La pobreza llevó al campesinado uruguayo a la violencia, y la Revolución de 1904 les dio una justificación para sus acciones. El líder revolucionario Saravia sabía que su única posibilidad de triunfo era agotar a la clase alta rural mediante el consumo de sus recursos para forzar una negociación. El Pacto de la Cruz parcialmente resolvió el conflicto estableciendo la coparticipación entre los partidos Colorado y Nacional en el gobierno.