El documento discute las motivaciones complejas detrás del voto de las personas. Algunas personas votan por un partido debido a los beneficios materiales que han recibido de ese partido. Otras sienten que deben "contraprestar" su voto a un partido por el honor y los beneficios que han recibido de estar asociados con ese grupo. Algunos votantes toman decisiones basadas en sus propias circunstancias y fuera de las influencias del poder y el estatus.
1. Eterna compensación que retorna
Constantemente leo y escucho, desde ambos
o desde cualesquiera de los reductos de
posicionamiento político aprehendido, a veces
sugestión o bellaca egolatría, una pregunta que
sistemáticamente aparece en todo tipo de medios en
los que ya cualquiera puede emitir su comentario u
opinión: más o menos profesional, más o menos civil,
más o menos formada. Con una retórica impostada
para no tener que contestarla, ya que eso supondría
echar una mirada en su entorno, con consecuencias en el desenlace. Debe sobrevivir
como una reticencia, cuándo no, como una alusión indirecta.
La pregunta retórica es: ¿No me explico cómo puede haber personas que votan a
este partido que ha hecho esto y lo otro, y ha dejado de hacer aquello y lo de más allá, y
este va en contra de tanto y solo quiere amparar aquel cuanto?
Y la pregunta sitúa al ignoto y al experto en el mismo nivel de evaluación de la
propuesta, el más complicado que existe: la medición de las motivaciones. Es decir,
cuáles son las razones que impulsan a esa determinada acción. No la decisión de un voto
por un elector, sino la decisión del partido que llevará mi voto. Concepto que le hace a
una persona pertenecer más al refugio de los correligionarios que a la masa denomina:
electorado.
No cabe duda que si tuviera que pronunciarme sin aplicar método alguno para
llegar a conclusiones legítimas no lo haría. Si tuviera que iniciar un análisis empezaría sin
suspicacia por diferenciar cuántos están estimulados y animados a ello por la
gratificación de los intereses materiales, sin pudor, que han sido resueltos hasta la
fecha. Y continúa sin caberme el menor reparo de que ese tanto por ciento no es tan
pequeño como podríamos suponer en un principio.
Afirmo, a modo de insinuación escrita para los recientes, que existe una nada
despreciable minoría que otorga su voto como la contraprestación endémica que mi
honorabilidad parcial debe demostrar para restituir todo lo recibido gracias a pertenecer
o estar cerca de ese reducto.
Otros nos perdemos en tomar una decisión fundamentada según nuestras
posibilidades y limitaciones, nuestro recatado y púdico estatus y fuera del tráfico del
rigor que implanta las influencias.
Martes, 26 de enero de 2016
Félix Sánchez Paredes
Un ciudadano más