (41-42). Simón contestó: “Pienso que aquél a quien perdonó más.” Jesús le dijo: “Rectamente has juzgado.” Esta parábola de Jesús se aplicaba directamente a lo que estaba ocurriendo entre Jesús, esta mujer y Simón. Jesús identificó el valor que asignamos al perdón de nuestros pecados al hacer la aplicación de su parábola, cuando dijo: “¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies. Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama” (44-47). Simón no veía a su pecado como una gran deuda que había sido perdonada. Era como el hombre al que se le habían perdonado cincuenta denarios. Pero la mujer a los pies de Jesús veía su pecado perdonado como una deuda enorme que había sido cancelada, y cayó a los pies de Jesús con amor y adoración. Jesús 22
  • 23. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 identifica un valor cuando concluye su enseñanza diciendo: “Sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho.” Esto no significa que nosotros seamos perdonados porque amamos mucho. Jesús le dijo a la mujer que había sido salvada por su fe: “Tu fe te ha salvado, vé en paz” (50). El amor de la mujer por Jesús fue una validación de su fe en su perdón y salvación, en tanto que la actitud de Simón hacia esta mujer pecadora fue una demostración de su falta de fe. Jesús afirmó a esta mujer cuando aceptó su adoración amorosa, y le perdonó sus pecados porque ella valoraba mucho su perdón. ¿Confiesa usted el valor que Jesús asignaba al perdón? Si usted se identifica con esta mujer porque sabe que es un pecador y su culpa hace que su pecado parezca una deuda enorme que a usted le gustaría que fuera cancelada, dése cuenta de que Jesús vino a morir en la cruz para que su deuda pudiera ser cancelada. Si sus pecados han sido perdonados, por fe, valore su perdón a tal punto que no tenga más que compasión por personas como esta mujer, que amaron mucho porque sus pecados fueron perdonados. Nunca se olvide de que Jesús nos enseñó a orar cada día: “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben.” 23
  • 24. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 Capítulo 7 La salvación El ministerio público de Jesús comenzó en una sinagoga de Galilea, en su pueblo natal de Nazaret, donde leyó un rollo de 24 Isaías ante el pueblo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor” (Lucas 4:18– 19). Después de dar su “discurso inaugural”, Jesús comenzó sus tres años de ministerio público, que fueron simplemente la aplicación de su Manifiesto de Nazaret, trayendo salvación a las personas espiritualmente y literalmente ciegas, cautivas y oprimidas que se cruzaron con su vida, expresando su compasión por ellas, y trayendo todas estas dimensiones de salvación a sus vidas. Pero había otro grupo de personas que se cruzaba con su vida a diario. Este grupo era conocido como los fariseos. Los fariseos eran una orden religiosa de judíos devotos que estaban dedicados a la preservación de las doctrinas ortodoxas del judaísmo. En cierto sentido, era personas muy devotas. Eran los fundamentalistas de la religión judía.
  • 25. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 Los fariseos no se consideraban espiritualmente ciegos o necesitados, y siempre parecían estar en la periferia del ministerio de Jesús, señalándolo con el dedo y acusándolo de violar la Ley de Moisés. Jesús se enojó a menudo con los fariseos por sus corazones endurecidos y su sentido de superioridad espiritual. Pero pasó mucho tiempo acercándose a ellos porque quería que conocieran el espíritu de la ley que 25 tanto valoraban. Jesús se dirigió a las personas perdidas que valoraba y a quienes apuntaba en su ministerio, y los fariseos al mismo tiempo, cuando enseñó su gran “parábola de las cosas perdidas” (Lucas 15). Después que Jesús predicó un dinámico sermón acerca del costo de ser uno de sus discípulos, los pecadores lo rodearon, deseosos de estar cerca de Él y oír más enseñanzas suyas. Los fariseos y escribas se alejaron de Jesús y formaron un círculo exterior, quejándose de que Él se asociara con ese grupo de pecadores. Los fariseos no se consideraban perdidos, y no tenían ninguna compasión por los que los que estaban en esta condición. Con estos dos círculos de personas rodeándolo, Jesús enseñó su parábola. En realidad dirigió la parábola a ese círculo exterior, explicando a los fariseos lo que estaba ocurriendo en ese círculo interior de publicanos y pecadores que estaban experimentando la salvación. De hecho, estaba invitando a los fariseos a entrar en el círculo interior y a participar con Él
  • 26. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 en su misión de buscar y salvar a los perdidos. Su desafío a ese círculo exterior fue: “Hay regocijo en el cielo cuando son encontrados los perdidos, así que ¿por qué no se regocijan?” En esencia, Jesús estaba diciendo a ese círculo exterior: “Cuando miran a estas personas, ustedes ven publicanos y pecadores. Déjenme decirles lo que ve Dios. Dios ve ovejas perdidas, ve hijos e hijas perdidos.” El corazón de su parábola acerca de estas personas perdidas es la historia de un padre que 26 tenía dos hijos. En la segunda mitad de la parábola, vemos que el hijo mayor reacciona ante el retorno de su hermano: “Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado” (25-32).
  • 27. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 En más de un sentido, el hermano mayor estaba más perdido que el hijo pródigo, porque sus valores estaban muy alejados de los valores de su padre. El hermano mayor es un retrato de los fariseos, que estaban en la periferia del milagro de estos perdidos que estaban siendo salvados, y no querían entrar en ese círculo interior para regocijarse con el arrepentimiento de los pecadores. Como el hermano mayor, estaban enojados y no querían entrar y compartir la celebración porque quienes estaban muertos estaban encontrando la vida, y quienes estaban perdidos estaban 27 siendo encontrados. El padre se regocijó ante el retorno de su hijo perdido, pero el hermano mayor estaba enojado porque su padre dio la bienvenida al hijo rebelde de vuelta a su hogar. De la misma forma en que el padre salió de la celebración y pidió al hermano mayor que entrara y disfrutara de la celebración, Jesús estaba invitando a los fariseos a entrar en el círculo interior para regocijarse por el arrepentimiento de los pecadores. Jesús estaba invitando a los fariseos a participar en su ministerio con Él: a acercarse a las personas espiritualmente pobres que describió en su Manifiesto y que valoró tanto en sus tres años de ministerio público. ¿Confiesa usted el valor que Jesús asignaba a las personas perdidas de este mundo? ¿Cómo se siente cuando se encuentra con los pecadores de este mundo? ¿Está usted en contacto con el amor y la compasión que el Cristo que vive en usted tiene por los
  • 28. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 perdidos? ¿Acaso su cultura eclesiástica lo ha aislado de la dura realidad de lo que es realmente la vida cotidiana de un pecador? Si es así, podría correr peligro de llegar a ser como los fariseos, que no podían comprender lo que significaba amar a 28 este tipo de personas. Somos los únicos medios que tiene el Cristo viviente para recuperar a los perdidos de este mundo, y recuperarlos para su reino. Haga uso del simbolismo de su Parábola de las Cosas Perdidas y confiese el valor que Él atribuyó a las cosas perdidas. Entre a ese círculo interior y participe con Él en su misión de dar vista a los espiritualmente ciegos, libertad a los cautivos, y sanidad a las personas perdidas, quebrantadas y golpeadas, este mundo. Capítulo 8 La autoridad final Los credos nos preguntan: “¿Cuál es la autoridad final para la fe y la práctica?” ¿Cuál es la autoridad en la que basamos nuestra fe y nuestras vidas? ¿Qué creemos y, a la luz de lo que creemos, cómo vivimos? En el análisis final, nuestra respuesta a esa pregunta tiene dos posibilidades: Dios o el hombre. O
  • 29. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 basamos nuestras vidas en la revelación de Dios o la basamos en 29 la razón del hombre. Jesús asignó un gran valor a las Escrituras. Las primeras dos palabras de Jesús en los primeros tres Evangelios fueron: “Escrito está.” Jesús solía prologar sus respuestas a las preguntas de los fariseos con la siguiente pregunta: “¿Nunca leísteis en las Escrituras?” Los fariseos memorizaban los primeros cinco libros de la Biblia. Estos fariseos eran eruditos de las Escrituras. Eran expertos en la Palabra de Dios, y Jesús hasta reconoció ese punto al decir: “Ustedes estudian con diligencia las Escrituras” (Juan 5:39, NVI). Pero continuó diciendo que su estudio de las Escrituras debería haberlos llevado al Mesías vivo que estaba ante ellos: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida” (Juan 5:39-40). Si bien los fariseos eran expertos de la Biblia, obviamente no estaban basando su fe y su práctica en la autoridad de la Palabra de Dios. Encontramos que esto es cierto cuando Jesús les pregunta: “¿Nunca leísteis? ¿Nunca leísteis las Escrituras?” Si las Escrituras hubieran sido la autoridad final de los fariseos, no habrían cuestionado a Jesús como lo hicieron. Había muchas prácticas de los fariseos que claramente demostraban que no se
  • 30. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 habían dado cuenta de cuál era el verdadero espíritu de la Ley 30 de Dios. Por ejemplo, Jesús estaba caminando por unos sembrados con sus discípulos. Sus discípulos tenían hambre y comieron algunas espigas mientras iban caminando con Jesús. Era el día de reposo, y los fariseos preguntaron a Jesús por qué sus discípulos estaban quebrantando la Ley. Esta es una de esas ocasiones en las que Jesús contestó: “¿Ni aun esto habéis leído, lo que hizo David cuando tuvo hambre él, y los que con él estaban; cómo entró en la casa de Dios, y tomó los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino solo a los sacerdotes?” (Lucas 6:3-4). Jesús citó el ejemplo de David cuando fue al templo cuando estaba hambriento y pidió los panes de la proposición que, según la Ley, solo les estaba permitido comer a los sacerdotes (1 Samuel 21:1-6). El propósito de esos panes de la proposición era similar a la parte del Padrenuestro que dice: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (Mateo 6:11). Los panes de la proposición eran un símbolo litúrgico que representaba la promesa de que Dios siempre suplirá nuestras necesidades diarias. En otra ocasión, los fariseos estaban discutiendo acerca del matrimonio con Jesús, con la esperanza de atraparlo en una contradicción con la ley de Moisés. Sabían que Él enseñaba la indisolubilidad del matrimonio. Confrontaron a Jesús con el argumento de que Moisés había permitido al hombre dar a su
  • 31. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 esposa un certificado de divorcio. Si Jesús contradecía a Moisés, los fariseos podrían desacreditarlo, pero Jesús respondió nuevamente: “¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?... Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue 31 así” (Mateo 19:4-5, 8). Jesús los llevaba invariablemente de vuelta a las Escrituras para demostrar que el permiso de divorcio de Moisés fue dado solo porque los corazones de los hombres estaban endurecidos hacia sus esposas. El certificado de divorcio daba derecho a una mujer a un acuerdo y a algunos derechos. Moisés emitió su decreto de divorcio porque los hombres habían estado abandonando a sus esposas sin sostenerlas de alguna forma. Esto era lo que querían decir Moisés y Jesús con relación a la dureza del corazón de los hombres. Cuando Jesús declaró que no iba cambiar una jota ni una tilde de la ley de Dios y de Moisés sino que la cumpliría, quería decir que la Palabra de Dios era la base de todo lo que Él enseñaba. Jesús demostró que las Escrituras eran su autoridad final para la fe y la práctica, y esta pregunta que le gustaba hacerles a los fariseos los confrontaba con el hecho de que las Escrituras no eran la autoridad final para las acciones de ellos. Sus prácticas, sus valores y sus sermones demostraban que
  • 32. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 eran sus tradiciones la autoridad final de su fe y su práctica. Si hubieran creído y entendido las Escrituras, no habrían cuestionado las enseñanzas y las acciones de Jesús tan 32 contundentemente. ¿Dice usted lo mismo que decía Jesús acerca de las Escrituras? ¿Demuestra usted a través de sus valores, sus palabras y su vida que la Palabra de Dios es su autoridad final para la fe y la práctica? Hoy vivimos en culturas que no tienen ninguna brújula moral, ningún absoluto moral con el cual confrontar nuestras preguntas morales y éticas. Hoy, están tomando decisiones que tienen consecuencias morales y éticas muy serias, personas que no tienen ningún patrón absoluto y autorizado para guiar esas decisiones. En ningún otro momento ha sido más importante confesar el valor que Jesús asignaba a la Palabra de Dios. Hay una gran necesidad de desafiar a los que toman estas decisiones hoy con la pregunta de Jesús: “¿Nunca leísteis en las Escrituras?”
  • 33. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 Capítulo 9 Obediencia La adversidad y los tiempos difíciles son inevitables en esta vida. No podemos escapar de ellos. Forman parte de nuestras vidas diarias, porque vivimos en un mundo caído. Pero, si bien no podemos controlar si hemos de enfrentar la adversidad o no, sí podemos controlar cómo respondemos a las dificultades que enfrentemos. La forma en que respondemos está determinada por nuestro sistema de creencias, así como Jesús enseñó en su conclusión del Sermón del Monte: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina” (Mateo 7:24- 33 27). Aquí Jesús traza el perfil de dos hombres: uno que edificó su casa sobre la roca, y otro que edificó su casa sobre la arena. Ambos enfrentaron la misma tormenta, con su lluvia, inundaciones y viento, pero solo la casa edificada sobre la roca permaneció firme. Aprendemos de esta historia que toda la
  • 34. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 humanidad enfrentará la adversidad; todos los hombres experimentan tormentas, no importa qué tipo de casas edifiquen. La pregunta es: ¿les permitirá la casa que edifican sobrevivir a sus tormentas? La principal diferencia entre estos dos hombres es cómo y dónde edificaron su casa. Jesús interpretó esta metáfora para nosotros. Dijo que el hombre prudente fue el que oyó las enseñanzas de Jesús y les hizo caso (24), en tanto que el hombre insensato fue el que oyó las mismas enseñanzas y escogió no hacer nada en cuanto a aplicar las enseñanzas de Jesús a su vida (26). Oír las palabras de Jesús no hizo que la casa fuera fuerte, porque los dos hombres las oyeron. Fue la aplicación de las palabras de Jesús a la vida lo que hizo la diferencia. La roca sobre la cual edificó su casa (vida) el hombre prudente no consistió en oír, entender, memorizar, citar o aun enseñar las palabras de Jesús a otros. La sabiduría es el conocimiento aplicado. Este hombre prudente (o sabio) entiende esto, así que aplica las palabras de Jesús a su vida. Cuando llegan las tormentas, como le ocurre a cada uno de nosotros, su sistema de creencias es la aplicación de lo que oyó enseñar a Jesús. Esto es lo que le permite capear sus 34 temporales. Justo después de terminar el Sermón del Monte, Jesús cruzó el mar de Galilea con sus apóstoles. En medio del cruce se enfrentaron a una gran tormenta. Los apóstoles estaban llenos de pánico, pero encontraron que Jesús dormía: “Y vinieron sus
  • 35. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza” (Mateo 8:25-27; Marcos 4:40). En esta historia tenemos una gran tempestad, una gran calma y, entre estos dos extremos, oímos una gran pregunta de Jesús: “¿Cómo no tenéis fe?” En esta historia de la tormenta, los apóstoles eran el hombre insensato que edificó su casa sobre la arena. Cuando llegó la tormenta y golpeó contra su casa, esta se derrumbó. Cuando llegó la tormenta para golpear su barco, su fe se derrumbó. Eran insensatos porque habían oído las palabras de Jesús, pero no las habían puesto en práctica. No relacionaron lo que creían (que Jesús era quien decía ser y nunca dejaría que ese bote se hundiera), con lo que hacían en la realidad. ¡Entraron en pánico! Se enfrentaron a la adversidad y su sistema de creencias no era el fundamento de roca sólida del hombre prudente sino el fundamento arenoso del hombre insensato de la 35 metáfora de Jesús. Jesús nunca prometió que seguirlo nos libraría de la adversidad. Por cierto, dijo que a menudo nos traería mayor adversidad: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Pero Jesús sí prometió que quienes oyeran sus palabras y las aplicaran en una gran tormenta verían cómo su gran tormenta se convertiría en una gran bonanza. Jesús también prometió que encontrarían que sus casas eran
  • 36. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 suficientemente fuertes como para soportar las tormentas de la vida. Pero la condición sobre la que está basada esa promesa es que tenemos que dejar que sus palabras penetren en nuestras vidas y cambien la forma en que vivimos. Debemos crecer más allá de simplemente oír y entender lo que Jesús enseñaba, a hacer que sus enseñanzas se conviertan en una parte vital de nuestras 36 vidas. Capítulo 10 Personas que sufren Jesús asignaba un gran valor a las personas; especialmente aquellas que estaban sufriendo y necesitaban sanidad, tanto física como espiritual. Leemos de numerosas ocasiones que Jesús fue movido a la compasión para sanar a personas que la sociedad había descartado: cuando tocó los ojos de dos ciegos que estaban clamando por sanidad, aunque les decían que se callaran (Mateo 20:29-34), cuando extendió su mano para sanar a un leproso que se acercó a Él, aunque los leprosos eran considerados parias e impuros (Marcos 1:40-42), cuando restauró la mano seca de un hombre en un templo en el día de reposo, aunque los fariseos conspiraron contra Él por hacerlo (Marcos 3:1-6). Estas circunstancias hablan de cómo Jesús fue movido a la compasión
  • 37. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 por las personas que sufrían y se apenó por la dureza de los corazones de la mayoría de los hombres. Jesús no solo tuvo compasión por las personas con las que se cruzaba en su camino, sino también por multitudes enteras de personas que lo seguían: “Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia 37 en el pueblo. “Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mateo 9:35-38). Las palabras griegas en este texto sugieren que todo el cuerpo de Jesús se convulsionó con sollozos cuando vio las multitudes, tan grande era su compasión por ellas. Pero Él no solo fue movido a la compasión por estas personas sufrientes sino que también estaba formulando una estrategia específica para ayudarlas en su necesidad; una estrategia que involucraba a sus discípulos. Cada vez que Jesús veía el dolor de las multitudes, intensificaba la capacitación de sus discípulos. Dijo a los apóstoles en el pasaje anterior: “La mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.” Al concluir el cuarto capítulo de Mateo,
  • 38. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 leemos que grandes multitudes estaban acudiendo a Él de varios países. Cuando se había reunido una multitud muy grande, invitó a varios discípulos a subir a un monte y llevó a cabo un retiro durante el cual reclutó a los doce apóstoles. Cada vez que veía esas multitudes, intensificaba su capacitación de esos doce 38 hombres. En Mateo 14 y 15 encontramos los relatos de Jesús cuando dio de comer a los cinco mil y a los cuatro mil. Leemos que “tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos” (14:14), y que tuvo compasión de la gente, porque ya hacía tres días que estaban con Él, y no tenían qué comer (15:32). En ambas ocasiones, Jesús instruyó a los discípulos que alimentaran a la gente con unos pocos pescados y panes que multiplicó hasta que alimentaron a miles de personas hambrientas. Estos pasajes nos dan no solo relatos de dos de los grandes milagros de Jesús sino también su visión misionera. Jesús colocó a sus discípulos estratégicamente entre Él y las multitudes, y pasó su provisión a las multitudes a través de las manos de ellos. Y esa es justamente la forma en que Cristo quiere suplir las necesidades de todas las personas que sufren en este mundo: quiere pasarse a sí mismo, el Pan de Vida, a las personas que sufren en el mundo a través de las manos de su iglesia. ¿Es usted como una de las personas sufrientes de estas multitudes que solo quiere acercarse lo suficiente a Jesús como
  • 39. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 para que Él le pase el “Pan” que es Él a usted? Que su corazón se conmueva al saber que usted es el propósito por el cual Él vino y por el cual Él vive en y a través de su iglesia hoy. Él quiere tocar los corazones de personas como usted. A cambio, ¿está usted dispuesto a confesar el valor que Jesús asignaba a las demás personas sufrientes de este mundo? A diferencia de la dirigencia religiosa, que no podía comprender los sentimientos de amor y compasión para con los necesitados, Jesús estaba motivado para encontrarse con las personas justo donde lo necesitaban. Y Él nos desafía a nosotros, sus discípulos, a decir lo mismo que dice Él acerca del valor de alimentar a las personas hambrientas y heridas con el Pan de 39 Vida. La próxima vez que su vida se tope con una persona hambrienta y que sufre, recuerde el valor que Jesús asignaba a ella y pida al Cristo resucitado y viviente que transmita el amor, la luz y la vida que es Él a ella, a través de usted.
  • 40. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 Capítulo 11 “Yo soy” El Evangelio de Juan es una biografía de Cristo que hace énfasis en lo que Él tenía para decir de sí mismo y de su misión en este mundo. En dicho Evangelio podemos considerar estas declaraciones de Jesús acerca de su misión y luego podemos contestar una pregunta que Él hizo a sus discípulos: “¿Y vosotros, quién decís que soy?” Una vez que hagamos esto, si decimos lo mismo de Jesús que Él dijo de sí mismo, realmente estamos confesando a Jesucristo. Ya hemos aprendido que en el tercer capítulo del Evangelio de Juan, Jesús se llamó a sí mismo el único Hijo de Dios, la única Solución de Dios al problema del pecado, y el único Salvador de Dios para el mundo en general, y para usted y yo en particular. Si queremos que Él sea nuestro Salvador, debemos confesar aquellos valores que Jesús se asignó a sí mismo. En el siguiente capítulo del Evangelio de Juan leemos el relato de cuando Cristo habló con una mujer en el pozo de Sicar, en Siquem, en el corazón de Samaria. Cuando ella lo cuestionó porque Él, un hombre judío, estaba hablando con ella, una mujer samaritana, Él contestó: “Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría 40 agua viva” (Juan 4:10).
  • 41. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 La mujer preguntó a Jesús si Él era mayor que su antepasado Jacob, que les había dado el pozo, y Él le dijo: “Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás” (vv. 13-14). Como ella pensó que su poder de dar esta clase de agua lo convertía en alguien más grande que un mero hombre, y como Él acertó en decirle que ella no tenía ningún esposo y que había tenido cinco 41 esposos, lo llamó profeta (19). Jesús siguió intrigándola con las respuestas a sus preguntas hasta que ella finalmente mencionó al Mesías: “Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas” (25). Jesús le contestó: “Yo soy, el que habla contigo” (26). Más tarde, tanto la mujer como algunos hombres samaritanos que ella conocía confesaron que Jesús era el Cristo: “Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo” (42). Confesaron (dijeron lo mismo acerca de) el valor que Jesús se atribuyó a sí mismo cuando habló con la mujer samaritana, confesando que Él era el Mesías, el Cristo, el (único) Salvador del mundo. ¿Qué significó para esta mujer cuando se dio cuenta de que estaba hablando con el Mesías? Nuestra pregunta se contesta cuando leemos que dejó su vasija de agua (la razón por la que había venido al pozo en primer lugar) y fue a la ciudad para
  • 42. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 hablar a los hombres de Él. En esa cultura, era insólito que una mujer hablara a un hombre acerca de cualquier cosa. Aun la misma mujer se asombró que Jesús le hablara a ella, una mujer de Samaria. ¿Podría ser que esa mujer conociera a estos hombres porque tenía una relación “profesional” con ellos? Jesús nos dice que Él no vino a este mundo para los justos sino para los 42 pecadores (Mateo 9:13). La respuesta de la mujer a su encuentro con Jesús nos desafía a pensar en nuestra propia respuesta a las afirmaciones de Jesús en el Evangelio de Juan. Jesús dijo a la mujer que si tuviera alguna idea de quién era el que le pedía un sorbo de agua, ella le pediría un sorbo de agua de vida. Como aplicación, esto debería desafiarnos cada vez que oramos. Cuando oramos, estamos hablando con el Dios todopoderoso mismo. Si creemos que estamos hablando con el Dios todopoderoso, ¿qué deberíamos pedirle? Jesús sigue contándonos quién es Él y por qué vino a este mundo, a lo largo del Evangelio de Juan. Hasta llega a decir que Él es igual que Dios, cuando dice que puede hacer todo lo que puede hacer Dios: “No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente” (5:19). Esto incluye resucitar a los muertos, algo que solo Dios puede hacer. Si alguien dice ser igual a Dios, las personas que lo rodean preguntarán, naturalmente: “¿Puedes hacer lo que puede
  • 43. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 hacer Dios?” Jesús contestó “sí” a esta pregunta, y demostró su afirmación. Jesús ciertamente resucitó a los muertos y, por tanto, demostró su igualdad con Dios y su afirmación de que podría hacer las cosas que solo Dios podía hacer. Según estos líderes religiosos, Jesús había dicho que era igual a Dios (Juan 43 5:18). Cuando este diálogo, que Juan comienza a registrar en el quinto capítulo de su Evangelio, llega a su punto culminante, hacia el final del octavo capítulo del Evangelio, Juan nos dice que el enfrentamiento entre Jesús y la dirigencia religiosa se convirtió en una hostilidad abierta. Llegaron a tomar piedras para apedrear a Jesús cuando habló de Abraham como si lo conociera. Esto impulsó a los líderes religiosos a preguntar a Jesús: “Aun no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy” (Juan 8:57-58). No había ninguna duda en las mentes de los líderes religiosos acerca de lo que Jesús decía ser. Los líderes religiosos de nuestro tiempo cuestionan seriamente estas afirmaciones de Jesús. Alguien ha dicho: “Yo creo que Él es, mientras que ellos ni siquiera están seguros de que Él fue. Y mientras ellos no están ni siquiera seguros de que Él hizo, yo sé que Él aún hace.” Escuche solo algunas de estas afirmaciones de Jesús, lea el Evangelio de Juan, y luego decida por usted mismo lo que cree acerca de estas afirmaciones de Jesús en el
  • 44. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 Evangelio de Juan. En 10:30, dijo: “Yo y el Padre uno somos.” En el capítulo 14, respondió al pedido de Felipe de ver al Padre diciendo: “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstrame el Padre?... Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí” (9, 11). Cuando hace esa gran oración que Juan registra en el capítulo diecisiete de su Evangelio, Jesús dice: “Ahora, pues, Padre, glorifícame tú para contigo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” (5). A lo largo de los Evangelios, y especialmente en el Evangelio de Juan, encontramos que Jesús afirma su deidad y se coloca en el mismo nivel del Padre. Este hombre solo vivió hasta los treinta y tres años, pero causó un impacto tan grande en este mundo que por dos milenios la historia humana se ha dividido en dos períodos: antes que Él 44 viviera y después. C. S. Lewis, el gran misionero a los escépticos y apologista de nuestra fe, nos dijo esencialmente que cuando consideramos las afirmaciones de Jesús nos encontramos con solo tres opciones: tenemos que estar de acuerdo con Jesús y llamarlo quien Él dijo que era, o tenemos que llamarlo mentiroso o loco. Cuando usted ha evaluado cuidadosamente todas estas afirmaciones de Jesús, no es intelectualmente honesto decir que Jesús no fue quien dijo ser sino que fue un gran hombre y un gran maestro.
  • 45. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 Jesús dijo ser el Hijo de Dios, igual al Padre, y el único a través de quien podemos recibir salvación y vida eterna. Si usted no confiesa el valor que Jesús se asignó a sí mismo, debe decidir que Él era un fraude o el peor impostor que este mundo haya conocido jamás. O puede ser amable y decir que era un loco. Pero, ¿quién dice usted que es Él? ¿Está de acuerdo con que fue lo que dijo ser? ¿Confesará usted el valor que Jesucristo se asignó a sí mismo y lo llamará su Señor hoy? Capítulo 12 Comunión con el Padre Jesús estaba en comunión constante con Dios el Padre. Solía levantarse temprano y pasaba tiempo en soledad orando al Padre. A menudo hablaba de hacer solo lo que el Padre le decía que hiciera. Su comunión con el Padre era continua e íntima. El punto más intenso de su sufrimiento en la cruz fue cuando su comunión con su Padre se rompió porque literalmente se convirtió en pecado por nosotros y su Padre aparentemente no pudo tener comunión con Él (Marcos 15:34; 2 Corintios 5:21; Isaías 53:5- 45 6). En la oración final de Cristo en el huerto de Getsemaní, leemos que el propósito de su venida a la tierra y de su muerte
  • 46. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 por nuestros pecados fue, en primer lugar, que nosotros también pudiéramos tener comunión con el Padre: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a 46 quien has enviado” (Juan 17:3). Para identificar el valor de esta comunión con el Padre, en un momento de su ministerio Jesús contó una parábola: “Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado. Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. “Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Vé pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. Dijo el señor al siervo: Vé por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena” (Lucas 14:16-24). En aquellos días y en aquella cultura, la comida simbolizaba la comunión. No había mayor comunión que la que se experimentada cuando uno era invitado a partir el pan en la casa
  • 47. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 de un amigo, familiar o alguien que lo invitaba a su mesa. En la hermosa metáfora del último libro de la Biblia, Jesús nos dice que está parado afuera de la puerta de nuestras vidas, golpeando pacientemente, porque quiere que abramos la puerta y lo invitemos a entrar, para que pueda cenar con nosotros 47 (Apocalipsis 3:20). Esta parábola representa el valor que Jesús asignó a la comunión con Dios. Nos cuenta la historia del señor de una familia –Dios–, que desea abrir de par en par las puertas de su hogar para un banquete. Los que él ha invitado a la fiesta rechazan todas sus invitaciones. Sus excusas son que han comprado una propiedad y deben verla. (Parece extraño que compren una propiedad que no han visto.) Esto probablemente significa que quieren ir a ver esta propiedad ahora que son sus propietarios. La esencia de esta excusa podría ser que las cosas de este mundo son más importantes que la comunión con Dios. Otra excusa es que han comprado cinco yuntas (pares) de bueyes y deben probarlos. Cinco parejas de bueyes representarían la agricultura a gran escala. Dado que los bueyes simbolizaban el trabajo, esta excusa parece ser que “no puedo ir por mi trabajo”. Una tercera excusa es que “me acabo de casar y no puedo ir”. La traducción (inglesa) de Phillips lo amplía: “Me acabo de casar y estoy seguro que usted entenderá por qué no puedo ir” (Lucas 14:20). En respuesta a que todas sus invitaciones a la
  • 48. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 cena han sido rechazadas, el señor de esta casa se enoja y dice a su siervo que vaya a la ciudad y que invite a todos los que están enfermos y tullidos para que se unan a él en la fiesta; personas que jamás podrían devolverle el favor y que se habrían visto anonadadas por el asombro ante la invitación (21-23). Para que Dios hiciera esta invitación a la mesa de su banquete, fue necesario que enviara a su Hijo unigénito al mundo para morir por nuestros pecados. La tienda de adoración y el templo de Salomón representaban las instrucciones inspiradas que Dios dio a Moisés en las que le mostró cómo las personas pecaminosas podrían acercarse a un Dios santo. La presencia de Dios moraba en un compartimiento interior, y en realidad toda la estructura de esa liturgia de adoración tenía que ver con la forma de acercarse a la presencia de Dios. Había un velo grueso que bloqueaba la entrada a este Lugar Santo donde moraba Dios. Los pecadores ni siquiera se acercaban a ese Lugar Santo. Una vez al año, mientras todo el pueblo se reunía alrededor de la tienda de adoración, el sumo sacerdote entraba en la presencia 48 de Dios por el pueblo de Dios. El templo de Salomón estaba construido según este mismo patrón de acercamiento a Dios. En ese templo, el velo era como un gran telón de un teatro. Cuando Jesús murió en la cruz, ese telón se rasgó de arriba abajo, simbolizando el gran milagro de que el pueblo de Dios ya no tenía que acercarse a Dios como Él lo había ordenado en los tiempos del Antiguo Testamento. Uno
  • 49. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 pensaría que habría una estampida de personas entrando a la presencia de Dios una vez que se hicieran conocer esas Buenas Nuevas. Pero la parábola de Jesús nos muestra que no es éste el 49 caso. Estas excusas son una forma satírica de mostrar una obvia falta de un foco de prioridad de parte del pueblo de Dios. Cuando estas personas dicen que no pueden ir, sus excusas en realidad no significan que no pueden ir. Sus excusas endebles significan que prefieren no ir porque valoran las cosas de este mundo, su trabajo y sus relaciones humanas más que lo que valoran la comunión con Dios. ¿Aprecia usted el valor increíble de la comunión con Dios? ¿Valora lo que le costó a Dios abrir el camino hacia la comunión con Él? ¿Valora lo que le costó a Jesucristo poder decir a todo el mundo: “Yo soy el camino; nadie viene al Padre, sino por mí”? ¿Confesará usted (dirá lo mismo) que Jesús acerca del valor de la comunión con Dios? Aquello que realmente creemos es lo que hacemos. Todo lo demás son solo palabras religiosas. De acuerdo con la forma en que usa su tiempo, su dinero y sus afectos, ¿confiesa usted el valor que Jesús identificó cuando enseñó esta parábola profunda?
  • 50. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 Capítulo 13 El hombre del estanque Ya hemos aprendido mucho acerca del valor que Jesús asignaba a las personas sufrientes y enfermas de este mundo, y cómo vino para sanar sus enfermedades y traerles restauración espiritual. Ya he mencionado la sanidad estratégica que se describe en el quinto capítulo del Evangelio de Juan, donde Jesús sanó a un hombre para facilitar el diálogo con los líderes religiosos. Si miramos más detenidamente esta sanidad, identificaremos otro valor de Cristo que se evidencia cuando su amor está restaurando la salud de una de las personas sufrientes que Jesús valoraba tanto. Así describe Juan esa sanidad: “Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad 50 que tuviese. “Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? Señor, le
  • 51. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, 51 y anduvo” (Juan 5:1–9). El texto original dice que esta multitud de enfermos recostados al lado del estanque eran personas “sin poder”. Una traducción las describe como “una gran multitud de personas débiles”. Esperaban junto al estanque cada día porque creían en lo que probablemente era una superstición. Cuando las aguas de este estanque especial ondeaban, como ocurría a veces, creían que esto significaba que un ángel había entrado al estanque, y la primera persona enferma que entrara al estanque sería sanada. Pero un hombre que estaba acostado junto al estanque había estado allí por treinta y ocho años. Jesús le dio prioridad de entre esa gran multitud de personas débiles, y le preguntó: “¿Quieres ser sano?” El entorno del milagro plantea algunas preguntas. De esa gran multitud de personas débiles, ¿por qué escogió Jesús sanar solo a este hombre? ¿Por qué Jesús no sanó a todas esas personas recostadas junto al estanque? ¿Y por qué le preguntó Jesús a un hombre que había estado sentado junto a este estanque por treinta y ocho años si quería ser sanado? Los profesionales de la salud experimentados le dirán que esta pregunta no está tan fuera de lugar como podría parecer. Algunas personas son hipocondríacas y en realidad no quieren ser
  • 52. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 sanadas. La sanidad involucra más que el deseo de estar bien. Debemos reconocer la cruda realidad de que solo el poder de Cristo puede hacer por nosotros lo que solo el poder de Cristo 52 puede hacer por nosotros. El hombre contestó que había perdido toda esperanza de ser sanado: “Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo” (7). Este hombre había perdido toda esperanza en el poder del estanque para sanarlo. Se había dado cuenta de que nunca llegaría al estanque antes que otro hombre por su cuenta, y que por lo tanto el estanque nunca podría sanarlo. Al haberse dado por vencido con relación al estanque, estaba buscando sanidad en otro lado. Es muy posible que haya estado orando a Dios para que lo sanara directamente, sin tener en cuenta y más allá de la superstición impotente del estanque de Betesda. Y es ahí donde lo encontró Jesús: esperando un milagro. Y lo encontró en Jesús. Muchas personas buscan fuera de la caja del poder de Dios el poder para sanar. Tienen muchos “estanques de Betesda” que no pueden darles la sanidad integral que necesitan y que están buscando. Se vuelven hacia el materialismo o la autosatisfacción. Acuden a una variedad de “sanadores”, que vienen de todas formas y tamaños, pero no acuden a Dios. Como este hombre al lado del estanque, solo cuando miramos más allá de nuestros “estanques de Betesda” y ponemos nuestra fe en el
  • 53. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 poder de Cristo podemos comenzar a ser sanados de adentro hacia fuera de la forma que solo Cristo puede sanarnos. La aplicación de esta historia tiene dos partes. Primero, debemos preguntarnos si queremos ser sanados en primer lugar, y luego si creemos que solo Cristo puede sanarnos. Segundo, debemos preguntarnos si valoramos todas las demás personas sufrientes e impotentes de este mundo, como hizo Jesús. Solo unos pocos versículos antes de este pasaje encontramos que Jesús desafía a sus discípulos a poner en acción su amor por las personas como la mujer samaritana, que estaba lista para el agua de vida: “¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega” (4:35). Hay personas en todo el mundo que están listas para recibir la sanidad de la salvación: son como campos maduros, listos para la cosecha. Jesús nos desafía a trabajar en esos campos, llevando su salvación y sanidad espiritual a personas como la mujer en el pozo y el hombre junto al estanque. ¿Confiesa usted el valor que Jesús asignaba a las personas que sufren y que están mirando más allá de sus pozos y sus estanques en busca de la sanidad que solo Cristo puede traer a sus vidas? 53
  • 54. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 Capítulo 14 La comprensión de las Escrituras Ya hemos aprendido que Jesús valoraba mucho las Escrituras. Cuando se refería a las Escrituras, se estaba refiriendo al Antiguo Testamento, dado que el Nuevo Testamento aún no había sido escrito. Sus primeras palabras fueron: “Está escrito”, y su pregunta favorita era: “¿Nunca leísteis en las Escrituras?” No olvide observar, mientras lee los Evangelios, que Jesús valoraba intensamente la comprensión de las Escrituras. En su Sermón del Monte enseñó que no estaba cambiando “ni una jota ni una tilde” del Antiguo Testamento, sino que estaba cumpliendo el espíritu y el significado de las Escrituras. La carga de su corazón cuando habló estas palabras era que quienes se le unieran en ese monte comprendieran las Escrituras (Mateo 5:17- 54 20). Cuando estaba trabado en un diálogo hostil con los líderes religiosos, según registra Juan ese diálogo, uno de los primeros temas que planteó Jesús fue la comprensión de las Escrituras (Juan 5:39-40). Jesús elogió a los fariseos por ser expertos de la Biblia. En esencia, les dijo: “Ustedes examinan e investigan y diseccionan las Escrituras, pero no las comprenden. Toda la Escritura testifica de mí, pero ustedes no quieren venir a mí para tener vida eterna.”
  • 55. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 Jesús estaba diciendo a estos fariseos (y a usted y a mí), que las Escrituras no son un libro de texto sobre los orígenes, o una historia de la civilización. Las Escrituras son un libro de texto sobre la salvación, y presentan el contexto histórico en el cual esa salvación y ese Salvador llegaron al mundo. Aprendemos de este encuentro que Jesús dijo que estos eruditos de la Biblia nunca podrían entender las Escrituras a menos que, o hasta que, entendieran que las Escrituras se referían a Él. Según Jesús, las Escrituras son las palabras sagradas de Dios con relación a la historia de la redención y el Redentor a través de quien llegó esa redención. Las Escrituras del Antiguo Testamento testifican acerca de Cristo y de cómo Él vino para salvar a los hombres del pecado y reconciliarlos con Dios. Oswald Chambers llamó al versículo 39 del quinto capítulo del Evangelio de Juan el versículo clave de la Biblia, porque abre nuestra comprensión de toda la Biblia. Esta verdad que compartió Jesús con los líderes religiosos muestra la misma carga que expresó en el Sermón del Monte: que las personas 55 entendieran las Escrituras. Las últimas palabras de Jesús también hablaron del valor que asignaba a las Escrituras. Después de su resurrección, y antes de su ascensión, dijo a los apóstoles y a los que estaban reunidos con Él: “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían. (...) Estas son las palabras que os hablé, estando
  • 56. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 aún con vosotros; que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (Lucas 24:27; 44-47). Jesús comenzó su ministerio expresando su carga de que las Escrituras fueran comprendidas, y finalizó su ministerio expresando esa misma carga. Sus enseñanzas y diálogos con los que se le oponían y quienes eran sus seguidores más consagrados, mostraron su pasión por guiar a las personas hacia la comprensión de las Escrituras. Comenzó su ministerio proclamando: “Está escrito” y preguntando a las personas: “¿Nunca leísteis en las Escrituras?” Finalizó su ministerio desafiando a los apóstoles y a sus discípulos a comprender la clave que puede abrir su comprensión de las Escrituras: Que todo lo que está escrito en la ley de Dios por Moisés, en los salmos y en los profetas, tiene que ver con Él. ¿Acaso no confirma el valor que Jesús asignaba a las Escrituras saber que, del principio al final, el énfasis de su vida y su ministerio tuvo que ver con que las Escrituras fueran comprendidas y aplicadas a las vidas de los hombres? 56
  • 57. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 Por supuesto, el desafío se convierte en la pregunta para nosotros: ¿Confesamos nosotros el valor que Jesús asignaba a las Escrituras, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, en nuestras propias vidas? ¿Creemos que testifican acerca de la redención de todos los hombres a través del Hijo de Dios, Jesucristo? ¿Creemos que contestan las preguntas que tenemos acerca de vivir la vida y vivirla bien? ¿Y somos capaces de responder a todas las tormentas y circunstancias de nuestras vidas en el espíritu de las primeras palabras de Cristo: “Está 57 escrito”? Capítulo 15 Jesús me ama ¿Se ha preguntado alguna vez cómo sería contemplar el rostro de Jesucristo y tener una conversación con Él? Esa sería una experiencia que cambiaría su vida por muchas razones, pero tal vez la razón más dinámica es el amor que usted habría visto en ese rostro. Quienes caminaron y hablaron con Jesús estaban convencidos de su amor por ellos, y su seguridad de este amor se demuestra a lo largo de los cuatro Evangelios. En el capítulo once del Juan, vemos un encuentro entre Jesús y las dos hermanas, María y Marta, que irradia el amor que
  • 58. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 Jesús tenía por ellas y su hermano, Lázaro. Lázaro estaba enfermo, y las dos mujeres mandaron a decir a Jesús, desesperadamente: “Señor, he aquí el que amas está enfermo” (3). La palabra que usaron para “enfermo” en su mensaje a Jesús indicaba que su hermano se estaba muriendo. Lázaro es descrito como un hombre al que Jesús amaba, y se nos dice que Jesús permaneció donde estaba porque amaba a Lázaro y a sus hermanas. Podemos imaginarnos cuánto sabían estas tres personas que Jesús los amaba. Más tarde, después que Lázaro murió y Jesús fue a la tumba, leemos que “Jesús lloró” (35). El idioma original sugiere que el cuerpo de Jesús se sacudió en sollozos por su pena, y quienes lo vieron llorar dijeron: “Mirad cómo le amaba” (36). Era obvio no solo para María y Marta que Jesús amaba a Lázaro, sino también para aquellos judíos que habían venido para compartir el duelo con ellas. En el capítulo diez del Evangelio de Marcos, leemos acerca del joven que llamamos “el joven rico”. Este hombre se acercó a Jesús para averiguar lo que necesitaba hacer para tener vida eterna. El Evangelio de Marcos dice: “Entonces Jesús, mirándole, le amó” (21). El idioma original sugiere que esta fue una mirada profunda, una mirada fija que comunicaba un amor inquebrantable por el joven. El joven rico no hizo lo que Jesús le dijo que hiciera si quería hallar la vida eterna. Algunos piensan que este joven fue el autor del Evangelio de Marcos, porque Marcos es el único escritor de los evangelios que registra este detalle 58
  • 59. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 intrigante de la mirada fija de amor de Jesús antes que este joven se alejara de su oportunidad para tener la vida eterna. Una cosa podemos decir con seguridad acerca de este joven: que supo que era amado por Jesús cuando Él lo miró fijamente y 59 demostró que lo amaba. Jesús amó a todos los que se cruzaron con Él durante su vida, aun los publicanos y los pecadores. Sabemos esto por la forma que escogió pasar su tiempo, cenando en sus mesas y caminando con ellos en las ciudades. Deseaba pasar tiempo con ellos y comunicar la vida eterna que estaba disponible, no solo para los espiritualmente privilegiados sino también para personas pecadoras como ellos. Los que estaban en el extremo receptor de su amor respondieron con gratitud y un asombro anonadado, como esa mujer que cayó a sus pies y los ungió con aceite precioso y sus propias lágrimas (Lucas 7:36-38). Los discípulos de Jesús también sintieron su amor. El Evangelio de Juan atestigua del amor de Cristo. Juan se llamó a sí mismo “el discípulo al cual Jesús amaba” en varias ocasiones en ese Evangelio (13:23; 19:26; 20:2; 21:7, 20). Juan era plenamente consciente del hecho de que Jesús lo amaba. Sesenta años después de caminar con Jesús como uno de los apóstoles, Juan dedicó el último libro de la Biblia, Apocalipsis, a Jesucristo con estas palabras: “Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de
  • 60. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 los siglos” (1:5-6). Jesús había dicho a los colegas de Juan en la “Corporación de Mariscos Zebedeo” que si lo seguían los haría pescadores de hombres. Sesenta años después, Juan dice: “nos hizo reyes y sacerdotes.” Pero, sobre todo, ¡Juan recuerda que 60 “nos amó”! Jesús amó a todos los que se cruzaron con sus tres años de ministerio público: los pecadores y los publicanos, los ricos y los pobres, sus amigos, sus apóstoles y discípulos; y todos ellos sabían que eran amados. ¿Está usted consciente de la realidad gloriosa de que Él tiene la misma calidad de amor para usted? Hace unos años, se le preguntó a un teólogo famoso que indicara la verdad más profunda que hubiera escuchado jamás. Después de pensar profundamente un tiempo, contestó: “Cristo me ama, bien lo sé; su Palabra dice así.” ¿Confiesa usted el valor que Jesús asignaba al amor? ¿Saben las personas que se cruzan con su vida que son amadas con un amor que viene a través de usted pero que no es suyo? Mi vida fue cambiada para siempre cuando comencé a pedir al Cristo resucitado y viviente que me colocara estratégicamente entre todo el amor que es Él y todo el dolor y las heridas de las personas sufrientes que cruzan mi camino en cualquier día dado. Yo le recomiendo que pida al Cristo amoroso que haga lo mismo en usted. Cuando lo haga, descubrirá dónde está Él, y dónde querrá pasar usted el resto de su vida.
  • 61. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 Capítulo 16 Ovejas perdidas Según los cuatro Evangelios, Jesús identificó un valor cuando estuvo de acuerdo con Isaías en que éramos como ovejas perdidas, y que Dios es como un gran Pastor amoroso al que le encanta buscar y recuperar sus ovejas perdidas: “¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a su casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento” 61 (Lucas 15:4-7). Jesús vino al mundo para salvar personas perdidas (Lucas 19:10). Vino a traer sanidad espiritual a los que estaban enfermos, heridos y necesitados de un médico. Pero, como hemos visto en numerosas ocasiones, los líderes religiosos farisaicos no se sentían cómodos con los pecadores que amaba Jesús. Criticaban a Jesús porque pasaba tiempo con los pecadores. Se ofendían especialmente cuando Jesús los invitaba a compartir su compasión por esas personas perdidas y heridas.
  • 62. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 Parecían incapaces de ver las personas ciegas, cautivas y de corazón quebrantado que Isaías describió en la gran profecía que Jesús adoptó como su Manifiesto. Cuando veían a esos pecadores que rodeaban a Jesús tan a menudo, todo lo que podían ver era lo que para ellos eran la “masa” de pecadores y publicanos. Jesús desafió a los fariseos y escribas a ver a estas personas como Dios las veía. Una de las formas en que Jesús compartió su visión con los líderes religiosos fue decir que Dios veía a estos pecadores como ovejas perdidas. Después de todo, el príncipe de los profetas, Isaías, predicó que cada uno de nosotros es una oveja perdida hasta que somos encontrados por el gran Pastor (Isaías 62 53:6). Si usted se siente tan indefenso como una oveja perdida, sepa que es muy valioso para Dios, y que Jesucristo vino a este mundo para personas como usted. Él vino para morir por usted. Si Jesús estuviera pasando por su pueblo hoy, probablemente escogería pasar todo el día con usted, así como pasó todo el día con un pecador llamado Zaqueo (Lucas 19:1-10). Él está parado a la puerta de su vida hoy, y golpea pacientemente porque quiere que usted abra la puerta de su vida, responda a su amor y perdón, y lo reconozca como su Pastor (Apocalipsis 3:20). Cuando usted se haya convertido en una de esas ovejas perdidas que el Buen Pastor vino a buscar, ¿confesará el valor que Cristo da a las demás ovejas perdidas que vino a buscar y
  • 63. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 salvar? Cuando Jesús reveló quién era Dios y el sistema de valores de Dios, enseñó que Dios asigna un valor tremendo a las personas perdidas. El Cristo resucitado y viviente quiere que confesemos sus valores y nos unamos a Él en su gran misión de llevar salvación a las personas perdidas y sufrientes de este 63 mundo. Capítulo 17 Monedas perdidas “El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). Ese es el versículo clave del Evangelio de Lucas y la declaración de misión de Jesucristo. En el capítulo quince del Evangelio de Lucas, ya hemos considerado el valor que asignaba Jesús a las “cosas perdidas” de este mundo. Su “parábola de las cosas perdidas” representa la redención que Cristo vino a traer a todas las personas perdidas del mundo. Hemos considerado esta parábola en un estudio anterior. Usted recordará que el entorno en el cual Jesús contó esta gran parábola eran dos círculos concéntricos de personas que lo rodeaban. Los que estaban perdidos y deseaban fervientemente encontrar el perdón de sus pecados habían formado un círculo interior cerrado alrededor de Jesús, y los que eran
  • 64. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 fariseos santurrones y deseaban mantenerse lejos de todos los transgresores de la Ley habían dado varios pasos hacia atrás y habían formado un círculo mayor alrededor del círculo interior donde los pecadores estaban siendo salvados. Su parábola estaba dirigida al círculo exterior, porque en ella estaba tratando de explicar al círculo exterior lo que estaba ocurriendo en el círculo interior. También estaba invitando al círculo exterior a participar con Él en el milagro que estaba ocurriendo en el círculo interior. Para lograr ese objetivo de su misión, contó algunas parábolas acerca de “cosas perdidas”. A través de estas parábolas, los pecadores se darían cuenta de su gran valor a los ojos de Dios, y los fariseos comprenderían cómo el corazón amoroso de Dios desborda de amor por todos los hombres, y se regocija cuando las vidas perdidas y destrozadas son rescatadas a través del arrepentimiento y la 64 salvación. Una de estas parábolas en Lucas 15 tiene que ver con una moneda valiosa que había perdido una mujer y que trató de encontrar diligentemente: “¿Qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido. Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente” (8-10).
  • 65. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 Algunos eruditos creen que esta moneda perdida se refiere a una de las diez monedas que una mujer prometida usaba sobre su frente para indicar fidelidad a su esposo. Si le era infiel, debía quitar una de las monedas. Pero si la mujer no había sido infiel sino que simplemente había perdido una de las monedas, ¡puede imaginarse con cuánta desesperación buscaría esa moneda! Y puede imaginarse cuánto se regocijaría al encontrarla. Si ese es el contexto cultural en que fue dada esta enseñanza, y el tamiz cultural a través del cual uno debería interpretar esta parábola, entendemos que Jesús estaba diciendo al círculo exterior que algunas de las personas perdidas que lo rodeaban estaban perdidas simplemente porque no podían encontrar la dinámica espiritual para experimentar la santidad o la santificación. No estaban perdidas en el sentido de que debían ser despreciadas y rechazadas por el pueblo de Dios. Necesitaban ayuda en su intento de mantener las diez monedas en su lugar en 65 su relación con Dios. Esta historia es también un cuadro de la redención. Cuando hablamos de la redención, queremos decir que algo que perteneció una vez a alguien se perdió y luego fue recuperado, generalmente a través del pago de un precio. En este sentido, la cosa recuperada fue comprada dos veces: la primera vez cuando la persona tomó posesión de ella, y luego de nuevo cuando fue recuperada por un precio. De la misma forma, primero pertenecimos a Dios porque Él nos hizo. Pero, debido a que el
  • 66. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 pecado nos separó de Dios, estuvimos perdidos para Él, y a fin de recuperarnos, o redimirnos, Dios tenía que volver a comprarnos; lo cual hizo, a través del sacrificio expiatorio de 66 su Hijo perfecto, Jesús. Un niño construyó un barquito de juguete con su padre. Les encantaba colocar el barquito en las aguas del océano cerca de donde vivían. Un día, estaban haciéndolo flotar en el océano cuando una corriente se llevó al barquito lejos de ellos, mar adentro. Unas semanas más tarde descubrieron al barquito en la vidriera de un negocio en la playa. Se desilusionaron cuando el dueño insistió en que debían pagar por él. Después que lo compraron, mientras el niño salía del negocio, le dijo a su barquito: “Eres mío dos veces. Eres mío porque te hice, y eres mío porque te compré.” Esas palabras que el niño dijo a su barquito de juguete son una buena definición de la palabra bíblica “redención”. Él había redimido a su barquito. Así como él había hecho su barquito y volvió a comprarlo, Dios nos hizo y nos volvió a comprar. El precio que pagó fue la vida de su Hijo unigénito. Este concepto de la redención está ilustrado por esta moneda que se pierde y vuelve a recuperarse. Al hablar a los que estaban fuera del círculo interior, Jesús estaba diciendo a los fariseos que los pecadores que lo rodeaban eran más que meros pecadores. Eran personas que habían sido formadas por Dios, estaban perdidas y habían sido
  • 67. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 recuperadas. Y, de la misma forma en que la mujer se regocijó al encontrar y recuperar su moneda perdida, los ángeles del cielo se regocijaban porque estos pecadores perdidos habían vuelto a la familia de Dios. Jesús estaba desafiando a los fariseos a cambiar su esquema mental acerca de los pecadores de ese círculo interior, que eran como monedas perdidas que necesitaban ser recuperadas, y asignarles el mismo valor que Él les asignaba. ¿Es usted una moneda perdida? Si usted es una de las monedas perdidas de este mundo, dése cuenta de que Jesucristo le asigna un gran valor. Él está buscando diligentemente recuperarlo y reclamarlo como suyo, y todos los ángeles del cielo gritarán de alegría cuando eso ocurra. Si ya ha sido encontrado y redimido, como el barquito de ese niño, ¿tiene compasión por las demás monedas perdidas de este mundo? ¿Confiesa usted el valor que Jesús asignó a las monedas (vidas) perdidas que necesitan ser reclamadas y restauradas a su Dios? Capítulo 18 Hijos perdidos Después que enseñó al círculo exterior acerca del valor de las monedas perdidas, Jesús continuó con la parábola del hijo pródigo: “Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a 67
  • 68. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. “Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. “Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su 68 padre. “Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse” (Lucas 15:11–24).
  • 69. Fascículo 15: Los valores de Cristo Parte 1 Hemos visto que el contexto de esta enseñanza cae dentro de una conversación que Jesús estaba teniendo simultáneamente con los pecadores y los fariseos. Mientras los fariseos estaban perturbados por la interacción de Jesús con estos pecadores, Jesús respondió a su enojo con un desafío. Era como si les estuviera diciendo: “Lo único que ven ustedes aquí son pecadores y publicanos, pero Dios ve hijos perdidos. Algunos de estos pecadores son hijos de Dios que ejercieron su libre albedrío para dilapidar sus vidas en el mundo. Pero Dios ha usado las consecuencias de sus necias decisiones para traer a estos hijos de vuelta a la casa de su Padre. Y eso es lo que importa en el cielo. Todos los ángeles están regocijándose. ¿Por qué no se 69 regocijan ustedes?” El padre en esta parábola era lo suficientemente permisivo como para permitir a su hijo ejercer su libre albedrío, y así es como Dios responde a nosotros. Él permite que tomemos decisiones necias, aun cuando vayan en sentido contrario a su voluntad directiva. Él permite las consecuencias de nuestras decisiones necias que nos hacen recapacitar, y nos hacen regresar decididamente a la voluntad del Padre para nuestras vidas. Si usted es como el hijo pródigo, si ha estado en el país lejano, malgastando su vida “viviendo perdidamente”, de forma que su “banquete de las consecuencias” consiste en hierbas amargas, dése cuenta de que su Padre celestial lo ama. Aun cuando Él es lo suficientemente permisivo como para permitirle